Una idea pensada para el marketing perfecto, un feat con Maluma y Jennifer López que ya es un éxito y una historia donde incluir al famoso intérprete que de actor tiene muy poco. Pareja de cantantes que planea casarse en público para una audiencia global, videíto que se filtra, minutos antes del “si”, con una infidelidad de él y una resolución a último momento que unirá a Jennifer con el probado para la comedia Owen Wilson. Entre esa cantante famosa, que de paso estrena otros temas, igual que Maluma, y el profesor de matemáticas sencillo y “perdedor” se arma una fórmula que ya vimos mucho, pero la química entre la estrella y el “anónimo” funciona a pesar de que el film no se ahorra lugar común por visitar. Los tiene todos, bailecito, momento íntimo, fórmula para que la hija bloqueada supere su “pánico escénico”, el momento simpático, el momento triste, la brochette completa. Jennifer López luce un vestuario increíble que hará las delicias de sus fans, canta varios temas y a la hora de actuar es efectiva. Wilson como el eterno señor común con muchas dudas, construye una relación con buenos momentos aunque la originalidad falte. Como un teleteatro lujoso.
Los memoriosos y cinéfilos recuerdan la versión de 1978 de esta novela de Agatha Christie y un elenco de luminarias (Bette Davies, Angela Lansbury, David Niven, por nombrar algunas leyendas) y con la posibilidad de filmar en los verdaderos escenarios de Egipto. ¿Esta versión es mejor que la de Juan Guillermin?: No. Pero aquí nos encontramos con otros atractivos, algunas actualizaciones y ciertos y fascinantes prodigios técnicos que permiten gozar de las pirámides de Guiza, la gran esfinge, y la fachada del templo Abu Simbel con visiones muy corpóreas. La mirada hacia el Hércules Poirot que le otorga el actor y protagonista Kenneth Branagh lo humaniza, cuenta algunos secretos, como el origen de su doble bigote, sus penas de amor. También si bien sigue siendo ególatra, infalible y temible en sus deducciones, aquí se vuelve vulnerable, emocional y más atractivo como personaje. Con menos cantidad de celebridades que en “Crimen en el expreso de Oriente”, esta segunda versión de Branagh y el guionista Michel Green, es más entretenida, mucho más fastuosa y pasional. Las dos horas y siete minutos se pasan volando. En el argumento una mujer muy rica y poderosa le quita el novio a su amiga e invita a familiares y amigos a un crucero por el Nilo, que es su luna de miel. Claro que a poco de pasear entre lujos y vestuarios exquisitos, se empiezan a acumular los cadáveres y Poirot está al borde del ataque de nervios y después muy dolido aunque no contaremos porque. Hay momentos especialmente logrados como la entrada de Gal Gadot con un modelo de Paco Delgado que parece metal liquido sobre su cuerpo y el baile donde fascina a su próximo marido, y la resolución del enigma. Algunos toques actualizan las relaciones con una mirada contemporánea y nada sobre los rumores sobre Armie Hammer (múltiples denuncias por abuso sexual) que seria borrado del film, nunca sucedió. Se lucen especialmente además de Branagh, Annette Bening (aunque uno quisiera verla más), Emma Mackey (estrella de Sex Education), Laetitia Wright y Sophie Okonendo, con la voz de Sister Rosetta Tharpe que es simplemente fascinante y única. Asesinatos y crueldades varias entre tanto glamour acumulado, un grupo de invitados donde todos pueden ser culpables, sello de doña Aghata, conforman un entretenimiento agradable y atractivo, un policial a la vieja usanza, para verlo en un buen cine.
Lo mejor que se puede decir de esta aventura de Gulliver es que el guión trata de recuperar el contenido satírico original de Jonathan Swift, perdido entre tantas aventuras y versiones. Aquí el rey de Liliput no solo tienen la suma de todos los poderes, su cargo hereditario, juez, abogado y cuanto se le ocurra, sino que ha decretado una aceleración del tiempo con fines políticos, es antojadizo y cobarde. El defecto es que para los más chicos son demasiados rulos del argumento, ya que la idea de tener a un héroe con sentido común, que no es gigante y que con ingenio derrota a los enemigos del pueblo le da bastantes corridas, idas y venidas como para entretener medianamente. Con una animación barroca y colorida como los adornos de las tortas recargadas, y con personajes bien definidos, pero poco expresivos, Gulliver sale airoso con argumentos sólidos y prefiere dejar los honores para un héroe olvidado.
La película comienza con un recuerdo, una niña aterrorizada, en un vuelo con muchas turbulencias y vecina de asiento terrorífica, que termina siendo la única sobreviviente cuando el avión se estrella. Veinte años después esa niña creció, estudio psicología y tiene una hija de la misma edad de su recuerdo más traumático. Pero igual toma un vuelo en el medio de una tormenta, cuando todas las demás compañías suspendieron sus servicios. Una verdadera vocación de pánicos y terrores varios que el film subraya con recuerdos y viajes al pasado, convulsiones y fueguitos que consumen a los pocos pasajeros atendidos por azafatas misteriosas. Muchas vuelta de tuerca, climas subrayados enfáticamente por música típica del genero y varias situaciones sin mucha explicación utilizadas como efecto y sobresalto para los amantes del suspenso y el horror.
Asuntos del amor resumidos en un titulo que define muy bien lo que pasa con el deseo, las relaciones amorosas, las pulsaciones irrefrenables y las necesidad de verbalizar, literariamente, el devenir de tanto amor y desamor, enredado, complicado y aturdido. Ahí están las historias tristes y melancólicas, los hechos y los sentimientos de nueve personajes que realizan planteos morales, tratan de ser extremadamente sinceros con sus ideales, con sus sentimientos, pero en la realidad hacen, deshacen, chocan, sufren, se satisfacen, se conforman, se instalan y aceptan lo que hay. Pero en el transcurso un hombre y una mujer, se cuentan sus historias y de a poco se desean como quizás nunca antes, para llorisquear después, lamentarse en silencio y correr a lo seguro. Lo que muestra y escribió el realizador Emmanuel Mouret es encantador como las tribulaciones de sus héroes y heroínas, en un discurrir romántico que intenta y logra huir de los clichés y se sostiene como un compendio de literatura amorosa. Grandes actores, muchas palabras y las debilidades humanas puestas al descubierto. Somos lo que decimos, lo que hacemos, lo que ocultamos y sufrimos.
Precedida por los premios (En Biarritz y en Mar del Plata como mejor película latinoamericana) por fin se estrena este film del talentoso Maximiliano Schonfeld (Germania, La helada negra) que coescribió el guión con Selva Almada. El film nos traslada a un ambiente rural de siembra y cría de animales, pero también a un entorno urbano de reuniones de motoqueros y carreras de autos. Pueblos que ya pertenecen al terreno de la nostalgia y que excluyen a demasiados jóvenes que buscan, según el realizador, construir una identidad. La historia que comienza con un duelo por la muerte accidental de un joven piloto, líder en su grupo de amigos, admirado en su lugar de pertenencia, nos mete de lleno en un duelo colectivo, lleno de rituales y recuerdos. Pero también en el tema del doble. Es que un primo del piloto, un chico esmirriado y tímido es invitado-arrastrado a ocupar el lugar del difunto. Lo “necesitan” los padres del chico muerto, sus amigos, hasta su novia. Un lugar de gran tentación, aspiracional pero también peligroso. Tanto que puede desaparecer en el recuerdo para revivir realmente al Jesús López del título. Schonfeld recurre a escenas fuertes de carretas, pero también a climas íntimos y a un recurso encantador para que lo fantástico, del recuerdo recurrente sea una promesa cumplida. El otro, tan invocado, tan ausente, llega inevitablemente, como el triunfo de la imaginación. Un gran equipo técnico, la fotografía, la música, el vértigo y la intimidad de los pequeños y profundos momentos, redondea un film hermoso y profundo.
Pedro Almodovar es un hombre comprometido con su tiempo que decidió sentar su posición sobre una vergüenza española que durante años se mantuvo en secreto. Se trata de los fusilamientos a civiles de parte de la falange española, en los comienzo de la guerra civil. Una verdad que aunque parezca increíble muchos se niegan a indagar con el argumento hipócrita de no escarbar en dolores del pasado. El director toma ese tema sin vueltas, de manera explícita, comienza y termina su película de manera contundente, porque entendió que no hay manera de tratarlo con sutileza. Es el inicio y el broche de este melodrama deslumbrante donde la historia de varias mujeres se entrelaza en temas fundamentales. La vida de una fotógrafa, unos de los mejores trabajos de Penélope Cruz, que decide ser madre soltera, y es a la vez la impulsora para descubrir una fosa común en su pueblo. De su relación con el antropólogo forense a quien le pide ayuda quedara embarazada y decidirá tener a esa niña, sin dudas y hasta sintiéndose heredera de una tradición familiar, de mujeres independientes. En la maternidad conocerá a una futura madre adolescente con una historia de rechazos y abusos, a la madre, una actriz grande con la oportunidad de ser famosa, y al puntapié de un argumento donde todo se cuestiona, el amor maternal, el mandato de tener hijos, las preferencias sexuales, la sororidad y el gran tema de un dilema moral que obliga a la protagonista a mantener un secreto , un engaño, una mentira hasta su límite. Todo eso como siempre en este gran realizador, con una estética deslumbrante y chillona, llena de pulsión de vida a pesar de todo. Es la oportunidad de verla en cines antes de su llegada a Netflix, que produjo la película.
Un policial que si bien se ajusta a muchas reglas del género, con situaciones clásicas, comienza un juego particular que mantiene atrapado al espectador. Un escritor exitoso de policiales, creador de un famoso personaje, tiene problemas de estrés, bloqueo narrativo y presiones para que se apresure con una nueva entrega. Llega con su esposa y sus hijos a un lugar soñado, una casa alejada en un paraje bellísimo. Pero cuando llega la noche, una mujer desesperada llama a la puerta pidiendo auxilio, en medio de una presagiada tormenta y con corte de luz. A partir de allí nada es lo que parece, como un juego de espejos, un rompecabezas, todo se desintegra y se vuelve a armar, con mucho cuidado en los detalles, que pueden ser o no, reveladores. El director Cristian Barnard, con una refinada técnica, muy buena fotografía, la música perfecta para cada ocasión, y el guión de Gabriel Korenfield, estructura una película entretenida con buenos actores: un inspirado Diego Peretti, con Julieta Cardinali, Diego Cremonesi y Carla Quevedo como el cuarteto protagónico.
Esta nueva versión de la novela de William Lindsay Gresham de la mano de Guillermo del Toro viene a deslumbrar. Así como la película protagonizada por Tyrone Power en l947 se considera un clásico, este film del realizador mexicano, aun sin ser una de sus mejores películas, es de visión obligatoria por muchas razones y, se ruega, en una sala de cine. Es que para esta historia oscura, cínica, repelente y fascinante a la vez, el director tuvo todo a su disposición: Un elenco de estrellas talentosas, dinero para construir una feria de monstruos, el mejor equipo técnico. El realizador que escribió el guión con Kim Morgan se rodeó de deslumbrantes rubros técnicos, vestuario, dirección de arte, fotografía. Cada encuadre es voluptuoso y sorprendente. En la primera parte, el lugar al que llega el protagonista con un pasado inconfesable, es una feria de las degradaciones humanas, donde adivinos y tarotistas, magos y payasos conviven con mujeres que soportan el paso de la electricidad de algo voltaje, los fetos deformes o el pobre alcohólico y prisionero que come pollos vivos y recoge aplausos y vítores. En ese ambiente el protagonista conquista a la virginal chica que lo acompaña a recorrer el mundo con un truco infalible, un código verbal que le permite engañar a la perfección a su audiencia. Pero la segunda parte del film se interna en un mundo lujoso y art decó donde el “mentalista” se alía con una mujer fatal, un personaje escrito para el lucimiento de Cate Blanchet. Ella junto a Bradley Cooper comenzaran un negocio amoral, con terribles consecuencias y daños colaterales. Lo que hace Cooper con su anti-héroe es mostrar toda su capacidad de fascinación, la atracción del abismo del mal, y su ambición que lo devolverá a los infiernos. Como dos películas en una, con un final que no intenta ser moral. Se lucen Tony Collete, Willem Dafoe, Rooney Mara y todo ese elenco increíble. Poderosa, imperfecta, atractiva, impresionante.
Termina el film y uno se queda con la sonrisa colgada en el rostro, por lo gozoso de su visión y la ligera tristeza porque la película terminó. Seguro le va a pasar. Paul Thomas Anderson, el mismo de “Petróleo sangriento”, “The master”, “El hilo fantasma”, Boogie Nights, nos transporta a un momento de nuestras vidas en que uno cree que todo es posible, pero sufre por demás, se ilusiona y se quiebra, pero mantiene sus creencias. Como si se tratara de anécdotas contadas al azar, con una frescura y una fluidez únicas, la película nos lleva a un lugar de felicidad, aunque no tiene nada de ingenua, pero si mucho de hipnótica. Con una pareja central formada por un chico de 15, que sabe lo que quiere, es un actor infantil, un emprendedor, que se enamora de una mujer de 25, una chica desencantada, sorprendida por el empuje del adolescente. Es una película que refleja el camino del crecimiento, el famoso “coming of age”, la maduración. Pero lo encantador también está dado porque la mas desorientada con su destino es la chica grande y el más seguro de sus objetivos el pibe. Y el enorme atractivo fue la sabiduría de darle sus protagónicos a gente sin experiencia previa: El es Cooper Hoffman (el hijo de Phillip Seymour Hoffman) y ella Alana Haim, guitarrita del grupo Haim que tiene con sus hermanas, toda su familia actúa en el film, que forman una dupla irresistible. Y entre los dos lo mas jocosas situaciones, las situaciones más delirantes, las apariciones menos esperadas (Sean Penn como William Holden, Christine Ebersole como Lucille Ball, Bradley Cooper como Jon Peters), las experiencias hilarantes que pueden terminar en cualquier cosa. No faltan ni las referencias históricas, ni la mejor música como marco para esa historia de amor imposible que comienza a florecer después de tantos problemas. Un viaje al placer cinematográfico.