Adaptación libre de un caso real que conmovió a la sociedad francesa, El secreto de Kalinka narra la obstinación de un hombre en esclarecer la muerte de su hija adolescente (la Kalinka del título). El hecho ocurrió en 1982, y si bien en principio las causas no estuvieron claras, las sospechas recayeron en el padrastro de Kalinka, quien la habría drogado y abusado de ella antes de matarla. Durante casi cuarenta años, André Bamberski, el padre biológico, se enfrentó a todo tipo de trabas estatales, empezando por una autopsia irregular y continuando con una intrincada serie de recovecos judiciales que siempre terminaban favoreciendo al acusado. Pero el tesón de Bamberski pudo más.
El italiano Roberto Andó no se maneja con medias tintas a la hora de demonizar (y ridiculizar) a la clase política. Ya con Viva la libertad (2013) había indagado en las fisuras de un partido de su país, donde un candidato a presidente, presa de pánico escénico, desaparece del mapa. En Le confessioni, en cambio, redobla la apuesta magnificando horizontes e incidentes. A los pocos minutos de la película ya se cuenta un muerto, nada menos que el presidente del Fondo Monetario Internacional.
Bombos y platillos precedieron al estreno de La noche en el último Bafici. Al igual de lo que ocurre con cada producción de El Pampero (en este caso, en compañía de Bomba Films), la película dirigida, guionada y protagonizada por Edgardo Castro contó con mucho ruido previo y siguió dando que hablar durante los días siguientes. Con adeptos y detractores, se transformó en el acontecimiento del festival (allí logró el Premio Especial del Jurado).
Prolífico y visceral, el cine de José Celestino Campusano fue una las apariciones más estimulantes dentro del panorama local de los últimos diez años. A lo largo de su filmografía -compuesta por nueve títulos-, el director oriundo de Quilmes supo pintar como pocos un conurbano bonaerense en carne viva, con escenarios y personajes propios. Tras un fallido intento de retratar otros universos (Placer y martirio, de 2015, donde hacía mella en la clase alta porteña) y una rápido retorno al terreno conocido (El arrullo de la araña, también del mismo año), Campusano sitúa su nueva propuesta en la Patagonia rionegrina, en una región al pie de la Cordillera de los Andes, e indaga en problemáticas tales como la identidad indígena, el abuso terrateniente, la justiciay los códigos carcelarios.
Entre las múltiples adaptaciones al cine de la obra de Fiódor Dostoyevski, en 1947 ya se registraba en nuestro país una versión de El jugador, filmada por León Kilimovsky. Luego de casi setenta años, el director Dan Gueller vuelve a llevar la breve novela del ruso a la pantalla grande, con algunas licencias respecto al original como ubicar la trama en Mar del Plata (con su obvia cercanía al casino) y barnizarla con un conflicto actual (el narcotráfico).
Después de nosotros plantea una situación por la que pasa más de una pareja a las puertas de una separación: ¿qué hacer cuando el hogar es más de uno que de otro? ¿Quién debe irse? Es el caso de María (Bérénice Bejo) y Boris (Cédric Kahn), un matrimonio de quince años que está en el ocaso de su relación. La familia de ella -de buena posición económica- compró la casa donde viven, pero él se encargó de la mano de obra. En los papeles la dueña es Maria, aunque Boris no está en condiciones solventes como para dejar la propiedad.
El cielo de la Republica Checa que se ve en Zaneta es tan gris como la realidad y el horizonte de sus protagonistas. Nos referimos a un joven matrimonio gitano, integrado por la Zaneta del título (Klaudia Dudová) y David (David Istok), que soporta estoicamente penurias econonómicas (ambos están desocupados) y una ola de racismo en el país (hay manifestaciones contra los inmigrantes). Para peor, ambos están a cargo de su pequeña hija y la hermana preadolescente de Zaneta.
De la noche a la mañana, Mathieu Vasseur (Pierre Niney) se convierte en la gran promesa de la literatura francesa. Tras un nuevo rechazo editorial, este veinteañero aspirante a escritor encuentra un manuscrito abandonado en una casa (trabaja en una empresa de mudanzas), propiedad de un ex combatiente argelino que acaba de fallecer y que no tuvo descendencia. El texto -un crudo relato de la colonización francesa en esa región- al parecer es genial y Mahtieu, claro, no duda en hacerlo suyo. El libro resulta un best seller, por lo que la vida del "autor" cobrará prestigio, fama, dinero y una novia bonita e inteligente. Pero tras el reconocimiento, el público y -sobre todo- los editores esperan un segundo paso igual de exitoso.
Roque Waterfall no se dedica a nada. No se dedica, a secas, como él mismo se encarga de aclarar. Es que este treintañero, que vive de una renta familiar en el Barrio Parque Los Andes, en Chacarita, no parece tener más preocupaciones que grabar los partidos de Atlanta en una videocassetera, leer el diario en un bar mientras se toma un vermouth o salir a dar vueltas en auto con su amigo Harry.
Pocos cineastas como Jean-Pierre y Luc Dardenne expusieron el desamparo que sufre la mujer en ciertos sectores en la sociedad europea. Alli están algunas de sus películas para confirmarlo: Rosetta (1999), El silencio de Lorna (2008) y Dos días, una noche (2014), desgarradoras historias en la que una abnegada protagonista afronta en soledad múltiples conflictos (deudas, desempleo, embarazos). Por problemática y austeridad escénica, el cine de los hermanos belgas resulta una notoria influencia para La lección, película búlgara también dirigida a cuatro manos (Kristina Grozeva y Petar Valchanov, autores además del guión) y cuyo estreno aquí debe ser el primero proveniente de aquel país en mucho tiempo. El film se centra en Nadezhda, una joven profesora de inglés agobiada por su situación económica. Su marido -practicamente un inútil- compra un motorhome que no puede pagar, y así comienza para Nadezhda una cadena de deudas que van de un leonino crédito bancario hasta un préstamo de tintes mafiosos, pasando por una humillante visita a su padre.