Bienvenidos al paraíso La nueva película dirigida por el reconocido actor George Clooney y co-escrita por los hermanos Coen decepciona. Tal vez la vara esté muy alta para este tipo de realizadores, ya que sus trabajos anteriores suelen estar a un nivel superlativo. Los errores más destacables son por parte de un guion que intenta crear un mundo en el cual las cosas se descontrolan a niveles inverosímiles a partir de la llegada de una familia negra. Se cuentan dos historias en paralelo que no se logran entrelazar como se hubiese querido, con esta familia y el crimen dramático de la familia Lodge. No se llega a formar empatía con ningún personaje, lo cual hace que el drama o suspenso pierdan un valor significativo. A su vez, los personajes están casi caricaturizados, lo que hace que en parte funcione todas las reacciones que de otra forma parecieran imposibles de suceder. No funciona la crítica social que intenta plasmar a través del racismo en Estados Unidos. Por otra parte, la fotografía es excelente, así como también la ambientación en 1959. La banda sonora acompaña, haciendo que la película realmente parezca de esa época. Tiene un gran elenco y los actores logran un buen trabajo, sobretodo el niño Noah Jupe interpretando a Nicky Lodge. Dato de color: la película compitió en el Festival Internacional de Cine de Venecia y contó con un presupuesto de 25 millones de dólares.
Una rapsodia antipatriarcal Heterofobia es la nueva película de Goyo Anchou, donde nos cuenta la vida de Mariano, un joven gay que, habiendo sido primero violado y luego rechazado por un amigo heterosexual con quien tenía vagas ilusiones románticas, tiene un recorrido emocional que va desde el sentimiento inicial de culpa y la voluntad mesiánica de redención, hasta llegar, a través de la rabia castradora, a la conclusión final: que la única acción posible contra el patriarcado es la revolución. Con una historia de vida sumamente dramática, la trama nos lleva a un film sumamente experimental con la finalidad de reflejar momentos, pasiones y sentimientos. Lo que la película logra es sacarnos de la zona de confort con la paleta de colores y la doble voz en off. A su vez, el montaje ayuda a este trabajo “fuera de lo común”, con reiterada yuxtaposición y división de pantalla. No así es el destaque de la dirección de fotografía, que se pierde entre tanto estímulo. Heterofobia dialoga a partir de una particular manera de narrar y hacer cine, que poco estamos acostumbrados a ver, adaptando el lenguaje al material para construir la narración.
El susto se renueva La saga que inició como Saw vuelve en su octava entrega para demostrar que siempre se pueden crear nuevas líneas narrativas. La vida de John Kramer (Tobin Bell) es de nunca acabar pues su ideología se incrustó en la población teniendo seguidores y fans de sus macabros juegos. Por si no lo recuerdan o se perdieron alguna de las películas anteriores, Kramer muere por un cáncer avanzado, pero el juego continúa (sí, el título en Hispanoamérica es sumamente obvio). En este caso se recrea la historia diez años después de la muerte del mítico asesino justiciero, quien pone a prueba a juegos de vida o muerte a personas que han cometido errores muy graves o simplemente no supieron darle importancia a la vida. Este film, -como los pasados- no te dejan respirar por un segundo, el suspenso que logran crear a través del contra-reloj de los juegos no perdió su esencia. Como así tampoco la increíble musicalización en momentos tensos. Como era de esperarse, cuenta con giros narrativos impresionantes, esto es algo que hizo que la saga sea famosa y rompa con ciertos paradigmas. También las ingeniosas trampas mortales y formas de ganar el juego. Con el morbo como bandera -siempre amaron destrozar cuerpos humanos-, la película de los Spierig, logra renovar esta historia que parecía finalizada. Aunque lo mejor sería terminarla de una vez porque se copia y repite constantemente de sí misma, seguramente seguirán saliendo por cuestiones rentables. En tu cara, Rápido y Furioso.
Petróleo sangriento Desde principios del Siglo XX, Ingeniero White, puerto comercial de Bahía Blanca, es un lugar de afincamiento de muchos inmigrantes europeos. Pero con la instalación de uno de los mayores polos petroquímicos de Argentina, esos tiempos prósperos se transformaron en el centro de un combate de clases, destinado a desentronizar un poder superior al de la gente, el de las multinacionales que se fueron adueñando del futuro, amparadas en el discurso del progreso. Este documental por parte de Fernando Krichmar pone en tela de juicio el concepto de progreso a partir de diferentes entrevistas a habitantes de Ingeniero White, uno de los pueblos portuarios de Bahía Blanca. Pone en evidencia el uso de la política para dar esperanzas de futuro, emprendimientos y el bendito progreso que nunca llegó. Desde los ferrocarriles hasta la instalación del polo petroquímico y multinacionales que se encargaron de generar desmanes ambientales como enfermedades en parte de la población de Ingeniero White. Esto también produjo desempleo en todo el pueblo, dicho por los mismos protagonistas. Krichmar logra alzar la voz por todos aquellos ciudadanos que fueron y son perjudicados por empresas que no les importa el bienestar social sino su propio bolsillo.
El desvío Esta ópera prima de las directoras Cecilia Atan y Valeria Pivato retrata la vida de Teresa (Paulina García). Una mujer solitaria, atravesada por la edad y la vida rutinaria de ser empleada doméstica emprende el viaje a su nuevo destino, San Juan. En este lugar podemos ver la mayoría de las escenas, que con una perfecta selección de planos nos demuestra la hermosura y particularidades de la zona. Además de acompañar a la perfección a la protagonista, en su vida desértica. Con respecto al guion, también es un acierto de parte de las directoras. Logran que con pocas palabras conozcamos a la protagonista como si fuera un miembro de la familia, una tía. Una señora chapada a la antigua, de pocas palabras se combina con el genial y desfachatado Claudio Rissi, conocido como “El Gringo”. La química entre ellos se entrelaza de manera que un personaje equilibra al otro de manera fascinante. Y como seguramente desearon las guionistas, terminamos queriendo ver más sobre ellos que sobre el conflicto inicial. Cabe destacar los planos generales donde aparece la protagonista en el medio del desierto sanjuanino, son increíbles. Como así también los acercamientos hacia la cultura sobre la Difunta Correa. Excelente fotografía, mérito de Sergio Armstrong.
El deseo de ser mamá La nueva película de Diego Lerman, titulada Una especie de familia, cuenta la fuerte historia de Malena (la hispano-argentina Bárbara Lennie) en la busca adoptar a un niño de manera informal a través del Doctror Costas (Daniel Aráoz). Malena se llevará al hijo que dará a luz Marcela (Yanina Ávila) pero la aparición de un supuesto pariente de la embarazada hará que quede involucrada en una oscura red de tráfico de bebés. La película muestra de manera precisa la dificultad en la cual se relacionan personas que se desconocen tanto para dar en adopción a un hijo o para adoptar al recién nacido. Una historia muy fuerte que replantea la importancia de tener alguien a quien cuidar. Y sobretodo de las diferencias de clases sociales, donde el problema de la clase alta en este caso es querer adoptar a un bebé y en la clase humilde el conflicto consiste en sobrevivir. Bárbara Lennie se come todo el film de punta a punta, y aunque el resto del elenco no la acompañe mucho y por momentos se vean sobreactuaciones, logra funcionar. El director hace un buen trabajo en conjunto con el guion para poder representar puntos de quiebres en la vida de una persona.
El precio de la perfección Actriz, la película de escrita y dirigida por Fabián Fattore, relata parte de la vida de Analía Couceyro, una actriz de teatro. Con un formato de imagen en blanco y negro, podemos ver a la protagonista repitiendo una y otra vez los guiones que debe aprenderse. En palabras de su director, “Actriz surge a partir de una imagen clara que tuve un día mientras hablaba con una amiga actriz. Me contaba que estaba por empezar a ensayar una obra. Me quedé pensando en cómo sería filmar ese proceso y rápidamente surgió esa imagen. Una imagen muy definida. Un plano corto de una mujer estudiando, memorizando un texto. La imagen era en blanco y negro y el formato 4:3″. Con cámaras fijas y duraderas escenas, nos acerca no solo a una profesión (como es la actuación) sino a un estilo de vida. Dota de un buen trabajo de Analía -la cual vemos en todo el film- y un trabajo excelente de iluminación, para dar en la tecla en la dificultad de solo usar blanco y negro.
El hombre que perdió sus ilusiones Esta comedia de Pablo Stigliani logra cautivar al espectador a través de la relación padre-hijo que interpretan Mike Amigorena como Mario y Román Almaraz como Lucas. Además se suma Iair Said, como el amigo del protagonista. Un acierto implacable del director es haber centrado la historia en este trío y no en la música. Si bien el protagonista trabaja de cantar canciones de Sandro -y a partir de eso se envuelven en la aventura de un tour de fin de semana- la historia valiosa es la reconstrucción del vínculo entre un padre que estuvo ausente y un adolescente que tiene que aprender lecciones de vida. Aunque el film es algo predecible desde el principio, no deja de ser una historia con muchísimo humor, momentos de desencuentro y tensión. Como así también refleja con perfección el amor y el sufrimiento humano -más allá de la edad de cada personaje-. Punto a parte es el carisma de Mike Amigorena en todo momento, y la excelente voz que tiene para cantar. Hace falta destacar la comiquísima actuación de Iair Said y la empatía que genera Román Almaraz.
Si lo sabe cante En Cantantes en guerra el director Fabián Forte reúne a los protagonistas de Socios por Accidente para introducirlos en el mundo de la música pop. José María Listorti le da vida a “Richie” con el humor que nos tiene acostumbrados, haciendo de una estrella con caprichos absurdos y un narcisismo imponente. Por otra parte, Pedro Alfonso interpreta a su amigo “Miguel”, con un personaje un poco más serio, soñador y familiero. La forma de ironizar a los artistas de ese ámbito es divertido, pero el guion carece de originalidad. Es un tipo de historias con cliché, los amigos separados que se reencuentran, la venganza y la moraleja. Esto hace que pase a pertenecer a un espectador aniñado, del estilo de films que trasmite Disney en su pantalla a partir de sus series. La repetición de chistes hace que desaparezca la idea principal. Pareciera que la película toca varios temas, pero ninguno en profundidad. Es una indecisión constante por parte del guionista que no encontró como explotar al 100% los actores. Para ser una comedia de este estilo, los protagonistas están bien casteados. Ambos tienen carisma frente a la cámara, y a pesar de la idiotez del personaje de Listorti, se hace querer.
En la ciudad de la furia Construcción fija para habitación humana es la ópera prima de la directora Adriana Casas. En este movilizante documental se pone en manifiesto las incomodidades arquitectónicas en las cuales habitamos cotidianamente. Se puede ver y escuchar a diferentes personas que viven en un edificio con diecinueve pisos y siete departamentos en cada uno (119 departamentos en total). Relatan las complicaciones y limitaciones que se producen al convivir con tanta gente en un espacio sumamente reducido. Constantemente da a entender que las decisiones de arquitectos no benefician a los ciudadanos, sino que achican espacios para una mayor rentabilidad a nivel inmobiliario. Es un análisis sociológico muy interesante que desembarca directamente en lo valioso de los espacios que ocupamos. Las entrevistas son buenísimas, con frases memorables que dan cuenta de que además de inquilinos, son personas pensantes con sueños, preocupaciones y ambiciones. Cabe remarcar el excelente trabajo de Adriana Casas, dado que es muy difícil lograr un documental de esta magnitud. Y se encarga de prácticamente todo: sonido, cámara, guion y dirección.