El héroe, la familia y las grietas El cine catástrofe arremete con un producto que concentra lo mejor y lo peor del género. Un piloto de rescate -Dwayne Johnson- intenta salvar a su hija y recomponer la familia en medio de temblores y destrucción total. No hacía falta tanto desastre para lograr la recomposición de una familia en esta nueva muestra de cine catástrofe, género que tuvo su esplendor en la década del setenta con títulos emblemáticos como Terremoto, La aventura del Poseidón, Aeropuerto e Infierno en la Torre. El film de Brad Peyton -Director tambíen de Viaje 2: La isla misteriosa- sigue los intentos de Ray -Dwayne Johnson- un piloto de rescate que, helicóptero y avión mediante, atraviesa California junto a su ex-esposa Emma -Carla Gugino- para salvar a su hija Blake -Alexandra Daddario-, que quedó atrapada en un estacionamiento. Terremoto: La falla de San Andrés concentra lo mejor y lo peor del cine mainstream al que Hollywood nos tiene acostumbrados. Desde el aspecto visual resultan sorprendentes las escenas de destrucción de edificios, el dique donde comienza el desastre y sus repliques en San Francisco. En la misma película el espectador se encontrará con temblores, un tsunami, inundaciones y rescate en las alturas. Todo por el mismo precio. El guión de Carlton Cuse -Bates Motel- presenta estereotipos: el millonario Daniel Riddick -Ioan Gruffudd-, la nueva adquisición amorosa de Emma, y constructor de edificios que tampoco se salvan del caos; el dolor de Ray y Emma por la pérdida de una hija en un accidente y la bandera norteamericana que flamea a pesar del horror que se desparrama sin pausas. Esta película tuvo una versión filmada en 1974 que contó con el efecto de sonido Sensurround que daba la sensación de temblores y vibraciones en un desaparecido cine de la calle Lavalle. Actualmente el recurso del 3D no aporta demasiado, a excepción de algunos objetos que vuelan hacia cámara. El costado científico lo aporta la presencia de un siempre eficaz Paul Giamatti que anuncia el horror que se avecina. Con algunas simiitudes vistas en El día después de mañana -Dennis Quaid salía en busca de su hijo Jake Gyllenhall- y Riesgo Total, en su escena del comienzo, la pelìcula ofrece momentos de adrenalina y recuerda a los planteos apocalípticos de los trabajos de Roland Emmerich. Entre grietas familiares y la tierra que devora lo que encuentra en su camino, dos hermanos londinenses también cobran protagonismo durante su estadía en San Francisco.
Un logrado thriller sobre el pasado y la recomposición familiar El thriller político de Diego Corsini revisa el pasado nefasto de la Argentina mientras reorganiza un presente caótico en esta historia familiar que juega con la intriga, la violencia y la búsqueda de la identidad. El cine argentino ha buceado por su pasado nefasto en varias oportunidades para revalorizar el presente democrático o para intentar comprender el accionar de personas en función de movimientos políticos o de luchas por sus ideales. El film de Diego Corsini -Solos en la ciudad- es un thriller político pero también es un intento de recomposición familiar a través de una historia que alterna presente y pasado, y toca varias cuerdas: la intriga, la violencia y la emoción en su último tramo. Pasaje de vida parte de una buena idea y funciona a manera de un rompecabezas cuyas piezas el espectador deberá ir ordenando con el correr de los minutos. Mario -Javier Godino- intenta sobrellevar en su casa la segunda embolia que sufre su padre Miguel -Miguel Angel Solá- cuando encuentra un libro que relata el pasado de éste como Montonero en la Argentina. De ese modo, se abren las páginas de una historia pasada -y pesada- que repercute en un presente incierto y en la que aparece Diana -Carla Quevedo- como pìeza clave del conflicto. El film, que cuenta con una lograda reconstrucción de época, acerca el pasado de Miguel -encarnado en su juventud con convicción por Chino Darín- y su lucha como Montonero contra la injusticia laboral de las empresas, antes del golpe militar en 1976. Y ese combate personal lo llevó adelante de la mano de su compañero Pacho -Marco Antonio Caponi- en medio de una ola de violencia en la que las personas desaparecían en un abrir y cerrar de ojos. La búsqueda de la identidad mueve el andamiaje de la película que concentra desesperación, amor por la familia y presencias peligrosas y tangibles que se mueven desde las sombras. En ese sentido, Diego Alonso juega correctamente con su rol de villano y traidor junto a Carolina Barbosa, Alejandro Awada, Andrea Frigerio, como la madre de Diana, y la española Charo López en un papel que no adelantaremos para no develar las idas y vueltas que presenta la trama. A la sólida factura técnica se suma la elección de un elenco sin fisuras que responde a los requerimientos del guión y un manejo de la intriga y el suspenso que retratan una época sin olvidarse del entretenimiento.
Fotografías del horror Juliette Binoche es una fotógrafa de guerra que se codea con la muerte y cuya vida familiar peligra por el delicado y arriesgado trabajo que realiza a diario. Un film del director noruego Erik Poppe. Si algo tiene Mil veces buenas noches es la veracidad y el realismo de sus imágenes, y no es de extrañar, ya que el director noruego Erik Poppe fue fotógrafo de guerra antes de dedicarse a contar historias en la pantalla grande. En ese sentido, el film funciona como una prolongación suya a través del personaje de Rebecca -una siempre cautivante Juliette Binoche-, la mujer que registra el horror. Desde el comienzo, la crueldad dice presente a través del lente que espìa un "entierro" y sigue a una joven que lleva explosivos y se inmola en un atentado terrorista en Kabul. Su tarea consiste en acercarse lo más posible a los verdaderos protagonistas, a los hechos atroces que se cometen. Los trabajos de Rebecca son reconocidos a nivel mundial mientras el film explora los límites entre la profesión y la vocación. Todo esto ocurre mientras su marido Marcus -Nikolaj Coster-Waldau- y sus hijas la esperan en su casa de Irlanda. Cada misión es una amenaza para todos y la estabilidad de los vínculos familiares peligra por el arriesgado trabajo que Rebecca realiza a diario. El relato de Poppe escoge los silencios, desde el inquietante inicio, y los escasos diálogos para mostrar el espanto de la guerra y de zonas en constante peligro. Mientras su reputación crece, también la tensión en el hogar se hace sentir. El director recurre a "oasis" que echan un manto de piedad en la historia, desde globos de papel que se elevan hasta las situaciones oníricas de Rebecca flotando en el agua, como también la escena junto a su marido en el mar. Todo sirve como remanso para curar las viejas heridas pero el inminente traslado de Rebecca a una aldea en Africa y la decisión de llevarse a su hija adolescente desatan el caos. Esta es la historia de una mujer que cruza los límites y de las consecuencias que debe pagar por ello, contada con acertado pulso por el realizador.
Un viaje mágico y rápido como un parpadeo La película del sello Disney permite el ingreso a un mundo paralelo y enigmático que trae sorpresas y amenazas. Pasado, presente y futuro son abordados con imaginación visual, nostalgia y referencias a títulos de ciencia-ficción. Desde el comienzo se percibe que Tomorrowland es un producto arriesgado que, si bien juega con la pirotecnia visual, encierra un trasfondo lúcido y cuestionador sobre el mundo que habitamos. El director Brad Bird, el mismo de Los increíbles y Misión Imposible: Protocolo Fantasma, es un especialista en el terreno de la acción y su pulso se nota en este relato que combina ciencia-ficción y persecuciones con la nostalgia de épocas pasadas. Como una suerte de parpadeo constante que traslada a los personajes de un escenario a otro, el film tampoco deja de lado el humor y las referencias a Star Wars, Blade Runner e incluso Stargate. Frank Walker -Thomas Robinson-, un niño que participa en un congreso de inventos en la década del sesenta, ingresa a un mundo extraño y fascinante gracias a la invitación secreta de Athena -Raffey Cassidy-. Años más tarde, el mismo Frank -George Clooney- vive recluído y cansado pero en su camino irrumpe Casey -Britt Robertson-, una adolescente con curiosidad científica, y ambos se se embarcan en la peligrosa misión para revelar los secretos del lugar enigmático al que remite el título. Perseguidos sin descanso por una serie de robots-animatronics y por personajes enfundados en negro que remiten al universo de The Matrix, la película se guarda sorpresas bajo la manga y no es conveniente brindar más detalles que puedan alterar el vértigo que propone la historia, una suerte de montaña rusa de parque de diversiones, con vueltas impensadas y riesgo en las alturas. El film no está apuntado a chicos de corta edad porque se perderán en las idas y vueltas de la narración, pero el público adulto agradecerá una historia interesante que atrapa desde su inicio y permite el acceso, pin mediante, a un mundo que se erige un poco más allá de la imaginación.
Burocracia y lucha de poderes en el ejército La comedia israelí muestra la vida de un grupo de mujeres que trabajan en la oficina de Recursos Humanos del ejército. Dos amigas tienen la difícil misión de mantener su relación en un mundo dominado por la competencia y los hombres. Ambientada en una base militar ubicada en pleno desierto, la ópera prima de Talya Lavie acierta en la creación de climas que genera la lucha de un grupo de mujeres en un medio hostil y dominado por los hombres. En tono de comedia filosa que nunca deja de lado su mirada crítica, Motivación Cero cuenta la historia de las chicas que llegan al lugar: Zohar -Dana Ivgy-, la joven que enfrenta la hipocresía del ámbito militar y prefiere sumergirse en los juegos de la computadora antes que en el trabajo; Daffi -Nelly Tagar-, la amiga que sufre en carne propia el ingreso a las fuerzas mientras sueña con un posible traslado a Tel Aviv, y Rama -Shani Klein-, la jefa ignorada por un entorno, que quiere escalar posiciones. El film nunca deja de lado su costado humorístico al plasmar las situaciones que enfrentan las protagonistas, pero un hecho trágico también tiñe de sangre el relato. Al enfrentamiento bélico que está latente en el exterior se suma una guerra sin cuartel que explota en el ámbito de una oficina destartalada, repleta de papeles. Allí se pone en juego la relación amistosa que utilizará estrategias varias y elementos de oficina como si se tratase de armas. Estructurada en tres capítulos que van desde la presentación de personajes hasta el entrenamiento, la película mantiene su ritmo -hecho inusual en un film israelí-, gags efectivos -la visita de las mujeres en el pabellón de los hombres- y un tono "fantasmal" que juega con el tema de la venganza para dejar bien parada a la mujer. Motivación Cero explora las guerras internas con buenos recursos, sabe utilizar la música para acentuar y sensibilizar algunos pasajes relacionados con la nostalgia y la soledad, además de contar con intérpretes que hacen creíbles a sus criaturas. La misión más difícil es mantenerse unidas.
Un futuro caótico trae acción acrobática y furiosa La remake del film clásico de los años ochenta, encuentra al director George Miller en plena forma para la acción y a Tom Hardy como el antihéroe que intenta sobrevivir en un mundo enloquecido. Pocas palabras y diferencias con respecto a la versión original. En los años ochenta Mel Gibson se convirtió en un héroe solitario que emprendía venganza contra los forajidos que asesinaban a su familia en Mad Max, la película australiana que se transformó en una trilogía de la mano de su creador, el director George Miller. La nueva versión ambientada en un futuro post-apocalíptico encuentra a Max -Tom Hardy- escapando de un ejército de seguidores del tirano, Inmortal Joe -Hugh Keays-Byrne- y, en su ruta, se encuentra con Furiosa -Charlize Theron-, la mujer que intenta cruzar el desierto y lleva a un grupo de cautivas conocido como "las cinco novias". Con este esquema argumental, la película de Miller elige el camino directo a la acción, con pocas palabras y sin explicaciones mediante, colocando a los personajes en el ojo de la tormenta: un pueblo que sufre la falta de agua y un tirano que administra el poder -y el poco combustible - a su conveniencia mientras promete llevar a sus fieles a "la tierra sagrada". Mad Max: Furia en el camino muestra a un antihéroe enloquecido por las fantasmales apariciones de su pequeña hija en un presente que lo tiene encadenado y a merced de un grupo de malvivientes sanguinarios que lo persiguen sin descanso a lo largo del desierto. A diferencia del film original, en éste las mujeres son combativas y ocupan un lugar preponderante mientras el protagonista las necesita para sobrevivir y lograr su objetivo. En esta remake nunca se ve la muerte de la hija de Max -sólo aparece a modo de flashback-, y la cámara frenética se posa sobre vehículos que marchan a toda velocidad, armados con desechos y partes de otros, al igual que el villano que se lanza tras los tules de sus novias y de la futura madre de su hijo. Entre cadenas, acción acrobática que parece salida del Cirque Du Soleil, con un ejército balanceándose sobre sus presas, y hasta un guitarrista del infierno que tiene su propio escenario montado en uno de los camiones y desparramando música como una estrella de rock, la trama expone su lado más salvaje El mundo ha enloquecido, con seres serviles y cromados que siguen a su amo hasta las últimas consecuencias: una suerte de Frankenstein que, a pesar de la máscara, deja al descubierto su monstruosidad. El mayor atractivo en este tipo de producciones reside en los grandes escenarios, las tormentas de arena y el diseño de los vehículos preparados para su carrera de la muerte. Hardy se las ingenia para parecer un duro con las escasas líneas que le han tocado en suerte, mientras que Charlize Theron es una mujer de armas tomar, al frente del volante, y con todas las de ganar, entre explosiones, una tribu femenina de nómades y una cámara orgullosa que se ubica en los ángulos más estratégicos para potenciar la violencia. Los espectadores nostálgicos quizás extrañen los tiempos de narración que tenía la versión original, pero los nuevos descubrirán a este policía de la ruta, envuelto con estética de comic, y en medio de un mundo que se ha caído a pedazos.
Amada inmortal Un bienvenido drama romántico con toques fantásticos es el que impulsa Blake Lively como una mujer que nace en 1908 y queda joven para siempre luego de sufrir un accidente. También trabaja Harrison Ford. La sola idea de la inmortalidad suena, a priori, tentadora y atrapante, pero también tiene un costado oscuro que altera los vínculos y las relaciones en este bienvenido drama romántico con toques fantásticos. La actriz Blake Lively asume su primer protagónico en cine luego de aparecer en Salvajes, de Oliver Stone, y encarna a Adaline, que nace en 1908 y queda exactamente igual con el paso del tiempo luego de sufrir un accidente automovilístico. Ella está condenada y debe asumir falsas identidades y cambios de domicilio a lo largo de los años para no ser considerada un "extraño fenómeno" de la ciencia. La compañía de su hija -Ellen Burstyn en el papel de una anciana- y la aparición de Ellis -Michiel Huisman-, el hombre de su vida, pueden sacarla de esa existencia de escapes permanentes, pero al conocer al Sr.Jones -Harrison Ford-, el padre de su novio, las cosas cambian para siempre. La película atrapa gracias a la elección del elenco, a una historia que fluye y emociona en la que su protagonista va atravesando diferentes momentos históricos, y que agrega además una "narración en off" que brinda datos científicos a un hecho que no parece destinado a los simples mortales, convirtiendo a Adaline en una mujer que sufre, ama y ve como el resto envejece sin remedio. Harrison Ford, el respetado hombre de ciencia, y Kathy Baker, su esposa, se sacan chispas luego de la llegada de la prometida de su hijo y encuentran los mejores momentos en la película dirigida con buenos recursos por Lee Toland Krieger -The Vicious Kind-. Las tomas cenitales y vertiginosas, los cambios de vestuario acordes a las épocas, la inversión del paso del tiempo, la familia alterada por el pasado y los detalles que develan un misterio se acentúan gracias a la encantadora actuación de Lively, una amada inmortal, un pequeño punto en el cosmos.
El Anticristo vive en una aldea y usa pollera El terror se instala en una comunidad amish en la que cinco jovencitas a punto de cumplir dieciocho años arrastran una maldición entre los lugareños. Las vidas de todos corren peligro y las muertes se suceden sin suspenso ni impacto. Los habitantes de una aldea anclada en el tiempo y alejada de las costumbres de la vida moderna esconden secretos y una maldición que se arrastra desde hace dieciocho años. Donde se esconde el diablo es la película del danés de Christian E. Christiansen que muestra una posible posesión satánica en La Nueva Belén, la comunidad amish liderada por un oscuro y siniestro pastor -Colm Meaney-, el mismo escenario que alguna vez impactó con Testigo en peligro. La trama se centra en seis niñas que nacen al mismo tiempo e instalan una maldición que hace peligrar las vidas de los lugareños. A punto de cumplir dieciocho años, las cinco jovencitas -una muere en manos de su madre- van desapareciendo porque una figura diabólica comienza a cazarlas. El Mal se quiere instalar nuevamente en la Tierra pero sin el suspenso ni las muertes impactantes que tuvieron clásicos como La Profecía o El Exorcista. A pesar del interesante planteo, el film no esconde su intención sobre el choque de culturas -el chico lindo, hijo del sheriff, salva a la protagonista de morir ahogada- pero el tono deliberadamente ingenuo le quita credibilidad a muchas de las escenas, acercando a la atormentada Mary -Alycia Debnam Carey- y a su familia al estilo de vida de los recordados Ingalls -el padre encarnado por Rufus Sewell, la estricta madre adoptiva y una hija que pide permiso hasta para ir al baño-. El resto traerá a un sheriff que investiga las muertes y a chicas de vestidos largos perseguidas sin descanso por un asesino que viste de negro y lleva una daga en sus manos. El suspenso se mantiene a medias y para sumar maldad se cargan abusos sobre el pastor y la comunidad que castiga los pecados mientras va cavando sus propias tumbas. Las apariencas engañosas y los poderes desatados la acercan a productos ochentosos ya conocidos por el público pero sin llegar a inquietar al espectador.
El sueño del techo propio Un vendedor intenta cumplir el sueño ajeno mientras su destino y el de su familia parecen no encontrar su rumbo. La lucha por la subsistencia es la que enciende este relato apoyado en las actuaciones. El film de Fernando Molnar, protagonizado por Diego Peretti y escrito por el realizador junto a Sergio Bizzio y Lucía Puenzo, se presentó en la última edición del Festival de Cine de Pinamar y ahora tiene su estreno comercial. Diego -Peretti- perdió su empleo como coordinador de eventos, debe dinero de su alquiler y se ve obligado a ocupar una casa familiar en el Tigre -en condiciones infrahumanas y en la que deja a su familia- mientras viaja a diario a la Capital para atender un Showroom, bajo las órdenes de su tío -Roberto Catarineu-. Allí vende departamentos y "cumple" con el sueño ajeno mientras su destino y el de su familia parecen no encontrar su rumbo. A partir de una mirada actual sobre las dificultades laborales y la lucha por la subsistencia, esta comedia concentra momentos dramáticos pero, a la vez, es un drama con situaciones cómicas que impulsa una historia que no ofrece demasiadas sorpresas, más allá que la de mostrar a un personaje haciendo lo imposible por mejorar su calidad de vida en un medio que no le brinda posibilidades. En el elenco se destaca Andrea Garrote, como la mujer del protagonista, y Peretti que expone una máscara fría, amarga y observadora a lo largo de una trama en la que dicen presente los contrastes permanentes.
Desenfado y sangre en una vuelta de tuerca al género Una comedia con dientes afilados y formato de "falso documental" alcanza para salpicar ingenio, diversión y referencias a las criaturas de la noche que entregó el cine en infinidad de oportunidades. Después de la invasión de criaturas de la noche que azotaron la pantalla con estilos y propuestas pensadas para públicos diversos, llega este "falso documental" que recupera las esperanzas: los vampiros regresan con energías renovadas y un tono bizarro que contagia al espectador. Casa Vampiro -What We Do in the Shadows- es una comedia de los realizadores neozolandeses Jemaine Clement y Taika Waititi -Flight of the Conchords- que encuentra su mayor atractivo en la vertiginosa puesta en escena que convierte a la casa del título en un tren fantasma que depara sorpresas a cada instante. En el lugar conviven cinco vampiros -Jamaine Clement, Taika Waititi, Jonathan Brugh, Ben Fransham y Cori Gonzalez-Macuer- que protagonizan un documental rodado que muestra su vida cotidiana, sus salidas nocturnas en busca de presas y la ayuda de un ser humano. El film resulta interesante desde su planteo de "familia normal" y con los estereotipos de personajes conocidos; desde el vampiro clásico y más romántico hasta la presencia de uno de 8.000 años que permanece encerrado en un placard y remite al clásico Nosferatu. Todos parecen salidos de una fiesta de disfraces pero son reales y caminan entre los simples mortales. Lo antiguo en lucha permanente con lo moderno, los baños de sangre que ostentan varias escenas y el efectivo humor hacen de la película una experiencia distinta para los seguidores clásicos del género y para aquellos espectadores que descubren un relato plagado de guiños que no ocultan sus festivos aires de blooper. El ingenio y los efectos visuales también ayudan para potenciar las andanzas de estos seres nocturnos que duermen colgados, tejen, juegan al billar, cometen algún exceso y hasta se dan el lujo de observanr la realidad desde otro ángulo.