Sólido thriller de un Boyle a lo De Palma La ultima película de Danny Boyle es un thriller sólido y entretenido, con un pie en el cine de gangsters y otro en el cine fantástico. James Mc Avoy trabaja en una subasta de carísimas obras de arte, asociado con una banda de hampones liderada por Vincent Cassel para robar un Goya especialmente valioso. El robo se lleva a cabo perfectamente en la impactante escena que funciona como prólogo, pero luego empiezan los problemas. Por algún motivo difícil de entender, el protagonista mejicanea a sus socios criminales y se queda con la pintura, algo poco recomendable dado que sus amigos no son muy pacientes con este tipo de cosas, y obviamente tienen métodos cruentos para hacer hablar a la gente. Por eso, cuando los expertos en torturas de la banda ya están haciendo horas extras y el tipo no habla, queda claro que dice la verdad: realmente no se acuerda dónde puso el cuadro. Dado que no hay tratamientos ortodoxos para curar la amnesia, todos deciden acudir a un experto en terapias de hipnosis, y la elegida es una hipnotizadora tan hermosa y sexy como para pasar por una verdadera hechicera. Es justamente Rosario Dawson la que se roba la película, no sólo porque el personaje de la terapeuta hipnotizadora es clave en la historia, sino porque su actuación hace arder la pantalla con una sensualidad endiablada que, por otro lado, está totalmente integrada al argumento. También aquí aparece un toque de inverosimilitud que, de todas maneras, Boyle consigue elaborar de una manera creíble. Es que esta hipnotizadora dedicada mayormente a terapias contra los ataques de pánico o comportamientos autodestructivos tiene el poder de hacer que el más duro gangster termine haciendo lo que a ella se le cante. Justamente, el núcleo de la película, y lo que sin dudas interesó a Danny Boyle del telefilm del 2001 en la que se basa, es el potencial para narrar diferentes realidades paralelas a gusto del director y conveniencia del relato, que es previsible en este sentido (en un momento determinado el espectador no sabrá si lo que está viendo es lo que realmente sucede o es sólo lo que está en la mente de uno de los hipnotizados) pero imprevisible en cuanto a que las vueltas de tuerca elegidas siempre son sorprendentes. Como pasa en estos casos, la trama puede complicarse un tanto entre realidad y ficción hipnótica, pero lo cierto es que todo esto está bien resuelto hasta un desenlace antológico que recuerda la mejor tradición del policial inglés. Por otro lado, estos viajes hipnóticos están hechos a la medida de Boyle, que los aprovecha para generar todo tipo de imágenes imaginativas apoyadas por toda la gama posible de música tecno. Si bien Rosario Dawson domina el film con su talento, belleza y misterio, Vincent Cassel compone a un perfecto gangster europeo, y James Mc Avoy, un poco insulso en un comienzo, sorprende cuando, a través de la hipnosis, revela distintas facetas de su personaje. Con "En trance", Danny Boyle se entromete en el terreno de directores como Brian De Palma, y hay que reconocer que lo hace muy bien, aunque su film quizá no ayude a popularizar las terapias para dejar de fumar mediante la hipnosis.
Lo mejor, Irons, pero tarda demasiado Para empezar, un drama literario en el que Dennis Quaid interpreta a uno de los grandes escritores de su época ya de por sí va a resultar inverosímil. Luego, la estructura de relato dentro de un relato que también puede incluir un relato está hecha sin demasiada gracia, aunque el formato no deja de mantener al espectador con la esperanza de que oculte alguna sorpresa un poco mejor. En realidad, la gran sorpresa es la calidad de la actuación de Jeremy Irons, aunque para que aparezca a ofrecer semejante novedad hay que esperar hasta bien promediada la proyección. Dennis Quaid es el narrador que abre el film leyendo ante un auditorio algunas páginas de su nuevo libro, que igual que el título original se llama, pretenciosamente , "The Words". Es la historia de un joven escritor cuya obra no interesa a los editores, hasta que su vida se vuelve rutinaria y decide tomar un trabajo humillante en una editorial esperando el momento en el que algún compañero de trabajo de mayor rango se interese por su obra. Eso no sucede, pero el protagonista se casa, va de luna de miel a Paris, y ahí su esposa encuentra un portafolios antiguo que, con un poco de limpieza, puede quedar bien. El asunto es que dentro del portafolios hay un antiguo manuscrito mecanografiado en inglés, con una novela asombrosamente buena, que el joven escritor frustrado no tarda en plagiar letra por letra, lo que le permite triunfar. Bradley Cooper ya habia hecho de escritor con más garra en un film sobre una nueva droga maravillosa que provocaba inteligencia artificial, y un poco de esto le hubiera venido bien a su plagiario personaje. En cambio, Irons no necesita doping para contar con más pasión la historia del joven que realmente escribió ese relato en la París de posguerra, aunque el film nunca logra transmitir en imágenes el sufrimiento del que surgió esa novela plagiada. Por último, el encuentro casi romántico entre el escritor original, Dennis Quaid, y una fan joven y bella, Olivia Wilde, sólo conduce a que la película dure más de lo razonable. Es una película que no está mal filmada y por momentos está bien actuada. A las imágenes les falta soltura y personalidad, y la música insistente tapa toda posibilidad de clima. En cuestiones literarias, hay cosas que hay que dejarlas en los papeles.
“Iron Man 3”, modelo de gran espectáculo Lo mejor del personaje Iron Man es que está concebido para el cine de tal modo que permita un poco de todo, y en esta tercera película esta cualidad está potenciada al máximo. Es un gran espectáculo que incluye, por supuesto, mucha acción fantástica, pero tambien mucho humor, con momentos de comedia negra y comedia de enredos, sátira política y hasta escenas que parecen salidas de una película de terror. Shane Black, director y también guionista, armó una historia que cuenta la improbable humanización del protagonista, que empieza a contar una situación de 1999 a la que no le había dado mucha importancia, pero que se le vuelve terriblemente en contra pasados tantos años. Dejar plantado en la terraza de un hotel la noche de año nuevo a un insoportable fan en muletas que necesitaba su ayuda para un desarrollo científico solo parecía otra de las diablura típicas del millonario Tony Stark, pero el hombre que dejó plantado (interpretado por un multifacético Guy Pearce) logra desarrollar su invento biomecánico y se convierte en un temible archivillano, que trabaja para el enemigo número uno de los Estados Unidos, un terrorista conocido como El Mandarín que tiene el poder de estar en todos lados y ninguna parte al mismo tiempo (la actuación de Ben Kingsley como esta especie de burla de Bin Laden no tiene desperdicio y es uno de los puntos fuertes del film, no sólo por su trabajo sino por los detalles increíbles con los que está definido el personaje). La película, que dura más de dos horas y nunca aburre ni por asomo, empieza lentamente con el prólogo de 1999 y va armando sus conflictos hasta que queda claro que con un atentado en su empresa y otro en su mansión/laboratorio, Stark queda casi sin elementos para defenderse del Mandarín, y depende de la buena voluntad de un chico de Tennessee para tratar de cargar la energía de su traje metálico. En esta parte hay escenas terroríficas al estilo de "Terminator" con el protagonista luchando contra mutantes enviados por el villano. En el medio hay una subtrama con el presidente y el vicepresidente de los Estados Unidos (Miguel Ferrer y William Sadler, este último un experto en personajes "white trash" que jamás hubiera soñado con este papel) y una revelación sorprendente sobre El Mandarín. Los efectos especiales son tan contundentes como en las otras dos películas de "Iron Man", sólo que ahora están revestidos de un muy eficaz 3D digital que mejora un poco más las cosas, con imágenes realmente alucinantes en el plano estético. "Iron Man Tres" es un formidable entretenimiento para grandes y chicos que, obviamente, ningún fan del comic ni del cine fantástico dejarán pasar de largo.
Divertida comedia en la moda de juergas salvajes La fórmula de "'¿Qué pasó ayer?" se repite un poco en esta comedia de otra juerga imprevisible que, de todos modos, resulta bastante divertida. Jeff Chang cumple 21 años y quiere celebrarlo con sus dos mejores amigos de la secundaria, a quienes no ve hace tiempo. Tiene que ser un festejo moderado, dado que a la mañana temprano del dia siguiente el cumpleañero tiene una cita en la universidad arreglada por su severo padre, que pretende que su hijo siga la tradición familiar de recibirse de médico. Pero teniendo 21 años se puede consumir alcohol en cualquier lado y Jeff no piensa perder la oportunidad de emborracharse en todos esos lugares que durante los últimos años no lo dejaron entrar. Sorpresas Por eso sus amigos, mientras se ponen al día, aceptan ir a un par de boliches a tomar unos tragos y dejarlo luego tranquilamente en su casa para que pueda dormir un poco y estar listo cuando lo vaya a buscar su papá a las 7 de la mañana. Corte, y Jeff está totalmente borracho, sus amigos no recuerdan la dirección de su casa, ya que nunca habían ido antes, y para colmo, encuentran una pistola en su bolsillo, lo que implica que su amigo anda en cosas raras de las que no sabían nada. Arrastrando al protagonista como un peso muerto, los otros dos amigos descubren que sus vidas tampoco son lo que parecía. Todo esto mientras entran y salen de distintas juergas universitarias. Hay algunos gags memorables, especialmente los que involucran a Chang cuando despierta de su coma alcohólico, pero tambien hay muchos lugares comunes en la descripción de la locura de la vida universitaria. La incorrección política no supera a la saga de "¿Qué pasó ayer?", y tambien falta un elenco que pueda actuar gags que no sean del todo físicos, aunque los chicos se esfuerzan en una escena donde ponen en juego su sexualidad. Con todo , la película divierte, y tiene un mensaje: pase lo que pase, no dejes la universidad.
Thriller sinuoso que alza vuelo hacia la mitad El director de retorcidos thrillers coreanos como "Old boy" hace su debut en idioma inglés con una película no menos retorcida en la que su mezcla de climas hitchcockianos y tíempos muertos típicos del cine de arte no terminan de despegar del todo. Básicamente, el problema es que, en lo formal, el film es demasiado pretencioso y, al mismo tiempo, la trama de thriller es bastante obvia y previsible. Mia Wasikowska es India Stoker una chica especial que vive en su casa de millonarios junto a su padre, que la lleva constantemente a cazar aves (la explicación es que hacer algo como matar animales puede servir para evitar hacer algo peor) , su madre que está totalmente alejada y un ama de llaves que se ocupa de todo. EL día que cumple 18 años, su padre, aparece muerto extrañamente en su auto muy lejos de la casa, y casi inmediatamente, para el funeral, llega un tío del que nadie sabía nada. Supuestamente dedicado a fascinantes excavaciones en Asia y Africa, y a una vida de lujo en Europa, obviamente el tío oculta un secreto, y el guión demora demasiado en revelar esa obviedad. La chica, que igual que su tío no deja que nadie la toque, empieza a actuar de otro modo cuando advierte los avances entre su tío y su madre, y entonces el film empieza a levantar vuelo, esto a pesar de que para entonces el recién llegado ya liquidó a un par de personas. Es en este momento que el film empieza a funcionar mejor, y con la idea de que India también tiene lo suyo en la sangre, comienzan a sucederse algunas secuencias electrizantes sobre el despertar sexual y criminal de la chica. Si se le tiene paciencia a la primera parte demasiado lenta, la segunda mitad del film tiene sus buenos momentos, y también recursos visuales realmente notables, aunque combinados con imágenes más que esteticistas. Por otra parte, mientras que la actuación de Mia Wasikowska es excelente, a pesar de lo extraño de su personaje, el tío que compone Dermot Mulroney luce siempre afectado, y Nicole Kidman directamente sobreactúa cada escena importante que tiene su personaje. La fotografía y, sobre todo, la música son excelentes; lo mejor de este film tan interesante como desparejo.
Halle Berry anima thriller inverosímil pero entretenido Halle Berry es una actriz que puede aparecer en cualquier tipo de película, incluyendo un drama que le sirva para ganar un Oscar o una comedia en la que prepara guacamole con su seno derecho ("Proyecto 43" aún en cartel). Pero en general lo que no le cabe mucho es tratar de ser una heroína de acción al estilo de, por ejemplo, Angelina Jolie, y es por eso que su participación en este thriller de Brad Anderson es un desafio que apuesta a potenciar algunos aspectos del film, dejando otros de lado, de acuerdo al personaje de la protagonista, una experimentada operadora del 911 que atendiendo una llamada especialmente límite se deja llevar por sus emociones y comete un error que pone a la víctima de un psicópata en peligro de muerte. El error profesional provoca que la desplacen de atender llamados a preparar a telefonistas jóvenes, pero cuando una operadora novata se paraliza ante un caso tan grave como el que ella tuvo tiempo atrás, no tiene más remedio que volver a tomar el teléfono para tratar de salvar la vida de una chica atrapada en el baúl del auto de un psicópata realmente retorcido. El director Brad Anderson viene más del terror que del cine indie (de hecho dirigió un famoso capítulo de la serie "Master of Horror") y por eso la película se va convirtiendo de a poco en una entretenida mezcla de "El silencio de los inocentes" y "Celular" (aquel taquillero thriller escrito por Larry Cohen que le devolvió el primer plano a Kim Basinger). El enigmático demente que compone Michael Eklund se roba cada escena en la que aparece, haciendo todo tipo de cosas raras y herméticas que poco a poco van explicando su endemoniado y sádico objetivo. Todo esto mientras la sufrida Abigail Breslin se las arregla para mantener prendido su celular en el auto sin delatarse, pero sí involucrando a otras personas en su camino, lo que lleva a una preocupante cantidad de bajas realmente violentas a lo largo del film. El director, sin embargo, le da un tono melodramático no siempre muy atractivo a la telefonista estelar, a la que por suerte le da un rol más activo hacia el final, cuando la heroína cuelga el teléfono y se involucra en el salvataje de la pobre adolescente. Luego de lucir demasiado contenida durante casi todo el film, en este desenlace Halle Berry se libera y puede mostrar toda la furia vengadora de una operadora del 911. Esto es tanto o más inverosími que todo el resto de la película, que no obstante es vertiginosa, tiene momentos de logrado suspenso y se las ingenia para darle toda la acción posible al habitualmente más estático género de los thrillers telefónicos.
Ciencia ficción al nivel de los clásicos En un futuro no tan lejano, la raza humana enfrentó una invasión extraterrestre. Luego de una guerra terrible, ganó la raza humana, pero el planeta quedó inhabitable y los sobrevivientes tuvieron que migrar a Titán, una de las lunas de Saturno. En la Tierra sólo quedan ruinas, y unos pocos artefactos voladores armados de poderosos cañones vigilan nuestro planeta combatiendo las escasas, dispersas fuerzas invasoras que aún puedan quedar en pie. Estos guardianes finalmente son máquinas que deben ser arregladas de vez en cuando, y ése es el trabajo del técnico que interpreta Tom Cruise, que en una misión descubre algunas cosas que lo obligan a replantear toda esta premisa. Dado que por cuestiones emocionales todos los seres humanos en misiones de este tipo tienen la memoria borrada en lo relativo a sus experiencias pasadas antes de la invasión, y que hay severas regulaciones sobre los objetos y lugares con los que pueden tener contacto durante la estadia en lo que fue nuestro planeta, cualquier pista o duda que pueda tener el protagonista es confusa, además de severamente reprimida por su oficial superior y pareja (Andrea Riseborough). Pero el protagonista deambula por lugares derruidos y es asaltado por todo tipo de sueños extraños que parecen significar algo. Hay más ataques enemigos que de costumbre, y hasta encuentra una señal de radio que parece indicar un punto geográfico. El técnico se dirige ahí justo para ver caer una nave humana de antes de la guerra, de la que logra salvar a un tripulante hibernado. En este punto, luego de una serie de secuencias impactantes de las andanzas del protagonista en la tierra desolada (el director y guionista, el mismo de la secuela de "Tron" hace un uso superlativo de la imagen y el sonido) el film se pone aún más interesante al plantear todo tipo de conflictos enigmáticos que no siempre son fáciles de seguir, y que por momentos tienen una complejidad a la altura de la ciencia ficción de vanguardia digna de Philip K Dick o Stanislav Lem. Lo interesante de "Oblivion" es que el argumento es realmente imprevisible, aunque para el espectador de una película de ciencia ficción con Tom Cruise, esto quizá sea más un defecto que una cualidad. En todo caso, la compleja trama permite superacción, una emocionante historia de amor, y sobre todo, momentos visuales de una riqueza e imaginación antológica (los reconocimientos aéreos y en moto de Tom Cruise por paisajes increíbles acompañados de la música tecno de M.8.3 justifican por sí solos la película). Y, además, teniéndole un poco de paciencia al metraje de más de dos horas, la trama cierra perfectamente. Y aparte de un Tom Cruise que sabe cómo interactuar con efectos especiales, hay un sorprendente Morgan Freeman convertido en un temible líder blaxploitation del futuro. Por momentos, "Oblivion" parece una obra maestra, a pesar de que su trama hipercambiante pueda ser un poco anticlimática. Sin duda es un gran film, imperdible para todo fan de la ciencia ficción pensante.
Para poner los pelos de punta al fan del terror más aguerrido La primera "The Evil Dead" (estrenada en Argentina como "Diabólico") era un film de terror único. Su idea de un antiguo libro de ocultismo que despertaba los malos espiritus alrededor de la cabaña de un bosque era totalmente original para la década de los '80, igual que su mezcla de gore superaudaz (fue una de las películas más censuradas en la Inglaterra de la época) con humor lunático, que surgía no solo del estilo del director Sam Raimi, sino también del hecho de que, con su escaso presupuesto, tampoco podía tomarse el asunto totalmente en serio. Esa combinación de terror con una comicidad casi propia de los Tres Chiflados se acentuó en la secuela "The Evil Dead 2: Dead by Dawn" ("Noche alucinante") que , de una manera también única, contaba prácticamente la misma historia, con el mismo protagonista (Bruce Campbell como el sufrido antihéroe Ash), pero acentuando a tope los niveles de humor. Pasaron los años y luego de , entre otras cosas, "El hombre araña", Sam Raimi no tiene más problemas de presupuesto, así que cuando decidió producir una remake de la primer "Evil Dead", algo comprensible en medio de la ola de nuevas versiones de clásicos del terror ochentista, se lo encargó a otro director con la libertad de hacerlo como quiera, siempre y cuando juegue con una variación seria del mismo asunto. Aun sabiendo que ésa es la propuesta de esta flamante "Posesión infernal", nadie podía prever que el director uruguayo Fede Alvarez se iba a tomar las cosas tan en serio: esta película está hecha para ponerle los pelos de punta al más aguerrido fan del cine de terror, con escenas terroríficas inimaginables y niveles de gore que se van volviendo más y más terribles a medida que inundan de sangre la pantalla. La nueva película funciona aun conociendo de memoria el original, ya que salvo la situación de la cabaña en el bosque y el libro ominoso -y por supuesto, la toma subjetiva del mal avanzando por el bosque, sello inolvidable de las "Evil Dead"- toda la historia es distinta, y tiene que ver con una reunión de amigos en la dichosa cabaña para que una chica deje de una buena vez las drogas que casi la están matando. Esto vuelve dramático el clima desde el principio (bueno, antes hay un prólogo donde alguien quema viva a una persona mñuy allegada) y ayuda a que los primeros síntomas de que algo anda horriblemente mal en el bosque puedan parecer delirios producidos por el síndrome de abstinencia de la protagonista. Una vez que los demonios se despiertan, la película no da pausa, y lo único que se puede decir en su contra es que por momentos se pasa tanto de rosca con las situaciones espantosas que al final , sea de nervios o no, termina haciendo surgir risas frenéticas entre el público. La nueva "Evil Dead" está brillantemente filmada y actuada, con una fotografía oscura que ayuda a tener que imaginar cosas a pesar de lo gráfico de algunas escenas, y con un diseño de sonido que está entre lo más brillante en el rubro del cine fantástico. Igual que antes, con esta remake Sam Raimi sigue decidido a que la franquicia "Evil Dead" sea algo único. Y de paso nos presenta a un director ultra talentoso que seguramente hará más cosas importantes en el género , Fede Alvarez al que conoció viendo un cortometraje en la web. Ningún fan del terror puede perderse esta película, aunque hay que volver a avisar: es terriblemente seria, dramática y sobre todo fuerte, justificando totalmente la ya casi olvidada calificación "solo para mayores de 18 años".
Buenos gags atemperan su excesiva duración Los miembros de la pareja que deben asumir su edad en esta comedia eran personajes secundarios en otra película del mismo director, "Ligeramente embarazada", aunque Judd Apatow quizás era más conocido por la popular "Virgen a los 40". Evidentemente hay algo con esta edad que obsesiona a este realizador y también guionista, pero no tanto como para eludir una serie de lugares comunes con los que abre su historia. Básicamente chistes con viagra, la protagonista quitándose un par de años, conflictos con las finanzas, los suegros (por suerte interpretados por actores de la talla de Albert Brooks y John Lithgow), las dos hijas, y el colegio, etc. ,están diseminados para nutrir el guion de un film demasiado largo, que con más de dos horas, necesitaría un poco más de síntesis y más y mejores gags. Sin embargo, luego de la larga introducción al asunto, la película empieza a levantar vuelo con situaciones más originales, sobre todo a medida que introduce personajes secundarios más ricos, como la supersexy empleada de la protagonista, Megan Fox y, especialmente, al venerable Graham Parker que junto a su banda The Rumour se personifica a sí mismo dando una muestra de humildad llamativa para un músico de rock, ya que se burla de los que pensaban que su nuevo disco podía vender algo parecido a un mínimo razonable. Los personajes secundarios y los chistes que sí funcionan más algunas sorpresas del argumento sirven para ir mejorando una historia que parecía obvia en un principio, pero que de todos modos no requería de más de dos horas para ser contada. A favor de Apatow se puede decir que la película está muy bien actuada, y que desde la pareja protagónica (Paul Rudd y Leslie Mann) hasta el último actor secundario todo el elenco tiene un nivel sólido y parejo, lo que se aplica también a los niños actores que tienen algunos de los mejores gags del film.
Un entretenimiento sólido y vertiginoso Nueva Orleans. Martes de Mardi Grass. Están Todos locos. Uno de los personajes define así la situación general de esta película y, a decir verdad, está bastante acertado. Nicolas Cage tiene una debilidad con Nueva Orleans desde su gran trabajo en la secuela de "Bad Lieutenant" que dirigió Werner Herzog, y es verdad que esa locura ayuda y va en sincro con sus personajes pasados de rosca, que en otro contexto, quedarían demasiado en evidencia. Pero la película no comienza ese martes de carnaval, sino ocho años atrás, cuando el protagonista está preparando el que debería ser su último gran golpe, mientras es vigilado de cerca por un policía que está harto de que roben todos los bancos de la ciudad en sus narices. Lamentablemente la codicia excesiva de uno de sus secuaces complica las cosas y el ladrón es atrapado, debiendo pasar los siguientes ocho años totalmente ajeno a la vida de su hija que, para cuando él sale, ya es toda una adolescente especialmente resentida por el abandono de su padre. El asunto es que recién salido de la cárcel, el ladrón dispuesto a rehabilitarse para la sociedad se encuentra con su hija raptada por su ex cómplice ahora convertido en un freak: entre otras cosas, una bala de aquel golpe fallido lo dejó malherido y ahora está empecinado en cobrar el botín de aquel viejo robo, sin saber que el protagonista jamás lo tuvo. El personaje de Nicolas Cage tiene sólo 12 horas para producir 10 millones de dólares si no quiere que su hija sea asesinada. Para colmo, lo marca de cerca el mismo policía que lo detuvo (gran trabajo de Danny Huston) que obviamente no puede creerle nada de esta disparatada historia que, sin embargo, da lugar a un sólido y vertiginoso entretenimiento, con persecuciones alucinantes y el delirante fondo del Mardi Grass, mejor capturado que en otras películas más serias. Dividida en tres partes, "Contrarreloj" no para nunca y se las arregla para volver potable un asunto sin pies ni cabeza. En este sentido hay que apreciar el excelente trabajo de SImon West, un director que ya sabe cómo hacer estas cosas desde su opera prima - ambién con Nicolas Cage-, la formidable "Con Air".