El (c)olor del dinero Así habló el cambista es una coproducción argentino uruguaya alemana con la dirección de Federico Veiroj y guion de Arauco Hernández Holz, Martín Mauregui y F. Veiroj. El contexto histórico, bien planteado y muy bien logrado a través del arte y vestuario como de los efectos que reconstruyen las locaciones de época, un momento en que todo parecía aún por hacerse en las cuevas de dinero con origen desconocido o poco claro y en el que no todo se sabe a la velocidad del rayo como hoy, ayuda a que Schweinsteiger sostenga con éxito una casa de préstamos pero también un lugar que se ocupa de lavar dinero, preferentemente. Basada en la novela del uruguayo Enrique Gruber, Así habló el cambista (1979) cuenta la historia de Schweinsteiger, un exitoso financista, quien maneja una amplia cartera de clientes. No cuenta con que, cuando confíe en un nuevo “cadete”, este se quedará con todo lo que le importa en la vida. Es así que se casará con su hija (Gudrun, Dolores Fonzi) y luego con todo lo que logró al frente de su negocio. La audacia inicial del personaje de Daniel Hendler se torna un poco confusa momentos después (y a lo largo del resto de la película, prácticamente) en que Humberto Brause comienza a confiar más y a tomar más poder sobre lo que lo rodea, en ese nuevo mundo en que se encuentra bastante a gusto. Lo que se vuelve oscuro, casi como la mayoría de los decorados y ambientación, en tonos opacos en general, es la amenaza de matones y amenazas sin nombre a las que Brause deberá enfrentarse, porque, bueno, el dinero nunca es suyo ni de nadie, parece ser, hasta que vienen por él. Pareciera que el trasfondo del sistema financiero que se maneja por las cloacas, el que apenas imaginamos, es así, y queda expuesto en la historia.
No le temas al miedo Dirigida por André Øvredal y escrita y producida por Guillermo del Toro, el principal inconveniente es que…bueno, no es una mala película, pero sucede que, tal vez, el nicho no es tan amplio como se supone o eventualmente podía prometer, y se queda a medio camino. Basada en la serie de libros para niños/adolescentes de Alvin Schwartz, que originalmente ocupaban tres ejemplares (“Scary Stories to Tell in the Dark” -1981-, “More Scary Stories to Tell in the Dark” -1984- y “Scary Stories 3: More Tales to Chill Your Bones” -1991-) y en una nueva edición fueron reunidos en una sola publicación con nuevas ilustraciones a cargo de Brett Helquist (algo más light que las originales de Stephen Gammell), incluyendo en la portada el poster de la película. Trucos de marketing, que le dicen. ¿Alguien los puede culpar, con los problemas que tiene la industria editorial? Hagamos un poco de historia más o menos breve. Alvin Schwartz fue un especialista en narración que reunió cuentos clásicos de terror y leyendas urbanas (qué trucazo, ¿No?) en una serie de libros infantiles que se publicaron en las décadas de los 80s y 90s. Tuvo gran éxito y los libros se editaron en varios países. Dado el interés del público, volvieron a editarse varias veces, hasta llegar a hoy y la publicación reunida en un solo ejemplar y la película que nos ocupa. Es verdad que se trata de un terror edulcorado y liviano considerando la época en que nos encontramos; no fue así durante los años de publicación de los originales, los que fueron retirados en ese momento de las bibliotecas de las escuelas debido a las quejas de los padres. La película narra la historia de Stella, una niña escritora que conoce la leyenda de Sarah, una joven misteriosa muy parecida a ella, y una mansión tenebrosa; a partir de ello, sus amigos la siguen en su aventura…y no puedo contar más por los consabidos spoilers. La cosa es que es un relato simple, y de tan simple es demasiado infantil. En eso evidentemente se ajusta a los libros de los que se nutre, pero hasta considerando ello es mucho. Entonces, está bien construido y tiene calidad pero es desde ya una especie de versión para la pantalla grande de Le temes a la oscuridad; con mucho mayor presupuesto, claramente. El elenco tiene una performance aceptable pero ligera ajustada a la oferta que entrega el relato audiovisual del que forman parte. No es de esperar una continuación ni nada por el estilo, salvo que de casualidad rompa la taquilla y se decidan a trabajar nuevas historias…lo que es bastante improbable. Pero bueno, en el marco en que se presenta la película está bien y se puede ir a ver con hijos y sobrinos y otras variantes conocidas de hasta 16 años, con suerte. Antes de dirigir este film, André Øvredal estuvo al mando de Trollhunter (2010) y La autopsia de Jane Doe (2016). Su proyecto más cercano a presentar será Mortal, con fecha probable de estreno en el 2020. A primera vista, al leer la sinopsis, la aventura de un joven hombre que un día descubre que tiene poderes divinos relacionados con la mitología noruega parece bastante más interesante, así que esperamos que suba un poco la vara. Mientras tanto, Historias de miedo para contar en la oscuridad parece haber sido una buena excusa para seguir filmando. Dentro de todo, ha sido una bastante decente. Historias de miedo para contar en la oscuridad es una película bastante bien lograda para un nicho muy específico, tal como el de los libros que le dan origen.
Entre luces y sombras Iniciales SG es la muy buena película de Rania Attieh y Daniel García. Esta coproducción Argentina-Líbano y Estados Unidos posee una muy interesante carga de humor negro (a oscurísimo, por momentos), planteando a través del personaje central una idea más que negativa de la vida pero que no incomoda para nada mientras se ven las vicisitudes del susodicho, Sergio, un actor que no da en el clavo a la hora de, a sus cuarenta y tantos años, encauzar su vida profesional y emocional. Y en ello es clave Diego Peretti, quien, a juzgar por el resultado, parece ser el único capaz de ponerle el cuerpo a este oscuro personaje que, con su humor corrosivo y particular sentido de la amistad y la necesidad de vínculo amoroso, se mueve dentro de lo que la vida le va pidiendo. Con un muy buen planteo para la musicalización (el personaje ha grabado un disco, y algunas de las canciones forman parte del soundtrack, acompañando las situaciones que atraviesan los personajes) el relato va llevando a Sergio por los sinuosos caminos del destino sin mucha pompa, pero con golpes firmes. A la hora en que conoce a (Julianne Nicholson, excelente en su papel) piensa que las cosas se acomodan y puede tener otra vez una oportunidad de felicidad. Pero como en los trucos de magia, nada es lo que parece y Sergio… bueno, no les voy a contar más. Pero les puedo asegurar que si disfrutan a Peretti, un actor que claramente se supera y puede dar más de sí, quien encaja a la perfección con este perdedor que no cree serlo, y ata su realidad a la suerte, a la insistencia, al fútbol y sus resultados, o a todas a la vez, podrán tener una buena experiencia al ver esta película. No es una película de nicho pero puede que no todo el mundo esté listo para disfrutarla. Quien se anime a ello no se arrepentirá. Iniciales SG es una muy buena coproducción que, si bien puede que no sea disfrutable para todo el público, tiene un excelente armado de los personajes en el contexto del universo imaginado para ellos y un elenco que calza a la perfección.
Se estrenó en Septiembre de 2019 en el Cine Gaumont y narra los comienzos de la izquierda en Argentina recorriendo la vida de cuatro jóvenes de principios del siglo XX: Pedro Milesi, Mateo Fossa, Mika Etchebéhère y Liborio Justo.Si bien la lucha por los derechos de los trabajadores en la última parte del siglo XIX y el primer cuarto del siglo XX distó mucho de ser un compendio de situaciones felices, si podemos decir que quienes se embanderaban y peleaban por conseguir mejores condiciones de vida y empleo, al menos, no eran regidos por organizaciones que se erigían en amos y señores inalcanzables de las voluntades y los recursos de quienes ponían el cuerpo y eran explotados salvajemente.
Se agota la magia Bruja es la nueva película de Marcelo Pérez Cubells. No sé si tengo mucho más que decir luego de eso sin preguntar qué fue lo que se buscaba contar en esta historia con fallas bastante increíbles en lo narrativo que, claramente se nota, fueron imposibles de solucionar a la hora de tratar de brindarle ritmo en la sala de edición; porque, bueno, no se puede pegar con engrudo el jarrón que se rompió de un pelotazo en los primeros cinco minutos de partido. Y es que ese es el principal problema de la película; presenta desde el inicio un relato roto, con una introducción que se entiende como suficiente para adentrarnos en clima y en la historia del personaje de esta atribulada bruja que procurará cambiar su historia, la de su hija y, finalmente, la del pueblo, enfrentándose con los poderes que se sirven de los personajes más oscuros y siniestros para obtener el fruto del beneficio de la venta de personas. Pero estos personajes están construidos de manera tan vacía, sin carnadura alguna, pensando vaya uno a saber en qué, como una caricatura terrible y deforme de ellos mismos y lo que podría ser una realidad al respecto del maltrato social, de la trata de blancas, del mundo oscuro de las drogas y el vínculo con la política, que la narración pierde absolutamente su sentido. Una pena que los recursos utilizados se hayan desperdiciado del modo en que fueron hechos; porque un elenco de medio para arriba (en términos de convocatoria y posibilidad de recaudación, pero también de teórica calidad interpretativa) se pierde en un guion confuso y en algunas situaciones que no se pueden comprender, como una camioneta que recorre espacios a través de la ruta, casi como si no hubiera un destino al que llegar, en una metáfora de lo que sucede prácticamente durante todo la película. Dentro del marco de un festival de cine de género este film se encontraría a sus anchas. Acompañando el estreno en salas, frente a películas que no necesitan ser “tanques” para plantarse por su calidad (hay películas que son pequeñas en términos de costos y excelentes sin perjuicio de ello), claramente se pierde y se diluye como los artilugios de la bruja. Bruja lleva adelante una narración que pierde el control y se pierde como la magia que no se ve creíble dados los efectos bastante rudimentarios.
La boda del año Lali Espósito es uno de los primeros hilos de este tejido que se abre ante nuestros ojos, interpretando una canción rockera a la que tal vez le quita algo de su esencia primaria, pero puede que le de su toque. Y es el comienzo de lo que tiene para mostrar la producción de la que les hablo en este caso. Claudia es claramente una película de y para, por sobre todas las cosas, cinéfilos. Pero este nuevo film de Sebastián De Caro rápidamente amplía sus márgenes y posibilidades y es capaz, de la mano del muy buen guion y las interpretaciones, de tomar al espectador y adentrarlo en el mundo tenso de la mencionada. El personaje en cuestión es una organizadora de eventos (más específicamente una “wedding planner”) que lleva con su ritmo firme, ejecutor, imperativo (y ayudada siempre por su fiel asistente “Pere”, como la llama dada la confianza entre ellas) las acciones, procurando sostener el ejercicio y desarrollo de una boda que siempre parece salirse fuera de su control. Y no hay nada que Claudia deteste más. Detrás de ello, el accionar, en principio, misterioso, de los principales participantes, desde los novios, pasando por el padre, hasta el primo y la principal amiga, eleva el tono y procura, de la mano de los guiños varios al cine de terror, trabajando planos y situaciones de manera perfecta en todas las áreas. Minuciosa tanto como extremadamente obsesiva, Claudia trabaja ocupándose de tapar dolor con el trabajo de la perfección. En el medio, es puesta a prueba por sus propias falencias y lleva los límites un poco más allá cada vez. Por suerte la película, casi como Claudia, no se deja encasillar y crea su propia identidad y fuerza, se sostiene en base a una idea que crece y no necesita de largos planos de gente silenciosa haciendo nada en un espacio abierto por diez minutos. El único artificio que necesita lo crean los propios recursos de la mencionada quien juega a buscar la verdad en modo detectivesco, el descubrimiento de un misterio donde casi parece no haberlo, en una cotidianeidad que abruma y se transforma al final, otorgando un cierre al misterio que sobrevuela sobre las cabezas de los presentes en la mansión en que el evento se desarrolla. Respecto del elenco, todos brillan. Laura Paredes, clave como la ya mencionada “Pere”; Julián Kartún en el cuerpo del atribulado novio; Paula Baldini como la novia dubitativa; Gastón Cocchiarale como el primo con intenciones ocultas; Julieta Cayetina como la novia del anterior; y aplausos para Jorge Prado, en el rol del padre; tiene el gesto, la interpretación justa para lo que el personaje pide y es la demostración cabal (como me gusta remarcar) que un excelente casting siempre gana. O resplandece en la oscuridad, depende el momento elegido. Minuciosa, detallista, casi como la propia Claudia, una de detectives con guiños a película de varios géneros, que los cinéfilos seguramente disfrutarán.
Viaje a las estrellas High Life, la película dirigida por Claire Denis, y protagonizada por Robert Pattinson y Juliette Binoche, es una muestra de lo que eventualmente puede haber sido un muy buen relato sobre la humanidad y un probable futuro luego de un viaje cuya duración no es posible determinar. Podría haber sido la mejor manera de describirlo, porque al final no es posible ver ello en pantalla. Llenar de simbolismos en algunos casos, en otros brindar imágenes que se pretenden crudas y desafiantes aunque nada más son golpes de efecto que tratan de pasar desapercibidos como un truco de magia, es algo que ya se ha visto; tal vez demasiado. Planos detalles y erotismo con intención artística pero que no cuentan nada terminan siendo confusos. Parece más bien una performance erótico visual (en el contexto de algunos eventos de este tipo tendrían bastante más sentido) sin mucho vuelo. Hay escenas que carecen de sentido en el flujo de las situaciones y parecen salidas de una película porno soft. Ni siquiera Juliette Binoche llega a alcanzar a salvar esta nave que vaga por el espacio a la espera de poder seguir su rumbo tomando fuerza gravitatoria de un agujero negro. El relato se la pasa jugando con emociones que parecen desprenderse de la pantalla pero se mantienen allí, como en un juego de luces intermitentes, mostrando y quitando, referenciando sutilmente ideas que parecen copias de copias, procurando ser un cine que tiene algo de mérito pero no convence del todo, porque no llega a alcanzar a lo que remite. Este tipo de películas que pretenden ser y suelen hacer sentir que interpelan a los espectadores, en realidad pecan de pretensión y ya son un lugar demasiado común, que parece realizado para encantar jurados de festivales más que para tener real entidad narrativa. Al final se siente que están tratando de incapaz al público. Pero parece que de eso no se habla.
Escape de la rutina Dirigida por Martín Jáuregui y protagonizada por Emilia Attias y Adriana Salonia, La sequía es un muy buen experimento audiovisual para interpretar de cerca lo que una estrella de tv conflictuada y engañada por su pareja y manager puede sentir. Pero, los paisajes increíbles, la publicidad al respecto de la utilización de la energía solar para todo el rodaje (a fin de, entre otras cuestiones, conseguir más autonomía) y cierta búsqueda entre intelectual y snob plena de simbolismos (pocos) no alcanzan para llevar este proyecto a buen puerto. Si una película, su realización, calidad narrativa, interpretación, cuestiones técnicas varias, y posibilidades comerciales, están atadas a estos elementos que menciono para sostenerse, cualquier persona sería capaz de realizar contenido audiovisual con posibilidades de éxito. Esto es más o menos lo que sucede con La sequía, que procura, de la mano de su ideólogo, recrear la atmósfera emocional de una mujer perdida detrás de cierta…desesperación, luego de la obtención del éxito que se supone, era esperado por ella. Y bueno, las presiones que debe soportar por ese éxito que alguna vez deseó y ahora se le torna una carga, sumado ello a la frustración del engaño. Por desgracia, se hace más hincapié en la utilización, como conté más arriba y por primera vez en un rodaje, de equipos autónomos con alimentación a través de energía solar, lo que permite acceder a mejores espacios y locaciones. Ello no alcanza y la verdad es que la poética buscada no se logra comprender del todo (aunque la intención es buena). Pero la intención ni la voluntad construyen un relato que pueda entenderse completamente, y la película se hunde en las arenas del tedio tratando de salir airosa. No alcanzan tampoco las referencias ligeras (calculo que intencionadas) a la lechiguana de aquella maravillosa película de Favio, Nazareno Cruz y el lobo, o a la muerte que, a modo de Pepe Grillo bastante oscuro, interpretaba Nacha Guevara en El lado oscuro del corazón. Para resumir, como idea expresivo-poética de la desazón y de las farsas de las mieles de la fama, y el recorrido personal sobre el encuentro con los propios miedos y necesidades personales, puede ser una obra que se visualiza correctamente y a la vez opción para salir del lugar común en lo que respecta a posibilidades de ver contenido diferente a lo convencional, pero no convence del todo. Quien desee ver otro tipo de construcción narrativa y visual, se verá conforme a la hora de salir de la sala.
Epopeya de un viaje Mekong-Paraná Los últimos Laoisianos, dirigida por Ignacio Luccisano y producción de Hugo Crexell es un muy buen trabajo documental que logra, acompañado de excelentes imágenes de archivo, más la ilustración del hoy de la familia Ithanvong en la voz de loa padres primero (quienes narran su experiencia de escape y luego la de los hijos), incorporarnos en el relato de la cruel realidad vivida por los refugiados Laoisianos luego de la finalización de la guerra de Vietnam. Tal como narra el film en su resumen histórico para definir el contexto, luego del retiro de las tropas de estados Unidos de la zona, dado por la finalización de la guerra mencionada, la guerrilla comunista Pathet Lao tomó el poder (que aún conserva a través del Partido Popular Revolucionario de Laos) y comenzó a perseguir a los ciudadanos acusándolos de traición y colaboracionismo. Es en esas circunstancias que muchos deciden huir del país. Los que corrieron con menor suerte, debieron pasar un tiempo por campos de refugiados. Allí es donde se conocen Som y Phengta. Son impactantes tanto como emocionantes y conmovedores los testimonios de la realidad de un pueblo pleno de sufrimiento por cuestiones geopolíticas que modificaron su vida para siempre, en el cuerpo de la familia Ithanvong, quienes funcionan como hilo narrativo de la película. La animación cumple muy bien como acompañamiento del recorrido narrativo de las situaciones de peligro a las que los protagonistas se vieron expuestos en el momento de quiebre mayor en sus vidas: el escape de Laos y su búsqueda de un futuro mejor. El relato es ameno tanto como interesante, y muestra la cara del desapego obligado y la incertidumbre sobre cómo adaptarse y sobrevivir en un lugar nuevo del que no se sabe nada. Los relatos y las experiencias sobre el pertenecer y la identidad, la supervivencia al horror de la guerra y la persecución tal vez no nos sean tan lejanos, y Mekong- Paraná es una muestra cabal de ello.
Todos unidos triunfaremos... Sebastián Borensztein trae esta excelente película (coproducción argentino española de la mano de Kenya Films que comparten Ricardo Darín y Chino Darín, junto a K&S Films y Mod, con distribución de Warner), que va desde el relato de aventuras al drama, pasando por la comedia; como la vida, básicamente. El guion, realizado entre Eduardo Sacheri, autor de la novela “La noche de la usina”, y el director, cumple con la exigencia al llevar la historia que narra La odisea de los giles. Basada en la novela de Sacheri (Premio Alfaguara 2016), toma un momento doloroso de la historia de nuestro país, pero desgraciadamente no el único: la crisis del 2001. La época en que el famoso miedo a ser engrupidos que tuvimos -y aún tenemos- por las condiciones de vida que reinan en nuestro país, fue (no como diría un iluminado en un exceso de freudismo exacerbado, parte de una profecía autocumplida), sino más bien la muestra que el miedo argento no es zonzo. Fermín Perlassi, antigua joya del fútbol e ídolo del pueblo, decide junto a su esposa Lidia (Verónica Llinás) llevar adelante una empresa que parece compleja: reunir voluntades (y capital) para armar una cooperativa de trabajo y mejorar así la posición de todos los integrantes. Pero el 2001, el corralito, y la enésima crisis económica argenta sobreviene (recargada, más fuerte que nunca, como en una horrible secuela de una mala película de acción) y destruye las posibilidades del entusiasta grupo de mejora general. Pero los que se autodenominan giles estoicos, los que se bancan crisis tras crisis local hasta morir y dejar su sangre y su dinero sosteniendo un sistema político y social que no siempre los piensa y contiene, y que ocasionalmente les otorga info para tranzas y negociados a garcas de diverso tipo deciden decir, como el protagonista principal narra en el off que abre la película, BASTA. De ahí en más, todo lo que cuente acá será spoiler. Pero como si son demasiado curiosos pueden leer la novela y enterarse y por otro lado, no es mi estilo, les recomiendo que vean la película. No se van a arrepentir porque es una magnífica muestra de cómo un relato de aventuras sobre perdedores que deciden dar vuelta la tortilla tiene que construirse. ¿Qué podemos decir de un elenco que descolla? De todo, señores. La verdad es que todos dan el pie y ponen el cuerpo de manera perfecta a los personajes. Belloso construye personificando a Medina como siempre una de sus criaturas notables; Llinás conmueve con su rol (en lo que a mí respecta es la mejor composición de todo el elenco, me sacó más de un par de lagrimones). Ricardo Darín se luce con un papel a la altura y junto al Chino Darín (Rodrigo Perlassi) se ajustan muy bien a lo que pide la historia, dando en el clavo a la hora de calzarse el traje de este vínculo real que recrean virtuosamente en la ficción. Brandoni vuelve con la interpretación de un anarquista claramente más liviano que el que alguna vez llevó adelante en La Patagonia rebelde, pero no por ello menos activo en su accionar (a pesar de su pragmatismo técnico), en la piel de Antonio Fontana quien, con su andar cansino, su comportamiento simpático, es, sin embargo, uno de los fogoneros del accionar del grupo. El resto de este grupo magnífico de antihéroes se completa con Carmen Lorgio (Rita Cortese) y Marco Antonio Caponi como Hernán, su hijo; Daniel Aráoz como Belaúnde y completando el equipo, los hermanos Gómez, interpretados por Alejandro Gigena y Guillermo Jacubowicz. El elenco se define con Andrés Parra como Fortunato Manzi y Ailín Zaninovich. Mención aparte para la excelente elección de la música incluida para acompañar al, ya de por sí, muy buen ritmo de las escenas que son acompañadas con ella. En definitiva, la muy buena adaptación de una novela que remite sutilmente en su modo de mostrar el universo de los perdedores (del sistema, de la realidad, víctimas de la viveza criolla) similar al que supo utilizar Osvaldo Soriano para retratar (con la simpleza digna del narrador excelso que era) las criaturas argentas que cobraron vida en sus excelentes obras, convoca al público este Jueves y no es de dudar que será con éxito. Borensztein se consolida como uno de los mejores directores argentinos, en este relato resuelto excelentemente.