Este trabajo describe una bonita y anecdótica historia de cruces, encuentros y desencuentros en el transcurso de un fin de semana en el que se celebra el Festival de Cine Independiente de Cosquín. Pero lo realmente importante de Tres D es que con la excusa de realizar entrevistas y cubrir las actividades del festival los protagonistas de la ficción registran miradas sobre el cine contemporáneo de algunos de los tipos más lúcidos que hay en nuestro medio, como Gustavo Fontán, Nicolás Prividera y José Celestino Campusano. Del pequeño cuento que acompaña a estas intervenciones vale destacar las actuaciones, y especialmente la naturalidad de Micaela Ritacco.
Tunteyh o el rumor de las piedras es un documental filmado casi íntegramente dentro de una comunidad aborigen salteña llamada Nop ok wet. Ellos viven a orillas del Rio Pilcomayo. De esas aguas beben, sacan los peces que son su alimento y se bañan. Pero este medio de sustentabilidad, vital para la comunidad, se está deteriorando. Los desmontes han provocado desbordes e inundaciones, y es posible que sus aguas estén contaminadas por la actividad minera que se produce en Bolivia. Si bien se puede pensar en Tunteyh… como en una obra sobre ecología, este trabajo de características etnográficas desarrolla distintos tópicos. La relación de la comunidad con lo “criollo”, la preservación del idioma y su cultura a través de la transmisión oral del conocimiento y la imposición de una cultura y una fe ajena mediante la educación pública son algunos de ellos. El nombre de este documental proviene de un juego ancestral a través del cual los niños wichí toman contacto con las nociones de unidad, cantidad, tiempo y espacio. Esta es una de las prácticas que han sobrevivido a las invasiones culturales externas. Durante todo el metraje existe la voz narradora de Jairo Martinez, un miembro activo de la comunidad que trabaja como maestro auxiliar bilingüe en la escuela primaria ayudando a los chicos wichí a integrarse a la educación estatal. Él, además, es quien toma la iniciativa de probar la veracidad del rumor que más inquieta a su sociedad, el de la contaminación del agua del río Al contenido la realizadora le aporta una búsqueda estética notable. Encuadres precisos, un elegante trabajo de sonido y la fotografía de Rafael Sammartino, que enfatiza la vitalidad y la fuerza de la luz solar, son las herramientas que utiliza Marina Rubino para llevar adelante esta valiosa propuesta. Por Fausto Nicolás Balbi redaccion@cineramaplus.com.ar
Gabor tiene forma de diario (personal y de rodaje) y comienza cuando el cineasta Sebastián Alfie recibe el encargo de realizar un cortometraje que refleje el trabajo de una fundación catalana que ayuda a que personas recuperen la vista en los sectores más pobres de Bolivia. Buscando equipos para el rodaje Sebastián conoce al protagonista excluyente de este filme, Gabor, un director de fotografía húngaro retirado que perdió la vista hace diez años. Con los temores lógicos del caso Sebastián le propone a Gabor que vuelva al ruedo y oficie de director de fotografía del documental que realizará en Bolivia. A partir de allí el filme reflejará la relación entre el realizador y su protagonista, las dudas, las discusiones vinculadas al trabajo y la cotidianidad. Alfie demuestra su sensibilidad al correr el riesgo de confiar en Gabor mientras que este pone de manifiesto su talento y personalidad. Impresiona ver la perfección de los planos que consigue. Lo más significativo de este filme es su capacidad para modificar la realidad de las personas, por un lado Gabor vuelve a trabajar después de muchos años, por otro lado él convence a un panadero ciego de que vuelva a hacer pan para el cortometraje. Y ese no será el único aporte del protagonista que también discute tanto cuestiones técnicas como éticas. Seguramente durante el largo proceso de montaje (llevó más de un año) Sebastián Alfie tuvo que dejar en el camino algún momento tan bello como los que hay dentro del corte final, administra muy bien los recursos para ofrecer un relato impecable. Por Fausto Nicolás Balbi redaccion@cineramaplus.com.ar
Siete cajas es el primer largometraje de la dupla de realizadores paraguayos Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori. Ellos ya realizaron cortometrajes y ficciones para la televisión de su país. El populoso mercado 4 de Asunción es escenario de este thriller en el que el protagonista es Víctor, un muy joven carretillero. Encandilado al ver su propia imagen en la pantalla de un celular, él intentará acceder a ese objeto de deseo aunque deba tomar ciertos riesgos para conseguirlo. Así aceptará trasladar y esconder siete cajas cuyo contenido desconoce. Un cadáver, una fuerte suma de dinero en efectivo y una serie de equívocos serán el motor de este filme. Pero no solo de la adrenalina y la ambición se nutre Siete cajas. Es muy interesante la manera en la que los directores retratan el espacio del mercado y sus “habitantes”. El mercado es un personaje más, el que marca el ritmo del relato. El otro eje que la dupla trabaja con inteligencia es la fascinación que provoca la imagen, el reconocimiento. El deseo de fama, aunque sea efímera, o el simple hecho de verse representado en una pantalla, como si esa fuera la única manera de trascender, o incluso de existir. Además de ser realizadores Maneglia y Schembori se dedican a la formación de actores para soportes audiovisuales. Esta experiencia, sumada a un cuidado casting, fue fundamental para conseguir un reparto homogéneo y contenido en el que se destacan su protagonista Celso Franco y la brillante composición de Lali González (en el rol de Liz, su joven amiga). Los países con filmografías no demasiado extensas suelen aparecer en el mapa cinematográfico con sorpresas efímeras. Pero Siete cajas es más que una figurita rara que los festivales se pelean por conseguir; este suceso de taquilla y crítica es un hito importante al aparecer en un momento en el que la producción anual está creciendo y se empieza a discutir la necesidad de la creación de una ley de cine. Ojalá que autores como Maneglia – Schémbori, Renate Costa, Pablo Lamar, Paz Encina y muchos otros, puedan desarrollarse al amparo de una ley. Por Fausto Nicolás Balbi fausto@cineramaplus.com.ar
En Aire libre, Anahí Berneri (Un año sin amor, Por tu culpa) vuelve a demostrar su talento para narrar lo cotidiano. En este caso los protagonistas son una pareja de jóvenes (interpretados por Leonardo Sbaraglia y Celeste Cid) que se quieren pero no parece que puedan encontrar puntos de contacto. Al comenzar el filme Lucía y Manuel acaban de vender su departamento y tienen una casona en las afueras a medio construir. Ellos y su pequeño hijo deben mudarse a la casa de la madre de Lucía mientras el nuevo hogar continúa en obra. Entonces la fractura entre ellos se hará más evidente y se irán distanciando sin remedio. Berneri construye un relato fragmentario cargado de elipsis que busca centrarse en esos pequeños momentos en los que las actitudes egoístas operan sobre la relación y el desgaste se hace más grande. Son especialmente logradas las secuencias sexuales en las que la realizadora muestra como los cuerpos de Lucía y Manuel se buscan y se repelen con idéntica intensidad transformando a la cama como espacio de disputa, donde la batalla por el poder, por imponer el dominio frente al otro, pueden más que el deseo y la búsqueda del placer. Las notables actuaciones de Sbaraglia y Celeste Cid, la solvencia narrativa de Anahí Berneri, el sólido guión de la propia realizadora y Javier Van de Couter, sumada su corrección técnica, hacen de Aire libre otro notable exponente del gran año que está viviendo el cine argentino. Por Fausto Nicolás Balbi redaccion@cineramaplus.com.ar
Godzilla es la segunda adaptación estadounidense del monstruo japonés nacido en la década del 40 poco después del bombardeo atómico sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. En esta versión Godzilla, a pesar de la destrucción que despliega a través de sus espasmódicos movimientos, se viste de héroe porque despierta para cazar a otros dos monstruos conocidos en la película como OTENI (Organismo Terrestre No Identificado) de los que el afamado dinosaurio gigante resulta ser su predador natural. Esta versión de Gareth Edwards intenta sostener su narrativa a través de una previsible subtrama melodramática vinculada a la familia, la pérdida y la “locura” científica en la que el héroe es un militar estadounidense. Quien quiera acercarse al cine para ver a Juliette Binoche debe saber que su participación termina durante el preludio del filme, en los primeros diez minutos de película. Aunque el 3D no esté aprovechado las pocas virtudes de Godzilla descansan en los efectos visuales, la lucha de los monstruos y la destrucción de las ciudades que ellos visitan. Muy poco para un filme que dura poco más de dos horas que busca llegar al público a través de la emoción y generar conciencia ecológica. Por Fausto Nicolás Balbi fausto@cineramaplus.com.ar
Inevitable está basada en la pieza “Cita a ciegas” del dramaturgo Mario Diament (responsable también de la reconocida obra “Tierra del fuego”). El protagonista es Fabián, un ejecutivo bancario cuya rutinaria existencia dará un sorprendente giro al conocer a un escritor ciego, inspirado claramente en Jorge Luís Borges, y una joven artista que despertará los más oscuros deseos de Fabián. Los créditos de apertura están acompañados por una secuencia en ralentí en la que dos personas se cruzan azarosamente en calles españolas muchas décadas antes de la época en la que se sitúa el relato. Ese breve encuentro entre el escritor y la mujer dejará huellas en ambos personajes y dinamizará la narración. El recurso de la cámara lenta aplicado a una secuencia de varios minutos claramente no es la decisión más adecuada para comenzar una película, pero una vez que el relato, ambientado en la Buenos Aires de los años 80, empieza a desarrollarse el director Jorge Algora (El niño de barro) demuestra gran habilidad para disimular el origen teatral del texto y darle aire y dimensiones cinematográficas. A favor de Inevitable también debe decirse que hay una sólida dirección de actores, la composición de Federico Luppi encarnando a ese casi Borges crepuscular es notable, pero el resto de los intérpretes encabezados por Darío Grandinetti y Antonella Costa también brindan sólido trabajos. Algora cuenta esta historia de un oficinista enloquecido dispuesto a arriesgarlo todo por una mujer más joven, ensayando motivaciones y lecturas borgeanas vinculadas al amor y su sino trágico, pero la profundidad del guion no está a la altura de ese intento. Por otra parte Inevitable en ningún momento transmite esa tensión, ese nervio que siente el protagonista y que lo lleva a movilizar la acción del relato. Más correcta que lograda, inevitable termina siendo una película perfectamente evitable. Por Fausto Nicolás Balbi fausto@cineramaplus.com.ar
La tercera orilla es el trabajo más ambicioso de Celina Murga hasta la fecha. La acción vuelve a situarse en Entre Rios, provincia natal de la realizadora quien en una entrevista concedida a Cineuropa sostuvo que “me interesa seguir mostrando mi provincia en mis películas. Su geografía, sus colores, texturas y sonidos me inspiran”. Pero hay otra constante mucho más interesante en su cine, ella posa su mirada sobre la juventud y el punto de vista es el de un joven. El protagonista de La tercera orilla es Nicolás, un adolescente cuyo padre, un respetado médico de la zona, tiene dos familias, la de Nicolás, su madre y sus dos hermanos y la “oficial”. Sin embargo él, sin pedirlo ni quererlo, es tratado por su padre como el sucesor. El mandato paterno genera en el protagonista una incomodidad constante que se traduce al lenguaje cinematográfico en forma de tensión constante. 2 Cuando puede elegir Nicolás es callado, prefiere el rol de observador desde donde custodia el bienestar de su familia que son simplemente su madre y sus hermanos (incluido su “otro” hermano). Pero poco a poco las redes de su padre lo irán cercando y los pequeños gestos de desinterés de este por sus hermanos generarán un crecimiento constante de esa tensión que en algún momento deberá explotar. Celina Murga retrata la cotidianeidad de este grupo de personas con la sencillez y sensibilidad que ya demostró en el resto de su obra. El registro algunos lo vinculan al documental pero también es heredero de algunas de las películas inaugurales del “nuevo cine argentino” de finales de los 90 y comienzos de siglo, tal vez con mayor nervio y estilización. La tercera orilla relata la abrupta transformación del final de la adolescencia a la joven adultez con la forma de un tortuoso viaje interior motivado por el desprecio por ese padre que lo insta a cumplir un rol que no desea. Un relato exquisito y vital que demuestra porque Martin Scorsese se interesó en la obra de Celina Murga. Por Fausto Nicolás Balbi fausto@cineramaplus.com.ar
Dallas Buyers Club: El club de los desahuciados cuenta la historia real de Ron Woodroof, un vaquero texano que descubrió ser portador del virus del SIDA en 1985, años en el que no existía un conocimiento masivo sobre la enfermedad y cuya mortalidad era inevitable. Al enterarse de su condición terminal Woodroof comienza una investigación exhaustiva sobre los avances médicos de su padecimiento. Así descubre drogas alternativas y complejos vitamínicos que no estaban autorizados en los Estados Unidos. Entonces elige poner el cuerpo para ingresar estos medicamentos al país y genera así un club de compradores de estos tratamientos alternativos. Pero el cambio fundamental de Woodroof es interno. Al comienzo del filme el vaquero es un ser homofóbico bastante brusco, pero luego construye una relación muy cercana con una travesti llamada Rayon quién será su socia y amiga, y sus valores se modifican. De igual manera en el afán de conseguir una mejor calidad de vida para sí mismo y los demás HIV positivos, se transformará en un referente social, especialmente dentro de la población gay. Otro de los aspectos interesantes del filme es que muestra como operan los laboratorios médicos. En ese momento en Estados Unidos para el SIDA solamente se utilizaba la AZT, una droga creada para combatir el cáncer y que suministrada en grandes dosis afectaba muchísimo la endeble salud de los pacientes. La película revela como, sin haber sido adecuadamente comprobada, los laboratorios consiguen que su droga sea autorizada por el FDA (Food and Drug Administration) quienes a su vez perseguirán a Woodroof en sus intentos por afianzar el cóctel de sustancias. Pero Dallas Buyers Club: El club de los desahuciados es esencialmente una película de actores. El trabajo de Matthew McConaughey, en el rol de Ron Woodroof, es complejo, logra una composición humana y verosímil, incluso en su transformación personal. Jared Leto y Jennifer Garner acompañan en personajes secundarios valiosos que ayudan al lucimiento del propio McConaughey y al resultado final de la película. Por Fausto Nicolás Balbi fausto@cineramaplus.com.ar
Los desechables, opera prima de Nicolás Savignone, es una película dividida en cuatro episodios. Los tres primeros presentan a hombres que enfrentan una situación sentimental difícil. Y el final es un capítulo llamado “Purgatorio” en el que estos tres protagonistas, compañeros de trabajo, serán psicopateados por su jefe quién sostiene que uno de ellos le hizo perder millones a la compañía llevándola a la quiebra. Como muchos filmes episódicos Los desechables es una película despareja. El primer segmento (“Fantasma”) es el más logrado. Allí se destaca una fantasmática presencia encarnada por la intérprete Mariela Finkelstein quien da muestras de solvencia actoral y naturalidad. El segundo (“Casa de huésped”) no presenta mayor complejidad narrativa y carece de interés, mientras que el tercero (“Medios elenco inestable”) expone buenas ideas pero no están logradas en parte por la pobreza de algunas interpretaciones, y en parte por cierta improvisación que se adivina en el guion. Propuesta distinta, libre y profundamente independiente, Los deshechables carga con algunos lastres insoportables: una narratividad despareja, así como ciertas actuaciones, y una teatralidad desafortunada para el ámbito cinematográfico. Por otra parte, la decisión de que cada segmento transcurra en un espacio único configura un hándicap que este filme no logra sortear. Por Fausto Nicolás Balbi fausto@cineramaplus.com.ar