Recurriendo al uso de un monstruo clásico en la época de oro del cine de horror Guillermo del Toro (El laberinto del fauno, Titanes del pacífico, Chronos) explora de forma impecable una historia simple, sin sorpresas pero realizada de una manera magistral, The Shape of Water es una película que merece ser disfrutada en pantalla grande. La historia nos lleva a principio de los 60’s, precisamente a una pequeña casa sobre un cine de barrio, allí vive Eliza (Sally Hawkins), una joven muda absorbida por la rutina diaria. Eliza es tímida y ordinaria, se maneja discretamente como si fuera la sombra de los que la rodean; sus únicos contactos son su vecino Giles (Richard Jenkins), un ilustrador de publicidad que lucha por mantener su trabajo mientras esconde que es gay – sólo Eliza lo sabe – y Zelda (Octavia Spencer) su compañera de trabajo la cual sufre constante discriminación diaria por cuestiones raciales. La vida de Eliza se basa en la rutina, ella día a día ve cómo su vida pasa por delante de sus ojos y por miedo – a la vez por costumbre – ella no hace nada para cambiar su situación; Eliza es una solitaria gota de agua en un mar indiferente de personas… pero todo cambia cuando se encuentra con The Asset/ El Activo, un hombre anfibio (Doug Jones). Si bien la historia puede generar un cierto romanticismo, podemos ver que el guión es simple, con personajes unidimensionales y clásicos (el bueno es bueno, el malo es… malísimo) y no tenemos demasiadas sorpresas por delante, no obstante en La forma del Agua lo importante es, sin dudas, la forma. Guillermo del Toro mantiene intacto su estilo de relator de historias. Las historias de del Toro son fábulas pasajeras, pero gracias a su compromiso absoluto y su mirada – la cual se mantiene intacta desde los sueños de su niñez – The Shape of Water se siente como ver un clásico de cine entre obras efímeras. Vemos un mundo ordinario que es tocado por lo extraordinario. Es una película con una magnifica ejecución y un resultado asombroso; Guillermo nos muestra un mundo empapado de tonos verdes: el agua la cual “gotea” en la mayoría del film no es azul claro, sino verde, un color imperfecto pero que no esconde absolutamente nada. En The Shape of Water mientras más claro es el color más son los errores que se ven en cada personaje. Realmente podría hablar sin parar de esta película, pero es mejor que vayan al cine dispuestos a sorprenderse por una obra que se basa en imperfecciones para impresionar y ofrecerle al espectador algo que muchos pueden llamar “Perfecto”. No estamos ante la mejor película de la década y mucho menos ante la mejor película de toda la historia del cine, pero sí estamos ante el mejor trabajo de Guillermo del Toro y ante un punto crítico en su carrera. Guillermo del Todo, sin lugar a dudas, merece ser premiado por su trabajo en esta película y The Shape of Water merece ser nombrada como una gran película.
Revisionando el clásico de Michael Mann de 1995, Heat, Den of Thieves (título original) marca un contrapunto en el estilo de lo que proponía el film de Al Pacino y Robert De Niro. Tenemos a los dos films en el mismo ambiente, no obstante en los noventas reinaban los trajes, martinis y televisión a tubo, 23 años después lo que reina es el dinero, los tatuajes y la cerveza. Dos estilos, un mismo lugar. La historia es simple: una banda de asaltabancos profesionales dirigida por Merrymen (Pablo Schreiber) da un golpe con inesperadas bajas a un camión blindado. Este hecho los pone en el camino de Big Nick (Gerald Butler en su mejor papel en años), desde ahí en más todo los hechos se convierten en un juego de gato y el ratón, en esta ocasión, mucho más personal que en el film de Mann. Merrymen y Big Nick no son dos caras de la misma moneda, son valores opuestos con pocas coincidencias si no se tocan sus egos. El film de Christian Gudegast (A Man Apart, London has Fallen) es una correcta interpretación de los destinos del crimen y la ley, los cuales están marcados por partes iguales en corrupción y traición. Esta película no es un film de acción cerebral, no se tiene que pensar demasiado para poder disfrutar – tenemos inevitables y algo predecibles giros argumentales -; Den of Thieves es solida, hace ruido en todo lo que propone, y lo que propone, lo logra. Una película sin lujos pero inevitablemente atractiva en su estilo. El elenco se muestra confiado y determinante en todo momento del film. Gerald Butler esta en su zona de confort, Pablo Schreiber roba escena tras escena, de sorpresa nos encontramos con un 50 cent correcto en su juego actoral y O’Shea Jackson Jr. traza un nuevo camino el cual se aleja de la posibilidad de convertirse en un One hit Wonder gracias a lo que fue el éxito de Straight out of Compton (Biopic del año 2015 sobre el rise and fall de la banda NWA). El elenco brilla. Den of Thieves es una gran elección para todo fanático del cine de acción. Con una historia atrapante que no para en ningún momento en sus 140 minutos de duración la película de Christian Gudegast se destaca como uno de los grandes estrenos de la semana.
Las Horas Más Oscuras (Darkest hour) pone a Gary Oldman en la piel de Winston Churchill, justamente en uno de los períodos más angustiantes en la historia de la humanidad: los primeros días de la segunda guerra mundial. Joe Wright (Hanna, Atonement) plasma en la pantalla grande una película que describe la depresión de aquel momento para reflejar un estado de last resort – último recurso – a lo largo de 125 minutos. Desde el vamos, Wright recurre a sofocar al espectador entre gritos desesperados de imparcialidad en momentos decisivos sobre el relevamiento del primer ministro Neville Chamberlain. Observamos discusión, rostros enojados aullando conveniencias partidarias – al mejor estilo político del: Sálvese quién pueda – pero no vemos a quien realmente nos interesa. Darkest hour introduce al futuro primer ministro en un momento nada triunfal: desayunando whisky en su cama. Darkest hour presenta un Churchill que constantemente entra en dudas consigo mismo, es filoso como una navaja y claro, digno del viejo bulldog inglés patriota en toda su integridad. Todo esto es curioso ya que Joe Wright nos ofrece un modelo encantador en su propio estilo de la personalidad de Churchill y hay que aclarar: el film no quiere mostrar una simpatía falsa por el “Británico entre británicos”, sino que pone en hecho los terribles tiempos que acontecían al mundo en el mes de mayo de 1940 y abre la cortina al individuo que tomó decisiones correctas en un mar de dudas entre cobardes que buscaban la salida fácil. Oldman, inmenso como siempre, es como un faro entre la oscuridad de los tiempos, el ambiente abrumador presentado por Wright y el impecable trabajo de juegos y sombras a cargo de Bruno Delbonel (Inside Llewyn Davis, Harry Potter and the Half-Blood Prince) en la silla de director de fotografía. La película presenta personajes históricos. Presenciamos – por obvias razones historicas – al rey Jorge VI (Ben Mendelsohn) perdido en decisiones e incertidumbre de conflicto y no por sus palabras – The King’s Speech –, también el excelente Stephen Dillane (Game of Thrones, Goal!) se pone en la piel del “escamoso” Lord Halifax, el villano de turno y Kristin Scott Thomas acompaña gratamente a Oldman como Clementine Churchill no obstante Darkest Hour es una fiesta total – con entrada y mesa dulce – en actuación de Gary. Calcado y perdido en esa obesa piel Oldman es el inquebrantable héroe británico y merece nada más y nada menos que todos los honores disponibles por su trabajo, y por favor… QUE VENGA EL OSCAR! El film de Wright también funciona como parte 2 de una trilogía de películas con temática de la segunda gran guerra: Comenzando por el ya mencionado The King’s Speech (2010), introducimos a Darkest Hour en la segunda parte de la ecuación y terminamos con Dunkirk (2017) – film que también compite en la próxima edición de premios Oscar -, estos tres film pueden retratar la duda (Speech), el miedo (Darkest) y finalmente el triunfo (Dunkirk) de ese eterno mes de mayo en la historia británica. Darkest Hour no es una película para todo público, está realizada para impactar a los interesados en films de época y cinéfilos hambrientos en plena temporada de premios; llena un vaso – gigante – en el rubro actuación, es hermosa en su estilo tétrico de reflexión temporal, y consigue realmente lo que busca, poner a Gary Oldman de nuevo en la cúpula del juego de la industria.
El rey T’Challa (Chadwick Boseman) ingresa al universo cinematográfico de Marvel con su propia película introduciendo un mundo completamente nuevo para lo que nos tenía acostumbrados esta empresa. Después de ser introducido en Captain America: Civil War (2016) y ser uno de los puntos fuertes de la película, Black Panther, consigue su propia bienvenida homónima de forma personal y presentando la nación de Wakanda. Para ser directo, la película dirigida por Ryan Coogler (Creed, Fruitvale Station) es una excelente carta de presentación del personaje y su reinado; Wakanda es un paraíso oculto hermoso que consigue una inversión total en el espectador. Toda su estructura es única y no es una repetición de, por ejemplo, Asgard. Wakanda tiene su propia mitología, sus leyes, su estilo y todo estas bases estas soberbiamente explicadas en pocos minutos; Wakanda se maneja por sus propias formas. Además de plantear un extraordinario escenario, Black Panther ofrece nuevas caras al rooster “Marveleano”. Michael B. Jordan, Angela Bassett, Forest Whitaker, Daniel Kaluuya, Letitia Wright, Danai Gurira, Sterling K. Brown y regresando en sus interpretaciones Andy Serkis y Martin Freeman, la película es inmensa por el nivel de talento que hay en el elenco. Como destacan erróneamente muchos medios, la película NO es el primer superhéroe de la franquicia de Marvel de color en la pantalla grande pero sí consigue una representación maravillosa de lo que es la cultura con raíces africanas; Black Panther vive y respira esta cultura mencionada y se fortalece manteniéndose cerca de ella. De todas formas y para no caer en una repetición constante de lo que influye la cultura de las raíces en el film, la película posee los mejores personajes femeninos que se han visto en una película del MCU. La presencia que tienen estos personajes impacta inmediatamente desde el primer minuto de la película. El rol de la actriz Danai Gurira, Okoye, pone un ritmo frenético, sólido y cementa sin competición (nadie se va a acordar de Black Widow después de Okoye) lo mejor de lo mejor en personajes de Marvel, si hay una verdadera estrella en Black Panther es la presencia de Gurira, una flor de actuación por parte de la Michonne en la serie The Walking Dead. Acompañan de gran forma las actuaciones de Letitia Wright (Suri, la hermana científica de T’Challa), Andy Serkis (repitiendo su rol de Ulysses Klaue) y Michael B. Jordan realizando un correcto pero sumamente sobrevalorado papel del villano Killmonger. Chadwick Boseman decepciona por su protagonismo estático. Si hablamos del guión, éste se destaca por desarrollar un film que se basa en relaciones humanas. Más allá de toda la acción – hay momentazos en todo el film – la historia evoca por momentso a El Rey León (cuesta sacar de la cabeza alguna canción de Elton John mientras se ve Black Panther). A pesar de ser floja, predecible y densa en sus 134 minutos, Black Panther logra un grato resultado a la hora de generar interés por las relaciones entre los personajes. En lo que va del MCU Black Panther ingresa correctamente en la fase tres de este universo, es una entretenida presentación y con grandes personajes pero no logra mantener un ritmo deslumbrante.
ay que bancar a Paddington, simplemente es espectacular. ¿Como es que un oso peruano con buenos modales… consigue ser tan efectivo en la literatura como en el cine? Esto lleva una simple respuesta: este pequeño oso no recurre al chiste fácil y soso para resultar simpático sino que juega con su simpleza y se mantiene aferrada a ella. Trasparente como el agua, Paddington, defiende sus principios e ideales; toda la película vemos un oso unidimensional pero no sufre repercusiones en ese aspecto ya que cuenta con una multitud de personajes secundarios ambiciosos, complejos y coloridos los cuales contrastan con este querido oso peruano y ayudan a que su efectividad sea absoluta. En Paddington (2014) conocemos el mundo que rodea al personaje: sus inicios, sus virtudes y, un clásico de este personaje, sus modales. Estos modales si bien son los encargados de dar una ternura infinita al oso parlante son los mismos que lo ponen en situaciones hilarantes y causan caos en la vida de su familia adoptiva, los Browns. En esta película introductoria al mundo “Paddingtoneano” conocemos la primer faceta de lo que es un principio de relaciones a desarrollar. En la película del 2014 el secreto es encontrar el interior del “corazón” funcional de la historia del oso, y esto sin dudas es: la familia. Su director, Paul King, cuenta con extremo detalle la rutina de cada individuo en pantalla, vemos de la A a la Z el desarrollo de la vida familiar durante 95 minutos. Tenemos un villano de por medio (Nicole Kidman), que es sólo un instrumento para fortalecer esos lazos familiares que el oso Paddington necesita. En su secuela, Paddington 2, estamos ante una expansión total de aquella simpática introducción que nos dejó la película del 2014. Con Paul King de regreso como director (y también como guionista) la secuela se centra en las relaciones personales no solo de la familia – Paddington ya se encuentra instalado permanentemente en la casa de los Browns – sino del vecindario, de como Paddington sigue afectando la vida – para bien o para mal – de las personas que lo rodean. Observamos un desarrollo similar a su antecesora del 2014, y en vez de permitirse ser una mera imitación – al estilo Hangover o Taken – Paddington 2 explora sus fortalezas y debilidades para darnos una secuela con status máximo de excelencia y diversión; Paddington 2 es más grande y roza la perfección de una secuela; la película ofrece lo que queremos y sorpresivamente nos permite soñar más; este oso peruano se sale con las suyas por segunda vez y de alguna forma, nos deja nuevamente con ganas de más – En el momento que escribo esto, la tercer película se encuentra anunciada -. Por primera vez en todo este tiempo no voy a dar puntaje a una película, sino expresar a los lectores que se atrevan a disfrutar de lo que hasta ahora es una de las mejores series de películas que ví (si no vieron la primera está disponible ya mismo en Netflix) y, aunque carezca de sentido, vean cómo un oso peruano parlante triunfa no sólo en una pantalla sino también en los corazones. Paddington 2 actualmente se exhibe en salas de cines, vayan a verla, no se van a arrepentir.
En un nuevo aporte al cine familiar, Pixar consigue ganarse otra vez los corazones del espectador con Coco, una mirada hacia una de las festividades más importantes de Centroamérica: el Día de Muertos. La historia sigue al pequeño Miguel (Anthony Gonzalez) , un joven que aspira a ser músico en secreto y seguir los pasos de su ídolo – ya fallecido – : Ernesto de la Cruz (Benjamin Bratt). Pero el sueño de Miguel resulta casi imposible ya que su tatarabuela, Imelda (Alanna Ubach), apartó la música de la familia por problemas personales. A todo esto, tras la sospecha de ser un descendiente de Ernesto de la Cruz, Miguel se inscribe en un concurso de música y decide “pedir prestada” su famosa guitarra para ganarlo. Como pueden adivinar, las cosas no salen muy bien para él, y desde ese momento Pixar pone a funcionar la magia de Coco. La película es una carta de amor hacia las tradiciones de la cultura mexicana, no obstante está repleta de situaciones que traspasan las barreras geográficas e introducen al espectador en un viaje nostálgico sobre pasiones de la infancia. Como es costumbre de Pixar, este film juega – y anota una y otra vez – con las emociones para impactar al público de una manera contundente y efectiva. Con una historia simple, COCO traslada la acción a la tierra de los muertos; este hogar “postvida” es una maravilla colorida y en contraste con su nombre se ve llena de vida. Tal vez las similitudes con la película de Jorge R. Gutiérrez (The Book of Life, 2014) sean extensas, pero no hay que confundirse: quitando el día de celebración, Coco es una aventura totalmente diferente. El cast va con las raíces de esta película y grandes nombres latinos se dejan ver en este viaje al inframundo; Gael García Bernal, Benjamin Bratt, Edward James Olmos, Gabriel Iglesias, Alanna Ubach y el magnifico debut en la pantalla grande de Anthony Gonzalez como Miguel logran que los personajes se instalen en el corazón de la sala. Tampoco se puede dejar pasar la banda sonora repleta de canciones con alma latinoamericana. El conjunto de canciones consigue instalarse en la cabeza del espectador por un largo tiempo. La apuesta máxima: se van a encontrar silbando o tarareando tarde o temprano “Un poco loco” o “Recuérdame”, marquen mis palabras. Hay que aclarar que estamos hablando de una película dirigida por Lee Unkrich y co-dirigida por Adrian Molina, dos individuos con experiencia en este estilo de películas (Unkrich dirigió Toy Story 3 y Molina rotó en varios roles desde Ratatouille hasta The Good Dinosaur). La calidad del proyecto está en todo rincón y nombre visible. Entre chancletas voladoras, homenajes hilarantes a Frida Kahlo, animales fantásticos y un mensaje realizado a puro corazón sobre las tradiciones y la familia, Coco es una gran sorpresa que se posiciona como una de las mejores películas que Pixar haya realizado. Vayan a verla al cine y disfruten del espectáculo. Es increíble.
22 años desde esa entretenida aventura protagonizada por el querido Robin Williams, nos encontramos con una nueva entrega – algo impensada – de Jumanji. Esta vez el juego mortal en la selva se centra en el uso de la tecnología actual y los video juegos. Protagonizada por Dwayne “The Rock” Johnson, Jack Black, Karen Gillian y Kevin Hart esta película es una agradable sorpresa en salas de cine. Los tiempos cambian y las plataformas de entretenimiento también, con una interesante vuelta de tuerca el film de Jake Kasdan – sí, el hijo del director/guionista Lawrence Kasdan – se arriesga a dirigir un proyecto que desde el vamos tenía la palabra riesgo impresa en todos lados. Milagrosamente Jumanji: Welcome to the Jungle – nombre original – resulta entretenida de principio a fin; la película es directa, simpática, juega con la nostalgia pero al mismo tiempo se arriesga y crea nuevas reglas de lo que alguna vez fue el mundo del tablero mágico. Pasamos de las piezas en miniatura a los joystick y gracias a un correcto guión a cargo de Chris McKenna, Erik Sommers, Scott Rosenberg y Jeff Pinkner la película no falla al hacer esta transición – algo rebuscada – en pantalla grande. El cambio genera un momento de incertidumbre en la sala de cine pero al correr los minutos todo elemento necesario para satisfacer a un gamer se explota de manera ágil y sumamente interesante. Dwayne “The Rock” Johnson, Jack Black, Karen Gillian y Kevin Hart poseen una química ideal para interpretar a cada avatar con sus respectivas habilidades; cada personaje refleja el otro lado de la moneda de los jóvenes atrapados en el juego. Desde ya hay que aclarar que la película se refugia en estereotipos de escuela para los cuatro personajes principales pero todo está puesto de una manera efectiva y simpática. Jumanji: Welcome to the Jungle es el The Breakfast Club de John Hughes en la selva. Jumanji: Welcome to the Jungle no afloja un segundo, tiene un ritmo vertiginoso en su totalidad; es rápida, entretenida y los personajes están desarrollados de una manera justa sin derrochar información, es una película ideal para disfrutar en estas vacaciones. El juego entre la nostalgia y la actualidad es un conflicto hermoso en el cual todos los que disfrutaron de la película del año 1995 igual de cómodos que las personas nacidas en este nuevo milenio. La película se puede disfrutar en familia, con amigos o hasta en solitario. Es un gran espectáculo lleno de diversión. Recomendada.
Tras un descanso con el spin off Rogue One (2016), la saga más grande de todas, regresa a la pantalla grande con todo el arsenal pesado para deslumbrar a su legión de fans. Star Wars: Los últimos Jedi es una película grande probablemente la más grande de toda la saga. Dirigida Rian Johnson (Looper, Terriers) el episodio VIII no frena en nada y muestra todo lo que los fans desean y más. No obstante, en esa sobredosis de service al fandom la película no se siente tan épica como debería ser; vemos situaciones monumentales que buscan grandes sensaciones pero no las encuentran; presenciamos resurgimientos de personajes clásicos aunque estos encuentran una reacción mixta y vemos que los nuevos principales de la saga no tienen suficiente fuerza para bancar un nuevo episodio solos. Por eso, se agradece que esta gran saga mantenga el honor de mostrar positivamente las viejas glorias, de recurrir a los factores de nostalgia para agradar al público y de aprender sobre los errores del episodio pasado (una restructuración del ep VI). Star Wars: Los últimos Jedi se siente nueva en todo sentido. Si hay algo que agradecer a Los últimos Jedi es la fotografía. Steve Yedlin (colaborador recurrente en el trabajo de Rian Johnson) ofrece momentazos en el lente de la cámara. Lo mejor que se ve en Los últimos Jedi no son los esperados enfrentamientos, sino los momentos previos, la espera al combate, son segundos magistrales que Yedlin se encarga de distinguir con total autoridad en un pacifismo armónico anticipando la guerra. Con un elencazo de aquellos, la película se mantiene a flote gracias al retorno de los grandes. Esta vez no como simples cameos, sino con una extensión que opaca a las nuevas caras, Carrie Fisher (contundente como nunca) y Mark Hamill se llevan puesto a todos los jóvenes talentos con total facilidad. Puede ser un aspecto positivo; pero esta película nos demuestra que la extensión de Star Wars no puede existir sin tener algún personaje clásico bajo la manga. Daisy Ridley, Oscar Isaac y sobretodo Adam Driver se lucen una vez más al interpretar la nueva camada de héroes y villanos, hacen su deber con gracia y se entregan al espectáculo y al espectador de forma positiva y absoluta; después nos encontramos con grandes rostros que no pican ni cortan en los nombre de Benicio del Toro, Laura Dern y Andy Serkis; y por último tenemos a un actor que con su personaje logra despachar las buenas vibras para convertirlas en pedidos desesperados de “Mátenlo!” y ese actor es John Boyega caracterizando al ya inútil, Finn. 152 minutos marcan el paso del episodio VIII, y esos minutos pesan y se sienten desequilibrados. En Los últimos Jedi se le da un incorrecto lugar a la comedia, que se siente forzada y absurda; estamos hablamos de una película que necesita ser grande en todo sentido, pero Rian Johnson se encuentra con un favoritismo al corte de escenas emotivas con chistes sosos que quitan impacto crítico. La primer hora de Los últimos Jedi es pura y exclusivamente una fanfarria cómica. Tampoco ayuda en darle un toque absurdo al arco de un personaje clásico (cuando lo vean se van a dar cuenta de lo bizarro que es) que resulta patético y quita integridad a su arco. Star Wars episodio VIII: Los últimos Jedi es una entretenida película que ofrece lo que todo fan quiere, pero de tal forma que uno siente que la victoria fue conseguida haciendo trampa.
El implacable inmediatamente trae recuerdos de lo que fue la película protagonizada por Arnold Schwarzenegger Collateral Damage en el año 2002, pero a pesar de prestar elementos y sentirse como una secuela, The Foreigner (título original), responde muchísimo mejor que la película del gran Arnie. Si bien la película tiene como first billed a Jackie Chan – su carisma a pesar de las canas sigue intacto – la película la da un sorpresivo protagonismo a Pierce Brosnan. Brosnan expande el potencial máximo de sus raíces y da un papel excelente como un ex-miembro del IRA convertido en oficial del gobierno irlandés. Con un acento perfecto, afilado como una navaja, Brosnan opaca positivamente escenas mostrando quietud y desesperación por los hechos acontecidos. El ex 007 hace lo imposible: logra que el espectador quite su mirada de Chan. De todas formas Jackie siempre resalta y en El implacable se da el lujo de tocar un tema inexplorado en su carrera. En el film de Martin Campbell (Casino Royale), Jackie es víctima de un atentado, pierde a su hija y esta en búsqueda de venganza; todo esto es simple, pero entre la destreza de Campbell como director y el guión de David Marconi se combina lo necesario para que Jackie se inmersa completamente en un costado dramático para luego, y con lo justo, dar lugar a la acción. El implacable tenía grandes chances de convertirse en un vehículo exclusivo del cine de acción pero como nombré anteriormente su guionista, David Marconi, se encarga de dar una vuelta de tuerca a la trama, presentar personajes complejos con interesantes pasados y desatar la tensión en los momentos exactos. Si bien existe el clichés, Marconi obliga a que sean leves y no se vuelvan anecdóticos. Hay que subrayar que pese al excelente juego del gato y el ratón, la película se agarra de los pelos con una subtrama marital. Es un hecho que la carrera de Martin Campbell sufrió considerablemente por el desastre de Green Latern (2011), pero gracias a esta nueva película tenemos al Campbell que todos queremos. Las acciones son claras y las coreografías se muestran con lujo de detalle; no hay nada para desencantar del trabajo de Campbell en El Implacable. No estamos ante una sacudida de acción por excelencia como fue la reinvención de Bond en el año 2006, pero nos encontramos con una solida película que recurre a elementos clásicos del género y los explota como corresponde. El implacable es un soplo de aire fresco para este gran pero sufrido director de cine. Si lo que buscan es una película de acción con una historia solida, personajes interesantes y grandes dosis de drama El implacable es la película que no tienen que dejar pasar en esta temporada. Un Jackie glorioso y un Pierce Brosnan sigiloso pero monumental hacen que la película se disfrute de principio a fin sin perder un momento.
Guerra de Papás 2 es una película ideal para esta temporada del año. La secuela de la película del año 2015 dirigida por Sean Anders (Daddy’s Home, That’s my boy) no logra aumentar la barra de calidad de secuela pero ofrece horas de entretenimiento familiar. Al finalizar Guerra de papás (2015) vemos a Dusty (Mark Whalberg) y Brad (Will Ferrell) dejando atrás sus diferencias y trabajando en equipo por el bienestar de su co-familia (chiste interno de la película). Un año más tarde esta co-familia siguen funcionando gracias al empeño que ponen día a día Dusty y Brad para que las cosas vayan bien. Llega la navidad y las visitas inesperadas caen a la puerta: Kurt (Mel Gibson) el padre de Dusty y Don (John Lithgow) el padre de Brad se suman a las fiestas de fin de año para llenar el espacio vacío de esta co-familia… y claro, las cosas no van a salir muy bien. Hay que entender que Daddy’s Home 2 – título original – es una película pura y exclusivamente para disfrutar en familia. La risa fácil y chistes absurdos están por doquier – tal vez esta secuela se toma menos seria que su predecesora- pero a pesar de esto resultan simpáticos en todo momento. Mel Gibson y John Lithgow realizan un trabajo absurdamente efectivo como las versiones paternas de los personajes de Whalberg y Ferrell; Gibson muestra un carisma intacto frente a la cámara – y realmente es bueno verlo nuevamente desde su última película Blood Father – pero la sorpresa de Daddy’s Home 2 sin duda alguna es Lithgow. Don (Lithgow) es el alma de la fiesta, el abuelo tierno que todos quieren y alaban, no obstante Lithgow lleva todo al extremo y presenta un personaje que se quiere y al mismo tiempo resulta una molestia en todo aspecto que se mire. Es extraño ponerse a pensar en cómo un actor que en décadas pasadas era un psicópata perfecto en películas como Ricochet (1991),Raising Cain (1992), Cliffhanger (1993) o interpretando al asesino Trinity en Dexter (2006-2013) ahora es el abuelo ideal de todo nieto/nieta, Daddy’s Home 2 es el espectáculo del genio de John Lithgow. En el afán de querer disfrutar una película que resulte ideal para esta temporada, Daddy's Home 2 es una gran elección en las salas de cine. Puede ser tonta y simple pero también resulta efectiva para despejarse la cabeza y reírse junto a seres queridos. Plus: hay una extensa cantidad de cameos, uno mejor que el otro y todos estos están muy bien incluidos en el film.