La (primera) pelea del siglo La secuela de El Hombre de Acero no sólo presenta en sociedad a la nueva versión del hombre murciélago sino que también potencia a toda la galería de personajes de DC Comics en una película sombríamente eficaz Catorce años tardó Warner Bros. en darse cuenta del potencial de los personajes que ostenta a través de su filial editorial DC Comics. Pasó casi una década y media desde que Wolfgang Petersen (La Tormenta Perfecta, Troya) fue anunciado como el director de este enfrentamiento que finalmente quedó en la nada y fue retomado tras el (moderado) éxito del filme El Hombre de Acero que presentó al nuevo Superman de Henry Cavill. Y fueron catorce años en los que Marvel Films le sacó una ventaja irrecuperable en base a una sucesión de películas que lograron crear un infinito universo de superhéroes que desfilan a razón de filmes por año por la pantalla grande, sin contar las serie televisivas que complementan estos productos. Pero el momento de recuperar terreno ha llegado y con Batman v Superman: El Origen de la Justicia, el estudio hollywoodense quiere subirse al podio de un salto, nuevamente con el director Zack Snyder a la cabeza de un proyecto tan ambicioso como espectacular. Vamos a dividir este monstruo fílmico de 151 minutos de duración en dos categorías para poder desglosarlo mejor. Lo bueno: Desde el vamos, lo mejor de esta película es sin dudas (y por mal que a muchos detractores les pese) Ben Affleck en el papel de Batman. El director de Argo sorprende por la gran caracterización del millonario Bruce Wayne (más parecida a los videojuegos de la serie "Arkham" para entendidos) que al que interpretó Christian Bale en la última trilogía fílmica del héroe. Affleck no sólo ha adquirido el tono muscular sino que sabe llevar muy bien el ritmo de la actuación y opaca a Cavill en una gran parte de la producción. El segundo punto a destacar es la fotografía del filme, a cargo de Larry Fog, que le permite a Snyder retratar muy bien la dicotomía que existe entre las ciudades de Gotham y Metrópolis y que definen el carácter de cada uno de los personajes, pero por sobre todo, le otorgan a los últimos 35 minutos del filme una épica digna de la recordada 300, el trabajo que encumbró al director. El tercer tanto a favor es la interconexión que plantea la historia con otros personajes del universo de DC Comics y los "preparativos" que hace el director para la futura película de La Liga de la Justicia a través de secuencias oníricas y "ganchos" en el guión que no hacen sólo sumar minutos sino también expectativas. Por último, el casting del filme continúa siendo más que acertado ya que a los protagonistas de El Hombre de Acero se le suman el ya mencionado Affleck, Jesse Eisenberg como Lex Luthor, Holly Hunter como una senadora interesada en registrar la actividad de Superman. Gal Gadot como la Mujer Maravilla y el gran Jeremy Irons como el mayordomo Alfred. Lo malo: El director Zack Snyder hace durar al film más de dos horas y media en base a gran cantidad de escenas en las que abusa de la cámara lenta al punto de que debería intervenir la justicia penal, así como también la repetición una y otra vez de escenas que se repiten una y otra vez a lo largo del filme, como subestimando la memoria del espectador. Si bien Eisemberg logra una gran versión del villano Lex Luthor, en ocasiones es tan psicótica que llega a parecerse a El Guasón y en otras parece sobreactuado. Pero eso sí, no cansa. Las motivaciones de los héroes para enfrentarse en un "mano a mano" (que por cierto ya se ha visto muchas veces en los comics) está un poco tirada de los pelos aunque conociendo el material de donde provienen estas historias, se pude pasar por alto con tal de ver el espectáculo visual que resulta del enfrentamiento. En definitiva, es casi imposible para los cinéfilos perderse este evento cinematográfico mundial que será el punto de partida para una aventura mucho más grande que no tardará en llegar y el primer gran enfrentamiento del año ya que en un mes llega el contragolpe de Marvel con el Capitán América en un mano a mano con su amigo Iron Man en Guerra Civil.
De tribuno a detective El film del siempre efectivo Kevin Reynolds se centra más en el misterio de la desaparición del cuerpo de Jesús que en recontar la historia de la Biblia y eso le gana muchos puntos. La Pascua es siempre un tiempo efectivo para estrenar películas basadas en la vida de Jesús. Y quizá por esto, alguien pensó que también sería bueno para estrenar una sobre la vida del hijo de Dios. Los 600 millones de dólares que recaudó La Pasión de Cristo (de 2004) de Mel Gibson es un fundamento más que bueno para esta teoría. Es por eso que La Resurrección de Cristo (conocida en su país de origen como Risen - resucitado), originalmente pensada como una secuela de ese filme, viró hacia el género policial y encontró en el director Kevin Reynolds un buen realizador. Reynolds –recordado por sus adaptaciones de Robin Hood (con Kevin Costner) y Montecristo pero también por Waterworld- encaró el filme como una suerte de El Nombre de la Rosa pero en la época del Imperio Romano, con un tribuno convertido en detective ocasional que busca resolver el misterio del robo del cuerpo de Yeshua, un hombre que algunos días antes fue crucificado al que él mismo vio morir. Y lo que comienza como una búsqueda rutinaria en la vida de Clavius (Joseph Fiennes), al que le asignan un ayudante llamado Lucius (Tom Felton, el Draco Malfoy de las películas de Harry Potter), pronto se transforma en una serie de intrigas que lo lleva a pensar que hay algún tipo de poder detrás de toda la movida. El filme se maneja muy bien con los suspensos creados por el realizador y los guionistas, a lo que ayuda la muy buena ambientación, y el interés se acrecienta con algunas secuencias de acción, persecuciones y la fe de Clavius en sus dioses, que se ve constantemente en jaque ante los emotivos testimonios de los seguidores de Yeshua. El otro gran punto es la elección de los actores, con Fiennes interpretando sus escenas con gran acierto, en tanto que es más que destacable el retrato que se hace de Jesús, al que interpreta el actor neozelandés Cliff Curtis, quien le otorga un aspecto muy diferente a la clásica imagen que se tiene del personaje de facciones europeas. La Resurrección de Cristo, se convierte en una interesante alternativa para estas mini vacaciones de Pascua, para todos aquellos que prefieran dejar a Suar, Batman y Superman de lado y encarar por el lado espiritual del cinéfilo.
Mucho kung fu, pocas ideas La nueva (¿y definitiva?) entrega del divertido personaje trae más de lo mismo y no innova en absoluto en la historia. Aunque con los chicos riendo al lado, ¿qué importa eso? "Si sólo haces lo que sabes hacer no vas a llegar a ser más de lo que eres hoy", le dice el maestro Shifu a su alumno Po en una de las escenas de Kung Fu Panda 3, la nueva (¿y definitiva?) entrega de esta trilogía de films que empezó allá por 2008. Irónicamente, el destacado alumno le responde: "Pero yo no quiero ser más, me gusta lo que soy". Y esa parece ser el nivel de aspiración del estudio de animación Dreamworks para realizar esta tercera película, que quizá logre una buena taquilla (aunque desde la semana que viene deba enfrentarse a una catarata de tanques como Batman v Superman) pero no pasará a la historia como un trabajo destacable. La vara con que se mide esta afirmación radica en la Biblia de las películas animadas: Toy Story. Cada una de las (hasta ahora) tres películas de estos personajes se destacaron por una historia que supera a la anterior y las innovaciones tecnológicas mientras que las de Kung FU Panda parecen ser un videojuego en el que el protagonista se enfrenta a enemigos cada vez más peligrosos. Y todo eso se ve minimizado por una serie animada que iguala en calidad a los filmes. En este caso, Po deberá enfrentarse a Kai, un ex compañero del antiguo maestro Oogway (la tortuga que desaparece en la primera entrega) que regresa del plano espiritual después de 500 años para cobrarse venganza absorbiendo la energía vital de sus discípulos, más conocida como "Chi". Po además logra encontrarse con su padre que llega a su aldea llamado por la fama del panda perdido hace décadas y lo lleva a su tierra natal para entrenarlo y convertirlo en un maestro del "chi". Lo que sí es destacable de esta producción co dirigida por el debutante Alessandro Carloni y Jennifer Yuh (responsable de la segunda entrega) es que logra mantener el humor de la original en base a gags, muchos de ellos basados en las voces de los protagonistas, y la siempre efectiva idea de romper los moldes y lugares comunes construidos por los exponentes más famosos de las películas de artes marciales. La calidad de la animación es el otro fuerte de esta película en la que todos los personajes tienen un tratamiento detallista en sus diseños y una fluidez de movimientos que demuestra lo lejos que se ha llegado en este arte, que ya desplazó casi definitivamente a la animación clásica en 2D, que por cierto se utiliza en ciertos pasajes para contar tramas ubicadas en el pasado. En definitiva, aquel que vaya buscando ver una nueva película de Kung Fu Panda saldrá del cine con una sonrisa y la alegría de los niños a los que acompañe a verla. Eso sí, si buscan algo que compita con, por poner un ejemplo, Intensa-Mente.... Lo mejor será seguir esperando al próximo estreno de Pixar, empresa en la que también se ha colado la idea de facturar con secuelas a cualquier precio y eso se verá muy pronto en Buscando a Dory.
Un policial de los de antes Una nueva incursión en la historia de estas mafias de narcotraficantes franceses, en esta ocasión vista desde el punto de vista local. Hace ya 45 años (toda una vida) la llamada French Connection se hizo conocida en todo el mundo merced al recordado filme Contacto en Francia que dirigió William Friedkin y protagonizaron Gene Hackman y Fernando Rey, que se llevó nada menos que 4 premios Oscar. En aquella ocasión, la película echó luz sobre una problemática que llevaba instalada en Francia varias décadas: las varias bandas de narcotraficantes que recibían desde oriente la morfina base que luego utilizaban para fabricar heroína de gran pureza que luego distribuían no sólo en el resto de Europa sino también en los Estados Unidos. Y si bien Contacto en Francia (y su secuela de 1975 dirigida por John Frankenheimer) transcurría en gran parte en los Estados Unidos, este filme de Cédric Jimenez analiza el caso desde el punto de vista local y hace foco en la lucha del juez Pierre Michel (un intachable Jean Dujardin) para acabar con la banda liderado por el napolitano Gaetan "Tany" Zampa (Gilles Lellouche) que operaba principalmente en Marsella. Prestos a analizarla, la película –de 135 minutos- presenta una estructura del policial clásico de los años ´70,con protagonistas que no le temen a nada con tal de cumplir con sus objetivos y una narración en la que no predomina la acción como vienen haciendo el cine galo en la última décadas y media , sino el relato. De esta manera, Conexión Marsella se convierte en uno de esos filmes que merecen la pena ser vistos, aunque más no sea por la historia o por la nostalgia de reencontrarse con este tipo de cine. Las actuaciones de todo el elenco son más que meritorias, destacándose los dos protagonistas a los que el director coloca todo el tiempo como la contracara el uno del otro, mimetizándolos hasta el punto de retratarlos muy parecidos en el filme (ambos utilizan un peinado y vestimentas muy similares, por ejemplo) para resaltar esta contradicción. El otro gran mérito de Jimenez es haber logrado hacer retrocedes arquitectónicamente a la ciudad de Marsella unos cuarenta años en el pasado, cuando se la veía como una pequeña ciudad costera en la que se ocultaban los sujetos más peligrosos de Europa, así como la reconstrucción de lugares como la disco Krypton. La música también juega un papel preponderante en un filme que se perfila tranquilamente como un gran homenaje al cine policial de los años ´70 y no decepciona en ningún momento de su extensa duración.
Manual de instrucciones con pocos datos Un grupo de adolescentes traviesos se encuentran con un poder que apenas pueden enfrentar pero, por fortuna, tienen celulares a mano. Y todo está en la web. Como dijimos un par de semanas atrás, asustar es difícil en los tiempos que corren. El terror real está a la orden del día y un par de videos del ISIS son capaces de generar más impacto que la más producida de las películas del género. Por eso, el realizador alemán Marcus Nispel (ese que se animó a recrear La Masacre de Texas y Viernes 13 con resultados dispares) se anima a hacer su primera película de terror original. Y se quedó en el camino. En #Exorcismo (film que también responde al nombre de Exeter o Backmask) Nispel vuelve a las raíces de películas que tanto éxito tuvieron en los ´80 como Diabólico (Evil Dead) o Noche Alucinante de Sam Raimi en la que un grupo de jóvenes libera un poder demoníaco en un lugar alejado del resto de la humanidad. En este caso, un grupo de adolescentes de una pequeña ciudad arman una fiesta en un asilo abandonado en donde el sexo y las drogas están a la orden del día (o de la noche mejor dicho) hasta que encuentran un viejo disco de vinilo y deciden reproducirlo al revés en busca mensajes satánicos, subliminales o cualquier indicio de algo extraño. Lo peor es que, contra todo pronóstico, los jóvenes invocarán un antiguo poder que se desatará causando estragos y poseyendo uno por uno a los presentes. En ese momento, lo único que podrán llevar adelante es un exorcismo pero ¿dónde hay un cura cuando se lo necesita? #Exorcismo es un filme que, al igual que hizo Scream en su momento con los asesinos seriales, le agrega un toque de modernidad al subgénero de los exorcismos con tablets y celulares en los que los protagonistas encuentran las claves para llevar a cabo un ritual que no es para cualquier tipo de corazón. Y si bien en la primera media hora (y un poco más también) la película da muestras de frescura, la cosa decae en la segunda mitad hasta convertirse en una muestra de todos los lugares comunes de este tipo de productos con adolescentes que parecen subnormales y asesinatos "gratuitos" que no asustan y llevan a preguntarse cuál es el coeficiente intelectual del guionista. Eso sí, las escenografías "estilo Nispel" están: pasillos manchados con grafittis, sangre y mugre en todas las paredes, inodoros tirados por el piso y todo eso bajo un filtro sepia que hace parecer al asilo donde se desarrolla la trama un lugar verdaderamente tétrico y desolador. Eso sí está bien. En definitiva, #Exorcismo no es un filme del todo malo pero tampoco una fuente de inspiración y originalidad y aquel que vaya buscando eso que ve en todas las demás películas de este tipo es muy probable que salga conforme de la sala.
Casi una película argentina Un filme español reúne un casting soñado para cualquier producción nacional: Rodrigo de la Serna, Joaquín Furriel y Luciano Cáceres conforman una banda de delincuentes que roban nada menos que un banco Las coproducciones del cine nacional con España son cada vez más comunes en los últimos años y de esta manera han llegado a las pantallas locales éxitos como El Secreto de sus Ojos, la más reciente El Clan, Metegol y , entre otras, pero también decepciones como Séptimo, Corazón de León, El Desafío, y un largo etcétera que demuestra que a gran presupuesto no hay nada garantizado. Cien Años de Perdón, que se estrena esta semana, viene a poner algo de equilibrio en estas dos listas. Por un lado tenemos un reparto multiestelar compuesto por tres actores argentinos de primera línea como Rodrigo de la Serna, Joaquín Furriel y Luciano Cáceres, y por el otro un filme que parece quedarse en buenas intenciones. Vayamos por partes: No es que las actuaciones de los ya mencionados -a los que se les suma el local Luis Tosar- sean malas ni mucho menos; ni que la dirección sea errada (nada más lejos de la realidad) sino que lo que nos están vendiendo es una película española disfrazada de argentina. La historia del filme narra como una banda de delincuentes liderados por El Uruguayo (De la Serna) toma por asalto un banco con la intención de saquear las cajas de seguridad y escapar por las alcantarillas (toda similitud con el "Robo del Siglo" liderado por el también oriental Luis Mario Vitette Sellanes en 2006 es pura coincidencia o quizá un robo con 100 años de perdón) hacia una estación de subte abandonada. Pero... ¡oh! Resulta que el día elegido para dar el batacazo es una suerte de convergencia de desgracias: una lluvia torrencial ha inundado el túnel, la gerenta del banco ha sido despedida y planea su propio golpe y los políticos de turno parecen muy interesados en una caja de seguridad en particular. En definitiva, la primer media hora de película resulta por demás interesante pero luego la cosa deriva en un filme de negociaciones que se vuelve pesado e interminable con el paso de los minutos, cortesía del guionista que estáacostumbrado a productos de este tipo. No es que sea su culpa. De todas maneras, la producción tiene sus muy buenos momentos de tensión, de acción y hasta de humor de la mano del personaje de Joaquín Furriel que en esta ocasión no desperdicia ninguna de sus apariciones en pantalla y deja una imagen más que positiva. De la Serna cumple como siempre con un personaje memorable, mientras que Cáceres hace lo propio con una suerte de contrapunto con el personaje de Furriel, con bastante efectividad. En definitiva, si elige esta semana Cien Años de Perdón no se arrepentirá aunque con tantos buenos productos en pantalla que la entrega del Oscar nos dejó, será sólo una opción más entre varias.
Amor a la distancia Otra de las candidatas a llevarse el Oscar por mejor película se estrena esta semana en la Argentina y cuenta con la destacada actuación de Saoirse Ronan. Saoirse Ronan es una actriz que a sus 21 años ya recibió dos nominaciones al Oscar –una de ellas por el filme que ahora reseñamos y otra por Expiación, Deseo y Pecado- y que se hizo conocida hace cinco años como la pequeña y efectiva asesina de Hanna. Su carrera resulta no menos que prometedora y en cierto punto comparable con la de Jennifer Lawrence, la otra gran intérprete de esta época que a sus 25 años acumula cuatro postulaciones –en una de ellas ganadora- y que compite este año por Joy en la categoría "Mejor Actriz". Con este antecedente, todos los ojos que se posen sobre la pantalla a la hora de ver Brooklyn estarán centrados en esta joven actriz de nombre difícil de pronunciar pero de origen norteamericano que no defrauda en absoluto. Ocurre que Brooklyn es sin mucho análisis un filme de época, en este caso uno inspirado en la novela de Colm Tílbin del mismo título que relata el viaje de una joven inmigrante irlandesa a la ciudad de New York en la década de 1950. Eilis Lacey, de apenas 20 años, zarpa de la tierra de los duendes con destino a la de las oportunidades y allí emprende otro viaje: el del autodescubrimiento y es ahí donde el director John Crowley (Circuito Cerrado) acierta con su visión de la novela ya que Ronan logra mostrar con grandioso realismo la transición de una joven insegura a una mujer independiente que busca realizarse en una tierra extraña sin resignar sus valores. Pero además, el filme narra convenientemente no una sino dos historias de amor: la de Eilis con su enamorado (Emory Cohen) y con su familia, a la que extraña horrores e idealiza en interminables cartas. De todas formas, el relato está muy bien llevado para un filme de época y el director no abusa de las escenografías y no se coloca jamás en un plano solemne en el que las palabras del autor se vuelven algo sacro, un mérito en el que también tiene mucho que ver el guionista Rick Hornby, un experto en la materia de la adaptación que tiene en su CV nada menos que a Alta Fidelidad, esa joya de la década pasada que protagonizó John Cusa junto a Jack Black. De esta manera, Brooklyn se convierte en una buena opción frente a la gran cantidad de estrenos que arremeten contra un público que intenta disfrutar de las vacaciones.
Terror americano a la japonesa Tras varios años sin adaptar ningún clásico nipón, el cine norteamericano regresa a ese país para contar una fábula sobrenatural que cumple con el objetivo de asustar Un bosque cercano al imponente Monte Fuji al que los jóvenes se dirigen para cometer el hara-kiri es el escenario de esta nueva incursión norteamericana en el terror aunque con condimentos propios del cine del país del sol naciente. Jason Zada, un director que debuta con este largometraje tras realizar varios cortos del género del chucho, busca –no sólo a través del bosque- sino con la experimentación constante los mejores planos para asustar a adolecentes desprevenidos para los cuales esta puede ser su primera salida a ver una de terror. Eso sí, los más veteranos en el género puede ir retomando la idea de comenzar a ver acción o comedia porque nada nuevo resulta de esta película que se apoya mucho en lo sobrenatural mediante maquillajes, oscuridad y efectos especiales y muy poco en las actuaciones de sus protagonistas. Natalie Dormer, la actriz británica que interpretó a Ana Bolena en la serie The Tudors y Margaery Tyrel en la no menos aclamada Game of Thrones interpreta en El Bosque Siniestro un doble papel: las gemelas Sarah y Jessica Price. La historia comienza cuando la primera parte a Japón desde los Estados Unidos a buscar a la segunda que ha desaparecido. Una vez en ese país, Sarah descubre que su depresiva hermana entró en el bosque y no consigue a nadie que la acompañe a buscarla hasta que un periodista y un guía le prestan atención y la llevan al lugar. Pero según los hombres, el bosque busca en el alma humana los miedos y los usa contra las personas por lo que Sarah deberá luchar contra sus demonios internos y preguntarse a cada paso si lo que ve es real o producto de su imaginación. Quedará en el público determinar si esta película hace buena taquilla y pasará a la posteridad por algún detalle en especial o quedará en la pila de DVD´s de terror de algún videoclub a la espera de que alguien la note. En el caso de este crítico, la segunda opción es la segura aunque gente joven siempre habrá.
“48 horas” con animalitos La nueva producción de Disney cuenta con el trabajo de nada más y nada menos que tres directores y siete guionistas. Así no hay quien pierda Disney lo hizo de nuevo: no sólo retomó su tradición de hacer películas protagonizadas por animales como Robin Hood, El Rey León o la más reciente La Princesa y El Sapo sino que incluso, partiendo de una premisa mil veces vista, dio a luz un film de esos que los chicos piden ver una y otra vez (y los grandes acompañan). En este caso, la historia remite en un principio a ese gran policial de Walter Hill llamado 48 horas (1982) que lanzó a la fama a Eddie Murphy y agregó otro hit a la carrera de Nick Nolte, es decir, un policía recto se une a un criminal de poca monta para a atrapar a peligrosos delincuentes. Claro que, viniendo de Disney, la cosa va así: en un mundo habitado por animales, los mamíferos predadores han evolucionado al punto de llegar a convivir en paz y armonía con los herbívoros en una mega ciudad llamada Zootopia donde, a pesar de todo, los recelos no han sido enterrados. La protagonista es una coneja llamada Judy Hopps que, tras convertirse en la primera de su clase en graduarse de policía, logra que le asignen su primer caso: encontrar a una nutria desaparecida en misteriosas circunstancias. Coneja de cuidado, Judy manipula a un zorro que vive de estafar a los ciudadanos de Zootopia (aunque sin causar daño alguno) y consigue que la ayude a seguir las pistas que la llevarán a descubrir que pasó con la nutria. Lo cierto es que Zootopia es el tercer estreno animado de Disney en tan sólo un año teniendo en cuenta los dos de Pixar (Intensa-Mente y Un Gran Dinosaurio) y eso da cuentas de las ganas que tiene la empresa de copar un mercado en el que tenían predominio pero en los últimos años les salió una fuerte competencia (ver Snoopy, los Minions y otra tantas joyas animadas de los últimos tiempos) y ahora hay que poner toda la carne en el asador. De esta manera, Zootopia cuenta con nada menos que tres directores: al ideólogo Byron Howard se le sumaron Rich Moore (responsable de Ralph El Demoledor) y Jared Bush. Pero además, la presión ha llegado a que la película tenga acreditados siete guionistas: los tres directores más Josie Trinidad, Jim Reardon, Phil Johnston y Jennifer Lee, todos ellos veteranos escribas de películas y series como Wall-E, Ralph El Demoledor, Tiny Toons y Frozen, entre otras. Disney ha tenido demasiadas fallas en los últimos tiempos como Tomorrowland y es hora de minimizar errores, por lo que parece. Por lo demás, el filme es una genial sucesión de ideas, diseños y talento desplegado a un nivel sin igual. Si bien es cierto que hay estudios pisándole los talones, Disney saca el máximo provecho al hecho de tener de su lado a los máximos responsables de Pixar (el ex propietario de esa empresa y actual director creativo de Disney es el productor ejecutivo) y por eso se ve la mano artesanal en cada fotograma (si es que todavía existen) de la producción. Punto aparte para la participación de Shakira que interpreta a Gazelle, una cantante que en Zootopia tiene una voz preponderante por sobre todo el resto de los artistas y que hipnotiza con su tema "Try Everything", su nuevo hit que ya suena en todas las radios y YouTube. Pero además, Zootopia retoma también la tradición de agregar un mensaje extra dentro de la historia, en este caso una historia de superación para el caso de la coneja, de redención para el zorro y opinión política para los mayores. En definitiva, Zootopia es una opción más ideal para llevar a los chicos antes de que termine el verano y, en el futuro, una compra segura en el local de DVD´s con el fin de disfrutar una y otra vez de todos y cada uno de los momentos que provee este filme.
La olla a presión que destapó en 2002 la detallada investigación periodística que llevaron a cabo los miembros de la sección "Spotlight" del periódico The Boston Globe sobre las decenas de abusos sexuales perpetrados por los miembros del clero de esa ciudad norteamericana durante las últimas décadas fue el punto de partida no sólo para la publicación de más de 600 artículos sobre el tema que les valieron el premio Pulitzer sino también el inicio del punto de quiebre que provocó una profunda crisis interna y de fe en la Iglesia Católica. Este gran escándalo no sólo divulgó los casos ocurridos en Boston sino que despertó en la sociedad norteamericana la conciencia sobre este tipo de crímenes cometidos por los miembros de la Iglesia al punto que minó la confianza en las instituciones religiosas y varios casos ocurridos, no sólo en los Estados Unidos sino a nivel mundial. Los lectores podrán recordar, entre otros casos que han conmocionado a la sociedad, al cura Julio César Grassi que contó con la complicidad del sistema judicial y la curia local para evitar ir a prisión durante varios años. Lo mismo ocurría en Boston hasta el años 2002 y cuando los periodistas del Globe, todos ellos de raíces católicas, fueron encomiados por su nuevo editor –Marty Baron (Liev Schreiber), de origen judío- para investigar estos hechos, muchos de ellos pusieron en duda su propia objetividad en el tema pero lo afrontaron con profesionalismo hasta descubrir algo que los llevó más allá de las fronteras de su país. En este punto, "En Primer Plana" llega quince años después de que comenzara la investigación original para relatar con lujo de detalles como fue que Walter "Robbie" Robinson (Michael Keaton) y su equipo fueron siguiendo las pistas que terminaron con la impunidad no sólo del clero sino también de toda la cadena de abogados, policías y jueces que los protegía. Más tarde descubrirían con asombro que el paraguas no era exclusivo de los Estados Unidos sino también del Vaticano pero esa es otra historia. El director Tom McCarthy se toma los 128 minutos de película para contar su historia sin contratiempos ni pérdidas de tiempo, en forma objetiva, como corresponde al periodismo. No hay tiempo para historias de vida, sólo para testimonios que contribuyen a la causa. La cinematografía del filme tampoco busca sorprender, con tomas clásicas que no buscan la acción porque no la hay, pero sin desentonar en absoluto. El guión también es un logro ya que abarcar los casi dos años que duró la investigación en el tiempo antes mencionado es muy meritorio. Es más, ni siquiera hay música y cuando suenan algunas melodías casi al final del filme, ahí se cae en la cuenta de que todo se trata de una película pero tan bien contada y actuada que no lo parece. No por nada Mark Ruffalo y Rachel Mc Adams obtuvieron sus nominaciones al Oscar como actor y actriz de reparto, las mismas que hubieran obtenido cualquiera de los otros intérpretes porque "En Primera Plana" es una película en la que todos los actores tienen su tiempo para lucirse, sin privilegios de cartel. En definitiva, esta película se inscribe en la línea de esos filmes que se proyectan en escuelas de periodismo para dar una idea de lo que el trabajo conlleva y en la que títulos como El Informante, Todos los Hombres del Presidente, El Diario y Live from Bagdad (estas dos últimas también protagonizadas por Keaton, que casualidad) que no sólo entretienen sino que también informan y que sin duda se hace merecedora de las seis nominaciones al Oscar que ostenta.