MACHETE + DEATH PROOF - ROBERT RODRIGUEZ - QUENTIN TARANTINO Largo, despeinado, teñido de rubio, sucio y casi inmirable ¿Quien iba a pensar que con uno de los peinados más horribles de su carrera, Nicolas Cage se convertiría en el personaje más bad-ass de lo que va del año? Tal vez solo el director y guionista Patrick Lussier (DRÁCULA 2000, LUCES DEL MÁS ALLÁ, SANGRIENTO SAN VALENTÍN 3D) lo pensó. Este, siguiendo con su tradicional estilo filmográfico, nos presenta otra de esas películas que son buenas por lo malas que son. Aunque, pensándolo bien, ninguno de sus otros films fueron buenos. En fin… estrafalaria, híper violenta y ridículamente divertida, su nueva cinta INFIERNO AL VOLANTE 3D (DRIVE ANGRY 3D, 2011) no teme reírse de sí misma. Y entre tiroteos, sangre, persecuciones y mujeres desnudas, conocemos la historia de Milton (Cage), un hombre que escapa del Infierno para vengarse de una secta que asesinó a su hija y secuestró a su nieta para usarla en un culto satánico. Si no fuera por sus efectos especiales berreta, los escasos momentos en 3D, algunos clichés o escenas ya vistas - la de Cage teniendo sexo mientras mata villanos es casi igual a la de Clive Owen y Monica Belucci en MATAR O MORIR (SHOOT 'EM UP, 2007) -, se podría decir que INFIERNO AL VOLANTE 3D es la MACHETE (2010) de este año. Casi tan sangrienta y bizarra como esa joyita dirigida por Robert Rodríguez, el film de Lussier se luce con muy buenas actuaciones, mucha de sangre, alocadas escenas de tiroteos y explosiones, diálogos divertidos y una narración arriesgada y entretenida que mantiene al espectador interesado mientras suelta de a poco pistas sobre el pasado del personaje de Cage - en lugar de hacerlo bruscamente en meros flashbacks -. Es decir que, si uno fuese a ver INFIERNO AL VOLANTE 3D sin saber de qué trata, no entendería del todo qué pasa en la película hasta las escenas finales, y esto la hace inesperadamente arriesgada. Pero el punto más fuerte de la película no es ese, sino El Contador. La irónica e imprevisible representación de La Muerte, interpretada magistralmente por William Fichtner, se roba cada escena en la que aparece. En cuanto a los demás miembros del elenco, la hermosísima Amber Heard es una talentosa revelación actoral, mientras que Cage es tan genial y bad-ass como cualquier otro héroe de este tipo de películas (Machete, Marv de SIN CITY, Snake de ESCAPE DE LOS ANGELES y la lista sigue). Okey, hasta ahora todo muy lindo pero no podemos pasar por alto que al director Patrick Lussier le falta mucha cancha. Lo peor de todo es que esto se hace evidente al momento de las escenas acción, y sus persecuciones no le llegan ni a los talones a las que Quentin Tarantino filmó para DEATH PROOF (2007). Si bien comparte muchas características con esa locura perteneciente a la doble presentación de GRINDHOUSE - la onda setentosa, la música, sus autos veloces, sus bellas mujeres y un protagonista similar (Milton y Stuntman Mike son dos gotas de agua) -, INFIERNO AL VOLANTE es sumamente inferior - tampoco podemos esperar mucho del director de SANGRIENTO SAN VALENTÍN 3D (2009) -. Pero aun así, este chifle recién estrenado en cines es una grata sorpresa y un placer cool y entretenido que muchos considerarían culposo. Después de todo, es difícil aceptar que ver a Nicolas Cage manejando de vuelta al infierno - al ritmo del rock metálico y con su horrible cabellera al viento - es algo que nos llena el corazón de emoción y adrenalina.
EL GRAN GOLPE “El mundo no es rayos de sol y arcoíris. Es un lugar muy feo y cruel, y no importa que tan fuerte seas, te pondrá de rodillas y ahí te dejará si se lo permites. Ni tú, ni yo, ni nadie golpeará tan fuerte como la vida. Pero no importa que tan fuerte golpees, sino lo fuerte que pueden golpearte y seguir avanzando. Lo mucho que puedas recibir y seguir avanzando ¡Así es como se gana!” Rocky Balboa. Películas de boxeo hay muchas. De hecho, es el deporte más filmado en la historia del cine. Desde la legendaria ROCKY (1976), pasando por la magistral TORO SALVAJE (1980), la inspiradora ALÍ (2001), la dramática MILLION DOLLAR BABY (2004) y la dudosa EL LUCHADOR (CINDERELLA MAN, 2005). Entre tantos gimnasios, entrenadores, regresos al cuadrilátero, conferencias de prensa, corridas por la ciudad, contrincantes intimidantes, peleas ganadas (o perdidas) a último momento y festejos sobre el ring, ¿qué es lo que hace a una película como EL GANADOR (THE FIGHTER, 2010) tan buena? ¿Qué las diferencia de las demás? ¿Qué la hace merecedora de siete nominaciones al Oscar, incluyendo Mejor Película y Mejor Director? Pero sobre todo, ¿se merece dichas nominaciones? Sin haber visto otras competidoras fuertes en la categoría principal (EL DISCURSO DEL REY, EL CISNE NEGRO y TEMPLE DE ACERO; ya se, soy una vergüenza como crítico) me atrevo a decir que sí. Cuando creíamos que se habían filmado todas las historias posibles sobre un ring, se estrena la nueva película de David O. Russell. Pero esta no es una más de boxeo. De hecho, tal vez ni siquiera es una de esas películas. Aunque sigue contando con todos los elementos claves del deporte, estos solo están ahí para adornar lo que EL GANADOR en realidad es: Un poderoso drama familiar que retrata muy eficazmente la relación entre dos medio hermanos y sus historias por separado. La de Micky Ward (Mark Whalberg, muy creíble y contenido), un boxeador de clase media pasado de años que intenta ir por el título mundial; y la de Dicky Ecklund (Christian Bale; completamente transformado y muy merecedor del Oscar), un ex-peleador obsesionado con el pasado, que lucha contra sus adicciones. El protagonismo del film se reparte entre ellos y, con otros personajes secundarios igual de fuertes y bien construidos, la narración no puede evitar alejarse del cuadrilátero por varios momentos para darnos lo mejor que tiene para ofrecer: golpes de drama y emotividad, y un acido e inesperado sentido del humor (brindado más que nada por la interpretación de Bale). Esto es lo que hace a EL GANADOR una película fresca y muy diferente dentro del género deportivo, y un verdadero triunfo para el director y sus actores. Desde el principio uno puede llegar a saber cómo terminará esta cinta - ya sea por conocer la historia de Mickey “El Irlandés” Ward, por lo previsible que puede resultar las tramas de las cintas de boxeo o por el risible y revelador título traducido -, pero eso no quiere decir que el film se vuelva aburrido. La historia de la familia disfuncional, el personaje de la madre controladora (Melissa Leo en una actuación brillante) y sus siete hilarantes hijas, los pintorescos habitantes del pueblo y la bien construida relación de Charlene (Amy Adams, adorable y talentosa) y Micky, ayudan a reforzar su narración. Y si le sumamos la química entre sus actores, la desgarradora representación de los efectos de las adicciones y esa visión realista del espíritu norteamericano (el de nunca rendirse y alcanzar los sueños), la película nunca deja de entretener y el espectador sufre minuto a minuto por el destino del boxeador y su medio hermano. Por todo esto hay que darle las gracias al director, quien filmó con mucha precisión los dos caminos que toma EL GANADOR que se distinguen con claridad. Es curioso y destacable que, para las escenas lejos del ring, el director registra todo con el más puro estilo de cine norteamericano independiente, enfatizando la cámara en mano, la puesta en escena desprolija y realista, y hasta elementos del cine documental. Con estos últimos (dos planos de los hermanos sentados en un sillón frente a una cámara de HBO dando declaraciones), O. Russell abre y cierra la película forjando una narración circular que deja al espectador satisfecho. El problema es que, para las escenas de boxeo, O. Russell no se anima a salir de los cánones del género e incluye (al igual que ROCKY, por ejemplo) fragmentos de transmisiones televisivas, planos cerrados ralentizados de las caras de los peleadores recibiendo golpes (con la infaltable saliva incluida), sonido eclipsado y un largo etcétera de tecnicismos ya vistos en otras ocasiones. Sí, como película de boxeo es inspiradora, pero narrativa y visualmente predecible. Por suerte, EL GANADOR es mucho más que eso. Sin piedad, este gran film - con sus excelentes actuaciones, la gran interpretación de Bale, la dirección de O. Russell, una genial banda sonora y la inolvidable familia protagonista - golpea tan duro como la vida.
SILENCIO EN LA SALA Antes de empezar a analizar los aspectos esenciales de LA CASA MUDA (2010) de Gustavo Hernández, voy a aclarar algunas dudas. Primero, y a diferencia de lo que muchos espectadores creen - en especial los habladores que me acompañaron durante la función -, esta NO es una película argentina. Este nuevo exponente de horror latinoamericano es una producción 100% uruguaya ¿Quedó claro? Segundo, y para desmentir la frase promocional del afiche que promete “miedo real en tiempo real”, LA CASA MUDA no es un plano secuencia propiamente dicho. Okey, es “en tiempo real”, pero está hábilmente camuflado en varias tomas pegadas entre sí con la mayor discreción - así como LA SOGA (ROPE, 1948) de Hitchcock, aunque con mas discreción – y presentada como un supuesto plano secuencia. En realidad es un falso plano secuencia, pero a la gente normal no le interesa ni se da cuenta. Por último, es mi deber aclarar que, lamentablemente, LA CASA MUDA - este falso plano secuencia uruguayo - no es ni siquiera un producto bien logrado. Si la comparamos con el cine de terror en general, LA CASA MUDA es un exponente inferior dentro del género, con escasos momentos de buenos sustos (la mayoría provocado por el banal recurso del elemento sorpresa), actuaciones poco creíbles, vueltas de tuerca muy abruptas o torpemente presentadas y un final con cabos sueltos que a nadie le importó ni importa atar (ni a los realizadores ni al espectador frustrado). Hay momentos en que el film cae en lo absurdo (ella vuelve a la casa), lo ridículo (“¿Qué te hicieron?” le dice la protagonista una y otra y otra vez a su padre ensangrentado) o lo repetitivo (la lámpara como única fuente lumínica o la contante oscuridad), o en que se vuelve tedioso o aburrido, para recién atrapar al espectador en la segunda mitad de la cinta. Sin embargo, desde el punto de vista técnico, LA CASA MUDA es un acierto, en especial si se tiene en cuenta que fue filmada con una cámara de fotos. La fría (y escasa) iluminación juega un papel importantísimo en el film y su juego de sombras y escalofriantes tonos de luz ayudan a crear, junto a los agobiantes silencios y efectos sonoros, una exquisita tensión que va in crescendo a lo largo de la narración. Hay buenos trucos de cámara (la escena después de créditos es un buen ejemplo), pero de nada sirven si los actores a los que están filmando no dan un buen desempeño y la historia que se intenta narrar no llama tanto la atención. Otro inconveniente de LA CASA MUDA es que, a diferencia de EL PROYECTO BLAIR WITCH (1999), CLOVERFIELD: MONSTRUO (2008) o [REC.] (2007), la decisión formal tomada por el realizador no se justifica. Me refiero a la temblorosa cámara en mano. Aquí es un concepto arriesgado si no se tiene como excusa a un personaje dentro del universo ficcional que sostenga la cámara. Y como esta película no lo tiene, el recurso distrae durante la primera media hora (tiempo suficiente como para acostumbrarse), convirtiéndolo en un film muy revelador del dispositivo cinematográfico (que hace visible lo invisible). Es decir, se vuelve obvio el hecho de que detrás de lo que se ve en pantalla hay un equipo de filmación, haciendo poco disfrutable la función. Y aunque a veces logra secuencias interesantes (como la caminata inicial) y agobiantes picos de tensión, la cámara en mano distrae más de lo que debería. Y por si a esta altura a alguien le interesa saber, LA CASA MUDA cuenta (sin entretener y sin asustar, y para colmo, con pretensiones de convertirse en film de culto) como un padre y su hija van a una casa de campo a arreglarla para poder venderla. Pero durante esa fatídica noche, la maldad y un oscuro secreto cubrirán de sangre a los habitantes de la casa. Supuestamente está inspirada en hechos reales, pero a estos tipos ya no les creo nada.
DISPAREN SOBRE EL TURISTA Johnny Depp y Angelina Jolie están en esta película, y con dos de las estrellas más importantes de Hollywood, este podría haber sido uno de esos films que los espectadores aman ver. Sexys, muy entretenidos, atrapantes, románticos, llenos de intriga y perfectos para una cita en pareja - después de todo, la platea femenina va a ver a Depp, mientras que los muchachos se babean por esa potranca apellidada Jolie -. Sin embargo, el poco esfuerzo que puso el realizador Florian Henckel von Donnersmarck (LA VIDA DE LOS OTROS) en dirigir a sus actores o los guionista en narrar la historia, terminan desperdiciando lo que podría haber sido un buen thriller por confiarse demasiado en la presencia actoral de los protagonistas ¡Gente, el cine no es solo personas bonitas paseándose por bonitos paisajes! Es más que eso. Así es como tenemos un producto carente de todas las cualidades anteriores: EL TURISTA (THE TOURIST, 2010) no es ni sexy, ni lo suficientemente entretenida, atrapante o romántica, ni mucho menos perfecta. El espectador promedio disfrutará de su sencillez, sus vueltas de tuerca y sus actores, pero... ¿Intriga internacional? Pfff, sus ganas. Es solo una bonita aunque desalmada postal de Venecia. Y chata, como toda postal debería ser. A solo unos meses del estreno de la también floja (aunque más eficaz) AGENTE SALT (2010), Angelina Jolie vuelve a interpretar a una femme fatale. En esta ocasión es Elise, una misteriosa mujer que aborda un tren a Venecia. Allí - al mejor estilo EXTRAÑOS EN UN TREN (1951) de Hitchcok - ella se sienta frente a Frank (Johnny Depp), un loser profesor de matemáticas. Este turista americano no sabe que su vida está a punto de dar un vuelco, ya que Elise lo eligió para que la policía y un grupo de gangsters crean que él es el hombre que ella ama y al que todos quieren tras las rejas… o muerto. Si tomamos esta interesante premisa narrativa y le sumamos los bellos paisajes más las dos mega-estrellas, lo que menos esperábamos obtener era un film fallido. Aunque visualmente EL TURISTA funciona a la perfección con su bella fotografía y paisajes, la película no puede evitar caer en algunos lugares comunes del género que, junto a escenas de acción poco arriesgadas (y hasta aburridas), terminan sacándole gran parte del interés a la trama. Aun así, uno llega a bancarse los 103 minutos de duración gracias al dúo protagonista y a la espera de que en algún momento muestre algo que al final no llega mostrar: Una escena de acción más elaborada, un punto en que la relación de Elise y Frank deje de ser poco creíble, diálogos más inteligentes o hasta algo de carne. Tal vez suele machista, pero Jolie no muestra nada de carne. Poco arriesgada, la película cuenta con una de las mujeres más hermosas del mundo pero, para alcanzar la más rentable PG-13 (apta para mayores de 13), niega los atributos de esta mujer y su característica de potencia sexual, dejándonos solo con unos planos de ella - despampanante sí, pero - solo con ropa elegante. Así es como EL TURISTA se vuelve un film elegante, pero no sexy. Y sin duda, la ya mencionada platea femenina tendrá algo que decir del look de Depp. Dejando de lado los aspectos superficiales, las actuaciones tampoco son lo que esperábamos. Olvidándose que estuvo nominada al Oscar hace un par de años, Jolie nos entrega una interpretación fría, poco creíble y desganada, insuficiente como para forjar la química necesaria - ausente a lo largo de toda la película - con su co-estrella. Depp, por su parte, logra una buena interpretación otorgando una cuota de humor y talento, tal vez no tan buena como para una nominación al Globo de Oro (como así sucedió), pero sí como para mantener a flote esta película. El resto del elenco lo integra un trío de talentosos actores completamente desperdiciados: Paul Bettany, Timothy Dalton y Rufus Sewell. No, EL TURISTA no es buena por sus actuaciones, por su poco atrapante historia o por ese climax de cero tensión. No es buena por la química entre los actores (¿La hay?) y tampoco lo es por sus escenas de acción (¿Las hay?). De hecho, si siquiera es buena. Y no importa cuántos bellos paisajes muestren, cuantas abruptas vueltas de tuerca o finales inesperados intenten meter, o con que estrellas intenten decorar, EL TURISTA está muy lejos de ser perfecta. Okey, aunque es fácilmente olvidable, sí entretiene. Pero también lo hace PIRAÑA 3D, y por lo menos ahí sí hay minas mostrando las pechugas.
ESTRELLITA, ¿DÓNDE ESTÁS? Fácilmente se podría dividir a NOCHES DE ENCANTO (BURLESQUE, 2010) en dos conjuntos. Al primero, el más destacable de la película, lo integran los espléndidos números musicales interpretados por la cantante (y actriz a medias) Christina Aguilera, y la ya leyenda de la show business Cher. En el segundo conjunto está lo peor de este musical dirigido por Steve Antin: Personajes sumamente chatos, lugares comunes, un desbocado desinterés por sus propios conflictos y actores desperdiciados. En la escena inicial del film ya se percibe ese cansino cliché andante que es la historia de la protagonista, que ya está tan (mal)gastado que incluso pasó a ser parte de uno de los gags de la genial sitcom de la CBS: Al igual que Penny de “The Big Bang Theory”, Ali (Aguilera) es una pueblerina que deja todo para alcanzar su sueño de ser famosa. Así llega hasta Hollywood y, mientras busca trabajo, va a parar a una casa de burlesque. Jajaja. Perdón, es que me acordé de un capítulo de “Los Simpsons”. Dentro de esta casa de burlesque (Jeje), un grupo de bellas mujeres bailan sensualmente. Tras bambalinas está Tess (Cher), propietaria del lugar con problemas de deudas. Junto a ella está su gayfriend Sean (Stanley Tucci). Ninguno de los dos sospecha que su salvación acaba de entrar por la puerta: Ali tiene una potente voz que pondrá de cabeza la vida de todos, enamorará al barman y sí, salvará al burlesque. Como verán, no tengo ningún problema en revelarles el final de la película porque, al igual que el desenlace de las demás pobres subtramas del film, es súper obvio. Hay personajes estereotipados, otros ignorados (¡Tucci, por Dios!) y otros presentes pero que no aportan nada. Y lo peor de todo es que el personaje que más acapara la atención del film es el de Aguilera, a tal punto de dejar casi de lado la historia que todos creían que sería la principal: Aunque el protagonismo de las subtramas va y viene, NOCHES DE ENCANTO se centra más que nada en Ali y (más de lo quisiéramos) en su insulsa relación con Jack, el barman. Así la película se ve obligada a desplazar mucho de lo que pasa en el burlesque, hasta dejarlo en segundo plano, y las únicas veces que lo visitamos es para ver un número musical. O a Cher, quien aun puede hacer vibrar los parlantes - su canción “You Haven't Seen The Last of Me”, ganadora del Globo de Oro, es uno de los momentos más emotivos - y dar una buena interpretación a pesar de no poder mover los músculos de su cara por tantas cirugías. En cuanto a Aguilera, si actuara tan bien como canta, esta mina ganaría el Oscar. Pero no es así. Su personaje cansa la mayor parte del tiempo, y su actuación no convence nunca debajo del escenario. Sí, NOCHES DE ENCANTO es un film flojo cuando está lejos del escenario. Pero sobre las tablas es otra cosa. En el escenario pasa lo mejor de la película: La estruendosa gran voz de Aguilera le da el ritmo a números musicales encantadores, sexys y muy entretenidos. Muchos colores, vestuarios, canciones y coreografías presentadas al mejor estilo Broadway, que su director supo filmar de la manera correcta y que los amantes de los musicales agradecerán. Este es el segundo conjunto del que hablaba al principio de la crítica. Lamentablemente, la película no logra balancear ambos y NOCHES DE ENCANTO pasa al olvido así como su obviedad narrativa y sus canciones que no llaman tanto la atención. No salí tarareando ninguna de ellas. Diferente fue mi experiencia con NINE (2009), otro reciente musical muchísimo mejor trabajado. El tema “Be Italian” estuvo en mi cabeza por toda una semana. Ni hablar de temazos como “Life is a Cabaret” de CABARET (1972), “Gee, Officer Krupke” o “America” de AMOR SIN BARRERAS (1961), o las inconfundibles “You're the one that I want” de GREASE (1978) y “Singin' in the Rain” de CANTANDO BAJO LA LLUVIA (1952)... Okey, ya me fui por las ramas. En fin, una lástima por NOCHES DE ENCANTO.
LA CALMA ANTES DE LA TORMENTA Ahora que Lord Voldemort (Ralph Finnes) y sus Mortífagos han tomado el control de Hogwarts y del mundo mágico, ningún lugar es seguro. Lejos del colegio y de sus familias, los inseparables Harry (Daniel Radcliffe), Ron (Rupert Grint) y Hermione (Emma Watson) emprenderán un solitario viaje, huyendo de sus enemigos, con la misión de encontrar y destruir los Horrocruxes, las partes del alma del Innombrable, ocultas en diferentes objetos. Solo de esta manera, y con la ayuda de tres antiguos y poderosos objetos mágicos conocidos como Las Reliquias de la Muerte, podrán vencer a Lord Voldemort y restaurar la paz en el mundo. Resulta difícil creer que este film pertenece a la misma saga que comenzó como una encantadora aventura familiar sobre un niño que descubría ser un mago. Pero una vez más, Harry Potter nos hace creer lo increíble. La magia y los entrañables personajes creados por la novelista J.K. Rowling siguen presentes en esta séptima adaptación de uno de sus libros, pero esa oscuridad y madurez progresiva, percibida desde las primeras secuelas, han alcanzado los niveles de una película ya no apta para niños - ni siquiera para aquellos acompañados por sus padres, sin excepciones -; y los inofensivos temas que antes solía tratar han sido desplazados por completo para centrarse en una historia sobre la lealtad, el paso de la adolescencia a la adultez, la injusticia, la intolerancia, la corrupción y, por supuesto, la eterna lucha entre el bien y el mal. Es decir, todo lo que se podría esperar de una película sobre tres adolescentes prófugos, solos en un mundo dominado por la tiranía. Después del paso en falso que fue la sexta entrega de la saga, el director David Yates se reivindica con HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 1 (2010), uno de los mejores y más eficaces films de la franquicia que, aunque no cierra de la mejor manera - a fin de cuentas es solo la mitad de una película entera -, no hay duda de que dejará a casi todo espectador, lector de los libros o fanático incondicional, más que satisfecho. Alguien que no conozca cómo termina la historia del joven mago o que no haya leído nunca el séptimo libro, probablemente crea que la decisión de dividir el final en dos partes se deba solo a una cuestión monetaria - después de todo, dos películas significa el doble de ganancias en taquilla -. Sin embargo, y aunque puede ser que, en parte, ese alguien tenga razón, el acertado plan de Warner Bros. va más allá de la codicia: dos películas significa más tiempo para ser lo más fiel posible a la novela, sin tener que dejar (casi) nada afuera. Y dos partes permiten que sus responsables pueden darse el lujo de forjar una muy entretenida narración, equilibrada con espectaculares escenas de acción, momentos de humor, drama y romance, picos de tensión y una agobiante y muy bien lograda sensación de tranquilidad y calma. A diferencia de la veloz sucesión de escenas de, por ejemplo, HARRY POTTER Y LA ORDEN DEL FENIX (2007), aquí la narración se toma su tiempo y, sin aburrir la mayor parte de sus 146 minutos - gracias a la química del trió protagonista -, logra balancear su trama entre la espera y la acción, y entre la quietud y el estallido, algo que seguramente estará ausente en la épica PARTE 2 (15 de Julio de 2011) de este desenlace, a la que sus productores definieron como “una película de guerra”. Pero no se dejen engañar. HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE no es ni la primera ni la última película filmada en simultáneo y dividida en dos. Desde la trilogía de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, pasando por las dos secuelas de la saga MATRIX y los dos volúmenes de KILL BILL, hasta las aun no estrenadas dos respectivas partes de THE TWILIGHT SAGA: BREAKING DAWN (2011-2012) y de THE HOBBIT (2012-2013), esta estrategia fue ganando popularidad al darle a sus estudios ganancias millonarias, pero también trayendo consigo una dificultad que se hace presente en la séptima aventura del joven mago. Al ser solo la primera mitad de una película, HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 1 no concluye debidamente. Era de suponer que su historia quedaría continuada y con más de una pregunta sin responder, pero aquellos que esperen ver un film completo, con el tradicional principio, nudo y desenlace, seguramente se desilusionarán al tener que conformarse solo con un principio y un desarrollo sin final. Lo que sí logra la última secuencia, es acomodar todas las piezas para lo que será la - ahora esperadísima - segunda parte; y ese continuado “desenlace” se encarga de asegurar la asistencia de todos los espectadores de la sala que quedaron con la intriga y con las ganas de saber cómo concluirá esta historia. Otro de los problemas que provoca esta división del film es una división en el público, que se hace evidente más ahora que en cualquier entrega anterior. Por un lado están los fanáticos de los libros que apreciarán la fidelidad de la adaptación. Por el otro, están los espectadores que solo conocen a Harry Potter por las películas, y son estos quienes, al ver LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 1, probablemente se sentirán perdidos o frustrados ante situaciones o detalles nunca antes mencionados en las previas adaptaciones fílmicas (el espejo que lleva Harry en todo momento, la boda o el Valle de Godric) y personajes que, a diferencia de los libros, aparecen o regresan de la nada (como Fleur Delacour, Bill Weasley, Dobby, Mundungus Fletcher). Al no condensar las sub-tramas literarias e incluir casi en totalidad las situaciones de la novela, el espectador ordinario podría perderse en más de una ocasión y para aquel que nunca antes vio un film de Harry Potter, este sería el peor momento para empezar. Puede que su fidelidad, con respecto al material original, cause que la trama llegue a estirarse demasiado, que las muertes de algunos personajes parezcan rápidas o carentes de importancia, o que ese deus ex machina del final enoje a los críticos. Pero no hay duda de que es una película que, aunque solo los fans disfrutarán por completo, a todos emocionará por igual. Después de agotar la rotación de directores en HARRY POTTER Y EL CALIZ DE FUEGO (2005), el estudio dejó a David Yates con la responsabilidad y la dificultosa tarea de encargarse de las secuelas restantes. Y aunque al principio parecía que no sabía lo que hacía, Yates creció junto a las películas logrando darles una agradecida solidez estilística a lo que quedaba de la franquicia. Ahora, algunos años después, el director ya se anima a desenvolverse cómodamente, soltando todo su arsenal cinematográfico en lo que es la entrega más visualmente atractiva desde la de Alfonso Cuarón (HARRY POTTER Y EL PRISIONERO DE AZKABAN, 2004). Variando entre planos abiertos y cerrados, entre una cámara estática y otra frenética, y entre escenas de puros efectos y otras crudamente realistas, el estilo de HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 1 se termina de consolidar por los eficientes labores del compositor Alexande Desplat y del director de fotografía Eduardo Cerra (el mismo de MÁS ALLÁ DE LOS SUEÑOS y DIAMANTE DE SANGRE), de sus majestuosos paisajes y decorados, sus deslumbrantes FX y de esa secuencia animada que ilustra “La Fabula de los Tres Hermanos” y que, aunque se aprecia la intención, lamentablemente no encaja del todo en la película. Aun así, sumado esto a la fuerza narrativa de su guión y a las ya insuperables actuaciones de su elenco, estamos en presencia, no solo de una de las mejores películas de la franquicia “Harry Potter”, sino de un muy buen film en general. Al estar solos en la mayoría de las escenas, el trío principal se enfrenta a su reto más difícil: sostener la película sin contar con talentosos actores secundarios que los acompañen. Sin Michael Gambon (Albus Dumbledore), Jim Broadbent (Profesor Slughorn), Emma Thompson (Profesora Trelawney), Maggie Smith (Profesora McGonagall), entre otros dejados de lado, los tres protagonistas demuestran lo mucho que crecieron actoralmente logrando sobrellevar sin problemas las escenas de comedia (especialidad de Rupert Grint), drama (especialidad de Emma Watson) y acción (okey, especialidad de Daniel Radcliffe). El resto del elenco lo integran algunos muy desaprovechados buenos actores (Alan “Snape” Rickman, Jason “Lucius Malfoy” Isaacs, Tom “Draco Malfoy” Felton, John “Ollivander” Hurt, Helena “Bellatrix Lestrange” Bonham Carter y Robbie “Hagrid” Coltrane), otras acertadas nuevas incorporaciones (Rhys “Xenophilius Lovegood” Ifans y Bill “Rufus Scrimgeour” Nighy) y un sobresaliente Ralph Fiennes que termina de consolidarse como EL villano. Su Lord Voldemort en esta entrega, aunque no cuenta con mucha participación, es el más inhumano, cruel y aterrador hasta el momento - demostrado desde el principio en la arrolladora escena en que le da de comer a la serpiente Nagini - y sus escasas apariciones se aprecian a cada momento - así como lo fue el Joker de Heath Ledger en THE DARK KNIGHT (2008), aunque en menor escala -. Con la fiebre Crepusculera olvidada por el momento, una franquicia que sí se merece el éxito regresa a los cines por penúltima vez. Pero todo ha cambiado. Lejos de Hogwarts, la erupción de las hormonas adolescentes, las clases y los partidos de Quidditch, la saga da un brusco giro y se convierte en algo más. Aunque sigue siendo una aventura sobre magos, las películas de Harry Potter han madurado. Más oscura, más violenta, autorreferencial, políticamente incorrecta y hasta con una tensión sexual latente entre sus protagonistas, la primera parte de LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE llega para hacer que nos cuestionemos qué es en realidad esta saga. ¿Qué hay por debajo de su fuerte entramado ideológico? ¿Es a caso una reminiscencia al ascenso del nazismo o las dictaduras? ¿Son los muggles aquí una alegoría de los judíos? Y con frases como “No tienen nada que temer si no tienen nada que esconder”, los interrogatorios, la intolerancia, las desapariciones, el miedo inducido, los héroes siendo perseguidos y los gobiernos y el colegio bajo el mandato del despotismo, la respuesta es casi obvia. Aún hay escenas de acción impactantes (Los Mortífagos y Voldemort persiguiendo a Harry por el cielo), un misterio que resolver (Las Reliquias de la Muerte), momentos muy entretenidos (El trío infiltrándose en el Ministerio de Magia o la escena de los múltiples Harrys en la que Radcliffe se luce) y otros fuertemente melodramáticos, pero no hay duda de que LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE es muy distinta de lo que fue HARRY POTTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL (2001). Quién iba a pensar que en esto se convertirían las películas del joven mago. A lo largo de diez años su historia fue madurando junto a sus seguidores, dejando ver un relato sobre el amor, la amistad, la familia y las líneas que separan al bien del mal. Pero ese relato llegará a su fin muy pronto (el 15 de abril de 2011, para ser más exacto). Ellos, los fanáticos, lo saben bien y ya están preparándose para dejar su adolescencia atrás. Saben que todo principio tiene un fin, que ya es tiempo de seguir adelante pero que, a pesar de tener los días contados, nunca habrá nada más mágico que haber crecido junto a sus héroes.
THE HOLLYWOOD SAW MASSACRE Desde el año 2004 el cine ha sido bendecido con una dosis anual de hemoglobina y violencia otorgada por la franquicia que ya se ganó un lugar en el libro de records Guinness al ser la saga de terror más exitosa de todos los tiempos. Aunque lo de “terror” es relativo ya que los espectadores no se amontonan en las salas en que se emite alguna entrega de EL JUEGO DEL MIEDO para ser asustados, sino para alimentar ese deseo prohibido del psicópata que llevan dentro; esa sed de sangre que solo pueden saciar con la porno-tortura (o gorno, según algunos críticos) característica de la franquicia que este año se despide con una historia atrapante e híper violenta, que otorga a los fanáticos todo lo que querían ver. Y aunque algunas piezas no encajen a la perfección en este rompecabezas dirigido por Kevin Greutert, el increíble e inesperado final convierte a EL JUEGO DEL MIEDO 3D: EL CAPÍTULO FINAL (SAW 3D, 2010) en un producto disfrutable, entretenido y a la altura de las otras buenas entregas de la franquicia. Aunque sea difícil de creer, la saga más sádica de los últimos tiempos todavía tiene sorpresas. Inmediatamente después del final de la película anterior, el desfigurado Hoffman (Costas Mandylor) y Jill (Betsy Russell), la esposa del difunto John Kramer (Tobin Bell), empezarán una lucha por el legado de Jigsaw. Mientras tanto, un grupo sobrevivientes a los “juegos” se reúne para buscar el apoyo de un experto en autoayuda: Bobby Dagen (Sean Patrick Flanery), un hombre cuyo oscuro secreto desatará una nueva ola de terror. Esta sin duda no será la más sangrienta - ¿Qué podría superar la cirugía de cerebro (SAW III, 2006) o la autopsia de Jigsaw (SAW IV, 2007)? - ni la más original - ¿Hay alguna idea más arriesgada que situar todo un film en un baño (SAW, 2004) o hacer que su historia suceda al mismo tiempo que la de la entrega anterior (SAW IV, 2007)? - pero si duda es una de las más interesantes. Primero porque, aunque el 3D no es aprovechado al máximo, el realismo que gana con esta nueva tecnología es de verdad aterrador y si hace, como lo anticipó la campaña de marketing, que las trampas cobren vida. Segundo porque va más allá de las críticas a los sistemas de salud, la crueldad humana, las adicciones y demás, para tocar un tema fresco y original: El palabrerío new age, las mentiras, sus bestsellers y el costo de la fama. Tercero y no menos importante, por su impactante y gran final - tal vez el más sorprendente de todos - que logra salvar esta séptima parte de convertirse en una de las entregas menos eficaces junto a SAW II (2005), SAW V (2008) y SAW VI (2009). Lo que pasa aquí es que, al no lograr encajar de manera correcta sus historias (la de Jill Vs. Hoffman y la de Bobby Dagen), EL JUEGO DEL MIEDO 3D: EL CAPÍTULO FINAL se tropieza en más de una ocasión, desequilibrando la narración y haciendo creer al espectador que está viendo dos películas al mismo tiempo. Una es un inquietante thriller de suspenso con Jill y Hoffman en un terrorífico aunque algo alargado juego del gato y el ratón. La otra, con su canónica estructura, parece ser una floja secuela más de la saga, con un jugador intentando salvar a sus conocidos de las violentas trampas de Jigsaw en un laberinto de torturas similar a los de SAW II (2005), SAW IV (2007) y SAW VI (2009). Tal vez aquí los juegos no sean los más elaborados y su objetivo sea solo mantener al espectador interesado - o asqueado - mientras desarrollan la otra línea narrativa más relevante, pero la historia previa de Bobby Dagen que desata el torbellino de violencia evidencia un notable crecimiento creativo que valdría la pena exprimir en próximas entregas. Lamentablemente, la saga SAW ha llegado a su fin y, como nos tiene acostumbrados, el desenlace al ritmo de su frenético leitmotiv y su veloz montaje hace encajar ambas historias y sus piezas de manera inteligente. Esta vez el cierre parece y podría ser el definitivo. Un final casi perfecto y, a la vez, un impecable nuevo comienzo que satisface, sorprende y hasta hace cambiar por completo el punto de vista de toda la saga, pero que sigue dejando algunas preguntas que no estaría de más contestar. (SPOILERS) Por ejemplo, quienes eran los otros dos con la máscara de chancho que acompañaban al Dr. Gordon. (FIN DE SPOILERS) Tal vez la duda más grande sea porque los responsables de SAW 3D decidieron comenzar su film con esa tortura pública presenciada por varios ciudadanos, en la que un juego de sierras amenaza las vidas de los jóvenes integrantes de un triangulo amoroso. Dicha escena no encaja ni tiene ninguna relevancia en la historia del film y es más que obvio que está allí solo para “enganchar” al espectador, impactar con el uso del 3D y mostrar/acusar a modo de espejo la morbosidad del ser humano que se preocupa más en registrar con su celular los violentos hechos que en ayudar a alguien que lo necesita. Sin embargo, y a pesar de que los trailers nos prometían que había llegado la hora de que todos sean testigos de la obra de Jigsaw, lamentablemente nada en esta secuencia tiene que ver con Bobby Dagen o el enfrentamiento entre Jill y Hoffman. Si no fuera por lo bien que está presentado, por su perversidad, su sangriento desenlace y la fuerza con que hace empezar el film, se podría simplemente prescindir de ella e ir a los bifes. Al ser la séptima y última parte, es casi obligatorio que esta película cuente con algo de autoconciencia, referencias a los films anteriores y respuestas a preguntas pendientes. Pero, como a partir de la quinta parte la saga se malacostumbró a ignorar su procedencia, en más de una ocasión, EL JUEGO DEL MIEDO 3D: EL CAPÍTULO FINAL no le brinda el debido respeto a Jigsaw y a su legado. Como no podía ser de otra manera, el enorme Tobin Bell sigue formando parte de la franquicia a pesar de haber muerto en la tercera parte, pero su breve aparición es lamentable. Fuera de eso, este desenlace le otorga a los fanáticos todo lo que querían ver. Desde la legendaria trampa de la mandíbula (The Reverse Bear Trap) funcionando hasta regresar al baño donde comenzó todo, saber qué pasó con el Dr. Gordon después la primera SAW y formar otra vez parte de la atrapante y siniestra psicología políticamente incorrecta de Jigsaw que, con cada nueva secuela, uno va aceptando más y más. Ya alejada por completo del terror para centrarse en el gore, la franquicia de EL JUEGO DEL MIEDO presenta su último acto y la pieza final de este puzzle cinematográfico que encaja justo. Dos historias entretenidas que se entrelazan como pueden, muchos personajes, actuaciones correctas - entre las que se destaca el tétrico Costas Mandylor (Detective Mark “abuso del cuchillito” Hoffman) -, litros de sangre y un desfile de dolorosas e impresionantes escenas. Esto compone el final de la historia de Jigsaw que, a lo largo de siete películas supo mantenerse en una misma línea, tanto argumental como estética. A esta altura, muchas otras franquicias de terror bordaban el ridículo - en FRIDAY THE 13th - PART VII: THE NEW BLOOD (1988) ya había un personaje con poderes psicológicos, mientras que en NEW NIGHTMARE (1994) el Freddy Krueger de las películas escapaba al mundo real para atemorizar a la actriz Heather Langenkamp -, pero SAW siempre trató de mantenerse fiel a su estilo. Y seis años después del comienzo, el mensaje sigue siendo el mismo: Valora tu vida. Pero, al no saber cuánta sangre estarían dispuestos a derramar para seguir viviendo, a los espectadores podría costarles trabajo cumplir con la petición de Jigsaw. Así que, por el momento, que al menos aprendan a valorar films como EL JUEGO DEL MIEDO 3D: EL CAPÍTULO FINAL. Ahora sí, "game over".
NO ESTÁ MUERTO QUIEN PELEA LOS INDESTRUCTIBLES (THE EXPENDABLES, 2010), el nuevo film de Sylvester Stallone después de ROCKY BALBOA (2006) y RAMBO: REGRESO AL INFIERNO (2008), no solo es la historia de un grupo de mercenarios que se reúne para derrocar a un dictador latinoamericano, detener a un corrupto ex-agente convertido en traficante de drogas y salvar a una mujer prisionera. Cargada de adrenalina, músculos, cuchillazos, explosiones y una bad ass banda sonora, la película es un canto al cine de acción y un instantáneo clásico dentro del género que logra lo que muchos otros films no pudieron: Recordar, homenajear y revivir los años 80 de la mejor manera. Ayudado por los efectos especiales de esta nueva generación, THE EXPENDABLES llega a los cines haciendo temblar las butacas. Los espectadores gritan de emoción y festejan ante esta entretenida e imparable montaña rusa de virilidad y violencia que, sin duda alguna, es la mejor película de acción del año. Para atraer al público joven, a lo largo de estos meses, BRIGADA A: LOS MAGNÍFICOS (2010), KARATE KID (2010), PESADILLA EN LA CALLE ELM (2010) y otros films basados en exponentes de la década de los 80, se caracterizaron por esquivar su procedencia y adaptar sus historias, personajes y estilo al modelo propuesto del 2000 en adelante. Pero no LOS INDESTRUCTIBLES. Esta película se anima a todo y no solo respeta plano por plano las films de acción ochentosos, sino que grita orgullosamente ser uno de ellos. Y sin tener nada que envidiarle a sus pares, THE EXPENDABLES presenta un espectáculo imperdible que los amantes del género querrán disfrutar una y otra vez. Todo lo que hizo grandes a films como FIRST BLOOD (1982), COMANDO (1985), DIE HARD (1988) y tantas otras películas que desfilaron por los “Sábados de Súper Acción”, está aquí. Tipos rudos hay muchos, y todos disparan primero y preguntan después. Y entre explosiones, combates y persecuciones muy bien diseñadas, LOS INDESTRUCTIBLES también se da el lujo de proveer lecciones de vida camufladas en un guión escrito y filmado como antes. Sí, predecible, lleno de clichés y con villanos poco carismáticos, pero también con diálogos irónicos, frases memorables, un ritmo que nunca decae y escenas tanto vertiginosas como divertidas. Aunque al principio la intención de Stallone era reunir a la mayor cantidad de “Leyendas de la Acción” posibles, por varias razones tuvo que prescindir de nombres como Jean Claude Van-Damme, Steven Seagal, Kurt Russell, Wesley Snipes y Danny Trejo. Así fue como, lamentablemente, remplazó nombres tan importantes como estos por otros actores de menor calibre como Randy Couture, Steve Austin, Terry Crews, Eric Roberts y David Zayas. Pero aún así todos lograron ponerse a la altura de las circunstancias y cada uno tiene su momento de gloria - El de Crewes reventando malosos con su armota es uno de los mejores -, y al ver el film uno se da cuenta de que tal vez fue la decisión correcta ya que, aunque no aportan mucho a la trama, ninguno de ellos logra opacar al trío protagonista. O mejor dicho, dúo protagonista ya que la falta de participación de Jet Li obliga al espectador a centrar su atención en la inesperada gran dupla de Stallone y Jason Statham, que convence y que tiene muchísimo más para dar en las esperadas e inevitables secuelas. Ambos tienen una gran química y protagonizan algunas de las mejores escenas de THE EXPENDABLES, como el escape en el avión o el enfrentamiento final con James Munroe (Roberts). Otras escenas en las que el film derrocha espectacularidad son la genial pelea entre Li y el gran Dolph Lundgren, el bestial combate entre Stallone y Steve Austin, la escena en que Statham se agarra a las piñas en la cancha de basket o el explosivo tiroteo final. Puede que no logre ponerse a la altura de los clásicos más representativos de los ochenta, pero no hay duda que THE EXPENDABLES es una lección sobre cómo hacer películas de acción y un film que desborda todo lo que el género perdió con la llegada de la saga de Jason Bourne o el reinicio de la franquicia de James Bond CASINO ROYALE (2006). Conscientemente, Stallone se aleja lo más que puede de ese realismo característico del nuevo milenio para refugiarse en una historia entretenida, pero al mismo tiempo, oscura y profunda, que se evidencia del todo en un magnifico diálogo que mantienen los personajes de Stallone y Mickey “Aun con el look de IRON MAN 2, no sé porqué” Rourke. Demostrando ser merecedor de su Oscar por EL LUCHADOR (2008), este último logra una sobresaliente interpretación que resulta ser un respiro entre las flojas actuaciones de la mayor parte del elenco. Stallone es un Rambo más alegre, Statham hace el mismo papel de siempre, mientras que Jet Li apenas puede hablar. Pero ojo, no hace falta decir mucho para ser uno de LOS INDESTRUCTIBLES. Lo único que se necesita es una ametralladora, un cuchillo y tener los huevos bien puestos, lo suficiente como para decidir no usar dobles de acción (True story!) o, como le paso a Stallone, sufrir 14 heridas incluyendo la quebradura de un diente, la ruptura de su tobillo y la fractura de su cuello que requirió la inserción quirúrgica de una placa de metal (Auch!). Así como ENCUENTRO EXPLOSIVO (2010) representó un regreso al modelo narrativo de los 90, el nuevo film de Stallone nos traslada otros diez años más atrás: a los ochenta, a esa época en que no importaba que la acción tuviera o no sentido, cuando los films se hacían con un corazón tan grande como sus músculos y en que solo hacía falta un diálogo para darle sentido a todo lo que pasaría en los tres cuartos restantes de una película. Y no es coincidencia que ese dialogo que hace que la narración de THE EXPENDABLES se dispare se lleve a cabo en la escena más esperada que, con tan solo un par de minutos de duración, vale la pena el precio de la entrada y ya se convirtió en uno de los momentos más antológicos del cine: En una iglesia, Mr. Church le propone una peligrosa misión a los veteranos Barney Ross y Trench Mauser. Este último no acepta, dice sarcásticamente “Dale el trabajo a mi amigo. Le encanta jugar en la selva”, y así como si nada, sale de la iglesia y lo perdemos de vista. “¿Cuál es su maldito problema?” pregunta Mr. Church. A esto, Barney responde: “Quiere ser presidente”. Aquí es donde Silvester Stallone, Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger aparecen por primera vez juntos en pantalla, provocando la risa y la nostalgia en una irónica escena cargada de referencias cinéfilas y chistes internos, que al igual que el resto de la película, rebosa de autoconciencia fílmica y demuestra nuevamente que los héroes de acción eran los de antes, que estos todavía se la bancan y que aún están vivos… y más vivos que nunca. LOS INDESTRUCTIBLES son esos héroes de acción a los que constantemente nos referimos como “los de antes”. Verdaderos machos que demuestran ser lo que se ve en pantalla y que, a pesar de la edad o los golpes, siempre volverán con la frente marchita, pero en alto. Y todo para hacernos recordar la grandeza y el verdadero sentido y significado del cine de acción. No se trata de buenas actuaciones o historias inteligentes. Es aferrarse a la butaca con todas tus fuerzas, dejar que te quiten el aliento una y otra vez, y salir sonriendo al terminar la función. Los films de acción ya no logran eso hoy en día, y nosotros nos preguntamos, así como le preguntó Homero Simpson a Mel Gibson una vez, “¿Cuándo fue que dejamos de admirar al hombre con un lanzallamas?”… Por lo menos sabemos que hoy podemos volver a admirarlo.
LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ Desde sus comienzos, el director hindú M. Night Shyamalan se dedicó a hacer un cine de géneros usualmente taquilleros pero camuflados en historias atípicas e inteligentes, contadas de manera muy original y con finales sorprendentes. Con SEXTO SENTIDO (1999) cambió el modo de hacer películas de fantasmas y se catapultó a la fama. Con EL PROTEGIDO (2000), el cine de superhéroes vio su lado más humano. Nunca se habían visto films como SEÑALES (2002), una perturbadora reinvención del cine de extraterrestres, y LA ALDEA (2004), uno de los exponentes más raros e interesantes del género de monstruos, por lo que Shyamalan era “inmenso” y todos esperaban ansiosos su siguiente paso. Mal interpretada por la crítica y gran parte del público, LA DAMA EN EL AGUA (2006), su conmovedor y brillante cuento de hadas, representó un tropiezo para el director. Desmoralizado, Shyamalan comenzó a responder a las peticiones del estudio y como resultado entregó EL FIN DE LOS TIEMPOS (2008), su mal lograda visión del apocalipsis. Dos años después, el director hindú se adentraría en el cine de artes marciales usando como excusa la adaptación de una exitosa serie animada de Nickelodeon conocida aquí como “Avatar: La Leyenda de Aang”. Tratando de ser lo más fidedigno posible para poder retratar fielmente la mitología del show, Shyamalan sobrecargó su nueva película con demasiados personajes, demasiadas tramas y nada de acción. Como resultado, llega a los cines EL ÚLTIMO MAESTRO DEL AIRE (2010), otro de los films más fallidos y desperdiciados del año y un nuevo tropiezo en la carrera de un gran director – aunque ahora, lamentablemente, lo de “gran” empieza a ponerse en duda -. Las naciones del Fuego, Agua, Tierra y Aire están por entrar en guerra y solo un legendario guerrero conocido como el Avatar, el único capaz de controlar los cuatro elementos, puede traer paz al mundo. Esta aventura comienza cuando dos hermanos liberan por casualidad al nuevo Avatar, un niño llamado Aang que también resulta ser el último maestro del aire. De esto trata THE LAST AIRBENDER (2010), la primera parte de lo que supuestamente será una trilogía. Con dos films más en camino, Shyamalan podría aprovechar para corregir y evitar varios de los errores que cometió. Entre ellos, su guión que no logra balancear correctamente las tramas, historias y situaciones innecesarias, muchos personajes que están de sobra y que no aportan mucho o incluso tratar de regular esa costumbre suya de intentar convertir a todos sus films en exponentes poco convencionales dentro de los géneros a los que pertenecen. Es decir, hacer de THE LAST AIRBENDER lo que debería ser: Una entretenida - esta lo es poco - y disfrutable aventura para grandes y chicos, en lugar de una obra tan “artística” o personal. El problema es que, aunque esto último si se aprecia y le da una originalidad única a la película, después de todo sigue siendo la adaptación de una serie animada de Nickelodeon, y no fue una sabia decisión dejar este factor en segundo plano. En resumen, Shyamalan cumple visualmente, pero NO a nivel narrativo. A pesar de ser, supuestamente, un film “de artes marciales”, EL ÚLTIMO MAESTRO DEL AIRE también desilusiona con sus escasas escenas de peleas. Demasiado estructurados y con pocos golpes, muchos movimientos coreográficos y cámaras lentas, los combates aburren y también bordean el ridículo o se tornan molestos cuando los personajes solo son testigos de las luchas sin participar de estas o cuando situaciones que podrían otorgar grandes dosis de acción, desilusionan al desarrollarse de manera errónea. Así, momentos tan esperadas como el enfrentamiento entre Aang y Zuko, la guerra final, (SPOILERS) la muerte del comandante Zhao (Aasif Mandvi) o cuando Aang convoca una gigantesca ola para detener a la Nación del Fuego (FIN DE SPOILERS) son, casi en su totalidad, desaprovechados. Una vez más las campañas de marketing le jugaron al publico una mala pasada porque lo mejor del film ya se podía apreciar en los trailers. Claro que sí hay algunos breves momentos en los que los personajes despliegan todas sus habilidades con los elementos y son estos, junto con la eficiente dirección visual de Shyamalan, la fotografía, los alucinantes efectos especiales o ver a Dev “Zuko” Patel nuevamente en la pantalla grande después de SLUMDOG MILLIONAIRE (2009), los que salvan el film de convertirse en un completo desastre. También es imposible ignorar el gran trabajo que realizó el director y su equipo para plasmar la serie en la pantalla grande, creando un interesante y atrapante mundo pensado hasta el más mínimo detalle, con su mitología representada de manera correcta y con asombrosos diseños de decorados y vestuarios. Lástima que a este mundo lo llenaron de actuaciones flojas - en especial la del primerizo Noah “Aang” Ringer o la de Jackson “Soka” Rathbone (Jasper en THE TWILIGHT SAGA), quien nuevamente demuestra ser uno de los peores actores de su generación -, un ritmo demasiado lento que va decayendo a medida que avanza la narración, una innecesaria y constante voz en off, y varias historias que intentan encajar como pueden sin poder lograrlo, y puestas ahí por tratar de adaptar la serie lo más fielmente posible. Sí, es lo que todo fanático quiere, pero siempre hay límites. Con más de un declive, la narración llega hasta ese desabrido final continuado, muy lejos de los que el director nos tiene acostumbrados, pero que aun así deja al espectador deseando ver como continuará la saga y a los críticos con la intriga de saber si Shayamalan podrá reivindicarse con las inminentes secuelas o aunque sea salir airoso... Qué bien nos vendría ahora una bocanada de aire fresco.
DREAM TEAM En el cine, los sueños son siempre sinónimo de originalidad. A fines de la década del 30, el realizador Luis Buñuel y el pintor Salvador Dalí soñaron. Y lo hicieron de tal manera que decidieron poner esos sueños en una película. La idea era representar en cinta las experiencias, sensaciones y situaciones que se planteaban en sus sueños, sin ninguna significación adyacente. El resultado: una narración onírica sin sentido, en la cual un lugar se convertía en otro en un abrir y cerrar de ojos, y donde las reglas no se rompían, sino que ya estaban rotas. Así fue cómo surgió UN PERRO ANDALUZ (1929), y la era del expresionismo abstracto cinematográfico comenzó. Esos sueños hechos películas crearían vanguardias y definirían la carrera de Luis Buñuel. Su obra inspiraría a otros realizadores a lo largo de la historia, animándolos a incursionar también en el interior de la mente. David Lynch, Terry Gilliam, David Cronemberg, Michel Gondry, Charlie Kauffman, Richard Kelly, los Wachowski… la lista continúa, pero se detiene en la actualidad ante la presencia del talentoso realizador Christopher Nolan (MEMENTO, BATMAN BEGINS, EL GRAN TRUCO, THE DARK KNIGHT), quien en su más reciente film se atrevió a adentrarse en el terreno de los sueños pero a su modo: una combinación de thriller psicológico y corporativo, con toques de ciencia ficción, cine policial, de acción, de espionaje y de trágico melodrama romántico. Todo situado, como lo predijo Nolan, en la arquitectura de la mente. Luego de consagrarse con BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE (2008), Christopher Nolan se convirtió en la póliza de seguro del cine taquillero. Teniendo como respaldo films de calidad, logró convencer a Warner Bros. de filmar la -a simple vista- confusa historia de EL ORIGEN (INCEPTION, 2010): Cobb (Leonardo DiCaprio) es un especialista en espionaje de sueños que, junto con su equipo (Tom Hardy, Ellen Page, Joseph Gordon Levvit, Ken Watanabe y Dileep Rao), se adentra en las mentes de sus objetivos para robarle sus secretos. Como en todo trabajo, y en todo mundo, hay reglas que seguir; pero un nuevo encargo, que implicará implantar una idea en la psiquis del heredero de una multimillonaria corporación (Cillian Murphy), obligará a Cobb a romperlas cuando su mente y las líneas que separan la realidad del mundo de los sueños comiencen a cruzarse. Ahora bien, a simple vista sí parece inentendible y al estar sentado en la butaca una sensación de ansiedad y desconcierto probablemente invadan al espectador al situarse ante un film con semejante premisa narrativa. Sí, hay que estar atentos, pero Nolan sabe lo que el espectador quiere y necesita; y con su innata sabiduría logra facilitarle la tarea de entender el mundo que plantea, sin complicarse y sin detener la narración para explicar cada regla. Nolan camufla una lección de espionaje psicológico entre diálogos bien construidos y un guión más que solido. Y aunque la trama se pone más intrincada a medida que la narración avanza - en especial cuando están en un sueño dentro de un sueño dentro de un sueño (¡¿?!) -, el preciso y muy bien trabajado montaje, la pulcra dirección de Nolan y el brillante guión, ayudan a mantener al público en la línea narrativa. Si bien será necesaria una segunda visión del film para entenderlo del todo y atar cabos sueltos, los elementos básicos para disfrutar de EL ORIGEN se perciben fácilmente y están al servicio de la historia, volviéndola una película ambiciosa pero disfrutable de principio a fin, una experiencia extraordinario, muy imaginativa y original, y un thriller que no da respiros tanto narrativa como visualmente. Hay que dejar en claro que INCEPTION no es un film revolucionario como lo llaman muchos. De hecho, toma elementos de varias películas y está contado como un film clásico de manera lineal. Sus mayores virtudes son, en cambio, su inteligente historia - que resulta ser menos complicada de lo que parece -, su infalible desarrollo narrativo y sus insoslayables escenas con impecables efectos especiales que terminan de consolidar a EL ORIGEN como un imperdible despliegue de imaginación y experiencia sensorial que, lamentablemente, no pudimos disfrutar en 3D. Brillantemente el film en sí parece un sueño, con una historia que salta de un lugar a otro y que, cuando termina, parece que hubiese durado sólo un par de minutos. Aunque a veces el film se vuelve demasiado ilusorio - en especial en las escenas con Mal (Marion Cotillard) o las del limbo -, el buen trabajo de Nolan en este film es innegable. Su estilo de dirección - limpio aunque frenético en los momentos de acción-, la fotografía fría y una acertada e inquietante banda sonora, están también presentes en esta séptima incursión al cine y su guión desborda originalidad, creatividad y un toque justo de melancolía. Sin decepción, el elenco de INCEPTION brinda muy buenas interpretaciones y, aunque no son las mejores de sus carreras - DiCaprio, por ejemplo, estuvo mucho mejor en SHUTTER ISLAND, - sus actuaciones son más que correctas, todos están equilibrados y en un mismo nivel, y todos aportan una cuota de talento, carisma y humor. Sin embargo hay que resaltar la poca participación de Michael Caine y, sobre todo, el insulso papel de Marion Cottilard: Mal, la proyección mental de la esposa de Cobb, no solo es un personaje cuya presencia pocas veces es grata, sino que compone junto a DiCaprio una historia de amor/drama familiar que por momentos no encaja o convence en la película. Mas allá de eso, lo demás funciona a la perfección en este mundo que el espectador no va a olvidar fácilmente y que sorprende y entretiene como pocos films saben hacerlo en la actualidad. En una época en que Hollywood parece haberse quedado corto de ideas, donde la taquilla se convirtió en un predominante y donde las carteleras de los cines son sólo un descarado desfile de remakes, precuelas, secuelas y adaptaciones, la mente de Nolan se abre dándonos una bocanada de aire fresco. Cargada de genialidad, virtuosismos que no afectan la historia contada y una muy buena idea nunca antes planteada, EL ORIGEN se convierte instantáneamente en uno de esos films que hacen pensar al espectador, que a los cinéfilos les encanta comentar y debatir, y que obligan a todos a recordar la grandeza del cine y la belleza de las nuevas ideas. Como cualquier otro film de culto, se crea un fascinante y atrapante universo con reglas propias que resultan lo más atrayente de INCEPTION. Habrá cosas que quedarán abiertas, sin explicar o para la libre interpretación - como ese innecesario último plano con el que el espectador ordinario sufre implorando unos segundos más de duración -, pero hay que dejar en claro que aquí la única lógica que tiene importancia es la que existe dentro de su propio universo, y para poder disfrutar de él y fundirse en él, es necesario tener la mente y los ojos bien abiertos. Alfred Hitchcock dijo una vez: “Hay algo más importante que la lógica. Es la imaginación”. Probablemente se refería a ese universo: INCEPTION... ese lugar donde se originan los sueños.