Extraordinario sigue la vida de Auggie Pullman (Jacob Tremblay) y su familia. Auggie es un chico común y corriente, disfruta sus días jugando a los videojuegos, paseando a su perra Daisy e imaginando aventuras con los personajes de Star Wars. A pesar de todo esto Auggie sufre del Síndrome de Treacher Collins, una enfermedad genética que causa malformaciones cranofaciales la cual hace que su presencia en lugares públicos no sea del agrado de mucha gente. Auggie tiene 10 años y sus padres,(Julia Roberts y Owen Wilson) deciden enviarlo a la escuela primaria común ; esto es lo que marca el primer desafío verdadero para Auggie. La vida de Auggie no es fácil no obstante Stephen Chbosky, director del proyecto, se encarga de contar Extraordinario de una manera simpática y prometedora. Los hechos que acontecen son golpes bajos, aunque el silver lining está presente en todo momento. Entre esta sobredosis de “positivismo” nos encontramos que el joven personaje principal, es un tirano despiadado cuyo pensamiento es ser el centro del universo, y puede que la historia gire en torno al mundo de Auggie pero las verdaderas revelaciones son los personajes que lo rodean. Izabela Vidovic (Homefront) interpreta a la hermana mayor de Auggie y oveja negra olvidada de la familia, Via. Vidovic muestra una sensibilidad asombrosa y su talento es tan natural frente a la cámara que fácilmente opaca al resto de sus co estrellas sin esfuerzo alguno. El arco del personaje de Vidovic cierra por donde se lo mire, y gracias a la energía de la actriz, su personaje logra posicionarse como el verdadero protagonista de la película. Jacob Tremblay se hace notar pero su personaje sufre por una exasperante forma de ser que resulta irritante sin poder lograr una reivindicación. Julia Roberts da una correcta actuación como la madre de Auggie y Via y, finalmente, Owen Wilson interpreta al padre de la familia cuyo único objetivo es poner buena onda a todo asunto personal y quedar en plano secundario en los siguientes minutos – hay que destacar que últimamente los papeles de Owen Wilson se resumen a ser víctima de “tragedias del hombre común” -. Stephen Chbosky, Steve Conrad, Jack Thorne son los encargados de realizar un guión digno de ser trasmitido en Hallmark Channel. Nos encontramos ante una película que posee una resolución forzada en toda su integridad; la justificación del “porqué” se muestra en todo momento y cada acción se vuelve obsoleta. Por ejemplo: uno de los personajes de la película es un odioso pibe que lo único que hace es hacerle la vida imposible a Auggie desde el principio hasta el fin, absolutamente todo espectador va a odiar a esta pequeña “obra de arte” infernal que no tiene salvación alguna, pero Chbosky, Conrad y Thorne justifican sus actos como simples formas de ser y que todo acto de este pequeño pedazo de “criaturita” sea perdonado… Lo siento mucho, pero este personaje merece nada más y nada menos que un buen insulto al salir de la sala. La fotografía de Don Burgess (Naufrago, El Conjuto 2) es de efecto irregular. En este proyecto el trabajo de Burgess es el equivalente a una meseta: todo lo que sube tiene que bajar y la belleza de la imagen se vé, pero no lo suficiente como para poder impactar. Los grandes momentos quedan opacados por escenas sin vida con una paleta de colores aburrida y sin motivación. Extraordinario relata una buena historia y sufre por el forcejeo constante de generar buenas vibras en la totalidad del film. Con 20 minutos de sobra la película trastabilla constantemente en su desenlace, y no consigue explotar el potencial que desde sus avances demostraba. Una película buena y del montón en la larga lista de dramas ordinarios.
Simpática recreación en el género horror/comedia que refleja recuerdos de Groundhog Day (1993) y Edge of Tomorrow (2014), Feliz Día de tu Muerte (Happy Death Day) se disfruta y ofrece una interesante mirada sobre el bucle temporal en el mundo de “los jóvenes mimados”. Dirigida por Christopher Landon (Paranormal Activity: The Marked Ones), la película presenta el mundo de Tree (Jessica Rothe), una joven egocéntrica y superficial, el clásico estereotipo de princesa de universidad cuyos días se resumen en fiestas, combinar ropa e ir de cama en cama… hasta el día de su cumpleaños. En lugar de tener su happy birthday, Tree es asesinada por una misteriosa figura con una máscara de bebé. El problema: no muere, sino que su día se reinicia, y para complicar aún más las cosas el misterioso psicópata vuelve una y otra y otra vez para acabar con su vida. Happy Death Day es rápida y consigue risas de parte del público gracias a que ofrece lo que el espectador requiere. Esto es un arma de doble filo ya que el film inclina su peso en la cultura Mtv Millennial; tenemos referencias de Teen Mom, redes sociales y Starbucks, y esto claramente trae personajes absurdamente pomposos e insoportables -de todas formas, Tree logra hacerse querer al pasar los minutos-. El villano resulta convincente en su medio y logra destacarse en la lista de “recientes asesinos enmascarados”, pero hay que aclarar que el aura predecible rodea a este personaje en todo momento. En cuanto a las muertes -un punto en contra de la película-, todas son light y no poseen un factor contundente que haga impresionar al espectador a la hora de disfrutar la matanza. Happy Death Day es una Scream disfrazada de Groundhog Day, no obstante, si queremos ver Scream, queremos ver sangre y en este film hay poco y nada de ella. Una película ideal para el público teen gracias a extensas referencias a la Cultura Pop a lo largo y a lo ancho de la pantalla. Sin embargo, esas referencias sumadas a la constante rebeldía que poseen los personajes, hacen un combo que no permite digerir correctamente la experiencia en salas. Happy Death Day se queda en el buen entretenimiento y ya.
Como un híbrido entre Hardcore Henry y Oldboy, “La Villana” se hace paso en su comienzo violento reaccionando como premonición de lo que se va a presentar. Entre la majestuosa combinación de coreografía de pelea y manejo de cámara el film de Byung-gil Jung (Confession of Murder, Action boys) impulsa sobre sus primeros minutos una historia de violencia con respuestas inciertas. Los juegos de puños se van amontonando y la historia rápidamente da un giro argumental tomando como referencia la obra de Luc Besson “La Femme Nikita” – esto se presenta manteniendo la identidad de la protagonista principal en misterio -. El entrenamiento, los consejos de belleza, la protagonista perdida por su estilo de vida narcisista, las cámaras que sirven de testigo de los acontecimientos temporales… Si, todas similitudes alarmantes del trabajo de Besson, The Villainess es una femme nikita de Corea del Sur. Ahora bien, el film deja confusos a los espectadores por los numerosos flashbacks y las similitudes antropomórficas de los personajes (si de algo sirve, la concentración en los peinados es esencial para saber quién es quién). Los minutos pasan y las constantes referencias de otros films se van sumando, y The Villainess empieza a explorar los límites del plagio introduciendo escenas cool para evitar recaer en él. El problema es que The Villainess toma lo mejor de grandes films para homenajearlos pero no termina de convencer en su propia originalidad narrativa. Vemos un film con estilo pero carente de sentido. Otro problema que se puede apreciar en The Villainess es que nos presenta un mundo de sleeping agents – espías a la espera de una misión – demasiado tarde, la acción ocurre desde el minuto cero y cuando nos adentramos a la subtrama del espionaje, el interés sufre un quiebre y termina dividiéndose en dos: a) La acción desenfrenada b) El espionaje cerebral. Desafortunadamente The Villainess nunca consigue posicionarse cómodamente en ningúno de estos apartados y su identidad no consigue ser clara. The Villainess tampoco logra generar un claro interés por los personajes. Byung-gil Jung – no sólo es el director de la película, también es el guionista – no encuentra un punto de conexión en ningún personaje de la película, simplemente están ahí, actúan, accionan pero no logran cautivar en lo más mínimo, ni siquiera la joven actriz protagonista, Ok-bin Kim, es interesante de ver. The Villainess es un híbrido de géneros, abarca mucho pero trasmite poco. Si se busca acción se encuentra, pero no mucho más que eso.
Soy tu Karma es una de esas películas que hace que el espectador sospeche de la calidad artística que posee. Opera prima del director WHO ( sí, es uno de esos extraños apodos que se apoderan del nombre al mejor estilo Meatloaf ) el film es un viaje absurdo de la proyección de una vida. Protagonizada por Willy Toledo, Florencia Peña, Ana María Orozco, Boy Olmi y Liz Solari, Soy tu Karma ahonda sobre la reencarnación. Confusa de principio a fin, la película cuenta como Darío (Willy Toledo) en la mañana del anuncio de su compromiso, empieza a recibir visitas de personajes extraños que tratan de ayudarlo para corregir los “errores” en su vida. Estos personajes son excéntricos, están sumergidos en estereotipos y WHO (guionista junto a Gustavo Cornillón) recurren al cliché absoluto; tenemos a la monja sexy (Liz Solari), el pirómano idiota (Ariel Nuñez), una accidentada vecina chismosa (Luisa Kuliok), el clásico suegro obsesionado con una colección de pavadas (Boy Olmi)… todo está absolutamente sacado del manual, pero ese manual es una verdadera pifiada. Los personajes que se van presentando a pesar de ser absolutamente diferentes tienen un mismo punto en común: son aburridos. WHO se tomó la completa libertad de juntar actores de renombre para interpretar a individuos que son obsoletos en todo lo que hacen, por ejemplo el caso de Liz Solari: la hermosa actriz hace un papel que requiere trasmitir sensualidad en todo momento pero su actuación resulta demasiado forzada en el ojo de la cámara y hablamos de Liz Solari… en contraparte Ana María Orozco, se muestra todo el tiempo preocupada y de alguna forma, sin esfuerzo, la actriz colombiana es muchísimo más sensual que la modelo mencionada anteriormente. Y esto no es un caso aislado, sino que se da con cada personaje en pantalla. Soy tu Karma combina una horrenda selección de elenco – Willy Toledo es un pésimo protagonista – con un guión lleno de incoherencias y situaciones que están de más, las cuales no aportan un significado relevante en la trama – el quiebre de la cuarta pared es extremadamente irritante -. Para colmo Soy tu Karma parece un primer corte de película. Efectos especiales innecesarios, música fuera de sincronización que saca al espectador del momento, la horrible creación de comedia (muchas situaciones que debieran ser sorpresa, se ven anticipadas al espectador) son la punta del iceberg de este desastroso film. La impresión que da el proyecto de WHO es de un producto resuelto de manera rápida y descuidada, es una pena.
Zack Snyder (y un Joss Whedon parcial) nos traen la esperada reunión de los grandes símbolos del universo de DC. Justice League - título original - trata de dar un rastro de esperanza a un universo quebrado por sus inicios. La película por fin logra reunir de manera solida a los miembros más emblemáticos de DC; Cyborg, Flash, Aquaman, Wonder Woman, Superman y Batman - aún no hay rastros de Green Latern - crean esta alianza de héroes definitiva tras la amenaza de Steppenwolf en su intento por conquistar, destruir y crear a su imagen - noticia vieja ya - el mundo. Justice League posee un ritmo sumamente abrumador. Frenética en su desarrollo, la película no consigue anexar correctamente los puntos de su trama - los problemas de pre y post producción tienen mucho que ver en esto -. Estamos ante un film que tira toda la carne al asador de una forma desordenada y que hizo caso omiso a las numerosas advertencias que se le presentaban durante el proceso creativo. Vemos a nuestros héroes en toda su gloria, no obstante esa gloria no se siente - en gran parte - heróica. Los personajes son unidimensionales y se mantienen así durante toda la película - a excepción de Superman -, vemos acciones pero no las sentimos. El factor épico está, pero no bien plasmado en pantalla; también vemos numerosas coreografías de acción, muertes, y destrucción pero todo esto es vacío sin un objetivo claro y para subrayar: el villano de turno resulta débil en el ojo del público, éste aparece de la nada y se va de la forma que llegó sin lamentos y sin ovación, simplemente es una mancha en el espacio cuyo objetivo - gastadísimo - no genera el mínimo interés.(el gran Ciarán Hinds) - con respecto a los villanos de DC - es un manotazo de ahogado en vano. Con respecto al grupo de héroes las caracterizaciones son correctas. Wonder Woman (Gal Gadot) se lleva la película gracias a que el personaje goza de una muy buena introducción en su película en solitario; Batman (Ben Affleck) consigue una extensión aceptable de un personaje que hasta el momento cuenta con apariciones irregulares en pantalla grande; Cyborg (Ray Fisher) es una interesante nueva adición que se refugia puramente en sus origines para resultar, a futuro, aburrido al extremo; Flash (Ezra Miller) es el comic relief de la película, el idiota novato, y su background se refugia en tener un padre preso y que su cuerpo quema grasa en cantidades exorbitantes por su don; Superman (Henry Cavill) es el corazón del equipo, y trae lo necesario, la pieza faltante que el equipo necesita para destacarse y último pero no menos importante, el aburrido y desastroso estereotipo del rockero badass y punto débil de todo este lineup de héroe: Aquaman (Jason Momoa). En Justice League vemos por fin a estos personajes juntos en su primer gran misión en conjunto pero, ¿Se disfruta verlos por fin compartiendo pantalla? Si, claramente ¿Es la liga de la justicia que todos estábamos esperando? No fucking way. Hay que decir las cosas honestamente y esta película tiene una gran carga de factores externos que claramente perjudicaron el proyecto final, nos encontramos con un film que sufre por una cantidad de plotholes asombrosa, todo se encuentra puesto de manera apurada y desordenada; los personajes secundarios tienen cero repercusión en la historia - por ejemplo Jim Gordon fue una gran vendida de humo en el marketing - y todo queda como un "pudo haber sido mejor" en vez de "es entretenida y logra lo que quería". El alma de Justice League es una gran promesa que no llega a convencer en ningún concepto. Con dos horas de duración, la película tiene un runtime justo. Como anteriormente referí, Justice League es frenética no obstante resulta mediocre por el extenso recorte de escenas que (seguramente veremos en un futuro) tal vez podrían ayudar a un trasfondo previo a la acción. Todo se da sin explicaciones con conjeturas improbables y libradas a la suerte; si no tenemos a un plan que se basa en actuar por actuar, tenemos a un Bruce Wayne/Batman explicando hasta el hartazgo su objetivo de "juntar a personas especiales para evitar un ataque masivo" y llegando al colmo: Aquaman al parecer está enterado de toda organización a pesar de no estar presente en la "reunión justiciera de consorcio"; esto es literal, ya que tenemos al héroe resignado a miles de kilómetros de la acción, no está enterado absolutamente de nada y por alguna magia absurda del guión de Chris Terrio y Joss Whedon, aparece de la nada, en el momento exacto, para salvar la situación. Estas pequeñas cosas hacen que Justice League fracase en su intento de arreglar errores pasados y resulta una verdadera lástima ya que el entretenimiento pasa a ser defectuoso por el hecho de meter escenas cool sin relación y explicación alguna. Con grandes dosis de CGI la película dispersa el enfoque hacia lo que verdaderamente importa: los personajes. Una sobredosis de efectos rodean todo momento la película de Snyder, y todos ellos no convencen en lo absoluto. Un caso a destacar es la velocidad de flash: Cuando vemos a Barry Allen correr, no llegamos a convencernos de la velocidad que utiliza, sino que vemos a un Ezra Miller moviendo sus brazos y piernas de ridícula manera; Mismo es el caso de Steppenwolf, vemos al villano reírse, golpear y desatar su furia contra todo pero el efecto es tan artificial que tenemos a un gigante furioso reaccionando contra un fondo o objetivo trucho. Justice League es un entretenimiento estático, vemos acción sin repercusión; vemos grandes personajes por fin reunidos que no logran hacer "misión cumplida" y lo peor de todo es que vemos un universo cinematográfico formado, ya en su quinto intento, ser manejado con prueba y error y a estas alturas es algo imperdonable. Un acto heróico apurado y de relleno.
En la repetición está la magia, y con esto Jim Jarmush (Ghost Dog, Flores Rotas) se encarga de dirigir una película minimalista que genera sensaciones simples pero efectivas. Paterson muestra la vida de Paterson (Adam Driver) un chófer de autobuses centrado en su monótona rutina. Paterson está casado con Laura (Golshifteh Farahani) una joven soñadora que trata de añadir una pequeña dosis de magia en los días del conductor de autobuses y busca, inquebrantablemente, que su marido encuentre el éxito en base a los poemas que escribe en su tiempo libre; para completar esta familia está Marvin, un bulldog inglés con un carácter fuerte pero absolutamente encantador con varios planes que lo vuelven una mente maestra en el mundo del crimen perruno (si ven el film, lo van a entender). Desde el comienzo vemos que Jarmush intenta desplegar la rutina básica de una vida de la manera más simple posible. Enfocándose en los pequeños detalles, Jarmush, juega con el exhibicionismo pero cambiando poco a poco el ambiente de juego. La vida de Paterson se refugia en su vida rutinaria; vemos que en esa estructura narrativa efímera y ordinaria se encuentran puntos de quiebre, ya sean personas o situaciones que absorben por completo y modifican - directa o indirectamente - la vida del personaje de Adam Driver. Jarmush se divierte con el existencialismo - clásico de sus películas-. Lejos ya de Ghost Dog (1999), Jarmush narra las probabilidades de la vida de un individuo con extrema eficacia. Paterson de Paterson, New Jersey - el personaje tiene el mismo nombre que la ciudad donde vive - posee su propio código de tradición al igual que la mayoría de personajes creados por la mente del director, no obstante la película es llana en su estructura. No vemos situaciones de riesgos o modificaciones de estados en los personajes; simplemente es una observación de una vida. Paterson logra el interés del público plantando la idea del "¿qué pasará?" en la mente del espectador y Jarmush, con una habilidad fabulosa, se encarga de responder los planteos mostrando respuestas absolutas que requieren segundos para lograr un efecto de asombro. Estas resoluciones funcionan a la perfección gracias al asombroso manejo de cámara de Frederick Elmes - amigo frecuente de Jarmush en varios proyectos - y una banda sonora que funciona de forma ambiental y no como accional de situaciones. Destaco el uso de la canción The Whole Town's is Laughing at Me de Teddy Pendergrass acompañando una situación, algo irónica, del final de un día del joven conductor de autobuses. Paterson de Jarmush es una gran película que contrasta otra obra del director ya mencionada: Ghost Dog. En su diferencias están sus similitudes - Paterson se refugia en lo ordinario mientras que Ghost Dog en lo extraordinario - y, manteniendo esa irónica poesía que funciona como oposición de estos dos films Jarmush consigue cerrar una duología perfecta. Plus: en Paterson tenemos un cameo de otro miembro de The Wu Tang Clan, Method Man. Si estamos afiliados al trabajo indie de Jim Jarmush, Paterson es indispensable de ver. De todas formas su atractivo reside en demostrar lo básico de una vida común acompañada por numerosas sorpresas diarias. Este film consigue perfeccionar un poco más la experiencia de su director y, si no se busca una película de acción o una trama para agarrarse los pelos, es ideal para disfrutar en cines.
Una nueva adaptación de la novela clásica de Agatha Christie vuelve a la estación de las salas de cine de la mano de Kenneth Branagh no sólo como director, sino también como actor principal -algo ya clásico en la filmografía de este polifacético director-. Murder on the Orient Express consigue de muy grata forma resurgir la grandeza del distintivo detective belga Hércules Poirot. Sin dudas, donde Branagh “pone el ojo, mete la bala” y Asesinato en el Expreso Oriente no es la excepción. Esta adaptación se realizó con extremo cuidado, respetando la obra original y atendiendo todo detalle importante del trabajo de la célebre autora; el film se siente como una delicia audiovisual, ya sea en su fotografía como en sus numerosos planos secuencia y, claro, en su talentoso elenco. Empezando con el propio Branagh como el detective Poirot, un extenso elenco consigue poner la cuota de interés al proyecto; Derek Jacobi, Josh Gad, Daisy Ridley y Michelle Pfeiffer se encargan de imponer la presencia necesaria para destacarse entre sus demás compañeros –Ridley y Jacobi son las revelaciones de la película-; Johnny Depp consigue lo justo para resolver su papel en el breve período de tiempo que se le da en pantalla como el vendedor de antigüedades y figura clave: Sr. Ratchett, y Willem Dafoe, Judi Dench, Penélope Cruz son opacados-lamentablemente- por la presencia de los actores y actrices anteriormente mencionados. Quedan nombres pendientes en la lista del elenco porque simplemente pasan desapercibidos. Haris Zambarloukos, compañero de varios proyectos pasados de Branagh, traslada el frío y la diversidad panorámica de una forma perfecta que añade misterio. El juego de luces y clima consagran a Asesinato en el Expreso de Oriente como una de las películas a destacarse en el departamento visual y fotográfico en la próxima temporada de premios, y con mucha razón; a pesar del inevitable peligro que rodea al “Expreso de Oriente”, Zambarloukos junto a Branagh brindan comodidad y pasividad en el interior de los compartimentos del tren. Eso sí, el misterio nunca cesa. De todas las numerosas adaptaciones de esta novela, este proyecto no sólo invita a una nueva generación a conocer la obra de Christie sino que plantea, si las cosas van bien, una posible secuela de otra destacada novela de la escritora. Si quieren saber cuál, vayan, vean la película y descubran el misterio ustedes mismos; lo vale.
La ópera prima de Nicolás Puenzo, Los Últimos, explora un presente distópico post-apocalíptico sobre la guerra por un recurso natural… el agua. La historia acompaña a una pareja de refugiados compuesta por Pedro (Peter Lanzani) y Yaku (Juana Burga en su primer trabajo como actriz) huyendo de su destino, supuestamente prescrito y tratando de encontrar un futuro mejor. El camino no va a ser fácil y en él conocerán a una extensa lista de personajes que ayudarán (o no) a lograr el objetivo de esta joven pareja. Los Últimos se expresa en el redescubrimiento personal y búsqueda de paz interior; tal vez por eso la película utiliza el mito del “Uróboros” -la serpiente que muerde su propia cola- para explicar un ciclo eterno de cambios. La obra de Puenzo trae de recuerdo a producciones australianas. Mad Max (1979) de George Miller y The Rover (2014) de David Michôd son contundentes ejemplos de influencia en este film -el propio director confirmó justamente esto en la conferencia-. Desde ya no nos vamos a encontrar a pandillas motorizadas cuyo líder tiene un nombre épico que va con su personalidad, pero podemos prevenir que el film es una etapa previa al caos; una introducción al verdadero clímax de destrucción global en el que las vida simplemente es un obstáculo del poder. Hay que destacar que las actuaciones son un pilar. Peter Lanzani, Juana Burga y Germán Palacios se alzan como los talentos principales, no obstante, ellos sirven de nexo para cada comienzo y final de actos. Lanzani se encarga de introducir la historia como un individuo de pocas palabras y grandes sueños; Palacios busca la redención y pone intensidad en el nudo de la historia; y por último pero absolutamente no menos importante, la joven Juana Burga se adueña de la totalidad de la pantalla en el desenlace. Destaco y defiendo el trabajo de Burga, ya que para ser su primer experiencia en un largometraje la hermosa modelo peruana se defiende con total naturalidad y trasparencia, su nacionalidad definitivamente agrega un aspecto positivo a la construcción de su personaje y sin dudas estamos ante un nuevo gran talento actoral. En roles secundarios y a suerte de cameos, Natalia Oreiro, Alejandro Awada y Luis Machín cumplen correctamente sus papeles. A pesar de poseer grandes actuaciones y una dirección que comunica acertadamente toda acción, Los Últimos dispersa al público con un guión flojo. Esto es una sorpresa ya que tenemos a talentos experimentados como el de Lucía Puenzo, Nicolás Puenzo y, claro, Luis Puenzo, quienes tienen para hablar de sobra entre Cromo (2015), XXY (2007) y La Historia Oficial (1985), entre otros proyectos… pero en esta película falla la comunicación. El espectador espera y recibe poca información sobre los hechos y motivos de los personajes; tenemos una leve idea de qué es lo que individualmente busca cada uno, pero no lo terminamos de deducir. Todo esto es una lástima ya que por ejemplo distinguimos a los villanos simplemente por su dialecto y no tanto por sus acciones; la confusión es abrumadora. En resumen: la ópera prima de Nicolás Puenzo se disfruta por sus actuaciones y gran elenco, su dirección y anteriormente evitada pero no olvidada, hermosa fotografía (también en manos de Nicolás); el guión desafortunadamente no está a la altura del talento presente, pero si bien su fallo es considerable, no arruina la experiencia.
Sobre la búsqueda del sueño americano, Barry Seal: Solo en América, plantea el conflicto directamente sobre el hambre de poder y el dinero. Doug Liman (Edge of Tomorrow, The Bourne Identity) continua su racha de sorpresas en pantalla grande y nos ofrece un film estruendoso en sus detalles que consigue destacarse sobre el género en base al tráfico. Primero y principal, Barry Seal es un vehículo perfecto para Tom Cruise. Cruise es un gran intérprete de haraganes del séptimo arte, y en este nuevo film se siente como en casa caracterizando a este piloto convertido en traficante; un personaje absolutamente interesante, no sólo porque fue uno de los peldaños más importantes en lograr la expansión de tráfico de drogas entre Centroamérica y Norteamérica, sino por el hecho de que su vida es el retrato perfecto del mencionado “sueño americano”. Seal es exitoso en lo que hace, pero la monotonía de su vida lo lleva a cruzar límites y responder a nombres de la Casa Blanca o el mismísimo cartel de Medellín. A todo esto, Cruise se divierte como de costumbre y da como siempre una interpretación completa de principio a fin. Barry Seal: Solo en América sirve como una expansión del film de Ted Demme, Blow: Profesión de Riesgo del año 2001. Quien vio la serie Narcos, los excelentes documentales de Cocaine Cowboys o The Infiltrator (film de 2016 que se toma mucha libertad para contar los hechos) tiene una leve idea de los eventos de la vida de Seal. De todas formas, Liman logra que la película se mantenga a flote en todo momento gracias al guión de Gary Spinelli (Stash House), el cual otorga el espacio adecuado para centralizar situaciones adecuadas con un timing exacto; hay tensión, humor, drama y acción en cantidades justas, y todo ello repleto de pequeños detalles que le añaden a la experiencia una cuota de satisfacción -ver el viejo logo de IMAGINE remixado es un excelente comienzo-. Hay que aclarar también que el film pone una mirada justa -tal vez la balanza está sobrecargada en el lado de Seal– sobre los diferentes organismos que se van presentando a lo largo del metraje. La mayoría de las entidades se muestran amigables a su entorno, casi en broma, pero esto cuesta creerlo por lo que la historia del mundo nos fue enseñando; Barry sale de las reuniones mostrando una sonrisa en cada momento, no obstante es probable que en realidad, esa sonrisa asistía en muy pocas ocasiones. American Made -título original- rescata la carrera de Tom Cruise después del desastre de The Mummy (2017), logra con creces lo que quiere y el espectador va a pasar un gran momento en salas de cine. El sueño americano se comparte gratamente en estos casi 120 minutos de película.
Thor: Ragnarok marca el regreso y re estructuración de la saga del dios nórdico en solitario. Dejando atrás la desastrosa secuela Thor: The Dark World (2013) de Alan Taylor este nuevo film dirigido por Taika Waititi (Hunt for the Wilderpeople, What We Do in the Shadows) logra aprovechar al máximo su potencial y ofrece una gran película de principio a fin. Ragnarok es un film ambicioso que presenta una multitud de personajes nuevos y expande aún más el universo del MCU, no obstante su historia es simple: Tras enterarse secretos de su pasado y perder su martillo a manos de Hela (Cate Blanchett), Thor accidentalmente termina prisionero en el planeta Saakar, un paraíso de basura galáctica dominado por The Grandmaster (Jeff Goldblum). Primero y principal, Thor: Ragnarok evita los estilos que Kenneth Branagh y el ya mencionado Alan Taylor impusieron en sus entregas previas y eso es un acierto. Como un rescate asombroso al “la tercera es la vencida” Taika Waititi, se puso la camiseta – le quedó justa – y con un distintivo -casi absoluto- toque de comedia, nos entrega uno de los más sólidos films de este universo de superhéroes de Marvel. El toque de Waititi se puede observar en cada minuto del metraje de Thor: Ragnarok; tal vez esto preocupe en los primeros 5 minutos de película – los cuales recurren a una hilarante intro entre Surtur, un demonio de fuego y Thor – pero poco a poco ese distintivo toque revitaliza absolutamente la serie del Dios del Trueno. Ragnarok utiliza el recurso de la risa fácil de una forma directa y sin forzar situaciones, aún en el riesgo de caer en el territorio del cliché. Hay que agradecer que por fin el personaje de Natalie Portman es “eliminado” con tan solo tres palabras, lo cual permite que Thor no tenga lazos sentimentales y no dependa de cadenas emocionales a la hora de desarrollar la historia. En Ragnarok vemos a un Thor “drifter”, un Thor vagabundo, que disfruta la gloria de conquistas y con hambre de poder, el verdadero espíritu del héroe asgardiano. Tener al “Dios del Trueno” desatado y contando, al mismo tiempo, con un pésimo reinado en Asgard – no por culpa de Thor – da lugar a los problemas, ahí entra Hela (Blanchett) ofreciendo la villana de turno. Hela, La Diosa de la muerte, marca – por fin – el primer verdadero desafío en lo que va de la saga de películas de Thor en solitario, de todas formas y ya con marca registrada en el MCU el villano se queda corto. Blanchett pone todo lo que hay que poner en su rol de villana, es carismática, tiene una presencia absoluta y resulta amenazante, pero sus escenas quitan ritmo a la aventura principal; por un lado tenemos al héroe luchando en la arena al mejor estilo Gladiador (2000) y encima en compañía de nada más y nada menos que el gigante verde de Marvel, Hulk (Mark Ruffalo) y por otro lado una subtrama de remodelación asgardiana a cargo de Hela y Skurge (Karl Urban en un rol tragicómico como actor). Bienvenido sean los nuevos cambios, pero por favor Marvel es hora de responder con algún villano efectivo en pantalla grande (ya son demasiadas las veces que dije esto). Thor: Ragnarok nos tiene varias sorpresas reservadas, desde numerosos easter eggs, la propia actuación de Waititi como uno de los personajes secundarios (ya es costumbre) y, atención: los mejores cameos en lo que va en películas del MCU hasta la fecha; no tenemos solo la presencia clásica de Stan Lee sino que hay un actor que aparece de la nada, opaca al resto de actores invitados en escenas y desaparece por arte de magia, simplemente con eso se gana toda las sonrisas de la sala y es una situación inesperada que logra posicionarse en el Top de lo mejor de la película. Una Pista: le “arruino” la última entrevista a Chris Hemsworth en el programa de Jimmy Kimmel. El guion a cargo de Eric Pearson, Craig Kyle y Christopher Yost da un entretenido espectáculo y se encarga de que el espectador se mantenga en la silla sin poder quitar la mirada de la pantalla; no es perfecto, es más, trata con mucho descuidado a varios personajes secundarios y las numerosas subtramas se sienten innecesarias en varios momentos de la película ya que no terminan llegando a nada y se sienten como gags introducidos a último minuto. El ojo de la tormenta, el punto bajo es la nula conexión entre la subtrama de Hela. Con respecto a las actuaciones Thor:Ragnarok demuestra una sólida química en el elenco; Chris Hemsworth y Tom Hiddleston siguen explorando esa hermandad antagónica entre Thor y Loki, y hay que ser sinceros esta ida y vuelta de traición y solidaridad se esta volviendo predecible y aburrida, contrariamente la absoluta novedad – y reencuentro – es ver a Hulk/Bruce Banner interactuando con Thor, cada escena que estos dos (se puede decir tres) personajes comparten pantalla es memorable y estamos ante un Hulk que se solidifica como un gran personaje secundario el cual no necesita tener otra película propia; Jeff Goldblum cumple extraña y correctamente como The Grandmaster, el estilo extravagante que Jeff utiliza en todas sus proyectos – se podría llamar Goldblumnism – está más vivo que nunca en esta película. El resto del elenco secundario: Anthony Hopkins, Idris Elba, Benedict Cumberbatch, Tessa Thompson (en un rol disparatadamente desechable) y Karl Urban, pasan sin pena ni gloria – Tadanobu Asano, Ray Stevenson y Zachary Levi se llevan la peor parte de la película como los desaprovechados Warriors Three. Thor: Ragnarok da nueva vida a las aventuras del Dios del trueno, es ambiciosa, no fuerza la comedia a pesar de que sea una película absolutamente sumergida en ella y utiliza lo caótico como fuerte del entretenimiento; en otros momentos podíamos decir que la saga Thor estaba casi muerta, pero gracias a esta última entrega y la visión de su director hay chances que tengamos a un Dios del trueno para largo rato.