Detrás de la aparente paz del cementerio se esconde el germen de la violencia. Esa parece ser la operación simbólica más evidente de Tierra de los padres, el valioso film-ensayo de Nicolás Prividera, que se estrena hoy en Buenos Aires luego de un sonado affaire en el último Bafici, del cual fue curiosamente excluido. La película pone en conversación a una serie importante de testimonios escogidos cuidadosamente por el realizador para sintetizar la historia de antagonismos políticos que ha caracterizado a la nación argentina desde su nacimiento hasta hoy; deja siempre el espacio abierto para que cada espectador incorpore su propia voz en esa discusión aguda y permanente que nos permite armar nuestro mapa ideológico. Un grupo de personas -escritores, periodistas, cineastas, el propio Prividera- leen fragmentos firmados por protagonistas de la historia nacional (Esteban Echeverría, Juan Manuel de Rosas, Facundo Quiroga, Domingo F. Sarmiento, Juan B. Alberdi, José Hernández, Juan Lavalle, Bartolomé Mitre, Julio A. Roca, Eva Perón, Rodolfo Walsh, entre otros), con el cementerio de la Recoleta como ominoso escenario, una idea que el matrimonio francés Straub-Huilliet y el documentalista estadounidense John Gianvito, por citar dos casos reconocidos, ya habían llevado a cabo y que parecen haber inspirado a Prividera, quien de hecho los menciona en los agradecimientos de su film. El cineasta ya había despertado encendidas polémicas con su anterior película, M , una poderosa y profunda reconstrucción de las circunstancias que rodearon la desaparición de su madre, Marta Sierra, durante la última dictadura militar. "Uno tiene un concepto de la memoria como algo fijo, inmutable, pero en realidad es todo lo contrario, porque la memoria individual y colectiva es como un campo de batalla donde hay conflictos y pasiones, y eso es todo lo contrario a un museo o un cementerio", declaró el director hace poco. Es una buena síntesis de lo que Tierra de los padres propone con valentía e inteligencia: contraponer a esa idea de una memoria cristalizada la de la mutación constante, la de la revisión actualizada. Como bien han dicho las Madres de Plaza de Mayo desde siempre, no hay futuro sin memoria. Prividera recoge ese revelador axioma y le inyecta oxígeno para que siga respirando.
Avaladas por un exitoso recorrido internacional, llegan a la cartelera porteña dos películas de Mauro Andrizzi, el mismo de Mono (2007) y la más conocida Iraqi Short Films (2008), película armada con imágenes de la guerra en Irak grabadas con celulares. En el futuro está compuesta por nueve historias que a lo largo de casi una hora discurren sobre los vaivenes de la experiencia amorosa, armadas a partir de recuerdos e invenciones. Se trata de un mosaico visual y sonoro que perfila a la memoria como espacio de ficción. Participan actores de reconocida trayectoria en el teatro independiente (Sergio Boris, Luis Machín), y las imágenes, en blanco y negro, tienen una indudable potencia poética y erótica. En Accidentes gloriosos , que también dura cerca de una hora, Andrizzi compartió la dirección con Marcus Lindeen, artista danés que proviene del teatro y al que conoció en el Festival de Copenhagen, cuya programación está decididamente orientada a la experimentación. El film ganó el premio al mejor mediometraje del apartado "Orizzonti" del Festival de Venecia y parte de una idea filosófica: algunos accidentes que ocurren evitan catástrofes mayores. Todos los personajes de la película viven una experiencia de ese tipo. Andrizzi declaró haberse inspirado en un film sobre el tema del norteamericano Steven Soderbergh, pero también es inevitable recordar Crash , la inquietante película del canadiense David Cronemberg, como referencia. La experimentada actriz Cristina Banegas aporta diferentes matices desde la voz en off en una película de aliento literario que cumple con una premisa insoslayable del arte experimental: desafiar al espectador en lugar de subestimarlo.
Avaladas por un exitoso recorrido internacional, llegan a la cartelera porteña dos películas de Mauro Andrizzi, el mismo de Mono (2007) y la más conocida Iraqi Short Films (2008), película armada con imágenes de la guerra en Irak grabadas con celulares. En el futuro está compuesta por nueve historias que a lo largo de casi una hora discurren sobre los vaivenes de la experiencia amorosa, armadas a partir de recuerdos e invenciones. Se trata de un mosaico visual y sonoro que perfila a la memoria como espacio de ficción. Participan actores de reconocida trayectoria en el teatro independiente (Sergio Boris, Luis Machín), y las imágenes, en blanco y negro, tienen una indudable potencia poética y erótica. En Accidentes gloriosos , que también dura cerca de una hora, Andrizzi compartió la dirección con Marcus Lindeen, artista danés que proviene del teatro y al que conoció en el Festival de Copenhagen, cuya programación está decididamente orientada a la experimentación. El film ganó el premio al mejor mediometraje del apartado "Orizzonti" del Festival de Venecia y parte de una idea filosófica: algunos accidentes que ocurren evitan catástrofes mayores. Todos los personajes de la película viven una experiencia de ese tipo. Andrizzi declaró haberse inspirado en un film sobre el tema del norteamericano Steven Soderbergh, pero también es inevitable recordar Crash , la inquietante película del canadiense David Cronemberg, como referencia. La experimentada actriz Cristina Banegas aporta diferentes matices desde la voz en off en una película de aliento literario que cumple con una premisa insoslayable del arte experimental: desafiar al espectador en lugar de subestimarlo.
La ciudad, según la mirada de un grupo de artistas de animación Buenos Aires, su espíritu y su gente reflejados en cuatro historias. La idea no es nueva, hay películas así dedicadas a más de una gran ciudad. Pero en este caso se trata de la mirada de un grupo de artistas de la animación y la gráfica nacional de reconocida trayectoria que dan rienda suelta a la imaginación, lo que carga al proyecto de un interés particular. Anima Buenos Aires vincula la fuerte tradición del humor gráfico argentino con el cine, una iniciativa poderosa que despertó incluso el interés de Sony Pictures. Realizada combinando animación tradicional 2D, collage, fotomontaje y stencils, la película cuenta también con el aporte de Rodolfo Mederos, Gustavo Mozzi y Fernando Kabusacki, responsables de una banda de sonido apoyada básicamente en el tango. "Meado por los perros" (Pablo y Florencia Faivre), la primera de las cuatro historias del film, cuenta la historia de un carnicero barrial que pierde su clientela luego de la llegada de un poderoso hipermercado. "Claustrópolis"(Pablo Rodríguez Jáuregui) es una deliciosa e imaginativa historia de amor infantil ambientada en una ciudad tan colorida como saturada de estímulos. "Bu-Bu" (Carlos Nine) es el más lúgubre de los relatos: inspirado en la historieta Recordando con ira , tiene a la potente y sugestiva voz de Horacio Fontova como hilo conductor del argumento, apoyado en los recuerdos de un delincuente que agoniza luego de un enfrentamiento con la policía, un recurso clásico del policial negro. "Y Mi Buenos Aires herido" (Caloi y María Verónica Ramírez), juega con el título del tango que popularizó Carlos Gardel y recupera páginas de humor dedicadas a un Buenos Aires tanguero y nostálgico que Caloi produjo a lo largo de su extensa trayectoria. Juntas, las cuatro historias conforman una película entretenida e ingeniosa que elige, más que la celebración vital, presente exclusivamente en el trabajo de Rodríguez Jáuregui, una mirada melancólica que añora un pasado que sobrevive apenas en el recuerdo. En eso, Ánima Buenos Aires es también una película indudablemente tanguera.
Florida y Lavalle, retratadas según la mirada de Sebastián Martínez Se suele dice que un buen cineasta debe confiar, ante todo, en las imágenes. Pues bien, Sebastián Martínez se hace cargo de esa exigencia con su notable documental Centro , exhibido en la edición del Bafici de 2010 y que ahora se estrena comercialmente en Buenos Aires. La película funciona como una especie de rompecabezas donde la opinión del director está naturalmente esbozada en el montaje, pero Martínez configura a su modo un mapa sin fronteras del todo definidas, deja aire para que el film respire y cada espectador complete el sentido de lo que está viendo. Documental de observación puro, Centro pone el foco en dos calles peatonales que son seña de identidad de Buenos Aires: Lavalle y Florida, escenarios de exóticas convivencias, agitados conflictos (basta recordar el reciente episodio de la expulsión de los trabajadores informales conocidos popularmente como "manteros") y postales muy particulares. Casas de cambio, cines tradicionales, locales gastronómicos y de juegos electrónicos, músicos callejeros, vendedores ambulantes, recolectores de basura, todo forma parte de ese universo abigarrado donde la ciudad habla su propia lengua. Martínez muestra sin contaminar y resuelve con economía, eficacia e inteligencia sin apelar nunca al subrayado. En un solo plano fijo, por ejemplo, conviven los letreros luminosos de un restaurante porteño hasta la médula, un local de la cadena más importante de fast food del mundo y una iglesia de esas que han invadido la ciudad con su oprobioso merchandising espiritual. Es casi pura superficie lo que muestra la película, confiada en que las imágenes del caos visual y el sonido de la cacofonía urbana servirán para armar una lógica de funcionamiento determinada sobre todo por regímenes de clase. Aunque Martínez -también autor de París Marsella (2005), largo que reconstruye un famoso viaje en auto del escritor Julio Cortázar y su mujer- ha declarado que su película intenta reflejar "un universo colmado de divergencias que buscan articularse y disonancias que pretenden convertirse en acordes", resulta tentador comparar los resultados de Centro con los que el vanguardista John Cage obtuvo en la época del desarrollo de la música concreta. "Mi intención fue unir extremas disparidades, tanto como se encuentran unidas en la calle de una ciudad -decía Cage sobre su Concierto para piano y orquesta- . Cualquier intento por excluir lo «irracional» en una estrategia compositiva es irracional." Al director de Centro el registro polifónico de una ciudad tan viva como anárquica parece escapársele un poco de las manos. Quizá sea ése su mayor atractivo.
El director Bent Hamer construye un film entretenido con bellas imágenes de Oslo Ganadora de cuatro premios Canon -los más importantes de la industria cinematográfica noruega-, El extraño señor Horten llega a las salas comerciales porteñas luego de haber sido una de las estrellas del ciclo dedicado al nuevo cine noruego, que se exhibió en febrero de 2011 en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín. Luego de este film, Bent Hamer, cineasta de 56 años que es uno de los de mayor renombre internacional de ese país en la actualidad, estrenó en la competencia oficial de San Sebastián En casa por Navidad y ganó allí el premio del Jurado al mejor guión, a pesar de las críticas divididas de la prensa especializada. El extraño señor Horten formó parte de la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes en 2007, plaza habitual para las películas de Hamer, caracterizadas por un calculado equilibrio entre cierto look independiente y los condimentos habituales de las recetas del cine comercial. No es casualidad que Factotum , una descafeinada adaptación de la muy buena novela de Charles Bukowski, haya sido protagonista destacada del Festival de Sundance, ese epicentro de la corrección política y del cine que no es ni chicha ni limonada creado por Robert Redford en los 80. El extraño señor Horten del título local del film es un maquinista de las sofisticadas líneas ferroviarias noruegas que acaba de jubilarse y empieza a tomar conciencia del cambio que eso implicará en su rutinaria existencia. De inmediato, ese hombre taciturno pero afable, aficionado al tabaco en pipa y a las buenas pintas de cerveza, se verá envuelto en una serie de situaciones absurdas y tragicómicas, a la manera de un Buster Keaton perdido en Oslo. Aprovechando la particular luz natural de los países escandinavos, Hamer hilvana planos de notable belleza e indudable rigor formal. Construye un film estéticamente prolijo, en perfecta sintonía con el tono de una historia entretenida y un poco naíf. Lo más inquietante de la película aparece con la irrupción de la muerte -un tema que, naturalmente, circula por toda la historia- de un simpático personaje secundario, narrada de una manera piadosa y creativa. Es el momento en el que Hamer saca un poco los pies del plato en lugar de ceder a la tentación de cantar una que sepamos todos.
Daniel Hendler debuta como director con una película que evita los lugares comunes Hay un tipo de comedia que aparece de vez en cuando en el cine argentino (aunque esta vez deberemos decir "rioplatense"). Hablamos de aquella que no apela a la obviedad y el lugar común para intentar ganarse la complicidad del espectador, sino que elige más bien un tipo de humor que podríamos calificar arbitrariamente con diferentes adjetivos que remiten más o menos a lo mismo: asordinado, leve, ¿bajas calorías? Llámelo como usted quiera. Lo que esas comedias evitan de plano es el trazo grueso, el remate cantado, los personajes prototípicos. Naturalmente, toda película espera la complicidad del público, lo que varía son los caminos para lograrla. En la tradición más noble y silenciosa se inscriben algunos filmes de Martín Rejtman y Juan Villegas, por citar apenas dos casos. Daniel Hendler -que trabajó con Villegas y parece haber nacido para encarnar cierto tipo de papeles que calzan a la perfección en estas películas- debuta como director con Norberto apenas tarde , la historia de un personaje taciturno y algo desangelado que tras ser despedido de una compañía aérea encuentra cobijo en una inmobiliaria, donde trabaja puramente a comisión. En algún momento alguien le sugerirá un curso de "reafirmación personal" para lograr mayor convicción frente a los clientes, y es allí donde Norberto descubrirá una faceta oculta de su personalidad que abrirá un nuevo panorama en su vida (lo que el propio Hendler definió, reflexionado sobre el proceso de la actuación en una entrevista reciente, como "ese monstruo que tenemos encerrado y que cuando aparece desequilibra un poco"). El argumento es sencillo, hasta un poco trillado, pero lo que pone las cosas en otro lugar es lo que justamente Hendler aporta como director: una puesta en escena completamente funcional a la trama, un trabajo de montaje que suma dinámica y hasta cierto vuelo poético y un estilo de actuación que evita el grotesco y los subrayados (no sólo se luce el protagonista, Fernando Amaral, sino que también es notable el trabajo de Silvina Sabater, actriz que suele ser elegida con frecuencia por Daniel Veronese para sus obras teatrales). Una vez que Norberto escapa transitoriamente del agobio de la rutina a fuerza de mentiras un tanto inofensivas y del impulso de una vocación posible, cae en la cuenta de que hay todo un universo para descubrir al que ha llegado, por suerte, apenas tarde. Inteligente y respetuosamente, Hendler nos propone que imaginemos el futuro de ese hombrecito entrañable como se nos antoje.
Hubo una época, larga y por cierto angustiante, del cine argentino en la cual se hacían muchas películas como La patria equivocada . Con el nacimiento de lo que un sector de la crítica -que por fortuna también se renovó en simultáneo- bautizó Nuevo Cine Argentino, ese cine apolillado, declamatorio y conservador estética e ideológicamente quedó archivado. La nueva película de Carlos Galettini -nueva básicamente por su fecha de estreno-, el director de la exitosa Besos en la frente y de algunos de los films de la saga comercial de Los superagentes -la comedia posible en los oscuros tiempos de la última dictadura-, se propone un objetivo un poco desmesurado: narrar noventa años de la historia argentina para demostrar que ese derrotero estuvo plagado de traiciones. Las Invasiones Inglesas, la Guerra de la Triple Alianza y la Conquista del Desierto son la excusa para una sucesión de viñetas inconexas plagadas de crueldades y erotismo televisivo, es decir, orientadas sobre todo a obtener "impacto". Lo curioso del experimento es su flagrante anacronismo. Es altamente improbable que esa fórmula dé hoy algún rédito en taquilla, más allá del atractivo que pueda representar Juanita Viale para los seguidores de los programas y las revistas de chimentos. La pobre Juana encarna, en un auténtico tour de force histórico, varios papeles a lo largo de la película -basada en una novela de Dalmiro Sáenz-, algunos de ellos francamente delirantes (en su primera aparición en el film, se expresa todo el tiempo como si leyera citas literarias y filosóficas, por ejemplo). La patria equivocada (otra producción que recibió ayuda del gobierno de San Luis, entre cuyos beneficiados cuesta encontrar alguna apuesta artística valiosa, y ganó el concurso del Bicentenario del Incaa) tampoco aporta nada nuevo como revisión de la historia argentina -todo son brochazos y lugares comunes- y pone en boca de sus personajes verdades del tipo "en el mundo hay dos bandos, y yo estoy de un lado". El montajista Pablo Mazzeo y el director de fotografía Ricardo De Angelis se salvan del naufragio general aportando trabajos competentes.
Primero, algunos datos del fenómeno: desde su estreno en 2009, la serie televisiva Glee es uno de los grandes éxitos de la cadena Fox: ha tenido audiencias de hasta 9 millones de personas en su país, ha ganado dos Globo de Oro, ha llegado a las consolas de videojuegos más populares y hasta ha generado una serie de libros. La lógica no es nueva: programas como High School Musical , American Idol y Operación Triunfo han seguido caminos parecidos, multiplicando los negocios a su alrededor a partir de una idea simple y concreta: la ambición de ser famoso que buena parte de la gente joven, y no tanto, tiene en la era de la globalización (a propósito, la ochentosa Fama , que hizo el camino inverso -del cine a la TV-, sería algo así como la abuelita de estos nietos supermillonarios). Glee también ha generado una tipología de seguidores, los gleeks , cuya reivindicación central es el reclamo de oportunidades para todos, incluyéndolos a ellos, los raros de la clase. En torno a esa fantasía de inclusión gira Glee , y la película es puramente un artefacto celebratorio del suceso televisivo. Se trata de una serie de números musicales estereotipados, repetitivos y sumamente demagógicos que despiertan en la masa de fans reacciones parecidas a las que provoca un pastor electrónico. No se entiende muy bien por qué la película se exhibe en 3D (los números musicales están filmados de tal forma que no se aprovecha el formato), salvo por cuestiones comerciales (complicar la piratería) o puramente de "moda". Aunque los seguidores de Glee no son solamente desconocidos con hambre de popularidad -Suri, la hija de Tom Cruise y Katie Holmes, es una fan declarada, y artistas como Rihanna, que han visto crecer sus ventas en casi un 200% a partir de que sus canciones se incluyeran en el show, también han manifestado su obvia adhesión-, la película está básicamente dirigida a ellos, los que en muchos lugares del mundo -la Argentina incluida- se reúnen en clubes y acuden agrupados a las funciones. Son ellos también los que defienden a capa y espada el proyecto ante la menor crítica, aunque sea la más evidente: Glee incorpora a su encandilador universo a los que se han sentido discriminados alguna vez por diferentes razones -elecciones sexuales, discapacidades físicas, simple timidez para tratarlos sobre todo como consumidores. En ese sentido, funciona como síntesis acabada de las estrategias del capitalismo global para fabricar sueños.