Las chicas solo quieren divertirse. Hace pocos meses atrás circuló por la web una publicación donde una joven muchacha busca un marido millonario. En el texto se encontraba todos los requerimientos y pretensiones que desea de su futuro esposo. Pero ésta noticia se viralizó cuando un empresario de manera elegante contesta a su ofrecimiento. Ante el estreno de Adoro la Fama (The Bling Ring), inmediatamente recordé este aviso, el objetivo es: ¿Fama a cualquier precio? Sofia Coppola narra en su última película las diversiones y obsesiones de un grupo de chicas dispuestas a conseguir lo mismo que encuentran cuando hojean una revista: fama y ropa de etiqueta. El entretenimiento se basa en darse una vuelta por las casas de los famosos de Hollywood, robar los objetos que más les gusta y salir dejando todo en su lugar. Orlando Bloom, Miranda Kerr, Megan Fox, Lindsay Lohan y Paris Hilton fueron algunas de las víctimas. Esta historia interpretada por Emma Watson, Taissa Farmiga, Israel Broussard, Katie Lee y Claire Julien, está basada en un hecho real y la suma del botín recolectado por la policía de Los Ángeles ascendió los 3 millones de dólares. Invadida de música saturada, Sofia Coppola despliega con maestría un robo en plano general nocturno y silencio. Si bien esta película no parece ser filmada por Coppola, comparando las producciones anteriores ¿Cuál es la comunión entre las películas de la directora? Todos sus films están protagonizados por mujeres, tal como Vírgenes suicidas, Perdidos en Tokio, la icónica María Antonieta y Somewhere. En todas las cintas el relato es impulsado por el sexo femenino en distintos espacios-tiempos y en Adoro la fama, se repite la fórmula, modificando los escenarios y las motivaciones, las clases sociales y las épocas. Aunque parezca totalmente superficial, se reconoce que ya no es importante ser el más popular de la escuela. Sofia Coppola retrata un fragmento de la sociedad, adicta a los medios de comunicación, a las irresponsabilidades, flashes y mentiras o alcanzar la fama a cualquier precio.
La ciencia del sueño Con saltos en el tiempo, el director Marco Bellocchio, muestra los últimos días de Eluana Englaro, una chica que permaneció en estado vegetativo durante 17 años y su caso revolucionó a toda Italia. El realizador se sirve de tres historias -si bien no tienen una relación directa una con otra- para mostrar el impacto en la sociedad, en la política, la justicia y la religión. Un senador, del partido "Popolo della Libertà", se encuentra atormentado porque debe votar en contra de sus ideales y afligido por la distancia que a tomado su hija desde que su madre a muerto. Una actriz, interpretado con una frialdad extrema por Isabelle Huppert, decidió abandonar su carrera desde que su hija se encuentra en una situación de salud irreversible. Alucinando convertirse en una santa, pretende mediante sus rezos y en compañía de sirvientes-monjas, que su hija despierte. La última historia cuenta la relación entre un médico y el cuidado que le brinda a una joven adicta, que lo único que desea es la muerte. Tres bellas durmientes que van construyendo la película, en un contexto real, de enfrentamiento. Estas historias se entrelazan, se mueven en el tiempo pero todas comienzan el 8 de febrero de 2009, un día antes de que el padre de Eluana tomara la decisión de desconectar a su hija. Con un tema tan controversial, Bellocchio arma un rompecabezas en forma casi coral, para terminar de darle forma al relato general. Cada uno de los protagonistas de esas historias son representantes de posiciones distintas capaces de estar a favor de la eutanasia o morir en vida sentados al costado de una cama.
La guerra y la paz Del mismo modo que Romeo y Julieta tuvieron que hacer frente a la contienda por causa de su amor, los protagonistas de esta historia, de nombres homónimos a la clásica novela, también tuvieron que enfrentarse a una batalla donde pelearan por la salud de su hijo. Valérie Donzelli, protagonista y directora de esta ficción, narra su experiencia entre hospitales y barbijos junto al padre de su hijo, Jérémie Elkaïm, quién personifica el mismo papel. En Declaración de Vida, no se encuentran escenas para que el espectador derrame lágrimas. En este caso, esquiva los golpes bajos y no se ubica en el abismo entre la vida y la muerte al extremo, así se encuentren en ese debate. Porque la película no apunta en esa dirección, sino en demostrar que a pesar de estar viviendo una terrible situación, se pueden sobrellevar de otros modos, con alegría, aceptación y fuerza. La primera escena de la película nos ubica en el presente, y en un fundido sonoro nos remonta en un flashbacks al principio de la historia, donde los chirridos generados por una resonancia magnética se fusionan con los de la música electrónica. Romeo y Julieta se conocen en una noche de fiesta y comienzan una historia de amor que es narrada con grandes elipsis para llegar al momento que ha nacido Adam. Con el paso de los meses, los padres detectan que algo no está bien en la salud de hijo. Y en este punto es cuando se despliega la odisea de toda la familia para aguantar de pie esta guerra. El tiempo pasa, y es narrado desde la perspectiva de Romeo o de Julieta en voz en off, el amor se debilita, pero no la esperanza y la fortaleza para continuar. Si bien Declaración de Vida, es una película alegre y entretenida, a pesar de su temática, la directora utiliza recursos innecesarios para escenas que están de sobra, como el "video clip" donde los protagonistas cantan (al mejor estilo Christophé Honoré) para describir lo que están sintiendo. También se perciben escenas similares a Tenemos que hablar de Kevin, donde Tilda Swinton participa de la corrida de toros o en la secuencia donde la pareja disfruta de su romance se asemeja con la película, también francesa, Un Suceso Feliz. Por supuesto que este último ejemplo no hace ni sombra, por el tema que trata o por las actuaciones, al film de Valérie Donzelli.
El largo beso del adiós Al director Stéphane Brizé ya lo conocemos cuando en el 2009 estrenó la película Une Affaire D'Amour (Mademoiselle Chambon) una historia entre una maestra de grado y un albañil. Paradójicamente, la pareja actoral compuesta por Vincent Lindon y Sandrine Kiberlain, que manifiestan una relación amorosa muy similar a In the mood for love contemporáneo y francés, eran en la vida real ex esposos. Pero en su siguiente película, Aquellas Horas de Primavera (Quelques Heures de Printemps), el director elige nuevamente a Lindon para interpretar a Alain, un expresidiario que regresa a su casa materna luego de permanecer dieciocho meses en la cárcel por contrabando de marihuana. El regreso al viejo hogar y la necesidad de un empleo digno provoca en Alain bronca e impotencia que se suman a las manías de su madre Yvette. En un enfrentamiento verbal y casi violento entre ambos, una de las escenas más intensas del film, se revela la desesperación y la soledad de los personajes. Cuando se descubre la gravedad de la enfermedad de Yvette, que antes había sido tratada en un segundo plano, la película toma un rumbo distinto centrándose en la madre y su determinación por un suicidio asistido en Suiza. A partir de este momento el aire se pone denso, la mirada silenciosa y la falta de afecto, se vuelve angustia y desolación entre madre e hijo. Ambos en estado ausente y como dos perfectos desconocidos, entienden que son como dos imanes de polos similares que se repelan, que por más que lo intenten son iguales en su esencia y que cada uno tiene su propia determinación. Aquellas Horas de Primavera puede rozar alguna similitud con el film Amour de Michael Haneke, aunque no tan opresiva y controversial. Brizé seleccionó a Emmanuelle Seigner para que aporte, en una breve participación, los momentos más cálidos y amorosos junto a Vincent Lindon.
La receta de la felicidad Con apetitosos créditos de apertura y sonidos de cocina comienza El Chef (Comme un Chef, 2012) con Jean Reno y Michaël Youn. Esta nueva comedia gastronómica con aroma francés transita sobre la vida de dos maestros culinarios: el primero, Jacky, incomprendido por los dueños de donde trabaja y valorado por su esposa embarazada; mientras que el segundo, Alexander, es un admirado chef de cocina gourmet que está apunto de ser despedido. Cuando Alexander conoce circunstancialmente a Jacky, forman el equipo perfecto para demostrarle al nuevo CEO del restaurante que son capaces de mantener la tercera estrella para la próxima edición de Guide. Entre egos y nuevas recetas, los dos chefs deberán aprender a realizar platos de gastronomía molecular para poder defenderse de los críticos que pronto irán a juzgarlos. Para conocer estos secretos, convocan al profesional más riguroso y conocedor del tema: el español Juan Castella, el especialista mundial. Mientras que estos dos cocineros intentan demostrar sus habilidades, los familiares que los rodean se sientes descuidados y exigen de ellos su mayor atención. Ahora, ellos deberán elegir: entregar a los demás lo mejor que saben hacer o renunciar a todo por la felicidad de aquellos que siempre los acompañaron. El director, Daniel Cohen propone en su tercera película una comedia divertida, graciosa pero por momentos caen en la obviedad del género. Más allá de la excelente interpretación de Jean Reno, vale destacar la participación especial de Santiago Segura que aporta una cuota simpática y entretenida parafraseando en un español aristocrático.
La chica de la bicicleta Una mujer de rasgos duros y pocas sonrisas comienza a trabajar en un hospital ubicado en algún pueblito de Alemania. Ella es Bárbara. No le interesa hacerse de amigos y menos relacionarse con su entorno laboral. Ese escudo con el que vive todos los días es un límite que impone debido a su pasado y a la opresión en la que viven. Muy poco se sabe de ella pero a través de sus comportamientos y actitudes se irá revelando cual será su destino que elegirá. Contextualizada a finales de la década de los ´70 o comienzos de los ´80 en la República Democrática Alemana, Bárbara sale de la cárcel y es enviada a modo de castigo a trabajar a la Alemania Oriental bajo las órdenes del Doctor André y las inspecciones espontáneas por parte de sus custodios. Mientras ella planea fugarse con su amante, el amor y el cariño a sus jóvenes pacientes la perturban para replantear su situación. La actriz Nina Hoss es quién lleva a delante el título del film que tan pesado y asfixiante se torna a medida que avanza. La ausencia de respuestas o las malas contestaciones de Bárbara hace que el espectador se acostumbre a esperar, a limitarse solo a esa mínima respuesta y a ayudarla a pedalear mientras se escucha de fondo el viento proveniente del mar, que podrá ser su próxima vía de escape. Christian Petzold se consagró con el Oso de Plata en el Festival de Berlín el año pasado como Mejor Director, ya que logró con Bárbara una película opresiva y silenciosa mostrando la realidad del sistema en un lugar no urbanizado. De esta manera, expone la vida de una mujer tan rígida y minuciosa -como el rodete perfecto que peina- en contraposición con la fotografía utilizada y los colores naturales de los ambientes.
Atrévete a olvidarme Paco y Margarita, una joven pareja que a pesar de las lágrimas debe separarse ya que él emprende un viaje de descubrimiento personal a Europa. Treinta y seis años pasaron, aún con el recuerdo intacto, estos dos personajes se reencuentran de manera casi casual. Paco, interpretado por Manuel Callau y Margarita por Ana María Picchio, ambos defienden la película con maestría en sus actuaciones. Todo comienza con un breve flashfoward, ella en pleno Camino del Abra (punto geográfico real que no llega la señal celular) y en un montaje paralelo, él en el aeropuerto. El director de Cuando Yo te Vuelva a Ver, Rodolfo Durán, utiliza distintos recursos que no logran asimilarse unos con otros. Por dar un ejemplo, la banda sonora se asemeja más a la melodía de un demo que se encontraban en los teclados Casio, modelo ´90. Momentos de silencio absoluto que es interrumpido por una composición para enfatizar un momento dramático, todo acompañado por una rara iluminación en cada escena. ¿Por qué intentó incorporar el humor y los chistes no resultaron graciosos? ¿Por qué Ethel, la amiga de la protagonista, aparece con una curita en la cara sobre el final? ¿Por qué Valeria, hija de la protagonista, se enoja con Paco y lo trata como un desconocido si ya sabía de su existencia? ¿Por qué el decorado de la casa de Félix, hermano de Paco? ¿Por qué se parece más a una mala novela mexicana que a una película? Más allá de todos estos interrogantes que no son contestados en ningún momento de Cuando Yo te Vuelva a Ver y que hubiesen ayudado a un desarrollo con más relieve para la historia, Ana María Picchio, Manuel Callau, Alejandro Awada y Malena Solda, realizan un excelente trabajo actoral. Como también se destaca la actriz que interpreta a Margarita en la adolescencia (siendo la hija real de la Picchio), de la misma manera lo ha hecho su nieta, Juana Dates Peña, en el mismo papel.
El Nombre, son de ese tipo de películas que uno desea que termine antes de tiempo. Con el mismo ritmo y montaje que utilizó Jean-Pierre Jeunet en el 2001 con Amélie para conocer sobre su vida y familia, el director Alexandre de La Patelliére toma los mismos recursos para que nos enteremos de la suerte que tiene el chico del delivery (personaje que nunca más aparece) pero que hace de hilo conductor para presentarnos al matrimonio compuesto por Élisabeth y Pierre: los dos son profesores y sabemos sobre su vida profesional y cotidiana con un montaje extremadamente rápido y una voz en off que remarca todo lo visualizado. La pareja decide invitar a cenar a su casa a Claude, un amigo de la infancia; Vincent, hermano de Élisabeth y futuro padre y, mientras esperan a la embarazada Anna (esposa de este último), estas cuatro personas comienzan un diálogo, seguido de discusión, sobre el nombre que le pondrán el pequeño por nacer. Casi olvido mencionar que a los comensales también se los va a conocer a través de su currículum vitae visual. Todo sucede dentro de la casa, específicamente en el living y comedor. Si con este dato uno imagina que puede estar cerca de la opresión que generó la película Un Dios Salvaje (Carnage) de Román Polanski, lejos estará de encontrarse con el mismo contenido. El Nombre, es un film donde los actores se la pasan gritando, discutiendo sin sentido, porque lo que comienza con una broma termina mal pero de mal modo, y cuando se cree que está en el coletazo final... la película continúa, estirando la historia con insert de situaciones imaginarias que no aportan. Y otra vez, casi que termina pero no! Falta que se cumplan los 9 meses de embarazo para saber cual será el nombre que llevará el recién nacido. Por suerte, esas nueve lunas, el director se apiada de los posibles espectadores para narrarlo con un montaje frenético, música cordial y agradable, muchas sonrisas y... Fin!
Aquel verano fuiste mío Verano del ´79 (Le Skylab) es la última película de Julie Delpy, esta actriz y directora francesa que tanto adoramos cuando se movía al ritmo de Nina Simone en Before Sunset. En esta historia, Julie se corre (en parte) del centro de narración para dejarle ese lugar a la pequeña Albertine, su hija en la ficción. El film se constituye en un gran flashback, donde un matrimonio acompañado de sus hijos toma un tren camino hacia algún lugar, y es ahí donde la esposa empieza a recordar con aquel verano donde en casa de su abuela paterna se reunieron con el resto de la gran familia. Albertine ha sido criada bajo el pensamiento comunista, idealista, naturista, feminista y varios "istas" más, y con el temor que ese fin de semana se termine el mundo con la caída del satélite Skylab en Bretaña, ciudad donde ellos se encuentran vacacionando. Abuelos, tíos y primos, surgen de amontones que cuesta terminar de diagramar el árbol genealógico de esta familia. Durante un día completo, acompañamos a este grupo en distintas actividades como el almuerzo (y la reiteración de la lluvia), la playa, la cena, el descanso. En estas veinticuatro horas, la única escena disfrutable es el momento donde todos los primos van a una fiesta vecinal. Allí, Albertine, conoce la atracción del primer amor. Aquel joven que horas atrás había conocido (en la playa nudista) ahora la invita a bailar. Miradas sin lentes, sonrisas y aunque no se vea se sienten las mariposas en la panza a lo largo de ese lento. Terminada la canción, finaliza el amor. Albertine entendió que no hacen falta las lágrimas, es un ser adulto en un cuerpo de once años, ya sufrió con cuando vió Apocalypse Now y el Tambor de Hojalata. Ahora es momento de crecer y así sucede al día siguiente. Otro hecho para disfrutar de Verano del ´79, es que también encontramos la participación de Albert Delpy, padre de la directora en la vida que ya ha trabajado en sus películas anteriores, como el tío abuelo ralentizado por pastillas y a Emmanuelle Riva como la madre de Julie. Sería otra película si Albertine se llamara Mónica y la historia estuviera contada desde el joven que solo pudo bailar una melodía con la muchacha, aquel verano. En cambio, la directora se centra en retratar (casi rozando el mismo estereotipo de familia y problemas psicológicos de los personajes de Wes Anderson) una porción de la comunidad francesa a finales de los años ´70.
Tout par amour La última película de Michael Haneke, Amour, es tan controversial como cosechadora de premios. Luego de consagrarse con el Palma de Oro en la 65º edición del Festival de Cannes, ahora está nominada como Mejor película, Mejor película extranjera, Mejor director, Mejor guión y, además, la protagonista Emmanuelle Riva como Mejor actriz. Film tan polémico como el anterior, Haneke nos encierra en una casa de techos altos junto a un matrimonio de edad avanzada para que seamos partícipes de la misma angustia. Los problemas surgen apenas comienza el largometraje, algo le sucede a Anne mientras desayuna, su esposo George no sabe cómo atenderla. Desde esa situación, Haneke utiliza las elipsis para avanzar y mostrar el deterioro físico de su protagonista a causa de un derrame cerebral. Anne sabe que nunca más podrá volver a enseñar o tocar el piano ya que una parálisis corporal que afecta la mitad de su cuerpo le impide moverse por sus propios medios pero con el transcurrir de los minutos su situación se va agravando. George decide recurrir a la ayuda de enfermeras para que cuiden de ella, debe soportar a su histérica hija (maravillosamente interpretado por Isabelle Huppert) y debe hacer frente a la descomposición de su amor. De este modo, Haneke filma el retroceso físico y mental. Cada escena compuesta de planos y contraplanos largos (al igual que sus afiches), y cámara fija, se presentan en ausencia de banda sonora. Mientras Anne se desprende lentamente de su alma y conciencia, la casa va transformándose con esa misma cadencia. Un sueño revelador y un final anunciado desde el comienzo, Amour: ¿es realmente la historia de un amor hasta que la muerte los separe?