Román Cognitore guionista y director de este curioso film nos plantea primero una historia de amor entre dos espíritus libres. Dos franceses, una chica aventurera que quiere escribir su primera novela y un muchacho que sabe 14 idiomas, que trabajan temporalmente como guías turísticos en Taiwán. Diferentes y encantadores, se enamoran sin remedio, pero un año después, ya organizados e instalados en la relación, deciden un aborto, en pos de no cambiar sus planes y objetivos. En ese momento una enfermedad terminal de él los llevará de regreso al país natal. Lo que parece encaminarse hacia el melodrama es en realidad una reflexión sobre hasta cuando una pareja está dispuesta acompañar al otro, que ya no es el mismo de quien se enamoró. Interesante y sorprendente, realista, lejos de una visión rosa del romance. Buenos actores, buena realización.
Una comedia negra, incómoda y trasgresora que se mete en temas muy serios, que tiene muchas armas y cadáveres, pero también una gran inteligencia y un corazón emotivo inusual. El director y guionista Anders Thomas Jensen imagina una historia que le permite hablar de hombres violentos, de justicia por mano propia, del entrenamiento de soldados y su estrés al volver a la rutina civil, de la vida vista como un campo de conspiraciones constantes, del destino trágico de los inmigrantes. Y lo hace con un humor negro y una provocación infrecuente y efectiva. Desarrolla una acción que comienza con el robo de una bicicleta y termina con un tendal de “culpables”. La muerte de una mujer en la explosión de un tren, es visto por un hombre obsesivo que se salva por casualidad, como un verdadero atentado. Es alguien que cree fervientemente en que lo probable es previsible y se puede calcular. El sus amigos, con tocs parecidos, se acercan al viudo de la mujer muerta en el tren para comunicarle sus sospechas. Ahí se termina de redondear un grupo singular con ese soldado acostumbrado a la acción, encerrado en su dolor. Entre ellos inician una investigación y una venganza. Pero una revelación cambiará las cosas pero no la ternura de ese rejunte de almas atormentadas que experimentan una contención inédita. Muy bien Madds Millelsen y gran elenco.
No es una biografía de Diana, porque Pablo Larrain su director, igual que hizo con su film “Jackie” eligió una inflexión en su vida. Un momento de decisión de la protagonista, tres días fundamentales en la elección de su destino. Al experimentado guionista Steven Knight, le bastó concentrarse en esa desesperación de la mujer tan admirada por el mundo, sometida a un rígido corset de ritos y mentiras para contar prácticamente la tragedia de su vida. La protagonista perfecta Kristen Stewart, amada por la cámara, termina de redondear una película que refleja la fabula quebrada de una niña mujer que comprende que todo terminó para sus ilusiones mágicas. Esos días transcurren en el palacio de Sandrinham donde la familia real festeja su Navidad. Todo lo que Diana vive, con su fragilidad a flor de piel, es la duda de aguantar esa vida sumisa al orden real o rebelarse. Es una pobre mariposa examinada por un entorno implacable, donde “las paredes escuchan” hasta sus pensamientos, donde ella se identifica con Ana Bolena, vive la perdida de lo deseado, se pierde en su laberinto, se escapa y vuelve a los recuerdos de una familia de pertenencia que ya no está a su lado. Un film intenso, inteligente, con una maravillosa fotografía, la música adecuada y la pintura de un mundo interior que se desmorona sin remedio, pero con los dolores de parto de la libertad.
Es la adaptación del famoso videojuego que permite abrir la puerta de una saga, o al menos los tres guionistas (Rafe Lee Judkins, Art Marcum y Matt Holloway) se muestran muy seguros para explicitarlo al final. La idea de buscar un tesoro, con protagonistas que enlazan sus conocimientos de historia y no se detienen ante nada siempre es atractiva, aquí se trata del tesoro que se supone Magallanes y su equipo guardaron tan bien que se lo perdieron. Para encontrarlo hay que tener a Victor “Sully “ Sullivan ( Mark Wahlberg) y su compañero Nathan Drake ( Tom Holland) que ponen todo su empeño. Cuenta la leyenda que el bueno de Wahlberg iba a ser el protagonista, pero tardaron tanto en darle luz verde al proyecto que el paso de los años lo obligó a conformarse con ser el “histórico” buscador y la posta quedo en manos de Holland, que se entrenó duramente para todas las acrobacias que hace en la peli. La idea fue brindar momentos de mucha acción, como que guionistas y director Ruben Flescher (“Venon” y “Zombieland”) dieron por sentado que a nadie le interesa profundizar en los personajes y todo lo que pedirá la audiencia es despliegue de robos, persecuciones, luchas y por sobre todo descubrir claves para todo el oro imaginable. Por eso no existen diálogos ingeniosos ni se profundiza en los personajes. Hay que reconocer que muchas escenas son realmente atractivas como la que da comienzo a la película y luego repiten y amplían y algunas corridas con la técnica del parkour. Las villanas verdaderas son las chicas que para acción son mandadas a hacer, se lucen: Chloe Trazer y Tati Gabrielle. Un entretenimiento vistoso, que dura lo justo y que seguramente será un éxito.
Entre un joven que abandonó sus estudios de arquitectura, que ama los secretos de una ciudad, a la que dibuja y recorre, y la chica inmigrante de Paraguay comienza una relación particular. El parece perdido en tema de vocaciones y futuro y se acomoda a lo que vine, trabajo ocasional, departamento prestado, auto ajeno que manejara para pasear a una señora. La cuidadora de la anciana acompaña, es una mujer que estudia, tiene planes, quiere progresar. Aunque de mundos distintos la atracción se concreta, aun con pinceladas que apuntan a la diferencias culturales y aspiracionales. Esta la buena intención del director y guionista Esteban Tabacznik de reflejar ese amor espontáneo, con muy buenos climas captados en esos paseos.s, que se desdibuja y no cuaja sin saberse porque. Como si se tratase de un recuerdo que quedó marcado fuera del tiempo y la época y solo dejo lugar para la tristeza del desencuentro. Buena química entre Sergio Mayorquin y Camila Peralta, con las participaciones de Ivan Moschner y Susana Pampin.
Una película de Gustavo Fontán y Gloria Peirano que cuando hablan del origen del proyecto enumeran las preguntas que se hicieron: “Qué significa habitar? ¿Cuál es el vínculo entre un espacio y una persona? ¿Cómo se convive? ¿Cuál es la relación entre un espacio y la memoria? ¿Qué es una casa? Preguntas que están en los bellos textos de Peirano, en las cuidadas imágenes de Gustavo Fontán (El limonero real, La madre). Verdades y vivencias que están en esas palabras leídas en off, en esos encuadres de cuidadosa factura y medida fotografía, y en los testimonios de diez personas invitadas a recorren el espacio. Así se suceden algunas respuestas y otros interrogantes. Una casa muy blanca, de grandes aberturas, con una pequeña ventana en particular, desde donde se filtra el exterior, en rumores agradables o una tormenta eléctrica, es un lugar que puede ser refugio, disparador de consejos, reflexiones, opiniones. Palabras y gestos que avizoran un futuro donde quedarnos cómodos, para apropiarse de un destino y de una vida.
El documental de Miguel Baratta se inscribe en la necesidad de defensa del medio ambiente y se basa especialmente en la labor de los integrantes de la cooperativa Isla Esperanza que defiende no solo el lugar donde trabajan, especialmente con el junco, sino todo un modo de vida respetuoso con el entorno natural y con la existencia de los humedales para prevenir inundaciones y otros desastres ecológicos. A través de los testimonios se conoce no solo una manera de vivir tradicional de muchísimas generaciones de pobladores, que vivían de la pesca además, que por carecer de papeles que certificaran la propiedad de sus tierras, fue corridos de sus de sus casas para construir un complejo ambicioso y enorme. Para eso cambiaron el curso de un río y destruyeron lo que se interponían a sus planes, hasta que fueron frenados. Una manera de conocer una realidad que ahora es defendida por especialistas, estudiosos y la ley.
Es una película conmovedora por muchas razones. El director y guionista Juan Martin Hsu, realiza este film durante dos viajes a Taiwán, donde se encuentra con su madre. Pero lejos del lugar común de películas autorreferenciales, encuentra el tono justo para dar a conocer una historia signada por las ausencias, el crimen, las circunstancias históricas. En esas charlas familiares, con muchísimos miembros nuevos, con toda una generación joven que se divierte con el karaoke, mas los recuerdos dolorosos por un asesinato que los dejó sin padre, los resentimientos de una mamá que recorta fotografías porque el marido le fue infiel, y que ahora tiene un nuevo compañero, se filtra una verdad conmovedora. Con testimonios desoladores, discusiones y detalles cotidianos captados con maestría. Además de la canción que le da titulo al film, de Teresa Teng, hay versiones temas de Fito Páez, Luis Alberto Spinetta, Charly García y Gustavo Ceratti, tan hermosas en un idioma que no conocemos y que funcionan como una suerte de unión posible entre mundos y culturas supuestamente tan distintos
El director y co-guionista Alejandro Hidalgo se cebó con el tema de los exorcismos y las posesiones demoníacas. Comienza la película con un ritual que se cumple pero con un detalle, el cura en cuestión, invadido por un demonio muy particular, sucumbe al deseo y tiene relaciones con la chica liberada. Dieciocho años después, ya instalado en México ejerce la caridad en un hogar de niños y es tratado con respeto y casi como un hombre santo. Pero el demonio vuelve y multiplicado, así que arremete por doquier, tanto que por momentos parece una película de zombies al ataque, pero no. Es ese demonio insaciable que se sirve de presas, niñas, monjas, guardias y por supuesto del cura en cuestión y un veterano ayudante que tiene sus secretos pero también la clave para que se realice el título de la película.
Los anhelos de una niña que desea ser bombero como su padre. Un progenitor protector que le asegura que no se admiten mujeres en el oficio por ser débiles, pero que también renuncia a su profesión para estar cerca de su hija. La chica por supuesto no ceja en sus intensiones, entrena todas las noches y cuando llega su oportunidad, y su padre es convocado en una emergencia, se viste de chico para ser admitido. Después de muchos enredos y aventuras, con alguien que quiere destruir teatros y anular bomberos, la chica finalmente será admitida por su valentía y conocerá la verdad de su padre, que no era finalmente un machista más. El film termina por ser un homenaje para las primeras mujeres bomberas cuyas fotografías aparecen con los títulos. Dirigida por Laurent Zeitoun y Theodore Ty (creadores de “Bailarina”) las historia sin muchas originalidades tiene ritmo, cierta ternura, un toque de locura y acción. Entretiene.