Una atracción fatal Con el protagónico de Jennifer López llega este thriller convencional y previsible sobre una profesora de literatura acosada por un vecino obsesionado con ella. Escaso suspenso y personajes poco creíbles. Que Jennifer López es rápida para los números no es ninguna novedad, ya que aquí oficia como productora y también protagonista de un thriller del estilo -aunque está a años luz- de Atracción fatal, donde el affaire sexual se transforma en obsesión y luego en locura. Aunque la idea fue vista en varias oportunidades, aquí podría haber funcionado con la dirección de Rob Cohen -Corazón de dragón, Triple X-, pero el desarrollo de una historia previsible y poco creíble, a excepción de algunas escenas, arruinan el resto. Cercana obsesión, una traducción poco feliz del original The boy nex door, parte de un planteo sencillo: Claire -López-, una profesora de literatura madura se siente atraída por Noah -Ryan Guzmán, el de Step Up4-, un vecino joven que se muda frente a su casa para cuidar a un pariente en silla de ruedas. Mirada va, mirada viene y el encuentro sexual entre ambos no tarda en concretarse, con algunas escenas que muestran sus cuerpos en acción. El problema es que ella está por separarse, tiene un hijo adolescente y con el correr de los días su vida se tornará una pesadilla cuando Noah se infiltre en su vida familiar. El mayor inconveniente es que nada de lo que se cuenta resulta creíble y el suspenso es tartamudo. La única escena que vale la pena es la del colegio, cuando la protagonista encuentra el aula donde dicta clases repleta de fotografías íntimas con su vecino. Si uno espera que ocurra algo en la escena del automóvil, la predicción se concretará a la brevedad. La presencia de una directora ingenua, un marido arrepentido que intenta reconquistar a su hijo adolescente, a quien Noah tiene entre sus manos y una forzada secuencia final desarrollada en un granero tampoco contribuyen para que el film llegue a buen puerto. Mejor dejarla pasar o, simplemente, cerrar la ventana.
En busca de una nueva oportunidad Un guionista que conoció el éxito quince años atrás acepta un trabajo como profesor de escritura mientras intenta encontrar un nuevo rumbo en su vida. Tanta cátedra sobre los recursos del guión, acá no dieron muchos resultados. Del mismo director de Letra y música y ¿Y dónde están los Morgan?, Marc Lawrence, llega otra comedia romántica protagonizada por Hugh Grant, rostro emblemático del género, en esta historia que bucea en la vida de Keith Michaels, un guionista que llegó a ganar un Oscar quince años atrás, y ahora, al borde de los cincuenta, está separado y todavía es recordado por ese éxito. Incapaz de que sus ideas resulten tentadoras para la industria del cine, acepta un trabajo como profesor de escritura en una población alejada de Los Angeles. Allí conoce a Holly -Marisa Tomei, ¡grandecita para este tipo de papeles!-, una madre soltera que lucha con dos trabajos para poder obtener el título universitario. A pesar de que Holly tiene un novio nuevo y de que Keith no es capaz de mantener su romance en secreto, los dos se sienten identificados por su necesidad de una segunda oportunidad. Escribiendo de amor carece de grandes gags y situaciones graciosas, y el poco interés que despiertan algunas escenas se le deben a su protagonista, un autor que está reescribiendo los nuevos capítulos de sus días. En la trama aparecen una alumna seductora que lo lleva a la cama; la encantadora Holly; el director del instituto -J. K. Simmons, el profesor de Whiplash- y las lágrimas cotidianas que le provocan sus mujeres, y un nerd que se transforma en un ingenioso guionista de la clase. La película no ofrece más sorpresas que la de un cálido romance otoñal que enfrenta obstáculos. Quizás los seguidores del género salgan conformes después de ver la película, pero lo cierto es que tanta cátedra sobre los recursos del guión, aca no dieron muchos resultados.
El pasado que vuelve a modo de rompecabezas El thriller cuenta con una magnética actuación de Charlize Theron, una mujer que revisa el pasado para investigar los crímenes de su madre y sus dos hermanas. Despojado de los grandes artilugios a los que nos tiene acostumbrados el cine hollywoodense, Lugares oscuros es un bienvenido trhriller que, sin música, logra atrapar al espectador gracias a la magnética composición de Charlize Theron, en el rol de Libby Day, una mujer de aspecto varonil que sobrevivió-junto a su hermano- a la matanza de su familia en un pueblo rural cuando apenas tenía siete años. Veinticinco años más tarde, Libby vive gracias a donaciones e intenta olvidar lo sucedido hasta que recibe el llamado de Kill Club, una sociedad secreta liderada por Lyle -Nicholas Hoult - y empecinada en resolver crímenes famosos, y es empujada para descubrir la verdad sobre los asesinatos de su madre y sus dos hermanas. Basada en la novela de Gillian Flynn, autora de Perdida, la película va desenredando con más pausa que prisa un complejo ovillo en el que aparece una larga lista de sospechosos, fundamentalmente su hermano Ben -Corey Stoll-, encerrado por los crímenes de la familia, además de los personajes que tuvieron algo que ver con aquella noche terrorífica. El guión, adaptado por el director francés Gilles Paquet-Brenner, ofrece mucho material para que el espectador vaya sacando sus propias conclusiones a medida que avanza el relato cimentado en una familia problemática y con la irrupción del satanismo, en medio de una narración que alterna pasado y presente para echar luz sobre el horror que enfrentó la protagonista. El film combina el drama, el suspenso y el terror a partir de la obsesión del personaje central por develar el misterio y llegar a la verdad para exorcizar sus propios fantasmas. De ritmo lento pero siempre intensa en lo que narra, Lugares oscuros puede resultar incómoda, pero su visión diabólica encuentra los mejores momentos gracias a la eficacia de su elenco. En ese sentido, el personaje de Diondra -una impecable Chloë Grace Moretz-, la novia de Ben, tiene mucho peso en la historia que ocurrió en el pasado y que tiene eco en un presente en el que las piezas comienzan a acomodarse. Lo mismo ocurre con Patty, la madre de Libby, rol a cargo de Christina Hendricks -de la serie Mad Men-. Las emociones, los errores, los pactos siniestros y el tema del falso culpable como si se tratara de una película de Alfred Hitchcock aparecen en esta película alimentada por atmósferas y climas, salpicada con un blanco y negro tan manchado como la historia que cuenta.
Emocionante operación para restituír lo que es propio Helen Mirren encarna a la descendiente de una familia vienesa embarcada en la lucha por recuperar una valiosa obra de arte robada por los nazis. Ryan Reynolds se suma como el abogado en esta historia real que mantiene la intriga y la emoción. El tema de las obras de arte robadas en tiempos de guerra dio origen a Operación Monumento, la película que en su momento pasó sin pena ni gloria y protagonizó George Clooney, y ahora el tema es abordado nuevamente pero de manera biográfica por el realizador Simon Curtis, el mismo que filmó Mi semana con Marilyn. La actriz ideal para encarnar a María Altmann, la descendiente de la familia vienesa Bloch-Bauer, no es otra que la siempre convincente Helen Mirren, una judía que mantiene su negocio de ropa femenina en Estados Unidos y huyó de Viena durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial. El abogado Randy Schoenberg - Ryan Reynolds, que bien le sientan los papeles de este tipo - trabaja para un poderoso buffet de abogados con el enigmático Charles Dance a la cabeza. Mientras mantiene en alto el nombre de su abuelo, el célebre compositor, se dispone a ayudar a María, a quien los nazis le robaron el "Retrato de Adele" del pintor Gustav Klimt, que pertenecía a su familia. El relato, basado en una historia real, está narrado entre un presente ambientado en 1998 en Los Angeles y un pasado al que la protagonista vuelve para mostrarle al espectador las persecuciones que sufrió el pueblo judío en manos de los nazis, las injusticias a las que los sometieron y al robo de la obra de arte que se mantuvo colgada en las paredes del Museo Belvedere de la capital austríaca hasta 2006. El film expone con astucia historias que se entrelazan y que impulsan un presente en el que entran en juego una despiadada lucha entre abogados especialistas en temas de expropiaciones ilegítimas, una jueza y el arribo del sonante caso a la mismísima Corte Suprema. A los buenos trabajos de la dupla protagónica, se suma el personaje de Daniel Brul, que colabora para que todo llegue a buen puerto. La anciana que extraña a su familia y tiene una vida sin sobresaltos asume el extenso camino, lleno de obstáculos, para que aquello que considera suyo sea restituído en una contienda judicial que podría haber llegado a convertirse en una suerte de guerra diplomática entre países. La dama de oro pinta una época a la vez que mantiene la intriga de un pasado que vuelve con fuerza para modificar el presente, emocionando al espectador.
Otra tibia vuelta por el más allá Sin la dirección de James Wan, la historia se centra en una adolescente atormentada por una diabólica presencia y en la médium -de las versiones anteriores- que quiere ayudarla. Una precuela que empieza mejor de lo que termina. El terror sigue buscando formas para sorprender al espectador. En el caso de la saga La noche del demonio, los recursos se repiten para hacer de las películas un fructífero negocio en boleterías. Esta precuela -situada antes de la persecusión de la familia Lambert- revela cómo Elise Rainier -Lin Shaye - usa sus dones -"auqnue estoy un poco vieja para esto"- para contactarse con los muertos. En este tercer eslabón, su misión consiste en ayudar a Quinn Brenner -Stefanie Scott-, una adolescente acosada por un entidad sobrenatural, a conectarse con su madre muerta. Las mejores escenas tienen lugar al comienzo cuando la protagonista -postrada en la cama luego de ser atropellada por un auto- queda a merced de una figura que se aparece en la habitación, alertando a su padre -Dermot Mulroney- y generando un clima de desprotección y presencias sobrenaturales. Hasta ahí la película tenía material para cortar pero luego comienza a burlarse de sí misma, lo que quita seriedad al asunto y pierde el clima inquietante que tenía al comienzo. Las dos versiones anteriores tenían el sello en la dirección de James Wan, el mismo de El juego del miedo y Silencio de muerte, quien ahora deja su turno al debutante Leigh Whannell -guionista de las tres primeras partes de Saw-, quien también repite su papel de Specs en esta trilogía, uno de los dos ayudantes a quien la médium Elise decide incorporar a sus tareas. Todo se resume a una serie de sobresaltos -algunos logrados - pero la historia queda bastante desangelada con tanto fantasma que reaparece entre tules, máscaras de oxígeno y una silla de ruedas. Además ¿qué pasa con el hermano menor de la protagonista?, ¿Y con su vecino Héctor?: estos personajes desaparecen sin razón en medio de sesiones espiritistas, pasillos con humo, Elise con un farol que la guía hacia el "más alla" -en Poltergeist una cuerda era la que unía ambos mundos- y una vecina que muere misteriosamente. El final ingenuo y tierno poco encaja con un relato que promete seguir las desventuras de la espiritista y su equipo de "cazafantasmas".
¿Que tenés en la cabeza? Un imaginativo paseo por la mente de una adolescente que se muda con sus padres a San Francisco y empieza una nueva vida. Sus emociones cobran vida y chocan entre sí desde el centro de operaciones de su cabeza. La jovencita Riley es la que impulsa este nuevo relato de Disney Pixar que ofrece un inusual y original paseo por la mente humana. Guiada por sus emociones -Alegría, Miedo, Enojo, Desagrado y Tristeza, que operan en Cuarteles Generales y desde un centro de control de su cabeza-, Riley empieza una nueva vida junto a sus padres en la ciudad de San Francisco. Un mundo desconocido que se abre bajo sus pies y promete sorpresas. Intensa Mente es una apuesta arriesgada desde lo temático que plantea dos mundos: el real, tangible y cotidiano; y uno más profundo, una suerte de fábrica de emociones que se ponen de acuerdo - o no- para gobernar las vidas de las cabezas que habitan. A lo largo de la historia, cobran protagonismo Alegría y Tristeza, quienes no hacen las cosas demasiado bien aunque sus intenciones valen, y ambos se pierden en una psiquis llena de laberintos para devolverle el verdadero sentido de la felicidad a Riley. De este modo, el relato se sumerge en el subconsciente, donde Riley asegura que "aquí vienen los que traen problemas"; una zona dedicada al olvido, una suerte de limbo donde todo se desdibuja, y la zona del pensamiento abstracto, que convierte a los personajes en divertidos dibujos de dos dimensiones. Claro que en su extenso peregrinaje lleno de obstáculos también aparecen "el amigo imaginario" y los miedos más profundos, representados acá en la figura de un gigantesco y temible payaso. El nuevo film de animación trabaja en los dos niveles antes mencionados y mantiene una estética diferenciada para cada mundo que muestra. Esto trae un colorido mundo emocional -más artificial que el de la vida- que resulta divertido para los niños e inteligente para el público adulto que siempre espera un guiño más. Tampoco falta la oportuna inclusión del "cine dentro del cine" como una gran factoría de ilusiones, que es apenas un granito en la inmensidad de la cabeza de Riley. El director Pete Docter, el mismo de Monsters INC y Up: Una aventura de altura, confirma nuevamente su capacidad para trasladar al público a un universo en el que todo se pone en juego para lograr el equilibrio psíquico de la joven protagonista. En erupción Antes de la proyección de Intensa Mente se puede ver el cortometraje de James Ford Murphy, Lava, una historia de amor en la que la música de estilo hawaiano es protagonista y se desarrolla durante millones de años. El viejo volcán Uku, que entró en erupción hace mucho tiempo queda ahora cuasi sumergido por las aguas del Océano. Solo y olvidado, entre el amor que se profesan parejas de delfines, tortugas y ballenas, aguarda que le envíen a alguien con quien compartir sus días. Un trabajo sencillo, cálido y musical que pone el acento en el diseño de los fondos, los paisajes y en los volcanes, los protagonistas del encuentro.
Cuatro adolescentes de Oslo Un grupo de chicos sueña con formar su propia banda musical durante los años sesenta y con el trasfondo del furor de Los Beatles, en esta sencilla historia sobre la amistad, el amor y la libertad. "Siempre tuvimos modelos a seguir" afirma la película del danés Peter Flinth, Beatles, una historia sobre la amistad, el amor y la libertad a partir de un grupo de chicos que rompió el molde -o al menos lo intentó- en Oslo, Noruega, durante los años sesenta, en una época de constantes cambios y en la que Los Beatles encendían una fiebre a nivel mundial. El film está narrado a partir del punto de vista de Kim -Louis Williams-, el joven parecido a Paul McCartney que no era bueno en ninguna actividad y se enamora perdidamente de Nina en el cine que proyecta Zorba, el griego. El grupo de amigos lo integran Ola -Halvor Tangen Schultz-, el baterista al estilo Ringo y el más débil; Seb -Håvard Jackwitz-, cuyo padre marinero le trae los vinilos de Los Beatles; y Gunnar -Ole Nicolai Myrvold Jørgensen -, que tiene un sótano donde todos se reúnen para escuchar La Banda del Sargento Pepper, mientras fuman y sueñan con formar su propia banda, The Snafus. La película no tiene intenciones de mostrar la formación de una banda, sino que utiliza esto como excusa para contar la vida de chicos que están asomando a la juventud, bajo una educación severa y con ansias de cambiar el mundo a través de la música. El realizador pone el acento en la descripción y confrontación de las diferentes personalidades de los protagonistas y sus pasos por el amor, la decadencia de la familia y el despertar sexual -Gunnar debuta con una madura que lo seduce-, en medio de persecuciones por robar logos de los autos del barrio. El revuelo social y la época de protestas drásticas se ve reflejada en el personaje del hermano mayor de Gunnar, mientras la lucha de clases se cristaliza en el mundo aristocrático al que irrumpe Kim luego de conocer a la chica que le despierta suspiros en el colegio. Las fiestas con alcohol, el rumor de la separación de Los Beatles que se desparrama con la intensidad de una noticia de actualidad y la actuación del grupo en público sirve como marco de este relato sobre "tres chicos de Oslo" que siguieron con pasión a "cuatro tipos de Liverpool".
Un retrato sobre la inmigración y la soledad El director argentino de origen taiwanés Martín Hsu cuenta tres historias de inmigrantes ambientadas en la famosa feria del sur del conurbano. Un retrato preciso sobre la soledad y la falta de oportunidades. Una mirada desahuciada sobre la inmigración dispara tres relatos que tienen denominadores en común: el desarraigo, la soledad y la búsqueda de oportunidades laborales para subsistir en un medio que a los personajes no les es propio. Ambientada en la famosa feria de La Salada, ubicada en el sur del conurbano bonaerense, la película del cineasta argentino de origen taiwanés Martín Hsu, se presentó con éxito en la última edición del BAFICI y cuenta con premios en La Habana y de Cine en Construcción en San Sebastián. A lo largo del relato se percibe un constante choque de culturas entre Oriente y Occidente, y los desesperados intentos por conservar costumbres en un medio que exige adaptarse rápidamente. De este modo desfilan un padre y su hija coreana que se preparan para un casamiento arreglado; un joven boliviano que acaba de llegar al país en busca de trabajo y un vendedor taiwanés de películas truchas -Ignacio Huang, el mismo de Un cuento chino- cuyo único contacto con su madre es un acotado llamado telefónico mientras busca una compañera para paliar sus extensas noches de insomnio y soledad. Cada uno de ellos se topa con otros personajes a lo largo de la historia que, en mayor o menor medida, los transforma y les permite cambiar sus existencias. En el primer segmento se plasma la idea de la "conveniencia" que asegura un futuro económico alentador. La joven protagonista sigue el mandato paterno pero también encuentra su noche "agitada" con otro candidato occidental que no es el "elegido" para brindarle la felicidad. En el segundo fragmento la posibilidad de subsistencia se abre ante el mundo gastronómico con la presencia de un "tío" de negocios "non sanctos". Por su parte, el último transmite angustia al espectador con el taiwanés capaz de teñirse el pelo para poder conquistar almas solitarias. Ahí aparece fugazmente el personaje a cargo de Mimí Ardú para brindarle contención. La cámara de Hsu recorta el constante movimiento y cambio de una feria en expansión y elige planos cortos para mostrar a estos personajes y sus peculiares historias.
Chat, amor, obsesión y trastornos Lo que empieza con un thriller se encamina hacia el manual de autoayuda en esta película destinada al público adolescente que aborda el tema de la anorexia y cuenta con un buen trabajo de Eugenia Suárez. El exitoso libro escrito por Cielo Latini en 2006 se transforma en una película con formato de thriller que adquiere innegable actualidad por los temas que aborda: la incomunicación familiar, pasando por el uso de la tecnología y los trastornos alimenticios que enfrenta Cielo, el personaje encarnado por Eugenia Súarez. Cielo es una adolescente rebelde de clase acomodada que conoce por chat a un joven mayor que ella -Esteban Lamothe- y se enamora perdidamente hasta el punto de convertirse en una verdadera obsesión como resultado de una relación no correspondida. Lo que comienza con un relato de suspenso va mutando a una historia de locura que desencadena en anorexia, bulimia y autoflagelo. La realizadora Daniela Goggi se rodeó de un grupo de profesionales para llevar adelante un producto que resultara creíble en su tratamiento médico aunque no se entiende la escena del psicólogo que le ofrece alternativas a una paciente que no puede decidir por sí misma. Al ritmo veloz, la voz en off y el aire juvenil impresos desde el comienzo donde la tecnología está al servicio de la búsqueda y contacto para abrirse a un nuevo mundo, se suma la barrera infranqueable entre la joven de mal carácter y sus padres, que tiene mucho peso dentro del film. Gloria Carrá y Rafael Spregelburd interpretan con acierto al matrimonio que le brinda todo y al mismo tiempo no entrega nada a su atormentada hija, alcanzando los mejores momentos. Abzurdah es una historia de amor no correspondido donde la opción de dejar de comer se vuelve la ilusión de una vida "perfecta". La actriz principal se sometió a una dieta estricta para perder peso, supervisada por un equipo de nutricionistas y preparadores físicos, y se oscureció el pelo. El resultado es convincente y justamente ahí reside el éxito de su personaje. La película recurre a algunos golpes bajos y quizás resulten exagerados algunos comportamientos como la escena en la que Cielo hace el amor en el estacionamiento o las diferentes formas en la que se castiga.
Terror sin sobresaltos en VHS Un película que juega con una joven en silla de ruedas, asaltada por pesadillas y atrapada en una vieja casona. El terror es fallido y resulta tan viejo como el VHS. Luego de sufrir un accidente de auto en el que muere su novio, la joven Jessie -Sarah Snook, la actriz de Sleeping Beauty- queda en silla de ruedas y se instala en la casa de su madre para transitar una recuperaciòn que le llevará algunos meses. Con el escenario de fondo de los pantanos de Louisiana y la compañía de un joven y de una enfermera, la protagonista descubrirá un misterio que gira en torno a su nacimiento y una presencia sobrenatural que se mece junto a su cama. Kevin Greutert, el realizador de las últimas dos entregas de la saga de El juego del miedo, quiere inquietar al espectador con las escasas armas que le ofrece el guión de Robert Ben Garant, y una historia relacionada con el pasado de la familia, desarrollada entre tapes grabados en VHS, cartas de tarot y secretos que encierran los afroamericanos del sur estadounidense. En ese sentido, la película tiene algunos puntos de contacto con La llave maestra, pero se pierde en su intento por construír una atmósfera pesadillesca con sobresaltos poco felices que alteran la vida del personaje central desde el comienzo. No hay nada nuevo bajo las pantanosas aguas que rodean la casa y el producto falla como exponente del género. El tema del encierro, una joven imposibilitada para moverse, las apariencias engañosas y un ser sobrenatural que se acerca sobre su víctima ya lo vimos en La llamada y en otras producciones orientales de terror. Esos eran elementos suficientes como para armar un film entretenido y perturbador. Sin embargo, el resultado está lejos de generar expectativas para los seguidores de este tipo de películas. Fantasmas vengativos, vudú y un desenlace que se adivina a los pocos minutos, mientras la luz del televisor parpadea y el terror no aparece.