MARTE NECESITA HÉROES Si no fuera por John Carter no tendríamos la saga STAR WARS ni todo el género de ciencia ficción en general. Teniendo en cuenta esto como punto de partida, podemos permitirle algunas indulgencias a JOHN CARTER: ENTRE DOS MUNDOS (JOHN CARTER, 2012) y comprar un boleto de ida al entretenimiento, libre de prejuicios. Después de todo, fue la base para generaciones y generaciones de autores, directores y hasta científicos. Solo un ignorante diría que el universo en el que se desarrolla la película y la rica cultura marciana creada para este, son algo poco originales y que ya vimos una y otra vez. Eso es lo que creen aquellos que nunca antes habían oído hablar del personaje creado hace más de 100 años por el novelista Edgar Rice Burroughs (el mismo de Tarzán). Por supuesto, parece un cuento ya contado, porque así lo es. Muchos se inspiraron en la travesía de John Carter (un soldado de la Guerra Civil de la Tierra que es transportado al planeta Marte, donde encabezará una guerra por el destino de ese mundo), pero fue su historia la que moldeó al género. Así es como podríamos simplemente decir que JOHN CARTER: ENTRE DOS MUNDOS es una de las primeras (y más originales) películas de ciencia ficción, solo que se demoró varios siglos en llegar. Pero ya está aquí para intentar reclamar lo que es suyo. El proyecto empezó a principios de la década de 1930. En esa época, la idea era hacer de los libros de Burroughs un largometraje animado. Esto era pre-BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS (1937), por lo que iba a ser la primera cinta de animación. Sin embargo, el proyecto se vino abajo y estuvo guardado e intentando resurgir más de una vez. Hasta que lo agarró de nuevo Walt Disney Pictures y el director Andrew Stanton (BUSCANDO A NEMO, WALL.E). La buena noticia era que al fin estaba preparándose el gran salto de John Carter a la pantalla grande. La mala, que era Disney el estudio detrás de la cinta. Desde que se empezó a producir en 2010, hasta ahora que se estrenó, esto siguió siendo una mala noticia. Si bien de chicos era algo que nos encantaba, ahora de grandes nos damos cuenta de que todo lo que toca la productora del ratón Mickey lo convierte en una pomposa y simpática aventura familiera, estructurada y canónica, en la que no pueden faltar los mismos elementos de la fórmula clásica, presentados todos para espectadores no mayores de 13 años: el héroe bueno, el villano malo, la princesa, el fiel y baboso perro, algo sobre la paternidad, la confrontación de los miedos, enseñanzas de vida, humor inocente, drama exagerado, el beso y la boda, y un “etcétera” que ya todos conocemos. Lamentablemente, JOHN CARTER: ENTRE DOS MUNDOS tiene todo eso, pero aun así se da el lujo presentar algunas pequeñas alternativas para la formula Disney que ayudan a formar este épico espectáculo visual que - si bien los más chicos apreciarán al 100% - entretiene, impacta con sus efectos y escenas de acción, hace reír, deja algunas buenas ideas, emociona de a momentos y presenta una sorpresa final que se agradece. No es un film de grandes actuaciones (creo que el mejor sería el gran Willem Dafoe, interpretando a Tars Tarkas bajo un montón de maquillaje digital), de grandes diálogos o de una progresión narrativa novedosa - de hecho, varias escenas, personajes o giros en la trama están de más, mal desarrollados o desperdiciados -. El 3D rara vez funciona como debería y las múltiples historias y personajes sobrecargan al espectador de información -¡dura dos horas y diez minutos! -. En resumen, esta es una película más bien de efectos especiales deslumbrantes y diseños asombrosos, que no llega a convertirse en un film trascendental a pesar de su procedencia. Narrativamente, el guión no se destaca más allá de la evolución de su protagonista - de John Carter a “John Carter de Marte” (los mismos títulos al principio y al final de la cinta lo ponen en evidencia) -, y la transformación de un rebelde que no pelea por nada ni por nadie, a un héroe listo para una secuela. Solo lo encontrará verdadero valor al film si conocía previamente al personaje y todo lo que gracias a él tenemos. Si no, es solo puro entretenimiento para toda la familia. Y si a usted, espectador, no le molesta la formula Disney y la siente más como un relato clásico, vaya a ver JOHN CARTER: ENTRE DOS MUNDOS. La pasará muy bien. Pero si usted, espectador, cree que ya está demasiado crecidito como para ver un leal perro alienígena baboso, una historia romántica algo forzada, naves y marcianos en guerra, creo que en la sala de al lado están exhibiendo una pequeña cinta muda llamada EL ARTISTA (THE ARTIST, 2011).
¡MUERE, SANDLER, MUERE! Adam Sandler era un buen comediante y sus películas le alegraban el día a más de uno, con un sentido del humor completamente desatado pero que en el fondo escondía un buen corazón. En el pasado nos encontramos con sus buenísimas comedias (HAPPY GILMORE, LITTLE NICKY: EL HIJO DEL DIABLO, LA MEJOR DE MIS BODAS, COMO SI FUERA LA PRIMERA VEZ), las buenas (BILLY MADISON: TONTO PERO NO TANTO, LA HERENCIA DEL SR. DEEDS, UN PAPÁ GENIAL, LOCOS DE IRA) y las pasables (GOLPE BAJO: EL JUEGO FINAL, NO TE METAS CON ZOHAN, CLICK: PERDIENDO EL CONTROL). Pero con el tiempo, la firma humorística de su productora Happy Madison se fue gastando hasta ahora, el momento más crítico de su carrera. Creímos que con SON COMO NIÑOS (GROWN UPS, 2010) y UNA ESPOSA DE MENTIRA (JUST GO WITH IT, 20111) - o tal vez antes, desde la flojísima pero con buenas intenciones YO LOS DECLARO MARIDO… Y LARRY (2007) - Sandler había tocado fondo. Pero al parecer podía seguir cavando su propia tumba. Uno de los últimos clavos usados para cerrar el cajón en el que la carrera de Sandler al fin debería descansar se llama JACK Y JILL (JACK & JILL, 2011), una película a la que ni siquiera podríamos catalogar como comedia, ya que de humor no tiene nada. Jill (Sandler) es la insoportable hermana gemela de Jack (Sandler), un ejecutivo de publicidad de Los Ángeles. Durante la visita de ella para Acción de Gracias, una pelea de hermanos hará que Jill se quede unos días más para intentar reconectarse con él. Sin embargo, esto pondrá la vida de Jack de cabeza, quien ya tiene suficientes problemas intentando contratar a Al Pacino (¿?) para una publicidad de capuccinos (¡!). Pero cuando Pacino se enamore de Jill, la trama dará nuevamente un giro que llevará a la película a la mismísima mierda. En el papel de Jack, Sandler cumple sin problemas ya que su personaje es él mismo o la nada misma: un vago que odia pero quiere a su hermana, nada más. Este solo le exige melosos momentos dramáticos o de ira que interpreta a regañadientes - lejos quedaron sus brillantes actuaciones en películas como EMBRIAGADO DE AMOR (2002), LA ESPERANZA VIVE EN MI (REIGN OVER ME, 2007) o la excelente HAZME REIR (FUNNY PEOPLE, 2009) -; y en el área de la comedia, le tocaron los peores "chistes". Porque aunque forma parte del título, Jack no es más que la excusa para mostrar a Jill, el imbancable personaje sobre cual girará la trama. Pero no esperen la gran cosa, ella es solo Sandler vestido de mujer, con una peluca y sin ninguna otra transformación de por medio (¡Un error fatal en este tipo de comedia, con hombres interpretando mujeres!). Se darán cuenta de esto cuando, en una escena, Jack se hace pasar por Jill poniéndose un vestido y una peluca ¡No hay diferencia alguna! Jill es solo el triste y vergonzoso intento de Sandler de hacer de mujer, con solo una voz aguda y gestos corporales demasiado estereotipados. Resumiendo, parece más bien un travesti. Así es como la idea general del film se desmorona ni bien aparece este personaje, y desde allí va cuesta abajo. Del resto, Katie Holmes está solo para ser la cara bonita ya que graciosa no es ni intenta serlo. Y Pacino haciendo de Pacino… ¡¿en que estabas pensando, Pacino?! Su caso es simplemente triste. Exagerado, agresivo, loco, infumable, aquí es donde debería morir su carrera, y creo que él está consciente de eso. De hecho, en una escena mientras ve junto a Jack el comercial de capuccinos que filmaron, dice: “Quema esto… Esto no debe ser visto por nadie, jamás”. Si cuando filmaban la película, ambos estaban conscientes del desastre que estaban preparando y esta escena es solo un guiño a eso, entonces ni siquiera deberían haberla hecho. JACK Y JILL es eso: una película que nunca debería haber sido filmada. Me gustaría poder decirles que vayan a verla al menos para distenderse un rato, para reírse de los chistes asquerosos (mal usados o repetidos), del humor físico (que en pocas escenas funciona), de la química entre los dos hermanos (¿cuál química?), del (inservible) cameo de Johnny Depp o de la enseñanza “ama a tu familia a pesar de todo” (que nunca termina de expresarse correctamente), pero no puedo. JACK Y JILL es una malgaste de tiempo y plata tanto para los que la filmaron como para los que la van a ver ¿Se van a reír? Tal vez, pero será solo un reflejo involuntario. A diferencia de las previas obras Sandlerianas, aquí hay personajes secundarios pero ninguno se destaca. Nick Swardson (el asistente) intenta e intenta pero no puede, mientras que el supuestamente famoso Eugenio Derbez (el jardinero) está tan colgado, forzado y patético como la historia de amor que comparte con Jill. De nuevo, nada. Este no es el Adam Sandler que conocíamos, sino uno que ya ni se esfuerza por buscar una buena idea o chiste novedoso, química entre sus personajes, una crítica hacia algo en particular o un tema o personajes queribles, con los que nos podemos sentir identificados. Aún hay vestigios de aquellas comedias - los amigotes de Sandler en el bar del final; la reaparición de Otto (el vagabundo cady de HAPPY GILMORE, interpretado por Allen Covert) -, pero nada salva a JACK Y JILL. Si el mundo fuese justo y la carrera de un comediante dependiera de la calidad de sus últimas películas y no la cantidad de entradas vendidas, aquí es donde moriría la productora Happy Madison. Pero el mundo no es justo. Después de todo, hay más gente entrando a ver esta bazofia que alguna otra cinta de calidad, mientras que Sandler ya tiene otro bodrio preparado para estrenar a mediados de año.
CINEFÍLIA MON AMOUR Desde principios de la década pasada, las aventuras literarias juveniles han intentado abrirse paso por el cine y triunfar en la taquilla. Algunas lo han logrado, pero ninguna ha llegado al lugar al que LA INVENCIÓN DE HUGO CABRET (HUGO, 2011) se encuentra en este momento. Con 11 nominaciones al Oscar, la primera película en 3D del director Martin Scorsese (TAXI DRIVER, LOS INFILTRADOS) ha dejado de ser la adaptación más de un libro para chicos, para convertirse en un imperdible, emotivo y encantador viaje al corazón del espíritu humano y del cine mismo. La novela homónima de Brian Selznick (la cual leí y se las recomiendo) cuenta básicamente la misma historia. Agregando uno que otro personaje, situación o detalle (y quitando otros), el entrañable guión escrito por John Logan (GLADIADOR, SWEENEY TODD: EL BARBERO DEMONÍACO DE LA CALLE FLEET, RANGO) tiene como protagonista a Hugo Cabret, un niño huérfano que vive en la estación de trenes de París, en los años 30, manteniendo los relojes funcionando. Con la ayuda de una niña con sed de aventuras, el pequeño Hugo intentará resolver un misterio relacionado con una llave en forma de corazón, un juguetero con un pasado que desea olvidar y autómata que le dejó su padre antes de morir, el cual ocultaría un mensaje secreto. Seguramente se estarán preguntado donde encaja el cine en esta trama. Si bien el film comienza como una aventura más, al develarse uno de sus secretos (¿Qué mensaje esconde el autómata?) la narración cambia de carril para convertirse en un homenaje a los orígenes del 7° arte y a aquellos pioneros que convirtieron al cine - un invento que, según sus creadores, no tenía futuro -, en una fábrica de sueños. Esta nueva trama podría llegar a desilusionar a aquellos que esperaban ver más aventuras relacionada con el autómata. Si bien este sigue presente a medida que avanza la narración, su participación disminuye de manera considerable ya que no es más que el McGuffin que hace que la trama se mueva. Aun así, creo que este le favorece al film: ¿De verdad querían ver ooooootra aventura más protagonizada por nenes? Algunos podrían considerarlo a este giro en la trama el punto más flojo del guión. Yo creo que es el momento en que LA INVENCIÓN DE HUGO CABRET deja de ser lo que todos esperaban que sea, para volverse algo único: Una hermosa película dirigida con tanta eficacia como precisión, con el mejor uso del 3D en muchísimo tiempo, una bella fotografía y banda sonora, y un elenco sobresaliente en el que se destacan el pequeño Asa Butterfield y el enorme Ben Kingsley; y en menor medida, Chloë Moretz (sobreactúa en algunas escenas, pero creo que es parte de su personaje) y Sacha Baron Cohen (absolutamente genial en las partes cómicas, y una sorpresa en sus escenas de drama). El resto (Ray Winstone, Emily Mortimer, Christopher Lee, Helen McCrory, Jude Law, Richard Griffiths y Michael Stuhlbarg) es una colección de intérpretes muy talentosos, que lamentablemente no pudieron ser aprovechados lo suficiente. Obviamente, el lado cinematográfico de la historia podría dejar de lado a varios espectadores que no conocen mucho sobre el tema. A algunos podría frustrarlos y otros mantenerlos interesados mientras se va revelando el misterio detrás de ese tal George Méliès. Pero LA INVENCIÓN DE HUGO CABRET no es solo cine dentro del cine, y presenta un subtema que se encuentra presente en las historias de todos sus personajes: ¿Por qué estamos aquí? ¿Cuál es mi propósito en el mundo? ¿Cómo puedo hacer para funcionar correctamente? Semejantes cuestionamientos dan paso a escenas llenas de honestidad y corazón, en los que la fragilidad de cada uno de ellos es puesta al descubierto. LA INVENCIÓN DE HUGO CABRET tiene escenas dramáticas, pero los momentos de aventura (pocos, pero visualmente asombrosos) y humor (inocentes pero graciosísimo, la mayoría aportados por el inspector de seguridad y su pequeña historia de amor) son también varios. Críticos, directores y más miembros del ambiente cinematográfico amaron LA INVENCIÓN DE HUGO CABRET por la forma en que nos recuerda con cariño las raíces de la industria. No solo tenemos para ver de vuelta en pantalla gigante (¡y en 3D!) clásicos cómo VIAJE A LA LUNA (1902) o el recordado plano final del western ASALTO Y ROBO A UN TREN (1903), sino que Scorsese también se da el gusto de mostrarnos una escena de SAFETY LAST! (1923) en la que Harold Lloyd está colgado de un reloj en un edificio, solo para repetirla varios minutos después, ahora usando su tecnología contemporánea y a Hugo - lo mismo hace con la llegada del tren en una de las primeras filmaciones de los Lumiere, y más adelante con la impactante escena del sueño -. Esa es la forma que tiene este legendario director de demostrarnos que, si bien las películas cambiaron a lo largo de los siglos, nosotros nunca dejamos de ser lo que realmente somos. Está bien, tal vez ya no nos asuste (tanto) ver en pantalla un tren llegando a una estación, pero en el fondo siempre seremos lo mismo: hechiceros, sirenas, viajeros, aventureros, magos. Todos funcionando dentro de la misma maquinaria que es el cine.
SALVE, CESAR La sala está llena. En pantalla vemos a Tom “Ex Draco Malfoy” Felton intentando darle una lección a un simio que lo esquiva una y otra vez. Trata de pegarle pero el primate le sujeta el brazo. Enfurecido, Felton parafrasea una de las citas más memorables del clásico EL PLANETA DE LOS SIMIOS (1968). Al igual que Charlton Heston, Felton grita: “Take your stinking paws off me you damn dirty ape!”. “¡Quítame tus apestosas patas de encima, maldito simio inmundo!”, o algo así. Cesar, el chimpancé genéticamente modificado que lidera una rebelión de primates, se para erguido y, con una expresión de odio, suelta su primera palabra: “¡NO!”. Esta retumba en toda la sala. Silencio puro. Nadie dice nada, ni siquiera Tom Felton o los otros personajes en escena. Todos están igual de sorprendidos, pero ninguno rechaza la escena. De hecho, les fascina. Tal vez hayan sido solo los espectadores que vieron la película conmigo, pero ¿cómo es posible que a nadie le haya parecido ridículo ese momento? Después de todo, es un chimpancé que habla. Seguramente, en alguna que otra sala, algún boludo debe haber dicho algo. Un “¡Malísimo!” o un “¡Andaaaa!”, posiblemente. Pero durante la función a la que yo asistí de EL PLANETA DE LOS SIMIOS: (R)EVOLUCIÓN (2011), no se escucharon ni los pochoclos. Solo un silencio total y el “¡NO!” de Cesar retumbando en toda la sala. A continuación intentaré explicar el porqué de ese silencio. Una parte (pequeña) del público sabe muy bien lo que es El Planeta de los Simios. Por lo tanto, ver a uno hablar no es algo que le sorprenda. Pero ¿y el resto? Para dejarlos callados, el director Rupert Wyatt, los guionistas Rick Jaffa y Amanda Silver, y la compañía de efectos Weta Digital (la misma de AVATAR, KING KONG y EL SEÑOR DE LOS ANILLOS) tuvieron que ponerse de acuerdo y filmar la película con una sola idea en mente: Había que tomársela en serio. Sí, EL PLANETA DE LOS SIMIOS: (R)EVOLUCIÓN es una más de la franquicia, está llena de referencias a algunos de los films previos y guiños para los entendidos, primates montando caballos y armados con lanzas, pero es muy distinta. Esto es porque todos esos detalles encajan a la perfección en el relato que se va estructurando sólida, lógica e inteligentemente desde el comienzo. Su guión se las arregla para nunca encajar completamente en la aventura o la ciencia ficción - antes géneros predominantes de la saga -, e ir más hacia el lado del drama realista, el suspenso o la acción. Y si a esto le sumamos los increíbles efectos digitales (Dato nerd para levantarse minitas: No se usaron simios reales ¡Están todos hechos por animación computarizada!), tenemos una película que impacta, emociona y asusta porque nos hace creer que todo lo que pasa en ella podría hacerse realidad. Los simios se ven reales, la historia se siente real. Además de su seriedad y su libreto bien pensado, otra cosa que ayudó a los realizadores de EL PLANETA DE LOS SIMIOS: (R)EVOLUCIÓN fue el cambio radical del protagonista. Si bien ya se probó en ESCAPE DEL PLANETA DE LOS SIMIOS (1971), LA CONQUISTA DEL PLANETA DE LOS SIMIOS (1972) y BATALLA POR EL PLANETA DE LOS SIMIOS (1973), es en esta cinta en que estamos del lado de primates más que nunca ¡Lloramos cuando muere un gorila y celebramos cuando matan a un humano! La escena inicial en que algunos chimpancés son atrapados por cazadores humanos es muy similar al primer momento en que George Taylor (Heston) y sus compañeros astronautas son cazados por los simios. Como verán, algo ha cambiado y es esta transposición la que hace que estemos del lado Cesar. Mientras mejor le vaya a él, mejor nos va a nosotros. Así que no importa si habla o monta a caballo, la simpatía que sentimos por el personaje y la brillante y sobresaliente interpretación de Andy Serkins por medio de la técnica de captura de movimiento, borran todo rastro de rechazo. Pero hay un problema. Al llevarse los simios toda la atención, los personajes humanos son dejados de lado la mayor parte del metraje al punto de no terminar de construirlos. Como resultado tenemos papeles secundarios sin matices y buenos actores desperdiciados y opacados por animales. Esto se siente raro, pero logra sostenerse con ayuda de la relación de Cesar y su familia, interpretados por James Franco y John Lithgow - ambos muy bien actoralmente -, que terminan de aportar esa cuota importante de humanidad y buen corazón que muestra muchas veces el film. Con un buen ritmo y una narración interesante que te mantiene sin parpadear o decir una palabra, Rupert Wyatt logró revivir satisfactoriamente la franquicia que se creía perdida y, aunque su final no es un “The End” sino un “To Be Continued…”, nos deja con muchas ganas de ver (saber no, porque ya sabemos que viene ahora) cómo continuará esta historia. La película termina y la sala empieza a vaciarse. Ya no hacemos silencio. Todos disfrutamos ver al ejército de simios tomar el control del puente y las calles de San Francisco en una secuencia perturbadoramente asombrosa. Todos estamos contentos después de ver a Cesar trepar los arboles libre y triunfante, y de saber que les depara a esos malditos humanos. Y a diferencia de la pretenciosa remake de Tim Burton, EL PLANETA DE LOS SIMIOS: (R)EVOLUCIÓN no teme alejarse de sus raíces y, cuando lo hace, no le falta el respeto a sus predecesoras. Es un nuevo comienzo que supo encontrar el factor que le permitió dejar de ser un film sobre monos que hablan para convertirse en algo más. No es una obra revolucionaria, pero sí una muy buena película y la mejor entrega desde la primera. Atrapante, espectacular, disfrutable, épica, emotiva, siempre entretenida y original, EL PLANETA DE LOS SIMIOS: (R)EVOLUCIÓN no es solo efectos especiales, sino una gran historia. Es la sorpresa del año en la que los simios hablan y nosotros los escuchamos en silencio.
FINITE INCANTATEM Los avances la describían como “La épica conclusión del fenómeno mundial”. Sus productores hablaban de ella como “una película de guerra”. El director David Yates la definió como “una gran opera”. Sí, HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 2 (2011) es todo eso, pero también mucho más. Para algunos es una despedida de su niñez y del enternecedor mundo que J.K. Rowling creó hace catorce años. Para otros es simplemente el final de la saga más mágica de todos los tiempos. De una u otra manera, todo termina en esta octava película de la franquicia en la que los inseparables Harry (Daniel Radcliffe), Ron (Rupert Grint) y Hermione (Emma Watson) tienen la misión de destruir los horrocruxes faltantes, las partes del alma de Lord Voldemort (Ralph Fiennes) que él escondió en diferentes objetos. Pero el destino los llevará de vuelta al lugar donde todo comenzó: a Hogwarts. Allí deberán enfrentarse cara a cara contra el Innombrable y su ejército de malvado Mortífagos, en la guerra final que decidirá el destino del mundo. Las luces se apagan y vemos a Voldemort obteniendo la Varita de Sauco - una varita invencible y una de las tres Reliquias de la Muerte - de la tumba de Dumbledore. De ahí pasamos a Hogwarts custodiada por Dementores, a una escenita lúgubre pero sencillamente perfecta que resalta esa alegoría dictatorial constante que ahora se presenta con los alumnos caminando alineados mientras Severus Snape (Alan Rickman), el nuevo director, los observa desde lo alto. Fundido negro y vemos el nombre del protagonista flotando por última vez entre nubes grises. Así comienza el evento cinematográfico más importante del año y la gran ceremonia de cierre para toda una generación. Después de la anticlimática primera parte, el estudio decidió entregar un genuino final para esta saga que, como tal, es puramente autorreferencial, emotivo y concluyente. Completamente alejada del tono de aventura infantil de las primeras películas y de las narraciones que abarcaban un largo periodo de tiempo, LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 2 es un oscuro pero satisfactorio film que cuenta los trágicos y épicos eventos que transcurren, casi en su totalidad, en una noche. Esto, que le aporta un exquisito clima de tensión constante, es simplemente el resultado de la sabia decisión tomada por Warner Bros. de dividir el último libro en dos. Y después de descartar eficazmente todo lo sucedido en la primera parte, los realizadores dejaron para el final solo la irrupción en Gringgots y la batalla en Hogwarts. El problema es que se concentraron solamente en esta última y, sumándole el hecho de que esta es la segunda parte de una película entera, el film no empieza con fuerza - así como la entrega anterior tampoco tenía un final propiamente dicho -. Consecuencia: El regreso al banco de los magos está desaprovechado, pasa rápido y sin sobresaltos y, de no ser por el dragón que custodia las bóvedas (el único momento en que el 3D es apreciado), casi nada en esta secuencia valdría la pena. Casi como si los realizadores creyeran que la Batalla de Hogwarts era la única forma de sostener el film, el guión se apresura lo más que puede para llegar al castillo y eso hace que la narración tambalea. Claro que, al llegar allí, es otra cosa. No sé si fue gracias al gran presupuesto que tuvo o a un crecimiento en sus labores como director, pero David Yates - un inglés que venía de filmar cortometrajes, series y películas para Tv - supo plasmar a la perfección la épica guerra final, otra vez con la ayuda de la fotografía de Eduardo Serra y la banda sonora de Alexandre Desplat - quien en más de una ocasión nos remite a las partituras de John Williams -. El clima de desesperación y miedo, la destrucción del castillo, los constantes duelos y toda la acción son llevados muy eficazmente a la pantalla y, visualmente, toda la secuencia es impactante. Narrativamente también funciona, pero no como los que leyeron el libro esperaban. Si bien es una adaptación y ciertas cosas pueden dejarse de lado, la película desaprovecha enormemente momentos de alto contenido dramático y no trata algunas escenas o las muertes de varios personajes con el debido respeto. Sí, LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 2 es muy emotiva, pero no lo suficiente tratándose del final. En cuanto a su guión, este es sólido en general y cuanta con una bien trabajada progresión narrativa y buenos diálogos. Dejando de lado el dudoso comienzo, la narración se sostiene sin problemas manteniendo al espectador muy entretenido. Claro que este es una cinta mucho menos arriesgada que la anterior. En LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 1, Yates tuvo que ingeniárselas para interesar a los espectadores contando solo con los tres jóvenes magos caminando, escondiéndose, esperando, peleándose y buscando horrocruxes. El resultado fue uno de las mejores entregas de la saga. Aquí tenía todo lo contrario pero, rara y lamentablemente, esta segunda parte de no logra superar a su predecesora, ni tampoco a las otras dos mejores películas de la franquicia: HARRY POTTTER Y EL PRISIONERO DE AZKABAN (2004) y HARRY POTTER Y EL CALIZ DE FUEGO (2005), en mi opinión ¿Por qué? Tal vez sea por el hecho de que tiene más acción que historia, por la falta de emoción que mencioné anteriormente o por ciertas falencias u información omitida que su guión no supo adaptar al tratarse de un proyecto de semejante envergadura - ¿Cómo llega Luna al castillo? ¿Cuándo lo toman prisionero a Hagrid? ¿Cómo sabe Harry que es Rowena Revenclaw la que ve en su visión? ¿Desde cuándo tiene Lupin un hijo?, etc. - De todas formas, tanto los fanáticos de los libros como los espectadores habituales disfrutarán por igual de este final. Quienes de seguro no lo harán son aquellos que nunca antes vieron una de Potter, ya que LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 2 está constantemente haciendo referencia a los films previos. Primero que nada, para verla y entenderla, es obligatorio haber visto la entrega anterior porque aquí no se toman la molestia de explicar nada. También nos lleva de vuelta a lugares como Gringotts o la Cámara Secreta; nos devuelve personajes como Sirius, Cho Chang, Ollivander y los duendecillos de Cornualles; y hasta nos muestra nuevamente escenas de toda la saga, incluyendo la noche en que Voldemort le hizo a Harry su cicatriz. Es nostalgia pura que los no conocedores no sabrán apreciar y que podría llegar a frustrarlos. Lo más interesante de este final es que se sostiene sobre tres personajes claves. Uno es Harry, por supuesto, interpretado por un Daniel Radcliffe ya lo suficientemente creíble. Otro es Voldemort, a cargo de Ralph Fiennes, quien brinda una interpretación sobresaliente y espeluznante, logrando mostrar un lado hasta ahora desconocido: la fragilidad del ser humano que su personaje esconde dentro y esos momentos en que se da cuenta de la destrucción de sus horrocruxes o en que celebra la “muerte” de su archienemigo - con una risa malévola, una bailecito y un intento de abrazo a Draco Malfoy - son fascinantes y los mejores ejemplos de esto. No hay duda que Vodemort es uno de los mejores villanos que dio el cine y que Fiennes, un excelente actor. Pero el personaje más conmovedor, interesante y mejor interpretado es, sin duda, Severus Snape. Alan Rickman conmovió a todos ante la enternecedora revelación final que, para muchos, es la mejor secuencia que tiene esta cinta y que le da un giro inesperado a toda la saga, develando de paso algunos de los misterios que habían quedado en el camino. El resto de este importante elenco británico hace lo suyo por última vez y casi todos sus personajes tienen su momento. El discurso de Neville (Matt Lewis), el duelo de Bellatrix Lestrange (Helena Bonham Carter) contra Molly Weasley (Julie Walters), el de la Profesora McGonagall (Maggie Smith) contra Snape, la huida de los Malfoy (Tom Felton, Jason Isaacs y Helen McCrory), la reaparición de Sirius Black (Gary Oldman) y los otros en el Bosque Prohibido, la última charla con Dumbledore (Michael Gambon) y más, son algunas de las inolvidables escenas que componen esta última parte. Con algunos cambios mínimos en relación al libro - unos para bien, otros para mal -, HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 2 es un gran final para una gran saga. Si bien podría haber sido mucho mejor, este le otorga a los fanáticos todo lo que querían ver. Hay beso entre Ron y Hermione, ahora mucho más íntimo y romántico porque, al ser una película, no es necesaria la presencia ni el punto de vista de Harry. Hay un último enfrentamiento con aquel que no debe ser nombrado, violento y duro, que nos lleva por todo el castillo en lugar de quedarse atascado en el Gran Salón. Pero, sobre todo… hay un final feliz. Si bien la conclusión de la Batalla de Hogwarts es mucho menos explicativa y festiva de lo que esperábamos - uno de los cambios para mal en relación al libro -, ver al trio protagonista parado de espaldas a Hogwarts y con el futuro por delante, nos llena de alegría. Diecinueve años después estamos de vuelta en la estación King’s Cross y, aunque los maquillajes de adultos no terminan de convencer, todo está bien. Así concluye la franquicia creada hace más de una década por la novelista J.K. Rowling, quien supo capturar los corazones de lectores y espectadores en todo el mundo, con una historia sobre la magia, el amor, la amistad, la familia, el honor, la valentía, la lealtad y la bondad en todos nosotros. Toda una generación que se despide de esos personajes que llegaron a amar. Aquellos que soñaron con algún día recibir una carta de Hogwarts, aquellos que usaron alguna vez una túnica, aquellos que agitaron lápices y ramas intentando conjurar un Patronus y aquellos que montaron escobas queriendo jugar al Quidditch. Esos que saben que el último enemigo en ser derrotado es la muerte y esos que creen que la magia es amor y no poder. Los que defendieron la Piedra y encontraron la Cámara; los que liberaron al Prisionero y fueron escogidos por el Cáliz; los que pelearon junto a la Orden, aprendieron del Príncipe y dominaron las Reliquias. Toda una generación que se despide para siempre de Harry Potter, el niño que vivió y que ahora vive por siempre. Los niños se hacen adultos, los villanos caen y los héroes se vuelven leyenda.
ME CAIGO Y ME CAIGO ¿Cuántas veces puede una misma persona cometer los mismos errores? Con Michael Bay ya perdí la cuenta. Hay cosas que este director sabe hacer y cosas que no. El problema es que no es consciente de esto último y, lo que cree que es comedia, drama o una buena decisión, por lo general está simplemente mal. No, Michael, humor físico con robots extraterrestre con apariencia humana NO es comedia. Hacer que John Turturro haga o diga lo que sea, tampoco lo es. Y no es que, mientras más duren las secuencias de acción, mejor. Aquí se te fue la mano con la duración de algunas y de a momentos cansan. Como verán TRANSFORMERS: EL LADO OSCURO DE LA LUNA (2011) no resultó ser lo que todos prometían, sino el fallido intento de levantarse de Bay después de la caída de la entrega anterior. Sí, es la más oscura y épica, hay muchas muertes en pantalla y los efectos especiales son los mejores que he visto en muchos meses, pero para nada es la mejor de la trilogía. De hecho, falla en tantos niveles que hace que TRANSFORMERS: LA VENGANZA DE LOS CAIDOS (2009) se vea bien. Y por supuesto, no le llega ni a los talones a la primera que, a esta altura, ya parece una gran película de acción. Algunos años después de derrotar al Caído, Sam Witwicky lleva una vida ordinaria con su nueva novia Carly - al parecer Mikaela lo mandó a la mierda después de salvar el mundo -. Pero cuando los Decepticons desentierren un secreto oculto en lado oscuro de la Luna y logren apoderarse de la Tierra, Sam se reunirá con los Autobots para enfrentarlos en la batalla final. De esto trata TRANSFORMERS: EL LADO OSCURO DE LA LUNA (2011), un espectáculo visual asombroso pero narrativamente vacío y poco emocionante, en el que ni siquiera el 3D funciona como debería. ¿Por dónde empezar? Okey, primero por lo bueno que no es mucho. A pesar de que, como dije, algunos de esos explosivos momentos se vuelven largos, el film sí entretiene como todo blockbuster. Hay secuencias completamente impactantes que te quitan el aliento, algunas que ya vimos a lo largo de la saga y que por lo tanto no sorprenden, y otras que están en el film solo para hacer tiempo, ya que no aportan nada a la narración y son demasiado largas. Ejemplo: Hay que subir al edificio para destruir un aparato malévolo. Suben al edificio ¡Oh, no! El edificio se cae. Ahí tenemos 10 minutos de película que no recuperaremos. Más tarde llega Optimus Prime y destruye el aparato malévolo de un disparo. Michael Bay en su máxima expresión. Sam y Lennox colgados de Starscream es otro momento incómodamente largo. Pero bueno, hay que reconocer que, si de algo no hay duda, es que esta tercera parte cumple a nivel de la acción. Y lo mejor es que el director supo controlar esa necesidad casi epiléptica de contar todo en cuatrocientos planos por segundo. Sorprendentemente, tampoco hay portaaviones, tantos helicópteros o planos en que la los rayos del sol peguen directo en la cámara- Hasta las peleas y persecuciones se entienden más, y ya no es solo metal moviendose. Michael Bay está creciendo formalmente y, en este aspecto, la película funciona. Pero no importa cuánto intente controlarse, siempre quedará algo de Bay en sus películas. Aquí quedaron sus actuaciones, sus personajes y sus historias. A excepción de la bellísima modelo Rosie Huntington-Whiteley - quien es tan mala que hace quedar a Megan Fox como una gran actriz -, el resto del elenco brinda actuaciones correctas a pesar de estar atascados en personajes sumamente chatos. Talentos como los de Alan Tudyk (derrochada incorporación), Ken Jeong (divertidísimo y de lo mejor del film), Patrick Dempsey (buena incorporación) y los oscarizados Frances McDormand y John Malkovich (ambos en papeles patéticos), son completamente desperdiciados. Mientras que los actores de siempre están pero no del todo y sirven solo para disparar (Josh Duhamel y Tyrese Gibson) o como un intento desahogo cómico (John Turturro, Kevin Dunn y Julie White). Incluso a Shia LaBeouf la película le queda grande. Aunque brinda una buena interpretación en todos los géneros que intenta manejar el film, es su personaje el que falla. A diferencia de las dos películas anteriores, la incorporación de Sam Witwicky a la historia se ve forzada. Esta vez no es que compra un auto para conquistar a una chica y resulta que el auto era parte de una raza extraterrestre en guerra. Aquí no es que toca una astilla del Cubo y comienza a tener extrañas visiones que lo devuelven al frente de batalla. En TRANSFORMERS: EL LADO OSCURO DE LA LUNA (2011), Sam ya no es el adolescente que quiere tener una vida normal con el que todos nos podíamos sentir identificados. Aquí está desesperado por enfrentar Deceptions nuevamente o, a mi modo de ver, desesperado por formar parte de la película. Ese es solo uno de los tantos errores de un guión plagado de lugares comunes, personajes y escenas que no encajan en la trama – Megatron o la visita de Turturro y Tudyk al bar de los rusos (¡¿?!) -, malos diálogos y chistes sin gracias. Aunque si con algunas buenas ideas - el comienzo con la verdadera razón de la llegada del hombre a la Luna; los humanos aliándose con los Decepticons -, un clima apocalíptico que le da frescura a la saga; una profundización en la historia de los Transformers; una mayor atención en los personajes humanos y la voz del gran Leonard “Spock” Nimoy como Sentinel Prime (SPOILERS), el traidor y villano de esta entrega que no tiene mucha presencia en pantalla (FIN DE SPOILERS). Otro punto a favor es que su final, aunque algo forzado, cierra todas las tramas que tenía que cerrar para poder dar como concluida esta trilogía que ya no podía hundirse más. Como dije antes, hay cosas que Michael Bay sabe hacer y cosas que no. Secuelas de TRANSFORMERS es una de estas últimas.
VIENTO EN POPA Intentando volver a las raíces de la franquicia y a la fórmula que va más tirando al lado de la aventura que de lo épico, Walt Disney Pictures y el productor Jerry Bruckheimer decidieron continuar con su franquicia más rentable. Aunque la saga sigue sin ser tan buena como lo fue en un principio, la cuarta entrega cumple con su objetivo de entretener, a pesar de ser un film para nada ambicioso. Nuevamente protagonizada por Johnny Depp como el capitán Jack Sparrow, aunque ahora dirigida por el menos eficaz Rob Marshall, PIRATAS DEL CARIBE: NAVEGANDO AGUAS MISTERIOSAS (2011) llegó a los cines y es un éxito en taquilla como se esperaba. Sea mala o buena, los espectadores van igual a verla. Esta película no es mala. Sí, su guión es predecible y presenta algunas fallas, pero al menos demuestra que, sin importar cuantas secuelas se hayan hecho, siempre se puede seguir exprimiendo una serie de películas basada en la atracción de un parque de diversiones. Con Davy Jones, la East India Trading Company y los tortolos (y a veces insoportables) Will Turner y Elizabeth Swann fuera del mapa, nos adentramos en una historia completamente nueva: El viaje a la Fuente de la Juventud. Aunque esto le otorga frescura y algo de originalidad a la franquicia, también representa un paso atrás en ciertos aspectos. Aunque no funcionaba del todo, PIRATAS DEL CARIBE: EN EL FIN DEL MUNDO (2007) era una gigantesca producción, con muchísimos personajes y muchísimas líneas narrativas que concluían en una épica batalla por el control del océano. Ahora tenemos NAVEGANDO AGUAS MISTERIOSAS, que es una aventura mucho más pequeña y menos épica dentro de lo que nos tienen acostumbrados - ¿No me creen? A ver, ¿cuántos combates navales hay en la nueva película? -. Si bien es el comienzo de una nueva trilogía, el cambio de la tres a la cuatro fue demasiado brusco y se siente, ya que de a momentos el film se vuelve algo aburrido o poco emocionante. Y de no ser por la siempre genial interpretación de Depp (¡Quien ahora acapara casi toda la atención!), algunos nuevos y viejos personajes (¡Barbossa se lleva las palmas!), la evolución de su protagonista (¡Jack enamorado!) o la notable expansión de un universo ahora mucho más rico (¡Hay barcos que cobran vida, sirenas, zombis, rituales de vida eterna, persecuciones por las calles Londres, muñecos vudú, piratas famosos y más!), esta entrega se hundiría con capitán y todo. Incluso las nuevas incorporaciones no lograron cumplir con las expectativas. Barbanegra es un buen villano y un personaje interesante y complejo, pero la interpretación de Ian McShane no está nunca a la altura de los otros malos de la franquicia. Penélope Cruz, por su parte, irradia mucho encanto y sensualidad, pero no sorprende actoralmente. Al menos la química/tensión sexual con Depp funciona - la picante escenita del tango es el ejemplo más claro - y hace que nos olvidemos por completo de Keira… Ehhh ¿cómo se llamaba? Bueh, la flaca esa. Nuevo comienzo o no, PIRATAS DEL CARIBE: NAVEGANDO AGUAS MISTERIOSAS aún sigue sin desprenderse de sus predecesoras, lo cual no le hace muy bien. Sí, gracias a esto seguimos teniendo otra inolvidable escena de presentación de Jack (esta vez disfrazado de juez), la aparición especial de Keith Richards (a la que se le suma el cameo de Judie Dench como una aristócrata que Jack se levanta), la emocionante banda sonora de Hans Zimmer y la dupla de los capitanes Sparrow y Barbossa, pero también causa una sucesión de repetitivas secuencias de acción, incluso ya vistas anteriormente a lo largo de la saga. Por ejemplo, el escape del palacio en Londres es muy parecido al de Port Royal al principio de la primera película; el duelo Jack Vs. “Jack” es extrañamente similar a la primera vez que el capitán Sparrow y Will Turner cruzaron espadas, y así y así y así. Podemos cuestionarle a la película que abuse de los duelos de espadas, que no aproveche al máximo su 3D o que trate de encajar a toda costa y sin conseguirlo algunos personajes o la insulsa relación entre el cura y la sirena (los Will y Elizabeth de esta secuela), pero es difícil catalogarla como una mala película después de haber pasado esas horas con una sonrisa de oreja a oreja que pocas franquicias te logran sacar en una cuarta parte. No es lo mejor de todas, pero es buena y ya. El viento empieza a soplar y, después del simpático final de esta entrega (y de la escenita después de créditos), veo un futuro prometedor para la nueva trilogía de PIRATAS DEL CARIBE. Está allá, lejos, en el horizonte… ¡Alcen las velas y tráiganme ese horizonte!
MITOLOGÍA NÉRDICA Tal solo un año después de IRON MAN 2 (2010), Marvel Studios continúa el ambicioso y hasta ahora infalible plan de presentar en pantalla grande a cuatro de sus personajes más icónicos, para luego reunirlos en un solo film. Dicho plan concluirá con el estreno del exponente más importante y esperado del cine de superhéroes de los últimos años: LOS VENGADORES (THE AVENGERS, 2012). Pero con varios meses de tortuosa espera por delante, no podemos hacer más que sentarnos en la butaca a disfrutar de las dos adaptaciones comiqueras restantes. Uno de ellas es CAPITAN AMÉRICA: EL PRIMER VENGADOR, el origen del Súper Soldado (Chris Evans) que llegará a las salas argentinas el 28 de julio. La otra es THOR (2011), una magnifica epopeya del subgénero estrenada en cines hace unas semanas. Con un gran elenco, un inteligente guión y muchísimas jugosas referencias y guiños a los comics (o puros nerdgasmos, se podría decir), el nuevo film de Kenneth Branagh es la mejor clase entretenimiento. Al no ser el personaje más conocido del Universo Marvel, seguramente muchos no sabrán quién es Thor. En esta película, Thor (interpretado por Chris Hemsworth) es el Dios del Trueno que, por su arrogancia e irresponsabilidad, es desterrado del místico reino de Asgard y enviado a la Tierra por su padre Odín (Anthony Hopkins). Allí, con la ayuda de una científica (Natalie Portman) y sus colaboradores (Kat Dennings y Stellan Skarsgård), tendrá que convertirse en héroe para salvar a la humanidad de los planes de su resentido hermano Loki (Tom Hiddleston), el Dios del Engaño. Con tantos dioses y reinos místicos dando vueltas por ahí, era difícil pensar un modo en que esta historia encajara con la de las dos entregas de IRON MAN y la de HULK: EL HOMBRE INCREIBLE (THE INCREDIBLE HULK, 2008), todas ellas situadas en un mundo de explicaciones científicas y, dentro de todo, lógicas. Pero Marvel Stuidos encontró el modo y, como dice Jane Foster (Portman), “la magia es solo ciencia que aun no entendemos” ¡Bingo! Todo lo que pasa en THOR parecería ser cosa de magia, pero también tiene una explicación científica y, dentro de todo, lógica: Asgard es una dimensión paralela desde la cual llegaron a la Tierra - en la época de los vikingos y por medio de un agujero de gusano (o Bifrost para ellos) - sus poderosos habitantes, y nosotros los tomamos como deidades. Presentadas sin fallas, todas estas explicaciones ayudan a darle a la frescura y originalidad que separan a THOR de las demás películas de superhéroes. Y aunque para algunos la secuencia inicial con la historia de Asgard, Midgard y Jotunheim pueda resultar un poco extensa (después de todo, se podría decir que el principio del film per se es cuando Odín destierra a su hijo), es difícil perder el interés al ver el comic cobrar vida en pantalla. No hay duda que este era un proyecto arriesgado, pero sus guionistas supieron encontrar la forma de mantenerse fiel al estilo realista propuesto previamente, sin faltarle el respeto a las historietas. Puede que a veces, si nos ponemos a observarlos atentamente, los trajes de Thor y los demás asgardianos resulten poco creíbles - tal vez por esto el Dios del Trueno usa su casco solo una vez en la película -, o que el maquillaje de Gigantes de Hielo los haga parecer más a villanos de “Power Rangers” que de una mega-producción hollywoodense, pero su realizador hizo tan buen trabajo al narrar esta historia que pasamos los 114 minutos de duración sin pensar en otra cosa. El ritmo THOR jamás decae y su tono se complementa perfectamente con el de IRON MAN. Sin embargo, esto no la hace superior y, por más original o entretenida que sea, no logra convertirse en lo mejor que dio Marvel Studios hasta el momento. En parte, creo que se debe a que el protagonista nunca llega a ser tan carismático como el Tony Stark de Robert Downey Jr. La culpa no la tiene Chris Hemsworth, quien sostiene el peso de la película a pesar de ser un ignoto. El problema aquí es que no hay espacio para que el actor se luzca, y las mejores escenas (actoralmente hablando) las entregan Hopkins (¡Un grande como siempre!) y Hiddleston (¡Una sorpresa actoral!). Aun así, Hemsworth es graciosísimo en los momentos de comedia (muchos, para sorpresa de todos), más que bad-ass en las escenas de batalla y un verdadero actor dramático con mucho futuro. Al igual que IRON MAN 2 (2010), el guión está repleto de personajes y líneas narrativas que condiciona varios factores. Primero, las peleas - Thor, Loky, Volstagg, Sif, Fandral y Hogun Vs. Los Gigantes de Hielo; Thor Vs. S.H.I.E.L.D.; Volstagg, Sif, Fandral, Hogun y Thor Vs. El Destructor; Thor Vs. Loki - son espectaculares, pero también cortas. Segundo, todo pasa muy rápido - La transformación de Loki en el villano; el “amor” entre Thor y Jane; como Thor cambia su personalidad, se convierte en héroe y acepta colaborar con S.H.I.E.L.D en el futuro (!!!) -. Y tercero, se desperdicia a más de un actor - Rene Russo (Frigga) pasa desapercibida, Portman no puede demostrar lo talentosa que es, Dennings está confinada a ser el desahogo humorístico, Skarsgård podría haber tenido más escenas, etc. -. Pero adaptar fielmente un universo tan rico como el de “Thor” exigía ciertos sacrificios, y era de esperarse que algo como esto ocurriera. Al menos todo y todos aportan lo justo y necesario al film, y el delicado equilibrio entre lo que pasa en la Tierra y lo que pasa en Asgard se mantiene. Tambalea un poco en la Tierra, pero se mantiene. A diferencia de Louis “The Incredible Hulk” Leterrier y Jon “Iron Man 1 y 2” Favreau, Kenneth Branagh no es solo un director que sabe filmar buen cine de entretenimiento, sino buen cine en general. Su paso por films ENRIQUE V (1989), FRANKENSTEIN (1994) o HAMLET (1996) lo dotaron de un estilo elegante que se hace notar en THOR. Y aunque a veces abusa de los planos cenitales, los ángulos aberrantes (cámara chueca, en criollo) y otros, su habilidad como realizador es otro punto a favor para el film y es mejor apreciarlo ahora que lo tenemos, ya que, seguramente, ni Joe “Captain America” Johnston ni Joss “The Avengers” Whedon nos entregarán una dirección tan pulida como esta. Para ser sincero, no esperaba nada de esta adaptación. Mis fichas estaban puestas en CAPITÁN AMÉRICA: EL PRIMER VENGADOR. Pero más de una vez, un crítico se equivoca - ¿Cuántas veces me habré equivocado en estos párrafos? -. THOR es épica, inteligente, divertida y está muy bien pensada. Sus diseños y efectos visuales son asombrosos, su música emocionante e inspiradora, y el elenco que reunió Marvel Studios es, otra vez, el indicado. Y si eso no convence a los fanáticos, no hay duda que quedarán satisfechos con las referencias ultra nerds - Se ve un cartel con la frase “Journey Into Mystery” (Thor hace su primera aparición en el Nº 83 del comic “Journey Into Mystery”); y hay mención a Donald Blake (el alter-ego del Dios del Trueno en las historietas), a Bruce Banner/Hulk (“Conocí a un científico. Un pionero en radiación gamma. Un día apareció S.H.I.E.L.D y… nunca más se supo de él”, dice Selvig) y a Tony Stark/Iron Man (“¿Ese es uno de Stark?”, pregunta uno de los agentes al ver al Destructor) -, los magníficos cameos - el de Stan Lee intentando sacar el Mjölnir con su camioneta, y el de Jeremy Renner como Clint Barton/Hawkeye (¡!) – y las muchas conexiones con LOS VENGADORES (THE AVENGERS, 2012), como la escena después de créditos (SPOILERS) - con Nick Fury (Samuel L. Jackson) mostrándole a Selvig el Cubo Cósmico, y Loki planeando usarlo - (FIN DE SPOILERS) que adelanta más de lo que esperábamos. Con THOR, Marvel Studios demuestra una vez más que sabe lo que hace y lo que nosotros, los fanáticos nerds, queremos. Ahora, a seguir esperando. Y le rogamos al dios Thor que el nivel no decaiga y que CAPITÁN AMÉRICA: EL PRIMER VENGADOR y THE AVENGERS sean tan grandes como esperamos que sean. Amén. P.D: El 3D es una garcha y no se aprovecha de ninguna manera. No gasten plata de mas y vayan a verla 2D.
BIEN DICHO “¿Qué está diciendo, papá?”, pregunta una de las hijas del Rey George VI mientras ve la proyección de uno de los discursos de Adolf Hitler. “No lo sé, pero lo dice muy bien”, responde su alteza real con una expresión de temor pero, al mismo tiempo, de admiración. Esta es una de las tantas magníficas escenas de EL DISCURSO DEL REY (THE KING’S SPEECH, 2010), el nuevo film de Tom Hooper (THE DAMNED UNITED) que en la más reciente entrega de los Premios de la Academia se hizo acreedor de doce nominaciones y cuatro Oscars ganados. El primero de estos lo recibió por su inteligente guión que, con diálogos tan eficaces y bien pensados como el del principio, construye una historia simple pero solida, fresca y muy entretenida. Sus personajes son complejos y sentimos empatía por ellos al instante. Y a diferencia de otros films históricos, la narración no se distrae en los hechos que acontecieron a la época - las referencias a la Segunda Guerra Mundial son muy pocas -. Podría seguir hablando de las cualidades de su guión por varios párrafos más, pero no quiero aburrirlos. Por eso diré que, si por algo eligieron a este como el Mejor Guión Original del año pasado, fue por el hecho de que EL DISCURSO DEL REY no busca contar la vida de un monarca tartamudo, sino la entrañable historia sobre la amistad entre dos hombres. Y adivinen qué... La cuenta muy bien. Uno de esos hombres es el Rey George VI, interpretado por Colin Firth. Por su actuación, la película recibió su segundo Oscar. Y no fue sorpresa ya que Firth dejó de ser el secundario de films como EL DIARIO DE BRIDGET JONES (2001), MAMMA MIA! (2008) o EL RETRATO DE DORIAN GRAY (2009), para entregar una impecable y muy creíble actuación, capaz de inspirarnos, alegrarnos o entristecernos el día de acuerdo a la escena en la que aparezca. Su tartamudeo, su mal humor, sus temores, su pasado, su incomodidad, su valor. Todo converge en esta interpretación que consagra a Firth como uno de los grandes actores de la nueva generación. Pero no está solo. Junto a él aparecen en pantalla Helena Bonham Carter (como su mujer, la Reina Elizabeth) y Geoffrey Rush (como su terapeuta del habla, el excéntrico y culto Lionel Logue). Aunque está muy lejos de los papeles que acostumbra interpretar, ella se desenvuelve con comodidad y mucho talento, y demuestra que no hay personaje que no pueda interpretar. Él, por su parte, es la media naranja de Firth. Juntos dan cátedra de actuación y las escenas que comparten (muchas, por suerte) son las mejores de EL DISCURSO DEL REY. Desde su primer incomodo encuentro, pasando por las muchas sesiones - una más divertida e ingeniosa que otra -, por el asombroso y dramático diálogo sobre la infancia del Rey, por la escena en la Abadía de Westminster - “¿Que está haciendo?¡Levántese! ¡No puede sentarse ahí! ¡LEVÁNTESE!”, “¿Por que no? Es una silla". Aun me estoy riendo -, hasta la secuencia final que le da el título al film. La amistad entre “Bertie” y “Lionel” está tan bien trabajada que se siente real todo el tiempo - Okey, está basada en una amistad real, pero podrían haberla pifiado -. Esta va surgiendo de a poco, con naturalidad y mucha química, y ayuda a fortalecer una película que ya es brillante de por sí. Hay otros personajes y otra trama dentro del guión, pero la dupla acapara toda la atención. No es algo negativo ya que, como dije antes, Firth y Rush son geniales juntos. Pero esto a veces provoca que uno pierda interés en la historia de la familia real y del heredero al trono. También, y aunque no logran tan buenas interpretaciones, esto causa que actores de la talla de Guy Pearce (Rey Edward VIII), Michael Gambon (Rey George V) o Timothy Spall (Winston Churchill) sean desaprovechados. Aun así, la narración hace su mejor esfuerzo para equilibrarse y lo recién mencionado pasará, para muchos, desapercibido. Ya sea por sus bellos vestuarios, diseño artístico o decorados; por la fotografía o esas neblinosas calles de Londres que la hacen parecer un cuento clásico; por su perfecta sincronización entre un pulido montaje y una gran banda sonora; por su historia o por sus actuaciones, EL DISCURSO DEL REY es una película que hay que ver. Sí, algunos de los premios que ganó son discutibles - El guión de EL ORÍGEN (INCEPTION, 2010) de Christopher Nolan es más original en muchos niveles, la dirección de David Fincher en RED SOCIAL (THE SOCIAL NETWORK, 2010) está más trabajada, TOY STORY 3 es un logro técnico y narrativo, y no olvidemos a las otras seis nominadas: EL CISNE NEGRO, EL GANADOR, LAZOS DE SANGRE, MI FAMILIA, 127 HORAS y TEMPLE DE ACERO -, pero es imposible ignorar la calidad de esta gran obra y lo que Hooper logró con una trama simple y previsible como esta. Visualmente bella y tan encantadora como reconfortante, Hooper no la dirigió como dirigiría una cinta histórica cualquiera. Algunos dicen que la filmó como los clásicos de cine están filmados, pero eso es simplemente el efecto del boca en boca que la infló de más ¿Merece ser llamada la mejor película del año pasado? Es posible, pero es aun más posible (ya que pasó anteriormente) que la Academia premie lo que quiera premiar e ignore otros films o realizadores que tal vez se merezcan la dorada estatuilla aún más. Otros opinan que, a diferencia del año pasado en que ganó VIVIR AL LÍMITE (THE HURT LOCKER, 2009), la Academia eligió a EL DISCURSO DEL REY con su corazón y no con su cerebro. Entiendan que no es una entidad absoluta e infalible, y muchas de sus elecciones son todo menos exactas. En la última entrega, al presentar el premio a la Mejor Película, Steven Spielberg lo dejó en claro: “Una de estas diez películas se unirá a una lista que incluye a NIDO DE RATAS, PERDIDOS EN LA NOCHE, EL PADRINO y EL FRANCOTIRADOR. Las otras nueve se unirán a una lista que incluye a VIÑAS DE IRA, EL CIUDADANO, EL GRADUADO y TORO SALVAJE” ¿Lo ven? Pero ya me estoy yendo por las ramas y lo discutible que son las elecciones de la Academia es tema para otro momento. Así que me despido por ahora diciendo que EL DISCURSO DEL REY es una muy buena película que Tom Hooper filmó muy bien.
HANG IN THERE, BABY Hay muy pocas películas como esta. Hablo de esas en la que los protagonistas (y la historia) pasan la mayor parte del tiempo confinados en un solo lugar. De una cabina telefónica a un cajón a varios metros bajo tierra, estas películas logran sostenerse hábilmente por contar con algún elemento externo que obliga a la narración a moverse, en lugar de dejar al personaje solo en pantalla sin hacer nada. En ENLACE MORTAL (PHONE BOOTH, 2002), un francotirador (Kiefer Sutherland) obligaba a Colin Farrell a desnudar su alma frente a los neoyorkinos y a cambiar su actitud. En ENTERRADO (BURIED, 2010), unos terroristas se comunican por celular con Ryan Reynolds y lo amenazaban con matar a su familia a no ser que consiga un determinada suma de dinero. También hacían que se corte un dedo, entre otras barbaridades. Pero en 127 HORAS (127 HOURS, 2010), James Franco está solo y no hay ningún elemento externo que haga que la narración se mueva ¿Cómo hace entonces, no solo para no aburrir, sino para incluso convertirse en una de las mejores películas del año - ya sea de este o del anterior, dependiendo de la consideración de cada uno -? La respuesta es simple: Danny Boyle (TRAINSPOTTING, SLUMDOG MILLIONAIRE). Hay pocos directores como este. Además de sacarle a Franco la mejor actuación de su carrera, Boyle logra construir con una historia simple (Un alpinista se queda atrapado solo en medio del desierto, cuando una piedra cae encima de su brazo) una película inspiradora y poderosamente reconfortante, sobre la fuerza del espíritu humano ¿Cual es su secreto? ¿Cómo hace este director para salir ileso al animarse a filmar algo en que se atascaría cualquier otro? Pero, sobre todo, ¿cómo hace para no aburrirnos sin contar con francotiradores o terroristas comunicándose por celulares? Otra vez, la respuesta es simple. Acompañado por un guión muy bien pensado y un montaje que le da cierta circularidad y fortaleza al film (de hecho, empieza y termina con una secuencia parecida), Boyle lo hace dirigiendo y narrando como mejor sabe. 127 HORAS nunca aburre y jamás decae, y a diferencia de lo que opinan algunos críticos, cada una de sus escenas son necesarias y no de relleno. A este film no le hace falta elementos externos para entretener y emocionar, y sus precisos 94 minutos se concentran más que nada en ir descascarando de a poco la personalidad de Aron Ralston usando un sinfín de brillantes recursos (una monólogo, un breve flashback, una gran variedad de planos, una música, un sonido, un silencio, un estilo fotográfico o un estilo de montaje) en escenas que van del drama intenso y arrollador, a momentos de un ácido e inesperado sentido del humor - El talk show consigo mismo en el que Franco nos toma por sorpresa al interpretar a tres personajes diferentes, es el mejor ejemplo -. Estos recursos le aporta a la película una riqueza que se hace notar y, aunque a veces puede resultar demasiada onírica o experimental para el espectador promedio, la vuelven una experiencia imperdible y verdaderamente fantástica. Y así como Boyle logra mantenernos fijos en la butaca, como si tuviéramos una piedra sobre el brazo que nos impide levantarnos; así como nos impacta, sorprende y emociona con su estilo visual en escenas tan fuertes como bien realizadas - ¡El corte del tendón está tan bien hecho que aún me da impresión en solo pensar en ese momento! -, también lo hace Franco con su magnífica interpretación. Su personificación de Aron Ralston es verdaderamente realista y en cada cambio emocional que sufre, en cada paso que da en las cinco etapas del duelo (negación, odio, negociación, depresión y aceptación), los espectadores lo acompañamos. No sé si es por la manera en que filma Boyle (asfixiante pero asombrosa) o el terrible hecho de que es una historia real, pero esta película afectará a todos. Así es 127 HORAS. Nos atrapa inesperadamente. Odiamos a la piedra con todo nuestro ser. Empezamos a pensar una manera de escapar. Lloramos cuando Aron llora, reímos cuando Aron ríe, sufrimos cuando Aron sufre y estamos sedientos cuando Aron lo está. Y de pronto nos damos cuenta que esa piedra sobre nuestro brazo está y siempre estuvo ahí por una razón. Y ahí es cuando recordamos: ¡Que buena que es la vida! ¡Qué bueno que es James Franco! ¡Qué grande que es Danny Boyle! ¡Y qué grande que es el cine!