¿Cómo ves tu futuro? Una pregunta que da miedo pero revela mucho Las lecturas de ciertas películas pueden realizarse desde una visión completa y abarcando todos los puntos, desde lo técnico hasta lo narrativo, pero es posible brindarle análisis desde una mirada humana. C’mon C’mon, la película de 2021 escrita y dirigida por Mike Mills, cuenta en su reparto con Joaquin Phoenix, Gaby Hoffmann, Scoot McNairy, Molly Webster, Jaboukie Young-White y Woody Norman. El film ofrece un Phoenix increíble pero medido en el cuerpo de Johny, un periodista radial que realiza una serie de entrevistas a niños y adolescentes con una pregunta que provoca miles de disparadores: ¿Cómo ves tu futuro? El despliegue que entrega nada tiene que ver con gestos ampulosos ni grandilocuencia, y pone de relieve lo que en verdad es un gran actor pleno de potencialidades y generoso en su búsqueda a la hora de aceptar un rol (y trabajar para él). Las emociones que se despliegan no son gratuitas ni snobs, tampoco clichés, sobre todo considerando el vínculo que ofrece el protagonista adulto en cuanto a Woody Norman, quien interpreta a Jesse, el pequeño intérprete que deslumbra por su frescura y naturalidad en el desarrollo de su papel, y que sin duda alguna tiene un gran futuro actoral. Mike Mills implementa una inclusión del camino documental (dentro de una historia de ficción) adentrando al espectador en el interés y la curiosidad de la mirada infantil sobre el mundo y la sociedad. Mirada que a pesar de no perder cierta inocencia tiene toques de profundidad y hasta, en determinados pasajes, cierta ironía punzante. No sorprende. Los niños hoy saben cosas que los de hace 10 o 20 años no tenían a su alcance. Aunque la herramienta del blanco y negro pueda parecer exageradamente pretenciosa (el caso se presenta mucho en el último tiempo), la validez y el peso a C’mon C’mon se lo otorgan los contenidos, la emoción, la empatía transmitida. En ese caso la nueva producción de Mills gana por goleada.
El nuevo tropiezo de Jared Leto Aesta altura podemos decir que se trata de la maldición de Jared Leto: no logra demostrar, por un motivo que no logro discernir, todo lo que supuestamente puede dar. El director Daniel Espinosa toma con Morbius una de las imágenes simbólicas más representativas de DC (la de los murciélagos, por si no quedó suficientemente claro) y no hace nada. Entrega una película pobre, sin alma. La construcción del argumento sobre este personaje nacido en los comics de Spider-Man a inicios de la década del 70 se siente como arena movediza; las piezas que construyen el relato se desarman mientras la película avanza. Este tipo de proyectos tiene una estructura sencilla y personajes fácilmente identificables, con marcadas características, en fórmulas que no pueden fallar. Entendiendo ello, y con la muñeca que han tenido todo este tiempo en la construcción de MCU, no se puede comprender cómo, primero y antes que nada, aprobaron este proyecto así como finalmente pudo verse; y luego cómo no revisaron otra vez la edición. Al parecer público hay y eso puede significar que el plan que se desprende del final de Morbius y sus escenas post créditos (no hay spoilers, porque son cuestiones que se caen de maduras) implica al menos una secuela. Dependerá de ello, muy probablemente, la recaudación obtenida el primer fin de semana, y de lo que viene no nos salvará crucifijo ni agua bendita ni ayuda similar alguna.
La sensibilidad en el otro La inmigración senegalesa en Buenos Aires es una de las más importantes en mucho tiempo, apenas por debajo de la más relevante que refiere a la comunidad venezolana. Mountakha Samba recupera la profesión de su lugar de origen en una ciudad compleja que no siempre está abierta a recibir al inmigrante; inmigrante que por lo general y considerando sus posibilidades inmediatas, necesita ganarse el mango bajo las más diversas e ingeniosas formas. Borom Taxi, el documental dirigido por Andrés Guerberoff, es una representación de la situación de miles refugiados en el mundo, sobre todo por cuestiones económicas, que viven y se adaptan a nuevos lugares y sociedades diferentes y en las que procuran seguir siendo quienes son, en paralelo planean no dejar de lado sus sueños personales. El seguimiento del personaje que da sentido a la crónica audiovisual que nos ocupa es esencial para la narración y sobre todo considerando el aspecto a relevar y el camino que el director a elegido para contar, y que lleva a una empatía difícil de no tomar en cuenta a la hora del visionado. La discriminación, los vericuetos insondables de la burocracia sin fin, y el día a día de una persona como cualquiera de nosotros, son los elementos que confluyen en Borom Taxi, una película para la reflexión.
Cine de género con sello nacional Las noches son de los monstruos es una película extraña en su confección por la cantidad de símbolos que abarca y las necesidades de los personajes, que precisan encontrar su espacio dentro de su inconstante realidad. El segundo film del director Sebastián Perillo no puede ser más promisorio; esa extrañeza de la que hablo se acuna en ideas que remiten imágenes y conceptos que bien podrían ser semejanza de la figura del lobo que ilustrara uno de los más conocidos sueños analizados por Sigmund Freud. Las cuestiones de la problemática adolescente del personaje interpretado por Lu Grasso se cruzan con la problemática de los adultos, personajes que no aceptan sus cargas, por un lado, y por el otro no desean manejar asuntos que se imprimen urgentes para la vida de ellos y quienes los rodean. El elenco es lúcido respecto de lo que se narra y ubicado en el marco de concepto planificado en las normas de la historia y su desarrollo. Además de la protagonista mencionada, participan de la película Esteban Lamothe, Jazmìn Stuart, Gustavo Garzòn y Laura Grandinetti.
¿Qué estás dispuesto a arriesgar para salir de la precariedad? Bajo la corteza, el film de Martín Heredia Troncoso, narra situaciones que triste y casualmente son de relevancia por estos días, luego de la compleja situación vivida en la provincia de Corrientes, pero en este caso, como zona de contexto en la provincia de Córdoba. Contratado por un misterioso empresario inmobiliario (Héctor Zamorano), quien se jacta de cierta correcta moral en el trato para con sus empleados y bienestar, el humilde trabajador interpretado por César Altamirano recibe diversos encargos que incluyen el desmonte de ciertos terrenos que le son señalados a medida que los “proyectos” tienen lugar, o se inician. Al cruzar la línea de lo necesario, Altamirano descubre cuán lejos llegó y qué terribles son las consecuencias de los actos de la ambición. La película tuvo su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine de Viña del Mar (FICVIÑA – Chile), en la competencia latinoamericana, en septiembre del año 2021. Luego pasó por el Festival Internacional de Cine de la Plata (Fesaalp – Argentina). El elenco está compuesto por César Altamirano, Ricardo Adán Rodríguez, Mabel Altamirano, Eva Bianco, Héctor Zamorano y Pablo Limarzi.
Una de aventuras que entretiene Basada en el videojuego del mismo nombre, Uncharted, dirigida por Ruben Fleischer y on guion de Joe Carnahan es una película clásica de aventuras bien estructurada, con ritmo interesante, protagonistas con muy buena química (lo básico para una película de este estilo) y adecuadas puntas argumentales que se cierran en el momento justo. Está claro a esta altura la simpatía e imán natural que posee Tom Holland. Alguien dijo alguna vez, o tal fue el diálogo de alguna película, pero al grano: o la cámara te quiere o no, y este pibe se lleva todo puesto. Uncharted hasta se da el lujo de tener un muy buen secundario, compuesto por Antonio Banderas, al que tal vez se le podría haber sacado aún más jugo, pero que de todos modos apuntala la historia con su rol. El balance en ese sentido es perfecto y entonces el elenco compuesto por Mark Wahlberg, Sophia Ali, y Tati Gabrielle, entre otros, hace de las suyas correctamente. El videojuego fue desarrollado por Naughty Dog (empresa creada en 1984 por Andy Gavin y Jason Rubin) para Play Station 3, y con la distribución de Sony. vendió 2.6 millones de copias. Lo complejo de este tipo de adaptaciones es dar en el clavo con los elementos que hacen a una película trabajando con todos los puntos que detallé en el primer párrafo, respetando, además, la esencia del formato del que toma la idea. La apertura, como es esperable y se entiende (no es sorpresa ya que el juego tiene 5 partes), para al menos una secuela es el broche de oro para un film que tiene el éxito de taquilla asegurado.
La fe y el pecado coalicionan Alejandro Hidalgo, director de La casa del fin de los tiempos (2013), abre tantas puertas con su nueva película, El exorcismo de Dios, y no justamente al infierno (aunque se acerca a ello), que es imposible luego seguirle el tren y poder alimentar el encuentro entre historia, personajes y, al fin y al cabo, unas de las partes tan importantes como el resto en la llegada a la exhibición, como es el del espectador. El mismo que se ve sorprendido por algunos de los sustos que con el correr de los minutos son unos iguales a los otros, como una onda en el agua provocada por una piedra. Los golpes de efecto que el miedo provoca se van desarmando en su grandilocuencia, dado la creciente ambición algo desmedida del relato; no porque no sea posible teóricamente, más bien es que la cantidad de ideas adquieren una magnitud tal que sobrepasan a la historia misma, y los personajes se desinflan frente ante los elementos y el contexto que deben enfrentar. Los momentos de impacto se vuelven redundantes y el punto cúlmine, que al principio da miedo y luego se vuelve un poco risueño una vez que el ojo se acostumbra, es una especie de “Jesús Zombie” que, es justo decir, es una apuesta mayúscula en lo que a films de posesiones demoníacas se refiere; para pronto tornarse un cuento inverosímil como un mal episodio de The Walking Dead. Que los hay. Como las brujas.
Jennifer López, Maluma y una buena química actoral La idea, o en todo caso la esperanza (que al final resultó ser vana) de ver una comedia sencilla en manos de una actriz como es Jennifer López, que intercala con su presencia como cantante y bailarina, se transforma en una regular performance y tan solo apoyada por una simpatía personal que parece ser innata. Bueno, como adelanté en el párrafo anterior, Cásate conmigo no da ni siquiera la mitad de lo que pretende. Y no es la mía una mirada de pretensión intelectual. Me recuerda esto al meme que últimamente ha “relanzado” la figura de Osvaldo Laport, el que agrega a la imagen de plantilla la frase “Necesito ver una comedia boluda”. Ver comedias, boludas o no, está perfecto. Hasta lo disfruto. Pero esto que vi es lamentablemente un desastre. Un desastre de falta de química entre los integrantes del elenco, Owen Wilson incluido; una falla tras otra en el guion; una construcción de situaciones que se parecen a una gelatina, para colmo, sin sabor. Ni siquiera, o por lo menos eso creo, lleva interés la presencia de Maluma para quienes gustan de ese tipo de artistas y de música. Bueno, tal vez lo disfruten. Al menos alguien gozará algo en esta recontra frustrante intento de comedia que más parece una forma poco sutil y a la vez oportunista de parte de López que apunta a realizar una gran vuelta de marketing de cara al thriller que estrenará pronto en Netflix, plataforma que será también receptora del documental de la ahora también productora. Bastante similar al que su personaje de ficción registra en Cásate conmigo. Por si no les quedan dudas, no les recomiendo este experimento para nada.
Kenneth Branagh, Gal Gadot y un elenco estelar Basada en la novela original de Agatha Christie, Kennet Branagh esta vez se redime con Muerte en el Nilo de lo que fue la adaptación endeble de la película anterior, Asesinato en el Expreso de Oriente (2017), en la que interpreta por primera vez al inefable detective Hercules Poirot. En esta ocasión, tal vez porque han afinado el lápiz del guion, porque han pensado en un elenco que no haga agua (a esta altura no es secreto que no me dejó conforme el primer acercamiento a las aventuras de Poirot), logran dar en la tecla en una película con buen ritmo, que no decae, que resulta entretenida en el buen sentido y logra mayor empatía emocional. En una época de guiones que parecen vacíos y que dejan de lado las emociones humanas primarias, esas que el cine necesita abordar antes que ningún otro punto para volverse interesante de cara al espectador, el director logra revertir el mal paso y valerse de ello. Aunque el inicio es un poco flojo en su explicación del personaje, levanta vuelo rápidamente. La novela fue publicada en 1937 y tuvo varias y diferentes versiones, por lo cual es imposible mencionar a todas, pero entre ellas se encuentran una obra de teatro de 1944 y otra para la pantalla grande (además de la serie británica protagonizada por David Suchet entre 1989 y 2013), con otro elenco perfecto y pleno de grandes nombres de la industria, a saber: Peter Ustinov, Jane Birkin, Bette Davis, Mia Farrow, George Kennedy, Angela Lansbury, David Niven, Maggie Smith y Jack Warden. Branagh captura en esta producción la esencia de Poirot y genera una clima clásico con ayuda de Gal Gadot, quien tiene un carisma y una posibilidad de adaptación prácticamente sin igual a lo que sea que se le pida, secundada en ello por otros nombres que cumplen su rol perfectamente, como Armie Hammer, Emma Mackey, Annette Bening, Tom Bateman, Ali Fazal, Russell Brand, Sophie Okonedo, Letitia Wright y Dawn French; y, por supuesto, el propio director en el papel del investigador belga.
El regreso del especialista en cine catástrofe Sabemos que Roland Emmerich es un director amante de la grandilocuencia, y dentro de ese estilo sabe a lo que apunta. Dicho esto, vamos “a los bifes”. Moonfall tiene esos elementos que el director usa en sus films. Pero el vuelco en plan espiritual se mezcla con una extraña versión de Héroe accidental (la película de 1992 dirigida por Stephen Frears, para quienes no la recuerden), y Día de la independencia; y a partir de ahí es complejo seguirle el tono. La primera mitad de la película tiene un desarrollo esperable y de buen fluir pero todo se desmorona lentamente hacia la segunda parte en que lo que se puede ver no lo rescata ni el Presidente Whitmore. La cosa es así: La Luna se desvía de su órbita y amenaza con chocar a nuestro planeta. Un secreto a voces se devela y es así que los protagonistas regresan a poner las cosas en su sitio. Nada de esto es algo que no se vea en el trailer disponible, es decir, no hay spoiler. Tal vez el detalle que menciono al respecto de este intento de híbrido descomunal entre una historia de acción fantástica y reparación espiritual alien, que explicaría las miles de creencias humanas desperdigadas por el planeta y lograría darle sentido a nuestra desesperación hubiera funcionado hace algunos años, pero ahora no llega a abarcar lo que el público va a ver en una película de este tipo. No hay nada mucho más por mencionar. Excepto destacar al elenco, compuesto por Patrick Wilson, Halle-Berry, John Bradley, y un lujo entre tanta nada que es tener, aunque sea unos pocos minutos, al maravilloso e inoxidable Donald Sutherland. Las estrellas de Moonfall están bien, son simpáticas, funcionan, se desenvuelven decentemente con el uso de los miles de lugares comunes, ayudadas por las dosis de humor que se intercalan entre las escenas de drama y acción, y sirve para que el tedio que se produce durante el visionado no disipe la atención.