El otro día, al regresar de la función de APRENDICES FUERA DE LINEA, entré a Google y utilicé su excelente motor de búsqueda para encontrar resultados de la película, dirigida por Shawn Levy y protagonizada por Vince Vaughn y Owen Wilson, dos comediantes que me en-can-tan. Después abrí Google Drive, maravilloso sistema que te permite generar documentos online, y me puse a escribir sobre la película. Ojo, antes chequeé en YouTube (una de las recientes adquisiciones de Google) algunos trailers y entrevistas de la película. La había pasado tan pero tan bien que quería saber mucho más, y con Google y YouTube encontrás todo lo que querés. Te cuento que ahí pude enterarme de más detalles de esta película acerca de dos cuarentones vendedores de relojes que se quedan sin trabajo por el cierre de su compañía, ya que no puede competir con los teléfonos celulares (la hora se ve mucho mejor si usás Google Android, je!). Tras complicarse sus vidas personales (uno se separa y otro empieza a trabajar en un negocio de colchones), deciden presentarse a una entrevista (hecha en Google Hangout, obviamente) a ver si consiguen entrar a una pasantía de verano en la sede central de Google Inc. El asunto sigue así. Como son muy raros y simpáticos, milagrosamente consiguen quedar y allí van estos dos veteranos, no muy duchos tecnológicamente, hacia ese maravilloso lugar en donde los empleados se recuestan en reposeras, juegan al voley, no pagan las comidas y van a trabajar en bermudas y zapatillas. ¿El paraíso sobre la Tierra? No, la sede central de Google, el mejor lugar para trabajar en los Estados Unidos según dicen las encuestas hace ya varios años. internship3Una vez ahí, al principio es como que se sentirán fuera de lugar, ya que es un universo manejado por veinteañeros capaces de arreglar el mundo usando Google Chrome y ellos mucho no entienden de eso. Pero los más chicos no tienen demasiadas habilidades sociales y ahí los veteranos serán de gran ayuda. Y lo mismo les va a pasar a la hora de diseñar aplicaciones para Chrome (via Google Code, claramente) que pueden ser rankeadas en Google Play, cuando quieran manejar Google Wallet, buscar una alternativa de fotos online a Instagram (que es una compañía de Facebook, algo malo malo horrible que no se menciona casi nada en la película por suerte lo mismo que Twitter otra cosa fea muy fea). La combinación “tech” de los chicos y “experiencia de vida” de los grandulones, claro, luego de algunos tropiezos, dará sus frutos. ¿Sabés que para escribir sobre la película conseguí muy buenas fotos via Google Images y hasta pude, vía Google Maps, saber exactamente dónde está la extraordinaria sede central de Google? Im-pre-sio-nante! Me intrigaba saber donde era ese lugar donde todos van con remeras de Google y gorritos que dicen “Noogle” (novatos), buscando algo llamado “googliness”, una especie de “mojo” de los Googleros que tiene efectos sorprendentemente buenos. Es como una Googledrug que te da Googlehappiness, jajaja! Acá la tradujeron como “Googlura” ¿No es genial? internship1Obvio que me sirvió también que Google, como bien muestra la película, tenga algo excelente llamado Google Translate, que me ayuda a traducir cosas del inglés y de otros idiomas también que sino no entendía nada. Iba a llamar a la Atención al Cliente de Google, que tan bien funciona en la película, pero no me hizo falta. ¿Sabés por qué? Porque nunca tengo problemas con Google :) Hay gente fea mala horrible (seguro que empleados de Apple Facebook Twitter Microsoft o algo igualmente espantoso) que dicen que APRENDICES FUERA DE LINEA es un comercial de dos horas de Google disfrazado de película. Hay gente tremenda que piensa mal de todo y de todos y no se banca que una película divertida y simpática para toda la familia se haga en el marco de una empresa excelente que ayuda a jóvenes, adultos, mujeres y hombres, asiáticos, latinos, gordos y flacos por igual, que está integrada con la comunidad, que cree en los tomates orgánicos pero también en el “franchising responsable” y cuida el medio ambiente y le hace bien a la humanidad. Seguro que son críticos de cine. PA-TE-TI-COS! Nada, eso te quería contar. Andá a verla que la vas a pasar genial, ni te hace falta googlearla. Ah, y después hacemos un Google Hangout y me la contás, jeje! ;) besis
No puedo ubicarme en el Club de los Odiadores de Ken Loach, club que está creciendo mucho en números últimamente, especialmente en el universo de los festivales de cine. Más allá de que lo considero un cineasta que ya no tiene demasiado para revelarnos, tiendo a entrar fácilmente en sus relatos, me da cierto placer su mundo y sus personajes, y hay una cierta constancia en esta última época que me atrae. Mucho más, por lo pronto, que su etapa turística resolviendo los problemas del mundo. LA PARTE DE LOS ANGELES es una comedia es simpática, amable, ligera; no podrá confundirse con una gran obra y será una experiencia tan entretenida como rápidamente olvidable. Comedia sobre un ex presidiario “rehabilitado” como catador de whisky y llevado a tener que robar ese brebaje con la compañía de otros torpes aún más inadaptados que él, es una comedia de formato clásico, simplona y banal, que mezcla chistes simpáticos con otros muy malos, y posee unos personajes tibiamente delineados. Pero, a la vez, tiene -como dicen por ahí- “el corazón en el lugar correcto”. Y eso le juega a favor. AngelsShareLa película tiene algo de comedia alla italiana y otro poco de ciertas películas de Woody Allen (con sus criminales perdedores, torpes y algo patéticos) y a más de uno hará recordar a VINO PARA ROBAR, ya que buena parte de la trama tiene que ver con robar un whisky carísimo en medio de una ceremonia de cata. Pero Loach envuelve la trama de comedia policial con su ya acostumbrado tono de realismo social (ligado a los problemas que el protagonista tiene tras salir de la cárcel), lo que le da por un lado un poco más de credibilidad a la historia pero, por otro, la lleva hacia un lado sensiblero un poco fuera de lugar. No llega a estar ni por asomo cerca de las mejores películas de Loach, pero es mucho más disfrutable que las últimas. Para mí, es su mejor película desde DULCES 16, de 2002. Lo que no es poco. Aunque tampoco sea demasiado…
CORAZON DE LEON no es la comedia absurda y disparatada que algunos pueden imaginar por el concepto que la película de Marcos Carnevale vende. Hay elementos cómicos, pero no demasiados, y muchos de ellos aparecen simplemente porque Guillermo Francella, por momentos, logra hacer reír aún sin quererlo. Es la clase de actor al que un espectador se enfrenta casi con la sonrisa preparada y la película se toma el trabajo de ir corriendo (a Francella y al espectador) de ese lugar, de a poco. El filme es la historia de amor entre un arquitecto millonario que es muy bajito (mide menos de 1,40, por un problema glandular) y una mujer -de estatura normal- que trabaja en un estudio de abogados. Ella viene de un fracaso amoroso y se topa sin querer con este hombre, cuando él la llama al encontrar su celular en la calle (lanzado tras una discusión). Dueño de una verborragia supuestamente seductora, la convoca a una cita para devolverle el aparato en cuestión. Ivana (Julieta Díaz) no se imagina que León es chiquito, casi como un hombre en el cuerpo de un niño (es eso lo que parece, más que un enano), por lo que esa historia de amor no será demasiado sencilla, tanto por las dudas de Ivana en lo personal, como por sus miedos ante la mirada de los demás. León, en ese sentido, es más claro y desea que ella pueda ver un poco más allá del tema altura. corazon1Saquémonos los chistes malos de entrada y digamos que CORAZON DE LEON es una película menor. Amable, discreta, poco ambiciosa más allá del trabajo de efectos para conseguir la diferencia de altura. De hecho, uno la podría ver casi como una pieza teatral: cuatro o cinco escenarios (las dos casas, las oficinas y algún bar/restaurante), dos personajes y un par de secundarios poco importantes y apenas funcionales a la trama, para contar una simple historia de amor entre personas de apariencias muy diferentes. Si bien se agradece que la película vaya al grano y no exagere los conflictos a cuestiones de vida o muerte (en un momento parece ir hacia ese lugar, pero milagrosamente lo evitan), hay algo de medianía y chatura de la propuesta que nunca logra trascender del todo. Es medianamente simpática, medianamente romántica, medianamente graciosa. Si la película crece, por momentos, es gracias a la dupla protagónica, dos actores con enorme oficio para generar empatía con el espectador, aunque no se advierta una especial química romántica entre los personajes. Ellos dos, y Nicolás Francella en el papel de… el hijo de Francella (para mí, una revelación), son lo mejor de la película del director de ELSA & FRED. corazon3Salvo alguna que otra excepción, los efectos especiales (algunos simplemente prácticos, de ubicación de cámara) para generar la diferencia de altura están dignamente realizados, más allá que esas diferencias y hasta las proporciones del cuerpo de León cambien casi todo el tiempo. Pero el resto del filme es cinematográficamente opaco, sin demasiada gracia, filmado rutinariamente y con más preocupación por generar ángulos de cámara aplicables a la altura relativa de los personajes que en generar algo de ritmo y elegancia visual. Conociendo los temas que suele manejar Carnevale en su cine (que se caracteriza por poner en primer plano temas ligados a la aceptación de las personas diferentes y a la inclusión social), me da la impresión que CORAZON DE LEON, aún desde las buenas intenciones, hace ruido desde un par de lugares. Uno de ellos, que no conviene adelantar, tiene que ver con la poco comprensible actitud de la madre de Ivana (interpretada por Nora Cárpena) en relación a la decisión de su hija de tener como pareja a este hombre tan pequeño. Y el otro está relacionado con la necesidad de convertir, desde el guión, a León en prácticamente un superhéroe, como si su falta de altura tuviera que “compensarse” con el hecho de pintarlo como un hombre ideal (empresario, millonario, gran padre, mejor persona, excelente amigo, un tipo sin ningún lado gris), por lo que parece casi una estupidez que Ivana no se entregue a sus brazos por más pequeño que él sea. Un personaje con alguna arista un poco más ambigua podía haber hecho crecer en interés al conflicto del personaje de Julieta Díaz. Y con eso, a la película.
Caer sin estilo A veces las películas no suceden. Los elementos están ahí, pero la película no. Hay algo -probablemente intangible- que no aparece, que no está. Algunos solemos interpretarlo como falta de “respiración”, como si alguien se hubiera ocupado de armar el motor del auto pero no lograra nunca ponerlo en funcionamiento, o se le detuviera cada dos minutos. Es una especie de soplo de vida el que está ausente, el que no es de la partida. Casi una metáfora perfecta para el viaje en avión trunco que narra la película, LOS AMANTES PASAJEROS nunca vuela. Se pone en marcha, tose un poco, amenaza con tomar altura pero pronto nos damos cuenta que el vuelo cinematográfico tiene tan poca fortuna como el que cuenta la trama y que, tras dar unas vueltas buscando aeropuerto donde detenerse, debe aterrizar muy cerca del lugar donde salió. Es un viaje cortito, sin fuerzas y sin consecuencias, el de LOS AMANTES PASAJEROS. Un problema doblemente raro en el caso de Pedro Almodóvar, ya que su cine puede gustar más o menos, pero nunca le falta fuerza ni riesgo. Cortando con una racha cinematográfica integrada por dos películas notables como LOS ABRAZOS ROTOS y LA PIEL QUE HABITO, el realizador español entrega una de sus películas más desabridas en años, una comedia dramática que ni siquiera se permite dejarse atravesar del todo por la evidente amargura que la rodea. amantes-pasajerosEs que el filme es claramente un intento de Almodóvar de hablar de la crisis económica y política de su país a través de una metáfora simple pero interesante que nunca logra desarrollar del todo. La trama se centra en un avión que sale de Madrid a México con problemas en el tren de aterrizaje y pronto todos se dan cuenta que deben aterrizar de emergencia en algún aeropuerto cercano. El filme se centra en una serie de pasajeros de la Primera Clase, ya que para evitar el caos a los de Clase Económica los han empastillado para que se duerman y no molesten. Los personajes son los dos pilotos (Hugo Silva y Antonio De la Torre), los tres “azafatos” (Javier Cámara, Raúl Arévalo y Carlos Areces) y una serie de pasajeros con distintos problemas, desde una mujer psíquica y virgen que puede oler la presencia de la muerte (Lola Dueñas), a una “dominatrix” que ha atendido a toda la clase política española (Cecilia Roth), pasando por un empresario corrupto (Joe Luis Torrijo), un asesino a sueldo mexicano (José María Yazpik) y un actor en problemas (Guillermo Toledo), entre otros, en un amplio elenco que incluye participaciones menores de Penélope Cruz, Antonio Banderas y Paz Vega. amantes-pasajeros-3El caos del vuelo servirá para que todos beban y consuman drogas (o las dos cosas a la vez) y nos den a conocer sus historias en medio de una serie de despistes, muchas revelaciones sexuales y hasta algún que otro número musical. Una secuencia mostrando vidas fuera del avión servirá, si se quiere, para airear un poco el relato, pero no le agregará demasiado interés. La película se siente todo el tiempo como buscando algún tipo de ímpetu o de energía a partir de las historias que cuentan los personajes y el aparente desmadre que siempre está a punto de producirse en el avión, pero todo queda reducido a una serie de anécdotas descolgadas y desprovistas casi por completo de gracia. Resulta muy raro que un elenco de actores habitualmente talentoso y un director con probada capacidad para dirigirlos no logren causar más que dos o tres momentos risueños a lo largo del filme. LOS AMANTES PASAJEROS oscila entre ser cáustica y oscura, por un lado, y convertirse en una especie de comedia juvenil de chistes zarpados, por otro. Y la conexión entre ambas casi nunca funciona: la película jamás tiene la acidez o negrura que necesitaría para volverse realmente potente, y como “humor grueso” se la siente obvia, boba, con una tendencia casi infantil a escandalizar. amantespasajeros3Tampoco ayuda mucho el encierro casi de farsa teatral que tiene la película al transcurrir casi toda dentro de esa Primera Clase del avión. Los expansivos personajes pronto se nos vuelven pesadillescos y, como espectadores, nos sentimos como si estuviéramos rodeados de energúmenos en esos pocos metros cuadrados del avión. Y sin auriculares que nos permitan aislarnos un segundo… Tanto Almodóvar como los críticos que celebraron esta película podrán hacer muy lúcidas y sensatas comparaciones (con Fassbinder, con la comedia clásica hollywoodense, con Berlanga, con lo que sea), pero una película jamás es una suma de las intenciones ni de las influencias que pretenda tener. Aquí todas ellas pueden estar en la cabeza del manchego, pero no se convierten por sí solas en una película. La carrera de Almodóvar ha tenido sus mejores y peores momentos, pero daba la impresión últimamente que había elegido un camino incierto e intrigante que implicaba tomar más y más riesgos. Pero, acaso preocupado por la baja en las recaudaciones, decidió intentar mirar atrás y recapturar algo de la magia de sus comedias zarpadas de los ’80, muchas de las cuales funcionaron más por contexto que por su real valor cinematográfico. El Almodóvar retro tal vez sea el menos interesante. Y el que intenta ponerse sentencioso respecto a la realidad española tampoco es el más recomendable. Esta película junta esas dos cosas y era muy difícil que saliera bien. De cualquier modo, y más allá de la apuntada chatura del filme (¿será que Almodóvar quiere ahora para sí mismo una “tercera edad cinematográfica” a lo Woody Allen, haciendo reversiones menores de éxitos antiguos?), lo que llama la atención en LOS AMANTES PASAJEROS es, volviendo al principio, la desesperante incompetencia que en muchos momentos exhibe el filme. Si hay algo que Almodóvar sabe hacer es narrar: su cine es una máquina (hasta excesiva) de hacerlo. Aquí lo que parece verse es una serie de sketches pegados entre sí, sin casi ninguna noción de movimiento. Más que una película parece un divertimento de fin de año de compañeritos de una escuela de teatro que se tomaron toda el Agua de Valencia y nos dejaron los somníferos a los espectadores.
Mi casa es su casa EL CONJURO forma parte de una más o menos reciente tendencia del cine de horror de devolverle al género un carácter algo más documental. No me refiero en este caso al estilo “material encontrado” (o cámara en mano o cámaras de seguridad) de buena parte de los éxitos recientes del género, sino en el simple y sencillo hecho de presentarse como filmes basados en historias reales, algo que los conecta a buena parte de los mejores exponentes del género de los años ’70. Y si hay algo a lo que EL CONJURO quiere parecerse es a ese tipo de películas sobre posesiones demoníacas de esa época. Sólo que combinado, en este caso, con otro subgénero del terror que es el de la casa embrujada. Un enorme éxito en los Estados Unidos -donde se transformó en la película más rentable del año en su relación costo/recaudación-, el filme de James Wan (que próximamente dirigirá la séptima entrega de RAPIDO Y FURIOSO, y al que se lo conoce más que nada por su primer episodio de EL JUEGO DEL MIEDO y por LA NOCHE DEL DEMONIO) no suma esos subgéneros sino que los divide en partes. La primera mitad del filme, centrada en una familia (Lili Taylor y Ron Livingston) que se muda a una casa bastante destartalada en el medio de la nada, responde a uno de sus formatos. La segunda, más directamente relacionada con un exorcismo religioso, al otro. Hay un tercer eje, sin embargo, que la separa de ambos exponentes. Y es que además de seguir las vivencias de la familia (madre, padre, cinco hijas mujeres), EL CONJURO se apoya fuertemente en la experiencia de una pareja de “especialistas en fenómenos paranormales” (Patrick Wilson y Vera Farmiga) que son convocados para investigar el caso. Y no sólo aparecen a la hora de ser llamados, sino desde el principio del filme, casi al punto que se puede decir que son tanto o más protagonistas que la familia en problemas. conjuring3Esa misma división en mitades está en las apuestas estilísticas de Wan. La primera mitad es seca y silenciosa, apoyada en los ruidos de la casa vieja, los relojes que se detienen, las presencias espectrales y unos muy efectivos aplausos en la oscuridad (provienen de una variante del juego de las escondidas que se hace a ciegas) que son un muy original y terrorífico elemento de la trama. Paralelamente a las complicaciones de la familia en la casa vemos a los proto Mulder & Scully (sí, la referencia es a THE X- FILES, para los que se olvidaron de la existencia de esa serie) hacer su gira de conferencias por universidades hablando de sus casos más famosos, para luego también observar cómo esos casos los han afectado, en especial a ella. La segunda parte mezcla a ambas familias tratando de descifrar el origen de lo que está pasando en la casa y es más frenética e hiperactiva, respondiendo en buena medida a los cánones seguidos por el subgénero desde EL EXORCISTA a esta parte, con su iconografía religiosa y su creciente explosión de nervios, sangre y otras cosas, y con un si se quiere excesivo respeto por sus modelos consagrados. Esta parte, menos interesante, de cualquier modo resulta bastante efectiva. No hay nada nuevo ni original en EL CONJURO, pero se trata de un filme de terror muy bien realizado, en el que Wan sabe muy bien dosificar la información para ir aportando diferentes niveles de tensión (y de lectura) al relato, no necesariamente a la altura del manejo de los tiempos, silencios y suspenso de los mejores filmes de esa época (el de William Friedkin sigue siendo insuperable, aunque es difícil encasillarlo en un género), pero sí logrando ser notoriamente clasicista (utiliza muchos planos largos en lugar de abruptos cortes constantes) para un cine que, en esta época, prioriza los efectos especiales y el shock, o bien la ironía y el guiño. Aquí, en cambio, la gran mayoría de los sustos provienen de efectos muy “old fashioned” como un pájaro dándose de cabeza contra una ventana. conjuring1Cuando la película deja su “monstruo” en evidencia, se gana en brutalidad pero se pierde en intriga. No sólo por el hecho de que la película aplica acá un ritmo más efectista y contemporáneo sino porque ni Wan ni los guionistas hacen demasiado por sacar al filme del terreno de lo ya visto mil veces antes. Eso sí, en estos tiempos de furor por la vida y obra del Papa Franciso, el exacerbado (y muy útil) catolicismo que alienta la película como la solución para todos los males del mundo (tanto en el presente como en el pasado) puede convertir a esta película en una especie de llamado a la fe cuyo lema podría ser: “Bauticen a sus hijos”. Basada en un supuesto caso real contado por los “demonologistas” Lorraine y Ed Warren (quienes se atribuyen la investigación del caso de 1977 que dio origen a la película AQUI VIVE EL HORROR/THE AMITYVILLE HORROR), la película transcurre en 1971 y se ubica en una época previa a la de EL EXORCISTA. De hecho, los Warren tuvieron éxito en su tarea más bien apoyados por temores que tienen que ver con la caótica situación política de los Estados Unidos de esa época, en plena crisis de la Guerra de Vietnam, además de una muy hábil explotación del fenómeno BEBE DE ROSEMARY. No sería extraño que la popularidad de la película derive en una nueva serie de filmes acerca de casos “reales” atravesados y “documentados” por los Warren. Será otra forma de seguir homenajeando, o lucrando, con nuevas versiones “realistas” de los clásicos de horror de los años ’70.
Tácticas y estrategias Nuevo y brillante ejemplar de una búsqueda estética y temática iniciada en EL HOMBRE ROBADO, la nueva película de Matías Piñeiro,VIOLA, parece conjugar en apenas 60 minutos buena parte del universo del realizador. Hasta ahora la carrera de Piñeiro parecía poderse desdoblar en dos partes. Por un lado, en sus largometrajes -como EL HOMBRE…y TODOS MIENTEN-, las idas y venidas de los juegos amorosos lograban vincularse un poco misteriosamente con una revisión de la historia argentina del siglo XIX. En el corto ROSALINDA y en este ¿medio? ¿largo/corto? VIOLA, esa misma combinación entre presente y pasado, entre modernidad y tradición, se da en cruzar esas mismas o similares cuestiones del amor y del azar con textos de William Shakespeare. Que Piñeiro esté ahora tratando de armar un largo que reúna los mundos de Sarmiento y Shakespeare no debería sorprender a nadie: casi que podría ser la combinación y culminación de todas estas búsquedas. En VIOLA, como en toda su filmografía, aparecen estructuras y estrategias conocidas: el teatro, los devenires románticos, las conspiraciones y engaños, los encuentros y desencuentros fortuitos. Pero Piñeiro está lejos de buscar conexiones globales a la manera de otros cineastas del “todo se conecta con todo” (Iñárritu, Meirelles, Haggis, etc.). Lo suyo es dejar que el azar -o una puesta en abismo cuidadosamente descuidada- vaya dando la impresión en el espectador que la trama va a la deriva, dejándose llevar por las contradicciones, acciones e inacciones de los personajes, por sus dudas, miedos y confusiones. viola_01Una película de mujeres, VIOLA cambia de punto de vista y de “protagonista” tres veces a lo largo de sus 60 minutos, mientras va de una puesta de NOCHE DE REYES, a un ensayo de esa misma puesta, a un viaje en bicicleta que une -enreda habría que decir- todas esas historias y personajes para conformar una suerte de mirada plural, en todo sentido, sobre las relaciones amorosas. Elisa Carricajo es Sabrina, una chica que intenta cortar con su novio, un tal Agustín. Minutos después la vemos como Olivia, en una puesta de la citada obra de Shakespeare, escuchando los avances de Bassanio, quien está trayéndole un mensaje de amor del Duque Orsino aunque su pasión por ella parece desbordar el “encargo” en cuestión. Si conocen la obra original sabrán que en realidad Bassanio (que es un personaje de EL MERCADER DE VENECIA) se llama Cesario, pero que en realidad es Viola haciéndose pasar por hombre. Aquí, para complicar las cosas un poco más, no hay intento alguno por ocultar que Bassanio/Cesario/Viola es una mujer, encarnada por Agustina Muñoz. violaAl concluir ese fragmento (probablemente extraído tal cual de Y CUANDO NO TE QUIERA, SERA DE NUEVO EL CAOS, obra teatral en la que Piñeiro cruzó varios textos de Shakespeare y que parece ser el núcleo y disparador de este filme), vemos a Sabrina y Cecilia (el nombre real del personaje que interpreta Muñoz) junto a otras dos chicas del elenco (Laura Paredes y Gabi Saidón) debatir sobre la situación sentimental de Sabrina y “enlistar” a Cecilia en lo que parece ser un plan para que Sabrina corte con su novio. Eso llevará a que Sabrina y Cecilia vuelvan a hacer parte del texto de NOCHE DE REYES, en forma de ensayo y sin vestuario alguno, dejando en claro que los sentimientos con los que lidian sus personajes rondan en ellas. Un corte en principio abrupto nos conduce a Viola (Viola de verdad, digamos, encarnada por María Villar), una chica que reparte los CDs y DVDs que graba su novio, Javier (Esteban Bigliardi) en una operación de piratería casera. Tras visitar a varios clientes con los que, se da a entender, tiene o tuvo algún tipo de relación (Alberto Ajaka, Pablo Sigal y un tercero al que sólo se le escucha la voz), Viola termina en lo del tal Agustín, sólo para toparse allí con Sabrina y Cecilia. Lo que sucederá de allí en adelante será seguir sumando capas de relaciones -entre las obras y los personajes, entre los personajes en sí, entre distintas obras de Shakespeare- que amplían el universo de cruces sentimentales y que incluyen, como era de esperar, una nueva estrategia para probar, esta vez, si la relación de Viola con su novio Javier está funcionando o no. viola_03Lo que en principio parece un muy complejo entramado de relaciones y niveles de ficción (la que vemos y la que actúan en la obra de Shakespeare) es, en realidad, algo mucho más sencillo de reconocer: se trata de una serie de mujeres (y algún hombre) descubriendo y atravesando situaciones de amor y desamor. Y lo que hace el filme es un recorrido por conversaciones que podrían ser una versión refinada y compleja de casi cualquier charla entre amigas sobre problemas amorosos. Esa circulación permanente del deseo y la curiosidad romántica (no importa tanto saber quién busca a quién, o quién engaña a quién con quién, sino más bien sentir esa vibración pulsando en cada una de ellas) es la que une a los versos shakespereanos con la cotidianeidad de los personajes, que no casualmente son casi todas actrices. Así, mientras la cámara de Fernando Lockett (brillante, otra vez) escudriña a los personajes en largos planos en los que los ritmos y cadencias de las actrices parecen marcar los tiempos y la respiración de cada escena, VIOLA va disparando sus flechas amorosas a cada uno de los personajes que atraviesa el relato. Pero además de eso, el filme es otra exploración de Piñeiro en el tema de la apariencia, la representación, los secretos y las mentiras. “Todos mienten” podría también llamarse este filme y no estaría mal, yendo desde la más clara “mentira” de la representación teatral (con su doble/triple juego de sexos cambiados) hasta las constantes e intencionadas trampas que los personajes se reparten, como en un juego de engaños que podría crecer exponencialmente hasta incluir a todos. Viola1Piñeiro se revela aquí, finalmente, como un consumado director de actores. Si en sus primeros filmes era algo difícil lograr que sus elencos encontraran el tono adecuado para expresar los sentimientos de sus personajes de esa manera algo fría, cerebral, en apariencia distante, que caracteriza a sus películas, aquí da la sensación de que el “equipo” (los actores son todos veteranos de este mismo universo: a los que ya cité hay que sumar a Alberto Ajaka, Pablo Sigal, Julia Martínez Rubio, Julian Tello y, en un breve pero notable momento, Romina Paula) hubiera encontrado el funcionamiento perfecto, un ensamble de sinuosos cruces que -si uno le aplicara una metáfora futbolera, muy poco adecuada en realidad para esta película- hace recordar al Barcelona, de Pep Guardiola. Es eso, finalmente, la sutil y elegante manera de “hacer circular la pelota” (horrible metáfora para hablar del amor, sepan disculpar, pero me resulta apropiada) lo que hace extraordinariamente bien esta especie de Guardiola del cine en el que se ha convertido Matías Piñeiro, un cineasta que bebe de la tradición y a partir de ella logra ser más moderno que casi todos sus congéneres. VIOLA es tan lúdica, bella y misteriosa como un juego de pelota bien jugado. Una comedia de desamor y pases cortos.
Mi primer Hitchcock La gran mayoría de los cineastas lleva adentro una película hitchcockiana que les gustaría hacer. Imagino que es algo que nace al verlas, en algún momento de la vida, y plantearse la posibilidad de hacer algo en ese estilo: empezar a dibujar tramas, personajes, resoluciones de puesta en escena, etc. Es casi un proceso de aprendizaje: se haga finalmente esa película o no (puede quedar en el papel o en la cabeza), todos quisimos ser Hitchcock alguna vez. Todos pensamos que podíamos jugar a serlo. Ariel Winograd se sacó las ganas de ser “hitchcockiano” por un rato en VINO PARA ROBAR, la película protagonizada por Daniel Hendler, Valeria Bertuccelli y Martín Piroyansky que se estrena el 1º de agosto. Su película pertenece al subgénero de las películas de ladrones (“caper films”) en las que gran parte de la trama está dedicada a la concreción de un particular asalto. En este caso, digamos, la trama es un poco más compleja, y si bien las citas y referencias están ahí, la película aprovecha ese punto de partida y la adapta a un tono más liviano y cómico. Es decir, es más PARA ATRAPAR AL LADRON o CHARADA, que los filmes más duros del submundo criminal tipo RIFIFI. vino para robarHendler se luce interpretando a Sebastián, un rol bastante distinto a los habituales del actor, trocando su estilo más conocido (algo dubitativo y neurótico) por una especie de tono seco y profesional de ladrón dedicado y sin tiempo para tonterías. Sebastián se dedica a sofisticados robos y la película arranca con la supuesta concreción de uno de ellos, de una máscara en un museo. Pero allí está Natalia (Bertuccelli, una decisión de casting algo más complicada, ya que uno nunca termina de creerse el gran talento y capacidad de su personaje para estar en el submundo del hampa, aunque sí su capacidad de… disimularlo), con la que se engancha en una especie de affaire que termina cuando se devela que la mujer en cuestión lo engañó y se quedó con el fruto de su robo. Y que, en cualquier momento, puede reaparecer… Resumir la trama es complicado ya que el guión de Adrián Garelik tiene una larga serie (acaso excesiva) de vueltas de tuerca, pero digamos que Sebastián y Natalia terminan en Mendoza tratando de robar de un banco una carísima botella de vino de 1845 que podría tener “poderes especiales”. Hay malvados empresarios (Juan Leyrado), familiares algo extravagantes (Mario Alarcón), un policía confundido (Pablo Rago) y, especialmente, el “ayudante” de Sebastián que encarna Piroyansky, una suerte de nerd que pasa de trabajar tras una computadora a tener que interpretar un importante rol en la trama. Todos ellos guardarán más secretos de los que en principio muestran. vinopararobarVINO PARA ROBAR funciona como una suerte de ejercicio, casi un juego entre amigos, entretenido, de ver cómo resolver una película de este estilo. No hay grandes innovaciones genéricas en ella y no se espera tampoco que las haya: Winograd juega con las expectativas generadas y no las traiciona más allá de las trampas que todos esperan. En términos de resolución visual de las escenas de suspenso, no se intenta aquí presentar una puesta en escena excesivamente sofisticada o compleja. Se busca la efectividad y la comprensión narrativa. Y en la mayoría de los casos (no en todos) eso se consigue y la película fluye. Si bien está conectada con la provincia de Mendoza de un modo excesivamente promocional, un logro del filme es que ese “link” esté más que justificado por la trama y bastante bien integrado en una puesta que no exagera con la tarjeta postal turística. Los que vieron la película de Ken Loach LA PARTE DE LOS ANGELES, de inminente estreno, podrán notar algunos parecidos en la trama y en el tono, algo disparatado. Sólo que aquí mucho más virado al género y sin las connotaciones “sociales” del filme del británico. vino_para_robarUno podría imaginar, eso sí, a VINO PARA ROBAR como una suerte de episodio piloto para una serie televisiva. De hecho, hay mucho en la película que podría aprovecharse a largo plazo, especialmente en lo que respecta a potencializar la relación entre los protagonistas, que nunca alcanza a trascender la trama ni a volverse tan central como se pretende. Es innegable la relación del filme con LOS SIMULADORES y una versión de dupla de ladrones tranquilamente funcionaría en una industria televisiva a la que no le sobran las ideas que escapen de las habituales comedias dramáticas (o dramas) más o menos costumbristas que pululan por el “prime time” local. Winograd juega aquí al género (como ya lo hizo en MI PRIMERA BODA) y sus códigos están cerca del Hollywood clásico, algo que no le vendría nada mal a la pantalla chica local que continúa funcionando con versiones estéticamente correctas de psicodramas de los ’80.
Tirar centros a la olla METEGOL es la película más cara de la historia del cine argentino, con un presupuesto aproximado de unos 20 millones de dólares, una cifra impensable para una industria cuyas películas raramente superan los 2 o 3 millones de esa moneda (¿serán dólares a precio oficial? ¿blue? ¿cómo saberlo?). Producción animada en 3D, tardó unos cuatro años en completarse y tiene seguramente otro récord: los créditos más largos de la historia del cine nacional. Es -lo dijo el propio Campanella- una inversión que no se puede recuperar localmente “ni aunque todos los argentinos vayan a verla dos veces cada uno”, por lo que es más que evidente que necesitará del mercado internacional, y no sólo el latinoamericano y el español. METEGOL habrá que venderla en todos lados. Más allá de estos datos técnicos -a la crítica de cine debería preocuparle poco y nada estas cuestiones a la hora de analizar un filme-, lo que tenemos ante nosotros es una película de ambicioso diseño visual y un trabajo de animación logradísimo, a la altura de cualquiera de los filmes animados que circulan internacionalmente. Tomando en cuenta que ése era el gran desafío técnico, hay que decir que METEGOL cumple con su cometido y que lo hace “sobrando la parada”. Hay algo en ella que recuerda a formatos estéticos ya conocidos de la animación, por lo que tal vez lo que veamos no sea del todo original. Pero el enorme desafío de crear -a la vez- personajes humanos y muñecos, darles “vida” y personalidad a través de específicos detalles (la mirada, el movimiento, la luz) y hacer que todo eso funcione con fluidez no es poco mérito para esta ambiciosa producción. Claro, podrán decir que con 20 millones de dólares cualquiera “compra” buena animación, pero sea como sea lo cierto es que el trabajo está muy bien hecho. JardinEs una pena, entonces, que como película METEGOL no termine de estar a la altura de su animación. En ella sucede casi lo contrario a lo que uno esperaría en un producto de este tipo, salido de una industria con historia en la materia pero sin demasiada producción. Si lo esperable era encontrarse con un muy buen guión y muy buenos personajes en un filme con una animación apenas pasable, lo que llama la atención en METEGOL es encontrarse con una película impecablemente animada pero con problemas estructurales: de historia, de trama, de personajes. Más todavía en una película de Juan José Campanella, quien suele por lo general destacarse en esos terrenos. Más allá de que a unos les gusten sus películas más que a otros -o los temas que trabaja-, es innegable que el director de EL SECRETO DE SUS OJOS maneja como casi nadie en la Argentina los resortes más clásicos del guión. Los problemas de METEGOL son varios en ese terreno. Es una historia que comienza centrada en un personaje, al que luego abandona y al final recupera. En el medio, los protagonistas son los jugadores de metegol que cobran vida (a excepción de uno, no se sabe cómo lo hacen), pero en el final del filme quedan prácticamente relegados de la acción. Y, lo que es aún más extraño, en ese final aparece una decena de nuevos personajes, tenuemente delineados, que súbitamente pasan a ocupar el centro de la acción. Y si todo eso no parece tener demasiada “unidad” es porque, sencillamente, el protagonista es excesivamente gris y poco interesante: su conflicto es clásico y hasta evidente (superar su timidez para vencer al villano, conquistar a la chica y recuperar el pueblo), pero su personalidad es casi nula. metegol3Es por eso que, como los “minions” de MI VILLANO FAVORITO, los personajes secundarios (si es que son secundarios, no es muy claro) son lo más interesante del filme. Me refiero a los jugadores de metegol que funcionan casi como una serie de estereotipos basados en la mitología futbolera argentina de los años ’50, actualizados a los ’70 y reubicados en esa especie de presente futurista que tiene el filme. “El Capi”, “Beto”, “El Loco” y los demás son como esas figuritas de fútbol de los ’70 (Luque, Tarantini, Gatti, Alonso y así) que hablan en un exageradísimo lunfardo “argentino”, al punto de parecer personajes de PELOTA DE TRAPO, EL HINCHA, o esos personajes “argentinos” de las traducciones al español de Disney de los ’60, pero con modismos de distintas épocas. Seguramente se transformarán en favoritos de los espectadores aquí, aunque habrá que ver que otros modismos y estereotipos usan cuando traduzcan el filme a otros países. Pero ni siquiera estos personajes terminan de ser lo ricos que podrían haber sido. Sus chistes y frasecitas tienden a ser reiterativas (“El Loco” abusa del slang new age, lo mismo que “Beto” hablando en tercera persona), la mecánica de su relación jamás tiene la lógica ni la precisión, digamos, de la rivalidad entre Woody y Buzz de TOY STORY (aquí son amigos y, más allá de peleítas y celos, nunca se duda de eso) y, en definitiva, su aporte “a la causa de recuperar el pueblo” tampoco es demasiado importante. Tampoco, digamos, aparece aquí la problemática “existencial” que enriquece y mucho a los personajes de aquella saga de Pixar. metegol2Hay, para mí, un problema estructural en el relato, que parece llevado de las narices por una lógica narrativa bastante incierta. METEGOL no deja de tener sus muchos momentos agradables y placenteros sueltos, pero la sensación es que narrativamente la película nunca fluye del todo bien, sino que está como empujada, soplada por impulsos de guionista que busca peripecias para lanzarle a los personajes por la cabeza sin justificación alguna y que luego se las rebusca para volverlos a poner en caja. Casi nunca lo que sucede parece resultar consecuencia de la lógica interna del relato. Hay demasiados puntos narrativos lanzados al aire como si fuera un equipo que tira centros a la olla a ver si algún jugador con algo de suerte los cabecea, personajes lanzados a la maraña narrativa nunca desarrollados (un montón, literalmente, de otros jugadores y jugadorcitos, como “cambios” para tratar al final de torcer el rumbo del partido) y un conflicto central (dos: la chica y el pueblo) bastante desteñidos, más allá de que sea particularmente gracioso que en una película que empieza con el logo de Universal, el villano sea una compañía llamada precisamente así. El tema de las voces argentinas del filme será seguramente discutido por muchos. A mí me molestó al principio especialmente en los personajes de Armando y el de su hijo, al que le cuenta la historia que vemos. Es algo que siempre me hace ruido en la animación argentina (y española y latinoamericana) y que muy pocas veces lo encuentro, digamos, en la americana: los actores declaman, impostan, recitan. Dicho de una manera más obvia: sobreactúan cada uno de sus parlamentos. Aquí, eso sucede, pero el problema es salvable ya que el villano está bien logrado aún usando esos recursos (se sabe, los villanos se manejan mejor con frases hechas y en tonos altisonantes), la chica es graciosa y logra evitarlos casi siempre (para mí es el personaje más simpático de todo el filme) y los jugadores de metegol son muñecos estereotipados que hablan ex profeso en clichés, por lo que es esperable de ellos una serie de porteñismos varios. Fueron, después de todo, construidos o imaginados para diferenciarse de esa manera. De a poco, ese tono old fashioned del habla, como de vieja película argentina, se transforma en la “lengua franca” de METEGOL. Y uno se acostumbra… metegol1Tal vez esté siendo demasiado detallista en esta crítica, pero es que de una producción como ésta, que tomó tanto tiempo de trabajo y tan enorme presupuesto, uno se imagina que deben haber habido decenas de horas de charlas y debates sobre cada uno de estos aspectos. Nada debe haberse tomado a la ligera y sé que Campanella y sus colaboradores son tremendamente serios con su trabajo. Como no dudo de esa seriedad es que me sorprende esa desprolijidad narrativa (o curiosa estructura), y es por eso que me tomo el atrevimiento, por usar una frase que podría salir de la boca de algunos de los jugadores, de “buscarle la quinta pata al gato”. Es que así como me parecen celebrables la mayoría de las elecciones de animación (el fútbol que se juega, pese a ser muy poco realista, funciona), hay otras que no me gustan nada, como algunos personajes (la “mujer bigotuda”, especialmente, o ciertos toques de “terror”), algunos largos planos animados desprovistos de timing cómico (como cierto “ballet”) y el arranque, con una broma/referencia a 2001, ODISEA DEL ESPACIO, que es demasiado berreta y de sketch televisivo como para dar comienzo a una película así. Seguro que esa escena funcionará y tal vez la gorda bigotuda sacudiendo las tetas también haga reír a alguna gente, lo cual no quita que me parezcan muy flojas. Loco1Otro asunto que a muchos les resultará problemático es el regreso del Campanella más nostálgico de LUNA DE AVELLANEDA (película con la que tiene muchísimos puntos de contacto) en lugar del más oscuro de EL SECRETO DE SUS OJOS, con su pueblo chico solidario enfrentado a la corporación corrupta y cruel que viene a acabar con las sanas costumbres de su buena gente, un tópico repetido si los hay. A mí, en lo personal, no me preocupa demasiado. Me parece que este tipo de películas suele necesitar alguna especie de mensaje obvio y hasta trillado si se quiere, por lo que no me incomoda tanto. Tengo la impresión de que METEGOL va a funcionar bastante bien, aunque quizás no tanto como para cubrir los gastos que sus enormes costos de producción deben requerir. Creo que tiene los elementos suficientes como para ser un éxito entre los chicos y hasta un gran programa para ir con sus padres (puedo imaginar los diálogos explicando las referencias futboleras de antaño). Dudo un poco más con respecto al público femenino, ya que me cuesta imaginarme a las niñas tan entusiasmadas con una trama sobre fútbol (es sobre eso, no otra cosa) y no sé si generará el entusiasmo desbordado que una película merece para hacer más de 2 o 3 millones de espectadores. Ojalá suceda, pero no estoy muy seguro. Internacionalmente, requerirá de un gran manejo del doblaje y una muy buena adaptación del guión como para reformular la lógica de ciertos personajes, pero es esperable que al menos en América latina y en algunos países de Europa funcione bastante bien. Si en España funcionó EL RATON PEREZ o la lamentable MANUELITA, una película como METEGOL tiene que ser, ay, un golazo…
Principio y fin El realizador mexicano se especializa en confundir a los críticos y espectadores. Si BATALLA EN EL CIELO es el título difícil -el Lado B- que siguió a la muy valorada JAPON, POST TENEBRAS LUX parece también jugar a ser el espejo deformante, experimental, la mirada desde el otro lado, de LUZ SILENCIOSA. Ese ida y vuelta entre luz y oscuridad queda muy claro hasta en los títulos de las películas. En PTL (llamemos así a POST TENEBRAS LUX) están los ensimismados universos pastorales, pero también el Diablo, el asesino y la violencia social, temas y formas con las que el realizador ya trabajó antes. En este filme aparecen dos figuras nuevas: la experimentación visual más radicalizada, que lo lleva a salir de los procedimientos narrativos convencionales muchas veces usando un lente deformante de los bordes de la pantalla en todas las escenas de exteriores; y el protagonismo de una alta burguesía acomodada a la que describe con precisión y bastante crudeza. Post TenebrasReygadas es bastante duro, incluso, con su protagonista, a quien pinta como una mezcla de ángel y demonio, de hombre comprensivo y gentil por momentos, pero también uno que maltrata a sus perros, hostiga por momentos a su mujer y termina mezclándose en una situación violenta cuando roban su casa (la parte “Tenebras” del título). Por momentos la película toma la forma de un psicodrama familiar clásico, sólo que contado con recursos formales de vanguardia. La “lucha de clases” es otro tema central del filme, con Reygadas tratando de analizar los miedos y las miserias de la clase alta, pero siendo igualmente poco “políticamente correcto” con los trabajadores que se ocupan de la construcción de la casa del protagonista, los que terminarán por volverse en contra del patrón. Ese “paraíso” de animales y niños inocentes sobre la Tierra va a ir camino de desaparecer en una suerte de apocalípsis bíblico que Reygadas muestra con violencia y crudeza en algunas escenas que generaron fastidio en algunos espectadores (no las voy a contar acá para no arruinar la sorpresa), algunas de las cuales yo también creo que no funcionan del todo bien, aunque sin duda provocarán reacciones curiosas y extrañas. Post Tenebras 2Entre el surrealismo y el animismo, metiendo su cámara casi dentro de las cosas y dando a entender que una lógica cósmica se precipita sobre ellas de maneras que no logramos entender del todo, POST TENEBRAS LUX es una película pequeña y personal que también quiere abarcar el estado del mundo. De alguna manera, es una película Lado B de la propia obra de Reygadas, y hasta de películas como EL ARBOL DE LA VIDA, de Terrence Malick. Acá, la “luz” está ahí, sólo que la oscuridad acecha todo el tiempo y nos vuelve difícil la posibilidad de capturarla y, aunque sea por un tiempo, dejar que nos ilumine. * (Versión extendida de la crítica publicada durante el Festival de Cannes 2012) ** POST TENEBRAS LUX se exhibe en el MALBA los viernes y sábados a las 20. En la Sala Lugones del Teatro San Martín se da del jueves 11 al domingo 14 de julio, a las 19 y 21.30, y del lunes 15 al domingo 21 de julio sólo a las 21.30.
El sueño del pibe En algún momento del siglo XX buena parte del entretenimiento infantil consistía en golpear entre sí dos muñecos de similar tamaño hasta que uno de ellos -siempre acompañado por la voz amenazante y poderosa del chico que jugaba e interpretaba a ambos personajes- vencía al otro, dejándolo maltrecho sobre el piso del living. Era más interesante, claro, si uno creaba historias alrededor de ellos: quién enfrentaba a quién, por qué y ese tipo de cosas. Por entonces a esas historias no se las conocían como “Mitologías”. El siglo XXI no es tan distinto, sólo que esa forma de entretenimiento se digitalizó y se volvió virtual, por lo que hoy similares combates se dan con chicos manejando joysticks, acumulando puntos, vidas y superando niveles cada vez más difíciles. En cierto sentido, Titanes del Pacífico es una combinación de esos dos universos infantiles: el de un chico que leía cómics, jugaba con robots y veía películas de acción y ciencia ficción en los años ’70 y ’80 (en Guadalajara, en el caso de Guillermo Del Toro) y el que hoy toma la posta -casi cuatro décadas después- y posee similares pasiones, sólo que las canaliza de otra manera. Titanes del Pacífico no tiene nada que ver con Transformers ni es sólo una película de acción violenta en la que enormes y digitales monstruos se enfrentan con igualmente enormes y digitales robots. Es la película en la que un niño que creció con el cine catástrofe, las películas japonesas de monstruos, Star Wars, Blade Runner e incontables cómics y clásicos, quiso y pudo hacer al conseguir cierto poder dentro de Hollywood. Esto es: crear una buena historia para que muñecos gigantescos se golpeen entre sí, ahora que su madre no le dice que tiene que juntar todo del piso para irse a bañar. Del Toro consigue que su Titanes del Pacífico sea actual y nostálgica a la vez, que atraiga a los espectadores que buscan un relato de cine catástrofe clásico, bien contado y comprensible, con los más chicos que quieren una experiencia sensorial más cercana a lo que consumen actualmente. Y el milagro de la película es que logra contentar a ambos públicos a la vez, o bien transformar al adulto en ese niño que alguna vez fue sin jamás insultar su inteligencia. Titanes del Pacífico se distingue claramente de la mayoría de las superproducciones actuales por la sencilla razón de que su director no sólo tiene idea de cómo contar una historia sino que sabe organizar el espacio físico, filmar y editar con la clara conciencia de que el espectador aceptará ser sumergido en una batalla campal entre criaturas gigantescas y robots inoxidables siempre y cuando entienda más o menos qué es lo que está sucediendo. Y eso sucede aquí: la trama es clara y cristalina, y su complejidad nunca excede los límites de la paciencia. Aquí no hay una enorme mitología lanzada a la cabeza del espectador para que tenga que llevar un manual anotando todos los detalles de cada robot y criatura. La habrá, tal vez, si la película se transforma en saga de incontables secuelas, pero una mitología -digamos- hay que merecerla, construirla, llevando a los espectadores a través de ella como en su momento supo hacerlo George Lucas. Es obvio que Del Toro debe saber hasta qué desayunan los pilotos rusos que manejan uno de estos jaegers (es el nombre, “cazador” en alemán, que se les da a estos robots operados desde adentro), pero no tiene necesidad de enrostrárnoslo. Si nos interesa, habrá cómics y libros que se ocuparán de saciar nuestro interés. Del Toro, por suerte, procede por sustracción. Por suerte, digo, porque como todo niño enamorado de sus juguetes podía habernos atosigado con detalles que sólo él considera importantes. Pero no lo hace. De entrada nomás nos mete en el medio de la batalla, resumiendo todos los “orígenes” -con los que otros podrían haber hecho toda la película- en un montaje inicial de unos pocos minutos en el que se nos cuenta cómo llegamos a 2020. Para entonces, ya estamos en el séptimo año de la Guerra contra los kaiju (así se llaman los monstruos, en japonés, como cualquier fan de Godzilla lo sabe), que se va complicando cada vez más pese a los esfuerzos de la humanidad entera por detenerlos, sea con los entonces ya algo decadentes jaegers o con los aparentemente aún menos confiables “Muros de la vida”. Raleigh Beckett (Charlie Hunnam) es el personaje principal, un piloto que pierde a su hermano en una durísima batalla con un kaiju y que, luego de abandonar por años los frentes de batalla, es llamado para el que parece ser el último intento de mantener el programa jaeger, vapuleado tras una serie de fracasos por contener a los monstruos. En la base de la Resistencia (así lo llama el líder del grupo, Stacker (Idris Elba, de The Wire y Prometeo) pilotos de distintos lugares del mundo (rusos, chinos, australianos) y científicos entre obsesivos y un poco locos hacen lo posible para combatir la amenaza, que es cada vez más intensa. En cierto sentido, Titanes del Pacífico es una película de pelotón y tanto su título (especialmente en castellano) como su trama -además de ciertas cuestiones temáticas y de construcción de personajes- hacen recordar a algunos títulos de Howard Hawks. Más allá de las cuestiones tecnológicas, no hay tantas diferencias entre esta película y decenas de filmes de aventuras (bélicas o no) del Hollywood clásico, con sus personajes claramente delineados y sus conflictos arquetípicos entre padres e hijos, parejas o hermanos. Un pequeño truco de guión que tiene beneficiosos efectos para la construcción de los personajes es que para manejar estos inmensos jaegers hacen falta dos pilotos, y tienen que ser personas emocionalmente complementarias, ya que los dos deben conectar sus cerebros entre sí para hacer funcionar de la mejor manera posible a los robots. En el caso de Raleigh, su “alma gemela” será Mako Mori (Rinko Kikuchi), una joven japonesa que también carga con una serie de traumas familiares ligados a los kaijus, en lo que parece ser la metáfora más cercana que la película utiliza respecto a la reciente catástrofe ecológico/nuclear japonesa. Sí, el asunto “cerebros ensamblados” suena absurdo y hasta ridículo -y en cierto modo lo es-, pero logra otorgarle un mayor peso a las actitudes, comportamientos y relaciones entre los personajes (es, casi, como un “certificado de química” entre los protagonistas), además de darle un sentido práctico y empírico a la siempre declamada idea de que “luchar unidos”. En este caso, es tal cual. Nadie puede solo contra las gigantescas criaturas del fondo del mar. Titanes del Pacífico no es la orgía metálica que muchos temíamos. La película no tiene más de tres o cuatro batallas campales, las que se extienden por un buen tiempo, pero logran su objetivo: son técnica y visualmente impresionantes, están narradas con claridad (pese a transcurrir la mayoría de noche) y están perfectamente ensambladas con el contenido emocional de la película. Un juguete gigantesco y multinacional que logra, a la vez, ser un homenaje a los clásicos con los que crecimos de chicos (al menos los que tenemos una edad cercana a la de Del Toro) y un entretenimiento mayúsculo para los niños de cualquier generación, Titanes del Pacífico es casi un milagro cinematográfico en esta temporada de entretenimientos multimillonarios sin alma a la vista. La prueba de que, aún con el arsenal de 200 millones de dólares a su disposición, el secreto de un gran artista es saber elegir lo que le sirve para contar su historia y descartar lo inútil e innecesario. Del Toro lo hizo, simplemente teniendo presentes en todo momento las películas que ha amado desde chico.