La ciudad de La Plata aun no se posicionó como faro de avanzada en el cine como sí lo hizo, por ejemplo, en el rock. Pero el debut de Mauro López -concebido y rodado en la capital provincial- resulta, como mínimo, una atendible rareza para la cartelera local. El hecho de que llegue a las salas cinco años después de su realización le suma curiosidad a la propuesta.
Flamante ganadora de sendas estatuillas en San Sebastián (Mejor Fotografía y Premio Especial del Jurado) y Biarritz (Mejor Actor y Crítica) , el debut de Emiliano Torres traza un fresco sobre el costado menos amable de la Patagonia argentina, aquel que no figura en los folletos turísticos, y donde el viento, la aridez, la desolación y la hostilidad son amos y señores.
Tras debutar en la pantalla grande con una película estudiantil (Caídos del mapa, de 2013), los directores Nicolás Silbert y Leandro Mark incursionan ahora en una fórmula que tan bien funcionó en la nueva comedia norteamericana y que tiene como mayor exponente a la saga de ¿Qué pasó ayer? y derivados como Proyecto X. Esto es: un grupo de amigos "adultescentes" con perfiles bien claros (el canchero, el looser, el freak) organiza un fiesta repleta de excesos, cuyas consecuencias derivan en robos, engaños y persecuciones.
¿Quién fue realmente Juan Arruti? Es la pregunta-disparador que se planteó su hija Mariana para desentrañar la identidad de este obrero sindicalista que murió en circunstancias nunca esclarecidas y sobre quien la familia posó un manto de silencio. La directora tenía cuatro años cuando perdió a su papá, en septiembre de 1973, por lo cual sus recuerdos son prácticamente nulos. A través de testimonios de quienes lo conocieron y que ahora se atreven a hablar (esposa, hermanos, sobrinos, compañeros de militancia), el documental es un viaje tras las huellas de una figura tan admirada como -al menos para el núcleo familiar- controvertida.
No se augura una buen cumpleaños para un actor desocupado si los planes se reducen a soportar el mal humor de su mujer, rogar un papel de tercera línea en una publicidad y tener que hacerse cargo de las cenizas de su hermano gemelo, con quien no tenía la mejor relación. Quien padece todas estas situaciones el día que cumple 50 años es Julio Cabrera (Javier Lombardo), actor caído en desgracia que, luego de ser parte de una novela exitosa, nunca más pudo reacomodar su carrera.
Son contadas las cosas que están claras cuando transcurre Los ausentes y no mucho más se sabrá luego del último fotograma. Es que el debut de Luciana Piantadina -habitual guionista de Adrián Caetano- se inscribe en una reciente camada del cine local, que opta por filmar el interior del país despojándolo de los estereotipos campestres y que prioriza los climas y los riesgos formales en detrimiento de la acción dramática.
Histriónico, recargado, bizarro, cínico, eufórico. Así es el mundo del cine y el teatro (sus bambalinas, más precisamente) que a Santiago Giralt le gusta retratar en sus películas. No es la excepción Primavera, que integró la Competencia Argentina del último BAFICI (también pesentó Jess & James, de próximo estreno).
Los cazatalentos siempre fueron una figura difusa dentro del engranaje del fútbol argentino. Cual curadores, recorren clubes de barrio, ligas amateurs, potreros y demás espacios alejados de los radares en busca de algún "tapado" para llevarse a su club. Algunos de estos operadores cobran notoriedad al adjudicarse descubrimientos estelares. El caso más conocido fue el de Francis Cornejo, quien divisó antes que nadie un futuro lleno gloria para Diego Armando Maradona y se lo llevó a Argentinos Juniors.
Promediando La luz incidente, la cámara se posa en el rostro tenso del personaje de Érica Rivas mientras baila el vals con su flamante marido. Algo no anda bien, y es inevitable retrotraerse al episodio de Relatos Salvajes (2014) en el que la actriz dinamita su propia boda. Pero hubiese resultado una estridencia que no cuajaría con una película donde el dolor y el malestar se cocinan a fuego lento durante todo el metraje.
A María Luz Carballo no en vano se la conoce como María Blues. Más allá de la cacofonía del apodo, esta música argentina logró hacerse de un nombre en el género no sólo por sus vínculos (es sobrina de Celeste Carballo y fue novia de Pappo), sino también -como diría Roberto Arlt- por prepotencia de trabajo. Con tan solo veinte años (hoy pisa los cuarenta), María dejó su Devoto natal y emigró hacia Chicago, cuna del blues, con el objetivo de ganarse la vida cantando y tocando la guitarra. No le fue fácil: al principio pasó penurias económicas y emocionales, pero con el tiempo supo ganarse un lugar en la escena de la ciudad norteamericana y tuvo dos hijas. Y siempre está soñando con volver.