La pareja detrás de "Pequeña Miss Sunshine" presenta ahora "La batalla de los sexos", película histórica que retrata un supuesto hito de las conquistas feministas en un tono muy liviano. El 20 de septiembre de 1973 estaba todo listo para que el show comience en Houston, Texas. Bobby Riggs, tenista de renombre en los años ’40 había desafiado a un partido de singles a la bastante más joven Billie Jean King, en lo que se promocionó como "La batalla de los sexos". Este hecho, que incluye mucha promoción y pirotecnia propia de los eventos que salen de ese país, significó, según algunos una hazaña y gran avance en las conquistas de las mujeres sobre la preponderancia cultural masculina. Más allá de que, en contexto, ese mérito parece algo grande, aquel partido tenístico pasó a la historia, y ya cuenta no con una, sino con dos adaptaciones cinematográficas. La segunda de ellas, llevando por título el mismo que llevó aquel evento "La batalla de los sexos". Steve Carrell se pone en la piel de Bobby Riggs, autoproclamado “el último chauvinista”, un personaje con un ego enorme, sediento de fama y atención, quien a sus 55 años intenta dar golpes de efecto para capturar algunas de las miradas que se posaban sobre él. La fórmula fue iniciar una campaña contra el tenis femenino, consistente en varios hechos puntuales y habladurías por demás. Esto terminaría por captar la atención de la tenista y activista feminista Billie Jean King (Emma Stone) quien termina aceptando el desafío de batirse en un partido para ver cuál de los dos sexos es el más fuerte. Jonathan Dayton y Valerie Faris, junto al guionista Simon Beaufoy, deciden contar su versión de la historia poniendo el foco en los personajes, asumiendo un tono de comedia, pero intentándole dar a los hechos una seriedad e importancia que suena a muy relativa. Steve Carrell y Emma Stone, junto a varios secundarios son lo mejor de la propuesta, ya que todo está servido para que los actores puedan desplegar mohines y capas histriónicas, sin soltar la veta dramática. Sin embargo, la evolución del guion es tan cercana al piso que nos da a pensar que si bien, todos están bien, ninguno alcanza una meta más allá de sus promedios esperables, casi como si hiciesen esta película de taquito. Dayton y Faris habían demostrado en sus dos films anteriores, "Pequeña Miss Sunshine" y "Ruby Spark" una acidez y negrura que aquí no se vislumbra. Si bien queda claro, más por el lado de Riggs, que detrás del partido hay una clara intención promocional, se pretende dejar en claro que se superó esa barrera y que sí se terminó por configurar un hito histórico. Hay determinados detalles en la vida de Riggs y King que se toman muy a la ligera, como la relación de infidelidad lésbica de King, o la constante necesidad de atención pública de Riggs, que de haberse focalizado mejor, le hubiesen dado a la estructura una mayor relevancia. Por el contrario, al enfrentamiento en sí, se lo valoriza demasiado, cuando los años demostraron que Riggs y King hicieron algo, mucho, de uso de ese hecho, y en verdad se llevaban mejor de lo que nos hacían creer. Ni siquiera fue realmente el primer enfrentamiento en cancha de tenis entre tenistas de distinto sexo, hay datos anteriores que datan de la década del ’30, claro que no habían contad con el aparato publicitario de esta. En realidad hubiese sido interesante encuadrar a este partido como aquellas habituales contiendas boxísticas en las que ambos púgiles se pelean previamente para llamar la atención y acarrar espectadores y televidentes. Aun no siendo una gran obra memorable, el telefilm Cuando Billie venció a Bobby de Jane Anderson, con Ron Silver y Holly Hunter en los roles centrales, focalizaba mejor, otorgaba seriedad donde debía, y una mirada algo cínica sobre el contexto. Los dos elementos que aquí faltan. Sin pretender ser una película que trascienda la historia, "La batalla de los sexos", posee también mucha de la parafernalia que caracterizó a aquel partido, hay un cierto grado de espectacularidad, vigorismo, y hasta un ritmo por momentos frenético que la hacen un puro espectáculo. Por momentos, pareciera que estamos asistiendo a una comedia romántica, sin ser tal, de polo opuestos, y eso es lo que ofrece "La batalla de los sexos". Entretenida, divertida, con un puñado de buenas intérpretes y una puesta decente. Como película histórica adolece de un correcto enfoque de análisis y una mirada más realista. Como comedia pasatista, funciona.
Del mismo director de Las ventajas de ser invisible, "Extraordinario", es una fábula melodramática sobre un niño con cierta deformidad y un gran carisma, y el impacto que su presencia causa en los personajes periféricos. El resultado final contradice su postulado. ¿Existe el subgénero drama de niños especiales? Películas como "El gran Simón" o "D.A.R.Y.L". parecieran confirmarlo. Al igual de lo que sucede con muchísimas biopics, los guiones parecieran tener la necesidad de recalcar las peculiaridades de sus personajes centrales más allá de su condición que de por sí “los marca”. Sí, tienen enfermedades graves, son genios, o tienen alguna deformidad; pero además poseen un carisma arrollador y una capacidad para analizar el mundo como muy pocos mortales poseen. Este es el caso de Auggie (Jacob Tremblay, buen niño actor pero que se repite demasiado en sus papeles de “soy el niño que sufre y llora”) el segundo hijo de Nate (Owen Wilson) e Isabel (Julia Roberts), quien nació prematuro, sin terminar de desarrollarse completamente, lo cual le trajo todo tipo de complicaciones en sus primeros meses y años de vida. Tuvo que ser sometido a variadas operaciones, reconstrucciones, y tratamientos específicos para paliar esa falta de desarrollo de un modo quirúrgico. A sus diez años de edad, Auggie tiene un rostro reconstruido, que algunos podrían considerar desfigurado; lo cual le hace sufrir el rechazo de la sociedad y consecuente aislamiento. A punto de comenzar el quinto grado, Auggie debe afrontar el reto mayor hasta ahora de su vida, dejar la enseñanza que le propinaba su madre en el hogar y concurrir por primera vez a una escuela tradicional. ¿Cómo reaccionará Auggie y los que lo rodean a este hecho? De esto trata Extraordinario. Basada en la novela best seller Wonder: La lección de August de R.J. Palacio, que luego se convirtió en una serie de libros. "Extraordinario" emprende el camino típico de estas historias, más allá de presentar la “vuelta de tuerca” de posar también su mirada en quienes rodean al chico. Separada por capítulos con el nombre de los personajes, "Extraordinario" nos narra como la presencia de Auggie afecta positiva, y a veces negativamente según la postura, a la hermana, a un compañero de colegio, y a una amiga de la hermana; además de otros siempre presentes como los padres o los típicos niños abusones. El inconveniente principal es que, si bien, se plantea la idea de que, más allá de su rostro, Auggie es un niño normal y merece ser tratado como los demás, rápidamente la misma película tira por tierra esa idea. Nos habla de la hermana o del compañero amigo, les dedica un capítulo. Pero no va más allá del título, porque a los cinco minutos los vuelve a abandonar para seguir hablando de Auggie y como con su forma de ser les da lecciones de vida a todos. ¿Quién no quisiera tener una madre maestra como Julia Roberts? No solo posee la sonrisa más amplia del universo, sino que aparentemente es capaz de inculcarle a su hijo todo tipo de conocimientos, sobre todo en físico-química, que lo ponen al borde de ser un genio. Pero claro, mamá Isabel será todo lo contemplativa que es, pero no se compara con poder concurrir a un colegio en el que desde el primer día de clase, aún en los grados más inferiores, los maestros les enseñan cosas como postulados, o metas altruistas de vida. Esto presentado con un grado de calidez y seriedad que lo transforma en aún más inverosímil. Todo es así en "Extraordinario", las frases de autoayuda salen de la boca de Auggie, sus maestros, sus padres, su director de colegio (Mandy Patinkin), y hasta algún compañero. Todos hablan y viven como si acabasen de leer un aforismo y estuviesen buscando el momento exacto para expresarlo y aplicarlo. Puede haber personajes más complicados que otros, pero salvo uno solo (la madre del niño abusivo que en una sola aparición de pocos minutos arroja frases tan de villana per se, que hay que escuchar para creer), ninguno tiene intenciones adversas. Si hubo malas actitudes, el guion se encarga de buscarle la vuelta como sea, para que estén justificadas por algo y hacer ver que en verdad no quisieron actuar así, que no son mala gente, y merecen una chance. El ejemplo más claro lo tendremos en el capítulo dedicado a la amiga de la hermana, un personaje con actitudes totalmente reprochables, al que se le intenta buscar una justificación y redención, pero si lo pesamos bien, esa justificación que le encuentra es peor que las actitudes tomadas hasta el momento. En ese intento falso por mostrar el entorno, hay personaje que salen más favorecidos que otros. Nate, el padre, no tiene ningún desarrollo ni cumple una gran función durante toda la película, más allá de una escena puntual que parece llevarnos a otra película de Owen Wilson. Lo mismo con otros dos compañeros de Auggie una nena buena y el secuaz del abusón, dos personajes antojadizos que van, vienen, y desaparecen. Pero por otro lado la hermana mayor de Auggie, Via (Izabela Vodovic); y su amigo y compañero Jack Will (Noah Jupe, presten atención a este chico a quien la semana pasada ya vimos en "Suburbicon"); son personajes mucho más interesantes, y si la película les hubiese prestado mayor interés, y hasta otorgado el puto de vista exclusivo a ellos, el resultado hubiese sido mucho más satisfactorio. También podría haber optado por un tono más alegre y relajado, alejado del sermón melodramático, como sucedía en la similar y muy superior (e injustamente descalificada e infravalorada) "Jack" de Francis Ford Coppola. Stephen Chbosky, que viene de la mejor resuelta Las ventajas de ser invisible, y ahora se hará cargo de Prince Charming, no pareciera hacer gran cosa con el material que tiene a mano. En los primeros minutos hace uso de un recurso llamativo que tiene que ver con la imaginación de Auggie y su fascinación por ser astronauta, para luego desecharlo y reducirlo a esporádicas apariciones publicitarias descaradas de "Star Wars". Por el resto, en cuanto a fotografía y banda sonora, recae en lugares comunes y un tratamiento casi televisivo. "Extraordinario" tiene buenas intenciones como todos los personajes de la película. Pero su acumulación de clichés, golpes bajos, poco desarrollo en profundidad, y contradicción a la hora de plasmar su mensaje, dejan poco y nada para destacar en este producto destinado a eternizarse en las proyecciones de tv a la hora del té con masas.
Al mejor estilo "Hechizo del tiempo", "Felíz día de tu muerte", de Christopher Landon, utiliza la mecánica de estar atrapado en un loop del mismo día, con la novedad de introducir un asesino que persigue a la protagonista. Un clásico instantáneo, "Hechizo del tiempo" de Harold Ramis se convirtió en un objeto de culto casi desde el mismo momento en que se estrenó. La genial película con Bill Murray y Andie McDowell sobre un hombre que debe encontrar el sentido de su vida parar salir del loop que lo tiene atrapado dentro del día de festejo de la marmota para dar fin al invierno, no solo es valorada como una de las mejores comedias de la era moderna y sin dudas de los años ’90, sino que hasta fue sometida a todo tipo de análisis desde filosóficos, antropológicos, y científicos para debatir sobre su posibilidad de realidad. Probablemente "Feliz día de tu muerte" no llegue al mismo nivel de culto y análisis, pero se encarga de ofrecer poco más de hora y media de un buen entretenimiento. Tampoco es que Hechizo del tiempo haya sido el único film que utilizó esta mecánica de un personaje atrapado en la repetición constante de un día. Películas como "Al filo del mañana" y "Si no despierto" han hecho uso y abuso de este recurso. Precisamente, quizás por target de público al que apunta y personajes involucrados, Feliz día de tu muerte tenga más que ver con esta última, protagonizada por Zoey Deutch que con el clásico de Ramis. En todo caso, estamos frente a la hija producto de "Hechizo del tiempo" y "Ni Idea", dos clásicos que marcaron la última década del Siglo XX. Tree (Jessica Rothe) es la típica chica veinteañera universitaria. Muy popular, parrandera, pendiente de las modas y los prejuicios, amante de uno de sus profesores, perteneciente a una de esas hermandades femeninas tan común en las universidades estadounidenses, casi una “it girl”. El día de su cumpleaños ella despierta con muchísima resaca, en la cama de un chico con el que, de haber estado sobria, jamás le hubiese prestado atención. Concurre a la clase del profesor con el que también sale, visita a su compañera de cuarto a la que ignora, discrimina y considera inferior a ella, y a la noche irá a una fiesta. Ah, un detalle, a últimas horas de la noche, un asesino con una careta de nene o bebé, se presenta ante ella y la asesina. ¿Fin de su historia? No, porque inmediatamente Tree revive ese día, primero confundiéndola, luego organizándose. Siempre la misma rutina, y al final ella, haga lo que haga, termina asesinada. El director Christopher Landon (Actividad Paranormal: Los Marcados), y el guionista Scott Lodbell armaron una historia que, pese a presentar a un típico personaje de slasher como el asesino enmascarado con un puñal, en la mecánica, y más aún, en el tono, está más cerca de la comedia adolescente que del terror. Tree es el típico personaje que en cualquier slasher que siga las reglas muere sino de primera, de segunda víctima. La rubia cachonda que tiene sexo, es libertina, odiosa, y solo está en la película para que haya escenas de pechos al descubierto. Sin embargo, en las comedias adolescentes post "Ni Idea", hito de Amy Heckerling que catapultó a la fama a Alicia Silverstone como la cheta y hueca Cher en una reversión de la clásica novela Emma, Tree podría ser tranquilamente la protagonista que, al principio es tremendamente odiosa e irritante, para luego aprender la lección de fraternidad y hermandad entre pares. En definitiva, lo que sucede en Feliz día de tu muerte. En la sucesiva repetición de los días, Tree, para salvare de su muerte, no solo deberá descubrir quién es su asesino, sino que irá organizándose y dándose cuenta que su estilo de vida puede ser perjudicial, para ella y para los demás. Nada de autoayuda ni bajada de línea, todo en un tono de comedia alegre cercano a la mencionada o a Chicas pesadas, para venirnos un poco más a la actualidad. Sí, el asesino enmascarado es un excusa en el argumento, pero no deja de ser un elemento muy entretenido que, más allá de su modo de resolución algo arbitrario, le otorga cierta originalidad y dinamismo, y sobre todo abre el abanico de su público. Los chicos tendrán su buena dosis de sangre y persecuciones stalkers cuchillo en mano, y las chicas a su heroína fashionista que debe aprender su lección por las malas. Jessica Rothe, muy parecida a Blake Lively, es una justa protagonista para esta película. Tiene carisma y hace que Tree sea menos odiosa cuando el personaje en los inicios haga todo mal. También puede tener futuro como scream queen, en las escenas de terror, puede ser una aguerrida chica de armas tomar, sin renegar de unos cuantos alaridos. Más cerca de la comedia adolescente que del film de terror, "Feliz día de tu muerte", es una propuesta divertida, ágil, y dinámica, que probablemente no trascienda las barreras de los dos clásicos de los que mama, pero que funciona correctamente como el entretenimiento pasatista que es.
El turco en la neblina. La industria audiovisual turca es famosa, entre otras cosas, por sus telenovelas de éxito mundial, sus “copias” apócrifas de tanques hollywoodenses, y por directores como Metin Erksan o Nuri Bilge Ceylan. A partir de ahora, también podrá ser recordada por haber producido una de las películas animadas más incómodas e inclasificables de las que se tenga memoria. Difícil que haya un calificativo mejor para Bad Cat que la de híbrido. Basada en una historieta llamada Serafettin the Bad Cat, conocida popularmente como Shero, creada en 1996 por Bülent Üstün, narra las aventuras de un gato de ciudad que vive con un dueño bonachón, vulnera a los perros, y vive aventuras en un tono no apto para niños. Sí, sus referencias son bastante obvias. Igualmente ese no es su principal inconveniente. Lo que más extrañeza causa es su tono “intermedio” entre un ritmo que sí puede ser considerado de remate infantil, con chistes y lenguaje grueso -y algo grosero- supuestamente para el público adulto. Eso sumado a un planteo de cuestiones que escapa a ambos sectores. Bad Cat se ubica en una zona gris que no solo no la favorece: produce un abismo de distancia. Animación, asunto de mayores: No es ninguna novedad: la animación no es terreno exclusivo para el público infantil. Bajo la mala categorización de “dibujitos” se suele circunscribir normalmente a la animación con un consumo inferior al target adolescente. Sin embargo, la tradición que demuestra lo contrario es incontable. Por nombrar solo un par, Heavy Metal, Felidae, Watership Down, o The Plague Dogs (más casi toda la producción animada proveniente de oriente) son excelentes películas animadas dirigidas al público mayor de edad por diferentes cuestiones. Bad Cat intenta seguir la misma tradición. Pero allí dónde las antes nombradas tocaban temáticas fuertes y profundas, Bad Cat se limita a una historia más bien sencilla, sin mucho vuelo, plagada de imágenes de dudoso gusto que justifiquen el calificativo de “para adultos”. Todo se resume en la vida de su protagonista, Turro, un gato que físicamente parece una versión alucinógena y chabacana de Garfield. Turro es fiestero, vulgar, se aprovecha de su dueño al que maltrata, tiene un grupo de amigos como una rata sucia y una gaviota despeluchada, quiere conquistar a cuanta gatita se le cruce, y vive libre. Lo que veremos es un día muy alocado de su vida, en el que vivirá varias aventuras. Tantas que cuesta hilvanarlas. Hay que planear una fiesta, seducir a una gata “propiedad” de un dibujante de comics al que terminará asesinando y convirtiendo en zombie, le aparece un hijo extraviado, es perseguido por la autoridad (y por el zombie, obvio, personaje que no para de morir en cada escena en las que aparece), y otras cosas más. Un ronronear vacío: La idea de un gato en animación adulta inmediatamente nos retrotrae a Fritz, el gato, aquella obra imborrable de Ralph Bakshi. Pero a los pocos segundos de iniciada Bad Cat nos daremos cuenta que, si bien hay influencias indudables de aquella, es imposible siquiera compararlas. En la primera escena hay una humorada respecto de La Guerra y La Paz de Tolstoi, lo que nos da alguna esperanza. Tristemente es el único momento con algo de vuelo, y bajo. Bad Cat suma una historia que no es tal, diálogos que remplazan inteligencia por insultos aleatorios, y una sumatoria de imágenes que producen bastante rechazo en infantes y en adultos (el zombie con la cabeza abierta y putrefacta es de las imágenes con menos atractivo del cine de animación en mucho tiempo). Agreguen una animación de calidad bastante pobre (¿Recuerdan los espasmos de Foodfight?) y el combo queda servido. Agreguemos que en nuestro país la veremos exclusivamente con un doblaje plagado de modismos latinos sin razón de ser. Conclusión: Ni para chicos, ni para adultos, Bad Cat es una película plagada de indefiniciones y flaquezas. Quizás en una sociedad conservadora y algo retrasada en derechos de liberación como la turca, su fórmula funciono de otro modo (de hecho fue un éxito masivo en su país). Sacada de ese ámbito, no pareciera tener demasiada razón de ser.
Con una idea que en los papeles suena atractiva, "Soy tu karma", ópera prima de WHO, es una comedia de enredos que causa poco entusiasmo. Dentro del creciente cine de género, de fórmula, producido en nuestro país, la comedia es sin dudas el más desarrollado. Sin embargo, como dice la conocida máxima, es más difícil hacer reír que llorar. La comedia de enredos requiere de un timing preciso, un ritmo aceitado, un punch de buenos remates, personajes que despierten carisma, y un humor que aún en la exageración permita cierta identificación para que podamos penetrar en lo que se nos está contando. Todos elementos faltantes en "Soy tu karma", un producto publicitario y sin la suficiente inventiva más allá de lo fantástico (por género, no por grandeza) de su premisa. Hay religiones como la hindú que creen en las reencarnaciones. El cuerpo es solo un envase, y al fallecer, el espíritu, o nuestra existencia, se prolonga dentro de otra vida, que hasta puede no llegar a ser humana. ¿Qué pasaría si todas estas personificaciones de una misma existencia se hicieran presentes en un mismo tiempo y espacio? El planteo no es para nada malo, ni pobre, más si se lo piensa como el puntapié para una serie de enredos. Sin embargo, "Soy tu karma", no logra transmitir lo interesante que puede ser esta idea. Darío (el español Willy Toledo) afronta un de los días más cruciales de su vida. Su novia Melisa (Leonora Balcarce) se dirige al country en el que viven, junto a los padres de ella (Boy Olmi y Silvia Perez) para anunciar el compromiso de la pareja. Ese día, que debió ser de absoluta felicidad y tranquilidad, comienza mal desde el principio cuando Darío se despierte y junto a él, en su cama, se halle Renata (Ana María Orozco) sin siquiera conocerla. Renata le vocifera que está para ayudarlo, pero Darío no puede entender nada. Pronto, comienza a encontrar otros personajes dentro de la casa. Margarita, una monja algo libertina (Liz Solari), el pirómano con pocas luces Vaccaro (Ariel Nuñez), y una extraña mujer llamada Nuria (Florencia Peña) que parece guiarlo todo. ¿Quiénes son todos ellos? Nuria es una médium, que junto a Renata se encuentran en el futuro año 2083 realizando una sesión de espiritismo en la que pretenden conectarse con las vidas pasadas de la segunda para resolver un conflicto personal, el llamado karma. En efecto, Darío, Renata, Margarita, Vaccaro, y una cucaracha, son diferentes reencarnaciones de una misma alma. Todos estos personajes le causarán todo tipo de complicaciones y enredos a Darío, que solo intenta librarse de ellos. Paralelamente, Melisa y sus padres se dirigen rumbo a la casa; y una vecina algo ambiciosa y también con creencias en la religión hindú, Amanda (Luisa Kuliok), se desespera cuando se entera que Darío y sus suegros pueden sacarle el negocio inmobiliario de unos terrenos en el fértil country. A estos agreguémosle dos guardias de seguridad compuestos por Gino Renni y Juan Manuel Castiglone, y otros dos personajes que se sumarán promediando el final. La sumatoria es un conjunto de personajes que deambulan dentro de un solo escenario, el country al que se empeña en hacerle publicidad como sea, a lo gritos y en medio de situaciones inverosímiles y diálogos imposibles, más alá de la fantasía planteada. Confundir la vociferación con el grotesco o el enredo es algo bastante común, y "Soy tu karma" lo hace permanentemente. El argumento no hace pie, los personajes son unidimensionales y de trazo grueso, y los intérpretes, todos de probada experiencia en el área de la comunidad, no pueden lidiar con lo que tienen a mano. La ópera prima del director que se hace llamar WHO (proveniente del mundo publicitario, se nota), tiene errores de continuidad notorios, inexactitudes en cuanto a las fechas, y momentos que pretenden hacer reír y no lo logran. Estéticamente se intenta mantener un rigor, de ahí lo publicitario del asunto, con una predominación de tonos amarillos y violetas; pero todo queda empantanado en medio de colores recargados, una escenografía que intenta ser kitsch y solo luce artificial, y planos demasiado televisivos. También presenta problemas con el sonido y la necesidad de una marcación permanente de la música de disparate cual telecomedia. Soy tu karma por momentos penetra en esa zona gris del consumo irónico, en la que algo se ve tan fallido que causa gracias involuntaria y la termina haciendo disfrutable. Sin embargo, en su mayoría de los 82 minutos que dura termina por ser algo anodino, sin mucha congruencia, y bastante más extenso en cuanto a paciencia que en lo que es el tiempo real. La sensación de que con esa premisa y ese cast actoral se pudo lograr un resultado más satisfactorio, sólo empeora la experiencia.
Directo de Corea del Sur llega "La villana", de Byung-gil Jung, una historia de venganzas trepidante en acción, que intenta anclar en el drama. ¿Estaremos frente a una nueva ola de cine de género surcoreano en nuestro país? A los éxitos de crítica y taquilla de "Invasión Zombie", y "En presencia del diablo", se les suma ahora el estreno de La villana, la segunda y más nueva película de Byung-gil Jung, director de "Confesiones de una muerte". "La villana" es una película de acción con todas las letras, a raudales, y en la cual todo el despliegue técnico se encuentra al servicio de este fin. El goce para los seguidores del género será absoluto. Pero también, esta atención primaria en la acción, hace que se descuide el fundamento de lo que se esté narrando. La historia es más bien sencilla. Sook-He (Ye-Ji Min) es una niña que pierde a su padre en manos de un sicario. Ya huérfana, es reclutada por un clan que recluta mujeres para entrenarlas y transformarlas en asesinas a sueldo. Siendo una mujer adulta (Kim Ok-Bin) y con una hija, bajo una nueva identidad, intenta rehacer su vida. Pero el pasado no la abandona y se hace presente para que descubra una serie de traiciones que la llevarán a su venganza definitiva. "La villana" puede hacernos recordar al algo olvidado éxito de Renny Harlim, "El largo beso del adiós", con Geena Davis como una ama de casa que recobraba la memoria perdida y recordaba del peor modo haber sido una agente secreta. Hay varios puntos en común entre ambas. Pero allí donde aquella asumía tener una historia que era una excusa para rodear las escenas de acción (más básicas que en este caso);" La villana" disfraza su historia sencilla de varias vueltas y giros extraños, que solo logran confundir innecesariamente Byung-gil Jung junto al director de fotografía Jung-hun Park, la música de Ja wan Koo y el equipo de edición, logran un despliegue escénico impresionante. Desde el arranque la acción no da respiro, y el uso virtuoso de la cámara acompaña con movimientos increíbles y una coreografía perfecta. Sin llegar a ese preciosismo artificial post "El tigre y el dragón", las coreografías de acción de "La villana" nos introducen en medio de la escena como si fuésemos testigos in situ de la acción real. La adrenalina traspasa la pantalla y nos contagia. Hasta podríamos decir que a cada espectador se le debería entregar un joystick “falso” y hacerlo sentir como si manejase un videojuego. Entre estas escenas de acción que suben el nivel a un lugar altísimo, "La villana" pretende jugar al drama, buscándole las razones de ser a las actitudes de todos los personajes; y es ahí en donde hace algo de agua. La trama se complejiza en apariencia pero no en sustento, los personajes aunque parecen profundos no dejan de ser simples arquetipos a función de lo que busquen las escenas de acción, y se siente lo forzado del armado. Por supuesto, en el resultado final, lo que quedará serán los maravillosos momentos de acción, los homenajes (no tan) encubiertos a clásicos del género, y Sook-He como una suerte de anti- heroína que el público puede amar sin demasiado esfuerzo. Los traspiés dramáticos no llegan a afectar en gran medida la tónica, porque realmente no es lo que el espectador fue a busca en un primer momento, es simple relleno. Byung-gil Jung se esfuerza más de lo necesario en que su segundo film "La villana" sea perfecto. El intento por darle sustento a un film de acción resulta impuesto. Por suerte, lo que debería ser una película de acción pura está ahí y es tan vertiginosamente encantador que hace que el resto poco importe.
La sexta película de George Clooney, y la primera en la que no participa como actor, "Suburbicon", es una comedia mordaz disfrazada de thriller sobre la hipocresía de la clase media establecida estadounidense a fines de los años ’50. Habiéndose hecho conocido a través de la serie televisiva E.R., George Clooney saltó al cine popular como una suerte de emblema del ciudadano modelo estadounidense, siempre prolijo, bien pensante, de buen pasar, y con una sonrisa a prueba de balas. En 2002 , cuando presentó su primera película como director "Confesiones de una mente peligrosa", comenzó a mostrar otra faceta, más comprometida socialmente con la realidad de su país. Faceta que iría inclinando más hacia el costado político con sus siguientes realizaciones (a excepción de la comedia romántico-deportiva "Leatherheads"). En "Suburbicon" abandona esa mirada de interna política directa, sin correrse de los asuntos sociales. Todo lo contrario, con la colaboración en el guion de sus amigos los Hermanos Coen y Grant Heslov (director de Hombres de mentes y guionista habitual de las películas que Clooney dirige), logra una comedia que no teme en mostrar el peor rostro de una sociedad ultraconservadora como la clase media de su país. Suburbicon es el nombre de un pueblo de suburbios – como su nombre lo indica – que en los primeros minutos se nos presenta como un lugar ideal para vivir. Ya se sabe, esos lugares que parecen nuestros barrios privados, con calles tranquilas, casas todas del mismo estilo, hombres de traje, mujeres con vestidos acampanados y siempre arregladas, y niños felices e inocentes. ¿Quién no quisiera vivir en un lugar como Suburbicon? Seguramente los afroamericanos, porque esa fachada de perfección se cae cuando al barrio se muda la familia Mayers , un matrimonio de afroamericanos con un niño que, por supuesto, no será bienvenida en el medio de una comunidad caucásica. La cáscara de tranquilidad que existía en Suburbicon empieza a resquebrajarse ante la llegada de los Mayers, que en verdad no hacen nada que no hagan el resto de sus vecinos, salvo poseer una piel más oscura. Sin embargo, los cercas para dividir el hogar de esa familia del resto, no tardan en llegar. Los únicos que no parecen horrorizarse frente la llegada de los Mayers son sus vecinos de al lado, los Lodge. Papa Gardner (Matt Damon), su esposa Margaret junto a su melliza Rose (Julianne Moore), y el pequeño Nicky (Noah Jupe). Es que en verdad, los Lodge tienen cosas más importantes de las que ocuparse. Una noche, dos bravucones irrumpen en la vivienda, los toman de rehenes, y tras un forcejeo, Margaret es asesinada. "Suburbicon" irá narrando los dos hechos de forma paralela, por un lado la actitud del barrio ante la presencia de personas afroamericanas, y por el otro las vivencia de los Lodge que irán dando vuelcos impensados. Es cierto, el guion escrito a ocho manos tiende a dispersarse. La historia de los Mayers no termina teniendo el mismo peso que la de los Lodge que ganan la partida. En realidad, lo que se plantea, es como la presencia “obnubilante” de los nuevos vecinos hace que la comunidad no pueda advertir la barbaridad que está ocurriendo en la casa de al lado. Hipocresía. "Suburbicon" presenta varios problemas en el guion y su ritmo no siempre es sostenido. Sin embargo, a fuerza de convertirse en una comedia negrísima, jamás llega a aburrir, y menos decepcionar. Matt Damon está sencillamente perfecto como Gardner, un hombre con varias capas, al que el espectador nunca llega a descubrir, porque permanente muestra algo nuevo. ¿Hay algo que Julianne Mooore no pueda hacer? Rose y Margaret son diferentes y Moore se encarga de hacerlo notar con poco, unas miradas y un decir. Al igual que Gardner, Rose terminará siendo algo que no esperamos. Pero las miradas estarán puestas en el pequeño Noah Jupe. Nicky es la visión del film, es quien guía al espectador y el encargado de unir todo. Jupe es adorable y no nos costará ponernos en el horror que vivirá. Clooney se rodea de un grupo de expertos. La fotografía de Robert Elswit es exquisita, hace lucir aún mejor la correctísima ambientación de época. "Suburbicon" es el idealismo, el sueño publicitario que se cae a pedazos, y visualmente eso se nota en cada plano. La música de Alexander Desplat envuelve la película, remarca cada momento y va en aumento junto a su ritmo. Los inconvenientes en el guion de Suburbicon son comprensibles, la historia presenta tantas capas y vueltas (por favor, vayan sin haber visto demasiado) que es casi imposible que no haya alguna fisura, o que su ritmo de montaña rusa no presente algún momento de bajada. Su tono de comedia negra disfraza mucho mejor que un tono serio, permite jugar alguna exageración y hasta la bajada de línea que más de una vez es bastante directa. Luego de una película fallida como "The Monument Mens", Clooney logra una sátira divertida punzante y certera con "Suburbicon". Los resultados de haber conseguido a un gran equipo de profesionales están a la vista.
Uno de los eventos cinematográficos más grandes del año, La liga de la justicia, de Zach Snyder, presenta un entretenimiento divertido, ágil, aunque algo flaco. En esta carrera par a par que llevan la factoría Disney/Marvel – Warner/DC, los primeros desde el 2012 contaban con una ventaja, haber unido a todos sus superhéroes en una misma película multiestelar. "Los vengadores" se convirtió en objeto de deseo y satisfacción para todo el público comiquero que quiere ver a sus personajes preferidos en la pantalla. A DC le llevó más tiempo, comenzó con El hombre de Acero a armar su propio universo conectado, y ya el año pasado amagó el multievento con "Batman Vs Superman" para finalmente rematarla con lo que hace años se viene esperando, "La liga de la justicia". Durante este tiempo los fans a favor y en contra se hicieron oír. Mientras que a Marvel la taquilla le sonreía más, a DC, según los seguidores le quedaban cosas por aprender. La Liga de la Justicia tiene como propósito principal ese contento, intentar darle a su público lo que buscaban y les reclamaban. A diferencia de "El Hombre de Acero", "Batman vs Superman", y un poco menos "Mujer Maravilla", "Liga de la justicia" resulta un film liviano, pasatista, que tiene por meta principal entretener antes que ser una película enorme. En definitiva, ser el tanque de temporada y a esperar el próximo. Algo similar a lo que ocurre con las películas de la vereda de enfrente. Olvídense de los planteos filosóficos-morales, de la épica enorme, del despliegue fotográfico para enamorar los ojos, y de las historias con varios ribetes, Liga de la justicia va al grano. Ubicada inmediatamente después de los hechos de Batman vs Superman, todavía se lamenta la desaparición de Superman (Henry Cavill). Batman (Ben Affleck) y Wonder Woman (Gal Gadot) intentan reorganizarse, pero la amenaza de un nuevo ataque, posiblemente alienígena, está latente. tanto, una nueva fuerza renace en Temiscira ante los ojos horrorizados de las Amazonas. Steppenwolf (con la voz de Ciarán Hinds), un conquistador de tierras que convierte a todos en temibles criaturas nocturnas, despierta y solo quiere conseguir unas “cajas con poder” suficiente como para dominar todo el planeta. Batman y Wonder Woman no podrán enfrentarlo solos, y deberán reclutar a quienes ya habían investigado en la anterior película. Así, harán su aparición Flash (Ezra Miller), Aquaman (Jason Momoa), y Cyborg (Ray Fisher), cada uno con una carga histórica y una personalidad diferente. Esto es lo que hará Liga de la justicia, crear un grupo heterogéneo. De este modo, su tono es balanceado. Batman es la seriedad, Wonder Woman el toque old fashion, Aquaman la arrogancia, Flash la comicidad, y Cyborg lo sombrío. ¿Y Superman? Habrá que verla para saber qué es lo que sucede. El guion de Chris Terrio y Josh Whedom (integrado a último momento) plantea la típica unión de fuerzas y presentación de personajes. Durante la primera hora el film se resiente con una edición algo entrecortada, a la que le falta cohesión. Son escenas sueltas, cual viñetas, que van saltando de escenario en escenario, preparándonos para lo que vendrá después. Luego, llegará la hora de la acción y la aventura, y ahí sí, la propuesta terminará por definirse. Los personajes están bien delineados, y aunque los ya conocidos tienen mayor peso en la historia, los nuevos tendrán su lugar de lucimiento en la película, y de importancia en la historia global que se plantea. Hay guiños para los fanáticos, y escenas para bajar el ritmo y que no todo sea un martilleo. También encontraremos bastante humor y referencias a la cultura pop tan de moda, pero nunca se configura como una comedia, ante todo es un film de aventuras y acción. El villano y el rubro visual quizás san sus puntos menos destacables, Steppenwolf no será un villano memorable, Como sucedía en X-Men: Apocalipsis, es más lo que se dice de él que el temor que infunde. Recargada en efectos visuales, aun en momentos en los que no hubiese sido tan necesario (sobre todo en una escena puntual cerca del final), visualmente luce algo plástica. Se viene diciendo desde hace rato, la sobrecarga de CGI está perjudicando al cine de gran presupuesto. Zach Snyder (y luego Josh Whhedom para retoques de último momento) armó una película sin grandes pretensiones, que no se complejiza, y ofrece dos horas que pasan rápido y se disfrutan como un buen divertimento. No subestima a su público y tiene en cuenta a los fans. Si es verdad que hace décadas se espera una película en la que estos héroes se reunieran, Liga de a justicia es menos enorme y sustanciosa de lo que pudo haber sido. Aun así, es un producto que no decepciona.
La nueva adaptación de la novela de Agatha Christie, Asesinato en el Orient Express, a cargo de Kenneth Branagh, utiliza un gran despliegue visual y actoral para modernizar un clásico atemporal. La cuarta versión para las pantallas (sin contar el videojuego del 2006) de una de las novelas policiales más populares del Siglo XX, se presenta como un tanque cinematográfico destinado a un público adulto. Algo bastante atípico en una era en la que el público que manda en la taquilla parece ser el adolescente. No obstante, se nota un claro intento por modernizar el asunto, sin necesidad de cambiarlo de época. El primer indicador de esta dualidad entre lo adulto y lo moderno lo tenemos en la elección de su director. Kenneth Branagh es, ante todo, un artista ecléctico, algo errante, pero sin dudas con un prestigio ganado sobre todo durante los años noventa. Sus adaptaciones de la obra de Shakespeare como director y/o protagonista, le valieron la fama de saber llevar el clásico al público masivo. También hizo lo propio con el Frankenstein de Mary Shelley, Harold Pinter, Charles Perrault, y la ópera de Mozart y Schikaneder. Casi que el hombre es infalible en adaptaciones populares, y con la obra de Christie vuelve a confirmarlo. Con un elenco numeroso sacándosechispas que incluye a Johnny Depp, Michelle Pfeiffer, Judi Dench, Daisy Ridley, WillemDafoe, Penélope Cruz, Josh Gad, Derek Jacobi, y Olivia Colman, entre otros, sumados al propio Branagh en el rol central. Hay actores como para todas las generaciones; y el director de Thor se encarga de darle lucimiento a todos, por separados y juntos. Asesinato en el Orient Express cuenta con otra arma fundamental, un metraje original de 65mm, el mismo utilizado en Dunquerque o en Los ocho más odiados. Este sistema le otorga una pantalla infinita, convirtiendo al asunto en una verdadera experiencia cinematográfica digna de ser vista en sala, y en una de las grandes. Branagh se vale de los 65mm en esplendorosos planos secuencia, en tomas en las que incluye a la mayor cantidad de personajes posibles, y haciendo uso de la profundidad (sin necesidad de ningún 3D ni nada) plagar todo de detalles para que nuestros ojos se pierdan. Visualmente estamos frente a una película con una estética clara y decidida en la que se nota mucho profesionalismo. Será en el ritmo de la narración cuando mayor modernismo notemos. Si bien el texto de Christie es ágil de por sí, lo cual quedaba claro en la clásica adaptación de SidneyLumet de 1974; aquí hay un montaje que agiliza más el asunto, no se nos permite aburrirnos manteniendo siempre el interés con escenas en las que permanentemente sucede algo. Lo mismo podríamos decir de la construcción de diálogos, nunca aletargados, siempre precisos y necesarios para la comprensión de lo que sucede. Branagh toma la apuesta como el detective HerculePoirot, autoproclamado elmejor detective del mundo. Un hombre tan atento a los detalles, como a mantener en alto su autoestima. La figura rubia y de cuerpo grande de Branagh no es la que normalmente se asocia a la figura de Poirot. Los característicos bigotes del personaje se notan más caricaturescos que nunca, casi que pensamos que puede ser Yosemite Sam. Sin embargo este cambio físico, que puede descolocar, va acompañado de una interpretación correctísima del actor de Mucho ruido y pocas nueces; y entre ambas colaboran con el clima juguetón que se le quiere imprimir a la propuesta. Asesinato en el Orient Express traspasa ambos climas, comienza como una comedia con algo de policial para de a poco, con una transición correcta, ir dejando paso al verdadero policial con tonos dramáticos. En el conjunto es una obra de clima siempre acertado. Branagh fue siempre buen director de actores. Todo el elenco se luce, y si bien ninguno es protagonista (salvo él, claro está), todos tienen sus momentos. Algunos como Judi Dench, Derek Jacobi, o WillemDafoe repiten sus personajes clásicos y actúan de taquito; otros como Daisy Ridley, Penélope Cruz, u Olivia Colman se prueban dentro de un elenco superestelar, y salen más que airosos. Ninguno se encuentra por debajo del resto. Si el espectador está atento, dilucidar quién es el responsable del asesinato de Edward Ratchett puede llegar a ser una experiencia posible de lograr antes de tiempo. Sin embargo, no deja de ser un placer entregarse al juego deductivo de Poirot y sus entrevistas con cada uno de los personajes. Asesinato en el Orient Express no entrega nada original ni que no se haya visto antes, pero lo hace de un modo elegante, visualmente virtuoso, y con un elenco numeroso sin fallas. Quizás no esté a la altura del clásico de Lumet, ni nos lleguemos a olvidar del Poirot de Albert Finney, pero el entretenimiento durante dos horas está asegurado.
Con “I” de indie. Con más de una docena, entre ficción y documentales, de películas en su haber, Jim Jarmusch es uno de los directores emblemas que -sobre todo a partir de los años noventa- le lavaron la cara a la industria cinematográfica estadounidense, con películas fuera del ámbito hollywoodense y por ende mucha más libertad creativa. Películas como Dawn by Law y El camino del Samurai son un símbolo del cine norteamericano independiente, que transmitían también esa estética depresiva que rodeó a la década. Con el paso del tiempo, como suele suceder con todo, la industria se comió al producto independiente. Cuando ese tipo de cine se fue convirtiendo en moda, se acuñó otro término, “cine indie”, mucho más comercial (aunque disimuladamente) y menos transgresor. Jarmusch venía esquivándole al cine “indie” –aunque algunas obras como Flores rotas ya lo mostraban golpeando la puerta de la industria– y con Paterson pareciera que finalmente abrazó el concepto. El ciudadano ilustre: Paterson es el título de la película, es el nombre del protagonista, el nombre de la ciudad en la que se desarrolla toda la acción, y el título de un libro de poemas del cual el protagonista es admirador. Paterson engloba todo. Paterson (Adam Driver) es un joven colectivero que vive en la ciudad de Paterson, New Jersey, quien lleva una vida de lo más mundana. Tiene una novia con más proyectos a realizar que logros conseguidos, un bulldog que saca a pasear, es amigo del cantinero de un bar, y tiene el colectivo. Lo suyo es una rutina. Lo único que lo evade de esa rutina es la afición por la poesía. Admira a William Carlos Williams, poeta autor de Paterson, un libro de poemas dedicado a la ciudad en la que Paterson vive. Él mismo es un aficionado poeta. Cuando puede, saca su lapicera, su libreta en blanco, y escribe sobre lo que ve y oye. Paterson es un observador de Paterson. Así Jarmusch arma una historia que no tiene mucho de historia, es mejor transcribirlo como la repetición de una rutina con personajes algo peculiares. Particularmente, dentro de esos personajes peculiares se destaca Laura (Golshifteh Farahani), la novia de Paterson. Una mujer que lo adora, que quiere instalar un negocio particular de ventas de magdalenas… perdón, de muffins, y que tiene una obsesión con pintar todo de blanco y negro. La relación entre Laura y Paterson es lo mejor de la propuesta. Destello y rutina: Jarmusch intenta mostrar a un personaje común que internamente lucha por salir de esa monotonía, aunque no se note mucho su sufrimiento. Muestra el costado intelectual dentro de una vida mundana. Pero a diferencia de sus anteriores films, en Paterson los riesgos que toma son pocos. El modo narrativo que escoge es bastante tradicional, con un ritmo lento, aunque más ágil que otras de sus propuestas, quizás las mejores. En sí, todas las elecciones estéticas son bastante tradicionales dentro de lo que suele ser su cine. Como si estuviese haciendo un film para que el público masivo entienda su cine ¿Jarmusch for Dummies? Adam Driver es el intérprete ideal, su tono cansino, desganado, y el modo particular de gesticular se adaptan a la perfección con lo que la película propone. Golshifteh Farahani es una actriz dulce que dota a Laura de una luz particular, su interpretación hará que el personaje no resulte irritante es algunos tramos. Entre ambos actores hay química precisa, real. Conclusión: Paterson es una película que no cuenta mucho ni innova demasiado dentro del cine de Jim Jarmusch. Sin embargo, con su mecanismo a media máquina, le alcanza para ofrecer algunas sublecturas interesantes sobre un hombre que sirve como botón de muestra de una sociedad que oprime el costado más cultural e intelectual de sus habitantes.