El terror ha demostrado ser uno de los campos más fértiles para plantear secuelas, precuelas, reinicios, y todo tipo de aprovechamiento de un título en pos de una franquicia; y a su vez pareciera ser el que más problemas ha tenido a la hora de encausar esas “ramificaciones” con respecto al producto original. Masacre en Texas 3D: Herencia maldita vuelve a mostrar esta dolencia, y plantea la duda si cada film puede ser analizado de manera independiente sin referirse a sus orígenes por más difusos que estos parezcan. Para aclarar el tema, en 1974, Tobe Hooper se adelantó a su época y con “El loco de la motosierra” (The Texas chainsaw massacre) plantó las bases para lo que luego devendría en el sub-género slasher, y lo hizo de una manera carnal, brutal. Seis películas después, remake de por medio en la quinta, y mucha bifurcación de lo que fue aquella, es poco lo que quedó de aquel original en esta producción de 2013. Antes de analizar su argumento, no está enteramente claro, si el contexto es el de un nuevo reinicio, o una tercera parte de aquello que comenzó en 2003 con producción de Michael Bay, más teniendo en cuenta que el director de aquella, Adam Marcus, ahora oficia de productor y co-guionista. Tratemos de saltear esto, y veamos; todo comienza años atrás, los Sawyer son perseguidos en un pueblito de Texas por los horribles crímenes que cometió uno de sus miembros, hablamos del mítico Leatherface. La gente logra hacer “justicia por mano propia” y aparentemente toda la familia es liquidada, pero sabemos que una bebé sobrevivió, y aunque no nos lo dicen sabemos que “Leatherface” también (sino no habría película). De esto nos trasladamos al 2012, en el cual la jovencísima Heather (Alexandra Daddario) descubre que es adoptada por medio de una herencia que acaba de recibir por parte de su abuela, y sí se trata de aquella beba. Pese a las advertencias, Heather se dirige a la mansión de su abuela fallecida para conocer su origen, y lo hace en conjunto de dos amigos y su novio, además en el camino levantan a un autostopista. Claro, todo va más o menos bien, hasta que alguien baje al sótano secreto, abra la puerta blindada y el de la motosierra reaparezca de entre las sombras. El guión plantea lo que pareciera ser una vuelta de tuerca, Leatherface conoce a su prima, y además la gente del pueblo también representa al costado villano por más que el fin sea terminar con el asesino. El asunto está en que esta vuelta de tuerca es lo que suena menos convincente en la película, y lo que se va oscureciendo cada vez más hasta llegar a un final que, sin adelantar, resulta ilógico y decepcionante. Lo que queda, las cacerías brutales del asesino podrían ser lo más remanido y repetitivo, y aún así son lo mejor del film, pese a un 3D que aporta poco. Acá sí, los amantes de la saga estarán a sus anchas, el protagonista no perdona y hay un cierto clima entre sucio y ominoso bastante logrado. Los cameos de Gunnar Hansen (el Leatherface original) y Bill Moseley también haran las delicias de fanáticos. El director John Lussenhop ofrece una película apta para seguidores incondicionales, es inútil analizar lógicas, los tremendos errores en los años y las edades de los personajes, son detalles para los fanáticos que solo quieren ver a su personaje una vez más en acción. Extrañamente a lo supuesto, esta entrega es menos bestial que anteriores y hasta intenta humanizar de alguna manera la historia ya conocida, aún así lo fundamental está. Con 3D o sin él, con solidez o con baches y delirios, lo cierto es que “El loco de la motosierra” está de regreso en la pantalla y para algunos eso solo ya es celebración (y lo mejor para ellos es que ya hay anunciada otra entrega). Quienes pretendan algo más, un sostén detrás de la carniceria, la original se consigue fácilmente en DVD, Blu-Ray y hasta hay ciclos que eventualmente la exhiben en sala.
Durante la segunda mitad de la década del ’20 en el Siglo XX (1926-1929) se desarrolló en México, un hecho histórico que hoy día es casi desconocido – o poco recordado – por los ciudadanos de ese país; ni hablar del resto del mundo. La llamada Guerra Cristiada o Cristera fue un levantamiento de laicos y religiosos frente a un gobierno presuntamente ateo que decidió aplicar lo dispuesto por la Constitución de 1917 de ese país, negándole prácticamente toda participación civil a la Iglesia Católica; restricción de bienes de propiedad privada y de la Nación, prohibición en la participación política, y límites en cuanto a la promulgación del culto. Debido a esto, un ejército civil – Fuerzas Cristeras – entabló varias batallas contra el gobierno y las Fuerzas militares. Un hecho salvaje, triste, al fin y al cabo de liberación, del cual quedan escasos registros. "Cristiada", o "For Greater Glory" según su título original inglés, es una superproducción que intenta recordar aquellos hechos; y lo hace de la manera esperada contando los elementos con los que se jugaba. A ver, estamos frente a una producción estadounidense (por más que la publicidad la venda como “la más grande superproducción mexicana”, los únicos capitales que tiene del país de Chespirito provienen de capitales radicados en EE.UU., o sea...), dispuesta a gastar dinero en hacer que todo parezca enorme, con varias estrellas latinas e internacionales en el elenco, y la idea de rescatar un hecho histórico del olvido a través de un retrato fiel. Con todas esas ideas lo que salió es un resultado desparejo. Es sabido que el cine y la historia (como “hechos históricos trascendentales” digamos) no suelen llevarse bien de la mano. Nunca es aconsejable mirar una película para tener un conocimiento acabado de cómo fueron los sucesos reales, sobre todo cuanto más nos alejemos en el tiempo. En pos de un relato que fluya, del interés del espectador, o lo que sea, las libertades creativas suelen hacer su juego. Sería materia de discusión subjetiva dirimir si esto está bien o mal, si ese elemento hace a un film mejor o peor; por eso, pasémoslo por alto. El argumento, real, fiel, o no, se sigue con cierto interés y entretenimiento. Los problemas vienen por otro lado, "Cristíada" trata sobre la idea que los EE.UU. (o los ciudadanos estadounidenses con ascendencia latina) tienen sobre América Latina, y sobre un hecho que en definitiva les es ajeno; eso implica algunas concepciones que son, cuanto menos, discutibles. El elenco tampoco ayuda demasiado, Andy García en la piel de Enrique Velarde, Oscar Isaac, Catarina Sandino Moreno, Eva Longoria, y Rubén Blades son parte de un elenco ensamblado que hace lo que puede con algunos diálogos que no cierran; y parecieran hablar de algo sobre lo que no entienden demasiado. Todos suenan tratando de sonar convincentes, pero la decisión de haber armado este tipo de cast lleva a que no suenen ajustados ni confiables. Dean Wright es un hombre del departamento de FX’s que aquí debuta como director. Su trabajo es correcto, la idea era que el film luzca gigantesco, y realmente entretiene, su extensa duración pasa rápido, y los millones están donde deben estar. "Cristíada" es lo que se suponía, si lo que se quiere es ver un divertimento con trajes de época y latinos gritando frases importantes, tal vez salgan convencidos de la sala. Es la producción de un país que mirando al sur, que considera dos clases de ciudadanos, los estadounidenses de raza, y todo el resto, como una masa uniforme, lo cual, para un relato cinematográfico serio, complica.
Los documentalistas Vilma Molina y Ernesto Ardito cuentan con una amplia trayectoria que abarca desde temáticas sociales hasta documentales sobre personalidades del arte que también influenciaron cambios sociales como Raymundo Gleyzer y Alejandra Pizarnik. Visto desde ese ángulo, esta nueva incursión en el género para abordar ahora una cuestión histórica pero centrada en una figura no resulta llamativa, más bien lógica; hablamos de Mariano Moreno, un prócer del que aparentemente muy poco se conoce quién fue realmente, ya que alrededor de lo que muestra la historia oficial existen ocultamientos o directamente falsedades. Hace aproximadamente dos meses, la TV Pública emitía en su pantalla una de las mejores miniseries del año y en general del proyecto financiado por la Televisión Digital Abierta, hablamos de Las huellas del secretario, en la cual a la manera de una aventura patria, un profesor de historia en el secundario y una restauradora de arte descubrían toda una trama oculta de logias dispuestas a esconder el verdadero Plan revolucionario de operaciones escrito por Mariano Moreno y del cual se perdieron todos los originales desconociéndose su texto real. Para los fanáticos del programa, entre los que este cronista se incluye, que tendrá 2da temporada el año entrante; este documental es el complemento ideal; hablamos de la misma temática de fondo, el desaparecido Plan revolucionario de operaciones. No vamos a contar mucho sobre la historia que revela (palabra exacta) este documental, Mariano Moreno fue uno de los ideólogos de la Revolución de mayo de 1810 – su estreno en estas fechas es oportuno y necesario de ser visto – pero las ideas que él traía de la Revolución francesa no son exactamente las que luego se llevaron a cabo, un halo conservador quiso que las cosas se desarrollaran de otra manera para nuestro país; Moreno fue misteriosamente envenenado durante una misión diplomática y a partir de ahí su figura pasó al incógnito, sus textos, sus palabras rara vez se conocieron, ¿por qué? ¿qué es lo que dice?... eso lo van a tener que descubrir viendo la película. Si bien hablamos de un hecho histórico que se trató de ocultar, hoy una corriente revisionista sacó varias cosas a la luz, por lo cual cualquiera que investigue puede tener un mínimo de conocimiento. Aún así, es importante que no adelantemos nada de lo que sucede en el film, y es que Molina y Ardito se encargan magistralmente de manejar todo como si fuese una obra maestra de suspenso. Al igual que sucedía con la miniserie (que si no la vieron pueden encontrar todos sus capítulos por internet), acá no hay personajes de ficción en medio de un argumento de espionaje, pero igualmente se maneja como un thriller atrapante, y es que la historia real da para esto, descubrir el engaño al que fuimos sometidos durante muchísimos años sorprende como la mejor de las ficciones. Los hechos son contados desde diferentes ángulos, las palabras del propio Moreno, unas cartas que le escribió su esposa, testimonios de descendientes y herederos, y obligadamente la fundamentación de historiadores. A la riqueza de las palabras, las imágenes también suman a la intriga, no estamos frente a un documental convencional, Moreno es un verdadero hecho artístico, la fotografía, los ángulos, el correcto uso de diferentes lentes, luces y sombras, todo produce una maravilla hipnótica que subyaga a la vez que nos mete más en el misterio, nada es demasiado claro. El género documental está pasando por una de sus mejores etapas creativas, lo vienen demostrando títulos estrenados en los últimos meses y algunos venideros, Moreno es una prueba más que exacta de esto; ojalá una mayor convocatoria de salas y público acompañara. De momento, celebremos con lo que tenemos en mano, un puñado de documentales excelentes.
Siempre se habla en el cine de aquel dicho “segundas partes – por decir secuelas que pueden ser más de una – nunca fueron buenas”, esto es porque por lo general, las sagas cinematográficas se van deteriorando con el correr de las películas, a causa de falta de ingenio renovador, reiteraciones de algo ya visto, o lo que sea. Lo cierto es que para toda regla existe su excepción, y "Rápido y Furioso" parece ser la de este caso. No, no es que esta sexta entrega sea una obra maestra, un gran film inolvidable, o que esté hecha a la perfección; es un film que cumple con todos los cánones del cine pochoclero estadounidense, no se saltea ni un poco la fórmula, y sin embargo cumple con el objetivo principal, divertir al público ávido de estas historias. Si uno recuerda como empezó esta historia allá por 2001 de la mano del polirubro Rob Cohen, se suponía como una remake del film de la AIP de 1955 aunque poco tenían que ver y todo se reducía a interminables carreras callejeras con autos tuneados sin respiro una tras otras, y una historia que funcionaba como mera excusa. La cosa siguió más o menos igual (o peor) hasta tocar fondo en la tercer película; y como dice todo manual de "auto, (nunca mejor dicho antes!) ayuda", una vez que se llegó al fondo solo se puede subir. "Rápidos y Furiosos" (la cuarta), retomo la premisa original pero llevó las cosas al terreno de una película de acción normal, de buenos contra malos, con la diferencia de que todo lo resuelven sobre cuatro ruedas (bue, a veces, menos). Así llegamos a esta sexta parte, dirigida nuevamente por Justin Lin (responsable desde la 3 hasta la última), y lo que se cuenta, sigue el lineamiento asomado ya en la 5. Dom (Vin Diesel) y Brian (Paul Walker) han conseguido limpiar sus expedientes y viven tranquilos y refugiados disfrutando de su nueva vida adinerada. Pero aparece un nuevo malhechor del volante, Shaw (Luke Evans), un ruso que formó una banda similar a la que manejaba Dom pero que es pura maldad. El oficial Hobbs (Dwayne “The Rock” Johnson) está tras la pista de este señor, y como se entrevió al final de la película anterior, Letty (Michelle Rodríguez), novia de Dom a la que todos creían muerta, se encuentra trabajando para Shaw, excusa que servirá para que el primero contacte al rudo jefe de la banda y lo incite a rearmar el supergrupo de pilotos pero esta vez al servicio de la policía. Con doble objetivo, recuperar a su amada y terminar con el delincuente. Todo lo demás es adorno y parafernalia; ah, Letty en verdad sobrevivió pero tiene pérdida de memoria por lo cual no recuerda a Dom y los suyos. Como verán el argumento no es realmente una obra intrincada, es más bien simple y excusa. Pero a diferencia de lo que pasaba antes, ahora estas escenas no agobian. No le pidan verosimilitud, las destrezas que se realizan son imposibles y hasta alguna incita a la carcajada involuntaria (es más una leyenda sobre el final advirtiendo sobre estas es lo más cómico del film), pero cumplen con el prometido de divertir. La película tiene momentos directamente ridículos, vacíos, chistes sin gracia y que rozan el delirio, y hasta la primera media hora parece irremontable, pero en un momento todo esto deja de importar; uno sabe que está ante un producto de pura acción y testosterona y se entrega al juego, y ahí comienza lo mejor. Con "Rápido y Furioso" nadie espera una obra intelectual ni guiones complejos, son películas con un motor que se mueve a ritmo del pochoclo; sino se la analiza demasiado ofrece un divertimento amplio... y seamos sinceros ¿quién puede analizarlas seriamente?
La cartelera cinematográfica suele colmarse de títulos románticos, edulcorados, con parejas jóvenes que descubren el amor real por primera vez y no pueden frenar la ardiente pasión que sienten. También aparecen de vez en cuando, películas destinadas al público mayor, en las cuales el amor llega tardíamente (o nuevamente) en parejas de muy entrada edad, y casi siempre se tiñe todo de un aire dramático o tragicómico, haciendo referencia a la vivencia de un amor más propio de los jóvenes dentro de cuerpos que ya no responden de la misma manera (sin olvidarse del casi obligatorio final... amargo, digamos). Desde este punto de vista, una propuesta como la de Cuando yo te vuelva a ver puede traer algún aire interesante; estamos frente a dos personas, de edad adulta pero no ancianos, que reencuentran su amor, pero de una manera realista, y esta última palabra es fundamental, realista. Paco (Manuel Callau) está de regreso en nuestro país luego de una larga estadía en España de 30 años con visitas muy esporádicas. El propósito, además de visitar a sus viejos amigos, es salir como padrino de bodas de uno de los antiguos muchachos de la barra, y se hospeda en casa de Félix (Alejandro Awada), otro de los amigos. Por su parte, Margarita (Ana María Picchio) es una abuela viuda, que maneja una empresa de catering con Ethel (Miriam Lanzóni), una amiga de su hija nuevamente embarazada Valeria (Malena Solda) y se la rebusca vendiendo unos tejidos artesanales. En dicha boda, por supuesto, el catering será de Margarita y Ethel, esta última comienza una suerte de noviazgo con Félix, es así como Paco y Margarita, después de 30 años se van a reencontrar; el resto, aunque obvio y esperable, será mejor que lo descubran ustedes mismos. Como podrán imaginarse por su premisa de base, Cuando yo te vuelva a ver apunta a una suerte de rama costumbrista del cine argentino, aquel que se caracteriza porque sus espectadores se vean reflejados en la pantalla. La historia no es un cúmulo de originalidad y hasta puede parecer previsible, pero las guionistas Gisela Benenzon & Marcela Sluka apuntan a una simpleza de contenido, a un público que busca pasar un momento agradable y poder ver en la pantalla a gente como uno; el mismo camino toma su director. Con cuatro películas en su haber, Rodolfo Durán (Cerca de la frontera, Terapias alternativas) se caracteriza por contar relatos envueltos de simplicidad de recursos, quizás un método que “atrasa” algunos años dirán, pero no siempre lo pasado es malo. Cuando yo te vuelva a ver no va a sorprender desde lo técnico (es más, datos como su banda sonora o alguna ambientación antigua le juegan en contra), como así tampoco desde lo narrativo (en donde algún atento puede encontrar hilachas), pero al finalizar se termina con una sonrisa complaciente. Al contrario de lo que podríamos esperar de su errado afiche, no estamos frente a un drama puro, nos ubicamos en el terreno de la comedia dramática, y ese es el mayor acierto de la película, eludir todos los golpes bajos, los melodramas, mostrar a sus personajes con sentimientos humanos, reales, ante situaciones realistas. Como es de esperarse las labores actores son más que cumplidoras, aunque hay que decirlo, Picchio copa la pantalla cada vez que aparece. Margarita es un ser triste, opaco (vive sin la luz del sol, casi a oscuras), y la actriz la convierte en entrañable, adorable. Por su parte, Callau cumple un rol de galán maduro y tierno, los cruces entre ellos (cuando al fin se den) serán lo mejor del film. Cuando yo te vuelva a ver no es un film perfecto, tiene problemas aquí y allá para la mirada aguda, pero la ternura, simpleza y realismo que despierta hace que se le perdone casi todo. La sensación al abandonar la sala es casi la misma a la de haber visto una película redonda.
Durante la última edición del BAFICI, mientras esperábamos en las largas colas antes de entrar a sala, unos jóvenes se presentaban como de la nada, sin decir una palabra, simplemente se mezclaban entre el público con unos proyectores digitales de mano y reflejaban un anuncio de Planetario, a modo de realizar una publicidad ultra independiente. Ese hecho menor, que para muchos debe haber pasado desapercibido, es una cabal muestra del estilo del film, botones de muestra, historias reflejadas que se parecen a tantas otras. "Planetario" habla de la paternidad, pero lo hace sin enfocarse en una historia que resalte, son cinco muestras que no tienen nada de particular, claro, más allá de la obsesión por documentar todo. No es la primera vez que vemos documentales que se fueron forjando a través de muchos años, es más, casi podríamos hablar de un subgénero, el documental hecho con filmaciones caseras. Lo que sí llama la atención en este trabajo de Baltasar Tokman es la visión cosmopolita sobre el todo. Tenemos cinco historias de alrededor del mundo, todas enfocadas en el furor del video casero, que en un principio nada tendrían que ver unas con las otras, y sin embargo todas redundan en lo mismo, progenitores hablando de sus hijos, la relación desde el punto de vista generacional, y cómo se toma el hecho de la paternidad desde diferentes culturas, sociedades y estratos sociales. Al hablar de padres e hijos es inevitable también hablar de las familias; y en todo eso se va armando una suerte de juego de diferencias y coincidencias. ¿Qué repiten los hijos de sus padres? ¿Qué valores intentan inculcárseles? Y por supuesto, hablando de registros caseros, ¿Cómo nos vemos a nosotros mismos? "Planetario" es un film con el que no cuesta crear empatía, y esto es debido a que quienes están frente a la cámara es gente común, con sus profesiones e ideas particulares, con sus historias a cuestas, pero todas reales, cotidianas, como las de cualquiera. Este dato hace que sea mejor no contar nada sobre los cinco focos, es mejor que cada uno los perciba a su modo. Tokman corre un riesgo con su documental, por un lado el naturalismo es latente e inevitablemente lógico, puede ser atractivo para el espectador ver estas historia que bien pueden ser las suyas. Pero también, el obsesivo registro, el detalle en todo, hace que por momentos se pierda algo de interés, y el naturalismo decante en monotonía, en definitiva como la vida misma. Claramente, algunos puntos y relatos son más interesantes y complejos que otros tramos. Otro aporte a resaltar es la agradable fluidez con la todo fluye pese a ser un film mosaico y por consiguiente fragmentado; esto (en conjunto a una duración corta pero exacta) lo transforman en ameno. Se nota una buena mano en la edición. Al hablar de registros caseros, los rubros técnicos son dispares y entendibles, pero en el general estamos frente a un trabajo que presenta cierta cohesión. Documental curioso, llamativo y agradable. Es una oportunidad para que los padres se vean reflejados y se comparen con sus pares del mundo. La pregunta que ronda es la siguiente, ¿Si todos tuviésemos una camarita y nos filmásemos todo el tiempo con nuestros hijos y nuestros padres, qué saldría de esa grabación? Menuda pregunta.
El primer problema, y la primer alarma de sospecha, que encontramos en "Scary Movie V" es una cuestión de fechas. El lineamiento principal de su argumento se centra en parodiar al reciente film de horror "Mamá" que se estrenó originalmente en enero de este año, y la película que concierne a esta reseña se estrenó en su país en abril, a menos de cuatro meses; eso mismo sucede con algunos chistes de actualidad muy reciente como los referentes a los Premios Oscar o el baile colectivo Harlem Shake, lo cual hace presuponer que la película se planeó, filmó y editó en un plazo menor al antes mencionado. Esto ya nos va dando una idea sobre lo que estamos por ver. La franquicia Scary Movie tiene el dudoso honor de haber impuesto nuevamente a los films de parodia, es más hasta colocó su nombre al que otros copiaron cambiándole el “género” y manteniendo el “movie”. Lo llamativo, para quienes no disfrutamos de estos productos, es que uno siempre imagina con cada entrega que se llegó hasta un piso determinado, pero siempre estos productos tienen la peculiaridad de contradecirnos y sorprendernos. Olvídense de las cuatro anteriores, esta no mantiene ninguna relación, ni siquiera se mantiene al personaje de Cindy (antes Anna Faris) que era lo que antes mantenía la lógica de las secuelas. El film comienza con la escena de Charlie Sheen (que ya participó en la tercera película componiendo un personaje) y Lindsay Lohan interpretándose a sí mismos y en un encuentro sexual, un ente o algo los posee, Sheen muere, Lohan desaparece, y hay tres hijos de Charlie (dos nenas y un bebé) que desaparecen en el bosque. Más tarde (escena siguiente) son encontrados por dos fumones en estado de cautiverio, y la policía convoca al hermano de Charlie Sheen (que no es Emilio Estévez) y a su novia (Simon Rex y Ashley Tisdale respectivamente) para que se hagan cargo de los críos, y una vez en la casa comienzan los sucesos paranormales. Mientras tanto, Jody (Tisdale) retoma clases de ballet lo que da lugar a parodiar "El cisne Negro", y Dan (Rex) realiza un estudio sobre inteligencia simia, sí, parodian a El Planeta de los Simios (R)Evolución. En el medio habrá miles de humoradas de toda clase, parodias a decenas de películas, y un ritmo desenfrenado como para ocultar debilidades. A su favor hay que reconocer que algún que otro chiste causa una sonrisa, la cuestión es que el resto es realmente preocupante. El efecto de gracia puede ser dispar, y hasta subjetivo, cada uno puede reírse de lo quiera, pero determinadas cuestiones sobrepasan y van más allá del buen o mal gusto (otro asunto subjetivo). En la catarata irrefrenable de un chiste detrás del otro, hay demasiadas referencias a temas escabrosos, gags sobre discriminación abierta de todo tipo y más que nada violencia y sexo infantil, entre otra clases de temas escabrosos. Ya no es cuestión de morales altas, bienvenido sea el humor incorrecto, pero hay determinados puntos que simplemente no pueden ser graciosos. Sin lugar a dudas estas películas tienen su público fiel y esta franquicia demostró ser exitosa, a ellos va dirigida esta nueva entrega, y si gustan de ellas no saldrán decepcionados, en definitiva copian una fórmula que demostró ser tan efectiva como inoxidable. Este público ávido estará de para bienes, "Scary Movie V" fue hecha a su medida.
Hay directores que parecen predestinados a filmar determinadas películas, o al reves, proyectos o adaptaciones destinados a ser llevados a la pantalla grande por determinados directores. A Tim Burton le sucedió con Alicia en el País de la Maravillas y El Planeta de los Simios; lo mismo podríamos decir de Peter Jackson y King Kong, Steven Spielberg y Tintin, Brian Synger y Superman, sólo para nombrar casos resonantes; los resultados pueden variar y estar o no a la altura de las expectativas. Lo mismo sucede con Baz Luhrmann y la novela de F. Scott Fitzgerald, “El Gran Gatsby”, que, aclaremos va por su quinta adaptación a la pantalla (contando un telefilm). El esplendor de los años ’20, el lujo decadente, y toda la parafernalia parecieran ideales para el director de Romeo + Julieta y Moulin Rouge, de los directores actuales quizás sea el más adecuado para retratarlo, el asunto es que la obra de Fitzgerald indaga un poco más allá de la superficie visual, ahí estaba el desafío para Luhrmann, quien también oficia como co-guionista. A grandes rasgos, esta nueva adptación sigue los lineamientos generales de la novela; el protagonista es Nick Carraway (Tobey Maguire) un joven veterano de la Primera Guerra Mundial, empleado en Wall Street a quien en un comienzo vemos narrando a su doctor (primero oralmente y luego por escrito) la historia que lo llevó a su trauma actual. Carraway es vecino de un hombre misterioso, al que pocos conocen, se tejen miles de versiones sobre su persona, y que organiza descomunales fiestas de la abundancia en donde “lo mejor” de la sociedad se hace presente, Jay Gatsby (Leonardo DiCaprio). Carraway se siente inmediatamente atraído por el mundo lujurioso de Gatsby y es así como metiéndose cada vez más logra conocerlo. Lo que Carraway no sabe en un principio, es que Gatsby es un antiguo amor de su prima Daisy Buchanan (Carey Mulligan) ahora casada con el infiel Tom (Joel Edgerton). Nick se inmiscuirá cada vez más en el mundo y la intimidad de Gatsby y de esta experiencia saldrá deslumbrado pero también cada vez más horrorizado por las consecuencias; por supuesto, el excéntrico personaje lo utilizará para llegar a Daisy y volver a conquistarla. Como era de esperarse, Luhrmann pone el foco y logra sus mejores momentos al retratar la vida ostentosa del millonario, y lo hace, como es su costumbre, a traves de un anacronismo entre pasado y presente, el charleston se mezcla con el rap, y el brillo y la arquitectura de los años ’20 se plasma conjuntamente con una edición rápido y vertiginosa casi videoclipera. Pero en un momento, el guión vira hacia otro lado, cuando la historia entre Daisy y Gatsby tome la pantalla; como si hubiese dos películas en una, la cuestión se convierte en melodramática, gana en protagonismo DiCaprio, y la película se hace más convencional. Fitzgerald publicó su novela en 1925 y sin embargo pareciera visionaria de la decadencia que estaba por venir, ese síntoma se siente en el personaje de Nick, que de a poco empieza a mirar todo con otros ojos y se da cuenta de las reales intenciones de la clase social que antes admiraba. Luhrmann (para ser justos, al igual que los directores de las otras adptaciones) parece dejar esa cuestión en un segundo plano, importa más, en este caso, el despliegue escénico y luego, como en todas, la trágica historia de amor; pero si hurgan un poco algo de la crítica social aún está latente en el film, sobre todo llegando al final. Podríamos decir que las expectativas están cumplidas, su director cumple con lo que todos esperábamos, “El Gran Gatsby” es presentada en un envase majestuoso (en lo cual el 3D ayuda mucho), el cast actoral también parece nacido para interpretar esos papeles; y quienes busquen un poco más de contenido, de peso social y realista deberían saber que esto es lo que se vende, un gran film de Hollywood, no más ni menos que eso.
Tres historias simples, tres relatos con muchos puntos en común que ganan en naturalismo, quizás una de las películas más sencillas de su director; entonces ¿qué es lo que hace a ”En otro país” una película tan interesante y formidable? La respuesta a esa pregunta mucho tiene que ver su protagonista, Isabelle Huppert. No es la primera vez que Hong Sang Soo se inclina por las películas que homenajean al cine, y el camino que eligió esta vez es brindarle toda la historia a su estrella, mostrarla como una diva en simpleza de recursos. En efecto, esta propuesta gira enteramente alrededor de los tres personajes que compone Huppert en las tres historias ¿o es el mismo personaje? ¿o es la misma historia? Todo comienza con una joven coreana que escribe ¿de modo amateur? el guión de una supuesta película sobre tres mujeres que visitan el pequeño hospedaje costero en Mohang en el que casualmente vive ella. Así, se da paso a las tres historias, las tres mujeres llamadas Anne (Isabelle, por supuesto) son turistas francesas, y cada una pareciera tener una personalidad diferente, aunque todas comparten la misma virtud/defecto cautivan a todos los hombres con los que se cruzan. En este juego del guión dentro de la película, hay elementos que se repiten en una u otra historia de manera distinta, pero los ejes centrales son el mismo en las tres, Anne es una mujer soltera/casada infiel/divorciada que llega ocasionalmente a Mohang, se hospeda en ese pequeño hotel, y tarde o temprano, buscando un faro, se cruzará con un simpático guardavidas con el que vivirá un amorío trunco (además de otro affaire distinto en cada historia). Ya sea una distante directora de cine, una infiel que juega a la seducción inocente, o una divorciada (su marido la dejó por una coreana) que juega con los hombres, las resoluciones parecen ir siempre para el mismo lado, las mujeres la admiran/envidian/detestan, los hombres (hasta un monje) no se resisten a sus múltiples encantos. Hong Sang Soo filma con ligereza, realiza una co-producción entre su país Corea y Francia, con una gran estrella central. Pero a diferencia de lo que podía pensarse, no realiza un film más profesional, serio, o espectacular, todo lo contrario;” En otro país” es un film que pese a contar tres historias que se entrelazan con personajes que se repiten y con puntos en donde una historia se funde dentro de la otra (atención a esos sutiles detalles), no deja de ser una película sencilla en donde todo se comprende a la perfección, una comedia ligera y simpática, que no carga las tintas en ningún momento; hasta pareciera ser hecha para el simple divertimento. La cámara contemplativa siempre es un fuerte del director, y esta no es la excepción, Mahong es presentada de un modo entre bello y bucólico, hay grandes planos en donde las palabras sobran, es más el guión está lleno de lo que podríamos llamar frases superfluas, se habla de la nada. A este preciosismo paisajístico hay que sumarle una fotografía colorida, en contraste, en donde hasta pareciera que cada tonalidad nos cuenta un estado de ánimo. Y está Isabelle Huppert otra vez, si la película gira en torno a ella, la dama del cine que parece no envejecer sino mejorar no podía más que entregarnos una gran interpretación. Sus Anne son tres mujeres diferentes y las todas tienen esa impronta de la actriz que nos hace pensar que nosotros también nos deleitaríamos como los hombres coreanos. Quizás no sea la mejor obra de su director, no busca ser una obra maestra, y aun así, demuestra que puede ser una gran película en el frasco de una comedia simple.
Voy a empezar aclarando antes que todo, quien escribe esta reseña no ha leído la novela en la cual está basada esta película, mis apreciaciones sobre el libro y su autora provienen de lo que uno podría suponer habiendo visto las películas basadas en libros de su autora Stephenie Meyer, (por supuesto me refiero a la saga Crepúsculo). Aclarado esto continúo con que es imposible hablar de "La huésped" sin hacer mención a su origen, mucho de su espíritu pareciera provenir de ese costado. La saga vampírico/adolescente , hiper taquillera, amada por sus seguidores, y bastardeada por otros tantos, el año pasado llegó a su fin. Desde ese momento se ha buscado una “digna” reemplazante (recordar la reciente "Hermosas criaturas", por citar sólo un ejemplo) y "The host" era una oportunidad imperdible, misma autora, lineamiento amoroso similar (aunque por acá mucho más enrevesado veremos), elenco juvenil ad hoc. La mesa estaba servida para la degustación de las hormonas femeninas púber/adolescentes... y para dirigirla se confirmó a Andrew Niccol,... pero en ese momento las cartas se barajaron nuevamente. ¿Cuántas veces hemos visto la historia de la invasión alienígena, que primero nos combate – también como en este caso usurpa nuestros cuerpos – para luego comprender que los humanos somos una “raza” especial porque tenemos algo llamado amor, sentimientos fuertes, alma poderosa, o como quieran llamarlo?, el giro está en darle a eso un ya no triángulo sino cuarteto amoroso digno de Alberto Migré. Casi sin preludio, la escena inicial ya nos muestra como unos humanos poseídos por alienígenas (con ojos celestísimos) capturan a Melanie (Saorse Ronan, cada vez más parecida a Anita Pauls), “implantándole” un alien (son como unas medusas) renaciendo como Wanderer/Nómade. La jefa del operativo extraterrestre, la "Rastreadora" (Diane Kruger a la cual las publicidades de cremas anti-age no parecen estar haciéndole efecto) la obliga a que reciba los recuerdos de su cuerpo para localizar a los otros humanos, pero Melanie es fuerte y desde la mente comienza a convencer a Nómade de otra cosa. Escapan y terminan en el desierto en el cual son rescatadas por el tío Jeb (Willian Hurt, salvando por enésima vez las papas del fuego a fuerza de talento) y sus seguidores que viven ocultos en las Rocallosas. Claro, en ese grupo están el hermanito de Melanie Jaimie, el novio de la misma Jared (Max Irons), e Ian (Jake Abel) un muchacho que se enamora... de Wanda (Wanderer pasa a ser llamada de este modo para familiarizarla). Al principio la chica es rechazada, luego se los gana a todos, hay escarceos de Melanie a través de Wanda con Jared, y de Wanda desobedeciendo a Melanie con Ian; de mientras, Rastreadora y compañía intentan capturarlos, en fin. Decíamos que la dirección de Niccol (que también se encargó de la adaptación del guión) era fundamental, sobre todo en el primer tramo, allí el hombre impone su técnica y la estética luce clara y hasta lírica, sofisticada pero perturbadora en el mundo Álien y rupestre y acogedora con Jeb y los suyos. También una banda sonora omnipresente ayuda a darle un marco épico. Son esas cosas las que sacan a "The host" de cierta repetición (sobre todo en la segunda hora) y vueltas innecesarias en lo cual colabora una duración de por más extensa. Los romances de Meyer y la Ciencia Ficción seca de Niccol jugaron sus apuestas, el resultado es un empate peligroso, puede ser una decisión salomónica para ambos “bandos” o no dejar conforme a ninguno de los dos, cada espectador dará su opinión.