El mundo vuela en pedazos La secuela de los superhéroes unidos para combatir a un enemigo en busca de un cuerpo trae espectacularidad, nuevos personajes, humor y una escena extra entre los créditos finales. Un comienzo vertiginoso muestra desde los primeros segundos a los superhéroes luchando en un bosque y desplegando cada uno sus habilidades en esta esperada secuela de los personajes de Marvel. Tony Stark -Robert Downey, Jr.- intenta reiniciar un programa para mantener la paz pero las cosas salen mal y esta energía liberada en busca de un cuerpo se transforma en un enemigo impensado y poderoso, Ultrón -con voz de James Spader- que quiere dominar la Tierra. Con este esquema, Avengers: Era de Ultrón reúne a Iron Man -Downey. Jr.-, Capitán América -Chris Evans-, Thor -Chris Hemsworth-, Hulk -Mark Ruffalo-, Viuda Negra -Scarlet Johansson- y Ojo de Aguila -Jeremy Renner, a quienes se suman personajes nuevos: dos hermanos -Elizabeth Olsen y Aaron Taylor-Johnson- que arrastran conflictos del pasado y ostentan enormes poderes, formando un nuevo blanco de batalla. Desde la búsqueda de un metal extraño en Oriente, mentes dominadas y hasta un poder desparramado capaz de hacer volar a la Tierra en pedazos, la trama juega con sus secuencias espectaculares -ya sea en el aire, a bordo de un camión o de un tren- pero nunca deja de lado el humor y las frases que sirven de remate para cada una de las apariciones de los superhéroes. También el martillo de Thor se convierte en el centro de una escena muy divertida y este personaje trae todo un confuso pasado mitológico a un presente transformado por constantes cambios. Para delicia de sus fans, el film tiene obivamente una escena agregada entre los créditos y un nuevo cameo de Stan Lee en una fiesta donde lo llevan en andas. Todos los personajes tienen su lucimiento, dejan al descubierto nuevas facetas y aterrizan en una casa de campo donde la mujer de Clint/Ojo de Aguila, espera el retorno de su esposo. Esta continuación abre un nuevo panorama de peligros reservados para la próxima entrega, vuela a muchos metros de altura con hazañas similares a las de Superman y entrega a un grupo de reclutados que serán parte de la agencia SHIELD. No es poco para el nuevo eslabón de los salvadores del Universo, entre escudos, rugidos y muchos golpes.
Tim Burton y la sorpresa ante el engaño Tim Burton regresa sin el clima fantástico de sus otras películas y cuenta una historia de amor y engaño en el mundo del arte. Buenas actuaciones de Amy Adams y Christoph Waltz pero resulta poco para un realizador de culto. Sin el clima fantástico y lúgubre que llevan impregnados sus relatos, el director Tim Burton abre sus ojos hacia otras direcciones al contar la historia de un fraude ocurrido en el mundo del arte, donde el talento y la visión sobre el negocio se van tornando confusos. En los años cincuenta y sesenta, el matrimonio integrado por Margaret -Amy Adams- y Walter Keane -Christoph Waltz- alcanzó un éxito enorme con cuadros que retrataban a niños con grandes ojos y plasmaban desesperanza, soledad y tristeza. Sin embargo, la realidad fue otra: la verdadera autora era Margaret y los trabajos los firmaba su marido. Big Eyes explora la relación entre ambos, desde el momento en el que todo parece marchar sobre rieles hasta que el amor explota por los aires cuando sale a la luz el escàndalo y Margaret descubre el engaño de su esposo. La película va pintando los momentos claves y se apoya en la eficacia de la dupla de intérpretes: Amy Adams en un rol introvertido debido a su acto creativo en soledad y Christoph Waltz más exagerado y artífice del arte del engaño. Después de la visión de la película, el público se preguntará si realmente se trata de un film de Burton o, simplemente, una película hecha por encargo. Lo cierto es que lejos de ser una catástrofe tampoco ofrece una pintura o retrato de vidas que emocionen. La escena con Margaret en el supermercado observando a mujeres de ojos grandes, como fiel reflejo del éxito que tuvieron las láminas que se vendían a sólo un dólar más que las pinturas originales, es el único momento en el que Burton se asoma a lo pesadillesco parea regresar rápidamente al clima cotidiano, reconocible y donde la luz borra automáticamente cualquier sombra que pudiera aparecer en la pantalla. La trama se pasea desde el arte kitsch y el negocio del arte hasta la confianza y la entrega plena de la protagonista ante la llegada de un marido tan seductor como hábil en los negocios, como la escena en la que ella lo descubre ante un grupo de mujeres hablando de las pinturas como si fuesen propias. Sin árboles retorcidos ni presencias monstruosas, la película cuenta con un guion de Scott Alexander y Larry Karaszewski, responsables también de Ed Wood, en la que Burton plasma un relato liviano y de ojos sin emoción. Quizás resulta poco para un director de culto.
El cuidado de la cría entre comida y peligros La película de Mark Linfield, también responsable de "Chimpancés", arma una historia que mezcla el documental y la ficción a partir de la narración en off de Tina Fey. Este es el sexto largometraje de Disneynature, el sello lanzado en 2008, que realiza documentales que capturan a criaturas de la vida salvaje a través de las mirada que le imprimen diferentes directores. El Reino de los monos ubica sus cámaras en unas ruinas de las selvas del sur de Asia para contar las aventuras de la madre primeriza Maya, una mona que protege a su cría de los peligros de la naturaleza y en una alocada carrera que también incluye la búsqueda desesperada de comida. Como en todos los productos del sello, El Reino de los monos no es la excepción y tiene en cuenta al público menudo al que apunta, evitando detalles escabrosos y tejiendo una historia siempre ingenua con un final feliz. En ese sentido, la potencia y belleza que ofrece cada una de las tomas sirven luego para hilvanar un relato que funciona a partir de la "narración en off" , en este caso a cargo de la actriz Tina Fey. A lo largo de ochenta minutos, la película de Mark Linfield -responsable también de Chimpancés y La Tierra- arma una aventura que gira en torno a los tópicos como el sentido de pertenencia; el abandono obligado del hogar; el regreso del macho alfa luego de su "exilio"; el enfrentamiento entre grupos para ocupar el Castillo de Roca y la huída a la ciudad, donde los monos se transforman en verdaderas máquinas de devorar todo lo que encuentran a su paso. El contacto con esos "extraños seres" conocidos como humanos o con un perro que disfruta del intercambio y del juego con los simios son algunos de los simpáticos momentos que entrega el film. También como atractivo se muestran durante los créditos la proeza de los realizadores para posar sus cámaras en lugares peligrosos y en situaciones donde la in-segurdad y las inclemencias del tiempo harían su propia película. Una experiencia válida para sumergirse en un mundo desconocido y en sus pequeñas grandes criaturas.
La pasión en tiempos de ocio Una sensible mirada al mundo de una dentista madura y casada que mantiene un affaire con un hombre más joven que ella. Fanny Ardant es la mujer con tiempo libre que arrastra el dolor de una pérdida del pasado. Caroline parece tenerlo todo: es una dentista retirada y con mucho tiempo libre, tiene un buen marido, dos hijas y nietos, pero algo rompe la rutina de su tranquila existencia cuando se lanza a una aventura extramatrimonial. Mis días felices -Les Beaux Jours- formó parte de la programación del ciclo Les Avant Premiéres y, aunque llega con dos años de retraso, resulta bienvenida por la sensibilidad con la que la directora Marion Vernoux plasma en imágenes el mundo de una mujer madura y su relación con el sexo y la familia. Fanny Ardant, vista en Nathalie X y 8 mujeres, es la protagonista que recibe de parte de sus dos hijas un vale para los cursos que ofrece un club de jubilados y en los que no termina de sentirse cómoda hasta que conoce a Julien -Laurent Lafitte-, su profesor de computación mucho más joven que ella. Las miradas encienden un juego de seducción, un paseo por el muelle y luego citas a escondidas que la sacan de su días de rutina aplastante. La realizadora narra una historia dinámica que se apoya en el explosivo affaire que mantienen Caroline y Julien, pero además cómo sobrelleva la situación en el ámbito familiar, en su relación diaria con un marido distante, dos hijas que ponen toda su energía en sus pequeños y una amiga que falleció luego de una enfermedad. En ese sentido, Caroline construye su mundo en silencio, está rodeada de afectos pero está sola y no es casual que decida disfrutar de su cuerpo sin tapujos. El film se desarrolla en un ámbito cercano al mar y en locaciones portuarias que ilustran el deambular de la protagonista devenida en una adolescente con hormonas en ebullición que hasta llega a planificar un viaje con su reciente conquista...
El mismo recurso pero con menos suerte El director Eduardo Sánchez, uno de los realizadores de "El proyecto Blair Witch", pone en marcha los mismos recursos que le dieron éxito para sembrar el terror a partir de la leyenda de Pie Grande. Quince años después de El proyecto Blair Witch, su co-director Eduardo Sánchez regresa al género de terror realizado con "la cámara en mano" que va registrando las acciones de los personajes, un recurso utilizado hasta el cansancio en producciones de los últimos años. La multiplicidad de "puntos de vista" que se registran en primera persona es el puntapié de Terror en el bosque, un relato sobre un grupo de amigos que llega a una cabaña alejada en medio del bosque para pasar un fin de semana de diversión -¿alguna vez escucharon tan osada idea en una película de terror?- y en pleno contacto con la naturaleza. Los escenarios similares a los de El proyecto... ya se transforman en una presencia inquietante a partir del uso diurno y nocturno que les da el director, pero la amenaza que vive oculta en ellos, nunca genera situaciones de miedo o angustia extrema. El grupo atrapado en un lugar aislado que se protege de una criatura que arroja objetos y quiere entrar nos remite a La noche de los muertos vivientes o incluso a Martes 13 pero nunca se logra el clima claustrofóbico ni se transmite con la violencia que necesitam este tipo de realizaciones. El film, que juega con la incomodidad a lo desconocido, redescubre la leyenda de Pie Grande -recuérdese lo amistoso que parecía en Pie Grande y los Henderson-, un ser peludo y feroz que cruza los bosques con la rapidez de una flecha y tras los pasos de sus víctimas, que han arruinado su apacible vida entre los árboles. Sin personajes interesantes, con una sola escena destacable -los protagonistas atrapados en la casa rodante- y con situaciones vistas en infinidad de oportunidades, Terror en el bosque pierde puntos o, quizás, haya llegado demasiado tarde a la pantalla. No faltará quienes la disfruten, pero los seguidores del género pedirán más y descubrirán los mismos recursos con menor resultado.
¿Y dónde está el terror? La película argentina juega con el encierro de tres personajes en un bunker de una ciudad destruída por un ataque zombie, pero el clima de desesperación y el suspenso nunca aparecen. La idea de encerrar a un grupo de personas en un bunker y experimentar con los vínculos que se tejen entre ellos y con el ambiente caótico que se gesta en el exterior es la que impulsa a El desierto, la película de terror del cineasta Christoph Behl, un alemán residente en Argentina desde hace años que además acredita documentales. Un mundo apocalíptico de un futuro cercano y un departamento convertido en fortaleza, entre nylons y ventanas reforzadas, es el que habitan Ana -Victoria Almeida-, Axel -Lautaro Delgado- y Jonatan -William Prociuk- , tres jóvenes que formaron parte de un triàngulo amoroso y ahora subsisten a duras penas mientras intentan prevenir un ataque zombie que está fagocitando la cuidad. El trío en cuestión se somete a un modo de supervivencia que también está ligado a la autodestrucción: Ana quiere más aire y sigue ligada a Jonathan, mientras se siente relegado y va completando su cuerpo con tatuajes de moscas a medida que pasa el tiempo, como si se tratase de un nuevo monstruo que habita en su interior. Lo que alguna vez fue ya no lo es para ninguno de los tres y menos cuando después de una "expedición" al exterior -pocas tomas que muestran un afuera diurno y con fondos desdibujados- traen a un "invitado", Pitágoras -Lucas Lagré-, un zombie de mirada perdida, al que encadenan y contemplan con estupor. La película intenta preguntarse quiénes son en verdad los monstruos y quiénes los prisioneros en este universo que parece caerse a pedazos y del que sólo llegan disparos y gritos pidiendo ayuda. Una pena que no se hayan aprovechado los diálogos para transmitir inquietud o un clima claustrofóbico que genere suspenso y miedo a partir de la llegada del nuevo invitado. El terror nunca aparece entre videos filmados, olores nauseabundos y un zombie que, a su manera, también pide ayuda.
Un ama de casa dispuesta a todo Basada en la novela de Claudia Piñeyro, la película ofrece intriga, suspenso y secretos con Andrea Pietra en el papel de un ama de casa que comienza a investigar a su marido. El tema de la mujer común y de vida ordinaria devenida en una investigadora dispara esta historia, basada en la novela de Claudia Piñeyro, que lleva la firma de Edgardo González Amer, realizador que acredita El infinito sin estrellas y Familia para armar. Manteniendo el tono policial de las novelas de la autora de La viuda de los jueves y Betibú, el director adapta y plasma un relato que nunca pierde el ritmo ni el suspenso a pesar de deslizar algunos diálogos forzados en donde quizás el silencio hubiese tenido más peso dramático. La narración está marcada por la "voz en off" de la protagonista, que también expone un pasado doloroso. Inés -Andrea Pietra-, una esposa de buena posición, ve tambalear su seguridad cuando descubre una carta de amor y una infidelidad de su marido Ernesto -Jorge Marrale-. Sin embargo, las cosas empeoran cuando se convierte en testigo de un asesinato: su esposo mata a su amante -Ana Celentano-. En Tuya, el convulsionado mundo de los adultos también deja de lado los conflictos de la hija adolescente -Malena Sánchez- que arrastra su propio drama en soledad y el eje de las sospechas se va corriendo con el correr de los minutos. La aparición de la sobrina de la víctima -Juana Viale- suma dudas en un policial donde se borran rastros, se buscan pistas y todos se mantienen alerta. En el personaje de Pietra -un merecido protagónico- descansa todo el clima tramposo y de misterio que propone el relato: la mujer que niega la realidad y está dispuesta a todo para salvar a su familia en medio de una trama que presenta giros y vueltas de tuerca sobre el desenlace. El juego de la investigación está servido.
Un relato de acción contado al ritmo de una corrida de toros Sean Penn reaparece como un francotirador que ahora trabaja en ayuda humanitaria, debe limpiar su nombre y es perseguido en una trama que acumula acción y romance. Por su parte, a Javier Bardem se lo ve poco y desdibujado en la película. Sin una trama que sea innovadora y con el pulso narrativo que le imprime el director Pierre Morel, el mismo de la exitosa Búsqueda implacable, la película encabezada por Sean Penn entrega un típico producto de acción ambientado en Africa y Europa como escenarios de una persecución que parece no tener fin. Jim Terrier -Penn- , un francotirador mercenario contratado por una corporación minera multinacional, asesina al Ministro de Minería de la República Democrática del Congo y desata el caos. Ocho años después -¿era necesario esperar tanto?- un grupo de mercenarios intenta eliminarlo mientras Terrier trabaja para un pueblo con la ayuda de una ONG. El relato es la típica historia del hombre que desea recuperar a la mujer que ama -"Hice cosas malas"-, escapar de sus perseguidores y limpiar su nombre. Está claro que Penn no es Liam Neeson ni Sylvester Stallone -aunque físicamente se está pareciendo a éste último- porque sus películas no están ligadas a los típicos héroes de acción, pero se las ingenia como para mantener el interés de una trama un tanto forzada pero que no carece de intriga y de buenos momentos -como la escena de la llegada de un grupo de asesinos a la casa o las peleas con forajidos y secuaces de temer-. En ese sentido, The Gunman: El Objetivo acierta en sus escenas de tiroteos, escapes y romance en medio de un clima humanitario anti-corporaciones y con la mujer que alguna vez amó -Jasmine Trinca- y que ahora cae en las manos del personaje que tiene a su cargo Javier Bardem, en una aparición desdibujada y episódica. Como en toda película de género, al villano -Mark Rylance- muy del estilo de los personajes ochentosos se suman el agente que investiga -Idris Elba- las extrañas conspiraciones que tiñen de negro el pasado y presente del héroe maduro y el amigo -Ray Winstone - que ofrece refugio cuando las papas queman. Mientras tanto, una persecución feroz sigue su marcha al ritmo de la adrenalina que marca una corrida de toros sobre el desenlace. Y un oleeee para el hombre que arrastra la culpa del pasado.
La Cenicienta renace con el hechizo de un clásico "La Cenicienta" regresa con personajes al borde de las lágrimas, un sólido elenco encabezado por Lily James y toda la magia del relato clásico. El director Kenneth Branagh no se aparta de las situaciones conocidas por el público. Con personajes siempre al borde de las lágrimas, ausencias paternas y maternas como para no perder el rumbo lacrimógeno de las historias clásicas que marcaron a generaciones y sin olvidarse de la magia, La Cenicienta nuevamente cobra vida con actores de carne y hueso, siguiendo el exitoso camino que dejó Maléfica y que continuará con La Bella y la Bestia. Bajo la galera de Kenneth Branagh -Thor- la película se asegura un regreso fiel al relato infantil sin despegarse de las situaciones que todos conocen y esperan de una superproducción de estas características: la espectacularidad de los escenarios, la cuota obligada de hechizo, el vestuario multicolor y la dosis melancólicas que tan buenos réditos deja en boleterías. La intención del director no es crear una atmósfera sombría o estremecedora -a pesar de la presencia del gato Lucifer-, sino una película que mantiene su tono deliberadamente ingenuo sobre todo en las escenas desarrolladas en el bosque durante la cacería o desde el mismo personaje central, Ella -una acertadísima Lily James, vista en Furia de Titanes 2-, la joven de enorme corazón, capaz de hablar con ratones y patos, y cuyo padre -un rico comerciante- se vuelve a casar tras la trágica muerte de su madre. Ella está dispuesta a recibir a su nueva madrastra Lady Tremaine -Cate Blanchett como una sofisticada dama impulsada por la envidia y la maldad- y a sus hijas Anastasia y Griselda en su hogar familiar, pero pronto queda a merced de la mujer que sólo busca el bienestar económico cuando el padre de Ella también muere. Obligada a realizar las tareas serviles de la casa -y apodada como La Cenicienta- la heroína aún tiene oportunidad de conocer el amor del príncipe -Richard Madden- en el baile real gracias a la ayuda de su Hada Madrina -Helena Bonham Carter en una breve aparición-. La película funciona por su ritmo sostenido, sus logradas escenas ambientadas en el ático y en salones reales, y por reflotar los temas del amor incondicional versus los matrimonios arreglados. La cámara circular de Branagh involucra a los espectadores en la coreografía y la esperada escena del zapato de cristal aparece luego salpicada con oportunos toques de humor. Al film, de gran diseño de producción, se suma un elenco sólido en el que también sobresalen los roles secundarios de Derek Jacobi, como el Rey; Stellan Skarsgård, como el Gran Duke y Ben Chaplin, en el rol del padre de Ella. Todos construyen el universo de una historia que vuelve para quedarse con el corazón del público. Fiel a un estilo A la espera de la ansiada secuela de Frozen, antes de la proyección de La Cenicienta, se incluye el corto Frozen Fever donde los personajes se reúnen para festejar el cumpleaños de Ana. Elsa tiene un gran resfrío y estornuda a unos diminutos personajes, generando gags en varios tramos del corto. Sin embargo, todo parece seguir adelante: Kristoff, Olaf y el reno ayudan a decorar el patio al aire libre y una gran torta. Los personajes aplaudidos por el pùblico vuelven y dejan con ganas de ver más que apenas una simpática anécdota animada.
Un mundo apocalíptico y atomizado como la protagonista La trama, que transcurre en medio de una sociedad en la que la población ha quedado dividida en cinco facciones diferenciadas, crece en intensidad, acción y en inspiración visual. Ambientada en un futuro en el que la población está dividida en facciones de acuerdo a las personalidades de sus habitantes, la segunda parte de la saga Divergente, Insurgente, crece en interés e intensidad dramática gracias a la presencia de Shailene Woodley -la actriz de Bajo la misma estrella- como Tris, la joven que no parece encajar en ninguna de las cinco facciones, y es perseguida por el poder tirano que representa Jeanine -Kate Winslet-. Atormentada por pesadillas y por intentar comprender el asesinato de sus padres -y un secreto que ellos protegieron con su vida- Tris lidera un grupo de rebeldes que enfrenta al sistema junto a Four -Theo James- y atraviesa la ciudad tratando de encontrar aliados en las facciones Cordialidad, Honestidad, Abnegación y Osadía, así como la rebelde y empobrecida masa de los Sin Facción, dirigidos por Evelyn -Naomi Watts-. Lo interesante de esta segunda parte es que explota la acción más que el film anterior y presenta dos partes bien diferenciadas: la primera con un vertiginoso escape por el bosque y con personajes tratando de incorporarse -a su manera- a Cordialidad, mientras que la segunda juega más con los desafíos, la aparición de un mundo “virtual”, algunos toques de humor y sorpresas relacionadas con la traición y la ambición del poder. A nivel visual el director de RED, Robert Schwentke, logra escenas de buen impacto en los espectadores con un despliegue que muestra a una Chicago atomizada y despedazada como la misma Tris, el alma del film que logra inmediata empatía con la platea. Otro personaje femenino en la saga juvenil escrita por Verónica Roth que promete explotar en su tercer eslabón.