Corridas, sangre y carne por doquier Era hora de que un film de zombies sea realmente de humor. Esta comedia está protagonizada por Woody Harrelson (en el papel de Tallahassee), un tipo duro y cazador de zombies, que luego de perder lo más preciado en su vida, decide salir a un mundo plagado de muertos vivientes y exterminarlos. El otro, es Jesse Eisenberg (Columbus en la ficción) un joven adolescente, sistemático y algo miedoso que va camino a la casa de sus padres, con el fin de retomar los lazos familiares. A ellos se suman dos hermanas mentirosas y sumamente desconfiadas: Emma Stone (como Wichita) y Abigail Breslin (Little Rock y quien fuera Pequeña Miss Sunshine), quienes desean librarse de los carnívoros ambulantes y también suelen sacarse de encima con facilidad a los seres vivos que caen en sus telarañas. Desde el comienzo la película es entretenida y con muy buenos efectos visuales, y el joven Columbus va narrando en forma de cuento consejos y comentarios de los zombies y de los demás integrantes. Disparatada de principio a fin, la propuesta del director Ruben Fleischer, logra entretener y jamás aburre, en momentos donde otros hubieran agregado minutos: son algo más de 80 que pasan rápidamente, sin extenderse en detalles con poco sentido e incluso poco deja saber de dónde proviene el virus que convierte a los simples mortales en entes. Con la participación especial de un caza fantasma, como es el actor Bill Murray, que es visitado en su mansión por estos cuatro personajes. Bill, en este caso, hace de sí mismo y le agrega a la historia un toque de nostalgia y humor. Tierra de Zombies es una propuesta muy interesante, que no tiene desperdicio y con un cierre de historia, que si bien es predecible, está bien logrado.
Justicia, sin Justicia ni justiciero La película nos cuenta la historia de Julián Alvarenga (Diego Mesaglio), un joven de 25 años que tiene todo pero que la rutina diaria lo lleva a reflexionar y darle un rumbo sorpresivo a su vida. Decide suicidarle, pero para darle sentido a su muerte, quiere matar a Jorge Rafael Videla (Dictador genocida argentino) y así justificar su decisión de morir. Previamente unirá lazos con su madre (María Fiorentino), amigos (Felipe Colombo) y terminará a relación con su novia, Lucía (Emilia Attías). Este film cuenta con la participación especial de Juan Leyrado, en el papel de sacerdote y confesor de Julián, la aparición de Estela de Carlotto y la dirección de Nicolás Capelli. Este joven realizador de cine y TV con 27 años tiene una vasta experiencia en materia histórica, ya que filmó en el 2004 un documental llamado Historias de la Historia y en el 2005, Reconstruyendo la Fe, un documental sobre los testimonios de un oriundo de Luján y sus recuerdos. Sobre Matar a Videla, quizás no hay demasiado que contar, es un film con un argumento poco profundo y con situaciones sin sobresaltos ni dramatismos. Quizás lo único que nos mantiene a la expectativa y despiertos frente a la pantalla es el recurrente despertador del protagonista que suena todas las mañanas a las 7 am, como para marcar la división entre día y día. En definitiva, se podría haber llamado Matar a Cualquiera. Sin lugar a dudas, se esperaba una mirada más comprometida del director y no la sensación de frio que transmite la película, que es lo único que transmite...
El regreso de otro clásico Siempre es agradable redescubrir las clásicas historias de la mano de los estudios Disney y del dúo de realizadores John Musker y Ron Clements (La Sirenita, Hércules), quienes se encargaron también del guión. Esta vez contaron con música del ganador del Oscar, el compositor Randy Newman. Basándose en el argumento del libro, esta película animada cuenta las aventuras de un atractivo y entusiasta príncipe, quien luego de llegar a la ciudad de Nueva Orleans, es encantado por un malvado personaje, y por medio de un maleficio, es encerrado en el cuerpo de un sapo. Pero, tal como cuenta la leyenda, solo el beso de una princesa puede romper el hechizo. Es ahí cuando entra en escena Tiana, una damita afroamericana honesta y trabajadora que, por intentar ayudarlo, se verá envuelta en un sinfín de complicadas travesías. Con algunas variantes sobre el argumento original, esta mágica fabula tiene todos los ingredientes a los que nos tiene acostumbrado este sello, villanos muy malos, animales parlanchines, musicales con puesta en escena tipo Broadway, momentos emotivos y un final bien logrado. Cabe aclarar que esta historia no tiene versión en 3D, lo cual sorprende, ya que venimos de un año con varios films en ese formato tridimensional. En este caso, es una clásica aventura de Disney, que entretiene a los más chicos y deja, a lo largo de noventa minutos, sin aburrir a los mayores . Una cita con un cuento que hemos escuchado infinidad de veces.
Luchar por vivir Tarde pero seguro, es la frase que mejor la va a esta propuesta de los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne. Luego de diez años de espera y de solucionar unos problemas legales, llegó el día de ver esta producción franco-belga en pantalla grande. Escrita y dirigida por los hermanos Dardenne, la historia cuenta los malabares de una joven de 17 años, Rosette (Émilie Dequenne), para buscar y mantener un trabajo, en un mundo donde no sobran las posibilidades, y la lucha personal para no pasar a ser una marginada más de la sociedad. Lidiando día a día con una madre alcohólica y viviendo en un lugar precario, la protagonista pondrá todo su empeño en conseguir un nuevo empleo. Con una excelente actuación de Émilie Dequenne, la cual le valió un premio a la mejor actriz, en el Festival de Cannes (1999) y otro Premio al Mejor Film, en esta producción. Rosette es una película con diez años… pero recomendada para los tiempos que corren.
La vida kurda El director kurdo-iraní Bahman Ghobadi, es el responsable de Media Luna. Y lo ha hecho más que bien, al punto de ser merecedor de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Esta historia se centra en Mamo, un anciano músico kurdo, que luego de 35 años de espera, le conceden un permiso para dar un concierto con su banda en Kurdistán. Si bien parte de la historia es previsible en un país con burocracia, esto es sólo el comienzo. Mamo y Keko (su fiel amigo) comienzan su travesía en un bus escolar y, para colmo, deben buscar a los diez hijos de este particular cantante, que viven en diferentes lugares de la región. Además de sortear varios obstáculos, todavia queda una tarea: Mamo cree que para el concierto es necesario un voz femenina, la voz de Hesho. Mujer que se encuentra recluida en la montaña, con otras 1333 iraníes. El Irán, las mujeres tienen prohibido cantar frente a los hombres, cosa que Mamo, decide no tener en cuenta y hará lo imposible por llegar a destino con la cantante e,incluso, pasar los controles policiales. Media Luna es una obra ejemplar para disfrutar. Su historia, la música, la magia del lugar y sus personajes son queribles.
Mucho roce, poca chispa Claramente una comedia sexual, pero a no imaginarse nada de otro mundo. Para las seguidoras de Ashton Kutcher (Nikky, en la ficción) seguramente aportará a la parte visual de la película, el verlo semi desnudo y haciendo posiciones de Kamasutra, en muchas ocasiones y con diferentes mujeres. Pero no sumó nada. La sensación que queda es algo negativa, si bien Ashton Kutcher en algunas comedias es hasta entretenido. La cinta tiene dos partes bien diferenciadas: una con la presentación del personaje central, donde se lo muestra como un chico que viaja a Los Ángeles para experimentar una buena vida. Y las imágenes lo respaldan, ya que el joven (sin casa, ni auto) pasa de fiesta en fiesta y aprovecha techo, comida y dinero de la amante de turno. En la segunda parte del film, mientras tiene una relación casi free con una chica de mediana edad (Anne Heche de John Q), conoce a una camarera llamada Header (Margarita Levieva de Invisible), quien definitivamente lo atrae por diferentes motivos. En esta parte, es cuando quizás la trama toma color y se torna más interesante, pero no logra conquistar demasiado la atención. Con un final bien resuelto, el director David Mackenzie (quien en el 2007, ganó el Oso de Plata del Festival de Berlín por su film Hallam Foe ) le da un cierre prolijo y casi inesperado. Una película recomendada para las miles de seguidoras de la red social del joven actor, los demás… paciencia.
¿Un niño que sólo quería llamar la atención? En esta comedia negra, el director Dany Levy nos transporta a fines del año 1944, cuando el mundo podía sentir que el poderío de Hitler se encontraba en sus últimos días. Mientras que el argumento muestra a un Adolf Hitler (Helge Schneider) en los finales de su poderío y como quizás muchos lo imaginan: deteriorado, débil y casi al borde de la locura. Con la necesidad de ayuda y el apoyo de un profesional que aumente su credibilidad y oratoria, para el discurso de Año Nuevo, ante una Alemania cansada y casi sin fe. Para lograr esto, sus colaboradores deciden retirar de un campo de concentración a un maestro actor judío, Adolf Grünbaum (Ulrich Mühe) que va negociando su trabajo a cambio de pedidos inimaginables para el pensamiento nazi de la época. En casi toda la película se lo puede ver al Fuhrer como un nene caprichoso, inestable y atormentado por los recuerdos de un padre que solía golpearlo. Mientras este couch de la actuación trata de elevar la autoestima del dictador alemán y lucha con la idea de matarlo y vengar a su pueblo, los espectadores se irán enterando del plan que tiene la SS de matar al Fuhrer y cargar la culpa a Grünbaum. Con algunas ideas ya vistas en la cinta de Tarantino (Bastardos sin Gloria): la traición al Fuhrer, las cámaras filmando la situación y la idea del atentado en manos de gente vinculada al cine. Esta historia comienza con mucho potencial pero no logra su cometido, que es hacer humor, y aunque la ambientación general es buena y muestra una Berlín casi destruída (con el agregado visual de imágenes en blanco y negro), se hace muy difícil mantener la atención en la pantalla y, más aún, reírse por las situaciones que presenta.