EN BUSCA DEL DESTINO Con la desastrosa CARS 2 (2011) creí que Pixar Animation Studios había agotado sus ideas y se había contagiado de Disney. Me equivoqué con lo primero, no con lo segundo. VALIENTE (BRAVE, 2012) vuelve a restaurar mi fe en el estudio creador de algunas de las mejores películas animadas, pero esta nueva producción no es lo mejor que dio. Y sabemos que puede dar más. Su historia (algo que casi no conocíamos gracias a los avances poco reveladores) es bella y divertida, pero además es simple, predecible y muy común en los films de Walt Disney Pictures. De hecho, varias escenas nos remiten a TIERRA DE OSOS (2003). Y aunque eso no la hace menos disfrutable, en materia de relato y originalidad sí es muy notaria la diferencia con otras más recientes como UP: UNA AVENTURA DE ALTURA (2009) o WALL.E (2008). Incluso, a veces es hasta débil por no contar con un villano sólido. De todas formas, sé que VALIENTE es la película para chicos más recomendable actualmente en la cartelera. Su emotiva fábula sobre la familia, la tradición, el amor y el destino es tan madura e inteligente como entretenida. Una animación cada vez más sorprendente, una gran banda sonora y sus hermosos paisajes ayudan a componer el ámbito en el que se desarrolla esta historia: Un reino lejano en el que la princesa Merida, un temerario espíritu libre, discute constantemente con su madre. Mientras la Reina se preocupa por el futuro de su hija, ella solo quiere encontrar su propio destino. Pero eso la llevará a romper una tradición que podría causar una guerra entre reinos, y a un maleficio que cambiará la vida de ambas para siempre. Eso es VALIENTE. Un relato con enseñanza muy tradicional, pero también un gran giro (¡Con aires feministas! ¡Ya era hora!) en la colección de Princesas Disney, y una cinta animada que apuesta por la relación madre-hija (algo pocas veces explorado a fondo por ambos estudios). Pero ojo, no es solo una película para nenas, porque una genial gama de personajes secundarios protagoniza escenas de acción/comedia divertidísimas y delirantes, cargadas de un humor muy Pixar, más que nada físico o de chistes que los mayores disfrutarán del todo. En momentos como esos, VALIENTE se aleja de Disney. Pero siempre termina volviendo. Por ahora no me preocupa, ya que VALIENTE sí es una fresca aventura con un gran corazón que late de principio a fin. Pero la precuela de la intocable MONSTERS, INC. (2001) es lo que sigue del estudio. Se estrena el próximo año y entonces sabremos cual es el verdadero destino de Pixar Animation Studios ¿Más películas animadas brillantes o secuelas/precuelas innecesarias que solo grandes productoras como Disney saben sacar?
BURTON REGRESA Cuando hablamos de Tim Burton, la comunidad cinéfila siempre se divide. Cada vez son más los que opinan que su genialidad está sobrevalorada ya que sus películas son, según ellos, puramente comerciales. Sin embargo, quiero recordarles a esas personas que, desde sus comienzos, Burton trabajó para y con los estudios. Ya sea Walt Disney Pictures, Warner Brothers, Paramount o 20th Century Fox, sus films siempre contaron con presupuestos elevados y actores importantes, apoyados sobre un sello autoral extremadamente reconocible ¿Por qué entonces el público lo acusa ahora de ser un “vendido”? Tal vez lo que ofende a esos cinéfilos es simplemente el hecho de que se volvió muy popular. También creo que la nefasta EL PLANETA DE LOS SIMIOS (2001) o ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS (2010), una obra poco personal y con la firma Disney bien marcada, también tienen la culpa. De cualquier forma, ¿es justo acribillar a un director por tropezar un par de veces dentro de una filmografía realmente buena? A veces pasa. Sin embargo, en esta ocasión, les recomiendo que dejen de lado esos prejuicios y vayan a disfrutar de la simpatía, oscuridad y belleza visual de SOMBRAS TENEBROSAS (DARK SHADOWS, 2012), ya que esta trae consigo al Burton que todos aman. Una gótica soap-opera de los años 60 y 70 fue lo que volvió a juntar - por octava vez - al director con su actor fetiche, Johnny Depp. Como fieles seguidores del show de Tv durante sus infancias, ambos lograron adaptar en película la (poco conocida) historia de Barnabas Collins, un elegante hombre del siglo XVIII, convertido en vampiro por una maldición y condenado a estar encerrado bajo tierra por 200 años. Liberado en 1972 (extravagante época que Burton aprovechó hasta la última gota), el chupasangre regresa a la Mansión Collinwood, su hogar, solo para descubrir que ahora está habitada por sus herederos: una desafortunada familia al borde de la ruina y llena de secretos. Mientras Barnabas se propone recobrar la antigua gloria del apellido, encuentra un obstáculo en el camino: la vengativa bruja que lo condenó a la inmortalidad ¡Pero hay más! En el film también intervienen otros elementos del género - hombres lobo o fantasmas - con los que Burton juega, asusta, homenajea y hasta reinventa. Así transforma, brillante y originalmente, una película que debería haber sido de terror en una delirante y bizarra comedia (de esas protagonizadas por un pez fuera del agua), en la que la dirección, los diseños, los personajes, la fotografía, los diálogos, la banda sonora y el humor son tan “burtonianos” como en sus más memorables y queridas obras. Si bien no es su mejor trabajo ni el más recordable, SOMBRAS TENEBROSAS es sencillamente genial. Hay algunas subtramas débiles y otras que podrían haber sido resueltas de mejor manera, pero Burton sale ileso al lograr orquestar un elenco impecable, en el que se destacan la sexy y muy creíble Eva Green, la eterna Michelle Pfeiffer, un divertido Jackie Earle Haley, una simpática aunque algo desperdiciada Helena Bonham Carter y, por supuesto, Johnny Depp. El actor sigue superándose y aquí se convierte POR COMPLETO en un vampiro del siglo XVIII, adoptando a su magnífica interpretación incluso posturas y movimientos sacados del mismísimo Bella Lugosi - ¿Quién más se acordó de DRÁCULA (1931), LA NOVIA DEL MONSTRUO (1955) o de ED WOOD (1994) cuando Barnabas hipnotizaba al Capitán Clarney (cameo de Christopher Lee) con una mirada fija y un movimiento de dedos? -. Depp crea otro de sus extraños y queribles personajes que, cuando la historia lo demanda, puede ser inocente - interactuando con personas, objetos y costumbres de los años 70, en escenas muy graciosas aunque a veces muy usadas -, letal - cuando calma su sed en momentos realmente violentos - o hasta romántico. Porque SOMBRAS TENEBROSAS no es solo una comedia de vampiros con sangre, diversión y sexo sobrenatural al ritmo de Barry White. Como lo hacía antes y en muchas de sus mejores cintas, Tim Burton crea aquí un relato sobre la importancia de la familia, los padres ausentes, los secretos, los pasados oscuros, los amores imposibles y las infinitas posibilidades del amor. Tal vez se quede corto para hablar sobre cada uno de esos temas, pero de algo no hay duda: ¡Su voz es la misma de antes!
LEVANTATE Y ANDA Inicia. Cae. Asciende. BATMAN INICIA (BATMAN BEGINS, 2005). BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE (THE DARK KNIGHT, 2008). BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE ASCIENDE (THE DARK KNIGHT RISES, 2012). La primera es una de las mejores y más serias películas basadas en un cómic que se hayan hecho. Un oscuro drama de personajes muy reales que planteaba debates interesantísimos sobre las diversas concepciones de la justicia y su contradicción con la venganza, además de ahondar en los orígenes de nuestros miedos, en el valor necesario para enfrentarlos y en cómo no es lo que somos por dentro lo que nos define, sino nuestras acciones. La segunda es, para muchos, más que la obra cúlmine del cine de superhéroes, un excelente film que trasciende a su propia naturaleza comiquera. Un trágico y maduro relato político y policial, sobre locura, odio, anarquismo, caída y caos, centrado en las delgadas líneas que separan al bien del mal, en los héroes que merecemos y en los que necesitamos ¿Qué es entonces la tercera película? Para mí es muchísimas cosas - algunas buenas, otras malas -, pero empiezo simplemente diciendo que es la épica conclusión de la leyenda del Cabello de la Noche. Ocho años después de convertirse en el paria de Ciudad Gótica, Batman ha desaparecido y Bruce Wayne (Christian Bale) es ahora un ermitaño al borde de la quiebra. Pero al menos, los ciudadanos han podido disfrutar de una era de paz que llega a su fin cuando un fuego empieza a ascender de las profundidades del infierno: Bane (Tom Hardy). El meticuloso mercenario quiebra cada uno de los estamentos de la sociedad, hasta apoderarse de la ciudad. Con el tiempo corriendo en su contra, la fe rota y la esperanza perdida, el destino de Gótica dependerá del regreso del Caballero Oscuro y de sus aliados: el comisionado Jim Gordon (Gary Oldman), el detective John Blake (Joseph Gordon-Levitt), su mayordomo Alfred (Michael Caine), Lucius Fox (Morgan Freeman) y Miranda Tate (Marion Cotillard) de Empresas Wayne, y la ladrona Selina Kyle (Anne Hathaway). Esa es la historia de BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE ASCIENDE, por la cuál estuvimos esperando desde 2008. Y aunque creo que sí valió la pena la espera, no puedo dejar de mencionar que en ciertos aspectos desilusiona. Christopher Nolan nos entrega un espectacular y abrumador viaje que cierra la trilogía a lo GRANDE. Sin embargo, esta no es su mejor película, ni mucho menos la mejor de la saga. De hecho, y a pesar de ser un muy buen film - disfrutable y discutible -, creo que es su contribución más débil a la franquicia del Hombre Murciélago. BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE poseía una filosofía impresionante que iba más allá del Joker. Tanto sus ideas anárquicas como las contradicciones del heroísmo, las imposibilidades de la justicia y la profética teoría de Harvey Dent (“Mueres siendo un héroe o vives lo suficiente para verte convertido en el villano”) eran claros ejemplos de un libreto pensado a fondo y arriesgadamente distanciado de los cánones de la filmografía comiquera. Lamentablemente, para esta nueva entrega, Nolan y su equipo de escritores cambiaron de rumbo. La filosofía revolucionaria de Bane (¡El poder al pueblo!) en BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE ASCIENDE es interesante y está bien explotada, pero no trabajada en profundidad. En algunas ocasiones hasta se desvirtúa y nos remite a la de Rha’s Al Guhl, volviéndola en ese aspecto reiterativa. Esa es una de las debilidades de un guión cuyo nivel baja considerablemente con respecto al de su predecesora, y cuya historia es menos cerebral y más simple. Sin alejarse o romper las reglas de su propio universo, Nolan se renueva, pero lo hace apostando por lo seguro; por lo más comercial; por recursos poco pensados y muy de manual (bombas de tiempo, por ejemplo); por giros narrativos forzados y soluciones fáciles; por algunos diálogos, situaciones o chistes exagerados o demasiado puestos al servicio de la historia (Bane encontrando el discurso de Gordon) y de los fans (Batman diciendo “Así que así es como se siente” cuando Catwoman desaparece; o el desenlace de la trama de Blake). Esos errores van desgarrando de a poco la calidad de un libreto indiscutiblemente bueno e inteligente, pero no perfecto. Construida narrativamente como un mecanismo en el que todas sus piezas encajan - aunque con algunos baches en el camino -, BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE ASCIENDE empieza asombrosamente y continua así hasta sus últimas escenas, cuando una revelación final - eso que pasa después de Batman Vs. Bane, Round 2 - convierte al film en algo predecible y en ocasiones burdo, dejando arbitrariedades, cosas no aclaradas y otras mal resueltas. Algo muy serio teniendo en cuenta que se trata del cierre de esta inolvidable versión del Cruzado Encapotado. Si el guión es lo más débil, lo más sólido de BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE ASCIENDE es, sin dudas, la acción. La película cuenta con secuencias emocionantes, realmente épicas y muy bien filmadas, peleas cuerpo a cuerpo o escenas de violencia brutales, y persecuciones asombrosas que superan ampliamente a las escenas de acción de BATMAN INICIA y BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE. El regreso del BatPod y “El Murciélago” son dos buenos hallazgos, la banda sonora es asombrosa y los efectos especiales también son mejores, al igual que muchas de sus interpretaciones. Si bien nadie superará a Heath Ledger, Michael Caine y Christian Bale entregan aquí actuaciones impecables, gracias a que el film se anima a explorar la relación de Bruce Wayne y Alfred en escenas dramáticas conmovedoras, y a centrarse más en la odisea emocional del millonario huérfano y en sus conflictos, que en el héroe enmascarado - algo que THE DARK KNIGHT decidía ignorar -. Los demás integrantes del elenco cumplen con buenas interpretaciones (en especial Oldman y Gordon-Levitt), pero preferiría centrarme en Hathaway y Hardy. Ella no es ninguna Michelle Pfeiffer, pero a diferencia de la Catwoman de BATMAN VUELVE (1992), la versión Nolan del personaje no tiene la suficiente participación como para lucirse. Tampoco la suficiente libertad, ya que una mujer que se comporte muy felinamente no encajaría en un universo realista como el THE DARK KNIGHT RISES. Aunque no se la aprovecha al máximo, Hathaway es tan sexy y peligrosa como la película se lo permite, y lo suficiente como para hacernos olvidar la espantosa versión previa del personaje, a cargo de Halle Berry. También nos olvidamos por completo del Bane de BATMAN & ROBIN (1997). Hardy se une a esa colección de actorazos (Hugo Weaving en V DE VENGANZA, Jackie Earle Haly en WATCHMEN, etc.) que supieron sorprender con sus interpretaciones a pasar de contar con una máscara sobre su cara en cada escena. Valiéndose de la voz, movimientos, posturas y miradas, crea a un Bane que no es el descerebrado que conocíamos, sino un imponente, atemorizante y despiadado ser que siembra el pánico en Gótica como sus predecesores no pudieron hacerlo. Aunque el cierre de su propia historia es débil, el villano resultó ser una buena elección, de lo mejor del film y algo verdaderamente novedoso: La primera verdadera amenaza física para Batman. Seguramente muchos estarán en desacuerdo, pero debo decir que THE DARK KNIGHT RISES no es el perfecto final que Nolan nos podría haber dado. Sí, el guión es responsable, pero la campaña de marketing y nosotros mismos también cargamos con algo de culpa. Enaltecimos demasiado al director y a sus brillantes versiones del Hombre Murciélago, nos atrevimos a pedir algo superior y nuestras expectativas eran altísimas ¿Qué hacemos entonces? ¿Acribillamos a Nolan por “defraudarnos” o lo alabamos por cerrar de manera correcta una de las mejores trilogías cinematográficas de nuestra era? Sé que podría haberse superado y darnos algo aun mayor, pero decidió seguir por un camino que no suele tomar y que probablemente desilusionará a varios: El más fácil. THE DARK KNIGHT RISES no llega nunca a convertirse en la mejor de la saga, en un film revolucionario o en la obra más trascendental del cine comiquero, pero tampoco deja de ser una estupenda película de superhéroes con dos horas y media que se esfuman en un abrir y cerrar de ojos, entre escenas inolvidables: La secuencia inicial en el avión; las de la policía de Gótica persiguiendo a Batman o enfrentándose al ejercito de Bane; las peleas entre el héroe y el villano; los momentos en que el protagonista comparte pantalla con Catwoman; la confesión de Alfred y (los que la vieron me entenderán) el ascenso de Bruce Wayne. ¿Qué es entonces esta tercera parte? Es el muy entretenido, satisfactorio, emotivo, fuerte, épico y oscuro desenlace de la adaptación que merecía este personaje y que nosotros necesitábamos. El descorazonador final del viaje de un hombre y una impactante historia sobre el coraje, el dolor, la venganza, la injusticia, la rebelión, las fallas de la ley y la inmortalidad de los verdaderos héroes. Valiéndose de una auto-referencialidad que nos llena de nostalgia, Nolan logra con BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE ASCIENDE darle un cierre circular a su visión, generar originalmente una nueva lectura política sobre las diferencias sociales y terminar de trazar sus profundas ideas sobre el Hombre Murciélago: Que puede ser aquel que tome las decisiones que nadie más puede tomar; que puede ser cualquiera de nosotros, hasta un niño huérfano; que es alguien que superó sus miedos para convertirse en el miedo mismo; que no es un héroe, sino un guardián silencioso, un protector vigilante; que es un hijo que supo entender que nos caemos para aprender a levantarnos; y que es alguien que, buscando los medios para combatir la injusticia, decidió serle fiel a un ideal, a un símbolo, hasta convertirse en algo más. En algo elemental, algo incorruptible, algo imparable, en algo más que solo un hombre… en una Leyenda.
¡QUÉ NO VIVA LA PATRIA! Trabajar en una página como CiNerd implica que ya sabés que film llegará a los salas varios meses (¡o años!) antes de su estreno. Casi nunca veo en el cine el avance de una película que no sabía que existía. Sin embargo, eso me pasó con SOLEDAD Y LARGUIRUCHO (2012). Cuando presencié por sorpresa a ambos personajes compartiendo la pantalla y preparándose para su llagada durante las vacaciones de invierno, sentí que algo espantoso estaba por pasarle al cine argentino. Cómo me hubiese gustado estar equivocado, porque anoche pagué 22 pesos para presenciar lo que sin lugar a dudas fue uno de los peores exponentes del cine nacional y el espectáculo más burdo, patético, chabacano, berreta y vergonzoso que mis ojos tuvieron la desgracia de ver ¿Cómo? ¿A tu sobrinito le gustó? Me chupa un huevo ¡Bienvenidos a la crítica de SOLEDAD Y LARGUIRUCHO! Su título ya de por sí es una garcha, porque los protagonistas son más bien los villanos creados por García Ferré: el profesor Neurus, la bruja Cachavacha, Pucho y el capo de Serrucho. La película muestra sus fallidos (y cansinos) intentos de sabotear a La Sole - quien va de gira por todo el país -, para que Cachavacha pueda convertirse en la nueva ídola musical. Es decir, historia casi no hay. Tampoco importa mucho, porque claramente es un proyecto destinado a pendejos no mayores de 5 o 6 años. Los personajes del título están constantemente hablándole a cámara, dirigiéndose a los pequeños hipotéticos espectadores, preguntándole boludeces y pidiéndoles que canten con ellos al mejor estilo Discovery Kids. Se imaginarán el momento incomodo que pasé cuando Larguirucho me preguntaba si la mariposa era o no poca cosa y a mi simplemente me pasaba por el centro de las pelotas ¿“Una película para disfrutar en familia”? Sí, ¡ESTA! Hay escenas descolocadísimas, efectos digitales horribles, una dirección pobre, nada de gracia o ingenio, cero conflicto o tensión, nada de frescura o novedad, diálogos pésimos y muy, muy, MUY malas actuaciones entregadas por el elenco “humano” - no es joda, muchos de sus actores parecen ser los amigos del primo del productor -. También hay algunos cameos de celebridades nacionales como Diego Capussotto o Carlitos Balá, que están completamente al pedo y que solo sirven para darles una imagen de boludos bárbaros, para nada divertidos (o sea, lo contrario a la realidad), o para que tu viejo diga:“¡Mirá, hay está Carlitos Balá! ¡Qué recuerdos!”. La Sole, por su parte, no entraría dentro del elenco “humano” del que hablo. No es porque no sea de nuestra especie (hasta donde yo se, es humana), sino porque prácticamente no actúa. Hace de ella misma, canta y revolea el poncho como mejor sabe, en casi todas sus escenas. Eso sí, cuando tiene que interactuar con elementos ajenos a la realidad, como Larguirucho o los demás seres animados, da calambres. Y lo peor es que en más de una ocasión se ve obligada a participar en escenas horripilantemente mal pensadas (y peor llevadas a cabo), como cuando se transforma (¡¿al mejor estilo Mujer Maravilla?!) en una Beatrix Kiddo argentina para pelear en una lucha cuerpo a cuerpo contra Cachavacha, por el destino de ¡¿su poncho?! OH… MY… FUCKING… GOD. Pero nada de lo que mencioné anteriormente supera los dos elementos que más odio de SOLEDAD Y LARGUIRUCHO. Y lo peor es que ambos están estrechamente relacionados durante todo el maldito metraje: Larguirucho y esa desvergonzada y ridícula sobrecarga de patriotismo argento. Déjenme darles un ejemplo: la película empieza con el personaje animado despertándose en su chocita en medio del campo ¿Qué es lo primero que hace después de desperezarse? Ceba un mate y se pone a tocar una chacarera con su guitarra mágica ¡Y ni siquiera iban 5 minutos de película! ¡No da, mi viejo! Y yo que me quejaba del propagandismo yankee en BATTLESHIP: BATALLA NAVAL (2012). Aquí, cada 2 planos, hay una mención al fútbol, a Boca, a Messi, al 25 de mayo, al Cabildo, a Gardel y a hasta al sánguche de salame y queso (¡!), o visitas re varadas a diferentes lugares del país como si fuera una guía turística. Mientras Neurus y sus secuaces hacen sus planes, y La Sole canta de escenario en escenario, la función de Larguirucho es más simple: pasearse en caballo por las provincias, recitando “lecciones de vida” y vomitando insoportablemente argentinidad al palo. De vez en cuando se le aparece a Soledad para bailarse un candombe y luego seguir viaje. El hecho de que su nombre esté en el título de la película es tal vez un misterio incluso mayor que el de por qué carajo decidieron filmar esta bazofia de la que no puedo rescatar nada. “El Chaqueño” Palavecino es insoportable, actúa para el orto y su mejor escena es cuando el comisario lo arresta por estacionar el helicóptero en medio de la calle (sí, él es el piloto/chofer de La Sole ¿algún problema?). Creo que solo hay UN chiste que me hizo reír (un murciélago que Cachavacha usa como GPS en su escoba), pero ni siquiera hay una buena canción. Ni una. Tal vez pueda destacar los constantes easter eggs a Hijitus (¡su cara aparece hasta en la sopa!) o el intento de emular la onda ¿QUIÉN ENGAÑÓ A ROGER RABBIT? (1988), al meter clásicos personajes animados en nuestro mundo. Pero el film también desaprovecha esa oportunidad y se pierde en un sinfín de estupidez que los niños NO deberían ver. En serio, papis, alquílenles una de Pixar que no son tan boludos como para no disfrutarla. Por su parte, SOLEDAD Y LARGUIRUCHO debería ser la muerte de estos personajes animados y una severa advertencia para su creador de que no vuelva NUNCA a hacer una película con sus personajes (a menos claro que sea de Hijitus) ¡Fu Fu! Y chucu, chucu, las pelotas ¡Devolveme la plata, García Ferré, y la concha de tu madre!
CADA TROPIEZO CUENTA Al momento de hacer una película, no hay que olvidar que existen temas que tienen que agarrarse con pinzas y ser tratados con delicadeza. EL CAMINO (THE WAY, 2010) intenta hablar sobre muchos de esos temas - la vida, la muerte, la paternidad, la redención, la auto-superación, la amistad, los sueños, la fe, la religión, la obesidad, el aborto, las diferencias culturales -, pero nunca llega a tratar con el debido respeto o tiempo a cada uno. Eso la convierte en lo que para mí es, más que nada, una guía turística europea con un buen punto de partida, algo de humor, algo de drama, algo del gran Martin Sheen, pero mucho cliché y fallas. El film empieza rápido y sin mucha intensidad: Mientras juega golf, Tom Avery (Sheen), un oftalmólogo de California, se entera de que su hijo Daniel (Emilio Estevez, su hijo en la vida real y el responsable de este film), con quien no tenía una muy buena relación, murió en Francia mientras comenzaba a hacer el Camino de Santiago de Compostela, una caminata espiritual por el corazón de Europa. Al llegar allí y recibir la cenizas de su hijo, Tom decide que terminará el Camino por él. Durante el recorrido, diferentes individuos se unirán a él y lo acompañarán en este viaje que cambiará su vida, su modo de ver el mundo y de recordar a su hijo. Obviamente, es uno de esos films que llegan al corazón del espectador, pero el modo en que Estevez lo dirigió no permite que llegue también a su cerebro. Visualmente es lindo pero poco interesante y poco personal, ya que los planos bien podrían haber salido de un documental de Discovery Channel. Mientras que narrativamente, EL CAMINO falla en varios puntos. Primero, sus personajes: todos, a excepción de Tom, son una colección de insoportables individuos estereotipados que nunca llegas a querer, incluso a pesar de que a veces aportan momentos de comedia. Su evolución es torpe y sus aportes a la historia principal son casi innecesarios. Probablemente hubiese sido más aburrida, pero Tom Avery debería haber recorrido este camino solo, al mejor estilo HACIA RUTAS SALVAJES (INTO THE WILD, 2007), un verdadero ejemplo de este estilo de cintas, tanto a nivel visual como narrativo. El film es muy de manual y su estructura está demasiado apegada a la de las road-movies, volviéndose de a momentos repetitiva y predecible. Camina, para, conoce a alguien, camina, para, conoce a alguien, camina, para, conoce a alguien. En cada paso que Tom da, en cada parada que hace y en cada persona que conoce, el film suma un nuevo tema. El problema es que trata demasiados y de manera muy light. En vez de esta tomada de pelo, EL CAMINO debería haberse centrado por completo en la relación padre-hijo, ya que cuando Sheen y Estevez comparten la pantalla, son magníficos. Pero, aunque a veces reaparece en flashbacks o en las enternecedoras visiones de Tom, el guión olvida en más de una ocasión a David para contar sub-tramas débiles o poco interesantes que a veces no cierran; escenas que intentan ser graciosas o dramáticas pero son patéticas o muy varadas; algunas enseñanzas de vida mal dadas y un final desabrido y poco emotivo. Si bien no se aburrirán y sí se emocionarán con la historia de Tom, lamentablemente encontrarán muchas piedras en este camino, con las que el film tropieza en más de una ocasión. Y en cine, muchas veces, un tropezón es caída. Aquí ciertamente lo es.
EL SHOW DEBE CONTINUAR Cuando se tienen las herramientas necesarias y el único límite es la imaginación, entonces todo es posible. Esa debe ser una de las creencias de las mentes detrás de MADAGASCAR 3: LOS FUGITIVOS (MADAGASCAR 3: EUROPE’S MOST WANTED, 2012), la nueva película de DreamWorks AnimationStudios que representa dos cambios muy importantes para la compañía productora creadora de SHREK. Primero, el cierre de la trilogía de los animales neoyorkinos, que obviamente volverán pero con aventuras muy distintas. Segundo, una forma nueva y fresca de repensar sus películas animadas, apostando al espectáculo, a la belleza visual y al muy buen aprovechamiento de la tecnología 3D. Porque a nivel narrativo, MADAGASCAR 3: LOS FUGITIVOS no es de lo mejor. De hecho, cae una y otra vez en uno de los lugares más comunes y gastados de la narración del cine infantil: ese en el que los protagonistas mienten para obtener algo, luego son descubiertos y rechazados, para al final volver en busca de redención y perdón. Pero la historia importa poco, ya que MADAGASCAR 3: LOS FUGITIVOS es, mas que nada, una divertida y alocada serie de chistes para grandes y chicos, intercalada con secuencias visualmente asombrosas, a cargo de una simpática pandillas de personajes que ya se ganaron un lugarcito en el corazón de los espectadores. La película empieza como terminó MADAGASCAR 2 (MADASCAR: ESCAPE 2 AFRICA, 2008), la flojísima entrega anterior: Los Pingüinos parten en un avión a Monte Carlo, mientras el cuarteto se quedaba por una temporada en África. Todos contentos. Pero ni bien empieza MADAGASCAR 3: LOS FUGITIVOS, descubrimos que Alex extraña mucho Nueva York y que quiere regresar a toda costa. Es así como el león arrastra a su manada (la cebra Marty, la jirafa Melman, la hipopótamo Gloria, el rey lémur Julien y sus dos “súbditos”) hasta Mónaco. Después de un incidente en el hotel donde estaban los Pingüinos, los animales se convierten en fugitivos cuando empiezan a ser perseguidos por la infalible capitana de Control Animal, Chantel DuBois. Para escapar de ella sin ser vistos, se unen a un circo que viaja por toda Europa, con la esperanza de volver a casa. La historia es simple y predecible, pero al menos se aleja del ambiente selvático. Además, nunca deja de entretener y tiene mucho más sustento que MADAGASCAR 2. Sus viejos personajes cumplen de manera sobresaliente las mismas funciones que cumplían en las entregas anteriores, aunque no crecen sino hasta la secuencia final y algunos (Marty y los Pingüinos) están desaprovechados. A excepción de Chantel DuBois, los nuevos personajes no aportan mucho y serán necesarias varias secuelas para que nos encariñemos con ellos. Pero nada de eso es el punto fuerte de MADAGASCAR 3: LOS FUGITIVOS. DreamWorks no es Pixar y nunca lo será, así que no podemos esperar mucho de sus guiones. Pero en lo que este estudio es realmente bueno - además de sus innumerables y bien usadas referencias a la cultura pop - es encontrando ese punto medio entre una idea completamente loca y una idea graciosísimo. A partir de ese encuentro surgen secuencias geniales (la de la fuga de Mónaco, la del “Circo Americano”), tan delirantes como originales, en las que sus animadores supieron volcar un arsenal visual realmente único. Estando este al servicio de la narración, y esta a su vez servicio del 3D, el resultado es una buena película animada, no tan memorable como la primera, pero igual de divertida. Les prometo que dejarán la sala riendo, amando el 3D y queriendo mover el bote al ritmo de “Tata tara rara rata circo, tata tara rara rata afro”.
TODO CAMBIA ¿Qué cambia primero? ¿La historia contada, el padre que la cuenta o el niño que la escucha? ¿El espectador o el cine? Tal vez la mejor manera de responder esto sea mencionando el caso de BLANCANIEVES & EL CAZADOR (SNOW WHITE & THE HUNTSMAN, 2012), el estreno de la semana que se conformó a partir de esa verdad definitiva: Todo Cambia. Podría decir que dicho cambio empezó con la trilogía EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, cuando los enanos y elfos del cine dejaron de ser inocentes criaturas melódicas del bosque para participar en épicas odiseas y batallas. Fue allí donde asomaron sus narices los productores hollywoodenses, quienes después comenzarían a olfatear entre las estanterías de libros, buscando un aroma a Tolkien en donde sea. Y lo hallaron en “Las Crónicas de Narnia” de C.S. Lewis, en la última novela de “Harry Potter” de J.K. Rowling y, aunque parezca imposible de creer, en “Alicia en el País de las Maravillas” de Lewis Carroll. Con la adaptación de esta última a cargo de Tim Burton en 2010, Universal Pictures recaudó altas cifras de dinero de entradas y le permitió descubrir una formula aparentemente exitosa: tomar un clásico infantil y reinventarlo ¿Por qué? Simple, fuimos nosotros los que cambiamos. Ya no buscamos desesperadamente el “y vivieron felices por siempre”, ya no odiamos por completo a los villanos y no le tememos tanto a la oscuridad. Hemos escuchado la misma historia una y otra vez, y nos aburre. Si no me creen, acuérdense (si es que pueden) de ESPEJITO ESPEJITO (MIRROR MIRROR, 2012), una adaptación mucho más fiel del cuento de los hermanos Grimm, que pasó casi desapercibida por las salas. Déjenle el beso, la boda y los animalitos limpiando la casa para los nenes. Queremos sombras, sangre, duelo de espadas y Charlize Theron bañándose en bolas. Lamentablemente, querer no es tener. Si bien BLANCANIEVES & EL CAZADOR nos prometía todo eso, es poco lo que entrega. El film se adapta al cambio para no morir y para llegar a los nuevos espectadores, pero no cambia del todo. Como resultado queda una insípida versión más oscura del relato, que falla al seguir contando con vestigios del cuento y de la película animada de Disney; sin mencionar los baches y clichés en el guión, y la pésima elección de Kristen “Crepúsculo” Stewart como la protagonista. Había una vez… una malvada Reina (Theron) que, para mantenerse joven eternamente, envía al Cazador (Chris “Thor” Hemsworth) a buscar a la princesa fugitiva Blancanieves (Stewart), la más bella de todo el reino y a quien planea quitarle el corazón. Pero al encontrarla, él decide abandonar su misión y unirse a ella. Con la ayuda de una banda de siete enanos (Bob Hoskins, Brian Gleeson, Nick Frost, Ian McShane, Eddie Marsan, Toby Jones, Ray Winstone) y del príncipe William (Sam Claflin), Blancanieves y el Cazador marcharán a la guerra para intentar derrotar a la Reina, y recuperar el trono que por derecho le pertenece. Cuando BLANCANIEVES & EL CAZADOR más se aleja de BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS (1937), mejor le hace. En algunas escenas (el Bosque Negro, bien al estilo Tim Burton; el espejo cobrando vida; el ataque del Troll u otras criaturas; la siniestra parte de la manzana o de la Reina convertida en cuervos), el film alcanza una oscuridad muy arriesgada y novedosa que le favorece bastante. Pero todo lo que construye se desmorona ni bien se presentan las fallas de esta producción. Hay penosos Momentos Disney (la escena con las hadas; el enano que invita a Blancanieves a bailar; el encuentro entre ella y el Troll), algunos lugares o personajes comunes de la narración (el enano que muere salvándola o el enano sabio) e indudables malas actuaciones (Stewart y Claflin casi siempre y, a veces, Hemsworth) que hacen que, en muchas partes, los 127 minutos avancen muy lentamente. Intenta desprenderse en más de una ocasión, pero BLANCANIEVES & EL CAZADOR está tan agarrada al cuento que su desarrollo y su final se vuelven muy predecibles. Aunque el film se permite algunos cambios interesantes (uno que otro muy tirado de los pelos), lamentablemente no sabe aprovecharlos. Si vieron la cinta, sabrán que me refiero a esa forzada “historia de amor” entre los dos personajes del título, que por cierto carecen de toda química. Su relación es débil, al igual que la de Blancanieves y el Príncipe, y ninguna de las dos termina de conformarse con solidez. Casi como si se estuvieran planteando las bases para un triangulo amoroso que se desarrollaría en las posibles futuras secuelas ¿Cómo? ¿Team Cazador y Team Príncipe? Se los suplico, señores productores: ¡NO LO HAGAN! No hay mucho para destacar en BLANCANIEVES & EL CAZADOR. Sí, su fabuloso diseño artístico, sus espectaculares efectos y su a veces lúgubre/a veces bella fotografía le dan a la película un buen acabado a nivel técnico. Y si tenemos en cuenta que es el debut como director de Rupert Sanders, el film es un verdadero logro audiovisual y ansío ver que le espera más adelante al realizador. Pero ni el Cazador de Chris Hemsworth (simpática aunque desaprovechada mezcla entre Aragorn con Jack Sparrow), ni la temible y sexy Reina de Charlize Theron (magnífica y lo mejor de la cinta) pueden evitar que BLANCANIEVES & EL CAZADOR se convierta en una película que se queda en medio camino entre una olvidable versión de una historia que todos recuerdan y un fallido intento de copiar el estilo de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS - con planos similares, calcos de Gimli y batallas menos épicas pero igual de efectivas -. Aprecio la intención de reinventar la historia y de darle más fuerza a sus personajes femeninos ya que, en resumen, entretiene. Pero en el minuto en que contrataron a Kristen Stewart como la protagonista, el film ya estaba condenado. No solo NO es más hermosa que Charlize Theron (la pifiaste, Espejo Mágico), tampoco es capaz de actuar, sostener el peso del film sobre sus hombros, decir una línea sin tartamudear o mantener los labios cerrados sin que se le vean lo paletones. Pero todo cambia y, lamentablemente, una “actriz” como Stewart es considerada hoy en día como sinónimo de taquilla y no como la manzana podrida del cine que en realidad es.
EL CORAZÓN ENTRE LAS TETAS Una de las más recientes comedias yankies para adolescentes que pudimos disfrutar fue PROYECTO X (PROJECT X, 2012), una zarpada producción de Todd Phillips que, si bien era muy divertida, carecía de ese elemento que hace que los espectadores sientan empatía por los personajes e interés por sus historias. En Hollywood a ese elemento le dicen “corazón”. Al no contar con él, PROYECTO X terminó siendo simplemente la filmación de una fiesta, y de sus personajes, un trío de estereotipados adolescentes, me acuerdo poco y nada. Sin embargo, a pesar de haber pasado varios años desde que los vi por primera vez, aun recuerdo a Jim, Oz, Finch y Kevin, y hasta con quien perdieron la virginidad cada uno de ellos, en la fiesta de Stifler después del baile de graduación. AMERICAN PIE (1999) era una verdadera comedia de y para adolescentes, ya que no eran solo chistes de tetas y pajas, sino que presentaba además una historia sobre amistad y maduración, con verdaderos jóvenes tratando de sobrevivir a esa etapa de sus vidas, con las hormonas alborotadas. AMERICAN PIE 2 (2001) dio un paso más para centrarse en el temor al cambio y el paso a la vida adulta. AMERICAN PIE: LA BODA (AMERICAN WEDDING, 2003) nos habló menos eficazmente sobre el amor y la amistad verdadera. Pueden pensar que estoy exagerando el legado de esta franquicia ya que, para muchos, AMERICAN PIE nunca pretendió ser algo más que las guasadas del Stifmeister, las gomas de Shannon Elizabeth, Finch cogiéndose a la mamá de Stilfer (la MILF original: Jennifer Coolidge) o “Thisone time, at band camp…”, y tal vez tengan razón.Pero no cualquier comedia queda grabada en la cultura pop, y no de cualquier película me interesa saber que fue de la vida de sus personajes una década después. Para los que comparten mi interés, para los que quieren reírse un rato, para los simpatizantes de esta saga o para los que simplemente quieren ver culos o un buen par tetas, ya está en cines AMERICAN PIE: EL REENCUENTRO (AMERICAN REUNION, 2012), la divertidísima y osada última porción, con mucho corazón, nostalgia, risas y un guión que, aunque tropieza de a momentos con algunos clichés y subtramas débiles, posee un buen desarrollo de sus personajes y el mejor final para casi todos ellos.The boys are back! Si disfrutaron de las primeras tres porciones y se acuerdan brevemente de ellas, entonces no pueden dejar de ver AMERICAN PIE: EL REENCUENTRO. Usando el MISMO sentido del humor, esta cuarta entrega (ni siquiera voy a mencionar las otras cuatro espantosas secuelas que salieron directo a DVD ¡Mierda, acabo de hacerlo!) comienza con Jim (JasonBiggs) y Michelle (AlysonHannigan), ya con un hijo, enfrentando algo completamente normal y natural: la falta de sexo en su vida de casados. Intentando encontrar una solución, Jim le propone asistir a su reunión de la secundaria donde seguramente tendrán un tiempo para ellos solos. Obviamente se equivoca, ya que ni bien regrese a East Great Falls, Jim se encontrará con los incomodos consejos de su papá viudo (Eugene Levy), con Stifler (Seann William Scott) queriendo seguir de joda a pesar de que todos ya maduraron, con Oz y Heather (Chris Klein y Mena Suvari) reavivando la llama, con Kevin y Vicky (Thomas Ian Nicholas y Tara Reid) cerrando su historia, con un Finch (Eddie Kaye Thomas) bastante apagado, con nuevas vergonzosas situaciones, y con una nena de 18 años que le tiene ganas. Ufff, pobre vago. Después de varios años desde la primera parte, durante los cuales muchísimas películas intentaron robar su formula - algunas con éxito, como SUPERCOOL (SUPERBAD, 2007) -, uno podría llegar a pensar que la franquicia está agotada,pero no es así. AMERICAN PIE: EL REENCUENTRO es tan grosera y entretenida como lo fue a fines de los ‘90, y lo logra a partir de mantenerse fiel a sus inicios (hay constantes referencias a las primeras entregas y reapariciones de viejos personajes), de saber aprovechar lo que tiene (las catastróficas desventuras de Jim, los consejos de su papá y las locuras de Stifler son aun mayores) y, al mismo tiempo, de reinventarse: (SPOILERS) esta es la única de la saga en la que Finch no garcha con la mamá de Stifler. En su lugar tenemos a Stifler levantándose a la mamá de Finch ¡Es arte! (FIN DE SPOILERS). Si bien el libreto presenta algunas fallas, ridiculeces o escenas con poca fuerza o innecesarias - la débil trama de Finch; Oz convertido en famoso después de participar en un programa onda “Bailando por un Sueño”; el cameo de Neil Patrick Harris; el Sr. Levenstein preparándose para buscar novia por internet-, AMERICAN PIE: EL REENCUENTRO se las arregla para salir airosa y convertirse en una de las mejores de la franquicia y, sobre todo, en la más madura y zarpada. Sí, hay muchos momentos de sexo/colas/tetas/puteadas/caca y hasta un desnudo frontal de Jason Biggs, pero sus personajes no dejan nunca de hacer latir ese corazón que caracteriza a la serie -algo que creo que se da, en parte, por las buenas actuaciones del elenco, en el que se destacan sorprendentemente Seann William Scott y Alyson Hannigan-. Obviamente AMERICAN PIE ya no es una saga de adolescentes, pero sigue siendo capaz de hablar sobre el paso a la vida adulta, la amistad verdadera y el temor al cambio, manejando mientras tanto (y muy correctamente) un humor físico zarpadísimo que los pibes celebrarán. También lo harán los mayores que se aventuren a verla y los fanáticos de la franquicia que llevan años esperando una última porción. Bueno, aquí la tienen servida. Cuidado que está bien caliente.
BOMBA DE ESTRUENDO En un nuevo desesperado intento de recaudar varios millones, Hollywood une dos de sus tendencias más usadas en la actualidad: la de invasiones aliens y la de “adaptemos lo que sea”. Así sale a la superficie BATTLESHIP: BATALLA NAVAL (BATTLESHIP, 2012), una entretenida superproducción basada en el popular juego de mesa, que tiene la suerte de venir precedida por recientes películas y series de extraterrestres tan flojas como SKYLINE: LA INVASIÓN (2010), INVASIÓN DEL MUNDO: BATALLA: LOS ÁNGELES (2011) y “Falling Skies”. Es decir, nadie esperaba mucho de ella más que el solo hecho de divertir e impactar con sus efectos especiales y escenas de acción ¿Y qué creen? Eso es exactamente lo que hace. Después de todo, es lo nuevo de las dos compañías que nos trajeron la trilogía TRANSFORMERS. Todo empieza cuando la NASA descubre que hay otro planeta muy similar al nuestro, donde podría haber vida extraterrestre. Por supuesto, se les ocurre armar un satélite para enviar una señal e intentar comunicarse. Lo que no sabían era que la respuesta que recibirían sería una invasión. Por otra parte, conocemos al protagonista de nuestra historia: Alex Hopper (Taylor “John Carter” Kitsch), uno de esos típicos rebeldes expertos en meterse en problemas y sin motivaciones, que se une a la marina por su hermano (Alexander “True Blood” Skarsgård) y aprende como ser un héroe al terminar capitaneando el único navío que le presentará batalla a los alienígenas. También hay una patética historia paralela con la novia de Hopper, un ex-soldado discapacitado y un nerd enfrentando a los extraterrestres en tierra firme, de la que ni siquiera voy a hablar porque es lo peor de este estreno. BATTLESHIP: BATALLA NAVAL es una película grande, pero no una gran película. A nivel de humor, diálogos, progresión dramática y construcción de personajes, el guión de este nuevo tanque hollywoodense es del mismo calibre que la primera TRANSFORMERS (2007). Es decir, chistes fáciles, protagonistas chatísimos y una historia simple y muy predecible en la que Hasbro y Paramount Pictures volcaron toda su artillería pesada: destrucciones de ciudades, naves espaciales, explosiones de barcos y aviones, explosiones y más explosiones que valen la pena el precio de la entrada y del pochoclo. Esta película bien podría haber sido una de Michael Bay, pero al parecer estaba ocupado y los estudios llamaron a un muy buen imitador: Peter Berg (HANCOCK). Aun así, los elementos del cine “michaelbayniano” (Sí, acabo de inventar una palabra) están moderados. Hay buenas escenas de acción, pero todas duran necesario y tienen su razón de ser (¿Escuchaste, TRANSFORMERS: EL LADO OSCURO DE LA LUNA?); hay momentos de humor muy boludos, pero cuando la historia exige seriedad, hay seriedad; hay bellas mujeres (Rihanna y Brooklyn Decker, dos pésimas actrices a las que perdono por estar muy buenas), pero estas no se ponen en pelotas o arreglan motos en poses pornográficas solo porque el guión lo pide. Eso sí, la abundancia de patriotismo yankie en el último cuarto de película roza el ridículo, pero era de esperarse tratándose de un film que recibió un apoyo sin precedentes de la Marina de EE.UU., que aquí la hacen ver como el mejor trabajo del mundo y bien podría servir para convencer a nuevos reclutas. Si quieren no pensar en nada más durante 131 minutos (así es, más de dos horas, pero se pasan rápido), anímense a ver BATTLESHIP: BATALLA NAVAL. Las escenas de los combates oceánicos son muy novedosas, los efectos especiales cumplen de manera sobresaliente, la banda sonora tiene toda la onda (desde AC/DC a Creedence Clearwater Revival), Kitsch se banca el protagonismo con simpatía, y la historia y los diseños de los alienígenas están mucho mejor pensados que en SKYLINE: LA INVASIÓN o INVASIÓN DEL MUNDO: BATALLA: LOS ÁNGELES. Tómenlo como algo malo o bueno, pero creo que hasta podría compararla –por el despliegue visual, el burdo patriotismo y el tipo de guión– con DÍA DE LA INDEPENDENCIA (INDEPENDENCE DAY, 1996), solo que nunca llegará a ser tan trascendente como la cinta de Roland Emmerich. Sé que es divertida, pero también sé que en uno o dos días voy a estar hablando de otra cosa. Porque, por mucho que entretenga, para algunos resultará difícil ignorar sus falencias. La calidad del guión es decepcionante, su visión sobre la guerra es muy naif, los geniales Skarsgård y Liam Neeson están completamente desperdiciados y, comparándola con otras grandes películas de extraterrestres recientes como SECTOR 9 (DISTRIC 9, 2009) o MONSTERS (2010), esta se queda muuuy atrás. Mi pensamiento final que les dejo es este: BATTLESHIP: BATALLA NAVAL es como una bomba de estruendo. Sube alto, explota fuerte e ilumina por un momento el cielo nocturno con muchas luces de colores que vemos con los ojos bien abiertos. Pero después de que termina, solo queda humo y nada más. Ahí es cuando decimos: “Traé otra”.
PALABRA MÁS, PALABRAS MENOS A fines de año, de cualquier año, el nombre de una película empieza a sonar en todas partes. En críticas que la alaban, en cinéfilos que la recomienda y, más que nada, en las entregas de premios, ese tortuoso camino al Oscar que solo pocas tienen la suerte de recorrer. En 2011 fueron nueve las que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas seleccionó. De esas nueve, el nombre de EL ARTISTA (THE ARTIST, 2011) fue el que sonó con más fuerza. Ganadora de cinco de estas prestigiosas estatuillas (Película, Director, Actor, Banda Sonora y Vestuario), la aclamada cinta muda y en blanco y negro de Michel Hazanavicius llega algo demorada a los cines del interior, y los espectadores corremos a verla para averiguar por qué tanto alboroto. ¿Merece EL ARTISTA ser llamada la mejor película del año pasado? En mi opinión: no. Pero vamos por parte. Primero, su historia: Estamos en Hollywood de 1927, una era dorada para el cine. En esta época, la estrella de películas mudas George Valentin (Jean Dujardin) se preocupa ante la llegada del cine sonoro. Temiendo por el posible fin de su carrera, conoce a una bella bailarina (la argentina Bérénice Bejo) de la cual se enamora. Y mientras ella comienza a triunfar en las películas habladas, él deberá enfrentar su caída. Esta es su historia. Narrativamente, no es ninguna novedad. Podría decir que es simple y predecible, y lo es, pero me gusta hablar de ella como un relato clásica. Con mucha simpatía, emoción, ternura y nostalgia, trata temas como la celebridad, el miedo, el éxito, el amor y el orgullo. Pero la película no tiene nada nuevo para decir sobre ninguno de estos temas y el desarrollo de sus arquetípicos personajes es de una predictibilidad casi desinteresada. Entonces, ¿es por eso una mala película? No. En realidad, es muy buena. Esto se debe a que esa predictibilidad casi desinteresada tiene que ver con el hecho de que Hazanavicius no quiso hacer de EL ARTISTA solo una película muda más. Él pretendía filmar otra cosa: un experimento arriesgado, una experiencia imperdible y un dulce viaje al pasado. Su historia no es más que la excusa necesaria para poder vender la cinta. Y ya que era solo una excusa, no había porque complicarse con grandes tramas, así que optó por contar un relato clásico que se acoplase más al molde de su película. Por eso, si hablamos de su guión, EL ARTISTA es clásica, simple y hasta olvidable. Pero formalmente, es una entrañable pieza cinematográfica. Su éxito y el cariño que sienten los espectadores por ella se debe a la época en que se estrena, cuando más de la mitad de las películas que hay en cartelera son en 3D o están plagadas de artificios digitales. EL ARTISTA es una escapada del cine actual y una invitación formal hacia aquella era en que ni siquiera se necesitaba hablar para transmitirle emociones al público. Desde el formato de la pantalla (4:3, más cuadrada que rectangular) a los créditos iniciales, pasando por su asombrosa banda sonora, los intertítulos, la omisión del zoom y la recreación del Hollywood que las mismas películas de fines del ‘20 y principios del ‘30 recreaban, EL ARTISTA funciona (casi a la perfección) como si se hubiese estrenado en la era en que está ambientada. Si bien falla a veces en ciertos aspectos de encuadres o de cortes de montaje que en aquellos tiempos no se usaban, la obra de Hazanavicius es un pequeño y simpático homenaje al cine mudo, y una buena forma de recordarlo, ya que no solo entretiene y emociona, sino que también presenta algunas novedades. El director se da el lujo de jugar con el sonido en escenas como la del sueño o ese fantástico final en el que, después de una inolvidable secuencia de baile, escuchamos la primera, única y última palabra pronunciada en todo el film. EL ARTISTA es más que una película muda y por eso, si ustedes nunca vieron este tipo de cintas, esta tal vez sea la mejor forma de empezar. Después continúe con Chaplin, Keaton, Lang, Eisenstein, Méliès y compañía. Por otra parte, los protagonistas del EL ARTISTA, Jean Dujardin y Bérénice Bejo, son verdaderamente geniales. Dejando de lado a los actores conocidos (John Goodman y James Cromwell) a los que les cuesta ajustarse al estilo de interpretaciones que requiere el film, el ignoto dúo protagónico entrega actuaciones fuertes, tanto en comedia como en drama, en las que desbordan encanto, emoción y química, sin decir absolutamente nada (un desafío que supieron completar de manera sobresaliente). Ambos son otro gran aporte de esta película con la que Hazanavicius devolvió al mundo algo que estaba perdido: la magia del cine mudo. Por eso tanto alboroto y por eso ganó el Oscar. Sobrevalorada pero valiosa, EL ARTISTA no es lo mejor del año pasado (disfruté más de LA INVENCIÓN DE HUGO CABRET y LOS DESCENDIENTES), ni mucho menos la mejor cinta muda de la historia, pero vayan a verla y a escucharla, porque es una de esas películas que le inflan el pecho de alegría y le enriquecen el cerebro. Tal vez no haya colores, pero lo que verán será el recuerdo de una época. Y tal vez no haya diálogos o sonidos, pero lo que escucharán será más fuerte que cualquier palabra: a los artistas de antes gritando “¡Estamos vivos!”.