Un libro que ve la luz y el tedio Segunda de las películas que conforman la trilogía El ciclo de la casa: El árbol, Elegía de abril y La casa, realizadas por Gustavo Fontán. El realizador siempre focaliza en un cine experimental de difícil digestión, y se mueve entre el retrato documental de la familia y ahora su obsesión por mostrar qué dejaron los personajes que habitaron una casa. Un libro oculto en un placard por más de cincuenta años, del poeta Salvador Merlino, es redescubierto cuando la hija del autor decide sacarlo a la luz con la ayuda de su nieto. Fontán no se preocupa por construír una historia convencional, si no más bien por la forma de contarla: fueras de foco, reiteraciones y una cámara deliberadamente desprolija que espía todo lo que sucede en la casona. Es un juego del cine "dentro del cine" pero con resultado abrumador y tedioso que hace mirar el reloj a pesar de la corta duración del film. Elegía de Abril incluye también a actores profesionales como Adriana Aizenberg y Lorenzo Quinteros (¿Qué hacen ellos en medio de todo esto?), intérpretes que también se colocan delante de una cámara que registra el pasado, el presente y el futuro incierto de los integrantes del clan.
Un equipo soñado dispara con artillería pesada El estreno, cuyas siglas en inglés Retired Extremely Dangerous, significan Jubilados Extremadamente Peligrosos, es la adaptación al cine del cómic de Warren Ellis y Cully Hammer. Si algo caracteriza a RED es su catarata constante de acción y el humor burlón que atraviesa todo el relato, y que surge de las situaciones (la edad de los protagonistas, por ejemplo) y de las características de los personajes, interpretado por actores ajenos al género a excepción de Willis. En ese sentido, la película encuentra algunos puntos de contacto con Brigada A: Los magníficos. El agente secreto Frank Moses (Bruce Willis) está retirado de la CIA hasta que su casa es invadida por asesinos profesionales. Como todo héroe que se precie de tal, debe volver a la acción, pero antes decide recuperar a su viejo equipo: Joe (Morgran Freeman, retirado en una asilo para ancianos; Marvin (John Malkovich), un paranoico que suele tener razón y se parece al Murdock de la serie Brigada A; Victoria (Helen Mirren), una mujer de armas tomar; la civil Sarah (Mary-Louise Parker), con quien compartirá el lado romántico, y Brian Cox, quien aparece en el momento indicado. Todos juntos descubrirán una de las conspiraciones más grandes de al historia del gobierno norteamericano, en medio de una trama plagada de apariencias engañosas. El film de Robert Schwentke (responsable del piloto de la serie Lie to me y del largo Plan de Vuelo) maneja los climas y la intriga con corrección y brinda a sus personajes la fuerza y los argumentos necesarios para ser avasallantes. RED es un verdadero desfile de estrellas: Richard Dreyfuss, un millonario que hizo jugosos contratos con el gobierno; y el legendario Ernest Borgnine, quien a sus 93 años sigue filmando y cuyo personaje protege los secretos más caros de la agencia. Lejos de asustarse por su madurez, este "team" hace frente a los villanos de turno: Karl Urban (La Supremacía Bourne) y Rebecca Pidgeon, y se convierte en el "equipo soñado" por cualquier realizador.
La maestra que quería vivir "Mi madre siempre inventaba historias. Esa fue la última vez que le creí". Así comienza el film protagonizado por Mimí Ardú, una maestra de escuela perseguida por su pasado. Franzie es una mujer que quiere volver a sentirse viva. Su presente no es alentador: a la mala relación que tiene con su hermana y con su madre (Norma Pons), internada en un neuropsiquiátrico desde hace años, se suma una enfermedad que le quita energías. Pero en su camino se choca con Emanuel (Enrique Liporace), profesor de un curso de comedia que sobrevive gracias a su trabajo como corrector de libros de autoayuda. Y Franzie está dispuesta a pagarle para sentirse acompañada. La película de Alejandra Marino habla de la vida (la esposa embarazada de Emanuel encarnada por Victoria Carereras), de la muerte y de la locura (representada por una correctísima Norma Pons, una suerte de figura fantasmagórica que se pasea con un ovejero alemán) y del deseo de recomponer una situación familiar complicada. Todo eso ronda a Franzie cotidianamente. Menos dispersa en su segundo tramo, la película tiene un clima dramático que nunca cae en el golpe bajo, entre caminos que muestran la belleza de la provincia de San Luis, y que funcionan también como las rutas que unen las piezas familiares. Encuentros, curvas y desencuentros amorosos. Mimí Ardú convence con su máscara de una mujer que perdió el deseo y necesita ser nuevamente querida, e inmersa en una relación que no llega a convertirse en un romance pero que la ayuda a mantenerse viva.
Tengo una hija gay La realizadora Liliana Paolinelli explora el mundo de las relaciones familiares y la sexualidad femenina en esta lograda película nacional que se ve enriquecida por el humor. En Lengua materna (algo similar ocurría en el film italiano El hada ignorante), Estela (Claudia Lapacó), es una madre que se entera que su hija (Virginia Innocenti) es lesbiana y, a partir de se momento, intentará comprender las reglas de un mundo que desconoce. La directora aprovecha los chispeantes diálogos (sobre todo al comienzo) para mostrar la tormenta emocional que atraviesan sus personajes. Mientras la hija ve el "interés" de su madre como una intromisión a su vida privada, Estela consulta con un cura y trata de convencerse por "haber pecado". Entre facturas y mates, Estela también empujará a su mejor amiga para que la acompañe al bar de citas que frecuenta su hija. El film no juzga y muestra a padres que no quieren ver a sus hijos cómo realmente son. Y lo hace sin golpes bajos, con emoción y escenas muy logradas. El pilar de la propuesta descansa en Claudia Lapacó, una actriz que merecía su primer protagónico en cine, y cuyo personaje se mueve con gracia dentro de la "desgracia" que le propone la trama. La secunda cómodamente Virginia Innocenti como la hija que se aproxima cada vez más a su madre mientras se aleja de su pareja de años.
Un asesino entre sospechosos cercanos Con inspirado clima introspectivo, la película de Anton Corbjin acierta en la pintura de los personajes y en el ambiente aislado donde desarrolla su acción. El film está basado en la novela "A very private Gentleman" del autor Martin Booth y el mayor mérito pasa por el trabajo actoral de su protagonista: George Clooney en el papel de Jack, un asesino profesional con ganas de retirarse del negocio. El relato comienza en Suecia, en medio de la nieve, donde Jack despierta de su letargo y entra en acción cuando se siente amenazado. El quiere salir del "juego" pero las cosas no son sencillas y menos cuando se traslada a un pueblito de Italia a esperar instrucciones y realizar su último trabajo. Las escenas en las que Jack se ejercita físicamente o prepara en silencio el arsenal que lo mantendrá con vida, son eslabones de una larga carrera que parece entrar en el olvido. Allí es donde se muestra el costado vulnerable del personaje: es capaz de enamorarse de Clara (la impactante Violeta Placido) una prostituta del pueblo y entablar una amistad con el párroco del lugar. El ocaso de un asesino tiene poca acción; persecusiones por laberínticas callecitas; una atmósfera de peligro constante y un tono romántico en los minutos finales. Ese es el acierto del realizador: poner a su personaje en alerta y rodearlo de sospechosos cercanos. Y la violencia golpea una vez más, como campanadas teñidas de sangre.
La obsesión de un guardia El film, premiado en los Festivales de Berlín y San Sebastián, marca el debut del argentino Adrián Biniez en la pantalla grande. A partir de una historia pequeña, el realizador logra mantener la atención del espectador con personajes que cumplen su tarea en un hipermercado. La película es la obsesión secreta que desarrolla Jara (Horacio Camandulle), un gigantesco guardia de seguridad que contempla, en silencio y con mate en mano, todos los movimientos del supermercado. Hay alguien que llama su atención: Julia (Leonor Svarcas), una empleada de limpieza del local que "guarda" mercadería sin que nadie la vea. Jara enciende la mecha de un amor secreto, se protege detrás de los monitores de las cámaras de seguridad y sigue de cerca sus pasos (incluso fuera del trabajo, en el cine, en una pizzería o en la parada del colectivo). Estudia todo lo que ella hace pero no la encara. La pregunta que dispara el relato es: ¿estamos en presencia de un psicópata o frente a un hombre inofensivo al que le cuesta relacionarse con las mujeres?. De pocas palabras, aún con sus compañeros de trabajo, el protagonista también trabaja en un boliche nocturno al que llega su "presa". Gigante es una historia de amor unilateral en la que el realizador sigue los pasos del protagonista, quien a su vez persigue a Julia en sus actividades cotidianas. De ritmo pausado y escasos diálogos, el relato está ambientado en Montevideo (con más suspenso en los tramos finales) y descansa en la actuación de Horacio Camandulle, quien brinda a su criatura su enorme figura y su limitado corazón.
La cruda verdad Se supone que una primera cita debe ser prometedora, pero las cosas no salen como estaban planificadas cuando el encuentro lo arregla un tercero. Esto es lo que les sucede a Holly (Katherine Heigl), la dueña de un negocio de comidas, y a Eric Messer (Josh Duhamel), el director de televisión de un canal deportivo. El título original (Life as we kwow it) es más abarcativo que la traducción local Bajo el miso techo, la comedia romántica que coloca a Katherine Heigl en un lugar privilegiado dentro del género luego de sus participaciones en 27 bodas y La cruda verdad. Los protagonistas son muy diferentes (Holly no quiere viajar en la moto de él y Eric tampoco está cómodo en el pequeño automóvil de ella) y la trama les depara una nueva vida. Con un toque lacrimógeno que no es habitual en este tipo de películas, el relato los obligará a convivir bajo el mismo techo (ajeno) y deberán hacerse cargo de Sophie, la ahijada de ambos. La película de Greg Berlanti (The Broken Hearts Club: A Romantic Comedy y dos episodios de la serie No ordinary family) es el realizador indicado para narrar una historia de desencuentros amorosos que se desarrolla entre cambio de pañales, noches de insomnio, vecinos festivos que parecen tener una vida mejor y la constante presencia de una visitadora social. En Bajo el mismo techo, el foco está puesto en el atractivo de los opuestos y funciona. El resultado es entretenido y estimulante gracias a la presencia de un elenco sólido: Josh Duhamel (a quien veremos en Transformers 3) y Josh Lucas (Poseidón), como el pediatra que revolotea sobre la protagonista.
El backstage familiar de un revolucionario Continuando con su obsesión documental, como lo hiciera en Cortázar, el director Tristán Bauer construye ahora una mirada íntima y subjetiva de Ernesto Che Guevara a través de materiales de archivo militares y familiares inéditos. Contar los días de Ernesto Guevara ya se hizo en varias oportunidades, pero Bauer elige un costado dramático cargado de emoción al mostrar la lucha de un hombre contra las injusticias e imperialismos de turno. En ese sentido, el documental aporta una mirada más amplia: su visita al Congo y fragmentos desconocidos de films obtenidos en otros países como Estados Unidos, Rusia e Inglaterra. Quizás lo más interesante del documental no es su desembarco en Cuba o sus primeros años de guerrilla junto a Fidel Castro, sino su aspecto menos conocido, su backstage familiar: imágenes junto a sus padres y hermanos en Punta del Este, cartas, fotografías o una serie de poemas enhebrados a manera de despedida. Aún con sus reiteraciones (el cuerpo del Che asesinado a los 39 años aparece en varios tramos) y un extenso metraje, la película acierta al mostrar al hombre que dejó una huella imborrable. Tristán Bauer espía (a través de travellings) y fotografía archivos secretos (con el permiso del presidente boliviano Evo Morales) que están en poder del Ejército de ese país, y que incluyen cuadernos escritos de puño y letra, poco antes de ser capturado y asesinado. Un ícono de nuestros tiempos y todo su legado quedan inmortalizado en este documental para fanáticos.
Caminos cruzados y un falso culpable "Las cosas se están complicando y la policía sigue investigando". Más allá de algunas situaciones forzadas y otras que provienen del azar, la película de Miguel Cohan cruza los caminos de seres que de buenas a primeras se encuentran al borde del colapso. En Sin Retorno, un accidente automovilístico une los caminos de tres personajes que en otras circunstancias no se hubiesen conocido. Matías (Martín Slipak en un atendible protagónico) es un joven de familia acomodada que regresa de una fiesta con el auto de su madre cuando tiene un accidente que termina con la vida de un ciclista. Por otro lado, Federico (Leonardo Sbaraglia), un ventrílocuo que vuelve a su casa luego de su rutina humorística en un local nocturno y tiene un encuentro previo con el ciclista. Y luego entra en acción Víctor Marchetti (Federico Lupopi,), el padre de la víctima que pide justicia y desea ver al responsable de la muerte de su hijo tras las rejas. El film apuesta al suspenso y teje una trama que navega entre la culpa, el ocultamiento de pruebas y el tema del falso culpable. En ese sentido, el personaje animado por Sbaraglia parece salido de un film de Hitchcock: un hombre de familia cuyo universo se ve alterado al convertirse en el "chivo" expiatorio del caso. La película conduce bien la intriga, aprieta correctamente el acelerador del suspenso y lleva al espectador a una zona gris en la que se mezclan la impotencia, el dolor y los manejos económicos de los poderosos. Luis Machín y Ana Celentano encarnan a los padres acomodados de Matías que intentan salvarlo como sea de un caso que podría llevarlo a la cárcel, que ha tomado estado público y que lo acorrala minuto a minuto.
Vuelo directo al gran espectáculo Del visionario realizador Zack Snyder (300), llega esta producción animada en tres dimensiones impulsada por el sello Warner, que coloca en primer plano no sólo el prodigio de la técnica, sino un universo oscuro donde se enfrentan las fuerzas del Bien y del Mal. El film no es recomendable para chicos de corta edad por las situaciones de acción que presenta y por el despiadado universo lúgubre en el que reinan la traición y la ambición desmedida de poder. Y no es casual, tratándose de un cineasta cuya concepción estética deslumbra por los contrastes (luces y sombras, agua y fuego); la dualidad de sus personajes y la traición entre hermanos que pone en marcha el relato. Soren es un joven búho que siempre sintió fascinación por los relatos de su padre sobre los Guardianes de Ga´Hoole, una bandada de guerreros que libraron una batalla para salvar a los búhos de los malvados Raza Pura. El héroe quiere unirse a ellos, pero antes deberá aprender a volar y enfrentar varios obstáculos cuando es tomado prisionero al caer de la copa de un árbol. Su hermano Kludd, otro engendro del mal, junto a Pico de Hierro, el villano del fillm, no le facilitarán la tarea. La leyenda de los guardianes es vertiginosa de principio a fin; rica en detalles (los movimientos de las plumas animados con gran verosimilitud) y tiene permanentes perscecuciones, luchas y razas superiores que ejercen poder y dominación (acá una suerte de hipnosis) a las más chicas e inexpertas. Un vuelo directo y sin escalas que tiene como destino el gran espectáculo visual.