¡Me robaron a mi mamá! La nueva aventura de Disney Marte necesita mamás (Mars needs moms, 2011) trae consigo varios hurtos. Uno es el de la historia que cuenta, la mamá robada que el protagonista deberá rescatar, los otros son cinematográficos. Es que la película le roba literalmente escenas calcadas a Star wars (1977), Tron (Tron: Legacy, 2010) y Avatar (2009). Milo (Seth Green en la voz original) es un niño caprichoso que desobedece a su madre constantemente. Lo que nunca supone, es que luego de una fuerte discusión, ella será secuestrada por extraterrestres. Por suerte el protagonista llega a treparse a la nave espacial e intentará rescatarla antes de que sea demasiado tarde. Lo primero que hay que decir es que la película debe verse en 3D para que tenga algún condimento extra. Y tal aclaración es porque Marte necesita mamás no agrega nada nuevo ni a la animación computarizada ni al género de Ciencia Ficción, del que toma sus mejores exponentes para copiarlos literalmente. Basta con ver a los marcianitos vestidos de soldados alineados estilo Star wars para percatarse de ello. Pero las escenas de persecución con el piso y traje de los personajes llenos de luces son demasiado parecidos a Tron por no decir idénticos. Aunque esto no termina ahí, porque las vueltas del guión llevan a Milo a conocer a una dulce chica extraterrestre donde tendrán una tierna escena en…¡¡¡un bosque repleto de flores luminosas como en Avatar!!! Es demasiada cultura Sci-fi en una película como para no darse cuenta y sentir que le están tomando el pelo. Claro que, no está mal hacer un homenaje, una parodia o una resignificación de los filmes previos, pero eso no sucede en Marte necesita mamás, limitándose a la simple copia en un relato apenas entretenido.
Un misterio llamado Ondine La nueva película de Neil Jordan (El juego de las lágrimas, Entrevista con el vampiro) fusiona fantasía y realidad para hacer un alegato sobre la necesidad de creer en cuentos de hadas. Lo fantástico suplanta la falta de esperanzas en el mundo cotidiano que vive el personaje que interpreta Colin Farrell. Irlanda. Un pequeño pueblo junto al mar. En él, se gana la vida como pescador Syracuse (Colin Farrell), al que todos llaman payaso por su pasado alcohólico. Pero un día como cualquier otro, en la soledad del mar, Syracuse recoge su medio mundo y encuentra una hermosa mujer, la Ondine del título original. La misma dice pertenecer a las selkies, una leyenda mitológica del mar. Ambos se enamoran y viven la fantasía hasta que la realidad se presenta violentamente. Amor sin límites (Ondine, 2010) puede compararse con El juego de las lágrimas (Crying game, 1992) si tenemos en cuenta su clave “mágica”: la mujer. La mujer es la que trae consigo un misterio, dueña de un secreto irrevelable que arrastrará hasta las últimas consecuencias. Pero Amor sin límites es por sobre todo, una fábula a pesar de sus toques melodramáticos. Así se concibe. Una fábula que juega con sus metáforas y simboligismos acerca de la existencia. De esta manera Ondine podría haber guardado su secreto hasta el final –en parte lo hace, nunca se revela porque a través del canto mejora la pesca de Syracuse- y el tono del film hubiera sido el mismo. La idea de creer en los cuentos de hadas para que la vida sea más amena se mantiene hasta el final. Sin embargo esta fusión de tonos y géneros, hacen que en algunos pasajes Amor sin límites camine por la cuerda floja aunque no llega a caer. Lo extraordinario del mundo fantástico no alcanza a desestabilizar el tono dramático así como lo excesivamente trágico no alcanza a desquebrajar la fábula. Neil Jordan quien también escribe el guión vuelve a sus fuentes. A su país natal, teniendo de protagonista a Colin Farrell también oriundo de Irlanda y a una historia acorde a sus pretensiones autorales, una fábula donde la mujer es la base de todos los misterios de la existencia humana.
¡Viva la TV Basura! Un despertar glorioso (Morning glory, 2010) tiene una ideología nefasta. Bajo el aspecto de comedia romántica, simpática, de narración clásica y fluida, se entrelee una subtrama que enfrenta dos tipos de televisión: la que basa sus contenidos en entretenimiento, dispersión y de tono burlón vs. La intelectual, informativa, que efectúa denuncias de corrupción. ¿Adivinen cuál gana? Becky Fuller (Rachel McAdams) es una productora de TV obsesiva por el trabajo y carente de vida propia, es decir, vive para el trabajo. Asignada a un programa matutino, se ve envuelta en la difícil tarea de mejorar el rating para no ser despedida. Para ello contrata al respetado y malhumorado periodista de investigación Mike Pomeroy (Harrison Ford) que le traerá más problemas que soluciones. Hasta aquí la trama se basa en una pelea de egos entre sus conductores estrella Coleen Peck (Diane Keaton), una suerte de Maru Botana engreída, y Mike Pomeroy, un Santos Biasati inteligente, por mencionar dos paralelos porteños. La subtrama plantea algo mucho más grave éticamente hablando: el entretenimiento burdo del programa matutino, que apela a cualquier recurso para levantar el rating vs. El periodismo informativo serio. Diane Keaton representa el lado pasatista de la TV y Harrison Ford el serio -y aburrido para el filme- costado intelectual y de reflexión. Esta subtrama pasa por alto a simple vista porque la narración está centrada en la pobre Becky que tiene que lidiar con ambos personajes para conservar su puesto de trabajo. Como ella es joven, necesita trabajar y hacer carrera no tiene ninguna pretensión ideológica. Por ende el filme resuelve todo –entiéndase simplifica- a una guerra de egos entre ambos conductores estrella: la pasatista y el comprometido con la realidad, y la productora tratará de apaciguar las aguas, hacer que convivan para que el programa no desaparezca. Un despertar glorioso refiere en su título a la convivencia armoniosa que debe haber entre entretenimiento y noticias. Lo glorioso viene a significar el éxito, única posibilidad de ser feliz en el medio, motor de la otra subtrama, la que tiene a Becky pudiendo dejar su obsesión por el trabajo y entablar una relación con el chico que le gusta, sólo cuando al programa le va bien. Y es en este sentido que la película da tristeza. Da tristeza porque da por sentado varios tópicos que maneja la televisión como medio éticamente incorrectos. Uno es que el éxito trae la felicidad y el otro que la TV basura debe convivir con la seria o –peor- que la TV seria debe existir siempre y cuando pueda ser entretenida. Paradójico es el papel de Harrison Ford cuya carrera tiene paralelos con su personaje. El periodista que interpreta luego de una larga trayectoria y de estar un tiempo fuera del aire vuelve a este programa matutino a humillarse. Harrison Ford luego de una prolífera carrera y de estar desparecido de la cartelera en producciones directo al dvd vuelve a la pantalla grande con esta comedia humillante. Entiéndase, Un despertar glorioso como producto cinematográfico que pretende ser (comedia romántica clásica que apela a los estereotipos, con personajes entrañables y carismáticos, bien actuada, etc.) cumple sus requisitos. El problema es la ideología que subyace en ella.
El geriátrico en casa El actor, guionista y director Gianni Di Gregorio realiza esta comedia italiana a la vieja usanza proyectada en el BAFICI años atrás. Un feriado particular (Pranzo di ferragosto, 2008) nos recuerda porqué el cine italiano de antaño nos toca tan de cerca a los latinoamericanos a partir de la construcción de las relaciones humanas y el ritual de la comida. Gianni vive al cuidado de su anciana madre. Endeudado hasta la médula, deberá aceptar cuidar a la madre y tía del propietario del edificio y hasta a la de su amigo y médico de confianza. Con cuatro ancianas en su pequeño y precario departamento deberá pasar un feriado muy particular. Un feriado particular tiene el distintivo sello de la comedia italiana. Un cine siempre diferente al norteamericano por su cultura ligada a la nuestra. Mientras el cine norteamericano o inglés expone relaciones más frías e individualistas, el cine italiano contiene relaciones más cálidas ligadas a la familia y, por supuesto, la comida, ritual que representa esa unión por antonomasia. La película de Gianni Di Gregorio trasmite a la perfección estas cuestiones. No hace falta explicar porqué este hombre cincuentón, cansado y sin trabajo no interna a su madre en un geriátrico. Tampoco hace falta explicar porqué siente el compromiso de atender como reinas –mal que le pese- a sus particulares huéspedes. Las señoras merecen su atención y respeto por más mal humoradas y quisquillosas que sean. Este hecho envuelve a su personaje en el más gracioso de los enredos. El otro de los puntos a favor del film, es el carisma y la frescura que trasmite cada una de las ancianas, unos personajes en si mismos. Son queribles e irritables a la vez con la misma intensidad. Algo que pone más aún en jaque a Gianni y al conflicto de la película. Un feriado particular se recuesta en un conflicto sólido, sus geniales personajes y la calidez con que su director construye las relaciones entre los mismos, siempre a partir de alguna comida o su preparación. Con estos elementos le alcanza y sobra a la película para ser un alegre entretenimiento que nos invita a rememorar el mejor cine italiano.
Secretos de familia Familia Tipo (2009) es una muestra del gran momento que atraviesa el cine documental. Un misterio en el seno de una familia tipo, surgido a partir de la revelación de una vieja fotografía, desentraña una profunda investigación por comprender una serie de acontecimientos vedados que enlazan temas como la identidad, la memoria y el origen de la verdad. Cecilia Priego, directora, autora y protagonista impulsa la investigación documental que surge a partir de descubrir un misterio que arrastra su padre desde su juventud: la existencia de una hija, media hermana de Cecilia. El hecho se produce al develarle una fotografía de una niña (que originariamente pensó ser ella), y que será el motor de la investigación que la llevará hasta la Guerra Civil española. Priego parte de una fotografía y algunas imágenes de archivo que recolectó de videos hogareños. Pero lo interesante de la construcción que la directora y su hermano -compañero en esta aventura- hacen en el film es que no se limitan a ordenar las imágenes como si se tratase de un rompecabezas, no. Ellos se cuestionan la dimensión antropológica de las imágenes, su significado filosófico y existencial, único camino para comprender no lo que sucedió sino el porqué de lo sucedido. Hay dos recursos formales esenciales en esta construcción cinematográfica: uno son las fotografías y las frases esbozadas sobre ellas, como quien añade un pensamiento a un recuerdo, y que funcionan de forma narrativa para el relato. El otro recurso son las transiciones, distintas imágenes de luz sobre la copa de los árboles, del cielo visto desde el hueco de edificios, fueras de foco o vistas que no llegan a describirse por tomarse desde un tren o micro en movimiento, que hablan de un estado sensorial, de una búsqueda, equivalente a lo vivido por Cecilia y su hermano en este viaje iniciativo. Familia Tipo es una muestra de cómo se puede narrar una historia a través de fotografías y mediante ellas reconstruir el pasado y la vida de una familia. Pero también es un documental moderno en todos sus sentidos: subjetivo, construido desde la investigación y no desde los resultados, tomando elementos de los géneros para contar una historia, y, por sobre todas las cosas, con la capacidad única de cuestionar el pasado para replantearnos el presente y cimentar un mejor futuro.
El evangelio según De Niro “El Bien y el Mal”, “El camino correcto y el incorrecto” son algunos de los tópicos que maneja La revelación (Stone, 2010) la nueva y evangelista película con Robert De Niro, cuya mayor virtud es el duelo actoral que compone el mencionado actor con Edward Norton del que se sacan chispas. También actúa Milla Jovovich interpretando el irresistible sabor del pecado en este thriller religioso. Jack Mabry (Robert De Niro) trabaja en la prisión del condado. Su trabajo consiste en revisar el comportamiento de los reclusos para darles o no la libertad condicional. Ya en edad de jubilarse recibe en su oficina a Gerard “Stone” Creeson (Edward Norton) un preso muy particular que hará lo imposible por quedar en libertad, incluso pedirle a su bella mujer Lucetta (Milla Jovovich) que influya en la decisión de Jack. John Curran –responsable de Adulterio (We Don't Live Here Anymore, 2004)- dirige este filme con tintes evangelistas escrito por Angus McLachlan, que pone el ojo en la línea moral que separa el bien y el mal. Y esto es interesante porque los simbolismos en el filme son varios (incluso demasiado obvios) para representar las escenas “de pureza” y “las infernales”. De esta forma, la iluminación es clave en la película. Las escenas en el hogar de Jack junto a su esposa brindan tonos claros, abundan los blancos. Contrariamente en las escenas de sexo (prácticamente todas en las que aparece Jovovich) son filmadas como la recreación del infierno en la tierra. Ella es la tentación en sí misma -y vaya si lo es- y su manipulación sobrelleva al personaje de De Niro a los más oscuros placeres, perdiendo todo eje sobre su vida. Los movimientos corporales de Lucetta inducen a la serpiente, animal bíblico y simbólico en cuanto al pecado se trate. Ella le da de probar un huevo a Jack (un ejemplo de metáfora previsible) y, a partir de ahí, inicia su camino al infierno. Stone, el personaje de Norton, viene a ser el pastor en esta fábula. El tipo habla incansablemente y trata de desestabilizar a Jack una y otra vez. ¿Y adivinen que? Lo hace. Es quien tiene la revelación, quien experimentó el milagro que lo conecta espiritualmente a otra dimensión. Tenemos entonces tres personajes perfectos para dar una lección acerca del Bien y el Mal. Un anciano que arrastra pecados de su juventud -ideal para recibir su castigo tardío- un preso que se “evangeliza” en prisión y su mujer, la encarnación del mal. Con este cuadro el director John Curran arma un thriller psicológico con contenido religioso que se sostiene gracias a las actuaciones de sus protagonistas. Algo es cierto, se pertenezca a la religión que se pertenezca si uno tiene a Milla Jovovich cerca seguramente entre en la locura de Norton o pierda el camino correcto como De Niro. De eso no hay dudas.
Recuperando la consciencia Siguiendo la senda de Búsqueda implacable (Taken, 2008) el actor irlandés Liam Neeson se posiciona como un héroe de acción sólido y maduro en Desconocido (Unknown, 2011), un thriller impecable planteado como un rompecabezas cuya mejor virtud es la distribución de sus piezas para construir el suspenso. El doctor Martin Harris (Liam Neeson) llega a Berlín con su esposa para dar una conferencia en un congreso de biotecnología pero un accidente lo deja en coma y al despertar, sin identificación alguna, su memoria queda fragmentada y deberá descubrir su identidad y el motivo por el que es perseguido por un grupo de asesinos. Dirigida por Jaume Collet-Serra (La Huérfana) el filme juega en la desesperación de su protagonista por saber quién es. Pero lejos de plantear un conflicto de índole existencial, Desconocido despliega todas sus armas en arte del suspenso y la acción a cargo de su protagonista y con el pulso narrativo de su realizador. La producción está a cargo de Joel Silver productor de clásicos del cine de acción como Arma Mortal (Lethal Weapon, 1987) y Matrix (1999). La trama por momentos tiene puntos de contacto con el filme de Roman Polanski interpretado por Harrison Ford en 1988 Búsqueda frenética (Frantic), por plantear un misterio que envuelve a un personaje de origen americano en una ciudad ajena y hostil. Los alemanes Bruno Ganz (La caída), Sebastian Koch (La vida de los otros) y Diane Kruger (Bastardos sin Gloria) y los norteamericanos Frank Langella (Frost / Nixon) y Aidan Quinn (Leyendas de pasión) entre otros, conforman el gran reparto que acompaña a Liam Neeson en la película. Hacía tiempo que el cine de súper acción necesitaba un héroe acorde a los tiempos que corren. Terrenal, no adolescente, que se valga sólo de su fuerza e inteligencia para suplir al destino. Liam Neeson parece conseguir dar a la perfección con ese rol siendo, ni más ni menos, el héroe que estábamos esperando.
¿Querés bailar? Dentro de diez años cuando uno recuerde al nuevo filme de Darren Aronofsky lo que pasará por nuestras mentes será un primer plano de Natalie Portman. Porque El Cisne Negro (Black swan, 2010) se sostiene en la gran actuación de la actríz de V de venganza (V for Vendetta, 2006) atormentada por la presión de su maestro de baile, su contrincante, su madre y la cámara, que no la deja tomarse un respiro en todo el relato. Nina Sayers (Natalie Portman) es una bailarina clásica que aspira al papel del cisne negro en el clásico Lago de los cisnes a interpretar en la compañía de baile de Nueva York. Obsesionada con el papel y presionada por su entorno, la joven hará lo imposible –hasta que lo imposible se haga presente, locura mediante- para lograr sus objetivos. Darren Aronofsky ya había demostrado en El Luchador (The wrestler, 2008), que el conflicto psicológico de sus personajes lo materializa físicamente. Es en el cuerpo donde se hacen gráficos los síntomas de autodestrucción. Y en el caso de El Cisne Negro apela a todas las lesiones de la danza: uñas quebradas, pellejos arrancados, quebraduras, etc; para simbolizar la obsesión desmesurada de un personaje al borde de la locura. Así, cuando el daño no es marcado visualmente en el físico, es el rostro de Natalie Portman el que expone los sufrimientos internos del personaje. Torturada, reprimida y presionada en demasía, ella se comporta cómo un mártir del ballet, al que es admirable ver en escena. A la fórmula personaje mártir - entorno hostil - relaciones perversas, se le suma el efectismo explotado por el director de Requiem por un sueño (Requiem for a Dream, 2000) en el montaje, la edición de sonido y los reducidos encuadres que su protagonista soporta. Con estos elementos la nueva película de Aronofsky mantiene la tensión todo el relato y alcanza momentos de alto vuelo poético convrtiéndose en un gran filme, hasta ahora el más logrado de su trayectoria, combinando el enfoque audáz y provocador de sus primeras películas con un personaje frágil, sensible y sufrido, de ésos a los que Hollywood le encanta premiar con el Oscar.
Simplemente genial Podríamos decir que Temple de acero (True Grit, 2010) es un western con todas las de la Ley si no fuera porque la nueva película de los hermanos Cohen justamente deja la Ley de lado para internarse en los salvajes códigos del lejano oeste donde prima la violencia y el “ojo por ojo”. Una historia clásica muy bien narrada, mejor filmada y excelentemente actuada. Las palabras sobran, hay que verla. Mattie Ross (Hailee Steinfeld) llega al pueblo con un único fin: encontrar a alguien que le ayude vengar a muerte de su padre. Entre las opciones, elige al comisario más sádico conocido por su “temple de acero” para matar, interpretado por Jeff Bridges. Luego de varios intentos lo convence y se internan junto a LaBoeuf (Matt Damon) en la expedición para hallar a Tom Chaney (Josh Brolin), asesino de su padre, donde se desparramará mucha sangre. Apoyados en una narración clásica, los directores de Sin lugar para los débiles (No country for old men, 2007) vuelven a dejar los guiones originales que los caracterizan para adaptar una novela como en el film mencionado el cual los galardonó con el premio Oscar a la mejor película en 2008. En este caso, la novela de Charles Portis Temple de acero fue llevada a la pantalla nuevamente luego de la versión interpretada en 1969 por John Wayne que le valió un premio Oscar de la Academia al mejor actor. Pero la película de los Cohen se destaca por sí misma. El pulso narrativo, los personajes bien construidos, los manejos de cámara acentuando los puntos de vista, demuestran en los directores a los grandes realizadores que son, incursionando –y dominando a la perfección- un género no transitado hasta el momento, de manera clásica pero a la vez imponiendo su estilo y visión del mundo. La violencia es el tema de la película. No hay personajes “buenos” al estilo John Wayne en esta versión, aquí todos están poseídos por el instinto asesino de buscar sangre: la niña quiere la muerte del asesino de su padre (no quiere justicia, sólo matarlo), Rooster Cogburn (Jeff Bridges) demostrar que no le tiembla el pulso cuando de matar se trata y LaBoeuf que llegado el momento su ética no se interpondrá entre el objetivo y su pistola. Tres generaciones dispuestas a derramar la sangre necesaria para cumplir su plan. Los Cohen como en Sin lugar para los débiles, realizan un discurso sobre la violencia en el subtexto de Temple de acero, y cómo ésta despoja a los protagonistas de un futuro prometedor. El tiempo adquiere un lugar primordial y el paso del mismo queda marcado “físicamente” en los personajes. Todo el filme apela a la construcción de un western clásico, la toma panorámica, los planos americanos, la fotografía gran angular, los primeros planos en los duelos y a nivel temático, el bien y el mal, la falta de justicia, el orden versus la barbarie, elementos excelentemente trabajados para atrapar al espectador con la historia y los personajes. De forma inteligente, los Cohen infiltran su discurso de sangre por debajo de la trama, como en el mejor cine clásico, donde un gran tema es acompañado por un gran relato.
Mientras tanto Dulce Espera (2009), película de Laura Linares que narra las peripecias de una joven marginal que espera enamorada en las frías afueras de la ciudad de Bariloche que su novio salga de la cárcel, es un film independiente que establece un juego entre descripción y narración para hacer foco en las sufridas condiciones de vida de sus protagonistas. No hay explícitamente un discurso acerca de las clases marginales y sus condiciones infrahumanas, no hay un discurso sobre el sistema carcelario o la sociedad de consumo que margina a parte de la población. Sin embargo, se advierte en el film, una intención de mostrar en inferioridad de condiciones a la clase social que representa Valeria, victimizándola por momentos. La escena que describe el baño “en palangana” de Valeria, a falta de ducha en su casa es uno de los casos. Las escenas del centro turístico de Bariloche con los paseantes comprando mercancías, o el plano inicial de Valeria caminando cuesta arriba con su bebé en brazos mientras el resto de los habitantes circulan en auto, exponen la carencia de los carenciados. Los mejores momentos del film son la discusión de Lucas -novio preso de Valeria- con su madre acerca del bien y el mal, las escenas en la iglesia -única institución de contención ante tanta desigualdad social- y la reunión de cosméticos Avon, la marca que desde su mensaje de “todos tienen las mismas oportunidades” vende ilusiones de trabajo y belleza a sus aspirantes a vendedoras. Dulce Espera corresponde así a un cine de contemplación y reflexión que deja entrever varios subtextos por debajo de la trama, llegando a ese lugar donde lo no dicho vale más que lo dicho. Funciones: Los viernes y domingos en el horario central de las 20 hs en el Malba durante el mes de febrero. A partir del jueves 10 de Febrero también en Arte Cinema - Espacio INCAA Km 3, Salta 1620. Y a partir del jueves 24 de febrero se suma el Espacio INCAA Km 0 Gaumont. Av. Rivadavia 1635.