Malas consecuencias La temporada pasada la productora Blumhouse Productions estrenó dos películas de terror bastante interesantes y que, entre tantas historias mal contadas que estamos viendo en las salas de cine, se destacaron de buena manera. Una de ellas es ¡Huye! (Get Out 2017) y la otra Felíz día de tu muerte (Happy Death Day 2017), ambas y sobre todo la primera, dejaron la vara muy alta para las próximas películas que vendrán del genero de horror. Por eso, este año Verdad o reto (Truth or dare 2018) intenta replicar la fórmula innovadora de sus predecesoras pero, ¿cumple con esto? La premisa se nutre de un viejo juego que todos hemos participado alguna vez en nuestra infancia o adolescencia y lo convierte en algo macabro y retorcido que pondrá en riesgo los secretos y vida de los protagonistas. Olivia (Lucy Hale) y Lucas (Tyler Posey) junto a un grupo de amigos van de vacaciones a México y allí pasan los días como cualquier grupo de adolescentes. Sin embargo se encuentran con un extraño que los invita a realizar un juego del cual un demonio los perseguirá y no podrán escapar. Y otra vez nos encontramos con una película que tiene una buena iniciativa de guion, pero que con el correr de los minutos se desploma por completo. Las malas actuaciones de los personajes -pocos desarrollados y que tienen sorpresivos trasfondos convenientes para la trama- hacen que el espectador piense que está en una comedia o parodia de un film de terror. El director Jeff Wadlow, junta a un grupo de jóvenes actores de reconocidas series y los pone frente a cámara para que durante una hora y media se peleen, hagan berrinches innecesarios, y solucionen sus problemas de manera rápida dejando sentimiento y sufrimiento de lado. Todo es descartable en este tipo de cine para que sea favorable para el argumento, dejando unos agujeros gigantes en el guion. Queda el pensamiento de que todo tiempo pasado fue mejor, donde las películas de terror no eran solo un montón de escenas cliché. Verdad o reto no cumple para nada con lo que propusieron las películas mencionadas y no importa que sea de la misma productora. La verdad de este film es que tendrá en un futuro no muy lejano la consecuencia de ser vista de manera cómica un viernes por la noche en algún canal perdido del cable.
La definición del amor Amando a Carolina (2018), con la dirección y guion de Martin Viaggio, nos trae una historia de amor protagonizada por Guillermo Pfening y Bela Carrijo, que sucede entre dos países, Brasil y Argentina, donde el mero acto de la imaginación de un escritor dará a entender qué es el amor. Diego (Pfening) es un joven porteño y cosmopolita que, atormentado por un amor no correspondido, empieza a escribir una novela sobre su inexistente historia con Carolina (Carrijo), una brasileña residente en Argentina que conoció tiempo atrás. Mientras Diego se sumerge en la escritura y realiza inútiles ritos de olvido, ella se enamora en Buenos Aires de un artista plástico brasileño que recorre el mundo en camioneta. Decidida a dejar a un lado su fobia al compromiso, emprende la vuelta a su país para tratar de convencer a Diego de comenzar una vida juntos allí. Toda esta premisa desembarca una historia de amores y desamores, contada de una manera bastante peculiar: el espectador visionara la trama como si leyera un libro, es decir, divido en capítulos, pequeñas notas a pie de página que son importantes para el desarrollo del film. El director trata de salirse de lo convencional a la hora de contar una película sobre el amor, porque va más allá de eso, busca mostrar lo que pasa por la cabeza de una persona enamorada y que encima no es correspondida, la cual vive atrapada sin salida en diferentes pensamientos imaginarios con miles de posibles finales, ya sean tristes o felices. Pero lo más importante y destacable de un film que por momentos puede llegar a ser un poco lento, es la actuación de Guillermo Pfening (Wakolda, Caito) que demuestra el gran actor que es. Su trabajo nos permite sumergirnos en la soledad y fantasía que vive este escritor a través de la imaginación y la redacción de algo totalmente inexistente y que, además, termina definiendo un poco, algo tan complejo como el amor, pero para ello el espectador tiene que estar muy atento a cada escena que sucede y tratar de diferenciar que es real y no. Al final, tal vez la clave sea que el amor es sólo una fantasía que oscila entre esa dimensión irreal y la realidad.
Viva la patria A lo largo de los años, el cine bélico ha sabido contar historias que representen un tema en específico: definir la palabra patriotismo. Este es el caso de Tropa de héroes (12 strong, 2018), un film que tiene en el desarrollo de dicho término su único objetivo. El diccionario explica que el patriotismo es un pensamiento que vincula a un individuo con su patria. Es el sentimiento que tiene un ser humano por la tierra natal o adoptiva a la que se siente ligado por unos determinados valores, afectos, cultura e historia. Es el equivalente colectivo al orgullo que siente una persona por pertenecer a una familia o también a una nación. Sin embargo el director Nicolai Fuglsig quiere tener una nueva explicación a esta palabra. El film relata que tras los atentados del 11 de septiembre un equipo de fuerzas especiales de la CIA, liderado por su capitán (Chris Hemsworth), es enviado a Afganistán para desmantelar a los talibanes. Tras conseguir introducirse en secreto en el país, deben perseguir cabalgando al enemigo por el montañoso terreno e intentar capturar a Mazar-i-Sharif. Pero pronto se ven sobrepasados en número y envueltos en una peligrosa situación, con sus vidas corriendo un grave peligro. Si, así es la típica película donde Estados Unidos sale a resaltar su ego de heroísmo, donde ellos creen que lo pueden todo. La dirección y actuación de los protagonistas son para destacar, sin embargo el guion refleja una clara publicidad a las fuerzas miliares de un país que de a poco se va creyendo el dueño del mundo. El espectador puede llegar a impactarse cuando sepa que esas imágenes vistas en la sala de cine pertenecen a la realidad. Sin embargo será muy raro que tenga una afinidad con los protagonistas -en todo caso a la distancia- por la poca simpatía que genera la cinta de Fuglsig salvo que comparta la nacionalidad norteamericana. Tropa de héroes intenta reforzar el patriotismo, es decir, contar que los yanquis son los buenos y sus valores morales correctos, y que el mundo debe ser como ellos. Y quién no esté a favor del “Tio Sam”, es el villano de la historia.
El último show del año A días de terminar el año, Fox hace su última apuesta en la gran pantalla y de la mano del director Michael Gracey, nos trae El gran showman (The greatest Showman,2017) , un musical biográfico que nos cuenta un vivido retrato de la vida del legendario P. T. Barnum (interpretado por Hugh Jackman), quien fuera el inventor del show business en EEUU. El gran showman es una película que sabe lo que es y lo que tiene para ofrecer: un sinfín de escenas musicales que van desarrollando la trama que sucede en Estados Unidos en el siglo XIX. P. T. Barnum (Hugh Jackman) acaba de perder su trabajo de oficinista porque la empresa para la que trabajaba se ha ido a la bancarrota. Deseoso de ofrecer a su esposa Charity (Michelle Williams) y a sus dos hijas la vida que siempre les había prometido, Barnum se embarca en un proyecto colosal: crear un gran y asombroso espectáculo circense. Para ello, este inventor del show business buscará artistas únicos sin deparar en la ética o moral, desde enanos, a mujeres barbudas, equilibristas y toda clase de shows imaginativos. Su lema: para hacer algo nuevo hay que hacer algo poco convencional. Acompañado por Zac Efron , el ex Wolverine saca a relucir una faceta poco conocida mundialmente, pero que es su elemento desde los inicios de su carrera actoral: su don para el canto y baile y, aunque las pistas que se reproducen estén grabadas en post producción, no quita el encanto que posee el film y permite al espectador disfrutar lo que va ocurriendo. Los personajes son bastante infantiles y van viviendo lo que pasa en esa época, las diferencias, los prejuicios y sobretodo, la discriminación que a su vez se usa en algunos momentos a favor de estos fenómenos que están en el circo de P.T. Barnum. Lo malo es que dichos personajes no llegan a desarrollarse por completo, y hay quienes ni si quiera llegan a tener dialogo en toda la película y solo forman parte de un gran decorado. Sin embargo las personas que vayan al cine a verla, debe tener una cierta cercanía con el mundo de la comedia musical porque aquí no solo pasan algunas escenas de gente cantando, sino que todo se basa en una estructura bien planificada por el director para parecerse a una obra teatral digna de Broadway. Quienes no estén acostumbrados a este tipo de género podrían llegar a estar un poco disgustados o aburridos en el transcurso de la función. El gran showman nos demuestra que todavía en el cine se puede ir a soñar con historias verdaderas algo fantásticas como la de P. T. Barnum, quién existió y fundó los primeros tópicos publicitarios y es, para los americanos, el padre del espectáculo. Su película no podía ser de otra manera.
Que no se pierda la palabra La mayoría de los documentales cinematográficos se dedican a contar un relato biográfico de una persona específica y casi siempre de manera educativa. Pero esta vez la directora Lorena Jozami lo hace desde otra perspectiva más emocionante y sentimental con El Zoco de la Buri Buri (2017). El Zoco de la Buri Buri es un docu-ficción que cuenta la historia de Jorge Rósenberg, un hombre que empieza a escribir para revivir la ciudad de su infancia. La ciudad de Santiago del Estero está desapareciendo y Jorge lucha por rescatarla con la escritura, mediante unos relatos en prosa poética publicados en un periódico local con los que da vida a la antigua ciudad, de cines, empedrados y luces amarillas, fundando así una nueva. Cada relato que se va sucediendo en el documental forma una pequeña parte de la historia de la provincia: se trata de charlas de amigos entre vino y asado que recuerdan un pasado de personajes, lugares y calles que ya no estan, y aluden a un tiempo mejor e idílico. Este proyecto santiagueño premiado en el 2012 por el comité de proyectos documentales del INCAA habla de lugares añejos como el cine, la aventura que le generaba a un niño ir a ver una película, sin dudas produce nostalgia en el espectador y más si es oriundo de la provincia o del interior del país. Pareciera que en las afuera de Buenos Aires existen miles de historia que esperan por ser contadas y no olvidadas. Pero lo más importante son los recuerdos de Rósenberg, escritos en un diario del lugar, en la columna titulada “Pluma y pincel”. Relatos bastante influyentes para los lectores porque reflejaban sus propias vidas en los lejanos años noventa, historias vividas por esa generación. La directora además de mostrarnos un relato conmovedor, nos permite conocer un poco más de una provincia desconocida para muchos, a través de la fotografía de sus calles, sus parques y estaciones de trenes. Parte de una historia que esperemos sean recordadas a través del tiempo en forma de palabras que no se pierdan en el viento.
El Jackie de la gente El género de acción se revitalizo en los últimos años con películas que tienen como finalidad la venganza, pero también con aquellas que cuentan con una cuota de buen peso dramático. Tal es el caso de Búsqueda implacable (Taken 2008) y Sin control (John Wick, 2014), mientras que Martin Campbell (Al Filo de la Oscuridad) nos trae con El implacable (The Foreigner, 2017) una excelente historia con Jackie Chan y Pierce Brosnan. Un humilde dueño de un restaurante londinense, Quan (Jackie Chan), emerge en una venganza cargada de violencia al perder a su hija, la única persona que le quedaba tras un atentado terrorista del IRA (Irish Republican Army). Mientras busca a los responsables, recurre a la ayuda del viceministro irlandés, Liam Hennessy (Pierce Brosnan), un ineficiente funcionario del gobierno a quien su propio pasado turbio le afecta de cerca. Sin dudas, estamos ante la mejor interpretación de Jackie Chan en toda su carrera. El actor chino se sumerge en un personaje al cual se le arrebata lo único que lo mantenía atado a esta realidad. El sufrimiento más grande que un hombre podía conocer, ya experimentado en el pasado, ahora se vuelve un dolor más profundo que lo lleva a reaccionar como un despiadado con quién se lo merezca. Además el artista marcial, nos regala momentos muy entretenidos de acción como solo él puede protagonizar, con movimientos que a pesar de su edad (63) todavía puede realizar. Por el lado de Pierce Brosnan, realiza una buena actuación sin brillar demasiado con un personaje que tiene un acento irlandés poco creíble pero correcto. La dirección de Martin Campbell consigue encubrir un film de drama político en una película de acción, lo que puede llegar a interesarle aún más al público, y dejar una reflexión atractiva a una realidad política propia de los tiempos que corren. El implacable se presenta como una gran alegoría a lo que el mundo necesita: un hombre que se enfrente a un sistema totalmente corrupto, sin importar que la manera sea a las patadas. Y quien mejor que Jackie Chan para desparramar patadas por doquier.
Una historia Musical Silvia Majul dirige Un pueblo hecho canción. Una Película sobre Ramón Navarro (2017) y nos trae en forma de documental, una historia que permite conocer un poco más la transcendencia de la música en el interior de la Argentina. La película retrata un hecho sin precedentes: todas las calles del pueblo riojano de Chuquis fueron bautizadas en 2014 con el nombre de las canciones del cantautor Ramón Navarro. La ópera prima de Silvia Majul, agente de prensa y productora de artistas de música popular, logra de buena manera retratar la vida de Navarro con una serie de entrevistas que dan testimonio de su vida y de la creación de sus canciones. Se toma el relato de varios allegados del cantautor a lo largo de su vida, para incluso rememorar su adolescencia. Además la buena fotografía del film, un lente que se pasea por los mejores paisajes que posee la rioja, permite conocer a fondo el pequeño pueblo donde sucede todo. Sin dudas, Un pueblo hecho canción. Una Película sobre Ramón Navarro es un documental exclusivamente para aquel que conozca la vida del artista Ramón Navarro. Así se puede apreciar más en detalle todo lo que se va contando sobre él: el seguidor de sus canciones entenderá el porqué de cada tema que compuso y además le permitirá conocer más sobre su vida. Sin embargo para el neófito de su historia de vida, es una buena oportunidad para conocerlo y descubrir su música, además de empezar a entender por qué cada calle de ese pueblo tan querido para él, lleva los nombres de sus canciones. Un pueblo hecho canción. Una Película sobre Ramón Navarro es un relato biográfico de un gran compositor que ha dado el interior de nuestro país y que merece ser contado.
El marginal En los últimos tiempos, tanto la televisión y el cine se encargan de mostrar las realidades y los submundos que existen a metros de nuestra casa o barrio, y en este caso, el director Cristian Tapia Marchiori, nos trae La noche más fría (2017). La película nos cuenta la historia de Carlos (Juan Palomino), un simpático linyera que vive en el corazón de una plaza de la gran ciudad, bajo una glorieta que el vecindario fue cediendo con el tiempo. Apareció allí después de haber perdido trágicamente a su familia en un enigmático accidente del que nadie sabe nada. Hoy, mientras busca infatigablemente reencontrarse con su hijo, barre veredas a cambio de propinas o algo que lo ayude a pasar las noches del cruel invierno que afecta a su salud. Cristian Tapia Marchiori desde la dirección y la confección en el guion, refleja de manera exacta la realidad que viven las personas que no están insertadas en la sociedad, ya que han sido expulsadas o no se les permiten acceder a ella. La crudeza rige en este submundo y tiene sus propias leyes. Leyes en las que sobreviven solo los más fuertes, una realidad tan triste y angustiante como verdadero. Pero el punto más importante de la película, y por la cual se sostiene toda la historia, es la excelente actuación de Juan Palomino que demuestra ser un actor que transmite las emociones de sus personajes, generando en el espectador una empatía y sumergiéndolo de buena manera a conocer los sentimientos del protagonista. Su trabajo lleva de pequeñas alegrías hacia un camino de amargura y tristeza. Sin embargo, algunos personajes secundarios pueden llegar a deslucir por su mala interpretación, al tratar de simular el típico estereotipo de gente de barrios carenciados y con adicciones, en una especie de imitación de Lombardo (Rodrigo de la Serna) en la conocida serie El Puntero. La noche más fría nos introduce en la vida de un marginal lleno de buenos sentimientos, que trata de sobrevivir en una jungla de cemento. Después de todo cualquier persona, sin importar su estatus social, tiene algo porqué luchar.
Un barranco a la desesperación El contexto político y laboral por el cual atraviesa nuestro país es muy difícil en este último tiempo, los trabajadores tienen la sensación de que en cualquier momento pueden quedarse sin un sostén económico con el cual subsistir, una realidad terrible que, llevada a la ficción, se convierte en una historia bastante interesante de contar y así lo hace Agustín Falco, director y guionista del El cauce (2017). Ariel Valentino (Juan Nemirovsky) es un trabajador de clase media con esposa e hija que un día, sin esperarlo, se queda sin trabajo y esto lo lleva a pensar que no hay nada peor que le pueda pasar, sin embargo se encontrará con viejas amistades que lo llevarán a pensar que las cosas pueden empeorar aún más. ¿Qué pasa cuando una persona que lo tiene todo puede llegar a perderlo también? ¿Qué es capaz de hacer para evitar esto? Falco, sin dudas, plantea esto desde el primer momento, desde lo técnico y narrativo con una serie de planos secuencias nos muestra que la desesperación es un factor importante de la película, que nos lleva a los espectadores a una angustia por la situación que vive el personaje de Nemirovsky, quién sobresale con una actuación muy bien lograda con escenas de una carga emocional importante, para transmitir la angustia, el miedo y la desesperanza del protagonista. La trama se alza en un ambiente totalmente actualizado a nuestra realidad, donde los temas principales de preocupación son el trabajo, el dinero y la estabilidad de permanecer a cierta clase en la sociedad. No caer en la pobreza, es un pensamiento que no se dice pero está ahí en el film presente todo el tiempo, siendo el eje principal por el cual se desarrolla toda la película, que finaliza con un cierre lleno de incertidumbre pero necesario. El cauce es un golpe exagerado a nuestro razonar, para despertarnos y ver en qué situación podemos llegar a estar el día de mañana en un país, donde el futuro es incierto y a veces poco alentador, pero que siempre está a la vuelta de la esquina.
Lo primero es la familia Diferentes países de Europa están siendo lugares de refugio para la gente que escapa de la guerra, y esto pasa en la historia que nos muestra el director Simon Verhoeven y el mismo título de la película lo devela con Bienvenido a Alemania (Willkommen bei den Hartmanns,2016). Los Hartmann son una familia alemana, en apariencia normal hasta que Angelika (Senta Berger), una maestra recientemente jubilada, decide dar asilo a un refugiado en su casa de Munich muy a pesar de su renuente marido, Richard (Heiner Lauterbach). La llegada de Diallo (Eric Kabongo), un joven nigeriano, será el disparador de una serie de eventos que no solo alterarán la vida de los Hartmann sino también de la ciudad entera. Acontecimientos que pondrán a prueba la dinámica familiar así como la adaptación al país por parte de Diallo. Pero, a pesar del caos, prevalecerá la esperanza de que la familia recupere la estabilidad, la confianza en sí misma y la paz. La historia presentada en pantalla nos demuestra que las familias son parecidas en cualquier lugar del mundo, ya sea en China, Argentina o Alemania, todos reiteran conflictos y miedos: un padre al que le preocupa el paso del tiempo, una madre que siente la ausencia de sus hijos que salieron a enfrentar el mundo, una joven hija que piensa que nunca va a terminar la facultad, y un hijo que es consumido por el trabajo. Sin embargo, el reciente llegado de Nigeria va a tratar de ayudar a cada integrante de la familia para que pueda mediar con sus problemas y hacerles saber que lo que importa son los valores familiares. Planteada de esta forma la película es un drama más entre muchas, pero no obstante, lo que la destaca es que Simon Verhoeven no lo plantea así, sino a través de la comedia sarcástica y un humor inteligente que le permite jugar con temas delicados por estos tiempos, como la discriminación racial que existe en toda Europa debido a la llegada masiva de extranjeros por la guerra, dejando un fuerte mensaje de reflexión de tolerancia para con el otro y mostrando una realidad que en nuestro país también vivimos pero en menor escala. Sin embargo, en algunos momentos la trama tiende a ponerse lenta porque se concentra en temas muy banales que pueden llegar a comprenderse por el estilo de comedia que es, pero cuando casi nos saca de la película por suerte el guion retoma la historia central y nos encamina a un buen final y un mensaje claro, mas allá de todos los obstáculos que la vida nos tiene preparados. Como decían los Benvenuto: “Al final, lo primero es la familia”