En el 2009 cuando los zombies recién volvían a invadir todos los universos de la cultura pop luego de unos años de ausencia, apareció Zombieland, una película que mezcló zombies y humor, una formula poco explorada pero efectiva (Como sucedió con Shaun of the Dead). Tras 10 años y una larga espera para los fanáticos que ansiaban su regreso llega a los cines Zombieland: Tiro de gracia, la secuela que nos trae una nueva aventura de Tallahassee (Woody Harrelson), Columbus (Jesse Eisenberg), Wichita (Emma Stone) y su hermana Little Rock (Abigail Breslin). Luego de 10 años del inicio de la invasión zombie provocada por una mutación del virus de la vaca loca, los zombies se siguen reproduciendo y en algunos casos evolucionando volviéndose más ágiles e inteligentes. Sin embargo, nuestros 4 protagonistas se encuentran tranquilos viviendo en la Casa Blanca hasta que la convivencia se hace aburrida y Little Rock decide tomar su propio rumbo sin desconocer el peligro que se avecina. Es por eso que Columbus, Tallahasse y Wichita emprenderán un peligroso viaje para rescatarla, en el que conocerán nuevos amigos como Madison (Zoey Deutch) y Nevada (Rosario Dawson). Esta nueva aventura sigue la misma linea que su antecesora, con humor efectivo y mucho gore. Incluso si algo se le pudo criticar a la primera película fue que mostraba poco zombies, deuda que en esta entrega queda saldado (claro, gracias a un presupuesto de casi el doble). El elenco original nuevamente vuelve a funcionar y crear una gran química a pesar de lo opuesto de los personajes. También suman mucho las nuevas incorporaciones, cada una aportando aire fresco a la cinta. Zombieland: Tiro de gracia es una digna secuela que está a la altura de su predecesora. Sin ser una obra maestra ni tener un gran guion, cumple con todo lo que se propone y logra entretener y hacer pasar un buen rato al espectador con chistes inteligentes, referencias a la cultura pop y asesinatos de zombies de lo más loco (y con mucha sangre). No sabemos si esta película es el punto final de la saga o tendremos una nueva entrega (¿en otros 10 años quizás?), así que por el momento tenemos con que saciar esa espera.
Si algo sorprendió positivamente la primer película de Maléfica (2014) fue el completo cambio de guión con respecto a la historia original de La Bella Durmiente (1959), poniendo a la (hasta ese momento) villana mas malvada de Disney, y de la cual poco se conocía, como la protagonista/antagonista de su propia cinta en la que la veíamos en el rol de villana y también de heroína. Nos dio una mirada completamente distinta a una historia que creíamos conocer. Ahora llega su secuela, en la que nos quieren mostrar aún más en detalle la vida de Maléfica y Aurora (Elle Fanning) luego de los acontecimientos de la primera película, y la pregunta que nos hacemos todos es “¿para que?”. No hace falta que pasen las dos horas que dura esta segunda parte para darnos cuenta que estamos ante uno de los bodrios mas grande de Disney. Basta solo con ver la participación de Angelina Jolie (o un CGI de ella, es difícil diferenciarlo), la cual se nota que filmó todas sus escenas en menos de una semana y que ni siquiera compartió tiempo y espacio con otros actores con los que comparte escenas. Para entender, la protagonista de la película es la que menos aparece. La historia se ubica cinco años después de la primera película, Cuando el príncipe Phillip le propone matrimonio a Aurora, un matrimonio que se vera empañado por el desprecio de la madre de Phillip, la Reina Ingrith de Ulstead (Michelle Pfeiffer), contra a las hadas y seres místicos, a los cuales busca extinguir y lo que pondrá a en enfrentamiento a Maléfica y Aurora. Todo esto mientras descubrimos el verdadero origen de Maléfica y nos enteramos que no es la única de su especie. Aquello que celebramos de la primera película, de mostrarnos algo distinto a la historia original (algo que por ejemplo le criticamos a la remake de El Rey León) se termina exagerando al extremo sin necesidad alguna. Y todo empeora si se hace con un guión chato y con 0 ganas. Todo lo que le falta a la historia para ser atractiva se le volcó a los efectos especiales, lo mas atraparte de todo, con un aspecto visual increíble y con lindas criaturas, que suman un poco, pero no salvan.
Treinta y siete años y cinco películas después Sylvester Stallone le dice adiós a Rambo, su segundo personaje más famoso, surgido de las paginas del libro Primera sangre de David Morell. Lejos quedó aquel trastornado veterano de la guerra de Vietnam que volvió a los Estados Unidos para verse pisoteado por el Sheriff de un pequeño pueblo en el cual causó estragos. Tras una larga vida envuelto en guerras y batallas que incluyeron el regreso a Vietnam, formar parte de una misión en Afganistán y una no planeada y revuelta en el sudeste asiático, John Rambo decide retirarse de una vida llena de violencia en su rancho familiar. Sin embargo, cuando su sobrina del corazón desaparece en México, tras ir en busca de su padre, el veterano de guerra deberá afrontar su última misión. Rambo: Last Blood es una película que podría dividirse en dos partes: Si describimos la primera, nos encontramos con unos primeros 45 minutos muy lentos y sin que pase nada relativamente interesante para lo que nos tiene acostumbrado esta saga. Buscan hasta el cansancio darnos a entender que Rambo ya no quiere saber nada de su vida pasada y se esfuerza demasiado para mostrarnos la relación casi paterna entre el personaje y esta sobrina postiza y su abuela, solo para justificar todo lo que sucederá después. Relación que nunca queda en claro bien de donde viene. Todo esto podría haberse acortado a no más de 20 minutos y todo iba a quedar igual de claro, además de haberle dejado más minutos a lo que realmente busca el espectador: violencia y más violencia. Esta violencia, y a gran escala, llega recién en la segunda mitad de la película, cuando Rambo decide buscar venganza contra un cartel mexicano. Y acá estamos, sin dudas, frente a lo mejor de esta película. Para el que le encanta el gore y la violencia a nivel masacre – como quien escribe estas palabras- se encontrará con un festín que incluye grandes escenas de acción, algunas al limite de lo inverosímil pero que lo hace aún mas grandioso. Es tan volado todo lo que se ve que termina siendo una mezcla perfecta entre Taken y Mi pobre angelito. Si, leyeron bien, Mi pobre angelito. Claro que siempre habrá devotos a criticar este tipo de nivel de violencia, que por el contrario a muchos nos gustan, pero hay que entender que no es más que es una película y que no por gustarnos ver este tipo de escenas ficticias en una pantalla seamos amantes de la violencia en el mundo real. También, y en este caso es más entendible, existe una fuerte crítica a este film por cierto tipo de xenofobia y racismo más propio de otra época y en ningún momento busca ayornarse a los tiempos de hoy, sino darle un punto final a una saga con la que creció más de una generación, protagonizada por un ejercito de un solo hombre. A pesar de su arranque flojo, Stallone -que a pesar de que los años se le vengan encima siempre da lo mejor de si- con Last Blood nos regala un cierre a pura sangre para uno de los personajes mas querido del cine. ¿O acaso le queda un tirito más?, solo el tiempo lo dirá….
Guasón (Joker, 2019). Dirección: Todd Phillips. Elenco: Joaquin Phoenix, Robert De Niro. Zazie Beetz, Frances Conroy. Guion: Todd Phillips, Scott Silver. Fotografía: Lawrence Sher. Música: Hildur Guðnadóttir. Género: Thriller, Drama. Origen: Estados Unidos. Duración 118 minutos. Calificación: Apta mayores de 16 años con reservas. Los primero que hay que decir es que quien vea esta película esperando una “de cómics” se va a encontrar con otra cosa. Se va a encontrar con una de las obras maestras del año. La película se llama Guasón, y si, cuenta el origen del personaje que todos conocemos como el archienemigo de Batman, pero pocas son las referencias al mundo del encapotado (Sabemos que transcurre en Gotham y aparece un muy joven Bruce Wayne y su padre Thomas) pero tranquilamente esta película podría estar protagonizada por un personaje X, en una ciudad X y así y todo tendríamos una gran película con una gran historia. Arthur Fleck es un comediante fracasado con una extraña enfermedad que le impide dejar de reírse, se gana la vida como payaso de alquiler y vive con su madre enferma. Su vida es un infierno. Pero debido a su inocencia y delirios de grandeza cree que puede triunfar. Claro que, para la sociedad no es más que un fracasado y un marginado al cual irá corrompiendo y con el transcurso de la historia descubrirá que su vida no es el cuento de hadas que él se imagina, lo que provocará el nacimiento de una nueva personalidad llena de ira y violencia, la del Joker. La historia es atrapante y angustiante por igual. Es tal la incomodidad que genera que el director Todd Phillips en esta película (el mismo que dirigió la trilogía de ¿Qué pasó ayer?) que logra que por momentos empatices con este personaje y con su vida, pero al mismo tiempo lo odies por sus decisiones. La historia es completamente original (si fuera un cómic podría ser considerado “Elseworld”, historias ambientadas fuera del canon) y en ningún momento busca atrapar al espectador con guiños comiqueros ni easter eggs, sino que lo logra desde la crudeza de su relato. En este origen no veremos ni capuchas rojas ni residuos químicos. Ni siquiera veremos a Batman. Y esto es algo que desde el vamos generaba controversia. ¿Puede existir el Joker sin Batman?, de hecho existe una dicotomía “¿los villanos crean a Batman o Batman crea a sus villanos? “(Algo que queda explícito en la película Batman, 1989 de Tim Burton). Acá no hace falta de un encapotado para que se origine su villano, hace falta una sociedad que lo corrompa hasta llevarlo al límite de su ira. Un párrafo aparte se merece Joaquin Phoenix y su interpretación de este enfermo y desquiciado Arthur Fleck. Sin dudas, el mejor papel de su carrera y digno para llevarse el Oscar. Se nota un arduo trabajo del actor en la postura, físico y hasta el tono de voz del personaje. Las comparaciones son odiosas, pero este nuevo Joker no tienen nada que envidiarle al de Heath Ledger en The Dark Knight y por el cual ganó su Oscar a mejor actor de reparto. La película tiene claros rasgos scorsesianos (Scorsese es productor) y se nota una clara inspiración en Taxi Driver, 1975 (en la evolución del personaje) y de El rey de la comedia, 1982 (en la trama). De hecho, Robert De Niro, actor de ambas películas, tiene una participación con un rol muy similar al de Jerry Lewis en la película de 1982 Con Guasón, DC encontró una nueva formula para que sus película sean exitosas. Alejarse del universo extendido “a lo Marvel” y hacer películas centradas en personajes. Oscuras como este caso, si lo amerita, y enfocarse en la calidad y no en su clasificación.
De principio la historia parece muy interesante: ¿Qué pasaría si de un día para el otro todos olvidan a los Beatles menos vos? Y sin duda quienes están detrás del proyecto le agregan un plus mayor, el guionista Richard Curtis (Un lugar llamado Nothing Hill y Realmente amor), y ni mas ni menos que el director Danny Boyle, uno de los más reconocidos de las últimas décadas. Quien vive esta situación es Jack -interpretado por Himesh Patel, conocido en Reino Unido por la serie pero desconocido por estas tierra- un músico callejero sin mucho éxito que se encuentra evaluando la decisión de abandonar la música debido a sus fracasos. Luego de un accidente de transito que sucede al mismo instante que un corte de luz a escala mundial descubre que nadie más que él sabe quienes son los Beatles y mucho menos conocen sus canciones. Esta situación, más la insistencia de su mejor amiga y representante Ellie (Lily James) de continuar con la música, le da la idea de comenzar a tocar las canciones del cuarteto de Liverpool haciéndose pasar por su autor, y todo esto termina por explotar cuando Ed Sheeran (interpretándose a si mismo) lo descubre y lo ayuda a crecer hasta convertirse en una estrella. El mensaje que deja Yesterday es bien claro – e incluso está explicito en un dialogo- “Un mundo sin los Beatles, es un mundo peor”, y de hecho no solo de esta banda se olvidan en esta nueva “realidad”, el mundo tampoco sabe lo que es la Coca-Cola o los cigarrillos, ninguna de estas cosas está a la altura que los Beatles. Sin embargo, la película muestra algunos problemas de guion. La idea principal está clara, pero el cómo y por qué nunca se explica, y al final tampoco se resuelve el problema. Es tan así que se termina dando más importancia a la historia de amor entre Jake y Ellie que al problema que da origen a la película. Una historia de amor que si no estaría involucrada con la música de los Beatles no aportaría nada nuevo. Sin dudas, si esta misma película se hubiera planteado con otras bandas también influyentes como Pink Floyd o los Rolling Stone no seria lo mismo ya que ninguna banda genera lo que generaron John, Paul, George y Ringo. Más allá de estos errores narrativos – que se reflejan también en la decisión final de recortar al personaje de la actirz Ana de Armas que se iba a involucrar en medio de la relación entre Jake y Ellie- y la falta de gracia de algunos personajes -en especial el amigo que vendría a ser el comic relief –Yesterday es una película bastante entretenida, en la cual las casi dos horas ni se sienten, y que no termina siendo más que un homenaje a, posiblemente, la banda más importante de todos los tiempos.
Pasaron 27 años desde que los miembros del Club de los Perdedores superaron sus miedos y se enfrentaron al malvado y aterrador payaso Pennywise hasta hacerlo desaparecer de Derry. O eso pensaban, ya que como indica la profecía, cada 27 años el payaso despierta de su hibernación para generar para generar más cáos y violencia en el pequeño pueblo de Maine. El grupo de adolescentes creció y a pesar de haberse prometido volver a juntarse si Pennywise regresaba, cual maldición, todos aquellos que abandonan Derry se olvidan de la existencia de “eso” y de los hechos que lo rodean. Ahora Bill (James McAvoy) es un reconocido escritor y guionista -cualquier similitud con Stephen King no es pura coincidencia-, Beverly (Jessica Chastain) es una exitosa diseñadora de moda, Ben (Jay Ryan) ahora es delgado y se dedica a la arquitectura, Richie (Bill Hader) es humorista, Eddie (James Ransone) es asesor de riesgo, Stanley (Andy Bean) es contador en una importante empresa y Mike (Isaiah Mustafa) es bibliotecario y el único que se quedo en Derry. Es por eso que Mike, el único que se quedó en el pueblo, deberá volver a juntar a todo el grupo cuando comienza a escuchar de apariciones de cuerpos mutilados cerca del rió. El resto es historia conocida para quienes leyeron el libro de Stephen King y vieron la miniserie de 1990, o historia por conocer para quienes le entran por primera vez con esta adaptación a cargo del director argentino Andy Muschietti. Lo primero que hay que destacar es el gran cast elegido para interpretar a las versiones adultas de los chicos que vimos en el primer capítulo. No solo por las capacidades actorales -de hecho James McAvoy, Jessica Chastain y Bill Hader son los únicos con una carrera más conocida- sino por el gran parecido con sus contrapartes juveniles, incluso aquellos que sufrieron cambios físicos. Realmente nos hacen creer que son ellos. La dirección, al igual que la primera parte, está muy bien realizada La fotografía es un factor muy importante en la película y los efectos especiales utilizados para la transformaciones de Pennywise están tan bien detallados que hace verosímil lo inverosímil. Quien escribe estas lineas no es una persona susceptible a asustarse con las películas de terror, pero acepta que en varias escenas pegó el típico jump scare o “saltito” en la butaca. No es fácil para un director con apenas una película en su haber hacerse cargo de un proyecto tan importante, con una gran producción y encima estar dividido en dos partes con un largo lapso de tiempo narrativo entre ambas. Sin dudas, Muschietti con IT logró asentarse como uno de los directores más aclamados de Hollywood y eso se puede notar con las cantidad de proyectos importantes que le fueron ofrecidos. Entrando en aquellos que se le puede criticar negativamente, en primer lugar tenemos su duración. El propio director dijo que originalmente tenía una película de casi 4 horas, además de anunciar un supercorte de casi 8 horas que incluirá las dos partes en conjunto más algunas escenas extras, lo que sin duda será toda una gran experiencia para los fanáticos. Pero para el espectador común hay momentos en la película que están de más y no aportan realmente a la trama, sobre todo las escenas con -el ya adulto- Henry Bowers, que si ya en la primera parte nos preguntamos hacia donde iba toda su historia, ahora nos preguntamos exactamente lo mismo. A la película tranquilamente le sobra una media hora de cinta. En segundo lugar podemos decir que, salvo las excepciones de Beverly (Jessica Chastain) y Richie (Bill Hader, el mejor sin dudas) los personajes en sus versiones adultas no logran destacarse, ya sea individualmente o en grupo, tal como lo hacían sus versiones jóvenes, más allá de que todos tienen sus momentos. El caso más llamativo es el de Bill, que si en la primera parte era el líder del grupo, ahora lo vemos como uno más del grupo, a pesar de estar interpretado por un gran actor como lo es James McAvoy. Quien si tiene más momentos destacados es Pennywise, que por momentos parece ser el principal protagonista de la película. Si en el capítulo uno los protagonistas fueron los losers, esta vez nos centramos un poco más en el payaso bailarín, más allá de que en lo personal hubiera esperado un desarrollo un poco más profundo sobre la historia de este personaje. A pesar de todo esto, IT Capítulo 2 es un gran cierre para la historia que comenzó en el 2017 y cautivó millones de fanáticos, muchos de los cuales se acercaron al género por primera vez. Pocas veces una película de terror logra asustar, hacer reír y concluir con un final a pura emoción.
¿Qué decir de Tarantino que no se haya dicho?, un director único con un sello propio bien definido -con solo ver una escena ya podemos saber que es una película de Tarantino- que a su vez puede incursionar con diferentes géneros y temáticas bien opuestas sin ningún problema, y que además tiene un amor por el cine pocas veces visto. En Había una vez… en Hollywood este amor bien correspondido por el cine viene por partida doble. Por un lado por la obra maestra que crea, al igual que prácticamente toda su filmografía, con un completo control y libertad creativa en la cual expone su idea sin que nadie le imponga nada. Por el otro lado, este amor por el cine lo vemos también en la propia historia que transcurre en pleno Hollywood de finales de los 60s, época en la que Tarantino creció viene sus primeras películas como espectador. La trama se centra en dos personajes bien hollywoodense como lo son Rick Dalton (Leo DiCaprio), un actor que logró triunfar como protagonista de una serie pero que se encuentra en plena caída y busca resurgir en el cine, y Cliff Booth (Brad Pitt) como su doble de riesgo y quien hace las veces de su chofer. Si bien ambos personajes son totalmente ficticios, logran representar muy bien lo que fue el star-system de los 60s, en una época muy efímera para los actores de Hollywood que así como tenían su auge, también tenían su caída. Pero así como tenemos personajes de ficción, también tenemos personajes “reales” como el caso de Sharon Tate (Margot Robbie), una actriz y esposa del director Roman Polanski, quien fuera una de las victimas del clan Manson -y de quien de hecho vemos algunas escenas de sus películas originales con la aparición de la mismísima Tate). También vemos al propio Manson y parte de su clan y a varios actores y personalidades de Hollywood de ese momento como el caso de Bruce Lee. El director logra agarrar una historia real y fraccionarla “a lo tarantino” (como pasó con Bastardos sin gloria, 2009) con todo sus libertades creativas y con muchas escenas divertidas y diálogos muy inteligentes. Posiblemente esta sea la película menos violenta de las nueve y está bien que así sea, por que la historia busca ir por otros lados. Sin embargo, cuando llegan ESAS escenas sobre el final – y que final…- no nos quedan dudas de a que director pertenecen. Otro gran acierto es el gran cast que logró juntar -el mejor de su carrera y posiblemente el mejor del cine en general en muchos años- principalmente por estar encabezado por las dos máximas figuras de los últimos 20 años trabajando juntos en una película por primera vez, pero también con otros grandes íconos del cine como Kurt Rusell y Al Pacino. En cuanto al guion, Tarantino demuestra lo inteligente que es. Sabe perfectamente que temas tocar, cuales evitar y con cuales amagar, sin la necesidad de justificarse en lo políticamente correcto. Para finalizar, es necesario realizar una advertencia. Había una vez… en Hollywood no está dirigida al público más joven que solo consume películas actuales ya maneja un tiempo de cine más clásico al cual ya no se está acostumbrado. Así como los tarantineros la van a amar, aquellos que nunca se iniciaron en este “culto” -si, increíblemente hay muchos en este grupo- no les parecerá atractiva.
Luego de un 2018 con muchos estrenos comerciales nacionales, nos encontramos transitando un 2019 con un panorama diferente y sin la misma cantidad de “tanques” que el año pasado. Hasta ahora la única excepción era El cuento de las comadrejas de Campanella, pero esta semana llega a los cines La Odisea de los giles, la nueva película de Sebastián Borensztein basada en la novela La noche de la usina de Eduardo Sacheri y que cuenta con guión en conjuntó del propio director y del autor de la novela. Decir que estamos frente a la mejor película nacional del año puede estar influido por el contexto en cuanto a la poca cantidad de estrenos que recién mencionamos, pero fuera de esto, realmente nos encontramos con una película muy divertida y con un elenco de lujo. La trama es divertida y angustiaste por igual: En un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, un grupo de habitantes decide armar una cooperadora para reabrir una acopiadora de granos y generar más empleo. Para eso juntan dinero -en dólares- y lo depositan en el banco de la ciudad más cercano. Todo parece que va a ir bien, pero no, ya que esto transcurre en el 2001 apenas unos meses antes de la crisis. Pero los “giles” no se van a quedar de brazos cruzados ya que descubren que hubo toda una tramoya entre el banco – que los impulsó a depositar el dinero en vez de dejarlos en una caja fuerte- y un abogado que, sabiendo lo que se avecinaba, compró todos los dólares a disposición, sus dólares y por eso intentarán recuperar lo que es suyo. El elenco coral está compuesto por los Darín (Ricardo y el Chino), Verónica Llinás, Luis Brandoni, Daniel Aráoz, Carlos Belloso, Marco Antonio Caponi, Guillermo Jacubowicz, Alejandro Gigena y Rita Cortese, como nuestros justicieros, mientras que el papel del villano está a cargo del colombiano Andrés Parra (Pablo Escobar en la serie El patrón del mal). Desde el principio el espectador empatiza con los personajes y su lucha llevada a cabo desde la plena ingenuidad y torpeza con escenas repletas de humor, pero también con el drama necesario para alejar la historia de la simple vulgaridad y demostrar la verdadera motivación de cada personaje. Como toda película de comedia nacional no prescinde de Luis Brandoni tirando sus típicos insultos al aire y si bien esta ambientada en una época fuertemente ligada a la política no se aferra a ello como una crítica – a pesar de ver a Cavallo en pantalla- sino que simplemente se utiliza para darle un contexto bien real a la historia. Sin embargo, si podemos ver un pequeño juego político con los personajes de Brandoni y Aráoz que reflejan sus ideologías radicales y peronistas.
Todo parece indicar que para la industria audiovisual los cómics ya ocupan el mismo lugar que solían ocupar los libros como elementos de base para adaptar historias. Pero no solo nos referimos a cómics/películas de superhéroes sino a todo tipo de historias que en apenas pocos años después de sus publicaciones ya saltan a la pantalla grande, como es el caso de Las reinas del crimen. Esta nueva película que es el debut como directora de la también guionista Andrea Berloff esta basado en el cómic de 8 números The Kitchen, publicado en 2015 por la ya desaparecida editorial Vertigo -hoy remplazada por DC Label– escrito por Ollie Masters y con arte de Ming Doyle. La historia ambientada en plenos 70s en Nueva York – más específicamente en el barrio marginal de Hell’s Kitchen- se centra en tres esposas de unos mafiosos irlandeses que luego de ser detenidos en un atraco deciden dejar de lado su papel de amas de casa para hacerse cargo del “trabajo” hasta lograr construir su propia organización y ser “las reinas del crimen”. Su nombre original en ingles es un claro juego de palabras con la cocina, lugar que dejan estas mujeres, y el barrio donde todo esto sucede. Como protagonistas tenemos a Kathy (Melissa McCarthy) como la más inteligente y quien llevaba la vida más “normal” de las tres con una familia tipo, más allá de las actividades delictivas de su esposo; Ruby (Tiffany Haddish), una mujer de color quien tuvo que aprender a hacerse fuerte frente a las humillaciones de quienes la rodean y Claire (Elisabeth Moss), una mujer tímida y maltratada por su esposo abusivo pero quien luego de un hecho en medio de la historia y la llegada de un personaje encuentra un nuevo estilo de vida. La película puede catalogarse como una mob wives movie –película sobre mujeres de la mafia– categoría que comparte con Viudas (Widows, 2018) y con la cual es imposible no emparejar, con la diferencia que de Las reinas del crimen juegan un poco más con el humor, con el gore y que, dato no menor, no llega a estar a la altura que la estrenada el año pasado. Sin dudas, el punto mas alto son las actuaciones de las tres actrices, destacando la faceta dramática de McCarthy (quien ya sorprendió en Can You Ever Forgive Me?, (2018)) y Haddish, ambas fuertemente relacionadas a la comedia, y con Elisabeth Moss con un papel con varios puntos en común que su personaje en la serie The Handmaid´s Tale. Sin embargo, la película nunca termina de decidir si es un drama o cuna comedia negra y su plot twist, al que preparan todo el tiempo para sorprender al espectador, termina causando una total indiferencia. Además, a pesar de tener una duración “normal” de 103 minutos, pasando la hora y cuarto parece que en cada escena está por finalizar, pero siguen pasando y pasando y da la sensación de que todo es mucho más largo de lo que realmente es.
Con las remakes live action de sus clásicos, Disney encontró una nueva forma de explotar sus recursos al máximo y seguir recaudando con historias ya conocidas. Pasó con El libro de la selva (2016), La Bella y la Bestia (2017), Dumbo y Aladdín (2019) y ahora le toca el turno a El Rey León, quizás una de sus mejores películas de los 90s. Sin embargo, a pesar de prometer mucho, esta reversión termina siendo un tanto polémica deja bastante que desear. Jon Favreau, quien ya estuvo a cargo de la remake de El libro de la selva, vuelve a exponer un gran desarrollo técnico y visual que es, sin duda, lo más destacado de esta versión “live action” que en realidad no es tal por que, por más que todos los animales se vean tan realistas, todo fue creado con computadoras y capturas de movimiento. Pero todo el trabajo puesto en lo técnico se desbalancéa con un guion que no es mas ni menos que una copia tal cual que la película original, lo que hace que al final esta versión no aporte nada más que un punto de vista un poco mas realista a una trama hiper conocida, y a que a su vez no es ni mas ni menos que una reimaginación de la historia de Hamlet. En Dumbo pudimos ver una historia original en toda la segunda mitad de la película. Con Aladdín tuvimos un final un tanto diferente a la versión animada y con algunas escenas nuevas. En cambio, El Rey León no tenemos nada nuevo por descubrir. Se nota que todo el esfuerzo fue puesto en el ya mencionado gran trabajo visual y a la apelación a la nostalgia de aquellos que crecieron viendo la película animada una y otra vez. Claro que mas allá de esta acusación no estamos ante una mala película, de hecho ya dijimos que la versión de 1994 es una de las mejores películas y sería ilógico que ante un mismo guion tengamos una buena y una mala película. Tenemos grandes actores aportando sus voces como Donald Glover (Simba), Beyoncé (Nala), John Oliver (Zazú), Chiwetel Ejiofor (Scar), Billy Eichner y Seth Rogen (Timón y Pumba, sin duda lo más divertido), y el regreso de James Earl Jones como Mufasa, y tenemos también las clásicas canciones. Pero también teníamos grandes expectativas de ver algo nuevo y nos quedamos con las ganas. Es muy posible que aquel que le entrará a El Rey León por primera vez con esta remake no le genere absolutamente nada, y es más, hasta capaz le pueda parecer aburrida por la falta de dinamismo que hace tan atractiva a la versión animada, y remplazada en este caso por ese realismo que a pesar de ser impresionante vuelve todo más lento. Por algo la historia original fue pensada para ser una película animada y con media hora menos de duración. El Rey León viene a echar leña al fuego en la polémica de si estas remakes de Disney realmente valen la pena o no. El tiempo lo dirá.