Basada en el clásico arcade, "Rampage: Devastación" de Brad Peyton es un placer culposo plagado de escenas disfrutables. Premisa, tres animales evolucionados en bichos gigantes rompen todo a su paso en la gran ciudad mientras un grupo de humanos intenta detenerlo ¿Qué esperamos con esa base? Cine en su más pura faceta de entretenimiento vacío. Justamente lo que entrega "Rampage: Devastación". Dwayne “La Roca” Johnson es actualmente uno de los más, sino el más grande, astros de acción en actividad. Ese título, no solo se lo ganó a base de músculos, tiros, y cuadros riesgosos. El ex WWE parece haber entendido a la perfección la fórmula, equilibrar testosterona con carisma. Sus películas ya son garantía de confianza, ya sea "Jumanji: En la selva" o las últimas de la saga "Rápido y Furioso" (justamente desde que entró él a la franquicia), su presencia asegura no solo mucho músculo, sino altas dosis de diversión. Por su lado, Brad Peyton ya demostró su efectividad como director de películas con un presupuesto no necesariamente bajo, pero sí de espíritu libre. Juntos, son dinamita. A Viaje 2 y San Andreas no les pidan mucho, pero que son altos entretenimientos, no se puede negar. Por suerte, "Rampage: Devastación" es la oportunidad de reunirlos nuevamente. Basada en el videojuego creado por la gente de Midway en 1986 para los arcade, pasando luego por plataformas hogareñas varias. Tanto juego como película ofrecen eso, monstruos rompiendo ciudades. Sí, quienes sean fanáticos del videojuego notarán varios cambios importantes respecto de la historia original, quizás tomando de aquí y de allá respecto de las secuelas. Pero lo importante, el espíritu, está. Ya no son un grupo de humanos que por razones varias devienen en monstruosos animales mutantes, ahora, para poder introducir mejor a los personajes humanos salvadores, se parte de animales que evolucionan en gigantes, mutantes, y violentos. Todo comienza en el espacio con unas pruebas químicas sobre una rata (primer guiño al videojuego de las muchas que se pueden encontrar) que sale mal. Los villanos de turno, Claire Wyden (Malin Akerman) – otro guiño, y presten atención a la decoración de la guarida – y su hermano y secuas (Jake Lacy) son los responsables de una corporación que llevó a cabo esos experimentos genéticos en el espacio, y ahora quieren cubrir todo, no sin antes hacerse con los resultados sobrevivientes. Mientras tanto, Davis Okoye (Johnson) es un zoólogo experto en primates, que desarrolló un fuerte vínculo con un gorila albino de nombre George, al que rescató y entrenó de un moco casi humano. Los retos del experimento espacial caen como meteoritos en el suelo estadounidense, e impactan en tres zonas diferentes, una de ellas, el parque en el que se encuentra George, despidiendo un gas tóxico. A partir de entonces, George, un lobo al que apodarán Ralph, y otro animal que se mueve en las aguas pero que no se revela prontamente (los aficionados al arcade ya sabrán qué es), comienzan a crecer y a violentarse. Pronto escaparán de sus hábitats y comenzará la destrucción, o devastación. A Davis se le suma una ex empleada de Wyden, Kate (Naomi Harris), y un agente gubernamental Russell (Jefrey Dean Morgan), para frenar el peligro. "Rampage: Devastación" es un film imposible de ser tomado en serio; y en realidad está bien que así sea. Son monstruos gigantes vs la ciudad ¿quién busca seriedad en algo así? Desde este costado es donde se erige sobre títulos fallidos como el último Godzilla hollywoodense. Tampoco intenta ser un armamento de artillería pesada que no descansa un segundo y solo ofrece ruido repetitivo, por eso se ubica a años luz de una franquicia como Transformers. Rampage: Devastación tiene presupuesto, mucho, pero es espíritu clase B puro, y del bueno. Sabe dosificar bien la acción y ubicarla en el momento justo. Y cuando no hay acción, igual está ocurriendo algo entretenido, no hay bache dramático en el medio. La creación de personajes es sencillamente perfecta. Explotan de cliché, pero de un modo muy asumido. Davis y Russell son puro carisma sacándose chispas, Kate es una dama en peligro que más de una vez no sabe dónde se mete, y los villanos… pero qué buenos villanos. Desde la Diana de "V Invasión Extraterrestre" posiblemente no sea vea una fémina tan pérfida como Claire Wayden, es mala por el hecho de ser mala, ni siquiera sus propósitos son demasiado claros. Es codiciosa, probablemente quiere destruir a los humanos con tal de tener dinero, y no tiene ningún reparo en sus planes. Su hermano y secuas es un gran comic relief. Entre ambos tienen varios de los mejores momentos de la película. Con estos personajes los actores se entregan, y tanto Dwayne Johnson, como Jefrey Dean Morgan, Malin Akerman y Jake Lacy lucen perfectos y divertidos, cada uno en los suyo. Repito, miren a Akerman posando con esos trajecitos entallados, estola de piel sobre el hombro, y hablando en tono villanicio, y directamente aplaudan. Quizás quien menos pueda aprovechar sea Naomi Harris porque su personaje es el menos explotado del film. La amalgama de los efectos es lograda, el ritmo es constante pero no apabullante, y hay que decir que tiene de todo. Desde comedia, a acción sin sentido, muertes gloriosas, y hasta heroísmo sin necesidad de ser machacado (dato curioso, no se habla casi de patriotismo). Sin necesidad de ser fiel al videojuego de origen , pero con todos sus elementos, "Rampage: Devastación" recupera la gloria de los clásicos espíritus clase B directos a VHS, demostrando que no importa si hay mucho o poco dinero en el medio, importa tener en esto casos un gran sentido de la diversión.
El quinto film de Jeff Wadlow, "Verdad o reto", propone una estructura tradicional de terror adolescente, pero falla en su traspaso genérico y en las llamativas similitudes con otras películas. Allá por 2001, los expertos del género vaticinaron. Con Día de venganza se cerraba el círculo fagocitándose el boom del nuevo slasher adolescente autoconsciente iniciado en 1996/97 con "Scream: Vigila quien llama". Cuatro años después, se estrenaba dentro de ese marco La última víctima, una película con ciertas similitudes al clásico April Fools Day, pero para la nueva generación. Una película aceptable, pero hay que reconocerlo, a destiempo. Cry Wolf, o La última víctima fue la ópera prima de Jeff Wadlow, director cuyo título más recordado sería la intrascendente secuela Kick Ass 2. Trece años después, Wadlow vuelve a llegar tarde con Verdad o reto, la nueva propuesta de la productora especialista en el género Blumhouse. ¿Por qué llegar tarde? Porque a los pocos minutos de corrida "Verdad o reto" lo primero que diremos será "Destino final", para luego dar suerte a una suerte de deja vu. Siete amigos van de vacaciones de primavera a México. No todos son los mejores amigos entre sí, pero es un grupo unido. Las que sí son mejores amigas son Olivia (Lucy Hale) y Markie (Violett Beane), quienes atravesaron muchas cosas juntas y ahora se encuentran en esa etapa del “primer día del resto de nuestras vidas”, en los que la universidad y otras obligaciones quizás las separe. Por eso este viaje es importante, aunque Olivia no quiera ir. Noche de playa y bares, Olivia conoce a un chico que se muestra muy caballero, Carter (Landon Liboiron) y que invita al grupo a terminar la noche en una zona alejada apropiada. El lugar es una cueva, o lugar en ruinas, adentro, algunas referencias culturales religiosas. Una vez allí, Carter propone un juego, el clásico verdad o reto. Todos participan, sin imaginarse las consecuencias. A la primera de vueltas, Carter revela sus reales intenciones, pero ya es tarde. Este juego de verdad o reto no será uno más, cada vez que eligen verdad deben rebelar un secreto especial, o mueren; si eligen reto, lo mismo, o cumplen el reto, o mueren. La vida y la unión del grupo estará en riesgo de ahí en más hasta poder averiguar cuál es la verdad detrás de todo esto. Cinco guionistas hay detrás de "Verdad o truco", contando al propio Wadlow. Por esta misma razón, se hace tan inexplicable que hablemos de un producto genérico, vacío no solo de originalidad, sino de alma o impronta propia. "Verdad o reto" prácticamente carece de sangre, no hay altas dosis de comedia, ni un ritmo que la convierta en un film divertido o paródico. Nada de lo que sucede adquiere gran relevancia, y tampoco hablemos de momento de susto o espanto, no los hay. Solo algunas muertes parecen inventivas a lo "Destino final", pero ya se han visto muchas iguales, y acá no se caracterizan por su pericia o por exponerlas de un modo sangriento como en aquella saga. Todo lo contrario, si algo saben hacer el director y el director de fotografía es cortar justo para que no se vea nada. Hay un intento de atemorizar con unas caras y voces que transforman a los personajes; además de ser un recurso repetitivo, no da miedo. Dueña de un montaje poco estructurado, se pasa de una a otra escena, de un modo aleatorio, aportando a que nos perdamos, y podamos ver a los personajes cometer actos sin justificación lógica. No es que hablemos de una propuesta necesariamente mala, no hay mucho para odiarla tampoco. "Verdad o reto" cae en la más peligrosa de las caracterizaciones, es aburrida. Su hora cuarenta se hace eterna. Estas películas suelen tener una mecánica, como si la historia fuese un juego con reglas internas. En "Verdad o reto", las reglas no son muy claras, y la mecánica u orden a respetar por la muerte, menos. Todo es muy confuso, y tampoco ayuda a que nos interese. Los personajes también caen en lo genérico y cliché. El grupo es variado para que cada uno cumpla una función específica, y hasta se contradicen en sus acciones. Lo peor, ninguno llega a importarnos como para pedir que se salven. Otro elemento huele raro en "Verdad o reto", no solo hablamos de una propuesta demasiado genérica que no logra destacarse en ningún punto. Más allá de tener una base similar a la saga "Destino Final" (cosa que otras películas como "Siete Deseos" también hacía), hay otras películas en las que directamente parece haber tomado algo más que una inspiración. Desde "Destino Final 2", al telefilm del año pasado "Truth or Dare" (¡mismo título!), y las más evidente, la mexicana presentada aquí en el último BARS, "Deseo Deseo"; "Verdad o reto" tiene escenas calcadas, derivaciones del argumentos idénticos, y demasiadas coincidencias como para dejarlas pasar. Todo huele muy raro, y para peor, a un nivel siempre inferior de las películas a las que “emula”. Verdad o reto no llega a ser una mala película, es una poco estimulante, incapaz de cumplir con los puntos básicos del género. Más que fallida, es profundamente intrascendente.
Memorias del naufragio AJhonny Hendrix Hinestroza parece haberle alcanzado un puñado de títulos para establecer lo que es un estilo propio. Historias humanas, de gente común que pelea en la vida, y marcadas por el entorno cultural del lugar en el que viven. Sus dos películas previas, Chocó y Saudó, laberinto de almas se inscriben dentro de esa forma, relatando la vida de una madre soltera que trabaja en un mina de oro colombiana, o la historia de un médico que ve en su hijo repetir la misma historia de supervivencia humilde que él. Candelaria, co-producción entre Colombia, Alemania, Noruega, Argentina y Cuba, repite la fórmula, esta vez abandonando Colombia para trasladarse a Cuba y en la vida de un matrimonio anciano. Una placa inicial ya nos advierte. Con la caída del Muro de Berlín y la extinción de la URSS se instaló un nuevo orden mundial. Orden mundial del que Cuba quedó totalmente afuera: cercada por el régimen de bloqueo impuesto por EE.UU y respetado por otros países del mundo, viviendo de las fantasías esparcidas por su líder Fidel Castro, Cuba es una región en agonía. Esto es lo que nos muestra Hinestroza, vivamente, sin dejar lugar para que el espectador se forme otra opinión. Candelaria (Verónica Lynn) y Víctor Hugo (Alden Knight) son un matrimonio de tercera edad, probablemente ella mayor que él. Candelaria se dedica básicamente a mostrar su rutina, su día a día, su sobrevivir, porque el contexto histórico es poco tiempo después del endurecimiento del bloqueo, en los ’90, y el director se encarga de que siempre lo tengamos presente. Solo se trata de (sobre)vivir Candelaria y Víctor Hugo eran artistas, músicos, ahora trabajan a destajo solo para llevar una vida de privaciones de todo tipo. Todo es color oscuro en la vida de esta pareja, salvo el amor que se tienen. Hinestroza no se preocupa tanto en crear una historia como en poner a sus personajes en situación. La relación entre ellos es hermosa, hasta los silencios hablan del amor que se tienen. Ambos hacen sacrificios por el otro, y si la pelean, la pelean juntos. No tienen hijos, Candelaria disimula ese pesar criando pollitos. Víctor Hugo quisiera darle una mejor vida, pero aún vendiendo pertenencias no puede. Luego de bastante avanzados los 87 minutos de duración, ocurre un primer quiebre. En medio de una revuelta social, Candelaria encuentra una cámara de video en el sector de lavandería en el que trabaja. Casi inadvertidamente decide llevársela. Esto planteará nuevos interrogantes en la pareja siempre manteniendo el entorno social como contexto y constante. Mensajes del más acá Estas derivaciones de la trama parecieran consecuencia de la intención de Jhonny Hendrix Hinestroza de querer mostrar un mensaje más que una historia. Lo que se ve, es una rutina, con hechos diarios que van ocurriendo, algunos más trascendentes que otros. En todo caso, la historia de vida del matrimonio es narrada con mucha más sutileza de la que el director le dedica a opinar sobre el entorno. La historia de amor del matrimonio es dulce, compasiva, transcurre de un modo tierno y contemplativo, propio de la edad que representa. No necesita perderse en lugares edulcorados como lo hicieron Elsa & Fred o Sol de otoño, así se genera una mayor empatía. Pero toda esa dulzura decae a la hora de plantear los por qué. Está clara la intención de mostrar que el matrimonio pena por la situación social de la isla, que no tiene para comer, que intenta escapar pero se les hace imposible, que ya no tienen esperanza, y para colmo de males que solo pueden leer y escuchar las palabras de Castro. Hinestroza apela a subrayados innecesarios, muchos de ellos burdos, panfletarios. No es cuestión de opinar igual o diferente a su postura, ni siquiera el hecho de que no de lugar a otra opinión: es lo trunco que resulta en materia narrativa. Se utilizan metáforas muy obvias, diálogos que con tal de dejar una exposición caen en lo inverosímil, y hasta golpes bajos (como un último plano inexplicable) que solo empeoran el panorama. La canción final a cargo de Celia Cruz (renegada eterna de Castro) es el broche de oro por si quedaba alguna duda. Conclusión Candelaria cuenta una historia de amor adulto de un modo cálido y enternecedor. Cuenta con buenas interpretaciones del dúo y hasta puede convencer en su rutina. La insistencia en dejar claras sus ideas sobre el entorno entorpecen y dañan al conjunto.
Debut en el terror del comediante y también director John Krasinski, Un lugar en silencio, parte de una idea muy original que no logra sostener todo el tiempo. Reglas para sobrevivir en una película de terror. Revisen la tetralogía de "Scream" y entérense en boca de los eruditos protagonistas qué hay que hacer, o no hay que hacer, para llegar vivo a los créditos finales y continuar para la secuela. Scream planteaba las reglas para sobrevivir a un slasher, y cada subgénero propone reglas propias. Hay determinadas películas que se distinguen por instaurar reglar propias, por hacer que sus protagonistas deban evitar algo que de hacerlo los pondrá en el pasillo de la muerte. "La oscuridad", "La séptima víctima", y "Cuando las luces se apagan", nos decían que no debíamos quedarnos a oscuras. Un lugar en silencio prohíbe el sonido. Narrada a modo de un diario ligero, "Un lugar en silencio" presenta un escenario post apocalíptico. La humanidad ha sido diezmada, la Ciudad de Nueva York fue alejada, y los diarios anuncian que el mal se propagó por el mundo. En este cuadro de situación, una familia trata de sobrevivir instalados en un escenario rural. Casi como sucedía en "Vienen de noche" (con la cual traza algún paralelismo). Lee (John Krasinski) y Evelyn (Emily Blunt) Abbott son un matrimonio con dos hijos, Marcus (Noah Jupe) y Regan (Millicent Simmonds), más uno por venir. En una emocionante escena previa a los créditos iniciales, fueron presas de una tragedia en el día 89 de la devastación. Siguiendo adelante como pueden, atraviesan más de 400 días sin pronunciar una palabra. Se manejan descalzos, caminando sigilosamente y hasta en puntas de pie, evitando hacer ruidos fuertes, y comunicándose con señas o gestos. Así sobreviven al ataque de una criaturas similares a insectos gigantes (¿Se acuerdan de "Invasión" de Paul Vehoeven?), ciegas, e hiper sensibles al sonido, que atacan mortalmente con sus garras si los escuchan. En los Abbott hay un dejo de tristeza profunda, una tristeza que se traslada al espectador a modo de una carga dramática importante. Se nota un gran amor entre ellos, con los hijos, y en la pareja, que se cuidan, se protegen, y miman. Más allá de que Regan siente que su padre no puede perdonarle aquel error. Un lugar en silencio avanza lentamente, nos introduce en la situación de lo que (sobre)vive esta familia, Hasta llegar a un momento quiebre que cambiará el ritmo de la película, y el sentido del total. El guion, escrito a seis manos entre Krasinski, Bryan Woods, y Scott Beck, se destaca por la originalidad de su propuesta. Acostumbrados cada vez más a un terror que acude al barullo, "Un lugar en silencio", como indica su título, se vale de los silencios. El silencio en este caso no significa cine mudo o ausencia de sonido. Si en algo se destaca la puesta de Krasinski, además de una fotografía detallista que también aprovecha los espacio abiertos, es en el correctísimo uso de los sonidos y la musicalización. Plagada de jump scares, en ningún momento llegan a cansar ni son previsibles. A un momento de calma silenciosa le sigue un crescendo en sonido y musicalización que nos sacude. Así avanza el primer tramo del film, claramente el mejor. Una secuencia clave en el film le abre paso a otra atmósfera, y así "Un lugar en silencio" pasará a convertirse en un film de supervivencia frente al ataque de los monstruos. Uno bastante más convencional, que hasta puede traicionar alguno de los preceptos que antes sostuvo como bandera de originalidad. A partir de entonces, todo se vuelve más vertiginoso, acelerado, reina la noche, y la mezcla de sonidos. Casi como el climax de la saga "Tremors" sin su diversión y estilo Clase B. En este último tramo el estilo es más convencional, pero aún así la propuesta se hace llevadera, hasta arribar a un final que sí, termina por derribar bastante de lo construido. Durante gran parte de la propuesta se nos va adelantando algo, y si uno es un poco perspicaz puede suponer para dónde irá la mano, vamos rogando que pegue un giro y no termine así, pero no, finalmente ocurre, y es tan inverosímil, abrupto y antojadizo como lo suponíamos. Una resolución que no cierra bien lo que "Un lugar en silencio" había mantenido con pericia hasta el momento. Tal como lo había demostrado en sus dos films anteriores, las comedias negras/irónicas Brief Interviews with Hideous Men, y The Hollars, John Krasinski demuestra un buen manejo para la construcción de personajes, la veta dramática, y el manejo actoral. Los cuatro actores de Un lugar en silencio componen armónicamente, expresan el dolor y el amor de esa familia. Tanto Krasinski como Blunt son actores probados en la comedia, que pasan con creces la prueba del terror. Los pequeños Jupe y sobre todo Simmonds rebozan en expresión y carisma. Son un pilar fuerte de la película. "Un lugar en silencio" comienza como una gran película que potencia los elemento positivos del film, pero en sus escasos 90 minutos no logra mantener el mismo nivel, y sobre el final deja la sensación de haber pasado la prueba, sin sobrarle demasiado.
Celebrando el 45 aniversario de su nacimiento, "Mazinger Z: Infinity" de Junji Shimizu es un golpe al corazón nostálgico de los seguidores del personaje. Antes que Dragon Ball y la popularidad de Miyazaki y Studio Ghibli, hubo un manga y un animé que fue furor en el mundo entero. Antes que "Evangelion", "Transformers", los "Go-Bots", "Robotech", y "Titanes del Pacífico", hubo otro robot gigante que lucho por la supervivencia de la humanidad. En 1972 Go Nagai cumplía su sueño de homenajear a su idolatrada "Tetsujin-28 Go", y publicaba por primera vez en la prestigiosa "Shōnen Jump", el manga "Mazinger Z". A fines del mismo año, las palabras mayores de Toei Animation presentaban la serie animada. El resto es historia. Se cree que Mazinger Z ideó, o popularizo, la idea de los mecha, robots tripulados por un humano en su interior, como si fuesen grandes vehículos o armamentos. Tal es el peso de su fama y prestigio. Mazinger es sin duda un ícono de la cultura moderna, un emblema del pop japonés, y es imposible no mencionarlo junto a figuras como Godzilla o Meteoro cuando hablamos de personajes representativos de ese país. Después de él, vinieron los demás. No debe haber hoy adulto, chico en los ’70, que no haya pasado una tarde frente al televisor viendo sus aventuras. A lo largo de los años, vinieron nuevas aventuras en manga y animé para el personaje, que fueron contando, de modo dividido, con la aceptación y el rechazo de los fans. Pero no se cumplen 45 años todos los días, por eso, la Toei animation prende los motores nuevamente para presentar no tanto una nueva versión, como una continuación de la historia del personaje, "Mazinger Z: Infinity". No fanáticos, háganse a un lado. Algunas palabras para los entendidos. "Mazinger Z: Infinity" se basa en los animé, y sigue las dos primeras series Mazinger Z y Gran Mazinger; olvídense de UFO Robot Grendizer. Después de este párrafo ¿neófitos siguen ahí? En fin, sigamos poniéndolos a prueba. Pasaron 10 años desde que Mazinger Z venció al Dr. Infierno/Hell y finalmente reina la paz total en el mundo, al mando de una nueva ONU. El otrora piloto Koji Kabuto siguió el linaje familiar, y ahora es un científico dedicado a la investigación. En la profundidad de la tierra, en el Monte Fuji, encuentran una nueva forma de energía fotónica conocida como Infinity. En las manos adecuadas, esta puede traer todo tipo de avances, en las manos equivocadas puede ser terrible. Sayaka se encuentra el frente del Nuevo Instituto de Investigación que pretende darle un uso pacífico al descubrimiento como una fuente de energía pacífica. Mientras que dentro del Infinity encuentran a Lisa, una androide avanzada que tomará a Koji como su mentor. En la base del Nuevo Instituto en Texas acontece un atentado a cargo del Barón Ashura, que logra tomar posesión del Infinity y pone en peligro la vida de Tetsuya Tsurugi, hermano adoptivo de Koji, y piloto del Gran Mazinger. Sí, Koji se verá obligado a entrar nuevamente en acción, y contará con la ayuda de Lisa. Habrá que sacar del museo en el que reposa al inigualable Mazinger Z. Aún aguardan más sorpresas. ¿No entendieron nada? ¿Aún están ahí? Es que "Mazinger Z: Infinity" está hecha exclusivamente para fanáticos, o por lo menos seguidores, del personaje, y asume total responsabilidad de ser un fan service absoluto. No hay acá reparo en explicar, ni en introducir a los recién llegados. Las bases están bien sentadas en más de cuarenta años de historia. Desde la secuencia previa a los títulos, que funciona a modo de adelanto, quien haya ido con verdadero conocimiento de causa empezará a aplaudir; y habrán pasado muy pocos minutos para que comience la introducción, corran los títulos, la canción icónica , y suframos riesgo de un ataque al corazón. Mazinger Z no es el primer animé en tener su “revival”. Para hablar de los más populares, "Dragon Ball" y "Los Caballeros del Zodíaco" los tuvieron hace poco. Pero a diferencia de estos, sobre todo del de Los Caballeros del Zodíaco, en "Mazinger Z: Infinity" pareciera que el tiempo no ha pasado, no hay una actualización notoria, más allá de un pulido en la animación. Tampoco significa que es un capítulo más, estirado, a modo de lo que sucedió con Dragon Ball. En "Mazinger Z: Infinity" la palabra homenaje está presente en cada segundo. Cada aparición, cada frase que recuerde a algo, se festeja como un gol de media cancha. Habrá que estar atento para ver todos los guiños que nos tienen preparados, desde la triada de villanos, hasta los personajes secundarios, y las pequeñas apariciones y frases arrojadas “al azar”. Pero atención, estos homenajes no se notan forzados, sino perfectamente ensamblados, no responde a esa idea de apelar a la nostalgia visual para tapar huecos, todo es funcional. Es más, los únicos momentos que pueden llegar a “descolocar” son las pequeñas actualizaciones o modernizaciones. El paso de la animación 3D en las escenas de combate no es del todo prolijo (por suerte abunda la animación tradicional aún en las peleas), y una carga sexista moderna extraña (aún para Mazinger Z que ya la tenía) es lo único que huele raro. Por lo demás, "Mazinger Z: Infinity" puede ser el paraíso para los fans. Todo está ahí, la simbología y ambigüedad entre Dios o Demonio, los mensajes ecologistas, y el debate de utilizar una figura heroica como propaganda militar. Todos mensajes que vistos hoy con los ojos adultos penetran mucho mejor. Hay humor efectivo, hay acción de la buena, y una historia interesante bien desarrollada que no se siente como mera excusa. "Mazinger Z: Infinity" es consciente de la fama icónica de su personaje, y lo toma a su favor para entregar todo lo que el espectador promedio de esta película va a querer ver. Esta experiencia puede ser una fiesta de nostalgia.
Luego del éxito de "7 Cajas", Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori redoblan la apuesta con Los Buscadores, una propuesta que mezcla varios géneros para entregar un combo explosivo. Cuando decimos que el cine latinoamericano se encuentra en uno de sus mejores momentos, nos referimos a acontecimientos como estos. La filmografía paraguaya no es lo que se dice precisamente extensa. Recién en 1978 lograron tener su primer largometraje íntegramente producido en el país, "Cerro Corá", y de ahí, pasarían otros diez años hasta lograr una nueva producción. Por eso, cuando en 2012 se estrenó "7 Cajas" fue todo un acontecimiento. La película, primera filmada en digital en el país, recogió elogios por todos lados, la crítica la adoró, y el público no solo la convirtió en el más taquillero de la historia de ese país (destronando nada menos que a "Titanic"), sino que no hicieron más que recomendarla. "7 Cajas" no solo fue un éxito local. País en el que se estrenó, rompió récords de taquilla. Acá en Argentina alcanzó un record de semanas de permanencia en salas, y no solo no disminuyó su convocatoria, semana a semana se iban agregando salas nuevas. Decirle suceso es poco. ¿Qué es lo que convirtió a 7 cajas en ese tanque imparable? Su frescura, su honestidad, y la posibilidad de verse en pantalla sin filtros y sin necesidad de ser declamatorio. Seis años después (cinco en verdad, porque la película se estrenó en su país en 2017), su pareja de directores, Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori presentan su segunda película," Los buscadores", y lo primero que hay que decir (además de que repitieron el taquillazo) es que no se durmieron en los laureles, desde todo punto de vista, subieron peldaños. Si "7 Cajas" presentaba una propuesta que integraba la comedia, el drama social, y la acción en dosis exactas; en "Los buscadores" suman a ese mismo combo la aventura, el suspenso, y un tono que puede ser visto como familiar sin menospreciar. Es imposible no trazar un paralelo entre ambas, pareciera existir una línea conductora. Si en "7 cajas" se recurría a mostrar la problemática de las mulas de barrios bajos en las ferias locales con todo su pintoresquismo, en "Los buscadores" se apunta a mirar hacia el interior de la propia historia del país sin dejar de lado la observación social. Nuevamente hablamos de una construcción coral, en este caso aún más notoria. El mito de un tesoro nacional conocido como Plata Yvyguy (plata enterrada), que data de la época de la triple Alianza, supuestamente enterrado en algún paraje paraguayo, identificado con un extraño fulgor, circula la película y es lo que aglutina todas las historias. Manu (Tomás Arrebondo) es un joven repartidor de diarios que se gana la vida día a día, y pasa sus tiempos libres con Fito (Christian Ferreira). En la primer secuencia, vimos como un descubrimiento arqueológico pudo haber despertado la peor codicia entre dos excavadores. Todo eso, nos lleva nuevamente a Manu, que ahora recibe de su abuelo senil un libro de historia paraguaya en el que de casualidad, cree haber encontrado un mapa que puede conducir hasta uno de los plata yvyguy. Lo que empieza como una posibilidad muy remota, casi de fantasía, cada vez se va convirtiendo en algo más concreto, y al dúo de Manu y Fito se les unirá Don Elio (Mario Toñanez) el anticuario que parece saber mucho de la historia de los tesoros. Por otro lado, nos encontramos a Ilu (Cecilia Torres) una mucama de la embajada de un país africano. Terca y reacia a cualquier tipo de contacto. Que sólo vive para trabajar y mantener a los suyos, y el único respiro que tiene son las charlas con su amiga del trabajo. ¿Qué une a Ilu con el resto de la historia? Manu se enamora perdidamente de ella ni bien la ve en su recorrida como diariero, pero llu ni piensa en aflojar. Manu e Ilu son los motores conductores de Los Buscadores, pero junto a ellos hay muchísimos personajes secundarios, y lo positivo es que cada uno tiene su desarrollo particular, y hasta algún arco narrativo paralelo. De este modo, "Los Buscadores" se convierte en un fresco de la vida en las afueras de Asunción, pero sin caer en golpes bajos, ni lugares comunes del miserabilismo. Ni se disfraza la condición humilde sus personajes, ni se regodea en ella. Los expone tal cual son, con mucha frescura y honestidad, sin dejar de lado una crítica social interesante sobre el modo de vida en esa zona, y las diferencias de clases entre el interior y el exterior de la embajada. Los buscadores puede tener paralelismos lejanos en la novela Un crimen secundario de Marcelo Birmajer, o más cercano en la excelente y menospreciada miniserie Las huellas del secretario. Esa idea de permitirse un revisionismo histórico sin caer en didactismos ni el polvo de los manuales de historia, recurriendo a la aventura del conocimiento y a la riqueza material. Hablamos de una película permanentemente dinámica. Sin recurrir a esa cámara en mano convulsiva de "7 cajas". Aquí el movimiento está en la historia, en el brío de los diálogos, y en el hecho de que todo el tiempo está ocurriendo algo. Lo que comienza como una comedia (con bastante de romántica no empalagosa), deriva en un film de aventuras, y pronto le abre paso a un film de suspenso. Siempre con el drama presente. "Los buscadores" muta continuamente, y ningún género lo aborda a la ligera siempre lo hace con conocimiento. Otro aporte fundamental será la creación de personajes, rebosantes de carisma. No nos va a ser para nada difícil empatizar con Manu, Ilu, Fito, Don Elio, el guardia de seguridad, la amiga de Ilu, la hermana trans, y hasta los supuestos “villanos” (que no son tal) también son seres muy queribles. Permanentemente se nos instala una sonrisa, nos alegramos con lo que les pasa, vibramos en la butaca con los acontecimientos, nos aferramos con la acción y el suspenso, y hasta aplaudimos o nos reímos a carcajadas con algunas escenas que son para el recuerdo. Tal cual sucedía en "7 cajas", Maneglia y Schembori demuestran tener una gran mano en la dirección de actores, y entre todos se logra una interpretación actoral creíble, querible y armónica. Nadie desentona. Con una puesta correcta y precisa, que no necesita de grandes alardes ni efectos para introducir una gran cuota de aventura, sino de un exacto timing para el ritmo narrativo y la composición de imagen logrando algo profundamente cinematográfico y cautivante. "Los buscadores" completa así un cuadro destinado a ser un clásico inmediato de la filmografía del Conosur.
Basada en la novela de Madeleine L'Engle, "Un viaje en el tiempo", de Ava DuVernay es una de las experiencias cinematográficas más divertidas del año, aun por las razonas equivocadas. ¿Qué es lo que hace a una obra memorable? El llamado Ecce Mono “creado accidentalmente” por la restauradora Cecilia Giménez en 2012, se terminó convirtiendo en una imagen famosa que dio vueltas al mundo entero y hasta llegó a tener variadas representaciones. "The Room" consiguió tanta repercusión que hasta catapultó a la fama a su creador Tommy Wiseau, y el año pasado tuvo un diario de filmación/homenaje en "The Disaster Artist". La devoción del film del clan local Del Boca por "Un buen día" es un claro ejemplo en nuestro país. Hay millones, y "Un viaje en el tiempo" podría escribir algunos nuevos renglones dentro de la historia de las obras de culto por consumo irónico. Es que el nuevo film de Ava DuVernay, directora de "Selma: El poder de un sueño", acumula una serie de errores que en su conjunto terminan convirtiéndola en una extraña experiencia muy disfrutable. ¿Manual de lo que no hay que hacer? Desde sus primeros segundos, "Un viaje en el tiempo" nos recibe con diálogos inverosímiles sacados de un rancio recitado de autoayuda. La familia Murry se prepara para la llegada de su nuevo hijo adoptado, y las cosas que le dicen los padres a su hija Meg (Storm Reid) para que lo acepte, rayan la exasperación. Pasan pocos minutos, muy pocos, y ya el film acumuló saltos temporales mal resueltos, diálogos increíbles, un montaje defectuoso muy notorio, una paleta de colores empalagosa, y personajes con tanto “carisma” que terminan convirtiéndose en irritantes… y tan solo van cinco o diez minutos. Cuando la primera de las mujeres “pitonisas” haga su irrupción en el film del modo más incómodo posible será el momento de entregarse al placer culposo, relajémonos, esto será un viaje divertidísimo. En efecto, todo gira en torno a lo Murry. Papá (Chris Pine) y mamá (Gugu Mbatha Raw) son científicos cuánticos obsesionados con los viajes a través de portales multi dimensionales. Hay una energía que mueve al universo y que, según ellos, podría ser utilizada para tales fines, entre otros. Claro que ambos, sobre todo el padre, el más obsesionado, son el hazme reír de la comunidad científica. Pero no bajan los brazos. Otra que es un hazme reír es Meg, la hija mayor, porque hace cuatro años que papá de golpe desapareció, y ella aún aguarda que regrese. En la comunidad, principalmente el colegio, todos (alumnos ¡y profesores!) se burlan de ella de la forma más cruel, al punto de convertirla en una paria. Pero no todo está perdido, porque resulta que el hermano menor adoptado, Charles Wallace – no olvidarán este nombre – (Deric McCabe) parece que es una de las mentes más prodigiosas del universo. Razón por la cual, una a una, tres mujeres ¿pitonisas?, la señora ¿Qué? (Reese Witherspoon), la señora ¿Quién? (Mindi Kaling), y la señora ¿Cuál? (Oprah Winfrey), irrumpirán en la vida de los dos hermanos, y en el hogar de ellos, con el fin de reclutarlos y llevarlos a un viaje por el universo en busca de su padre que podría estar perdido. Hay otro navegante, un tercer niño Calvin (Levi Miller), compañero de Meg, que se une a ellos básicamente porque sí, porque estaba ahí. Los tres niños y las tres mujeres, van a teserear ¿? y emprender viajes a distintas locaciones del universo. Si no entendieron nada, no se preocupen, nosotros tampoco. ¿Qué es teserear? ¿Cómo se hace? No se sabe, lo explican muy al pasar y de un modo que se encarga que no lo entendamos y no nos importe. Pero repiten el tesereo glorioso (sic) hasta el cansancio. La novela de Madeleine L'Engle escrita en 1960, es un clásico de la literatura juvenil de EE.UU. Hasta ahora había contado con una ignota adaptación como telefilm en 2003, y ahora Disney y la mismísima Oprah Winfrey como productora deciden llevarla a la gran pantalla como un verdadero evento cinematográfico a gran escala. El problema es que la megalomanía del film es tan inmensa que termina por convertirlo en un tren bala que descarrila en el arranque y no frena nunca hasta estrellarse. Ava DuVernay es conocida por Selma, que también contaba con la producción y participación de Oprah Winfrey. Allí se dedicó a hacer un panfleto anacrónico sobre el segregacionismo. Uno de esos film bienpensantes que huelen a folletín político encorsetado. "Un viaje en el tiempo" recurre a las mismas supuestas buenas intenciones, Todos los personajes no paran ni un segundo de hablar como si tuviesen a Paulo Coelho en la garganta, y en una forma recitada que lo hace aún más inverosímil. Para colmo de males, un mínimo análisis deja entrever que la película avala el bullyng como forma de superación. Las acciones de los personajes son tan incomprensibles como sus teorías. Teorías científicas que resuelven todo en base al amor y la bondad, literalmente, expresándolo en palabras remarcadas. Cada segundo del film se recarga de imágenes sobrecargadas, casi kitsch, de un gusto discutible. Con vestuarios que parecen de papel maché y peinados de lana. Las actuaciones caen acordes a la propuestas, todos caminan flotando, bailoteando no siendo un musical, y recitando diálogos en un tono lisérgico increíble. Desde el maquillaje, las posturas, y las formas, todo es ampuloso y de por más colorido. Incómodo. Tan incómodo como Calvin, que uno se pregunta qué hace ahí, por qué interrumpe en medio de los diálogos, y por qué mira así a Meg. Otro personaje “polémico” es Charles Wallace, su nombre es repetido hasta el hartazgo, sus características especiales son abandonadas por la historia (como otros personajes, que entren y salen de escena y del film sin razón alguna), y logra convertir a Deric McCabe en uno de los niños actores más odiosos e irritantes de los últimos tiempos. Las tres pitonisas son un foco de atención. El film abunda en primeros planos inexplicables para ver sus reacciones faciales mientras otros hablan. Sus vestuarios no tienen forma de expresarse correctamente. Hablan de un modo rarísimo y sin decir nada realmente valioso. Tienen un comportamiento errático; y pueden resultar muy molestas ¿Quién? Solo habla mediante frases de otros repitiendo el autor y su nacionalidad ¿?, y el ego de Oprah es tan grande que hace que siempre aparezca gigante, mal impuesta, y con los peores vestuarios y maquillajes. Tiene cuatro cambios de vestuarios, pasa de una forma fálica muy explícita, a ser Goku, a parecer un rulemán, y por último una huevera. Todo es así. No alcanzan las líneas para explicar segundo a segundo por qué "Un viaje en el tiempo" recae en tantos errores y a su vez es tan divertida de ver. Cuando uno la acepta como lo que termina siendo, pierde su seriedad impuesta, pero se convierte en algo gracioso, muy, aun involuntariamente. "Un viaje en el tiempo" fue pensada como uno de los grandes tanques de la temporada. El resultado quizás no sea el buscado, pero sin duda alguna, es una gran tanqueta humorística.
Secuela del éxito de 2011, "Sherlock Gnomes", de John Stevenson, recrea a su modo al famoso detective creado por Robert L. Stevenson dentro del mundo de las figuras de jardín. ¿Cómo es la vida de los muecos cuando no los vemos? No, no es Toy Story, porque falta un dato, son muñecos sí, pero de jardín. En 2011 "Gnomeo y Julieta" cayó dentro del mundo de la animación mainstream con una premisa que olía bastante a la maravillosa franquicia de los muchachos de Pixar. Sin embargo, a fuerza de recrear un clásico de la literatura, y otorgarle una atmósfera propia, se diferenciaba bastante de las aventuras de Woody, Buzz, y los demás. "Gnomeo y Julieta" eran dos gnomos de jardines distintos, uno de los Montesco y la otra de los Capuleto, que se enamoraban en medio de una guerra entre jardines. Nadie iba a descubrir a Shakespeare a través de esta película; pero cumplía con su cometido de ser una propuesta divertida, muy ligeramente basada en aquella la historia, y que se supo imponer en el mercado sin ser independiente, pero tampoco contando con el respaldo de una empresa de animación. Siete años pasaron de aquella, quizás algunos ya habían olvidado a la parejita feliz, y están de regreso. Sherlock Gnomes, aunque su título no lo explicite tan abiertamente, es secuela de aquella película. ¿Cuál es la fórmula? Para seguir con el mismo autor, por ejemplo, podrían haber hecho aparecer un tecero en discordia y que Gnomeo pierda la cabeza por celos, pero Otelo no es una obra demasiado fácil de adaptar a un público infantil. La opción es cambiar de rumbo. Mantener la idea de adaptar literatura clásica al mundo de lo enanos de jardín, pero en otro ámbito bien diferente. Roobert L. Stevenson se parece poco y nada a Shakespeare, y su personaje más célebre, Sherlock Holmes no encaja muy bien dentro del mundo de los Montesco y los Capuleto. Entonces, habrá que dejar descansar a Shakespeare. Tomar a aquellos personajes, para adaptarlos a otra historia diferente. En efecto, lo primero que podemos observar de Sherlock Gnomes, es que Gnomeo y Julieta están, co-protagonizan, pero encajan algo lateralmente en la historia; como si hubiese una necesidad de introducirlos para que esto sea una secuela. A diferencia del film anterior, Sherlock Gnomes no toma como referencia una novela específica de Robert L. Stevenson o su personaje Sherlock Holmes. Más bien se inspira (lejanamente) en el personaje, y hace uso de varias referencias. Todo comienza saltando del libro de relatos ala realidad. Un par de gnomos leen el relato de Sherlock, y tal parece que se inspira en un detective real. Sherlock Gnomes es más flaco y espigado que los gnomos, y hace uso de su capacidad deductiva (mediante unos inserts animados tradicionalmente que son lo mejor de la propuesta). Si bien arruina los planes de varios villanos, tiene un némesis en particular, Moriarty, otra figura de cerámica de jardín, con menos forma de gnomo que los demás, similar a una figura publicitaria, bastante creído y resentido. A su vez el detective cuenta con un colaborador, Watson (sí, los juegos de palabras en los nombres comenzaron y acabaron en Gnomes), el rechonchito cortés que recibe menos atención de la requerida. Luego de frustrar sus últimos planes, Sherlock cree haber derrotado a Moriarty para siempre. Si embargo, una ola de desapariciones de figuras en los jardines de Londres preocupa a tpdos, y Sherlock junto a Watson debe intervenir. ¿Y Gnomeo? ¿Y Julieta? La familia que ahora los reúne se muda a un nuevo jardín en Londres. Los cambios comienzan cuando ellos son nombrados como los nuevos patriarcas (o algo así) del jardín, adquiriendo nuevas responsabilidades. Julieta se toma su labor muy a pecho, y causará que Gnomeo se sienta algo apartado de su atención. Querrrán las vueltas forzadas del argumento que la pareja se vea envuelta en la investigación cuando las desapariciones los toquen de cerca. Así deberán unir fuerzas a regañadientes con el nuevo dúo. El argumento es sencillo, aún para una película infantil, y aunque presenta alguna vuelta de tuerca y sorpresa, es bastante menos ingeniosa y más obvia de lo que es presentada. Los nuevos personajes tienen personalidades bastante marcadas, y aunque es algo difícil empatizar con la figura bastante odiosa de Sherlock (arrogante hasta la exasperación), hay que destacar que posee carisma – aunque sea inverso –. Los que sí están algo desdibujados son Gnomeo y su pareja, con actitudes algo caprichosas y cambiantes, propias de un guion en el que no encuentran su lugar. Hay chistes amenos, ninguno para un carcajada amplia. No se abusa del humor adulto (aunque hay un personaje ya bastante comentado desde el afiche que puede causar algún interrogante), ni tampoco hay cantidad de referencias Pop más allá de un clip musical metido muy a la fuerza. "Sherlock Gnomes" no aprovecha demasiado la posibilidad de ser figuras inanimadas en movimiento. Casi no hay participación de humanos, y eso se siente como una posibilidad desaprovechada. Ofrece un rato entretenido, con diversión pasatista, pero que probablemente no dure mucho tiempo más después del visionado.
En su segundo film, "María Magdalena", el australiano Garth Davis realiza un clásico relato bíblico aportándole austeridad y un tibio asomo crítico. Así como las dos últimas del año significan para la cartelera, la presencia de tan solo uno o dos estrenos, y de cajón seguro alguno navideño y/o animado. Esta semana que atravesamos ahora significan dos cosas. Feriado extra large y primera aparición de los tanques de la temporada otoñal, y el estreno de alguna película religiosa, muy preferentemente bíblica. Las películas que narran la llamada Pasión de Jesús son como las comedias buddy movies de espías y/o policías, todos losaos hay por lo menos una. Este 2018 presenta "María Magdalena", que sí, cuenta la historia que vimos en "La Pasión de Cristo", "Jesús de Nazareth", "La resurrección de Cristo", o "Hijo de Dios", entre muchísimas otras; pero se “diferencia” en hacerlo desde el punto de vista de la única apóstol mujer, María Magdalena. Comparándola con las tres películas que nombramos, "María Magdalena" no tiene ni el gigantismo de "La Pasión de Cristo" (ni hablar de su morbo) y "Jesús de Nazareth"; ni resultan tan “machacadora” en sus postulados como "La resurrección de Cristo" o "Hijo de Dios". Para ser justos, el tono adecuado del film de Garth Davis es bastante similar a la correcta y algo desapercibida "El nacimiento "de Catherina Hardwicke. Contar una historia, sin demasiados artilugios, y en un clima seco pero apacible. Rooney Mara es María Magdalena, una joven que rechaza su matrimonio impuesto y posee una ferviente devoción religiosa. Ella cree en las palabras del peregrino, el Raví que se encuentra conquistando a una parte de a población, y produciendo un fuerte rechazo en la otra. Su familia desprecia su religiosidad, y cuando decida no contraer el matrimonio, será sometida a una vejación de la que solo saldrá anímicamente con la ayuda del Raví que se hace presente y la acoge. A partir de entonces, María se unirá al grupo de seguidores del Raví, que, por supuesto, no es otro que Jesús, en la piel de Joaquin Phoenix. María tratará de convencer a otras mujeres, las defenderá del maltrato, e irá tejiendo una relación muy profunda con Jesús, siempre expresada desde la devoción. Haciendo uso de algunos saltos temporales, la historia irá avanzando durante todo el proceso de catolización y más precisamente durante la llamada Pasión. El guion de Helen Edmundson y Philippa Goslett (esta guionista de "How to Talk to Girls at Parties", el último film de John Cameron Mitchell) denota el poseer pluma femenina. Sin pretender ser un alegato feminista ni nada cercano, otorga siempre el punto de vista a María Magdalena, y pone el foco en su relación con Jesús y la religión desde su condición de mujer. Ayuda a otras mujeres amenazadas, cuestiona los mandatos femeninos de ese entonces, y hasta se anima a un análisis de la relación de los apóstoles entre ellos y para con ella. Una última placa que aclara la “confusión” que hubo históricamente sobre su figura (ser considerada por un Papa como prostituta), deja en claro sus intenciones de reivindicar su figura como la elegida por Jesús. Davis aplica algo que ya había utilizado en su premiada Lion, ese tono medio, cálido, aunque rústico, que no abusa de las puestas, y se nutre de cierta austeridad de recursos. En aquel film le sirvió para ejemplificar una vida signada por la miseria – aunque recurría desde el guion a algún golpe bajo –, aquí se encuentra adecuado para narrarla vida de estos apóstoles que lo dejan todo para seguir sus creencias. "María Magdalena" no pone el foco en la flagelación (es más, la crucifixión en sí no ocupa demasiado metraje), tampoco resulta extremadamente declamatoria sobre las creencias católicas (dentro de la consideración de ser este un film católico, por supuesto). Lo único a criticar desde este punto, es una construcción de diálogos demasiado solemne, por momentos, bastante recitada. A medida que avance, "María Magdalena" irá poniendo más el foco sobre los apóstoles, y en determinado momentos, sobre todo en sus tramos finales, se animará a una muy solapada crítica hacia la figura de Pedro (Chiwetel Ejiofor) y la construcción de en lo que se terminaría convirtiendo la Iglesia Católica, bastante alejada de las ideas originales de Jesús. Hasta encuentra una suerte de redención de quien fue Judas, poniéndolo en el lugar de una desconfianza generalizada entre los apóstoles y un arrepentimiento póstumo. Esas luces dan la esperanza de algo que no llega a concretarse del todo, no pasa mucho más allá de una cáscara. Aún así, es algo, a diferencia de otros films mucho más panfletarios. Rooney Mara se encuentra correcta, pero no logra destacarse. Lo mismo podría decirse de Joaquin Phoenix. El film de Davis no es actoral. Propuesta clásica, "María Magdalena" es una elección correcta para quienes se inclinen por un film religioso, sin tomar demasiados riesgos cuenta la historia desde otro ángulo, y aunque sin diferenciarse del todo, logra algún destello original.
La adaptación al cine del famoso personaje creado por Beatrix Potter, "Las travesuras de Peter Rabbit", por el director de "Amigos con beneficios", Will Gluck, es un híbrido infantil tan incómodo como fallido en varios aspectos. Escrito en 1893 por la autora Beatrix Potter (cuya vida puede revisarse en el film "Miss Potter" con Reneé Zelweeger interpretándola), Peter Rabbit se convirtió rápidamente en una serie de libros infantiles aclamados tanto por su simpática historia, como por las célebres ilustraciones de la propia autora. En los libros se describe a un conejo travieso, juguetón, aniñado, con un claro propósito de divertirse y comer. Personajes como Bugs Bunny tienen una inspiración en su figura. Peter Rabbit ya tuvo otras adaptaciones, en "The Tales of Beatrix Potter", allá por los ’70, y en la serie de los años ’90 de la BBC junto a otros personajes de la autora. Pero por primera vez logra un film para él sólo, un liveaction que lo podría haber homenajeado como se merece. Sin embargo "Las travesuras de Peter Rabbit" termina acumulando una serie de errores que muy probablemente lleven a este film a su olvido. Ya de por sí, el guion, realizado por su director Will Gluck junto a Rob Lieber, es una mezcla en la que se cuenta una historia similar a la original, pero llevada a la actualidad, y reconociendo las historias antiguas como pasado del personaje. Un pastiche que a quienes vayan por seguimiento del personaje poco simpatizará. Peter vive junto a los suyos en el campo, y su medio de vida es alimentarse de los vegetales que cosecha el viejo McGregor (Sam Neil), robándoselos. A muy poco de iniciada la película nos chocamos con la primera alerta. McGregor fallece en plena cacería ¿Se acuerdan de la sensibilidad de películas infantiles como "Coco", "Up", o hasta "El cadáver de la novia para tratar la muerte"? Bueno, "Las travesuras de Peter Rabbit" destroza esa posibilidad en pocos segundos, con uno de los momentos , supuestamente humorísticos, más incómodos y de mal gusto que se puedan recordar en una película dirigida al público menudo. A partir de ahí, todo irá en picada. Cuando McGregor fallece, los conejos y otros animales, como un cerdo con bléiser , se apoderaran de la granja para darse la gran vida, sin preocuparse ni un poco en las consecuencias (ni hablar de la congoja del luto). Pero esta dicha dura poco. El heredero del viejo McGregor, Jeremy (Domhall Gleeson), un hombre empresarial de ciudad, es embaucado en una de esas tretas típicas de comedias sin muchas vueltas, y llega al campo con la inteción de cambiar de aire y ver qué hace con la tierra. Sí, Jeremy será el nuevo oponente a vencer por Peter &Cia. Hay una historia romántica entre Jeremy y la vecina Bea (Rose Byrne), amiga de los animales. Pero nunca importa demasiado. Quienes conozcan algo de Peter Rabbit y lo quieran ver plasmado en la gran pantalla, deberán contentarse con unos pocos minutos en los que este personaje recuerda su pasado, y se recurre a una secuencia animada que emula las ilustraciones del libro y la historia de aquel. Por el resto, es un desierto. El guion apela a contar la misma historia del cuento, con Peter cometiendo travesuras para poder comer, pero el traslado a la actualidad, como ocurre muchas veces, se entiende como cambio de espíritu, llevándolo a referencias pop, chistes de muy mal gusto, y un ritmo frenético que agota a los cinco minutos. Will Gluck viene precedido por el clásico de las estudiantinas de este siglo Easy A (que había adaptado ligeramente con éxito "La letra escarlata"), y la mencionada "Amigos con beneficios", que posee varios tramos entretenidos. El problema con "Las travesuras de Peter Rabbit" es intentar hacer el mismo tipo de película en un contexto totalmente diferente. "Easy A" y "Amigos con beneficios" son películas con muchos chistes sexuales, lenguaje de doble sentido, y una vorágine que le quedaba muy bien para una propuesta adolescente veinteañera. Hacer lo mismo con la historia de Peter Rabbit es decididamente un error, porque la película no es Ted, que se dirige a público adulto, sigue siendo un film para niños, por lo cual se ubica en una zona gris que la convierte en muy incómoda. La interacción entre humanos y animación no es mala, pero los movimientos de los personajes son extraños, frenética y espasmódicos. La narración crece de fluidez, y repetimos hay una falta de sensibilidad total. El doblaje al español hace imposible disfrutar de las voces de James Corden, Sia, Daisy Ridley, o Margot Robbie. También dificulta la apreciación de actores como Gleeson y Byrne, de probada eficacia en la comedia. "Las travesuras de Peter Rabbit" ofrece muy pocas satisfacciones, y la sensación de haber podido aprovechar mejor una base muy potente, solo dificulta más la experiencia. Mala suerte para este conejo