La maldición regresa “El aro” (Sadako, 2019) es una película de terror japonesa dirigida por Hideo Nakata y escrita por Noriaki Sugihara. El filme constituye el capítulo final de la saga basada en la novela de Koji Suzuki. Protagonizada por Elaiza Ikeda, el reparto se completa con Himeka Himejima, Hiroya Shimizu, Takashi Tsukamoto, Renn Kiriyama y Rie Tomosaka. La trama gira alrededor de la doctora Mayu Akikawa (Elaiza Ikeda), joven que debe ocuparse de una niña que padece de amnesia y dice llamarse Sadako. La nena perdió a su madre en un incendio dentro del complejo de departamentos donde vivía y, desde ese entonces, presenta poderes psíquicos. Mientras Mayu se encuentra en su trabajo, su hermano Kazuma (Hiroya Shimizu) está desanimado ya que su canal de youtube “El fantástico Kazuma” perdió una cifra notoria de seguidores. Con ganas de agregar contenido innovador a su cuenta, Kazuma decide escabullirse sin permiso en el edificio donde ocurrió el misterioso incendio que acabó con la vida de cinco personas. Lo que no sabe es que esas ganas de ser viral cueste lo que cueste en las redes sociales lo llevarán a desaparecer. Luego de películas que se estrenaron en cine, otras que salieron directamente en televisión o en dvd, series, secuelas, videojuegos, precuelas, cortometrajes, versiones coreanas y estadounidenses (éstas últimas son las que más conocemos en nuestro país), el director de la primera y segunda entrega estrenadas en 1998 y 1999, que tuvieron un gran éxito de taquilla en Japón, regresa para darle un cierre ¿definitivo? al espíritu maldito de cabellera negra y movimientos extraños. Con una historia que nada tiene que ver con los anteriores filmes, Nakata quiso armar un producto que apunte tanto a los espectadores que no conocen la saga como a los que les gusta ver a Sadako salir del video de la tv para atacar a sus víctimas. ¿El resultado? Una obra que carece de cualquier tipo de terror y se vuelve más de lo mismo apenas comienza. Personas poseídas, explicaciones muy sacadas de la galera, poderes que recuerdan a los de Eleven en Stranger Things, flashbacks tan redundantes que llegan a dar vergüenza ajena por cómo se subestima al público, talismanes peligrosos, imágenes raras al pausar una grabación de Internet y muchos más clichés nos vamos a encontrar en esta producción que se hace bastante larga a pesar de que dura 99 minutos. Por más que la película cuente con buenos escenarios que podrían generar miedo, el guión y sus coincidencias, aparte de las interpretaciones, no ayudan en lo absoluto. De esta manera, ya es hora de que los realizadores se den cuenta que la franquicia de “El aro” no da para más. Sin generar ningún sentimiento, y encima con una escena post crédito ultra innecesaria, ojalá ésta sea la última vez que veamos a Sadako ya que no tiene sentido seguir creando historias mediocres alrededor de ella.
De héroe a villano de un día para otro “El caso de Richard Jewell” (Richard Jewell, 2019) es una película biográfica de drama dirigida y producida por Clint Eastwood. Con un guión a cargo de Billy Ray, la cinta está basada en el artículo de Vanity Fair "American Nightmare: The Ballad of Richard Jewell" escrito por la periodista de investigación Marie Brenner. Protagonizada por Paul Walter Hauser (Yo soy Tonya), el reparto se completa con Kathy Bates (Misery, Titanic), Sam Rockwell (3 anuncios por un crimen), Jon Hamm (Baby driver), Olivia Wilde (El precio del mañana, Rush), Nina Arianda, Alex Collins, Charles Green, entre otros. Tuvo su premiere mundial dentro del AFI Fest (Instituto Estadounidense del Cine). La trama gira alrededor de Richard Jewell (Paul Walter Hauser), un guardia de seguridad de 33 años que, luego de haber trabajado en un campus universitario, el 27 de julio de 1996 se encontraba en el Centennial Olympic Park de Atlanta para controlar que la inauguración de los Juegos Olímpicos de Verano no presentara ningún tipo de inconveniente. Mientras la multitud estaba concentrada en uno de los conciertos al aire libre, Richard se dio cuenta de que debajo de un banco había una mochila bastante sospechosa, por lo que de inmediato decidió empezar a gritar para que la gente se alejara lo más posible de ese sector. A pesar de que el atentado tuvo dos muertos y más de cien heridos, gracias al rápido accionar de Jewell muchísimas personas se salvaron. Sin embargo, una vez que el FBI se pone a investigar quién fue el terrorista, el agente Tom Shaw (Jon Hamm) filtra información hipotética a la periodista Kathy Scruggs (Olivia Wilde), la cual no tiene mejor idea que publicar al día siguiente la culpabilidad de Jewell en primera plana del Atlanta Journal-Constitution. Desde ese momento, la vida de Richard cambiará para siempre. Con ganas de retratar pequeños actos heroicos dentro de su país, Clint Eastwood continúa sorprendiéndonos por la admirable manera que posee para contar historias. A sus 89 años, se nota que a Clint le interesa muchísimo que el espectador llegue a conocer a sus personajes en profundidad, tomándose el tiempo para desarrollar las respectivas escenas sin perder el ritmo ni el interés. Así es como de inmediato conectamos con Richard Jewell, un hombre que sufre de sobrepeso, vive con su madre Bobi (Kathy Bates) y siente un respeto inigualable por el cuerpo policial de Estados Unidos. Sin caer en golpes bajos, el director refleja con maestría la crueldad de los medios de comunicación y la tremenda irresponsabilidad del FBI. En su conjunto, estas dos entidades logran que la población pase de la veneración al odio de un guardia de seguridad que lo único que pretendía ese 27 de julio de 1996 era proteger las vidas de los ciudadanos que se encontraban disfrutando de la música en el parque Centennial. A través de variadas manipulaciones y engaños, Richard será juzgado con argumentos tan ridículos como incomprobables, difamándolo de una forma que sin duda nos llega a producir bronca y tristeza. La película no solo consigue destacarse en la dirección y el guión, sino también en las actuaciones. Paul Walter Hauser está espléndido como Richard Jewell porque el actor decide nunca dejar de lado la esencia de su personaje: un hombre que, por más ingenuo que parezca, no es ningún tonto; él no quiere dejar atrás su forma de ser y mostrar algo que en realidad no es. Por otro lado, Sam Rockwell como el abogado y amigo Watson Bryant tiene algunas de las mejores escenas del filme junto al protagonista, siendo la voz de la razón para que a Jewell no se lo coman vivo. Olivia Wilde sorprende con el papel de Scruggs, una vil periodista a la que lo único que le interesa es que ocurran tragedias para tener material que pueda ser publicado en el periódico. Sin chequear la información otorgada, y con aires de grandeza, Scruggs es el claro ejemplo de lo que no se tiene que hacer al desempeñarse en los medios. Además, Kathy Bates como la madre de Jewell aporta la cuota emocional del filme, mostrando una preocupación, dolor y miedo de lo más sinceros. De muy fácil comprensión, sumamente interesante y atrapante, “El caso de Richard Jewell” se convierte en una muy buena película para iniciar el año 2020. Clint Eastwood demuestra que los casos reales sobre injusticias pueden ser adaptados a la pantalla grande con éxito.
Hora de descubrir el pasado “Frozen 2” (Frozen II, 2019) es una película animada musical de aventuras y fantasía que constituye la secuela de “Frozen” (2013). Producida por el estudio Disney, Chris Buck y Jennifer Lee vuelven a estar en la silla de directores, así como esta última también regresa al rol de guionista. Nuevamente las voces originales son puestas por Kristen Bell (The good place), Idina Menzel (Encantada), Josh Gad (La bella y la bestia) y Jonathan Groff. A su vez, se agregan las voces de Sterling K. Brown, Evan Rachel Wood, Rachel Matthews, Alfred Molina, Jason Ritter, entre otros. Seis años después de los eventos ocurridos en el primer filme, el reino de Arendelle se encuentra en calma y feliz por la llegada del otoño. No obstante, a Elsa (Idina Menzel) algo la mantiene preocupada: ella escucha un misterioso susurro que no la deja en paz. Cuando decide seguirlo, accidentalmente despierta a los espíritus elementales (tierra, aire, fuego y agua), por lo que a los ciudadanos de Arendelle no les queda otra que evacuar. Con el objetivo de restaurar su reino, Elsa y sus amigos se embarcarán en un viaje a través de un bosque encantado lleno de sorpresas. Inspirada en el cuento “La reina de las nieves” del autor danés Hans Christian Andersen, la primera entrega de “Frozen” fue un éxito absoluto gracias a su gran banda de sonido, sus personajes entrañables y una historia que celebraba el vínculo de la hermandad por sobre una relación amorosa. Como todo lo que triunfa en Hollywood, era de esperarse que Disney se pusiera manos a la obra para darnos una segunda parte a pesar de que la película contaba con un desenlace más que correcto y autoconclusivo. De esta manera “Frozen 2” llega a nuestra cartelera de 2020, ya sabiendo de antemano que será otro éxito en taquilla pero… ¿logra ser una digna secuela? Desde el apartado visual y técnico, a la obra no se le puede reprochar nada: muy superior a su antecesora, el departamento de arte se lució por completo en el diseño de los diversos escenarios, los vestuarios y la animación de los personajes. En este sentido la cinta es una maravilla que merece ser vista en la pantalla más grande para poder apreciar cada detalle. Al ser mucho más fantasiosa que la primera, los realizadores pudieron sacarle más provecho al accionar de la naturaleza, jugando así con el potente viento, el fuego que arrasa todo lo que toca y el agua en sus diferentes formas. Sin embargo, la historia que se nos presenta en “Frozen 2” lamentablemente deja mucho que desear, siendo muy inferior a lo que se construyó previamente. Aunque en un principio la película atrapa al espectador gracias al misterio planteado (la voz desconocida que escucha Elsa), pronto todo se vuelve muy obvio, por lo que cuando llega el momento de la revelación ésta no genera ni asombro ni emoción. Sin contar con ideas nuevas por desarrollar, Disney vuelve a tocar temáticas que ya había desarrollado en producciones anteriores. Así es como la cinta a medida que avanza el metraje se va desinflando y gustando menos debido en su gran mayoría a un guión que no cuenta con una buena estructura para encarar su conflicto. Jennifer Lee en esta oportunidad prefirió lanzarnos toda la información importante en un par de escenas y dejar otros tantos elementos sin explicación, siendo confuso en muchas partes el motivo por el que pasan los hechos. En cuanto a los personajes, aquí Elsa cuenta con un mayor protagonismo, por lo que podremos ver más de su relación con su hermana, sus temores y valentía. El muñeco de nieve Olaf continúa aportando la cuota de humor al relato, esta vez logrando hacer reír mucho más por sus ocurrencias y la forma que tiene de recordarnos lo que pasó en la primera parte. Anna está muy enfrascada en la postura de proteger a Elsa y no dejarla sola, por lo que en ciertas partes puede volverse un poco irritable. Por otro lado, Kristoff tiene una subtrama demasiado pobre y repetitiva, con una canción en el bosque que se siente sumamente desencajada dentro del filme. Con respecto a los nuevos personajes, el guión no les presta casi nada de atención, por lo que solo quedan como nuevas caras que a partir de los créditos ya se sienten olvidadas. Sin contar con una canción tan icónica como lo fue y sigue siendo “Let it go”, la banda de sonido aporta nuevos temas que se disfrutan a pleno dentro de la sala de cine, tales como la potente “Into the unknown”, la cálida y amigable “Some things never change” y la divertida “When I am older” interpretada por Olaf. Preciosa cinematográficamente hablando pero con una historia poco innovadora, “Frozen 2” se queda a medio camino, dejando al espectador no del todo convencido con lo que quisieron hacer en esta secuela. Sin contar con un antagonista, la película no consigue estar a la altura de su predecesora como se creía al ver los trailers promocionales.
Un escape con su amante “Nosotros tres” (Qui m'aime me suive!, 2019) es una comedia dramática francesa dirigida y co-escrita por José Alcala (Alex, Coup d'éclat). Protagonizada por Daniel Auteuil, el reparto se completa con Catherine Frot, Bernard Le Coq, Solam Dejean-Lacréole, Vanessa Paric, India Hair, Anne Benoît, Diouc Koma, entre otros. La historia gira alrededor de Gilbert (Daniel Auteuil) y Simone (Catherine Frot), una pareja que vive en un pueblo del sur de Francia hace 35 años. Debido a la sumatoria de deudas y el malhumor y poca tolerancia de Gilbert, un día Simone decide irse de allí para recuperar su libertad. Al huir con su amante Etienne (Bernard Le Coq), Gilbert queda solo en su hogar y recibe una inesperada llamada: la de su hija Nathalie (Vanessa Paric), la cual no se habla con él hace años debido a los insultos de éste hacia su marido. Como Simone no se encuentra allí, a Nathalie no le queda otra alternativa que pedirle a su padre que cuide a su hijo Terence (Solam Dejean-Lacréole), ya que ella tiene asuntos importantes de los que ocuparse en los próximos días. Sin llevarse para nada bien en un principio, nieto y abuelo se pondrán en marcha para recuperar a Simone. Una comedia de enredos con toques dramáticos hacia el desenlace es lo que vamos a encontrar en “Nosotros tres”, película que se deja ver pero que no consigue aportar absolutamente nada al género. Sueños que no llegaron a cumplirse (Simone siempre quiso tener su propia pizzería para dar de comer a la gente), peleas matrimoniales, viajes en coche, una boda que termina arruinada, un amigo traicionero, caprichos que parecen de adolescentes y un nene travieso que reconectará con su abuelo reparando vehículos juntos conforman los 90 minutos del filme. Por más irreal que se vuelva la cinta a medida que avanza el metraje, y con un par de coincidencias que son muy beneficiosas para el guión, como espectador no surge molestia o hastío para llegar al final. No obstante, se nota que los personajes deberían tener un mejor desarrollo ya que nunca se consigue conectar con ellos, aparte de que la cuota dramática de la película no logra emocionar ni un poco. Con respecto al engaño amoroso, Simone tiene actitudes que dejan mucho que desear y hacen que su rol se vuelva bastante superficial. Lo más atractivo entonces se da en el lazo dispar entre Gilbert y Terence, abuelo y nieto respectivamente. Intrascendente pero amena, “Nosotros tres” es una opción muy light para desconectar el cerebro y dejarse llevar por los conflictos de la familia Castaldo.
Una noche extenuante “Lejos de Pekín” (2019) es una película dramática nacional dirigida y escrita por Maximiliano González. Protagonizada por Elena Roger y Javier Drolas, el reparto se completa con Cecilia Rossetto, José María Marcos, entre otros. La cinta constituye el cierre de una trilogía que inició con las películas “La soledad” (2007) y “La guayaba” (2012), en donde el hilo conductor gira alrededor de la problemática social de la mujer en la región del Litoral argentino. La arquitecta María (Elena Roger) y Daniel (Javier Drolas), el cual se dedica a importar productos desde China, llevan ya ocho años de casados. Sin haber podido concretar su deseo de ser padres, la pareja realiza los trámites legales y, después de varios viajes al norte argentino, les llega la oportunidad de adoptar. Sin embargo, una vez que llegan a Misiones y se encuentran con la asistente social para dar comienzo al período de vinculación, algo inesperado sucede. María y Daniel atravesarán una noche extensa, llena de miedos, incertidumbre, soledad y esperanza. Luego de que “La soledad” tratara sobre las madres niñas y “La guayaba” sobre la prostitución, Maximiliano González decide dar por finalizada esta trilogía con la temática de la adopción legal. Sin tener continuidad con respecto a las tramas de las películas pasadas pero sí mostrando una conexión a la hora de reflejar diversas dificultades que atraviesa la mujer, el director prefiere dejar muchas preguntas sin respuesta en el espectador. Esto genera que, a la hora de ver “Lejos de Pekín”, haya que tener mucha paciencia. Con muy pocos diálogos y carente de ritmo, la película se vuelve soporífera en más de una ocasión. Sin poder empatizar con ninguno de los personajes, ya que no tenemos la suficiente información que nos permita conocerlos, los 82 minutos de duración se vuelven pesados e interminables, en especial porque la cinta peca de pretenciosa. Con una lluvia incesante que funciona como metáfora, el director se toma su tiempo para narrar esta historia que en muchas oportunidades divaga entre cuentos y anécdotas. A pesar de contar con una escena poderosa donde la pareja da el primer vistazo a la niña que ha sido puesta en adopción ya que su madre no puede mantenerla, no se logra ahondar mucho más allá. Los escenarios embarrados encajan muy bien con esta trama que termina volviéndose demasiado poética y filosófica para el espectador común. Los protagonistas hacen lo que pueden con un guión flojo que no les permite lucirse, generando que en cierto punto el interés se pierda por completo. “Lejos de Pekín”, título que se llega a sentir sumamente desencajado, podría haber narrado una historia tan emocional como atrapante, pero echó por la borda su conflicto principal para centrarse en simbolismos y metáforas que complican y terminan dejando en el olvido a una película completamente confusa.
Enfrentar los miedos “Star Wars: El ascenso de Skywalker” (Star Wars: Rise of Skywalker, 2019) es una película de ciencia ficción espacial dirigida, co-escrita y producida por J. J. Abrams. Basada en los personajes creados por George Lucas, la cinta funciona como conclusión de la trilogía que comenzó en el 2015 con “Star Wars: El despertar de la Fuerza” (Star Wars: The Force Awakens) y siguió en el 2017 con “Star Wars: Los últimos Jedi” (Star Wars: The Last Jedi). En el reparto vuelven a estar presentes Daisy Ridley, Adam Driver, Carrie Fisher, Oscar Isaac, John Boyega, Domhnall Gleeson, Joonas Suotamo, Mark Hamill, Kelly Marie Tran, entre otros. Un año después de los eventos ocurridos en “Los últimos Jedi”, la galaxia vuelve a correr peligro debido al regreso del más oscuro de los villanos, el cual se creía extinto. Con el beneficio de contar con un espía dentro de la Primera Orden, la Resistencia liderada por la princesa Leia Organa (Carrie Fisher) tendrá que ponerse en marcha rápidamente para hallar el orientador de los Sith, instrumento que contiene las coordenadas de Exegol, planeta donde se encuentra el enemigo. Durante esta travesía, las amenazas serán diversas para todo el grupo pero en especial para la chatarrera Rey (Daisy Ridley), joven que debió interrumpir sus lecciones de Jedi y a la que Kylo Ren (Adam Driver) le está pisando los talones. Luego de una trilogía iniciada en 1977 donde conocimos a personajes que se volvieron íconos de la cultura popular, y después de las dudosas tres películas dirigidas por George Lucas que funcionaron como precuelas, llega el final de otra camada de filmes dentro de este vasto universo intergaláctico. Como podrán recordar, “El despertar de la Fuerza” fue bien recibida tanto por la crítica como por el público gracias a que, a pesar de no contar con originalidad, supo mantener el espíritu de la franquicia. No sucedió lo mismo con “Los últimos Jedi”, producción dirigida por Rian Johnson que dividió las aguas entre los fanáticos. Con el regreso de J. J. Abrams, si hay algo que está asegurado es que “Star Wars: El ascenso de Skywalker” va a dar que hablar. Empecemos por lo negativo: desde el guión la película presenta situaciones muy beneficiosas para sí misma, en donde justo cuando se está en un momento que ya no tiene vuelta atrás aparece un personaje de la nada para salvar el día. Si esto sucediera una sola vez no habría problema, sin embargo cuando son tres o más escenas en las que pasa lo mismo, el efecto sorpresa ya no se consigue. Por otro lado, el guión también falla a la hora de darnos explicaciones sobre los sucesos. Al ser apresurados, Chris Terrio y J. J. Abrams nos dan poca información que debe ser aceptada de inmediato ya que la aventura no se detiene por nada ni por nadie. Además, algunos chistes se sienten sumamente desencajados y no consiguen causar ni siquiera una sonrisa (por suerte el humor no predomina en el filme). Dicho esto, los aspectos positivos son muchos más y, a mi parecer, consiguen opacar a los errores. Con un nivel técnico que supera a sus antecesoras gracias al buen uso de la iluminación, escenarios deslumbrantes y una paleta de colores bellísima donde se destacan los colores celeste, blanco y negro, la cinta mantiene una épica digna de un episodio final. Las coreografías de las batallas hacen que sea imposible apartar los ojos de la pantalla, el ritmo no decae en ningún momento y la potencia que tiene la voz del villano principal impone respeto de inmediato. Pero, por sobre todo, la película se destaca por su protagonista y todo el mensaje que gira a su alrededor. Daisy Ridley en las entregas anteriores había demostrado que el personaje de Rey le calzaba a la perfección, sin embargo aquí es donde verdaderamente podremos conocer su interior, el cual está cargado de miedos que tienen que ver con su destino. Rey no necesita de muchas palabras para que entendamos lo que le pasa: sus gestos hablan por sí solos (Ridley tiene una expresividad increíble). Lo que ella atraviesa es un claro referente para cualquier persona que se siente marcada por su pasado, dando la pauta de que los lazos de sangre no tienen por qué definirte como ser humano y que la solución no está en recluirse del mundo, sino que hay que salir y enfrentar los temores por más difícil que sea. El coraje de la joven carroñera, que está en una encrucijada súper complicada, resulta admirable y es por ello que el plano final del filme emociona, ya que está cargado de fuerza y significado. Con cameos de personajes entrañables, un C-3PO que sigue dándonos comentarios graciosos, un Adam Driver que le otorga a su Kylo Ren la mayor dualidad y una heroína tan vulnerable como poderosa, “Star Wars: El ascenso de Skywalker” logra que sus 141 minutos de duración se pasen volando. Entretenida de principio a fin, la película es una cita obligada al cine para cualquier persona que disfrute de la ciencia ficción.
Ser padre en un mundo inestable “La luz del fin del mundo” (Light of my life, 2019) es una película dramática dirigida, escrita y protagonizada por Casey Affleck (Manchester junto al mar, A ghost story). Completan el reparto Anna Pniowsky, Tom Bower, Elisabeth Moss, Hrothgar Mathews, Thelonius Serrell-Freed, entre otros. La cinta tuvo su premiere mundial a comienzos de año en el Festival Internacional de Cine de Berlín. Luego de una peste llamada QTB que acabó con la población femenina, un padre (Casey Affleck) deberá proteger a su hija Rag (Anna Pniowsky), la cual es inmune. Manteniendo una vida nómade en donde siempre deben mantenerse alerta, los dos intentarán sobrevivir a base de reglas mientras el gélido invierno se aproxima. Recordándonos al filme apocalíptico “La carretera” (The road, 2009) y a tantos otros en donde se nos plantea un mundo solemne y desequilibrado, Casey Affleck en esta oportunidad decide enfocarse en la relación entre padre e hija cuando todas las demás personas que quedaron en el planeta resultan una amenaza por no saber a ciencia cierta cuáles son sus intenciones. De esta manera, el hombre toma la posición de no permitirle a Rag que se vista con ropa de mujer, por miedo a que cualquiera descubra su género y quiera secuestrarla para otros fines. Sin contar con muchas explicaciones, lo que puede generar que a muchos la película les parezca lenta, el trabajo como director de Affleck se destaca por ser atmosférico, intimista y con clara atención a la construcción de sus personajes protagónicos. Luego de participar en series y largometrajes que se estrenaron directamente por televisión, la joven Anna Pniowsky aquí demuestra que como actriz tiene un futuro promisorio. No solo Rag parece ser la única niña que queda en la Tierra, sino que la joven está próxima a atravesar la pubertad, con todos los cambios que eso conlleva. Con una curiosidad típica de la edad que se manifiesta a través de preguntas creativas y profundas, además de unas ganas irrefrenables de establecer su punto de vista ante determinadas situaciones, la interpretación de Anna Pniowsky es uno de los mayores aciertos del filme. Como el vínculo entre el padre y la hija resulta genuino en todo momento (gracias no solo a las actuaciones sino también a los diálogos sinceros), Affleck consigue que el espectador mantenga el interés y tema por el bienestar y seguridad de estas personas. Sin embargo, algo que sí se siente poco trabajado es el desenlace, ya que resulta brusco, dejándonos con ganas de ver más de Rag y su padre. Unos minutos más de metraje no hubiesen molestado en absoluto. A pesar de ello, “La luz del fin del mundo” se alza como otro buen filme de supervivencia, en este caso centrado en mostrar el gran afecto y dificultad que reúne la paternidad. Tanto detrás como delante de cámara, Casey Affleck demuestra autenticidad, corazón y responsabilidad por lo que quiere contar.
Un caso muy enredado “Entre navajas y secretos” (Knives out, 2019) es una película de misterio con toques de drama y comedia dirigida, escrita y producida por Rian Johnson (Looper, Star Wars: los últimos Jedi). Protagonizada por Ana de Armas (Blade runner 2049), el reparto se completa con actores de renombre tales como Daniel Craig, Don Johnson, Jamie Lee Curtis, Toni Collette, Christopher Plummer, Chris Evans, Michael Shannon, LaKeith Stanfield, Katherine Langford (Hannah Baker en “Por trece razones”), Jaeden Martell (Bill Denbrough en “It”), K Callan, Edi Patterson, Riki Lindhome, entre otros. La cinta tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto. Con motivo de su cumpleaños número 85, el escritor de novelas de crímenes Harlan Thrombey (Christopher Plummer) invita a su extensa familia a pasar una agradable velada en su formidable caserón. A la mañana siguiente, el ama de llaves Fran (Edi Patterson) abre la puerta del cuarto de Thrombey para dejarle el desayuno y, para su sorpresa, se encuentra con que el anciano ha muerto. Una semana después, el reconocido investigador privado Benoit Blanc (Daniel Craig) se instalará en la mansión para interrogar a los familiares de Harlan y tratar de hallar pistas alrededor del caso: ¿fue un suicidio o alguien de los Thrombey tenía motivos suficientes como para asesinarlo? Ya tuvimos varias películas enfocadas en dilucidar quién es el responsable de un asesinato. Como un ejemplo reciente tenemos a “Asesinato en el Expreso de Oriente” (Murder on the Orient Express, 2017), cinta basada en la novela homónima de Agatha Christie que también contaba con un elenco de estrellas de Hollywood. No obstante, Rian Johnson fue capaz de honrar al género aportándole frescura y originalidad, ya que el director decidió cambiar la estructura narrativa usual de este tipo de historias. En vez de darnos la revelación entera en el desenlace, Johnson se arriesgó a mostrarnos qué es lo que ocurrió con Harlan Thrombey entre el primer y segundo acto del filme, sin perder ni un ápice del interés que tan bien supo construir en el espectador durante el comienzo. Con un buen balance entre comedia y drama, y una atmósfera claustrofóbica que funciona siempre que la historia se desarrolla dentro del caserón, la película se destaca no solo por su ingenioso guión sino también por sus actuaciones. Era probable que, como pasó con la adaptación de la novela de Agatha Christie, al tener tantas figuras reconocidas en el reparto, muchas no tuvieran suficiente tiempo en pantalla para destacarse. Por suerte, este no es el caso de “Entre navajas y secretos” puesto que a cada actor se lo nota en la misma sintonía: muy comprometido con lo que se quiere contar. Aparte de las geniales interpretaciones de Toni Collette, Jamie Lee Curtis y Chris Evans, los que verdaderamente sobresalen en esta ocasión son Daniel Craig y Ana de Armas. Nadie se veía venir que esta última fuera la protagonista, sin embargo al ponerse en la piel de la enfermera Marta Cabrera la actriz cubano-española demuestra que tiene lo necesario para estar en el rol principal. Por otro lado, Rian Johnson creó un relato que contiene una fuerte crítica social alrededor del ego estadounidense y la problemática de los inmigrantes indocumentados. No se puede comentar mucho sobre esto debido a los spoilers, pero sí podemos decir que al desarrollar la temática de una forma sutil pero reflexiva, el plano final logra ser potente, perfecto y poderoso. Con un guión que no subestima al espectador, giros narrativos inteligentes, personajes atrapantes y un montaje exquisito, “Entre navajas y secretos” consigue dar una vuelta de tuerca innovadora al género. Cuando todo llega a cuadrar, no podrás escapar de las ganas de ir a verla otra vez.
Cada familia es un mundo Las Buenas Intenciones (2019) es una comedia dramática nacional que constituye la ópera prima de Ana García Blaya. Protagonizada por Javier Drolas (Severina) y la debutante Amanda Minujín, el reparto se completa con Ezequiel Fontenla, Jazmín Stuart (Recreo), Carmela Minujín, Juan Minujín y Sebastián Arzeno. La película fue la única producción nacional seleccionada para participar en la categoría Nuevos Directores del Festival de Cine de San Sebastián. Además, la cinta tendrá su estreno mundial en la competencia Discovery del Festival Internacional de Toronto. Buenos Aires, principios de los noventa. Amanda (Amanda Minujín) tiene 10 años, dos hermanos menores llamados Lala (Carmela Minujín) y Manu (Ezequiel Fontenla) y padres separados. Cuando su madre Ceci (Jazmín Stuart) propone mudarse a Asunción, Paraguay, con su novio Guille (Juan Minujín) y los chicos, a Amanda la vida le da un vuelco de 180 grados. Aunque su padre Gustavo (Javier Drolas) es desorganizado y llega tarde a todos lados, Amanda tomará la difícil decisión de quedarse junto a él. A través de figuritas, partidos de fútbol y videos caseros, la primera película de Ana García Blaya transmite una nostalgia pura a la infancia y la vida de antaño, donde los precios eran otros, los actos escolares se grababan con una aparatosa filmadora y la música se escuchaba a través de cassette. Desde el vamos se nota que esta historia es súper personal para la directora y que está hecha con muchísimo corazón, con un equipo de trabajo al que le importa completamente lo que se quiere contar. Con la música como un personaje más, la película es un retrato familiar que no se siente en ningún momento artificial, dándonos la sensación de que la trama tranquilamente podría ocurrir en la vida real. Para lograr esto los diálogos y actuaciones debían estar a la altura y por suerte aquí esos dos aspectos brillan. No solo las conversaciones entre los hermanos o entre padres e hijos tienen una naturalidad especial y única, sino que también el desempeño actoral sorprende. En especial por la dirección de los actores que son niños, siendo Amanda Minujín la que tiene mayor tiempo en pantalla. Teniendo en cuenta que es su primer trabajo en cine, la hija de Juan Minujín logra transmitir un montón de emociones. Al tener a un padre inmaduro y que se la pasa de fiesta en fiesta, Amanda es la que toma el lugar de responsabilidad a la hora de cuidar a sus hermanos. Con los roles invertidos, la nena presenta un crecimiento interno adelantado para su edad, sin que eso opaque el amor que siente por su papá y viceversa. Porque lo que más resuena y se queda con uno después de ver Las Buenas Intenciones es eso: que cada familia es un mundo distinto donde se cometen errores, hay peleas y formas de educar distinto pero siempre el amor está primero. Simple y muy humana, la ópera prima de Ana García Blaya refleja cómo es para los chicos el vivir con padres separados. Graciosa en varios momentos pero también muy emocional sobre el final, la película es una caricia al alma que genera ganas de ver más producciones de esta directora, la cual ya demuestra una gran capacidad para el manejo de los tópicos sensibles.
Secretos y engaños “El buen mentiroso” (The good liar, 2019) es una película de suspenso y drama dirigida y producida por Bill Condon (Amanecer parte 1 y 2, La bella y la bestia). Basada en la novela homónima escrita por Nicholas Searle, el guión corre por parte de Jeffrey Hatcher. Protagonizada por Ian McKellen y Helen Mirren, el reparto se completa con Jim Carter (Downton Abbey), Russell Tovey, Laurie Davidson, Phil Dunster, Spike White, Mark Lewis Jones, Jóhannes Haukur Jóhannesson, entre otros. En el 2009, dos personas de la tercera edad se conocen a través de un sitio web de citas y deciden verse cara a cara en un restaurante. Ellos son Betty McLeish (Helen Mirren), una ex profesora de historia en Oxford que quedó viuda hace un año, y Roy Courtnay (Ian McKellen), un anciano que está solo ya que casi ni tiene relación con su hijo, el cual vive en el extranjero debido a su trabajo. No obstante, no todo es lo que parece: Roy es un estafador profesional que pretende ganarse la confianza de Betty para acceder a su millonaria fortuna. Haciéndole creer que su rodilla está en malas condiciones como para poder subir las escaleras de su hogar, Roy consigue alojarse en la casa de Betty, aunque esto no es bien visto por Steven (Russell Tovey), nieto de la señora. Junto a su socio Vincent (Jim Carter), y unas cuentas mentiras más, Roy buscará convencer a Betty de que abrir una cuenta bancaria conjunta es la mejor alternativa para generar inversiones. El director Bill Condon en esta ocasión reúne a dos veteranos de la actuación para brindarnos un atrapante juego del gato y el ratón. Con una música elegante por parte de Carter Burwell, la película presenta una buena estructura narrativa que, sumado a un acertado guión, logra mantener la atención del espectador durante todo el metraje. Muy fácil de spoilear, el filme se disfruta en mayor medida si se va a la sala de cine conociendo solo lo esencial. Luego de roles fallidos y bastante lamentables en cintas como “Belleza inesperada” (Collateral beauty, 2016), “La maldición de la casa Winchester” (Winchester, 2018), “El cascanueces y los cuatro reinos” (The nutcracker and the four realms, 2018) y la desastrosa “Anna” (2019), por fin podemos ver de vuelta a Helen Mirren en un papel que le calza a la perfección. Por otro lado, Mckellen está incluso mejor que ella ya que su Roy presenta una maldad que se va acentuando cada vez más con el transcurso de las escenas. Esta dupla constituye uno de los mejores aspectos del filme, siendo un deleite verlos interactuar en la pantalla grande. A pesar de que el primer flashback puede llegar a descolocar en un principio, ya el segundo resulta orgánico y necesario para lo que se quiere mostrar. En cuanto al giro del tercer acto, éste no escapa de la previsibilidad. Sin embargo, funciona por todo lo que va más allá, que definitivamente no lo veíamos venir y nunca deja de perder el sentido. Teniendo en cuenta que diciembre se caracteriza por la escasez de buenas películas en cartelera, “El buen mentiroso” triunfa ya sea por sus actuaciones protagónicas, su guión o la música. Entretenida de principio a fin, Bill Condon demuestra que sabe cómo mantener el ritmo al armar una historia de fácil comprensión para el espectador.