Es un coctel explosivo, donde se pretende salvar el verdadero espíritu navideño, lejos de la presión del consumo desmedido contagiado de padres a hijos. Este papa Noel se presenta desilusionado, borracho, glotón y crítico. Amenazando con dejar de repartir juguetes a los chicos que lo merecen. Pero cuando se debe enfrentar a u n grupo comando que secuestró a una familia hiper-millonaria, enternecido con una niña que cree en él, todo se transforma. Aquí la película dirigida por Tommy Wirkola, escrita por Pat Casey y Worm Miller, toma el riesgo de un coctel explosivo que les salió bien. Santa recuerda su pasado de guerrero vikingo destrozador de cráneos y la acción se pone vertiginosa, sangrienta, exagerada, en una combinación que pudo haber perdido el equilibrio, pero que encontró el punto gusto de la diversión para un público de pre adolescentes para arriba que ama el gore y las cabezas aplastadas por docena. Hay referencias explícitas para “Mi pobre Angelito” e inspiración en “Duro de matar”. Pero por sobre todo está el magnífico David Harbour, transformado con justicia en estrella gracias a Stranger Things, que tiene un rol que solo {el pudo sacar adelante con maestría.
Russell Crowe es el motor de este film entretenido y pochoclero. Es el protagonista y director de un argumento donde se habla de ludopatía, con protagonistas adictos al juego de poker, que muestra el ascenso al poder de casi todo un grupo de amigos, apostadores desde pequeños. Especialmente dos se transforman en hipermillonarios cuando le venden un software de vigilancia a distintos países. El personaje central organiza lo que será su despedida, las secuencias iniciales ayudan a la comprensión de lo que ocurrirá: viudo de su primera mujer, padre de una adolescente, dueño de todo lo que puede pagarse, jugador al fin, organiza una partida final. Primero tienta a sus invitados, su objetivo es conocer sus secretos, y vaya si lo logra. Pero en vez de venganza habrá magnanimidad, con complicaciones con un grupo armado que ingresa a su mansión con sed de cuadros valiosos y también venganza.
Para contar la historia del primer aviador afroamericano de la de la marina de EEUU, el director J. D. Dillar, hijo de un miembro de los “Blue Angels”, basándose en el libro de Adam Makos, no pudo o no quiso liberarse del “deber ser” moral que, como en este caso se reviste de compromiso emocional y estereotipos. Una película que recurre a clichés muchas veces utilizados en películas de guerra, pero que son dignas de una proyección Imax, con una historia de superación personal. Ser negro en una comunidad esencialmente de etnia blanca, con miembros que no disimulan su racismo, significa una soledad difícil pero también desafiante. En la historia de Jesse Brown, encarnado con mucha voluntad por Jonathan Majors, junto a Glen Powell. Su heroísmo y las hazañas durante la guerra de Corea quedaron para la historia. Los dos se encargaron de “domar” las dificultades de aterrizajes que tenían los aviones Vough F4U Corsair, y se transformaron en pilotos admirados.
La esposa lo define con una frase simple y contundente; “no teníamos nada, ahora él lo quiere todo…” Que pasa en la cabeza y el alma de un hombre sencillo para transformarse en un monstruo, sus motivaciones no son ideológicas por más que se trata de 1941 y de un francés durante la ocupación nazi. En ese hombre lisiado que se salvó de ser reclutado, anida un resentimiento y una codicia que desatan un veneno sin antídotos. Es un empleado de un joyero judío talentoso que advierte que debe irse lo antes posible, por eso le propone a su empleado suponer una venta del local y la vivienda, con la promesa de devolución al terminar la guerra. La familia huye, pero Mr Haffmann no puede concretar la partida y regresa. Así se transforma en un fugitivo, preso en el sótano, casi un esclavo para seguir creando joyas y para hacer que la esposa de su antiguo empleado quede embarazada. Mientras tanto la transformación del protagonista tentado por los favores de los nazis es total. Fred Cavayé dirigió el film y escribió el guión con Sarah Kaminsky sobre la obra teatral de Jean-Philippe Daguerre. Armó una estructura de suspenso para hablar de la dignidad, la inhumanidad, la duplicidad, la ambición. Un clima asfixiante de situaciones límites, hasta demostrar que “el miedo puede cambiar de dueño”. Eligio a grandes actores, Gilles Lellouche Daniel Auteuil. Sarah Giraudeau, que conmueven con sus composiciones. Siempre es tentador y desafiante abrir las puertas donde se conciben los demonios. Presentarlos como lo que son, la encarnación del mal aquí en la tierra.
Una seductora y conmovedora historia de amor, entre dos seres marginales, distintos, una sub-raza diferente, quizás destinada a sobrevivir mejor en un futuro apocalíptico, pero que mientras tanto deben convivir con su ansia, con sus dilemas morales. Una chica que queda librada a su destino, con un poco de dinero y una partida de nacimiento como herencia y unos tapes que grabó su padre para contarle cual es su naturaleza. Un chico vagabundo que sobrevive como puede, sin preguntarse demasiadas cosas. Entre los dos un lento y progresivo deslumbramiento, una necesidad tan loca como su alimentación por estar juntos, contarse sus pasados, comprender que unirse es una opción arrebatadora. Así los crea Luca Guadagnino ubicando el escenario en los pequeños pueblos del EEUU profundo, era post Reagan, con la ayuda de su director de fotografía David Kajganich, con climas perfectos de paisajes exteriores e interiores de estos jóvenes solitarios, fugitivos, tan únicos. El terror y la sangre también dan su presente, el vértigo de asesinatos y festines caníbales sangrientos ponen lo suyo pero no son tan determinantes como la sugestiva historia de amor. Los actores son fundamentales: la maravillosa Taylor Russell con su mezcla de timidez, inocencia, voracidad y vulnerabilidad. Su trabajo es magnífico. A su lado la estrella hipnótica Timothée Chamalet con la seducción torturada de su rol, el inmenso Mark Rylance impone una presencia siempre peligrosa.
Es la nueva película de Walt Disney Animation Studios que une disputas generacionales, y preocupaciones ecológicas. Comienza con la presentación de los Clade, que según su líder son exploradores natos, viven nómades y siempre estarán detrás de las aventuras. Hasta que el hijo mayor que descubre una planta que provee energía, decide regresar con el resto de la familia, establecerse y transformarse en un próspero y reconocido empresario. Durante 25 años vive lejos de la figura paterna, preocupado por ser un padre muy presente y agobiante. Pero cuando las famosas plantas comienzan a agotarse debe regresar a lo desconocido, su hijo (que se cuela en la misión) resulta ser tan curioso como su abuelo. Un barbudo que reaparece para poner los conflictos sobre la mesa. Ese ítem funciona bien en la historia escrita por Qui Nguyen, que codirigie con Don Hall. Por otra porte el adolescente Clade es el primer gay en las historia de un estudio que supo ser muy conservador. Las preocupaciones ecológicas parten del mundo imaginario de las revistas pulp de los años 30 y 40, pero en algunas resoluciones se asemejan al mundo Avatar. Una visión bella y colorida y respetuosa para todos los seres vivientes en un gran ecosistema. Para toda la familia.
Es un documental sorprendente que realiza Sergio Slutzky junto a su hijo Tomer, que denuncia como un sospechoso de crímenes de lesa humanidad, implicado en el centro de detención clandestino de “La Cacha”, durante la última dictadura, no pudo ser juzgado porque huyo de la Argentina y vive en Israel. Sergio tiene a un familiar desaparecido en ese terrible lugar, sigue con interés el juicio que se realizó en nuestro país. Pero también descubre que Anibal Gauto, buscado por la justicia argentina e interpol vive protegido en Israel. Cuando intenta que se haga justicia sale a la luz la firme sospecha que Gauto estuvo implicado en acciones de inteligencia y venta de armas durante los años de plomo, entre Israel y las juntas, y por eso los intentois de Slutzky y los residentes argentinos en Israel no logran su cometido. Los empeños no pueden lograr esa extradición. Una valiente documentación de todos los esfuerzos sociales, legales y políticos que todavía no encuentran solución. Un trabajo revelador.
Es la segunda parte de una futura trilogía que terminará Néstor Mazzini. La primera parte fue “36 horas”. Aquí el protagonista, encarnado por César Troncoso está en un pacífico día de campo con su pequeña hija (Matilde Creimer Chiabrando). En el momento del regreso con la niña cansada y preguntando por su madre, se advierte que ese padre decide quedarse con la pequeña y cumplir con lo pactado con su ex esposa. Un planteo que no tiene un mayor desarrollo y se enreda y reitera. Y además tiene su origen en la no aceptación del hombre de que su ex amor rehaga su vida. Un conflicto donde las reacciones no convencen.
Matías Bertolotti nos presenta una intriga muy bien armada, con serias implicancias en las experiencias que vivimos los argentinos en los años de plomo. Lo que parece un enigma sin solución encuentra su cauce en un policial filmado en Misiones, con un elenco de notables y que tiene como escenario un pequeño pueblo de muy pocos habitantes. Un lugar donde todos se conocen y un crimen es un hecho más que trágico porque solo pueden sospechar de los extraños. Pero en ese escenario se da una coincidencia entre un presunto culpable y el policía que llega a investigarlo. Los dos se llaman igual y tienen idéntico documento. Lejos de las implicancias filosóficas de “el doble”, cerca de las atrocidades de nuestro pasado, hermanado con secretos guardados y sentimientos de culpa. Un elenco que reúne a Víctor Laplace, Carlos Santamaría, Gastón Ricaud, Nicolás Pauls, Ernesto Claudio, armando personajes creíbles con un costado oscuro, la historia y se resuelve como se debe.
Un policial que se disfruta del principio al fin y que marca el regreso de un muy buen realizador argentino. Juan Bautista Stagnaro , autor también del guión, pone en el centro de la escena de este filme noir a una mujer, pero no como la heroína seductora que engaña a todo el mundo, una mujer fatal, sino como la protagonista absoluta que tiene que descubrir todos los misterios. Comienza cuando la protagonista asiste a la ceremonia mortuoria de su ex marido, un policía al que mataron en confusas circunstancias. Junto con su arma y algunos datos susurrados, ella descubre algo oculto y no se detendrá hasta descubrir que paso. El titulo en la jerga policial se utiliza para hablar de un N.N. Un cuerpo sin identificar. Un misterio por resolver que le traerá conflictos del pasado y una determinación imparable en el presente. Sofía Gala Castiglione y Diego Velazquez son una dupla atractiva y única en este intrigante argumento donde se desnudas corrupciones, negociones ilegales, mafias internas de la policía, códigos de conducta, prácticas mafiosas, que enriquecen el relato. Se lucen Tony Lestingui, Valentina Bassi y Demian Salomon.