Unidos para salvar al mundo Espías a escondidas (Spies in disguise, 2019) es una película animada de comedia y aventuras codirigida por Nick Bruno y Troy Quane, siendo esta la ópera prima de ambos. Levemente inspirada en el cortometraje Pigeon: impossible (2009), está co-escrita por Brad Copeland y Lloyd Taylor. Las voces originales son puestas por Will Smith, Tom Holland, Ben Mendelsohn, Masi Oka, Rashida Jones, Karen Gillan, DJ Khaled, Reba McEntire, Rachel Brosnahan, entre otros. Desde muy pequeño, Walter Beckett (Tom Holland) se sintió atraído por la ciencia. Mientras su madre se ocupaba de velar por la seguridad de la población en su rol de policía, Walter pasaba las horas en su hogar creando novedosos antídotos que cumplían con el objetivo sin dañar al oponente. Años después, y debido a su gran inteligencia, con tan solo 15 años Beckett se encuentra trabajando para el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts). Sin embargo, sus compañeros prefieren alejarse de él por considerarlo un extraño nerd. Cuando Lance Sterling (Will Smith), el espía más creído y respetado del trabajo, toma sin consultar un antídoto diseñado por Walter, se transforma en una paloma. Ante tal panorama, el adolescente deberá ayudar al agente número uno para que pueda derrotar a “Mano robótica” (Ben Mendelsohn), un villano con media cara de robot que se hace pasar por Lance y pretende destruir el mundo con sus cientos de drones. Del estudio de animación que nos trajo la saga de La era de hielo (Ice age), Río (2011), la enternecedora Snoopy y Charlie Brown: Peanuts, la película (The peanuts movie, 2015) y la amigable Olé, el viaje de Ferdinand (Ferdinand, 2017), ahora nos llega otra producción llena de chistes y acción para deslumbrar a los más pequeños de la familia. Con un humor sencillo pero efectivo (aunque a veces la comedia se vuelve muy redundante) y la utilización de canciones del momento como “Con Calma” de Daddy Yankee, Espías a escondidas divierte en la medida justa gracias a la dupla protagónica. A pesar de que desde el comienzo la película es previsible, generando que el último acto se sienta alargado, es en los trabajos de voz que los adultos van a encontrar el mayor disfrute. Will Smith calza a la perfección en el papel del mejor espía, así como a Tom Holland pareciera que le sale naturalmente ponerse en el lugar de un joven sabelotodo. Tomando elementos de producciones como Misión imposible (Mission: Impossible) o las películas de James Bond, los directores armaron un film animado ideal para introducir a los más chicos en el género de espionaje. Sin un villano que cuente con un buen desarrollo de su trasfondo y con variadas escenas prescindibles, Espías a escondidas de igual manera logra dejar buenos mensajes en el espectador. Aparte de transmitir que cada persona es distinta a su manera y eso es lo que nos hace especiales, por lo que el “no encajar” no es motivo para entristecerse sino para celebrarlo, la película desde el personaje de Walter nos incentiva a no contestar de igual manera que el prójimo. Con sus antídotos, él nunca busca lastimar al contrincante por más malo que sea. Así, la obra nos muestra que la tan famosa “Ley del talión”, frase que hace referencia a la venganza dando una pena idéntica, te convierte en un peor ser humano. Espías a escondidas entretendrá en mayor medida a los niños y a las niñas gracias a su liviana comedia física. Los más grandes no llegarán a sufrir esta producción pero en varias oportunidades se darán cuenta que el film carece de un contenido óptimo para que la atención se mantenga por 102 minutos.
El bote embrujado “La posesión de Mary” (Mary, 2019) es una película de terror dirigida por Michael Goi y escrita por Anthony Jaswinski. Protagonizada por Emily Mortimer (Match Point, Lars and the real girl) y Gary Oldman, el reparto se completa con Stefanie Scott, Chloe Perrin, Owen Teague (Patrick Hockstetter en It), Manuel Garcia-Rulfo, Jennifer Esposito, entre otros. Cuando David (Gary Oldman) compra el barco destartalado “Mary”, su esposa Sarah (Emily Mortimer) en un principio se enfada por la decisión apresurada que tomó. Sin embargo, ella decide apoyarlo en la idea de usar el bote como herramienta de trabajo para conseguir dinero de los turistas que quieran dar un paseo. Con la ayuda de sus hijas, la niña Mary (Chloe Perrin) y la adolescente Lindsey (Stefanie Scott), la pareja empieza a hacer las compras necesarias de pintura y limpieza para restaurar el navío. Junto al novio de Lindsey y el guía Mike (Manuel Garcia-Rulfo), la familia se dispone a navegar hacia las Bermudas. No obstante, durante el trayecto cada vez irán pasando más cosas extrañas. Es un hecho: este mes las películas buenas en cartelera escasean. Con alguna que otra opción pasable para ver en familia, “La posesión de Mary” llega para demostrarnos cuan desastroso puede llegar a ser un filme de terror. Contada a través de flashbacks, la historia no aporta nada novedoso al género: un barco con un oscuro pasado sobrenatural, luces que titilan, puertas que se cierran solas, una nena que pinta dibujos sombríos, personas que empiezan a actuar como si no fueran ellas mismas, pesadillas, etc. Como estos aspectos ya se vieron cientos de veces en el cine, el susto no se consigue; en especial porque el director recurre al sonido estridente y la aparición rápida del espíritu de turno para lograr que saltemos de la butaca. En un principio puede funcionar, cuando este recurso se torna tan repetitivo ya no. Aparte de las malas decisiones tomadas para generar terror, el guión hace agua ni bien la familia está a mar abierto. Sin tener mucho contenido por contar, la edición y montaje no ayudan en lo absoluto para que el ritmo y el interés se mantengan, haciendo que los menos de 90 minutos de metraje se vuelvan eternos. Sin una buena explicación del trasfondo de la bruja malvada que acecha al navío, y con una infidelidad tratada de la forma más superficial, el filme se convierte en una serie de “sustos” tan mal logrados que en varias ocasiones hacen reír. Con respecto a las actuaciones, realmente resulta incomprensible cómo es que actores de la talla de Gary Oldman y Emily Mortimer se involucraron en este proyecto. Lo peor de todo: sus interpretaciones ni siquiera están a la altura. La pareja protagonista se la pasa peleando y gritando a más no poder, generando que sus escenas provoquen tedio. Cuando deciden calmarse, pasa lo de siempre: la mujer expresa sus preocupaciones por lo que sucede dentro del bote y el marido trata de convencerla de que solo es imaginación suya, dándole más importancia al vehículo que adquirió y su meta de recorrer varias millas en él. Cliché tras cliché. Desastrosa por donde se la mire, “La posesión de Mary” es un ejemplo de todo lo que no hay que hacer a la hora de concebir una obra de terror. La espantosa utilización del sonido, el precario guión, un montaje hecho así nomás y personajes mal diagramados constituyen una película destinada al naufragio.
Las consecuencias del capitalismo “Parasite” (Gisaengchung, 2019) es un thriller surcoreano dramático y cómico dirigido y producido por Bong Joon Ho, el cual también se encargó del guión junto a Jin Won Han. El reparto incluye a Kang-ho Song, Yeo-jeong Jo, So-dam Park, Hye-jin Jang, Ji-so Jung, Hyun-jun Jung, entre otros. El filme tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Cannes, lugar donde se convirtió en el primer largometraje coreano en ganar la Palma de Oro. Además, en los Globos de Oro ganó en la categoría de “Mejor Película en Lengua No Inglesa” y consiguió seis nominaciones a los premios Óscar, incluyendo “Mejor Película”, “Mejor Director” y “Mejor Película Internacional”. La historia gira alrededor de la familia Kim, compuesta por los padres Ki-taek (Kang-ho Song) y Chung-sook (Hye-jin Jang) y los jóvenes hijos Ki-woo (Woo-sik Choi) y Ki-jung (So-dam Park). Los cuatro integrantes viven en un empobrecido semisótano donde se dedican a armar las cajas de cartón de las pizzas, labor por la cual reciben un ínfimo salario. Con la visita de de un amigo de Ki-woo, éste último le cuenta la difícil situación económica que está atravesando su familia. Como el amigo se está por ir a estudiar afuera, se le ocurre una gran idea: que Ki-woo ocupe su lugar como tutor de inglés de una adolescente de clase social alta. Haciéndose pasar por un chico con título universitario, Ki-woo conoce a la adinerada familia Park. A medida que pasan los días, los Kim idearán estrategias para conseguir diferentes trabajos dentro de la casa de los Park, sin que éstos sepan que son familiares y que en realidad sus currículums son un engaño. Luego de “Snowpiercer” (2013), película en donde el mundo estaba congelado y las únicas personas sobrevivientes vivían en un extenso tren con una marcada división entre ricos y pobres, y la desgarradora “Okja” (2017), filme que nos dejaba una gran crítica hacia la industria alimentaria, Bong Joon Ho vuelve al ruedo para darnos una trama que inteligentemente mezcla varios géneros, manteniéndonos siempre atentos gracias a los impredecibles giros narrativos de un guión súper bien elaborado. De un primer acto marcado por su eficaz comedia, aspecto que nos sumerge al cien por ciento en el relato, Bong Joon Ho va planteando un escenario oscuro que funciona muchísimo más si no se sabe nada al respecto a la hora de entrar a la sala. Con unos movimientos de cámara que da gusto ver, un espléndido montaje y una fotografía que capta a la perfección las extremas diferencias que existen entre las personas que lo tienen todo y las que apenas consiguen llegar a fin de mes, “Parasite” nos deja reflexionando mucho después de acabados los créditos en cómo el capitalismo afecta negativamente a la sociedad. Gracias a que cada mínimo detalle del filme está pensado para dejar un mensaje, como por ejemplo la ubicación de las casas o su respectivo diseño, la cinta funciona aún más en un segundo o tercer visionado, ya que tiene bastantes elementos para descubrir y analizar. En cuanto a los personajes, el director sabe darles su espacio para que puedan ser desarrollados y que, como espectador, logremos empatizar por más que sus acciones falten a la ética y la moral. Tanto los actores de la familia adinerada como los de la de clase baja funcionan de maravilla, en especial Yeo-jeong Jo como la crédula e ingenua Park Yeon-kyo, la astuta hija de los Kim que se hace pasar por tutora de arte y el señor Kim (Kang-ho Song), que con solo sus gestos faciales logra transmitir toda la tristeza, bronca y decepción que le producen los hirientes comentarios de su jefe Park Dong-ik (Sun-kyun Lee). Magnética desde el diseño de producción como desde la historia en sí, “Parasite” sin lugar a dudas fue una de las mejores películas de 2019. Que por fin se estrene en nuestro país es para celebrar y no dejar pasar. La secuencia de la tormenta en pantalla grande adquiere otra dimensión, pero más que nada, “Parasite” se disfruta de principio a fin por la visión de un director al que le interesa contar historias relevantes y críticas de nuestra sociedad actual.
El doctor de los animales Dolittle (2020) es una película cómica de aventuras dirigida por Stephen Gaghan, que también se encargó del guion junto a Dan Gregor, Doug Mand y Chris McKay. Inspirada en el libro “The Voyages of Doctor Dolittle” del inglés Hugh John Lofting, la película está protagonizada por Robert Downey Jr. Completan el reparto Harry Collett, Carmel Laniado, Michael Sheen, Antonio Banderas, Jessie Buckley, Jim Broadbent, entre otros. Además, las voces originales de los animales son puestas por Emma Thompson, Rami Malek, John Cena, Octavia Spencer, Kumail Nanjiani, Tom Holland, Ralph Fiennes, Selena Gomez, Marion Cotillard, Frances de la Tour. Después de que su esposa exploradora Lily Dolittle (Kasia Smutniak) perdió la vida al naufragar, John Dolittle (Robert Downey Jr), veterinario que posee la habilidad de comunicarse con cualquier especie de animal, decide recluirse en su hogar para siempre. Sin embargo, el joven Tommy Stubbins (Harry Collett), que lleva con él a una ardilla baleada, logra hallar su paradero. Cuando los animales se enteran que la reina Victoria (Jessie Buckley) de Inglaterra está gravemente enferma, estos convencen a Dolittle de ir al palacio de Buckingham para intentar curarla, ya que si ella se muere la casa del doctor le será arrebatada. Al ver el estado en el que se encuentra, Dolittle llega a la conclusión de que la única manera de salvarla es con un fruto del Árbol del Edén. Para dar con él, John, su aprendiz Tommy y los animales salvajes tendrán que ponerse en viaje para encontrar un mapa diseñado por la difunta Lily. Luego de la película musical Doctor Dolittle estrenada en 1967, dos filmes protagonizados por Eddie Murphy en 1998 y 2001, y tres producciones más centradas en la hija del veterinario, nos llega como un reboot de la franquicia esta obra completamente insípida que nunca nadie pidió. Ahora protagonizada por el ex Iron Man, la película se esfuerza por ser graciosa pero en ningún momento lo consigue (salvo cuando el espectador decide reírse para lidiar con la vergüenza ajena). Aunque los primeros cinco minutos del film se destacan por introducirnos en la historia con bellas animaciones, desde que los humanos y los animales a base de CGI se hacen presentes el caos narrativo se acrecienta. Sin poder generar empatía con ningún personaje debido al paupérrimo guión, la película rápidamente se torna demasiado aburrida tanto para chicos como para grandes. Por otro lado, Michael Sheen en el rol de villano está súper estereotipado, haciendo que sea imposible tomárselo en serio. Antonio Banderas como el suegro del protagonista pasa de ser una persona malvada a alguien bueno de una forma inentendible. Con respecto a Robert Downey Jr, realmente no se sabe qué es lo que le hizo creer que esta película sería una buena opción para alejarse de Marvel. Productor ejecutivo y responsable del rol principal, Downey Jr hace el ridículo cada vez que aparece en pantalla. Sin ser capaz de entretener ni dejar moralejas bien pensadas, Dolittle falla estrepitosamente en todo sentido. Si querés llevar a los más pequeños de la familia al cine, esta opción no es para nada recomendable.
Una aplicación maldita “La hora de tu muerte” (Countdown, 2019) es un thriller dirigido y escrito por Justin Dec. Protagonizado por Elizabeth Lail (Guinevere Beck en la primera temporada de “You”), el reparto se completa con Talitha Bateman (Annabelle 2), Jordan Calloway (Riverdale), Peter Facinelli (Carlisle en la saga “Crepúsculo), P. J. Byrne, Anne Winters (Chloe Rice en “Por trece razones”), Tichina Arnold, Tom Segura, Dillon Lane, entre otros. La historia se centra en Quinn Harris (Elizabeth Lail), una joven enfermera que siente culpa por la muerte de su madre y por ello está alejada de su padre y hermana menor llamada Jordan (Talitha Bateman). Al ver que uno de sus pacientes se encuentra nervioso previo a una cirugía porque se descargó una aplicación que indica el tiempo exacto de vida que le queda, Quinn decide bajarse la app también ya que no cree en esas cosas. Cuando el paciente muere en un aparente suicidio, la enfermera comenzará a preocuparse: el celular le indica que su deceso será dentro de dos días. Asustada y paranoica, Quinn se unirá a Matt Monroe (Jordan Calloway), otra persona a la que también le queda poco tiempo de vida, para tratar de romper esta maldición. Con una originalidad inexistente, este nuevo filme de “terror” recuerda a “Destino final” (Final destination, 2000), “Eliminar amigo” (Unfriended, 2014), “Feliz día de tu muerte” (Happy death day, 2017) y varias obras más. Repleto de clichés y con un guión que deja muchísimo que desear, el largometraje de Justin Dec apela al susto fácil en todo momento. Las primeras veces esto puede llegar a funcionar, pero después la repetición de este recurso consigue que lo que menos se sienta dentro de la sala es miedo. Aunque los primeros 45 minutos logren ser efectivos a la hora de entretener, pronto a la película resulta imposible tomársela en serio. Dentro de la lógica que se plantea, la historia se termina volviendo demasiado inverosímil. Los actores están correctos, sin embargo sus líneas no los ayudan para nada. Hay ciertos personajes (un vendedor de celulares y un peculiar cura) que tienen bastantes escenas de comedia que logran su cometido, dando la pauta de que si esta producción se hubiese volcado 100% a ese género, no tomándose en serio a sí misma, quizás el resultado hubiera sido más satisfactorio. Sin embargo, la cinta pretende ser un thriller, no lográndolo en ningún sentido, en especial durante el pésimo tercer acto. Muy superficial a la hora de explicar la historia del demonio detrás de la aplicación, “La hora de tu muerte” tiene una estructura narrativa desorganizada que suma subtramas sin motivo alguno. Con apariciones de espíritus malignos de bajo presupuesto, un personaje que se vuelve protagonista a la mitad del filme, un médico acosador que queda completamente desencajado de lo que se quiere contar y una post crédito tan innecesaria como ridícula, “La hora de tu muerte” solo funcionará para los que quieran ver algo intrascendente con sus amigos.
Un plan astuto para llegar a los millones “El robo del siglo” (2020) es una comedia de atraco nacional basada en hechos reales. Dirigida por Ariel Winograd (Permitidos, Mamá se fue de viaje), la cinta está co-escrita por Fernando Araujo, el cual fue uno de los ideólogos del robo que se muestra en el filme. Protagonizada por Guillermo Francella y Diego Peretti, el reparto se completa con Luis Luque, Pablo Rago, Rafael Ferro, Mariano Argento, Juan Alari, entre otros. 10 de enero de 2005. Fernando Araujo (Diego Peretti), profesor de karate oriundo de San Isidro, se encuentra caminando por su barrio en una noche lluviosa, bajo los efectos de la marihuana. Cuando llega de casualidad al Banco Río ubicado en Acassuso, entre las calles Perú y Libertador, a Fernando se le prende la lamparita: ese es el lugar perfecto para realizar un gran robo. Al necesitar socios que lo respalden, por recomendación Araujo se contacta con Luis Mario Vitette (Guillermo Francella), un hombre que no se considera chorro sino “ladrón profesional”. Al principio negado porque él se caracteriza por cometer delitos sin la ayuda de nadie, pronto Luis acepta y aporta gran cantidad de dinero para comprar herramientas que facilitarán que el robo sea un éxito. Junto a otros tres compañeros, la banda engañará a la policía y se pondrá manos a la obra para vaciar las cajas de seguridad. La mayoría de argentinos recuerda el asalto a la sucursal del Banco Río que se dio el 13 de enero de 2006, ya que tuvo mucha relevancia en los medios de comunicación por la ingeniosa manera en la que actuaron los delincuentes. Haciéndolo pasar por un robo exprés, y utilizando armas de juguete, una parte de este grupo tomó de rehén a las 23 personas que se encontraban dentro del Banco ese día, con el único objetivo de distraer a la División Especial de Seguridad Halcón que estaba afuera. De esta manera, sin lastimar a nadie, los ladrones se fugaron por un boquete que habían abierto con anterioridad en una de las paredes, el cual conducía a un túnel subterráneo que los dejaba en gomones a motor ideales para escapar sin ser vistos. Entretenida y muy argenta, la película de Winograd funciona a la hora de recrear el robo, destacándose el nivel técnico por sobre otras obras nacionales. Sin embargo, si lo que se quiere es ver una historia de personajes, ésta producción no es recomendable. Con un desbalance de tiempos muy notorio, la introducción de la obra se vuelve demasiado apresurada, no dejando lugar ni siquiera a que conozcamos a todos los ladrones (de los roles secundarios ni nos vamos a acordar los nombres cuando empiecen los créditos). Desde que los protagonistas se encuentran por primera vez hasta que el asalto se lleva a cabo pasa un año, sin embargo esto no está bien representado en el filme, dando la sensación de que el delito ocurre a los pocos días que Araujo y Vitette se hacen socios. Por otro lado, hay que tener en cuenta que en “El robo del siglo” se le da el foco principal a la comedia. El guión utiliza el chiste fácil y, aunque a veces se logra generar risas en el espectador, en muchas otras oportunidades el resultado es nulo. En cierto momento el filme da la sensación de llegar a su final, sin embargo continúa en un último acto que pretende ser dramático. Al tener tanta comedia en un principio y no contar con un buen desarrollo de personajes, el destino de estos criminales no puede importarnos menos. Sin embargo, sino se recuerda en detalle cómo fueron descubiertos los ladrones, el giro narrativo otorga tanta sorpresa como diversión. Con respecto a las actuaciones, aunque la dupla de Francella y Peretti es correcta, la labor de cada actor recuerda muchísimo a trabajos previos de éstos. Con un humor y personalidades que ya estamos acostumbrados a ver no solo en los protagonistas sino también en Rafael Ferro, Luis Luque y Pablo Rago, la película decide ir a lo seguro para contentar a su audiencia. Por otro lado, Johanna Francella en el rol de hija de Guillermo también en la ficción deja bastante que desear a pesar de contar con poco tiempo en pantalla. Lejos de ser un filme nacional memorable, “El robo del siglo” cumple a la hora de mostrar cómo fue el robo en sí. Más allá de eso, la película no logra destacarse, debido en su mayoría al tono con el que se decidió contar esta historia real.
El deseo de una nueva vida “Cats” (2019) es una película musical dirigida y co-escrita por Tom Hooper, el cual ya había incursionado en el género con “Los miserables” (Les Misérables, 2012). Basada en la obra de teatro homónima concebida por Andrew Lloyd Webber, esta coproducción británico-estadounidense cuenta con un reparto compuesto por Francesca Hayward, Judi Dench, Jennifer Hudson, Idris Elba, Ian McKellen, James Corden, Rebel Wilson, Jason Derulo, Laurie Davidson, Taylor Swift, entre otros. La historia se centra en Victoria (Francesca Hayward), una gata blanca a la que acaban de abandonar en las calles de Londres. Sola y desamparada, Victoria conoce a un grupo de gatos “Jelicales” que le explican lo que está por suceder esa noche: debido a una celebración anual que realizan este tipo de gatos, cada felino tendrá que armar un número musical para poder participar de un concurso donde el ganador podrá tener una nueva vida. Gatusalem (Judi Dench), líder de los Jelicales, es la que terminará dando el veredicto de quién es merecedor del premio. No obstante, los gatos deberán tener mucho cuidado ya que en cualquier oportunidad puede aparecer Nefástulo (Idris Elba), un villano capaz de hacer desaparecer a sus rivales. Como se puede notar en la sinopsis, Cats se caracteriza por su rareza y surrealismo. Desde que salió el tráiler promocional, los actores convertidos en gatos mediante el CGI dieron mucho de qué hablar: visualmente feos y grotescos, a nadie le daba ganas de ver una película de este estilo. En las redes sociales las críticas fueron tantas que el director decidió mejorar los efectos, terminando la edición del filme horas antes de la premiere mundial. De esta forma Cats se vio marcada por el revuelo, y los comentarios negativos del extranjero no tardaron en llegar. Calificándola de perturbadora, horrorosa y sin sentido, la película fue un fracaso de taquilla en Estados Unidos y Reino Unido, ganando un poco más de la mitad de los 90 millones que costó hacerla. Ahora que la cinta llega a nuestro país la incógnita central está latente: ¿Es Cats realmente uno de los más espantosos productos cinematográficos? Veamos… Teniendo en cuenta que ciertas historias solo funcionan en determinado formato, este musical nunca debería haberse convertido en una película. Cats puede ser una buena colección de poemas (los escribió T. S. Eliot y fueron publicados en 1939) o una agradable adaptación teatral gracias a la puesta en escena, sin embargo como largometraje nunca podría llegar a buen puerto debido a que la trama, a pesar de contar con una protagonista, tiene variados personajes que se limitan a presentarse con una canción para luego no tener mayor relevancia. Sumándole que la historia es delirante y escapa a la lógica, como película Cats se vuelve demasiado difícil de recomendar. Sin embargo, el mayor problema de esta producción, aparte de la falta de explicaciones, pasa por los efectos de computadora. Los actores lucen muy falsos con todo ese pelo, orejas y bigotes agregados digitalmente, lo que termina arruinando por completo al filme. A pesar de los pésimos efectos, la protagonista Francesca Hayward, bailarina principal en el Royal Ballet de Londres, consigue conectar con el espectador a través de sus gestos faciales y espléndidos movimientos a la hora de bailar. Como la película está compuesta por varios números musicales de diferentes personajes que en su mayoría nos importan poco y nada, la cinta se torna aburrida en variados momentos de sus casi dos horas de duración. Por otro lado, los subtítulos no ayudan en lo absoluto: las canciones y los nombres no están bien traducidos, por lo que lo que va pasando en pantalla se entiende aún menos, llegando a generar desconcentración. A pesar de ello, los escenarios (enormes en comparación a los felinos) y la iluminación ayudan a crear una atmósfera ideal para este tipo de relato. En cuanto a las actuaciones, Rebel Wilson está aún más insoportable que en las previas películas donde estuvo. Con chistes físicos que no causan gracia, la actriz pareciera estar en su propia sintonía haciendo de ella misma. Además, su presentación incluye un cambio de vestuario completamente incómodo de ver y unas cucarachas asquerosísimas. Idris Elba como el villano Nefástulo no puede ser tomado en serio (le pusieron unos lentes de contacto verdes y tapado marrón horrible) e Ian McKellen da vergüenza ajena como el gato Gus. Con respecto a la música, por sobre todo se destaca “Beautiful Ghosts”, canción que fue escrita por Taylor Swift y Andrew Lloyd Webber para que sea interpretada por Victoria. Nominada como “Mejor Canción Original” en los pasados Globos de Oro, la emocionante melodía y letra encajan a la perfección con lo que atraviesa la protagonista dentro del filme. Por otro lado, Jennifer Hudson como Grizabella está cargada de sentimientos que los saca a relucir al entonar la potente “Memory” (es una lástima que su personaje no haya sido mejor desarrollado). Además, Swift sorprende al estar del bando del villano cantando “Macavity”, una presentación que resulta corta pero efectiva. A pesar de contar con varios errores garrafales, “Cats” no es la peor película de la historia como lo planteaban las duras críticas norteamericanas. Si te considerás cinéfilo, este musical convertido en película es toda una experiencia inaudita en pantalla grande.
Cegado por el fanatismo “Jojo Rabbit” (2019) es una comedia negra dirigida, escrita, producida y actuada por Taika Waititi (Hunt for the wilderpeople, Thor ragnarok). Basada en el libro Caging Skies de Christine Leunens, la película está protagonizada por Roman Griffin Davis, joven inglés de 12 años que marca su debut como actor. El reparto se completa con Sam Rockwell, Thomasin McKenzie, Stephen Merchant, Archie Yates, Scarlett Johansson, Rebel Wilson, Alfie Allen, entre otros. La cinta tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto, lugar donde se alzó con el premio Grolsch People’s Choice. Además, recibió dos nominaciones a los Globos de Oro (Mejor Película y Mejor Actor de comedia o musical). La historia se centra en Jojo Betzler (Roman Griffin Davis), un niño de 10 años que vive junto a su madre Rosie (Scarlett Johansson) en la Alemania liderada por los nazis de la Segunda Guerra Mundial (cuando ya quedaba poco para que se acabe). El nene asiste cada día al campamento de entrenamiento de la Juventud Hitleriana liderado por el capitán Klenzendorf (Sam Rockwell). Aparte de realizar las diferentes actividades físicas, Jojo mantiene charlas con su amigo imaginario Hitler (Taika Waititi), el cual siempre lo aconseja para que Bletzer sea un nazi hecho y derecho. El panorama de Jojo va a cambiar cuando en su hogar escuche un ruido en el piso de arriba y descubra en un escondite de la pared a Elsa (Thomasin McKenzie), una adolescente judía que está siendo resguardada por Rosie. El nazismo en el cine ya fue retratado muchísimas veces, en especial volcándose al género dramático. No obstante, aquí no nos vamos a encontrar con una historia lacrimógena: Jojo Rabbit es una sátira al mejor estilo Taika Waititi. Si conocen los trabajos previos del director neozelandés, sabrán que Waititi maneja un humor muy particular, que puede encantar, cansar o directamente no gustar. Lo que no se puede negar es que de esta manera, Taika deja su sello en cada plano, logrando dar frescura a una trama que ya se siente vista. Aunque no todas las bromas bizarras y disparatadas llegan a buen puerto, a través del guión y el accionar de los personajes queda reflejado lo ridículos que eran los nazis con su absurdo sistema de creencias. Roman Griffin Davis resulta toda una revelación ya que su labor no era para nada sencilla: interpretar a un niño desesperado por unirse a las filas de Hitler podía salir muy mal. Sin embargo, el joven actor demuestra cómo la gente con poder puede lavar el cerebro de un niño, al punto de hacerle creer que los judíos duermen colgados como murciélagos o tienen poderes especiales. Aunque el protagonista presenta un crecimiento, se hace muy difícil empatizar con él (lo mismo sucede con el resto del reparto). Y es que, aún cuando en el filme prepondera el humor negro, sobre la segunda mitad ocurre algo inesperado que termina inclinando la historia hacia el drama. Este cambio de tonalidad en mi opinión no llega a funcionar, en su mayoría debido a que desde el comienzo la película no pudo ser tomada en serio. En cuanto a Waititi en el rol de Hitler, éste amigo imaginario debería haber tenido menor tiempo en pantalla. Ironizado a más no poder, más que causar gracia lo que consigue es ser bastante insoportable. Por otro lado, el coach vocal hizo un buen trabajo a la hora de enseñar el acento austríaco ya sea al agente de la Gestapo Deertz (Stephen Merchant) o a la judía escondida Elsa (Thomasin McKenzie). Con un diseño de producción y vestuario súper acordes, a la vez que una cinematografía muy bella a cargo del rumano Mihai Malaimare Jr., “Jojo Rabbit” deja sentimientos encontrados. Si te gusta el cine de Waititi, no podés dejarla pasar.
Cuando se sobrepasa una línea “El acoso” (Isha ovedet, 2018) es una película dramática israelí dirigida y co-escrita por Michal Aviad. Protagonizada por Liron Ben-Shlush, el reparto se completa con Menashe Noy, Oshri Cohen, Dorit Lev-Ari, Irit Sheleg, Corinne Hayat, entre otros. El filme fue presentado en el Festival Internacional de Cine de Toronto y en los Premios Ophir (conocidos como los Óscar israelíes) se alzó con el premio de “Mejor Actriz”. La historia gira alrededor de Orna (Liron Ben-Shlush), una madre de tres hijos pequeños que no está pasando por un buen momento económico. Como su marido (Oshri Cohen) acaba de abrir su propio restaurante y aún le cuesta asentarse, Orna decide buscar trabajo como agente de bienes raíces. Sin contar con horarios fijos, Orna consigue empleo en la oficina de Benny (Menashe Noy), un empresario reconocido dentro del ambiente inmobiliario. Lo que primero comienza como una gran oportunidad para crecer en el espacio laboral, pronto se convertirá en una pesadilla debido al abuso de poder por parte de Benny. Desde Israel nos llega una propuesta cinematográfica que representa de forma muy clara y genuina cómo cualquier mujer puede verse envuelta en una situación de acoso sexual durante las horas de trabajo. A partir de sugerencias desubicadas sobre qué le queda mejor a Orna, si el cabello suelto o atado, o con qué tipo de ropa debe presentarse al día siguiente, Benny va preparando el terreno para rozar el límite y cruzarlo, beneficiándose al ser el jefe. Gracias a la labor de cámara, que sigue a la protagonista todo el tiempo, nos es muy fácil sentir todas las preocupaciones que atraviesa Orna, que van desde la incomodidad y el miedo hasta la soledad. Liron Ben-Shlush se destaca con su interpretación, ya que logra generar empatía de inmediato. Por un lado Orna se siente honrada al recibir un ascenso que conlleva mayores ingresos, pero por otro lado a medida que pasan los días se va sintiendo cada vez más intimidada por su jefe, el cual no acepta que ella no quiera almorzar/cenar con él. Benny hace bromas que no causan ninguna gracia, se dedica a cambiar todos los planes laborales de Orna con tal de que ésta lo acompañe a ver una construcción y muchas otras cosas más que resultan patrones usuales de un abusador. El director también refleja con exactitud el temor de una mujer a contar lo que le sucede, ya que cuando finalmente se anima a expresarlo en palabras, las personas más cercanas a ella lo primero que hacen es cuestionarla, echándole la culpa de lo ocurrido y tratándola de infiel o aconsejándole que no hable más del tema y mantenga todo en secreto. De esta manera, Aviad realiza una crítica a la sociedad, que en vez de ponerse del lado de la víctima la hace sentir aún peor. Con un desenlace agridulce, “El acoso” se convierte en una película muy necesaria para los tiempos que corren, una que deja reflexionando al espectador sobre ciertas cuestiones que ya no deberían seguir ocurriendo y dejando bien en claro que cuando una mujer dice que no, es no.
Una nueva travesía virtual “Jumanji: el siguiente nivel” (Jumanji: the next level, 2019) es una comedia de aventuras que funciona como secuela de “Jumanji: en la selva” (Jumanji: welcome to the jungle, 2017). Jake Kasdan vuelve a estar en la silla de director, esta vez también formando parte del guión junto a Jeff Pinkner y Scott Rosenberg. Los protagonistas continúan siendo Dwayne Johnson, Karen Gillan, Kevin Hart y Jack Black. Además, siguen estando Morgan Turner, Alex Wolff, Madison Iseman, Ser’Darius Blain, Rhys Darby, Colin Hanks y Nick Jonas. Se agregan personajes nuevos interpretados por Danny DeVito, Danny Glover, Awkwafina y Rory McCann (Sandor Clegane en Juego de Tronos). Tres años después de los eventos ocurridos en “Jumanji: en la selva”, se acerca la Navidad y el joven Spencer (Alex Wolff) regresa a la casa de su abuelo Eddie (Danny DeVito). Distanciado de su novia Martha (Morgan Turner), Spencer no asiste al reencuentro con sus amigos en la cafetería Nora’s. Es por ello que Fridge (Ser’Darius Blain), Bethany (Madison Iseman) y Martha deciden ir a buscarlo a su hogar. Al ver que Spencer tampoco está allí, los adolescentes se dan cuenta que el videojuego del sótano no está del todo averiado, por lo que no queda otra opción: Spencer volvió al mundo virtual. De esta manera, los chicos decidirán volver al juego para dar con él. Sin embargo, esta vez Jumanji hará que Bethany no pueda ingresar, lo que genera que tanto el abuelo Eddie como su ex socio y amigo Milo Walker (Danny Glover), que justo se encontraba en la casa, pasen a ser los avatares de Bravestone (Dwayne Johnson) y Franklin Fisbar (Kevin Hart) respectivamente. Luego de la película original protagonizada por Robin Williams que fue estrenada en 1995, en enero de 2018 se estrenaba en nuestro país una secuela con nuevos personajes que supo brindar un entretenimiento ligero y pasajero, ideal para las vacaciones de verano. Con “Jumanji: el siguiente nivel” sucede exactamente lo mismo: con distintos niveles dentro del juego, la obra tiene lo necesario para ser disfrutada por toda la familia. Chistes por doquier, aventuras que incluyen avestruces, monos, puentes movedizos y diferentes climas, aparte de una nueva misión por resolver para que Jumanji no caiga en la destrucción total, constituyen esta nueva producción con variadas escenas de relleno para llegar a las dos horas de duración. A pesar de que ciertas bromas se tornen repetitivas (en especial las preguntas de los ancianos dentro de Jumanji, que no entienden nada de lo que está pasando), la película se deja ver y entretiene en su medida justa. Los personajes que se incorporan al filme se adaptan sin problemas a la historia y las escenas de acción son bastante disfrutables. No obstante, algunos aspectos se notan muy beneficiosos para el guión, como por ejemplo que todo el grupo vaya perdiendo vidas a la par o que exista un lago mágico que permita cambiar de avatares. Sumamente pochoclera como genérica, no hay mucho más por decir de “Jumanji: el siguiente nivel”, una cinta que repite la fórmula que le sirvió a su antecesora para que las familias se diviertan con un producto pasatista durante sus días de ocio.