Terror que viene de Rusia, del joven director y guionista Svyatoslav Podgarvsky, que ya demostró con “La novia” y “La sirena” que este género lo atrae y que trata de darle cada vez más calidad de fotografía, dirección de arte e iluminación. En este caso hurga en los rituales de la magia negra, como en sus otros films en el folklore nativo, y arma una historia donde si bien el demonio o los monstruos no aparecen, serán los humanos poseídos los capaces de las peores atrocidades. Aquí el puntapié inicial lo da una costurera que da el mal paso con un hechizo, quiere que su pareja y padre de su hija esté pegada a ella como la hiedra a la pared, y cumple minuciosamente el ritual. Lo mejor es que el hechizo se cumple y el objeto de su amor se transforma en un obsesivo perseguidor del que quiere librarse. Embrujados e inocentes se enredan en historias dignas de un teleteatro, con escenas que dan miedito y logran su mejor objetivo para el género.
Para los que aman el animé, para los que por primera vez lo transitan, nada mejor que esta creación del maestro Mamoru Hosoda que crea una historia anclada en el mundo adolescente para advertir sobre los peligros de internet como el bullying, el odio, las mentiras, o tener una fantástica virtualidad como refugio. El resultado es de una creatividad seductora y única, con imágenes del pasado, pero también futurista, donde realidad y ficción chocan y se fortalecen. Es la historia de Suzú una adolescente que no puede con su alma, tímida y retraída, lleva una tremenda carga de tristeza que no puede superar por la muerte de su madre, que dio su vida solidariamente. El descubrimiento de un mundo virtual le permite convertirse en la bella del título, cantante e influencer que de inmediato se transforma en la más popular. Aunque en ese mundo peligroso donde se instaló tan satisfactoriamente, tendrá que luchar contra personajes siniestros, protagonizar una historia al estilo de la bella y la bestia y finalmente imponerse en el mundo real. Una fábula expresiva, con imágenes hermosas, llenas de gracia, y los valores familiares como los más importantes.
Equipo de actrices superpoderosas, Penélope Cruz, Diane Kruger, Lupita Nyong´o, Fan Bingbing , convocadas por la protagonista y productora Jessica Chastain, tiene desde el vamos un gran atractivo. Si se complementa con Edgar Ramírez, Sebastian Stan, Jason Fleming, hay suficiente brillo de estrellas para asegurar recaudación. Lo demás dirigidos por Simon Kinberg, que escribió el guión junto a Teresa Rebeck, es una entretenida diversión de espías, contrarias o enemigas, principiantes o experimentadas que se unen en un equipo infalible de solidaridad y acción, con ingredientes a los James Bond o la saga Bourne. Un arma secreta que pone en peligro a todo el mundo no puede caer en manos equivocadas, y allí están ellas para salvarnos de tamaña barbaridad. Para eso muestran sus habilidades en la lucha, deducción, eficiencia o el comienzo de un camino inesperado. Siempre serán eficientes y letales. La trama las lleva por Francia, Marruecos o Shangai, vestidas sencillas o glamorosas, sin descanso contra el crimen. El resultado tiene encanto y una segura segunda parte.
Nadie ignora los problemas jurídicos, las acusaciones de abuso de su hija, el repudio que vive Woody Allen en su país, y en el mundo. Por eso se lo ve refugiado en Europa y aceptando una película que parece por encargo, pensada después de la propuesta de mostrar San Sebastián. Lo cierto es que el sigue filmado compulsivamente, como única razón de su vida, donde encuentra ofertas, actores disponibles, distribuidores. Todo lo que les es negado en los EE.UU. Pero este film donde un gran actor como Wallace Shawn hace de su alter ego, si bien no es uno de los más brillantes, entre las 49 películas que hizo, tiene chispazos y atractivos que permanecen. Humor, cultura, cierta acidez pronunciada por el mundo de los festivales de cines donde se pondera el dinero y las inversiones por sobre todo. Pero aún en películas menores, el realizador deja su sello. Y eso es bastante más que la media de la mayoría de los realizadores. Rifkins pasea su desesperanza por la imposibilidad de escribir una gran novela, por la indiferencia y fin de la relación con su esposa, por la pedantería sin límite de jóvenes realizadores. Frente a eso queda anclado en homenajes a sus grandes admirados desde Fellini a Bergman, de Truffaut a Buñuel y siguen los nombres. Gina Guershon esta fantástica en su rol. Un paseo melancólico y leve por una bella ciudad como es San Sebastián, y un creador que no puede hacer otra cosa con su vida que seguir filmando empecinadamente, aunque muchas veces fascina y otra no.
El titulo de la película dirigida por Manuel González Nieto propone desde el vamos una relación compleja, poblada de estereotipos, con injusticias, conceptos utilitarios, lucha de clases. Pero el realizador se propone y logra mucho más que eso: interpela, incomoda, sorprende, casi desde el inicio de la primera escena, para mostrar que nada es lo que parece y mucho menos lo que aparenta. Por supuesto que están las tensiones entre los poderosos y los humildes, pero a años luz del lugar común. Entre el joven hijo del estanciero, encargado de resolver todos los problemas, con un padre práctico y autoritario y el joven peón que consigue para un trabajo de urgencia, surgirá una relación que recorre peligros, ventajas, cierta solidaridad, desconfianzas, amenazas. Hay temas de paternidad, adicciones, desprecios, excesos, soledades compartidas. Los mundos se rozan pero todo queda a la vista, en posiciones históricamente irreconciliables. Un entorno de campo muy interesante para sorprender, subvertir, y con muy buenas actuaciones, en especial de Nahuel Perez Biscayart.
Suele decirse que Ariel Winograd es un experto en comedias, que tiene ese toque mágico que emociona, la capacidad de producir el delirio, de escaparle a lo obvio, de meterse en profundidades incómodas. Lo viene demostrando desde “Cara de queso”, “Mi primera boda”, “Sin hijos”, “Permitidos”, y las muy exitosas “Mama se fue de viaje” y “El robo del siglo”. Siempre las relaciones familiares están bajo su lupa. Con un gran guión de de Mariano Vera que une a dos seres distintos en edad e intereses, que casi no se conocen y que arman una verdadera buddy movie, que en este caso recorrerán un camino de crecimiento y madurez que los transformará. Leo Sbaraglia es “El griego” el productor de un programa de televisión que arregla problemas de la gente, con todo guionado, perfectamente reconocible. Tiene un hijo pero con una mínima relación, apenas lo conoce, ignora a que colegio va. La mama, harta, le confiesa una verdad: no es su hijo. Y casi de inmediato se muere en un accidente. A partir de ahí ese hombre y ese nene de 9 años salen a la búsqueda del padre biológico desconocido. Con momentos francamente graciosos, personajes delirantes, el recorrido del film emociona con las mejores armas y divierte siempre. Leo Sbaraglia, contento porque ésta es su primera película para todo público, está especialmente dotado para la comedia, un género que casi no frecuenta. Benjamín Otero es perfecto para su papel. Y se lucen Charo López, Luis Luque, Martin Piroyansky, Diego Peretti, Soledad Silveyra, Gerardo Romano, Natalia Oreiro y Gabriel Corrado.
Una reunión de navidad con las historias familiares individuales, los secretos que salen a la luz, los problemas nunca resueltos en una noche de paz. Un enunciado que reúne en una mansión de las afueras a un grupo de amigos, ex compañeros de escuela, con sus respectivas parejas, en un encuentro agridulce que puede complicarse. A poco de andar la película que pinta como una más del género, se diferencia rápidamente del cliché y se transforma en una noche de horror, con toques de humor negro, y la mirada de los niños cuestionando todo: la diferencia de clases, la poca solidaridad, el autoritarismo, la obediencia ciega. De todo eso habla su directora y guionista Camille Griffin, que con la colaboración de su famoso hijo Roman Griffin Davies y de sus mellizos Gilby y Hardy, construye una mirada implacable para esos adultos que por momentos se olvidan que es la última noche de sus vidas. Por una casualidad podría verse como el reverso de “No miren arriba” en cuanto a la fe en los científicos, aquí los adultos que pueden prefieren suicidarse en masa antes que sufrir la agonía final, sin cuestionarse que pudo haber una salida o un equívoco. La directora, Camille Griffin, autora del guión, salió a aclarar que su film no es una visión de la pandemia covid, más bien se inspira en el colapso del cambio climático, y que tampoco es un alegato anti-vacuna. Tiene razón, es mucho más profundo, oscuramente divertido, muy melancólico y con temas fundamentales sobre el tapete. Agridulce y cuestionador, interesante y desconcertante. Atractivo siempre y con grandes actores: Keira Knightley, Mathew Goode, Lily-Rose Depp y siguen los nombres.
Esta cuarta entrega de la saga, es dirigida por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillet que se la dedicaron al desaparecido Wes Craven, quien junto al escritor Kevin Willamson reinventaron en l996 las reglas del terror slasher. Esa manera de criticar las reglas del género y subvertirlas, para utilizarlas otra vez, generó fans incondicionales. Y este es un regreso a los comienzos, lo mejor que se puede hacer como dicen varias líneas de dialogo del film cuando “Hollywood se quedó sin ideas” y hay que “salvar la franquicia” como sea, escuchando las voces de los fanáticos enloquecidos. Este regreso a Wodsboro implica también el retorno magnético de Nev Campbell, Courtney Cox y David Arquete. Entre las tiernas escenas de los dos últimos y la potencia de Nev, sigue estando lo mejor de la película. El nuevo grupo de adolescentes con un giro de origen que aquí no vamos a contar, tiene en Melissa Barrera y Jenna Ortega a las más destacadas. Lo demás es sangre (litros), puñaladas (a muchas revoluciones por minuto) y algunos tiros, en esta buena reaparición de ghostface. El amor por los giros de la trama y las sorpresas, anuda todo perfectamente y la diversión fluye constantemente. Los amantes del terror agradecidos.
Dirigida y escrita por Rodrigo Fernández Engler, la historia del film recorre los destinos de una familia compuesta por un padre y dos hermanos, en el momento de vender el tradicional negocio pesquero que los hizo ricos. Uno de ellos, decide iniciar un camino y no permite que nada lo detenga, una suerte de modelo del cultor del capitalismo más salvaje, el arrogante que se cree dueño de la verdad, que no permite que nada lo detenga, ninguna consideración figura en su manual de conducta. Para encarnarlo, bien dirigido y en escenas creíbles y logradas, Mariano Martínez tiene la oportunidad de demostrar que es un actor comprometido y que puede profundizar en ese ser oscuro que tendrá alguna posibilidad de perdón. En el elenco un verdadero dream team; Jorge Marrale, Arturo Puig, Osvaldo Santoro, Sergio Surraco. Libremente inspirada en la parábola del hijo prodigo, la película convence y entretiene con elementos de drama y policial.
Si le gustó la primera no se pierda esta segunda película, que logra lo que parece imposible, no solo que segunda parte sea buena, es superadora, inspirada, deleitable de principio a fin. Estos integrantes de una troupe ya profesional, que en la primera entrega terminaban con un futuro incierto, ahora son profesionales y grandes artistas. Y como pasa en muchas comedias musicales deben invertir su propio esfuerzo para cumplir sus sueños de un gran show en Las Vegas, aunque fueron rechazados para una selección final. Nada puede amedrentarlos y con las más ingeniosas situaciones salen adelante imaginando el mejor show de sus vida y el retorno esperado de un personaje que en la versión en inglés es el debut del legendario Bono en este género. Ya desde el comienzo con un número musical que dura cuatro minutos, el film conquista todos los corazones de grandes y chicos. Y las apuestas se renuevan constantemente. No se prive de este placer gracioso y con los mejores temas de una play list perfecta.