Las películas sobre desastres naturales se definen como placeres culposos; la mayoría de estos films no son una maravilla técnica en un nivel total, pero de todas formas ofrecen que el espectador se olvide de sus problemas momentáneos y disfrute de un buen show. A veces tenemos películas que logran con creces este objetivo (por ejemplo: Tower Inferno, Poseidon, Lo imposible), pero hay casos en que la sobreexposición de elementos llevan a la completa aniquilación de una idea que en determinado momento resultaba divertida. Geotormenta es uno de los últimos casos. La historia es simple pero confusa: en el 2019, y tras numerosos desastres naturales, las principales naciones del mundo reunieron a sus más brillantes científicos -historia conocida- para desarrollar un sistema de defensa llamado “Dutch Boy”. Este sistema se encarga de controlar los cambios climáticos por medio de satélites ubicados alrededor del planeta. Todo muy lindo hasta que el sistema empieza a presentar fallas catastróficas y los desastres naturales golpean la Tierra de una forma brutal e inesperada. Estamos hablando de una película con una capacidad de asombrar a las personas ofreciendo un simple y directo caos a la carta, no hay mucho que pedir… ahora bien, este film dirigido por Sean Devlin descarta todo lo relacionado con entretenimiento y se torna un pobre intento desaprovechado. La película pasa demasiado tiempo presentando personajes absolutamente prescindibles -los cuales aparecen y desaparecen como por arte de magia-, desarrollando subtramas mediocres que no repercuten en la mente del espectador, y aunque no lo crean, mostrando situaciones vergonzosas para este tipo de películas; el director ofrece este festival de lo absurdo de una manera desinteresada y aburrida. Vemos desastres naturales, presenciamos muertes y deseamos que la cosa mejore… pero no lo hace, oh no… Entre los grandes nombres que figuran en el elenco los únicos que se pueden llegar a destacar son -obviamente- Gerard Butler, Andy Garcia y Abbie Cornish. Estos tres actores brillan por su selección de rol más que por su interpretación; Cornish sorprende como un agente del servicio secreto y entrega la intensidad necesaria para que su papel se vea creíble e interesante; Garcia se pone en rol del primer presidente latino de EEUU, y aunque no lo crean, le sale muy bien; y último pero no menos importante, Gerard Butler se destaca como la potencia principal del film y deja todo en su rol protagónico; el problema: su presencia como héroe de acción se desaprovecha como nunca antes ya que su personaje está extremadamente lejos del conflicto principal. El resto del elenco cumple roles olvidables, unidimensionales –Ed Harris, Zazie Beetz y el insoportable de Eugenio Derbez– y realmente no importa si sus respectivos personajes terminan vivos o muertos, son simples caras bonitas que llenan huecos en los espacios. Lo peor de lo peor de Geotormenta (Geostorm, 2017) es el guión, este resulta una bastardeada a todo esfuerzo de escritura en años. Las películas de desastres naturales no son santo de devoción de guionistas experimentados, pero Dean Devlin y Paul Guyot cavan sus propias tumbas exhibiendo una nula capacidad de ofrecer coherencia a la historia. Toda acción es un cliché absurdo que ni de cerca logra sorprender al público; no hay un motivo sólido que justifique el desencadenante de la trama y para subrayar: es el colmo que en una película de 110 minutos los desastres naturales sucedan pasando la mitad de la misma -es algo imperdonable que lleva a la película a categoría bodrio – y decir esto en este género es sorprendentemente singular. Destaco escenas hilarantes de presentación forzadas con respecto a “héroes de segundos”: Devlin pone en la lente de la cámara a diferentes personajes tratando de que por algún hecho trágico se ganen el corazón de la sala, entre estos héroes mínimos tenemos a un jeque hospedado en el Burj Khalifa, una señora que corre por su vida víctima de una lluvia de granizo gigante, el clásico niño con su perro perdido en el caos a su alrededor y claro, imposible de faltar, el desafortunado señor al cual la muerte con forma de ola gigante le persigue los talones… todos estos personajes son ley en estos tipos de películas y en Geotormenta están más patéticamente presentes que nunca. Plus: el “síndrome Armageddon” tiene que terminar cuanto antes. Estamos ante un film que fracasa en todo, así de simple. Geotormenta es absurdamente aburrida y carece en lograr un mínimo entretenimiento en el público. Da pena ver a Gerard Butler en una seguidilla de malas decisiones; si nos ponemos a pensar es el encargado de interpretar al -en mi opinión- mejor héroe de acción de los últimos 10 años, Mike Banning. Lamentablemente, con esta película cae un peldaño más abajo por apostar nuevamente a un film que tranquilamente se pudo realizar en los confines de Asylum Productions. Si quieren auto-castigarse en las salas Geotormenta es una gran decisión, mucho más no se puede decir.
Adaptación de la novela The Snowman del escritor noruego Jo Nesbø, El muñeco de nieve ofrece acción en base de la desaparición y asesinato de mujeres en la gélida capital de Noruega, Oslo. La película sigue la investigación del legendario detective Harry Hole (Michael Fassbender) y su aprendiz Katrine (Rebecca Ferguson) tras las huellas de un asesino en serie que deja muñecos de nieve en la casa de sus víctimas. Tomas Alfredson (Tinker Taylor Soldier Spy, Let the right one in) adsorbe todo el contenido de la extensa serie del detective Hole – 11 libros en total – de Nesbø e intenta transmitir de la manera que puede una simpatía abstracta de la vida de este sufrido detective noruego al estilo Christopher McQuarrie con Jack Reacher. El problema es que antes de conocer y explorar la personalidad del “famoso” detective se ponen palabras como “leyenda” o “EL Harry Hole” en la mente del espectador sin darle oportunidad de sacar sus propias conclusiones para con el personaje; Harry Hole es famoso y es un detective capaz pero ¿una leyenda?… en ningún momento Alfredson ofrece una leve demostración de la capacidad de Hole como leyenda y eso es un gran problema del film. Tratar de forzar un sobrenombre, una reputación pre instalada y no desarrollar esas capacidades de un personaje, es un serio insulto en la inteligencia del espectador. Tampoco ayuda para nada en este film que los encargados del guión sean Hossein Amini (Drive) y Peter Straughan (Straughan acompaño a Alfredson en Tinker Taylor Soldier Spy y a Fassbender en Frank). Estos dos guionistas se encargan de sumar incongruencias a lo loco al desarrollar la historia de manera apresurada; toda escena se siente descuidada por la sobredosis de información. Los nombres, fechas y lugares aportados son expuestos como números de la quiniela semanal y esto hace que el espectador pierda la atención sobre el espacio dado. Al finalizar cualquier dato que se dió en cuestión de la resolución, quedan opacados por un pésimo final. Michael Fassbender, Rebecca Ferguson, JK Simmons, Chloë Sevigny, Charlotte Gainsbourg, Jamie Clayton, James D’arcy, Toby Jones y regresando a la pantalla grande después de años, Val Kilmer tratan de salvar el espectáculo poniendo sus talentos frente a la cámara, el problema es que Amini y Straughan no logran adaptar correctamente la historia y los personajes que toman vida en ella. Vemos a Fassbender como Fassbender, Ferguson haciendo de Ferguson y así sucesivamente. Un dato a destacar: el regreso de Val Kilmer es arruinado completamente por un doble de voz; este doble resulta desastroso, bizarro y para colmo está fuera de sincronización. La presencia de Kilmer es una de las perlitas graciosas del año cinéfilo. De todas formas un hecho innegable de El muñeco de nieve es que posee una gran fotografía: parajes inhóspitos rodeados de nieve, montañas y niebla se muestran en la totalidad del film. Desde Oslo hasta Berger, Noruega se ve hermosa y es ideal para establecer un clima perfecto en la trama; todo esto lo lleva a cargo Dion Beebe (Collateral, Edge of Tomorrow) un excelente director de fotografía que proyecto tras proyecto se asegura que el ideal de vista sea perfecto. El trabajo de Beebe en el muñeco de nieve es lo mejor que la película ofrece. El muñeco de nieve es un comienzo fallido en la serie de adaptaciones del detective Harry Hole. Tomas Alfredson no logra cautivar ni consigue el interés del público en esta película; en cuanto a Fassbender, ya mismo tiene que encontrar un nuevo agente- sus últimos proyectos resultan ambiciosos pero en su fecha de salida terminan quedándose a mitad de camino, en el lugar de las decepciones-.
Un minuto de gloria es una película de la que no se espera demasiado, tal vez porque hoy en día prejuzgar es fácil, pero este film proveniente de Europa del Este es una de las sorpresas del año y sin dudas es necesario tenerlo en cuenta. La historia es simple: un trabajador ferroviario llamado Tvanko Petrov (Stefan Denolyubov) encuentra en una de sus salidas rutinarias una cantidad millonaria de billetes en plenas vías del tren. Tvanko no duda ni un segundo en avisar a las autoridades correspondientes, las cuales lo declaran un héroe ofreciéndole una breve -y tal vez falsa- gloria y un reloj; ese es el momento en que Un minuto de gloria (Slava, 2016) se aleja de la trama rutinaria y explora los rincones clandestinos del poder. Como si fuera uno de los episodios de la película Relatos Salvajes de Damián Szifron, este film busca atrapar al espectador con momentos que se asemejan a la vida real. El “son así”, “esto pasa acá también” va a estar presente continuamente en la mente de todo aquel que elija ver la película; las situaciones que se van presentando a Tvanko son asombrosamente verídicas, ya que pueden suceder en cualquier momento y a cualquier persona. Tvanko es un trágico héroe social, un“Bombita Darín” exportado de los Balcanes. En actuaciones, Un minuto de gloria demuestra más sorpresas. Stefan Denolyubov y Margita Gosheva funcionan como el ying y el yang actoral de esta historia; mientras él se muestra frágil e indefenso a los acontecimientos, ella controla implacablemente todo momento aplicando acción y reacción en los ideales de su personaje. De todas formas, lo que se destaca sin lugar a dudas, a pesar de la vociferación de grandes palabras de parte de estos dos grandes actores, es la complicidad de ellos con la cámara; los silencios son adecuados para cada momento y al mismo tiempo absolutamente hilarante la forma en que Kristina Grozeva y Petar Valchanov -sus directores- los presentan. Un minuto de gloria peca por ser predecible; el espectador se da cuenta que tarde o temprano la justicia va a estar presente entre toda esta serie de eventos desafortunados, no obstante, su guión es astuto, directo y engancha lo suficiente para mantenerse a flote en los 90 y pico de minutos que dura el largometraje. Francamente, esta película es una GRAN OPCIÓN si se quiere disfrutar del género comedia negra; el karma está a la orden del día y es un justo representante para Bulgaria en la próxima entrega de los Premios de la Academia.
Hace 35 años las salas estrenaban Blade Runner una película tan revolucionaria para su época que los críticos no supieron comprender y la gente simplemente no se interesó por ella; hoy esa película ochentosa es de culto. Amada por la gran mayoría delos cinéfilos y protagonizada por Ryan Gosling, Ana de Armas, Robin Wright, Dave Bautista y Harrison Ford, Blade Runner 2049 nos demuestra que las segundas partes pueden ser buenísima cosa poco usual en el cine de nuestros tiempos. Denis Villeneuve (Sicario, Prisoners, Arrival) trae una expansión de lo que fue la adaptación del libro ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick en el año 1982; Ingeniosamente Villeneuve consigue desarrollar aún más la historia de Rick Deckard (Harrison Ford) en un futuro distópico habitado por seres sintéticos. Más allá de que la historia es una continuación de la película de Scott, Blade Runner 2049 se toma su tiempo para explorar aún más ese mundo pactado que nos dejó su película previa; estamos en una sociedad más avanzada pero con la misma lluvia, las mismas calles y el mismo caos, todo es familiar y al mismo tiempo diferente. Villeneuve aporta una claridad absoluta en los aspectos de desarrollo de este mundo que tal vez en un futuro, tengamos que vivir. De todas formas el gran Roger Deakins es el dueño y señor de esta película. Como director del departamento fotográfico de Blade Runner 2049, Deakins crea espacios y situaciones memorables con su asombrosa selección de imágenes en movimiento tras la cámara. El juego de sombras, la presentación de diferentes ecosistemas, el encuentro de dos seres amados… todo pasa por el ojo de Deakins y todo se siente con una belleza y naturalidad absoluta. Estamos ante el mejor trabajo de Roger en la dirección de fotografía, un “best of the best” en su rubro y no se extrañen que tras 13 eternas nominaciones al Oscar, Roger por fin se lleve la preciada estatuilla. En este film todo fotograma cuenta una historia y esto se debe al gran profesionalismo que trae Roger Deakins al film, un eterno campeón de la gente, un people’s champ y en Blade Runner 2049 se lo disfruta como nunca – perdón a No Country for Old Man y The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford, pero 2049 se lleva el podio -. El cambio absoluto de Blade Runner 2049 es la renovación del elenco. Ryan Gosling activa nuevamente su modo “Driver” de la película Drive (2011) dirigida por Nicolás Winding Refn y nos brinda una intensa actuación interpretando al detective K, un blade runner a cargo de una investigación sobre replicants prófugos. Gosling como es de costumbre pone todo su profesionalismo para darle vida a K, pero la revelación de la película es la hermosa actriz cubana Ana de Armas (Knock Knock, Hands of Stone); esta bella actriz se lleva toda las miradas al interpretar un singular personaje que cae como sorpresa absoluta y deslumbra, sin ninguna duda, a toda la sala de cine. El resto de las co estrellas cumplen su rol correctamente; Dave Bautista alcanza un nuevo peldaño en su carrera actoral ofreciendo un rango diferente a lo que nos tiene acostumbrados; Harrison Ford regresa como su clásico personaje Rick Deckard de una manera discreta y simpática; Robin Wright nos vuelve a ofrecer intensidad y encanto como jefa del departamento de policías; y por ultimo un Jared Leto que nuevamente es víctima del hype y pasa sin pena ni gloria como el empresario Wallace. El film tiene sus sorpresas, pero para evitar caer en spoilers, el tema es mejor terminarlo acá. Es necesario estar descansado antes de ver esta película ya que resulta un poco extensa en base a un guión algo simple a cargo de Hampton Fancher y Michael Green. El ritmo de las escenas es algo lento y la película recurre a la introducción visual de manera repetitiva, pero no se engañen, a pesar de la estructura lenta que posee, el descubrimiento de espacios en el film es algo hermoso de presenciar, una obra magnifica a nivel audiovisual que agrada al público desde la primera escena. La banda sonora compuesta por Hank Zimmer y Benjamin Wallfisch recurre al empleo de remasterizar momentos cubres de la banda sonora original de Vangelis. Hay temas originales que resuenan de manera efectiva tras finalizar la película pero el punto fuerte de Zimmer es la reutilización del clásico Tears in the rain en una escena clave, sólo con eso la banda sonora se destaca, el resto es simplemente la frutilla del postre. Estamos ante una de las mejores películas del año que merece ser disfrutada en la pantalla grande, mientras más grande mejor – en IMAX es la experiencia definitiva -. Blade Runner es más que una secuela, es una expansión de lo planteado en décadas pasadas; es una película que explota los límites de las relaciones humanas con lo sintético – y se puede decir también con lo virtual -. Son 163 minutos de pasión por el cine y el género de ciencia ficción y no se puede dejar pasar. ¡Gracias Villeneuve por tanto!
La figura de Juliette Binoche se adueña de la pantalla desde los primeros minutos de Un Bello sol interior (Un beau soleil intérieur). El espectador se entera en segundos que su acompañante (interpretado por Xavier Beauvois) se encuentra sólo para recibir placer y no para complacer… y he ahí el tortuoso camino que este film nos plantea: la búsqueda de un amor correspondido. Claire Denis (Beau Travail, Les Salauds) dirige y escribe (lo segundo junto a Christine Angot) una historia insípida que no supera el límite de la presentación inicial. El guión es simplón y recrea situaciones absurdas, casi episódicas, de la vida amorosa de Isabelle. Vemos que el personaje interpretado por Juliette Binoche maneja un monólogo interpersonal fatídico en la mayoría del film “¿por qué a mí?” ;”¿qué fue lo que hice?”; “estoy cansada“… son frases repetidas que vemos en pantalla hasta el hartazgo; no obstante, el problema es que Claire Denis ofrece en el guión de la película palabras que van con la situación actual en la sala de cine al presenciar Un bello sol interior; esas sufridas preguntas que Isabelle se plantea son un espejo de lo que piensa realmente el público al sufrir viendo este insufrible bodrio francés. Tenemos a un Gérard Depardieu que comparte la línea de créditos principales como si fuera el amo y señor; la verdadera salvación del producto. Contrariamente, su presencia es un cameo extendido hacia los últimos minutos del film que deja un mínimo de complicidad y simpatía como último bote salvavidas; un bote que llega demasiado tarde y sólo se dedica a ser testigo de una masacre por aburrimiento. En el caso de Binoche, la hermosa actriz de 53 años, apenas logra deleitar al público con su hermosa figura y una actuación a la altura de las circunstancias; no se puede decir mucho más. Estamos ante grandes actores realizando su especialidad y contando con un horrible material que no está a la altura de sus talentos. El film trata de mostrar una claridad en el problema de la vida de Juliette, algo con lo cual el espectador pueda sentir una comunicación recíproca; pero en su sutil esfuerzo por lograr una culminación en la trama, se viene abajo con el cambio de perspectiva en la vida de su protagonista. Un Bello sol interior no llega a nada, es un entretenimiento pasajero y lamentablemente no posee ningún aspecto a destacar, y la salvación no llega ni siquiera en el arribo de los créditos, sino después, cuando por fin se abandona la sala.
Hay que celebrar que Warner Bros. Entertainment explore el universo LEGO de la forma en que lo está haciendo; primero con la simpática LEGO the movie (2014) luego con el universo de Batman en The LEGO Batman Movie (2017) y ahora es el turno de The Lego Ninjago Movie, la cual reúne la cultura asiática entre artes marciales, mechs (robots gigantes) y poderes ancestrales. LEGO Ninjago cuenta la historia de Loyd (Dave Franco) un joven pariah que vive junto a su madre (Olivia Munn) en la ciudad de Ninjago. Todos ciudadano de Ninjago odia a Loyd; le gritan, lo insultan y hacen su vida imposible, pero todo esto no es culpa del joven cuyo sueño es ser simplemente aceptado (Loyd es la contraparte de Emmet, el personaje principal de LEGO the Movie) sino de su padre, Garmadon (Justin Theroux), un señor de la guerra cuyo único objetivo es conquistar ciudades y matar a todo lo que esté a su paso. Sin vueltas: LEGO Ninjago juega con el conflicto de un padre y su hijo entre todo el caos que los rodean. El mundo de Ninjago es completamente espectacular, algo que sus productores Phil Lord, Christopher Miller, Dan Lin, Maryann Garger, Roy Lee y sus directores Charlie Bean Paul Fisher Bob Logan (una tropa!) vienen acertando desde el 2014 con LEGO the Movie, no obstante el guión no consigue tener el impacto de las anteriores entregas: el conflicto principal – la búsqueda de identidad y aceptación – va y viene y su enfoque se va perdiendo en las numerosas vueltas que da la historia; todo esto es interesante ya que las películas de lego recurren al descontrol absoluto, lo bizarro e inesperado para darle satisfacción al público, pero con LEGO Ninjago sus realizadores dieron – después de varios deslumbrantes films – con un punto débil. El caos absoluto y la desorientación que trae éste no logra tener una repercusión positiva en la película; todo es DEMASIADO; las bromas son excesivas y la simpatía por los personajes se va distanciando tras la sucesión de hechos bizarrisimoso sin razón alguna de suceder; los personajes reaccionan con total naturalidad ante absolutamente todo, siguiendo un camino pactado de inverosimilitudes que resultan absurdas hasta para este tipo de películas. Lo triste de todo esto es que al finalizar la película uno se da cuenta lo poco que se rió con ella (en mi caso fue solamente con el uso de Secret Garden de Bruce Springsteen en un monólogo sobre “dichosos momentos de la vida de Garmadon”). Tenemos un gran elenco en esta película: Dave Franco, Jackie Chan, Fred Armisen, Olivia Munn y Michael Peña intentan capturar la simpatía del público pero desafortunadamente no lo logran… ni por un segundo (sorpresa! Jackie Chan tampoco!) el único que realmente logra elevar escenas y evitar que LEGO Ninjago sea una verdadera decepción es Justin Theroux. Theroux se destaca en todo momento con su rol de villano. LEGO Ninjago funciona gracias a su excelente, absurda y fantástica interpretación como Garmadon. LEGO Ninjago no deslumbra y lamentablemente se va a quedar como la excepción en la excelencia de Lego. Si se disfruta de lo absurdo puede ser que la película funcione como entretenimiento, pero por lo demás Ninjago resulta aburrida, incoherente y olvidable.
En la reserva india Wind River, en el estado de Wyoming, un agente del servicio de pesca y vida silvestre de los Estados Unidos llamado Cory Lambert (Jeremy Renner) encuentra un cuerpo de una joven india oculto en la nieve. Sobre una tierra en que rige “La ley del más fuerte” y con la ayuda de una joven agente del FBI (Elizabeth Olsen), Cory intentará buscar a los culpables del crimen y, en el camino, encontrar la verdad sobre un crimen del pasado. Esta película dirigida por Taylor Sheridan (Sicario, Comancheria, Sons of Anarchy) explora los límites de la justicia y nos muestra que no todas las personas están preparadas para sobrevivir en un ambiente hostil. Viento Salvaje es una las mejores películas de este año. Taylor Sheridan – director y guionista de Wind River – nos introduce a una historia simple, sin vueltas, pero extremadamente sutil en su ejecución. Concentrando su atención absoluta en la creación de personajes con sus respectivas personalidades y motivaciones, Sheridan da la oportunidad a que el film se desenvuelva solo. Con un estilo slowburn y situaciones de extrema tensión en los momentos justos Wind River es un film estremecedor; el espectador sabe que en cualquier momento las cosas pueden explotar, no obstante Sheridan se encarga con habilidad que los personajes presientan la misma situación de peligro, estos se adelantan al posible hecho y realicen impredecibles acciones planteando una variedad asombrosa de conclusiones. Jeremy Renner junto a Elizabeth Olsen demuestran una química perfecta que permite que el público debata quiën es el verdadero protagonista de esta historia, ¿el cazador en busca de justicia o la novata agente con hambre de éxito?. La química entre estos dos actores – ya puesta en escena en Avengers: Age of Ultron (2015) y Captain America: Civil War (2016) – se nota a simple vista y realmente se agradece ver a Jeremy Renner distanciado – aunque sea por un breve tiempo – de las películas de Marvel. Elizabeth Olsen a esta altura sobrepasa el nivel de fama que tuvieron sus – ya olvidadas – hermanas. De extraño aspecto familiar a la película Fargo (1996) de los hermanos Cohen, Wind River posee un poderoso apartado fotográfico a cargo de Ben Richardson (Sand Castle,The Fault in Our Stars, Beasts of the Southern Wild). Los paisajes hablan, expresan soledad y, al mismo tiempo, el lado salvaje de la naturaleza; la fotografía de esta creación cinematográfica nos cautiva con cada detalle. En resumen: estamos ante uno de los mejores film del año y posiblemente pise fuerte en la siguiente temporada de premios, en especial sobre las categorías Mejor Guión Original y con suerte Mejor Director; pero sin dudas hay algo claro, Taylor Sheridan es un hombre de éxito, y vino para quedarse. Wind River es Imperdible, vayan a verla.
Beata Ignoranza nos relata la rivalidad de dos profesores: uno de ellos es Ernesto (Marco Giallini),un recluido profesor de italiano anti tecnología; el otro es Filippo (Alessandro Gassman), un alegre profesor de matemática open mind, adicto a las redes sociales. Desde el comienzo de la película, estos dos profesores se baten a duelo por triunfar uno sobre el otro y ganarse el cariño paterno de una joven llamada Nina (Teresa Romagnoli). Massimiliano Bruno (Buongiorno, papá, Nessuno mi può giudicare) recurre a todo cliché habido y por haber para lograr atracción en el público. El tema es que desde el inicio se puede anticipar cómo va a terminar todo, en cuestión de segundos, comenzado el film. Beata Ignoranza tiene la linealidad de una película de Adam Sandler; pase lo que pase los protagonistas terminan convertidos en mejores personas, se dan cuenta que lo que buscaban toda la vida lo tenían frente a sus respectivos ojos y, por supuesto, consiguen a la chica de sus sueños. Ven a dónde quiero llegar, ¿no? puro Sandler a la italiana. Marco Giallini y Alessandro Gassman dan lo mejor que pueden con el material que tienen; los dos son grandes actores que caen víctimas del guión chatarrero, también a cargo de Bruno. Se agradece la participación de Giuseppe Ragone y la hermosa Valeria Bilello que con sus limitados roles dan un golpe de aire fresco a este banal film italiano. El mensaje es absolutamente superficial: “los opuestos hacen uno”… por favor, no me hagan empezar a decir lo innecesariamente falso que resulta en pantalla; y en complemento, Bruno trata de conseguir sonrisas aprovechando este boom actual de redes sociales al incluir Facebook, Twitter, Instagram, etc. para tomar consciencia de las cosas. Esto está mal y no suma absolutamente nada al cambio de valores personales. ¿Quieren ver una película que utiliza las redes sociales como medio secundario de extensión hacia el público y no para afectarlo? vean Chef (2014) de Jon Favreau o mejor aún, Per sempre giovane (2016) , producto de la misma madre patria. Beata Ignoranza es una molestia como producto de salas cinematográficas, posee grandes actores pero ninguno de ellos logra adecuarse correctamente en el ojo de la cámara. La sobrexposición de la temática del film y las vueltas triviales de un director desesperado por alcance social hacen que esta película sea digna de evitar en cines.
Berlín. Año 1989, últimos días de integridad del muro que separa Alemania en dos, las agencias gubernamentales están en caos por una posible fuga de información de identidad de diferentes agentes en servicio. El MI6 en un intento desesperado por salvar la situación pone en campo a Lorraine Broughton (Charlize Theron) una experimentada agente -lo mejor de lo mejor-, para que resuelva esta delicada situación. Así comienza Atómica. David Leitch, doble de acción y director de la sublime John Wick, se encarga de exponer tras la cámara un mundo de espionaje, traición y sensualidad de una forma dinámica e impactante. Leitch deja que el estilo de Atomic Blonde (nombre original) explote en cada rincón – las luces de neón en un ambiente retro es el pan de cada día para este director – y que los colores fríos, casi como la personalidad de cada personaje en pantalla, se adueñen de la totalidad del film. Es un juego macabro el que Leitch pone en pantalla, ya que Atomic nos posiciona en una época de inestabilidad social, de llantos de desesperanza, pero gracias al estilo que le da este doble de riesgo transformado en director, la película se siente viva y funciona. No obstante la principal arma de esta película es: Charlize Theron. Charlize se adueña del título del film en segundos de dar con su presencia y es imposible pensar en otra actriz personificando a Broughton. Con un look calcado a lo Debbie Harry de Blondie, Broughton es fría, calculadora, extremadamente sexy y deja sin respiro – se puede aplicar de forma literal – a cada persona que pasa por su vida. Es genial ver a Theron en este rol ya que consigue absolutamente todo lo que quiere expresar en personaje y más. Con este film su carrera es una completa reinvención de lo que fue su “tierno” comienzo. Hace 20 años teníamos una joven que lloraba y sufría en cada película que protagonizaba, ahora tenemos a una actriz experimentada, que muestra sensualidad en todos sus movimientos y nos dice con cada gesto y palabra: “lo tierno se me fue hace rato”. Puede ser que Prometheus (2012) y Mad Max: Fury Road (2015) marcaron el comienzo de una “Theron definitiva”, The Fate of the Furious (2017) ayudó a afianzar un poco la reputación pero en Atómica tenemos a una Charlize Theron desencadenada, una verdadera arma sensual, una verdadera bomba. Si nos fijamos en el año en que transcurre la historia – 1989 – estamos al final de una década sublime en nivel musical y, claro, Atomic Blonde aprovecha ese momento. George Michael, Eurythmics, New Order, Queen con David Bowie, Falco, Nena, Depeche Mode, entre otros, se encargan de poner ritmo a las casi dos horas de duración de la película. No estamos ante una banda sonora común y corriente, sino ante himnos musicales, uno tras otro, sin descanso; Tal vez el timming, la sincronización, no sea perfecto como vimos hace poco en Baby Driver de Edgar Wright – hay que decirlo, esa banda sonora se lleva el podio a lo mejor del año – pero en esta película que cuenta un poco el extremo final de la guerra fría, la banda sonora es todo menos, justamente, fría. Si bien tiene una perfecta selección de papel protagónico y una dirección correcta llena de estilo, Atomic Blonde sufre golpes por un guion descuidado a cargo de Kurt Johnstad (300, 300: Rise of an Empire, Act of Valor). Johnstad está acostumbrado al género de acción, aun así, todo su trabajo en papel carece de sentido y es rebuscado. Es un ejemplo exacto del recuerdo de una buena salida entre amigos en la que todos la pasan bien salvo uno, el ” si, pero” que remata y arruina una buena experiencia, así se sienten los guiones de Kurt Johnstad. De todas formas Atomic Blonde es una muy grata experiencia en su género, tiene todo lo que uno puede pedir en el gran bazar del cine de tiros y tal vez en el futuro, podamos ver un poco más de la agente Lorraine Broughton en acción.
Re imaginando la películas No se aceptan devoluciones (2013) de Eugenio Debrez, Dos son familia mantiene el alma y base de la comedia mexicana con un toque de cine francés. Protagonizada por Omar Sy (Intouchables, Inferno) y Clémence Poésy (In Brudges, 127 Hours) esta remake supera con creces el film original. Sobre las playas de Marsella vive Samuel (Omar Sy) un solteron mitómano que lo único que disfruta en la vida es ir de fiesta en fiesta y ponerse a la gente en el bolsillo para beneficio propio. Un día, tras una de sus frecuentes “partusas playeras” sin previo aviso vuelve a la vida de Sam, Kristin (Clémence Poésy) una conquista pasada, con una pequeña gran novedad: una hija; Sam, confundido, no entiende absolutamente nada del encuentro inesperado y para complicar aún más las cosas, Kristin en una maniobra planeada, escapa y deja solo al joven con su pequeña hija Gloria (interpretada en una versión Gloria Colston). Entre la desesperación del momento, Sam, decide ir a Londres para contactar a Kirstin basándose simplemente por una foto de un bar en la cuenta de facebook de ella pero para sorpresa… Kristin no está ahí. Solo, sin un centavo y rodeado de un lenguaje desconocido para él, Sam decide empezar de cero como puede para criar de la mejor manera posible a su pequeña hija. Hugo Gélin, director de este proyecto, realiza un trabajo extraordinario y pone un punto y aparte sobre la obra original. Absolutamente todo lo que vemos pasa por arriba a la versión mexicana de Debrez, y su protagonista en esta versión francesa, Omar Sy, es perfecto en el rol de Sam. El actor de origen francés muestra a la perfección un rango de emociones exactas en cada momento indicado; Sy no sobreactúa y consigue la simpatía del público en segundos del comienzo de la película, a diferencia de Eugenio Debrez que con su mismo rol en la versión mexicana lo único que lograba era irritar y recordar a las personas que él dio su voz para doblar a Burro en la saga Shrek. Clémence Poésy, interpretando a Kristin como co-protagonista, se puede sumar a la lista de “arruina vidas” junto con Jenny de Forrest Gump y Summer de (500) Days Of Summer; Esto no es malo, ya que el nivel de odio que trasmite Poésy en la sala de cine, nos muestra su calibre como actriz, impecable. Hugo Gélin, director de este proyecto, realiza un trabajo extraordinario y pone un punto y aparte sobre la obra original. Absolutamente todo lo que vemos pasa por arriba a la versión mexicana de Debrez, y su protagonista en esta versión francesa, Omar Sy, es perfecto en el rol de Sam. El actor de origen francés muestra a la perfección un rango de emociones exactas en cada momento indicado; Sy no sobreactúa y consigue la simpatía del público en segundos del comienzo de la película, a diferencia de Eugenio Debrez que con su mismo rol en la versión mexicana lo único que lograba era irritar y recordar a las personas que él dio su voz para doblar a Burro en la saga Shrek. Clémence Poésy, interpretando a Kristin como co-protagonista, se puede sumar a la lista de “arruina vidas” junto con Jenny de Forrest Gump y Summer de (500) Days Of Summer; Esto no es malo, ya que el nivel de odio que trasmite Poésy en la sala de cine, nos muestra su calibre como actriz, impecable. De todas formas Demain tout Commence (título original) no se salva de un exceso de momentos “busca llantos”. El abuso de clichés es grave en esta película, se adivina al instante lo que va a suceder y ese gran plot twist del film no consigue dar el efecto devastador que busca, se haya visto o no la película original; Igualmente no se confundan, la película es extremadamente emotiva. Dos son familia es una muy buena elección para disfrutar en cines es graciosa, tierna, tiene momentos dramáticos y cuenta con excelentes actuaciones que no dejan de sorprender. Consejo: lleven pañuelos descartables.