La realidad, la ficción, el cine y el teatro CESAR DEBE MORIR, de los hermanos Taviani, daba para desconfiar cuando se exhibió en el Festival de Berlín 2012, ya que la última película más o menos potable de Paolo y Vittorio era de 1998. Y, a los 82 y 80 años, costaba imaginarlos renovados. Pero no sé si es algo que sucede a esa edad (como los casos de Clint Eastwood y Manoel de Oliveira, por ejemplo), o si simplemente fue la historia que cuentan la que los hizo rejuvenecer y entregar un filme fresco y bastante original, una de las más interesantes adaptaciones shakesperanas que vi en mucho tiempo. El juego que emprenden los Taviani parece sencillo pero no lo es tanto. Los presos de una cárcel italiana tienen un taller de teatro en el que se montará JULIO CESAR y el filme -en digital y en blanco y negro durante gran parte del relato- lo que hará será avanzar paralelamente con la trama de la clásica obra y con el trabajo en la puesta en escena. Cesare-deve-morire 2Paralelamente, la obra se irá armando y desarrollando, desde el casting al estreno, al que llegaremos junto con la culminación dramática de la pieza. Y, a la vez, dará para que la situación “ficcional” se mezcle con la “realidad” de la cárcel y de las vidas de los presos, ya que la trama de poderes y traiciones shakespereanos no está tan alejada de la cotidianeidad de los protagonistas en ese ambiente y en el mundo de la mafia. A todo esto hay que sumarle que el filme es una ficcionalización -o al menos lo parece- de un caso de la vida real, con los presos haciendo de sí mismos (“a la iraní”, dirían algunos) y demostrando ser (algunos más que otros) muy buenos actores. Y aún cuando no lo son, el entramado del filme los habilita para el error. Una gran película que nadie esperaba. (Adaptación de la crítica publicada durante el Festival de Berlín 2012, en el que la película se llevó el Oso de Oro)
Locuras en el Oeste Queda claro de entrada que EL LLANERO SOLITARIO es un intento de recapturar la magia -comercial más que artística- de PIRATAS DEL CARIBE con sus creadores rescatando un género poco exitoso en los últimos tiempos para darle un giro actual, que funcione a la vez como homenaje y como apertura hacia nuevas fronteras. Aquel exitoso filme -que deparó una larga y cada vez más insoportable serie de secuelas-, sin ser una gran película, era lo que usualmente se considera “un soplo de aire fresco”, más que nada por la vitalidad y energía de su puesta en escena, y por la sorprendente y llamativa personificación de Johnny Depp en un papel que lo llevaría a la fama mundial. El problema de EL LLANERO SOLITARIO -dirigida por Gore Verbinsky, como las tres primeras películas de la saga de los piratas- es que se nota demasiado el esfuerzo. Desconozco cuál será el resultado comercial del filme (tras ver la primera PIRATAS DEL CARIBE jamás me hubiera imaginado que iba a convertirse en un tanque de taquilla), pero es evidente que va a ser difícil repetirlo. Lo de Depp ya no es novedad y su “marlonbrandiana” decisión de hacer lo que se le canta con los personajes que le tocan ya no sorprende a nadie. Y el género -a diferencia del de piratas- ya ha visto demasiados idas y vueltas, reversiones y adaptaciones, como para que lo que veamos realmente nos sacuda. llanero3De cualquier modo, debo decir que la película no se me hizo tan insoportable como las últimas ¿aventuras? de Jack Sparrow. Tal vez sea que tengo más empatía y familiaridad con el western y sus modos, y en todo momento me entretuvo pensar las relaciones entre esta película y los clásicos a los que cita de manera bastante pedestre, desde filmar en Monument Valley (que pasa por Texas aunque no sea Texas) hasta el formato “neo western” de contar la historia en el marco de otro relato que permite, como dice la archiconocida frase, “imprimir la leyenda”. Esa leyenda es la de El Llanero Solitario y su fiel compañero Toro (Tonto, en el original), serial que tuvo sus versiones en radio, cine y televisión de los años ’30 a los ’60. Tonto es el que le narra la historia -en 1933 y mientras trabaja en un show de variedades sobre El Viejo Oeste- a un niño que lo visita, lo que permite no sólo que él tenga un rol mucho más central en la historia que en la serie original, sino que lo que se cuente -digamos- no tenga demasiada lógica ni pueda pedírsele una consistencia dramática ni física. Son cuentos legendarios agrandados por un poco confiable narrador. llanero2Verbinsky combina, muy extrañamente, una trama dramática y hasta política con momentos de humor a lo Abbott y Costello y escenas de acción más cercanas a un dibujo animado delirante de la Warner Bros. de la línea Looney Tunes/Tex Avery que, bueno, que a cualquier otro western. Todo eso unido a una trama que pone a nuestros héroes a combatir a unos villanos poderosos en el marco de la construcción del ferrocarril. Aquí, entre villanos que se comen el corazón de hombres vivos, pueblos comanches incendiados con todo a su paso y un triángulo amoroso que incluye a dos hermanos enamorados de la misma mujer tenemos un grupo de conejos asesinos escapados de una película de terror, un hombre que alimenta a un pajarraco muerto que tiene sobre su cabeza, persecuciones de trenes (sí, en plural, son dos) en las que nadie parece lastimarse nunca con nada y una serie de riffs cómicos entre el despiste de El Llanero en cuestión (Arnie Hammer) y los “ojitos” de Depp, que últimamente sólo actúa con sus cejas. llanero1Es una mezcolanza bastante atroz que, de cualquier modo, ofrece unos cuántos momentos divertidos y curiosos. Es claro que funciona mejor como comedia, ya que Depp está cada vez más virado hacia ese lugar y, por otrolado, tiene más sentido entrarle a la película por ese lado que tomársela seriamente cuando intenta ser una denuncia a favor de “los pueblos originarios”. Para ser una “origin story” (nombre que denomina las películas de supuestas sagas que intentan contarnos cómo los héroes llegaron a ser quienes son) no es excesivamente exponencial ni difícil de seguir. Comparada a las tramas imposibles de las PIRATAS DEL CARIBE es casi un dechado de sencillez narrativa, lo cual lamentablemente no quiere decir que sea mucho más interesante. Con 150 minutos de duración, EL LLANERO SOLITARIO casi seguramente no será el éxito con el que sueñan sus productores (que gastaron más de 200 millones de dólares para hacerla), pero tampoco -creo- será el enorme fracaso que ellos mismos temen. Imagino que su recorrido comercial será muy parecido a su recorrido narrativo: arrancará bien, se irá cayendo rápidamente y se olvidará al poco tiempo. A veces las películas llevan sus destinos inscriptos en sus tramas.
Todas las voces todas Es casi un milagro -o una confusión- que una película como RITMO PERFECTO se estrene en la Argentina. Imagino que me dirán que no hay nada nuevo ni original ni “artístico” en ella como para merecer una queja de mi parte, pero lo cierto es que este tipo de películas desaparecieron de la cartelera argentina hace rato y se las extraña. Sí, es cierto, también desaparecieron el 90% de las muy buenas películas no hollywoodenses que circulan por el mundo (por festivales, especialmente), pero esa es una historia -y una demanda- que todos conocemos y casi todos compartimos. De lo que sea habla menos es de la desaparición de la película norteamericana, digamos, “pequeña”. Mediano presupuesto, medianas ambiciones, sin grandes estrellas ni enormes escenas de acción, sin tampoco ese prestigio que se traduce en nominaciones al Oscar, ni directores conocidos. Esas buenas -muchas veces muy buenas, y a veces malas- películas hollywoodenses con las que muchos de nosotros crecimos y que hoy han quedado destinadas al mercado del video hogareño o en manos de la piratería. Y las que especialmente sufren en este contexto son las comedias. pitch-perfectRITMO PERFECTO es una comedia universitaria acerca de un grupo de chicas que cantan en concursos de “a capella” y que sigue buena parte de los parámetros del género, como si fuera un combo en el que GLEE convive con CHICAS PESADAS, BRING IT ON, NI IDEA y hasta la reciente MONSTERS UNIVERSITY, todo bañado con un touch irónico propio de las películas de Christopher Guest como BEST IN SHOW y A MIGHTY WIND. Anna Kendrick (AMOR SIN ESCALAS, CREPUSCULO) encarna a una chica cool y solitaria que quiere ser DJ y producir música, y que termina uniéndose a un grupo de chicas que cantan canciones pop en competencias musicales a capella llamadas de las Barden Bellas. Las chicas, que vienen no sólo de perder sino de pasar un terrible papelón en las finales de la temporada pasada, necesitan sí o sí nuevas integrantes y no les queda otra que aceptar a un montón de “perdedoras”. pitchperfectBeca (Kendrick) es una de estas chicas, junto a Fat Amy (la muy buena comediante australiana Rebel Wilson), la extravagante y silenciosa asiática Lilly (Hana Mae Lee), la casi ninfómana Stacie (Alexis Knapp), la lesbiana afroamericana Cynthia Rose (Ester Dean) y otras, que se unen a la dupla sobreviviente del año anterior: la cuestionada líder Aubrey (Anna Camp) y su “segunda comandante” Chloe (Brittany Snow). RITMO PERFECTO seguirá una temporada de competencias (principalmente con el grupo masculino de la misma Universidad, los invencibles y agrandados Treblemakers), junto a la adaptación de Beca, que va dejando su pretensión cool de estar afuera de todo para terminar integradísima al caótico grupo. Lo cual, obviamente, también incluye un romance latente con Jesse (Skylar Astin), de los Treblemakers. La trama es estrictamente de manual, con los placeres y limitaciones que esa estructura inamovible parece tener, pero lo que hace muy divertida a la película del debutante Jason Moore (un veterano de musicales de Broadway) es el guión de Kay Cannon (30 ROCK), el “ritmo perfecto” para la comedia de todos los intérpretes y la gracia de los números musicales, que pueden ser perfectos o patéticos pero siempre están filmados con la perfección de una ensayada coreografía cómico/musical. A eso hay que sumarle cada aparición, a modo de comentaristas de las competencias, de Elizabeth Banks y John Michael Higgins, que están entre los puntos más altos de una película que ofrece ni más ni menos que los placeres de una canción pop perfecta. pitchperfect2Irónica pero sin caer en la condescendencia ni la humillación, emotiva sin volverse sensiblera, RITMO PERFECTO saca a la luz lo mejor de cierta comedia americana reciente: la habilidad de combinar gags clásicos de guión (los conocidos “one liners” y remates graciosos) con secuencias de humor más físico (en algún caso excesivamente repulsivo) y otras puramente cinematográficas, como todo lo relacionado a la chica asiática. En el medio, claro, los números y versiones musicales, desde covers a capella de temas de Ace of Base, David Guetta o Mariah Carey a “mash-ups” que mezclan desde Gloria Stefan a Simple Minds, cuya canción para la película EL CLUB DE LOS CINCO (“Don’t You Forget About Me”) será un elemento clave -y un claro homenaje a John Hughes, gran padrino del género comedia juvenil- de la trama. Es muy probable que la película no funcione muy bien en taquilla: no tiene estrellas (ni siquiera “capocómicos” conocidos) y circula “en internet” hace meses (se estrenó en Estados Unidos en septiembre de 2012), además de ser el tipo de filme que, muchos sienten, se presta más para consumo casero. Sería una pena que eso sucediera. Sin películas como RITMO PERFECTO -ni muchas de las otras que ya no llegan a las salas de cine argentinas- van quedando muy pocas opciones en la cartelera que no sean secuelas, películas animadas o de superhéroes.
La balada de Jesse y Celine En lo que parece ser una tradición cada nueve años, el combo Richard Linklater, Ethan Hawke y Julie Delpy vuelve sobre la particular historia de amor entre un norteamericano y una francesa que se conocen en un viaje en tren. La primera película, ANTES DEL AMANECER, contaba el encuentro. La segunda, ANTES DEL ATARDECER, el reencuentro en París. Aquel filme tenía un final abierto, ya que no se sabía si ellos iban a seguir juntos o a volverse a separar. Nueve años más tarde tenemos la respuesta en ANTES DE LA MEDIANOCHE. Y, si no quieren saber nada, deberían dejar de leer este texto aquí mismo. La saga retoma con una escena en un aeropuerto en Grecia. Vemos a Jesse (Hawke) despidiendo a su hijo de 13 años, quien se sube al avión para volver a los Estados Unidos. Es claro que no viven juntos y, cuando Jesse deja el aeropuerto algo compungido por la despedida, la presencia de Celine (Delpy) esperándolo en el auto deja en claro que están juntos. Y, aún más, al abrir la puerta de ese auto nos topamos con un detalle no menor: tienen dos hijas gemelas. before midnight La película, entonces, reencuentra a la pareja en unas vacaciones en Grecia, más precisamente en el Peloponeso, donde han ido a pasar un verano en una suerte de residencia para escritores, lugar paradisíaco que comparten con otros autores y sus parejas. Allí nos enteramos que se han casado y que viven en París, y que si bien parecen quererse y llevarse muy bien, Jessie siente que no está muy presente en la vida de su hijo y le plantea a Celine la posibilidad de mudarse a Chicago a vivir cerca de él. Ella -que acaba de conseguir un trabajo que buscaba- no quiere saber nada con la idea y esa diferencia de criterios abrirá un hueco en su relación. La película tiene muchos puntos de contacto con UN VIAJE A ITALIA, de Roberto Rossellini (influencia reconocida en la trama), ya que la pareja recibe como regalo de parte de sus amigos de la residencia una noche paga en un hotel para pasarla tranquilos, sin las niñas, y ese largo paseo que emprenderán ambos -y la noche de hotel posterior- será el corazón narrativo del filme. La película tratará entonces sobre los problemas muy reales que tiene una pareja de 40 años, con niños y con una serie de conflictos que les (nos) son comunes a muchas personas de esa edad: culpas, miedos, reclamos, fastidios y otras yerbas salen a la luz a lo largo de una serie de conversaciones en las que los personajes pondrán su relación de tantos años en juego. before-midnight1Es sorprendente cómo a través de los años, Linklater y sus protagonistas han logrado armar una saga que es, a la vez, muy representativa de lo que le sucede a muchos cogeneracionales, pero a la vez casi nunca se siente obvia, ni manipuladora, ni repleta de lugares comunes. ANTES DE LA MEDIANOCHE es triste y emotiva, pero Linklater -como es su costumbre- nunca apreta el acelerador en ese sentido, permitiendo que el espectador se identifique con los personajes y se deje llevar por sus puntos de vista muchas veces competitivos entre sí. La empatía que se logra con ellos es tal que el gran deseo de todo espectador a lo largo del filme será que no se separen. Y aún en ese territorio, Linklater es lo suficientemente generoso para dejar que las opciones sean más abiertas de lo que pueden parecer en un principio. La mirada aparentemente más racional de Jessie y la más emocional de Celine, el análisis más frío e irónico del norteamericano frente a la reacción más virulenta de la francesa son los ejes por donde pasa el conflicto, y cada espectador se sentirá más cómodo con uno u otro. Pero la película no es una permanente discusión ni mucho menos. Hay momentos de mucho humor, muchos recuerdos compartidos (que llenan el hueco de esos nueve años), algunas anécdotas y reflexiones (varias filosóficas/existenciales al mejor estilo del Linklater de SLACKER y WAKING LIFE) que completan esta historia de la pareja. before-midnight2La película es humana, creíble y empática pero no por eso simplona. Hay un gran trabajo visual y de guión, hay un virtuosismo discreto en la combinación de esos elementos a través de la puesta en escena y de las actuaciones, y sin duda los conflictos de los personajes son reconocibles, pero complejos. De cualquier manera, algunos pensarán que es una mirada a un universo de problemas burgueses en un verano paradisíaco en una isla griega y nada puede ser tan grave en esas circunstancias. Acaso sea verdad eso, pero no le quita hondura a la trama ni se deja de sentir que es mucho lo que allí está en juego. Que uno se sienta implicado en la suerte de estos dos personajes después de tantos años y habiéndolos conocido tan solo a través de, ahora, tres días a lo largo de sus vidas es una clara demostración de los enormes logros de esta extraordinaria saga y de esta bellísima y triste película. Es que al verlos a ellos, de alguna manera, uno no hace otra cosa que verse reflejado. Y su suerte es la suerte que uno quiere o teme para sí.
¡Apocalípsis ya! El problema de leer la prensa previa a un estreno es que uno, inevitablemente, se enfrenta a la película que va a ver condicionado por lo que leyó. Y no hablo de spoilers sino de información sobre la producción. De GUERRA MUNDIAL Z se ha dicho y escrito de todo, al punto que parecía la encarnación de todo lo que estaba mal con el Hollywood actual: un actor/productor (Brad Pitt) que no se hablaba con el director (Marc Forster), gastos fuera de control, una nueva secuencia final que obligó a gastar millones de dólares más, discusiones sobre qué tipo de película hacer, retraso de meses en el estreno, etc, etc. Este tipo de prensa previa suele ser perjudicial para las películas -muchas veces se estrenan ya “muertas”, quemadas por el desgaste previo-, pero en otros casos parece ser una suerte de rara publicidad de aquella escuela que reza “que hablen mal, pero que hablen”. También existe otra posibilidad, más rara aún: que alguno haya pensado, publicitando los problemas, que no estaba mal bajar las expectativas de la gente a la hora de acercarse a la película y que, al verla, se dieran cuenta que -caramba- no estaba tan mal. Algo así es lo que me sucedió a mí. Es obvio que GUERRA MUNDIAL Z no es ninguna obra maestra y que sus méritos no exceden los de una sólida puesta en escena y un inteligente uso de los zombies como virulenta amenaza permanente (más sobre el tema “Z”, en un rato), pero cuando uno tiene las expectativas bajísimas logra salir con cierto grado de satisfacción, en plan “no era taaan terrible”… WORLD WAR ZY no, no es tan terrible: es bastante buena, pero tampoco será recordada como un clásico del cine catástrofe. Y el problema es, básicamente, de guión. La película plantea lo que sucede cuando un virus se expande inconteniblemente por el mundo transformando a los que se enferman en descarnados zombies y no hay nada que pueda hacerse para detenerlos. La “invasión” arranca de entrada, cuando Gerry y Karen Lane (Brad Pitt y Mireille Enos) llevan a sus niñas al colegio y se topan con una congestión de tráfico. Un par de corridas y accidentes después, veremos que lo que está sembrando el terror no es otra cosa que unos velociraptors humanos: zombies a toda velocidad. Una vez ubicada su familia a salvo en un portaaviones (escenario poco desarrollado dramáticamente), lo que sucederá después se centrará en los intentos de Gerry -un ex agente de la ONU acostumbrado a inmiscuirse en territorios peligrosos- por descubrir el Agente Cero, encontrar quién/qué/porqué se originó este extraño virus zombie e intentar detenerlo o generar un antídoto/vacuna. Para eso irá viajando por el mundo, siguiendo las pistas que va encontrando a su paso. La primera media hora del filme (el ataque urbano y la fuga de la familia) es, por lejos, la mejor. Los zombies del filme tienen poco que ver con los lentos personajes de los clásicos de George A. Romero y se mueven a una velocidad y fiereza que los hace más parecidos a toparse con una hinchada de fútbol a la salida de la cancha o a estar parado en medio de una marcha desbandada por la policía: los “undead” corren por las calles como una tropa hambrienta dispuesta a tirarse sobre los hombres para morderlos y seguir sobreviviendo en ese limbo. No se explica ni se entiende muy bien qué es lo que hacen. Es que lo mejor parece ser salir corriendo ante su lejana aparición y ni pensar motivos. WORLD WAR ZDe allí en adelante el problema del filme es que se vuelve demasiado arbitrario en su trama. Pitt va de aquí para allá topándose con distintas manifestaciones del problema y viendo cómo otros países lo han tratado (la mejor opción parece ser la de Corea del Norte, ya verán), y sus idas y venidas por el mundo siguen las poco investigadas pistas que le caen a su paso. Además, claro, siempre parece estar en el momento justo y en el lugar adecuado como para que algo grave e importante suceda. Lo cierto es que no es demasiado creíble lo que pasa y sólo parece sostenerse porque, bueno, porque es Brad Pitt y si él quiere ser el salvador del mundo quién le va a decir que no… La larga secuencia final que transcurre en un laboratorio fue filmada después y guionada por otras personas (Damon Lindelof, de LOST). Por lo que se ve, hasta parece dirigida por otro, ya que tiene un tono casi humorístico y un ritmo muy diferente al anterior. Lo que a lo largo del filme era acción, violencia y corridas (más cerca del filme de terror que el de catástrofe) en un tono severo, aquí se reemplaza por una especie de hitchcockiana comedia de suspenso, que no está nada mal pero parece traída de otra película. DWORLD WAR Ze los intentos de Pitt por hacer de GUERRA MUNDIAL Z una película política y no una de suspenso típica poco parece haber sobrevivido. Lo que se ve es “star system” a pleno: el mundo nos importa mucho menos que la suerte de Brad. Si él no quería que la película fuera así -eso es lo que manifestó en muchas entrevistas- parece que perdió la batalla contra los ejecutivos y los gerentes de marketing que, con cierto tino, deben haberle dicho: “¿vos creés que vamos a gastar 225 millones de dólares en hacer una película sobre la situación política global con los zombies como metáfora? Sí, claro.” Ahora bien, lo que tenemos aquí es una bastante pasable y por momentos intensa película sobre Brad Pitt contra los zombies. Pero el estudio tiene miedo a esta venta de la película y pide que no se revele la trama específica del filme, por más que todos la conozcan como “the Brad Pitt zombie movie”. Uno imagina que no quieren perder al público femenino que iría a verlo a Brad pero que no quiere toparse con bichos hambrientos que vengan corriendo a comer a cámara. Me temo que deberán acostumbrarse a esa idea: sí, está Pitt en escena todo el tiempo, pero gran parte de las veces luchando contra unos señores muy flacos con ojos saltones y maquillados de gris… Los Z del título. Pero no deberían preocuparse: los zombies son lo mejor de la película.
¿Dónde se estudia Administración de Empresas? Que los estudios se hayan vuelto corporaciones para las que cuentan más los balances cuatrimestrales, las cotizaciones en Bolsa y los márgenes de ganancias no es ninguna novedad, pero cuando uno se da cuenta que le sucede a una empresa como Pixar no puede evitar sentir cierto fastidio. Es que desde hace ya muchos años que Pixar logró posicionarse como esa pequeña y milagrosa empresa en la que lo creativo iba de la mano con lo comercial, un estudio que -casi sin hacer concesiones a la industria del refrito- lograba películas que eran clásicas y exitosas a la vez. Y verlo actuar con la misma lógica calculada de una multinacional del entretenimiento resulta un poco irritante. No seamos ilusos: hace muchos años que Pixar es una multinacional del entretenimiento, pero da la impresión que recién cuando empezó a sacar a la luz los resultados de su adquisición por Disney que el asunto quedó en evidencia. Disney compró Pixar en 2006, y como cada proyecto de animación toma unos cuatro años en completarse, se puede pensar que los títulos post-fusión son TOY STORY 3, CARS 2, BRAVE (que no es secuela, pero tiene todas las marcas de estilo Disney) y esta MONSTERS UNIVERSITY. Antes de esta racha, sólo TOY STORY 2 calificaba como secuela sobre diez películas. monsters3La conclusión es sencilla: Pixar pasó de ser un estudio creativo y original a ser un “brand” creativo y original de una megaempresa. Hoy, da la impresión, las decisiones se toman desde otro lado y ya no de parte del mismo grupo de personas que dio a luz BUSCANDO A NEMO, WALL-E o UP. ¿Alguno de ustedes se imagina a Pixar, hoy, haciendo una película como RATATOUILLE? Parece imposible. Los balances comerciales de la temporada seguro bajarían un buen porcentaje en relación a la ya anunciada secuela de NEMO. Ahora bien: más allá de que las decisiones sobre qué películas hará Pixar las tomen en Wall Street y no en Emeryville, California, desde allí los genios creativos del estudio hacen lo imposible por encontrarle la vuelta a esta trampa mortal en la que están insertos. Y MONSTERS UNIVERSITY es la prueba de eso: podrá ser una película innecesaria, cínica y calculada, pero eso no quita que sea muy entretenida y divertida ni que tenga un humor y un ingenio por encima de la media de la animación hollywoodense. La magia de Pixar hoy se reduce a sacar conejos de la galera, a inventar dentro del marco de lo probado, a no tomar riesgos y poner en el mercado el mejor producto posible. Y eso, sin dudas, lo siguen haciendo. ¿Hasta cuándo? Habrá que ver… monsters4Es que si uno mira MONSTERS UNIVERSITY con cierta desconfianza lo primero que siente es que el asunto consiste, simplemente, en tomar a los queridos personajes de MONSTERS INC. y ponerlos a vivir una historia que no es más que una cruza de LOS JUEGOS DEL HAMBRE con HARRY POTTER, con algunos toques de las comedias de college tan populares en los Estados Unidos. Es, en ese sentido, aún más calculada que CARS 2, secuela sólo justificada por la obsesión fierrera de John Lasseter. Sin nada particularmente novedoso en la trama -que se centra en cómo los muy distintos Mike y Sulley terminan uniéndose y haciéndose amigos al juntarse forzosamente con un grupo de los más débiles de esa Universidad en una Olimpiada de sustos-, los creativos de Pixar encuentran la vuelta desde los diálogos y gags puramente visuales para darle cierta frescura y amabilidad a la experiencia, al punto que al rato de estar viendo la película uno se logra olvidar de buena parte de sus pruritos para disfrutarla como, bueno, como si fuera la primera. monsters2Sin llegar a la grandeza de TOY STORY 3 -la única saga cuyas secuelas están realmente justificadas y son mejores que buena parte de las películas originales de Pixar-, MONSTERS UNIVERSITY está a la altura de la original de 2001: el humor funciona, los personajes son entrañables, la animación es perfecta. Los que esperamos más de Pixar, los que creemos que es un estudio que está para cosas más importantes que ser competente, eficiente y efectivo no podremos evitar sentirnos un poco decepcionados por la maquinita de cálculo en la que se convirtió. Da la impresión de que en esa Universidad, Mike y Sulley más que aprender a asustar tomaron cursos de Administración de Empresas… A los más chicos, claro, todas estas elucubraciones les importarán muy poco y MONSTERS UNIVERSITY será un exitazo de enormes proporciones, aquí y en todo el mundo. Pero, a la larga, algo se irá perdiendo. Es que el legado también cuenta, aunque casi siempre queda fuera de agenda en las reuniones de accionistas. El problema, ahora, es que ya nadie piensa que Pixar es infalible. Ya nadie piensa que Pixar es una empresa romántica de genios creativos que hacen lo que quieren y cómo quieren (seguro que no lo era, pero lo parecía). Aún haciendo películas dignas, pasables y aceptables, ya Pixar dejó de ser la garantía de la Gran Calidad de la Animación Estadounidense y varios estudios -que aprendieron todo o casi todo de ellos- hoy se atreven a pelearle el título, algo impensado hace unos cinco, diez años. Eso sí: los números seguirán cerrando, hasta que no queden más originales por exprimir. Ahí, veremos…
Ese misterio llamado mujer Otra compleja película del gran director alemán en la que vuelve a apostar por un cine rabiosamente cinéfilo y enmarcado en cruces de género insospechados y originales, con una trama donde lo sociopolítico está también en primer plano. En Yella y Triángulo (Jerichow) proponía algo similar: historias sobre los inmigrantes o la corrupción económica siempre enmarcadas en relatos de suspenso, estilizados, que generan una suerte de distanciamiento (a la manera de Rainer Werner Fassbinder, si se quiere hacer una comparación) y, a la vez, apelan a las emociones más ocultas y menos evidentes. Barbara es la clase de film sobre la Alemania Oriental que les gustará a quienes no les interesó mucho, digamos, La vida de los otros. En lugar de apostar por la identificación más obvia y previsible, casi sin grises, entre los héroes y villanos de la trama, Petzold hace que nunca sepamos demasiado bien qué está sucediendo y qué cartas se esconden en esta trama que involucra a dos médicos, Barbara y Andre (su actriz-fetiche Nina Hoss y Ronald Zehrfeld), que se conocen en un hospital y que empiezan a relacionarse en un clima en el que reina la sospecha. Habrá varias subtramas -acaso demasiadas, algo usual en Petzold, que le gusta llevar sus películas por caminos en exceso sinuosos- ligadas a pacientes, ex parejas, un pasado probablemente oscuro de ambos, ocultamiento y manejo de dinero, tráfico de un lado al otro de la “Cortina de Hierro” en los años '80, pero el eje estará siempre puesto en esa relación ambigua entre los dos personajes, especialmente en la seca y misteriosa Bárbara, que sólo piensa en escaparse, y a la que este hombre empieza a buscar con intenciones que no son del todo claras. Una película ambiciosa y fascinante.
Acusado y condenado A muchos nos sorprendió cuando lo anunciaron para la competencia del Festival de Cannes 2012, ya que hace rato que Thomas Vinterberg no hacía películas interesantes. Pero se ve que a falta de Lars Von Trier, en el festival necesitaban un danés polémico y encontraron que el muchacho de LA CELEBRACION tenía una película pasable y potencialmente, sí, polémica. Al menos, por su tema. Al filme en sí se lo puede calificar de “aceptable”, y seguramente se seguirá hablando de él (es de esas películas potencialmente Oscarizables y que parecen americanas sin serlo) por su historia de un hombre acusado por niños de jardín de infantes de abuso sexual. Es una historia que no es novedosa, aunque su planteo lo es, ya que toma el punto de vista del acusado y pone en juicio severo las acusaciones de los niños. Pero, claro, jamás los coloca en el lugar de “villanos”. Esos son sus padres que, excedidos por sus temores respecto a sus hijos, acusan y condenan a un hombre sin darle casi oportunidad de defenderse, aún siendo muchos de ellos amigos suyos. the-hunt 3La película intenta poner los nervios de punta al espectador, al estilo Hitchcock, ya que la acusación en apariencia injusta (la película deja hasta el final abierta una pequeña puerta a la duda) va creciendo y creciendo, envolviendo a un hombre inocente más y más hasta no dejarle salida, y haciéndolo cometer actos igualmente dudosos. Hay algo potencialmente molesto en ese suspenso artificialmente creado, ya que juega con emociones y actitudes de niños muy pequeños, y el filme está todo el tiempo al borde de caer en la manipulación emocional grosera. La película en sí no creará polémica -no es ese tipo de filme, ni busca crearlas a la manera de Lars-, salvo entre los que piensen que deja abierta la posibilidad de que muchos casos de abuso sean en realidad inventos de las víctimas. Si para algo servirá será para traer de nuevo al mapa del cine mundial al irregular Thomas Vinterberg. Ojalá sea el comienzo de una mejor etapa en su carrera.
Más grande que las películas Es una película extraña EL HOMBRE DE ACERO. Para ser una superproducción carísima, una de las más esperadas del año y en la que Warner Bros. pone toda “la carne al asador” tratando de crear una franquicia con futuras secuelas, este filme de Zack Snyder no es del todo convencional. Pero no se trata de un filme de autor ni de una película fuera de los formatos típicos de estos tanques de taquilla. Es una película extraña, rara porque me da la impresión de que salió así, de que Snyder no puede -por más que quiera- hacer un filme del todo convencional. Todo tiene que ser ligeramente más grande, más ampuloso, singularmente arrítmico y desacompasado, grandilocuente, operático. En una palabra, imperial. man of steel prisionEL HOMBRE DE ACERO no está pensada como un gran producción sobre un superhéroe, sino como la más grande superproducción sobre el más grande superhéroe que jamás existió. Y si bien la factura no siempre está a la altura de la ambición, en esos huecos, en esos errores y problemas, otra película más interesante se revela. Una en la que las fallas (narrativas, estéticas, de interpretación, lo que sea) terminan dándole algo de humanidad no sólo a los personajes, sino al filme en sí. Una en la que los errores son más interesantes -divertidos, intrigantes- que los aciertos. Si bien la presencia de Christopher Nolan como productor y coautor de la historia se deja ver a cada momento, no es ésta una película similar a EL CABALLERO DE LA NOCHE. La psicología de Superman fue siempre más simple y por más vueltas que se le de al asunto, es imposible generarle una complejidad dramática importante al personaje. Es una película y un personaje más luminoso y amable, por más que Nolan/Snyder (y David S. Goyer, guionista) le busquen problemas familiares e intenten traumatizarlo respecto a sus superpoderes. A esta altura uno extraña a los viejos superhéroes que no parecían tener demasiados problemas con volar, vencer en combates a todo el mundo, regenerarse tras sufrir heridas o transformarse en hielo o bolas de fuego. Es casi obligación del subgénero, estudios de mercado mediante, transformarlos en “freaks”. Man-of-Steel-Russell-CroweSi de algo trata el filme es del viaje de Clark Kent del rechazo a la aceptación de sus poderes y de su rol “mesiánico” (tiene 33 años, como Jesús) en nuestro planeta. Su misión concreta en el filme será repeler los intentos del General Zod -un “compatriota” suyo del planeta Krypton- por dominar la Tierra y convertirlo en la base para crear (genéticamente) una nueva generación de “kryptonianos”, ya que si bien casi todos perecieron en la explosión del planeta, son recreables mediante un Código Genético que posee (sin saberlo) el propio Kal-El (por si no lo saben es el nombre original de Clark Kent/Superman). Este “combate” se desarrollará en dos partes. Al principio, como en el SUPERMAN de Richard Donner de 1978, Snyder nos mete de lleno en las últimas horas de Krypton, planeta que peligra por problemas ecológicos, pero que también sufre un enfrentamiento de poderes entre los reyes y el citado Zod (Michael Shannon). Jor-El (Russell Crowe) enfrenta a ambos al mismo tiempo y, sabiendo que al planeta le quedan horas, decide poner a Kal, su hijo recién nacido (por parto natural, algo que no pasaba hace cientos de años en el planeta y escena con la cual Snyder arranca el filme) en una cápsula y enviarlo a la Tierra. man of steel kLa secuencia que se desarrolla en Krypton deja ya en claro que estamos ante una película ambiciosa. Desde la escena bíblica que abre el filme a la mezcla de reyes, dragones y extraños robots digitales que habitan el planeta pasando por los diseños escenográficos sci-fi vintage, es claro que Snyder apuesta a tirarnos por la cabeza un supermercado de referencias culturales que incluye tanto a los griegos como a Shakespeare como a… Moebius (de hecho, el diseño se parece al de la nunca filmada DUNA, de Alejandro Jodorowsky, otro que trafica en la estética del “grandiosismo”). Las escenas de acción tienen algo de aparatoso, de teatral, como si estuviésemos viendo a Crowe y Shannon sobre algún escenario londinense gritándose y simulando golpearse y perseguirse. De hecho, en algún momento tuve la impresión de que Crowe se ponía a cantar, pero por suerte no lo hace. Hay algo falso, entre desbordado y grasa, en estas escenas. Snyder no es cool y no sabría cómo serlo. Puede tratar de hacerse el “realista”, pero en el fondo lo que quiere es hacer una enorme y desaforada opera de personas en calzas. El segmento termina con Zod matando a Jor-El, Mamá Superman mandando al baby y los códigos genéticos rumbo a… Kansas, y con Zod desterrado a vivir miles de años en el espacio, algo que no está nada mal si tu planeta está a punto de explotar. manofsteel02.jpgLa parte “realista” vendrá después -se extenderá entre los 20 minutos y la hora de película- y será la más consistente pero a la vez la más normal y predecible de la película. Con una estructura bien armada de flashbacks, nos encontramos con Clark Kent adulto salvando de la muerte a los tripulantes de un barco pesquero y de ahí la película seguirá en paralelo su actualidad (el hombre está en un viaje de autodescubrimiento tras una circunstancia traumática que prefiero no adelantar) y algunos momentos clave de su infancia y adolescencia: el descubrimiento de sus sentidos, el rescate de un micro que se hunde con chicos de su escuela y peleas varias en las que le es siempre inevitable dejar entrever que no se trata de un hombre normal. Es que sus padres en la Tierra (en Smallville, Kansas, para ser exactos, encarnados por Kevin Costner y Diane Lane) no querían que su hijo adoptivo revelara sus poderes, ya que creían que el mundo no estaba preparado para conocerlos y él iba a sufrir mucho en consecuencia. Al crecer, Clark descubrirá su origen extraterrestre y podrá comunicarse con su padre muerto (los momentos más claramente HAMLET de la película), quien tendrá una opinión muy distinta de cuál es la función de su bebé en el Mundo: él cree que Kal debe hacerse cargo de sus poderes y de su rol de salvador universal. La gran crisis del futuro Superman será cuál es estas opciones elegir y/o cómo integrarlas. man-of-steel-henry-cavill-diane-laneEstas serán las escenas, digamos, de “realismo psicológico” del filme. Clark es un humano perturbado que no sabe qué hacer con su vida, que conoce a una mujer que pronto sabrá su identidad pero que la ocultará a pedido suyo (Lois Lane, interpretada por Amy Adams, que está muy bien aunque el personaje no tiene demasiado desarrollo). La película adopta aquí un tono más convencional, casi poético, lo más parecido a ese formato medio “Terrence Malick” que parecían prometer los trailers del filme, con mucho campo y océanos y hielos, con padres dando lecciones de vida en frases bastante grandilocuentes, pero sin perder nunca de vista que se trata de un filme que debe tener acción, siempre. El eje de cada flashback o giro del guión estará ligado a alguna situación de suspenso y/o violencia y sus consecuencias psicológicas. Cuando Clark aprende a volar, este segmento de EL HOMBRE DE ACERO llega a su punto culminante: es el superpoder como pura epifanía. Cuando Zod llegue a la Tierra a buscarlo, la película deberá reincorporar su parte más… olímpica. Y así, naves espaciales, subtramas sobre cómo reconfigurar el planeta para llenarlo de “protokryptonianos” y una serie de personajes que parecen salidos del album de fotos familiares de Thor se cruzarán con periodistas y militares en un enfrentamiento en el que los detalles dramáticos narrativos se pasarán por alto (o serán confusos) para centrarse en una especie de lucha permanente, que va del shopping mall de Smallville a Metropolis, entre Superman (a quien, salvo una vez, nunca se lo llama de ese modo) y una serie de nada efectivos soldaditos de juguete contra este grupo de karatecas del espacio exterior. manofsteel14.jpgLos combates irán creciendo en tamaño y esas cada vez más enormes peleas se irán volviendo curiosamente más y más vacías de sentido. La destrucción es tan aparatosa y demencial (ciudades enteras se derrumban) que se pierde no sólo ya el sentido del desastre sino la densidad de la situación. Cuando Clark se detiene para salvar a un grupo de tres personas (futuros colaboradores suyos en The Daily Planet, seguramente) en el fondo del plano se pueden ver edificios con miles de personas derrumbándose como si fueran de papel. Difícil tomar dimensión humana en medio del caos digital… Algo similar sucede con las peleas. Ya que ni Superman ni sus enemigos parecen siquiera despeinarse al atravesar las paredes, cuesta tomar real dimensión del daño y el riesgo. Es el colmo de un formato de acción maximizada que gana por atronador, que convence por sumisión, que atenaza al espectador desde la espectacularidad, pero en el que parece no haber nunca nada realmente en juego, no hay sentido del peligro. Snyder -todos los directores del subgénero, en realidad- intenta compensar esa falta de materialidad de las escenas a través del sonido, latoso y machacón. Y sí, nos atrapa, pero a la fuerza. Con un avión y tres, cuatro autos, RAPIDOS Y FURIOSOS 6 tiene, también sobre el final, una larga secuencia de acción cien veces mejor hecha, más enervante y efectiva. manofsteel17.jpgEn medio del caos, crece este teatro olímpico que Snyder parece querer traficar todo el tiempo por debajo del “realismo nolanista” y que Shannon entiende, desde lo actoral, a la perfección. A Henry Cavill, dirigido para priorizar el ángulo de su mandíbula antes que lo que sale de su boca, le cuesta un poco más. No es del todo malo el actor, pero le resulta por lo menos difícil salir de un molde muy calculado en la que cualquier elemento de su cuerpo (pectorales, peinado, abdominales) parece ser más importante que su personalidad. Y su rostro, abandonado a su suerte, no logra transmitir nada demasiado dramático… Ese combate entre realismo y estampita, entre kinesis cinematográfica y pose fotogénica, entre psicología y arquetipo, está presente a lo largo de todo el filme y lo que le da, para mí, su extrañeza; lo que la hace, de a ratos, muy buena y muy mala al mismo tiempo. Es que por momentos la película parece casi una parodia de sí misma (difícil no pensar en FLASH GORDON en dos o tres momentos) y esa zona de exceso supongo involuntario es también la que la saca del molde severo y del formato “héroe apesadumbrado”, como las escenas en las que el Guasón de Heath Ledger aparecía en EL CABALLERO DE LA NOCHE y su sola presencia parecía desarmar la estructurada tesis universitaria que era la película y que volvió a ser en la tercera. Aquí, cuando Snyder saca la biblioteca clásica y pone a Dioses y a Héroes a lanzarse llamas de fuego entre sí, la película cobra una grandilocuencia y una espectacularidad que la saca de cualquier rutina. Para bien o para mal, no lo tengo muy en claro, pero que se transforma en algo único, de eso no hay duda… EL HOMBRE DE ACERO no es una gran película, es una película grandiosa. Ya no tiene sentido decir “más grande que la vida”. Aquí es, más bien, “más grande que las películas”, esa forma habitualmente exagerada de plantear los conflictos humanos que a Snyder parece quedarle chica.
Fuera del mundo Esta extraña y a la vez muy intrigante película trata sobre un viejo samurai japonés que llega a las pampas argentinas a fines del siglo XIX en busca del mítico guerrero rebelde Saigo Takamori, quien supuestamente se habría escapado del Japón hacia la Argentina tras el fracaso de la llamada Rebelión Satsuma contra el gobierno Meiji que quitó los derechos/privilegios a los de su casta. Estando aquí y sin poder encontrar al tal Saigo, el viejo samurai inmigrante muere, y es Takeo, su nieto que ha crecido escuchando las historias de su abuelo, el que toma la posta en la más que improbable búsqueda. Así, Takeo viajará a través del país desoyendo el deseo de su padre que quiere que se dedique a trabajar la tierra. En el difícil camino se encontrará con un hombre sin brazos al que llaman Poncho Negro (Alejandro Awada), lisiado en la Guerra contra el Paraguay. Marginal y sospechoso, Poncho se une a Takeo en su búsqueda generándose así una relación curiosa entre dos seres que, por distintos motivos, están perdidos y necesitados de ayuda. Son dos personajes aislados, de otra era, fuera del mundo. Si bien suena como una curiosidad, el nuevo film del director de El desierto negro (y veterano sonidista de películas como 5 pa’l peso, La quimera de los héroes o Yo no sé qué me han hecho tus ojos, entre muchas otras) es una por momentos fascinante mezcla entre western criollo y drama de samurais. Un largometraje serio y contemplativo, a la manera, si se quiere, del Meek’s Cutoff, de Kelly Reichardt (por citar un ejemplo de una propuesta actual con similar tono). Samurai no sólo es una película muy bien hecha y actuada, sino que resulta extrañamente creíble, intrigante y se convierte en una búsqueda muy particular dentro del panorama del más reciente cine argentino, alejado de casi todas las corrientes contemporáneas. Una apuesta por un cine clásico y contemplativo, de historias contadas en algún fogón familiar.