De qué hablamos cuando hablamos de fama “La popularidad es la prima barata del prestigio” suelta Mike Shiner (Edward Norton) en una de las mejores líneas de la película. Ésta es una de las principales premisas en torno a la cual gira el argumento de “Birdman“: Fama, éxito, fracaso y felicidad son relativizados con maestría en esta historia dirigida por el mexicano Alejandro González Iñárritu. Escrita por él mismo junto al equipo de argentinos Armando Bo y Nicolás Giacobone y al dramaturgo teatral Alexander Dinelaris, desde el comienzo de los títulos queda clara la visión que subyace tras estos cuestionamientos y cuál es la única respuesta posible, pero sus trágicos protagonistas no tienen ni la más mínima pista. En el afán por trascender su imagen de actor pochoclero venido a menos, Riggan Thompson (Michael Keaton) lo arriesga todo para despegarse del infame estatus de celebrity y convertirse en un artista respetado, escribiendo y dirigiendo una osada adaptación teatral que él mismo protagonizará. La crítica juega un papel fundamental para el futuro de Riggan y su obra, aún más que la reacción del público o de sus propios colegas. Es casi irónico que una buena parte de la crítica y el público de esta película la denuesten, calificándola de “aburrida” o “pretenciosa“. Para merecer semejante adjetivo, tendría que intentar ser más de lo que en realidad es. Sin embargo, Birdman es todo lo que quiere ser: una sátira aguda, autocrítica, bien escrita, genialmente actuada y técnicamente impecable. Habiendo ya paseado por varios festivales de cine y vista en casi todo el mundo mucho antes que en nuestro país, su gran repercusión se debe a que tiene la cualidad de despertar pasiones: se la ama o se la odia. La crisis existencial de Riggan es tan realista -aún con sus delirios- que nos sacude y nos transporta muy dentro de la pantalla. Las actuaciones que nos brindan cada uno de los personajes secundarios se complementan a la perfección, pintando un cuadro de humor negro y crudo análisis de la industria. Acompañada por la inquietante banda sonora y la irritante voz del superyó del protagonista (la voz de Birdman) se va creando un clima que moviliza al espectador a cada segundo. Es ahí donde reside una de las más grandes virtudes del film: la de crear sensaciones todo el tiempo, estremecer, identificarnos con uno y otro personaje alternativamente y encariñarnos con todos, a la vez que nos reímos de ellos y de nosotros mismos como espectadores. Hacernos reflexionar, que es la función principal del arte en todas sus formas. El efecto completo se termina de lograr con las bellísimas escenas producto de una cuidada cinematografía: proezas técnicas como los larguísimos planos secuencia, que con ritmo frenético nos permiten recorrer la intimidad del teatro y sus integrantes. Trucos de cámara frente a los espejos, grandes elementos cargados de simbolismo dentro de esta historia. Primeros planos que juegan un papel fundamental a la hora de los monólogos, y logradas escenas en locaciones reales (algunas con gente ajena al elenco). Incluso los efectos visuales generados por computadora son impresionantes, como si los necesitáramos. Todo en esta película es amor al detalle, todo es adrede y busca causarnos sensaciones, remitirnos a algo que ya conocemos, homenajear y criticar al mismo tiempo: desde el subtítulo y el incómodo paréntesis, hasta la elección del reparto. Lo cual nos lleva a la obviedad de la relación Birdman/Batman con respecto a la carrera de Michael Keaton. Mucho se ha dicho sobre la autorreferencialidad del protagónico, que no hubiera funcionado de igual manera sin el chiste implícito. Pero Keaton negó en reiteradas oportunidades el identificarse con su papel, e incluso Iñárritú declaró en una entrevista que era en realidad su propio ego descontrolado lo que había inspirado el personaje de Riggan. Casualmente -o no- dos de los principales actores secundarios también trabajaron en adaptaciones (bastante fallidas) de superhéroes de cómics a la pantalla grande: Edward Norton como Hulk y Emma Stone como Gwen, la novia de Peter Parker (“El Sorprendente Hombre Araña”). A su vez, Zach Galifianakis casi se encasilla como el gordito torpe de la trilogía “Qué pasó ayer?” y prácticamente el mismo papel en “Due Date”. Si nos ponemos en inquisidores, todos los artistas involucrados de esta película pueden estar referenciando y/o parodiando sus propias carreras. Pero más allá del chiste para la industria y para el cinéfilo, la naturaleza estremecedora de Birdman habla por sí sola y nos invita a verla y disfrutarla más de una vez.
Otra vuelta de tuerca Cuando uno dice la frase “musical de Disney” puede sonar redundante, porque si hay algo que abunda en las películas de este estudio, es justamente la música. Personajes que sin motivo aparente se ponen a entonar melodías para expresar sus sentimientos o enfatizar el dramatismo de una situación cada tanto, hasta que haya suficientes canciones dentro del film para una digna banda sonora en los estantes de las disquerías. Hay a quienes fascina ese formato, y hay a quienes apenas podríamos pedirles que lo toleren por acompañar a un ser querido a la sala. Difícilmente entonces disfrutaría este último grupo de un musical al estilo Broadway, donde absolutamente todos los diálogos son cantados. Esa clase de musical es “En el Bosque“, están avisados. Durante dos horas, entraremos en el mundo de los personajes más famosos de los cuentos de hadas en clave lírica, mientras para ellos transcurren las tres noches mas trascendentales de su vida. Pero no de la forma en que los hemos visto tantas veces en las adaptaciones infantiles, sino en un tono un poco más maduro y por momentos siniestro, casi reverenciando los clásicos originales de Perrault y la tradición oral. Sin embargo, sus originales giros y las impredecibles reacciones de sus personajes son el gancho de este film, que además de contar una buena historia, cautiva visualmente. Con el deslumbrante protagónico de Meryl Streep en el papel de la Bruja, y la compañía de las también talentosas Emily Blundt, Anna Kendrick y Lilla Crawford encarnando a las heroínas de sus propios cuentos, todas las historias se irán uniendo para tejer un entramado de tragedias, pasiones y lecciones. Estas últimas tienen una fuerte influencia en los protagonistas de cada una de las subtramas, y es ahí es donde reside el encanto de la larga duración del film: no es en vano, todos los personajes se desarrollan a lo largo del recorrido con gracia en base a sus experiencias. La interacción entre todos ellos también responde a un orden coherente, y no caprichoso como hemos visto en los últimos tiempo en adaptaciones cinematográficas y televisivas que pretenden darle una vuelta de tuerca a los clásicos cuentos de hadas sin resultados muy felices. “En el bosque” abarca temas fundamentales del género y los trata de forma directa y efectiva, al mismo tiempo que rima, entretiene y se nos pega con melodías encantadoras y contagiosas.
La máquina de ganar premios Basada en una historia real, llega a nuestras salas “El Código Enigma” (“The Imitation Game“), la cautivante historia de Alan Turing y el equipo de matemáticos que cumplieron un papel tan fundamental como secreto durante la Segunda Guerra Mundial. A casi dos meses de su lanzamiento en Estados Unidos, no deja de ser un estreno esperado en cines, a pesar de la amenaza siempre latente de la piratería. Uno de los grandes atractivos para el público es el protagónico de Benedict Cumberbatch, adorado por millones de fans en todo el mundo. El británico se luce -pero no deslumbra- en el papel de un genio incomprendido que debe aprender a adaptarse a nivel social si quiere ser tenido en cuenta a nivel laboral. Un dilema bastante explotado en la ficción actual, que puede llegar a aburrir si no estuviera narrado con tanta gracia. Por momentos la interpretación de Cumberbatch nos recuerda al autodefinido “sociópata altamente funcional” Sherlock, al que da vida en la serie homónima de la BBC. Pero finalmente logra despegarse del papel que lo volvió famoso, a fuerza de talento e intensidad dramática. Ignorado por sus coetáneos, el pionero Alan Turing es reivindicado en este homenaje póstumo como el inventor de la primera computadora del mundo. “El Código Enigma” dramatiza la historia de cómo llegó a este invento con la ayuda de sus pares y lo que tuvo que atravesar para lograrlo, mientras nos va adelantando la inevitabilidad del desenlace en el contexto histórico de semejante descubrimiento. Un llamado de atención explícito nos alerta al comienzo de la película sobre cierta complejidad, que en realidad no es más que un brillante montaje de tres líneas temporales que discurren simultáneamente. Una vez asimilado, el mayor misterio por resolver es lo que la historia se encargó de esconder durante décadas. A pesar de tener un elenco de primeras figuras británicas que también incluye a Keira Knightley, Matthew Goode y Charles Dance, lo que distingue a esta película es la atrapante forma en que se desenvuelve la trama. Lo único que quizás hace un poco de ruido es un exceso de “perfección“, como si todas las piezas estuvieran colocadas sistemáticamente en busca de reconocimiento, más precisamente el de la Academia. La película parece seguir al pie de la letra la receta para ganar Oscars (si es que hubiera una). Y no es casualidad que esté nominada en ocho categorías. Sin embargo, eso no quita que el público pueda disfrutar de un buen film con una gran historia de experiencias humanas y descubrimientos extraordinarios.
Los hermanos sean unidos “La comedia es tragedia más tiempo” decía Alan Alda en un recordado monólogo de “Crímenes y Pecados” (Woddy Allen, 1989). Ese tiempo se puede traducir también como distancia, y esa distancia es la que nos permite reirnos de las desgracias ajenas en el maravilloso género de las comedias dramáticas. En este caso, de la familia Altman, un circo de locos lindos que debe atravesar el duelo por la muerte del patriarca conviviendo durante una semana. Sin dudas éste es uno de los géneros más difíciles de llevar, y por eso no sorprende que sea uno de los que menos exponentes nos regala por año. Esta vez es el turno de Shawn Levy y elenco, quienes se lucen en dirección y actuación respectivamente, pero carecen de lo fundamental para que una película de este tipo pase a ser memorable, y logre apenas ser rescatable: un buen guión. Durante escenas enteras, la sensación de estar viendo la misma historia con los mismos personajes que ya vimos varias veces antes, no ayuda a mejorar el hecho de que la comedia no divierta y el drama no conmueva. Hacia la mitad de la cinta, podemos empezar a sentir más empatía hacia los protagonistas de esta historia, en principio tan patéticos y caricaturizados que cuesta asimilarlos. No obstante, los actores aportan su gran talento y carisma para salvar este hecho, principalmente Tina Fey que se luce en los matices dramáticos de su rol. Pero en general, las situaciones ridículas y presuntamente divertidas se suceden sin gracia (en el amplio sentido de la palabra) hasta que llegamos a familiarizarnos con los personajes lo suficiente como para perdonarles los exabruptos y otorgarles cierta indulgencia en general porque al fin la historia parece encaminada hacia algún lado. Los ambientes mejor logrados son aquellos acompañados por la hermosa banda sonora, que casi logra generar esos clips que amamos ver en las secuencias más melancólicas de un film. Sin embargo, éste no alcanza a suscitar el sentimiento buscado y a duras penas acierta a transmitir el mensaje cursi y por demás obvio para el público target de una película de estas características. Si bien no será un título que pase a los anales de la historia del cine, se dejar ver y entretiene, e incluso por momentos enternece.
El principio del fin Siguiendo con la tradición inaugurada por Harry Potter de dividir la última parte de las sagas en dos entregas, llega “Los Juegos del Hambre: Sinsajo Parte 1” con dos horas cargadas de emociones para todos los seguidores de las desventuras de Katniss y los ciudadanos de Panem. Su antecesora “En Llamas” concluyó con un final extremadamente abierto, dando lugar a esta continuación que se hizo esperar un año, pero nos brindó en medio varios anticipos. Desde hace meses, se vienen transmitiendo por internet las “propos” del Capitolio, entre otros teasers y material audiovisual a raudales. El hipertexto que rodea a cada entrega de “Los Juegos del Hambre” es riquísimo, nutriendo a este universo de una mitología única y propia, que funciona como ansiolítico para todos los fans (o crea el efecto exactamente opuesto). Habiendo disparado la flecha que desconfiguró la arena de los Juegos del Hambre, Katniss es rescatada por un grupo de rebeldes infiltrados en las altas esferas del Capitolio, y posteriormente se entera que su amado Distrito 12 fue bombardeado hasta las cenizas. Con este panorama nos despidió la excelente segunda parte de esta trilogía literaria devenida en tetralogía cinematográfica. “Sinsajo Parte 1” da lugar a los hechos que se desarrollan a partir de entonces en el Distrito 13, el cual se creía desaparecido. En lugar de eso, es la base de los rebeldes donde se viene gestando la revolución desde hace años. Katniss se ha convertido casi sin quererlo en el símbolo de la rebelión, el Sinsajo, disparador de los primeros disturbios en los distritos. A partir de su rol involuntario, deberá tomar una serie de difíciles decisiones y elegir si convertirse o no en la cara y portavoz del alzamiento contra el Capitolio. Con mucho hincapié en los conflictos personales de Katniss, sus traumas y reacciones, la primera entrega de este esperado final peca de ser menos dinámica que las dos anteriores, y por momentos densa debido a su obvio carácter introductorio. Sin embargo, nunca queda totalmente de lado la acción e intrigas que caracterizaron a sus precuelas, como así también los personajes que nos vienen fascinando con sus complejas historias y personalidades. Es todo un lujo para un sólo libro ser adaptado en dos películas, y “Sinsajo” tiene tanto detalle y profundidad en las situaciones que puede llegar a considerarse una de las adaptaciones más fieles hasta el momento. Hubo mucha especulación en torno a cuál sería el momento crucial en el que se separarían las dos partes, pero para los lectores de los libros la respuesta es casi obvia. Y para quienes van a ver la película con sólo las dos anteriores en su haber, quedarán al borde de la butaca y esperando aún más ansiosamente la segunda parte. Si bien algunas escenas parecen estiradas adrede, todas y cada una de ellas son necesarias para comprender la complejidad de la trama y seguir construyendo la poderosa simbología de la rebelión. También vale recordar que la repentina muerte de Phillip Seymour Hoffman (Plutarch Heavensby, el director de los últimos Juegos y cráneo de la estrategia) en medio de las grabaciones de “Sinsajo“, afectó la continuidad de la misma y poco se sabe del metraje con el que ya contaba su personaje. No es la primera vez que vemos a un actor presente en una obra póstuma, pero no deja de ser impactante y conmovedor, y -como no podía ser de otra forma- la película está dedicada a su memoria. Además de Plutarch, el resto de los personajes adultos (a excepción de Cinna) retoman su papel en la historia, incluyendo a Effie. La elegante escolta y asesora de Katniss y Peeta no formaba parte originalmente de la trama de “Sinsajo“, sin embargo la escritora (Suzanne Collins, autora de los libros) se arrepintió de esa decisión e influyó en el guión para volver a incluirla cumpliendo su rol en esta entrega, donde deberá a las nuevas condiciones que tanto contrastan con su antigua vida de lujos. Haymitch y Beete también serán de la partida, y entra en escena uno de los personajes más fuertes de la saga: la presidente de los rebeldes Alma Coin (interpretada por Julianne Moore). Como se adelantó en el final de “En Llamas“, la mitad de los tributos no fueron rescatados de la arena como Katniss y Finnick, y ellos dedicarán todos sus esfuerzos a averiguar su estado y paradero, especialmente el de Peeta. Mientras tanto, Katniss se reúne con su familia y estrecha lazos con su pequeña hermana Prim y su mejor amigo Gale, quienes jugarán un papel fundamental en la segunda parte de “Sinsajo“. Esta es una película de transición, no apta para los que no vieron las dos anteriores o no tienen mínimamente alguna información de los libros o la trama. Pero no por ello deja de ser una muy buena película, que nos deja esperando aún más ansiosos el desenlace de esta apasionante saga.
Una terraza. Seis chicas tomando sol. Mates, costumbrismo, charla con amigas y un sueño que nace producto de la frustración. Eso es “Las Insoladas“. Una historia que da la impresión de ser más adecuada para montarse como obra de teatro, que para filmarse como largometraje. El concepto inicial nació de un corto, experiencia que el director Gustavo Taretto repite de su obra anterior “Medianeras“. Pero a “Las Insoladas” le falta algo para rellenar esas dos horas de metraje, ni que hablar para convertirlas en una obra memorable. Con demasiada introducción de personajas y poca definición en torno al nudo del argumento, da la impresión de que el climax de la historia siempre está por llegar pero nunca llega. No destaca por tener diálogos agudos, grandes momentos de humor ni desbordante originalidad. Todo lo que estas chicas están viviendo ya lo vivimos hace dos décadas, y todo lo que están conversando ya lo conversamos alguna vez con nuestros amigos, y no hay ninguna vuelta de tuerca que nos atrape la atención. Entonces nos quedaría apelar a la nostalgia, ese caleidoscopio a través del cual todo tiempo pasado se ve mejor. Pero no llega a lograr ese efecto, ni transportarnos a esa época tan particular, excepto con unas pocas frases y momentos que no alcanzan a dar el efecto deseado. Todo se ve muy manufacturado, y en ningún momento perdemos la noción de estar viendo una película para sumergirnos en la historia. Y si de cine pasatista se trata, esa es justamente su función. Sin embargo, no todos son desaciertos para “Las Insoladas“. Los personajes están muy bien logrados, y eso es un mérito tanto de las actrices como del guionista (el mismo dircetor), que asumió la difícil tarea de componer seis personajes femeninos, y salió casi airoso de ella. Si bien estas chicas no son mujeres muy complejas ni sofisticadas, vale el mérito de llevar la película entera sin una contraparte masculina. Al menos merece el reconocimiento a la osadía, en una industria donde rara vez se apuesta a esto. Si de aciertos hablamos, el fuerte de este largometraje es -sin dudas- su estética. Los encuadres, los colores, los detalles en la composición de cada escena, las tomas de primerísimos primeros planos y hasta la elección de la terraza están tan cuidados, que compensan de a ratos la lentitud del guión. Todo esto condimentado con música caribeña y postales urbanas de Buenos Aires. La pintura de época que pretende pintar queda incompleta, pero con un poco de buena voluntad podemos ubicarnos en los ’90 y aceptar el relato como una simpática anécdota pasajera de una década naif y despreocupada.
Allá por 2004, llegamos a una isla desierta y misteriosa, sin saber cómo ni por qué habíamos terminado ahí. Hoy, diez años más tarde, nos encontramos de repente dentro de un área rodeada de muros, sin memoria y con menos pistas. Los interrogantes son los mismos, pero esta vez parecen tener respuesta. Con elementos de “Lost” y otros íconos de la ciencia ficción, llega esta nueva adaptación de una saga para jóvenes adultos. Si bien el panorama es -sí, adivinaron- otra vez el futuro distópico, la historia es bastante innovadora y fresca dentro de su género. Todo comienza cuando Thomas es enviado a formar parte de un grupo misterioso de supervivientes, que está tan desorientado como él, sin ningún indicio sobre su pasado o quién los puso ahí. El novato no estará tan dispuesto a aceptar vivir sin respuestas, y se empeña en tratar de desentrañar los secretos que se esconden tras su nueva y desconcertante realidad. Pero la curiosidad no es siempre un don, sobretodo cuando viene de alguien que de un día para el otro puede alterar el panorama conocido y seguro de un grupo ya establecido, por uno nuevo e incierto. La premisa del (o la) joven mesías que llega para cambiar todo porque es especial parece bastante quemada a esta altura, pero “Maze Runner” nos cautiva con tantos interrogantes de entrada que es difícil no engancharse con los misterios de la historia. En su búsqueda de respuestas, el grupo de protagonistas deberá enfrentarse permanentemente a situaciones de logrado suspenso y acción, que le dan a la película un ritmo frenético y sin baches. El director Wes Bell debuta en este largometraje con un currículum de efectos visuales a sus espaldas, y se las ingenia para sostener una superproducción sin abuso de CGI ni grandes estrellas. La elección del cast se apega a la filosofía de usar caras poco conocidas para asociar a los actores directamente con los personajes, y no con sus trabajos anteriores. Siendo tal vez la única excepción Thomas Brodie-Sansgster en el papel de Newt, famoso desde niño por su trabajo en “Love Actually” (2003) y recientemente en la serie “Game of Thrones” como Jojen Reed. La elección del protagonista es impecable, y fundamental para sostener un elenco en el que no todos brillan. Si bien Dylan O’Brien (Thomas) ya contaba en su carrera con un popular rol como el mejor amigo del protagonista de la serie “Teen Wolf“, en esta película rompe absolutamente con el personaje que lo hizo famoso entre los adolescentes y nos entrega a un Thomas tan creíble que se come la película, convenciendo a adultos y jóvenes por igual. El no lector podrá disfrutar de esta película sin información previa, y el lector encontrará una adaptación bastante fiel. Con los cambios necesarios en la historia para llevarla a la pantalla grande, los guionistas fueron asesorados por el mismísimo James Dashner, autor de la saga que hace unos meses visitó nuestro país. Habiendo tenido una repercusión nunca antes vista para un escritor invitado a la Feria del Libro en Argentina, cabe esperar como mínimo la misma recepción para la primera entrega de la saga en cines. Veremos si la historia logra seguir sumando filas a su ejército de fans y teorías sobre los misterios sin resolver.
Una sinfonía desenfrenada Después de muchos años de silencio creativo, Damián Szifrón vuelve a la carga con una película que moviliza desde antes de su estreno y que propone vueltas de tuerca ya desde su formato: El guionista y director de “Relatos Salvajes” se despacha con seis historias cortas aparentemente inconexas que conforman este largometraje, atravesadas por el mismo hilo conductor: la pérdida del control. Habiendo pasado por uno de los festivales de cine más prestigiosos del mundo como lo es Cannes, y después de recibir ovaciones de pie, las expectativas del público argentino con respecto a esta película se elevaron a niveles poco antes vistos para una producción nacional. Esa ansiedad creció sobremanera la última semana al tener que reprogramar su estreno en todo el país, debido al conflicto gremial en los cines por el reclamo salarial de los trabajadores. Si los responsables de esta película, o la gente ansiosa por verla, fueran personajes dentro de la misma, estos acontecimientos casi anecdóticos podrían haber tomado giros bastante dramáticos. Las reacciones explosivas son las protagonistas de estas seis historias, como respuesta a los hechos que les toca enfrentar a los desafortunados personajes de cada una de ellas, seres comunes y corrientes dentro de su propia realidad. Intentando controlarla, llegan al punto de sobrepasar los límites de la cordura cuando ya no pueden contener la frustración e ira acumuladas por resignación, miedo o sentido común, dentro de un sistema que los pone a prueba permanentemente. Todos estos relatos, situados en contextos completamente distintos, están tan bien realizados -desde su concepto hasta su puesta en escena- que logran movilizarnos como sólo el buen cine sabe hacerlo. Los momentos de extraordinaria tensión se funden con la sorpresa de una carcajada frente al humor irónico de las descabelladas situaciones. Esa capacidad de resiliencia, de convertir el drama en comedia, caracteriza a una generación de argentinos que desarrolló el sentido del humor a base de amarguras. Szifrón hace gala de esa capacidad, dejando ver dónde residen sus influencias pero también poniendo de manifiesto su sello personal, que se hace presente en todos los detalles de esta producción. Con un elenco que encarna a la perfección las pasiones de sus personajes, cada uno de los cortos que componen este largometraje cuenta con un protagonista de lujo, elegido para balancear con los otros. Son de la partida Ricardo Darín, Rita Cortese, Oscar Martínez, Darío Grandinetti, Erica Rivas y Leonardo Sbaraglia, todos nombres consagrados dentro del cine nacional. El elenco se completa con el compositor Gustavo Santaolalla, quien le da a cada relato la ambientación musical perfecta. El resultado final es una maravillosa y desenfrenada sinfonía cinematográfica.
La historia de La Bella Durmiente sufrió muchos cambios a través de los tiempos, y existen varias versiones sobre lo que “en realidad” pasó dentro del mundo de sus protagonistas. Desde el cuento original del siglo XVII hasta nuestros días, cada una de ellas se viene disputando el lugar de la más popular entre la audiencia. Pero no hay lugar a dudas que la más famosa hasta hoy era la versión animada de Disney de 1959, con una estructura digna de los clásicos cuentos de hadas de los hermanos Grimm: princesa en apuros, príncipe al rescate, bruja mala derrotada. También siguió circulando la versión más antigua de Perrault, pero la historia de una bruja mucho más vengativa, sádica y caníbal, nunca fue muy cautivante para el público familiar. Lo que nadie había hecho hasta ahora era contar la historia desde el punto de vista de su villana, la famosísima Maléfica, autoproclamada “ama del mal”. Con una presencia imponente y mucho estilo, la antagonista de Aurora fue ganando popularidad entre los fans hasta hacerle sombra a la mismísima princesa. Como en el caso de muchos villanos tan carismáticos que opacan al protagonista, la imagen de Maléfica fue reproduciéndose en incontables formatos de merchandising, videojuegos, fanarts y etc. Idolatrada más por los jóvenes adultos que crecieron viendo las películas de Disney, que por el clásico público target de niños, finalmente Maléfica consiguió su propio “spin-off” en carne y hueso. Encarnada magníficamente por Angelina Jolie, con un excelente diseño de vestuario y producción en general, la expectativa que se generó causó una avalancha de adelantos, teasers y clips con meses de anticipación. O tal vez fue al revés. Lo cierto es que el tener tanto información al momento de pisar la sala, puede ser contraproducente. “Maleficient” hace mucho más que contarnos otra versión del mismo cuento desde el punto de vista de su protagonista; también devela las razones que la llevaron a ser conocida como la villana de la historia original e incluso nos muestra que varios acontecimientos decisivos pueden no haber sido como nos contaron de chiquitos. Básicamente todo lo que nuestras cabecitas de fans maquinan para justificar las acciones de los “villanos” que son demasiado buenos para ser malos de verdad. Contradiciendo su propia tradición, Disney nos aconseja: “No creas en los cuentos de hadas” desde el tagline. Lo cual puede ser bastante confuso si tenemos en cuenta que esta nueva historia también es un cuento de hadas, pero con tintes modernos. Si hay algo que la factoría del ratoncito supo hacer durante los últimos años, es adaptarse a los tiempos que corren y contarnos historias más “realistas” y adultas si se quiere, pero sin perder la magia que tanto los caracteriza. Estas nuevas películas consiguen lograr ese balance entre dos cualidades aparentemente incompatibles. En esta ocasión podemos encontrarnos con un enfoque bastante parecido al de Frozen (pero sin canciones) y lo que podría haber sido si “La Bella Durmiente” se hubiera estrenado 50 años después. Sin embargo, en algunos momentos la historia parece un poco forzada, suavizada para el público infantil e incongruente en algunos detalles. Visualmente la rompe al nivel de “Alicia en el País de las Maravillas” aunque el 3D es bastante flojo. Pero en resúmen la mezcla de todos los ingredientes se disfruta mucho, entretiene e incluso sorprende (a menos que hayan visto demasiado material del disponible por adelantado).
Discípulos de Katniss En una época donde las sagas sobre futuros distópicos están a la orden del día, llega esta nueva adaptación de una novela para jóvenes adultos, género literario que la viene rompiendo desde Harry Potter. Divergente es el primero de tres libros de la escritora estadounidense Veronica Roth, y su versión para pantalla grande llega con una entretenida propuesta para casi todas las edades, especialmente su público target; el teen. Pero se deja disfrutar por adultos también, con un sólido trasfondo político, e incontables escenas de acción. En un futuro post-guerra, la sociedad se ha organizado en facciones, en pos de mantener la paz. Esta justificación es -como siempre en estos casos- bastante relativa, y la protagonista del film será la encargada de sacar a la luz las verdaderas intenciones de este sistema. Al igual que en Los Juegos del Hambre, será una adolescente común la que llevará la bandera de la resistencia, sin siquiera proponérselo. Todo empieza cuando Beatrice debe tomar el test para decidir a qué facción pertenece, y sus resultados no son concluyentes. Su personalidad determina que no puede ser encasillada en ninguna categoría, y esto la convierte en una “Divergente”. Por supuesto, esto quiere decir que es peligrosa para la sociedad y el sistema que la mantiene funcionando, ya que no puede haber fallas. A partir de ese momento, “Tris” (tal es el nuevo nombre que adopta la protagonista) deberá hacer lo necesario para sobrevivir, a la vez que mantener todo lo que le importa. Como en toda adaptación, los detalles nos son relevantes a la hora de armar el guión, y la historia fluye a un ritmo frenético, sin lugar para cuestionarnos nada. Pero a diferencia de otras adaptaciones, donde la lectura previa del libro original es clave para seguir la trama, el argumento de la película se entiende a la perfección para todos aquellos que van a verla sin ninguna información previa, y el despliegue visual ayuda al relato. La banda de sonido merece una mención aparte, supervisada por el genio de Hans Zimmer (responsable de la música de clásicos como El Rey León y Piratas del Caribe, y de nuevos éxitos como Inception y la trilogía The Dark Knight). En su conjunto, es una buena película. Que si bien cuenta una historia que no se destaca tanto por su originalidad como por su buen ritmo y actuaciones, cumple con entretener y a la vez construye una crítica social cada vez más presente en el cine actual.