Más Vengadores que nunca La tercera película del héroe embanderado se parece más bien a Los Vengadores por la historia a gran escala que narra y el interminable reparto de actores con el que cuenta. Finalmente llega a las pantallas locales la tercera y definitiva entrega del Capitán América, el héroe que a muchos puede parecerle una burda propaganda de los Estados Unidos pero que no ha sido más que una grata sorpresa desde la primera película para aquellos que supieron ser sus más acérrimos detractores durante años. Con un asombroso récord de cinco películas en cinco años (contando las dos entregas de "Los Vengadores"), el Capitán ha dado vuelta la balanza en la Segunda Guerra Mundial, defendió la Tierra de una invasión extraterrestre, detuvo una conspiración de ribetes internacionales y salvó al mundo de una inteligencia superior que planeaba exterminar a la raza humana. Sin embargo, la nueva aventura –que podría considerarse tranquilamente una Vengadores 2.5 - lo enfrenta con unos contrincantes que se la van a poner difícil: sus propios amigos y camaradas. La trama encuentra al grupo de superhéroes divididos ante una decisión que les puede costar muy caro: todos deben someterse sin reparos a la supervisión de las Naciones Unidas, algo que no se ve del todo mal salvo porque el Capi le encuentra la trampa a la ley. Para colmo de males, la reaparición de "Bucky", el entrañable amigo del protagonista transformado en un asesino a sueldo por los comunistas de antaño, no hace más que empeorar la situación por lo que Tony Stark, alias Iron Man, se propone detener a su aliado cueste lo que cueste. De esta manera comienza una carrera contrarreloj para atrapar al Capi y a un reducido grupo de Vengadores que se unieron a su nueva cruzada por salvar el mundo. Los guionistas de la película se basaron tanto en la historieta "Civil War" así como también "El Juicio del Capitán América" pero sin limitarse a copiar las escenas y los diálogos, sino innovando y lograron así una amalgama increíble en la que anida una subtrama que sorprende al espectador a cada paso y en la que los clichés de las películas de superhéroes han quedado al margen para contar una historia antológica. Los directores, los hermanos Joe y Anthony Russo logran una vez más salir bien parados de una tarea para que la que parecen haber hecho todos sus deberes en el pasado. La mezcla entre el cine catástrofe de la década del ´70, la acción explosiva de Marvel y la velocidad que le imprimen a la trama una vez que arrancan los hacen imparables. Si en el Capitán América y el Soldado de Invierno los Russo llegaron muy alto, en Civil War sobrepasan la estratósfera mientras se preparan para dirigir la nueva película de Los Vengadores, que llegará en 2018. En contra del filme sí se pueden achacar que tarda algunos minutos en arrancar, qué es muy largo (¡2 horas y media!) y que no permite un viaje al baño a riesgo de perderse la trama; pero todo eso se ve eclipsado por el genial tratamiento de los personajes, los ya conocidos y los recientemente incorporados como Ant-Man y el nuevo (mejor dicho el tercer) Spider-Man que acá interpreta Tom Holland y cuya participación sirve como introducción a las nuevas películas que saldrán del personaje, comenzando por Homecoming, que se estrena en 2017. En definitiva, si hace un mes y medio atrás se decía que Batman vs Superman era el combate del siglo que nada podría superarlo, habría que echarle una mirada a Capitán América Civil War para reconsiderar esa postura ya que además de la pelea entre el protagonista y Iron Man la película tiene muchísimo más para ofrecer, y todo al alcance de una entrada de cine.
Mala memoria Otra película, que esta vez llega desde Australia, muestra a un psicólogo que se enfrenta a un gran dilema sobrenatural. Eso sí, cualquier parecido con “Sexto Sentido” es meramente casual. El psicólogo Peter Bower sobrelleva una vida rutinaria y triste mientras atiende pacientes por demás extraños mientras sobrelleva la pesada carga de haber perdido a su hija luego de una distracción fatal. Sin embargo, la aparición de una extraña muchacha y una sucesión de sucesos por demás extraños alteran su entorno al punto de llevarlo a pensar que todos sus pacientes estén muertos. Antes de que sea demasiado tarde, Peter deberá investigar profundamente en su pasado para descubrir un terrible secreto que olvidó por completo y que sólo él puede sacar a la luz. Ante una primera impresión, Ellos Vienen por Ti puede parecer una vulgar copia de El Sexto Sentido o Los Otros, pero luego de algunos minutos, el protagonista –el experimentado y siempre efectivo Adrien Brody- se calza la trama al hombro y rema a nivel olímpico durante los 82 minutos que dura el film. Pero además, el film cuenta con las actuaciones del inevitable (siempre que se filme en Australia) Sam Neill, Bruce Spence (si, el actor que daba via a Gyru en las películas de Mad Max originales), Robin McLeavy, Malcolm Kennard y Chloe Bayliss. El director Michael Petroni, que viene trabajando en la industria desde hace dos décadas, con un periodo en Hollywood en el que realizó La ladrona de libros (2013), Las crónicas de Narnia: La travesía del viajero del alba (2010) y El Rito (2011), logra imprimirle un buen ritmo a la narración tras un comienzo algo lento pero los verdaderos héroes son el director de fotografía Stefan Duscio y la editora de sonido de Tara Webb, todos ellos australianos, que logran imprimirle "chucho" a las escenas de fantasmas, muy bien logradas. Por otra parte, este filme viene a confirmar algo que ya adelantamos en una crítica anterior: que las mejores películas del género de "terror" de los últimos tiempos llegan de los lugares más inesperados. En definitiva, Ellos Vienen por Ti es una película muy recomendable para los fanáticos del género que ya se resignaron a ver ideas nuevas pero no pierden la esperanza de asustarse con cada nuevo fotograma.
Familia siniestra Una película austríaca reproduce el espíritu de los mejores filmes del género de terror y captura al espectador merced a una intriga que se mantiene intacta hasta el último fotograma. Las mejores películas de terror suelen llegar en los últimos tiempos de los países más inesperados. En diciembre se estrenó "Los Hijos del Diablo", de Irlanda, y poco después llegó "La Cabaña del Diablo" de Colombia; para luego dar pie a la local "Resurrección", que terminó de demostrar que el género ya no es patrimonio del cine anglosajón. En esta ocasión llega a las salas argentinas "Goodnigh Mommy", cuyo origen se sitúa en Austria y que cuenta con el protagónico de tan sólo tres actores. La historia se centra en los gemelos Lukas y Elías, que esperan el regreso de su madre, quien sufrió un accidente que dejó su cara muy lastimada, por lo que tuvo que ser sometida a una cirugía estética. Sin embargo, el aparente extraño comportamiento que muestra la mujer a su regreso, y la imposibilidad de ver su rostro al completo debido a un vendaje que utiliza casi permanentemente, hacen suponer a los niños que ella no es su progenitora sino una impostora. Debido a esto, los dos pequeños idearán un plan para desenmascararla (literalmente) y descubrir qué ha pasado con su mamá. El título, retocado el mercado anglosajón, hace referencia a un juego de palabras entre "mamá" y "momia" pero el filme encara para otro lado, el del terror sugestivo, incentivado apenas por pequeños planos y pistas que los directores Verónica Franz y Severin Fiala que van indicando un camino de salida que termina yendo en una dirección totalmente inesperada. Con una producción por demás modesta, la película está filmada casi totalmente en una casa de dos plantas pero los climas que genera se expanden como un globo que de repente explota y sorprende. Quizá no sea "la mejor película de terror de los últimos tiempos" como reza la promoción, y quizá ni siquiera es terror lo que produce sino intriga y misterio permanente, pero de lo que sí puede estar seguro el espectador es que "Goodnight Mommy" no defrauda.
Hágase la luz Pablo Echarri deja de lado la TV y regresa al cine como productor y co protagonista del nuevo film de Rodrigo Grande, y con un compañero de lujo: Leonardo Sbaraglia. Este 2016 es un año que será recordado en el futuro como uno que dejó huella en el cine nacional, no sólo por los buenos índices de recaudación (Me Casé con un Boludo llegó a 1 millón 800 mil espectadores en un mes y sigue tercera en el ranking) sino también por las muy buenas películas que se estrenan semana a semana. Y si hace siete días reseñábamos la muy buena Kóblic, en esta ocasión llega a las pantallas locales un film no menos interesante dirigido por Rodrigo Grande (Rosarigasinos, Cuestión de Principios) protagonizado nada menos que por Leonardo Sbaraglia, Pablo Echarri y la española Claro Lagos (la chica de Ocho Apellidos Vascos). Al Final del Túnel es un film que se desarrolla en una casa, una muy grande por cierto, pero que adquiere una dimensión mucho mayor en su desarrollo gracias a los tejes y manejes del director en cuanto a la puesta en escena. Leonardo Sbaraglia es Joaquín un técnico que sobrevive arreglando computadoras tras quedar parapléjico en un accidente en el que murió su esposa e hija, y cuya única preocupación es su perro Casimiro, ya muy anciano. Sin embargo, un buen día recibe en su casa a una bella mujer con su hija que buscan alquilarle una habitación para vivir de manera muy urgida. Pero lo que al comienzo puede parecer como el burdo comienzo de una comedia romántica pronto da un vuelco hacia el thriller policial más puro, una historia que logra por momentos niveles increíbles de adrenalina. Leonardo Sbaraglia se muestra por demás solvente en el difícil papel que le ha tocado en suerte y le agrega a su vez un muy buen entrenamiento físico en lo que respecta al manejo de la silla de ruedas. Clara Lago, por su parte, le agrega la cuota de belleza y sensualidad que todo policial debe tener, y sorprende gratamente por la efectiva manera en la que se desprende de su acento para interpretar a una joven bailarina que no tiene ni dejo de española. Esto, es un gran detalle a tener en cuenta para futuras coproducciones ya que el hecho de tener a un español en el elenco no implica que deba interpretar a alguien de esa nacionalidad. Paradójicamente el film cuenta con un personaje proveniente de la Madre Patria aunque interpretado por Javier Godino, el villano de El Secreto de sus Ojos. Pablo Echarri, por su parte, vuelve a interpretar a un delincuente sin escrúpulos, Galereto en este caso, y demuestra que ese tipo de personajes le van muy bien con su voz y se gesticulación, todos sazonado con un maquillaje que simula quemaduras y lo muestra más humano al mismo tiempo. Cabe destacar que el personaje que interpreta a "Canario", el hermano de Galereto es Walter Donado, el partenaire de Sbaraglia en el "relato salvaje" que compartieron hace un par de años; y acá parece que quisiera cobrarse la revancha. El trabajo de Rodrigo Grande es sencillamente apabullante ya que ha logrado realizar una película por demás dinámica que transcurre, salvo por dos o tres escenas, en un solo escenario. Grande, que es autor también del guión del film, pasó cinco años pre produciendo este film, que calculó milimétricamente a base de reescrituras y storyboards que él mismo dibujó, y eso se nota en su desarrollo. Las diferentes escenas que transcurren a lo largo de la película tiene su porqué y demuestran también una muy buena compaginación. La puesta en escena, la dirección de cámaras y la iluminación también aportan lo suyo a la realización de un filme que no merece en absoluto pasar desapercibido.
El fugitivo del horror Tras cinco años, el director Sebastián Borensztein regresa a la pantalla grande con un western que reúne a dos grandes “pistoleros”: Ricardo Darín Y Oscar Martínez. Luego de La Suerte está Echada y Un Cuento Chino, la lógica indicaba que el siguiente film del director Sebastián Borensztein sería otra comedia, pero lo cierto es que uno de los herederos del gran Tato Bores optó por cambiar de género y encaró su siguiente trabajo situándolo en el oscuro período que abarcó la última dictadura militar que asoló al país entre los años 1976 y 1983. Pero no sólo a eso se animó Borensztein sino que también pergeñó junto al guionista Alejandro Ocon una historia más parecida a un "asado-western" (este término empleado en obvia referencia a los spaghetti western que se hacían en Italia) que a una película testimonial, sin pensar los riesgos que supone semejante apuesta. El Kóblic del título es Tomás, un piloto de la Armada que decide desertar de la fuerza tras participar de uno de los tristemente célebres "vuelos de la muerte", y que huye a un pueblo del interior del país llamado Colonia Santa Elena, donde un amigo lo refugia y le da trabajo mientras piensa en un destino mejor. Sin embargo, Kóblic no tarda en entrar en contacto con Velarde, el comisario local, tan corrupto como desagradable, y que se obsesiona muy pronto con descubrir qué es lo que hace ese "porteño" en sus dominios. Si bien el argumento suena sencillo, a poco de comenzar la película la intriga se hace con el dominio de la pantalla y tiende lazos por aquí y por allá, sobre todo con la inclusión de Nancy, una poco atípica "damisela en desgracia" que interpreta la española Inma Cuesta y que despierta en Kóblic algo de la humanidad que ha adormecido en su interior. Pero a no engañarse, puesto que el que en un primer momento puede parecer el héroe del film, se revela en su accionar como una persona fría que por momentos hiela la sangre con sus decisiones. Darín, sólido como en la mayoría de sus trabajos cinematográficos, se muestra cómodo en la piel Kóblic; a pesar de que muchos críticos se vayan a quejar de que "hace de Darín" que es lo que su público compra cada vez que va al cine a verlo. Este Kóblic lleva su carga pesadamente durante toda la película y este motor emocional le funciona a la perfección para traerlo al plano humano y confirmar los dichos del actor de que "no es un héroe, ni siquiera un antihéroe". Sin embargo, si hay una actuación por la que vale la pena ver este filme es por la impresionante caracterización de Oscar Martínez. El hombre de la sonrisa hosca, no se reconoce a primera vista (ni siquiera en el póster promocional del filme) gracias a las capas de maquillaje, peluquín y hasta unos horribles dientes postizos que se complementan con su gestualidad y un acento verdaderamente pueblerino. Una maravilla que deja de lado la imagen clásica de los personajes que le han tocado en suerte a lo largo de toda su carrera y que le abre una nueva puerta de acá al futuro. La española Inma Cuesta también realiza un gran trabajo, impresionante si se tiene en cuenta que no sólo interpreta a un personaje que hasta unos días antes de empezar a filmar le era totalmente ajeno, sino que lo hace sin dejar rastro de su acento castizo. Increíble pero real (y sin doblador). También hay revelaciones en Kóblic como es el caso de Marcos Cartoy Díaz que aquí compone al ayudante de Kóblic en el aeródromo donde éste trabaja y cuyo personaje crece con el correr de la trama hasta convertirse en alguien fundamental. En el plano técnico, Borensztein consigue crear con climas y momentos de gran tensión con planos e iluminación correctos, sin contar con una gran cantidad de tomas aéreas realizadas "a la vieja usanza" que le imprime al producto un dejo de clasicismo. Hay además, una oscura escena que recrea un "vuelo de la muerte" que provoca una sensación que oscila entre la desesperación y la angustia más profunda. En definitiva, nos encontramos ante un gran filme de manufactura nacional, digno de una buena crítica pero aún más de del favor del público -no sólo del que sigue a Darín- que lo puede convertir en uno de los más taquilleros en un año que ya es récord para el cine argentino.
Retrato de vida El director Martín Shanly explora las vicisitudes de la transición entre la infancia y la adolescencia con una película que representa toda una vida en sí misma. El ámbito de los colegios privados bilingües no es de los más frecuentados en el cine nacional y hacia allí pretende dirigirse el director Martín Shanly con Juana a los 12, una historia que corre el riesgo de pasar desapercibida con la gran cantidad de estrenos "liberados" esta semana. De hecho, el film pasó casi desapercibido en el Festival de Cinema d´Autor de Barcelona aunque por fortuna el jurado se topó con ella y le otorgó el Premio Talents. La historia se centra en Juana, una nena de 12 años que pasa sus días en un colegio inglés tradicional del conurbano. Ella transita una edad en la que la incertidumbre lo es todo, y la realidad se presenta confusa e incómoda. En su transcurrir diario Juana observa, con una aparente indiferencia, la preocupación de sus maestras por su bajo rendimiento académico como su madre comienza a buscar ayuda externa en psicólogos y maestros particulares. Sin embargo, la misión más dura a la que se enfrentará Juana es la de intentar encajar en un hábitat que no es el propio. La cámara de Shanly consigue apuntarse unos cuantos tantos a la hora de retratar a su hermana, la actriz Rosario Shanly y su interacción con Patricia (María Passo) su mamá en la ficción y la realidad, con un juego continuo entre la entrada y la salida de la ficción que le hace mucho bien al producto final. Asimismo, las escenas filmadas dentro del colegio en pleno funcionamiento, le otorgan un nivel de realismo asombroso, que no hacen sino colaborar con la historia de Juana, que en su devenir muestra todas las facetas de una persona de carne y hueso: no es ni una heroína ni una villana, es una criatura que está transitando un etapa de vida complicada y busca aprender a reaccionar ante diferentes estímulos como son la amistad, el egoísmo y el autodescubrimiento. "Al mismo tiempo había algo en la edad de mi hermana, alumna actual del colegio y protagonista de la película, que tenía la urgencia de registrar, ese momento de transformación donde abunda la incertidumbre común a todo rito de transición. Ahondar en los conflictos que surgen creciendo en ambientes que niegan por com pleto el mundo que existe tras sus paredes", explicó el director en cuanto a la realización. El plano técnico es quizá el punto más flojo ya que, debido a las limitaciones presupuestarias, Shanly debió rodarla en una relación de pantalla que la hace más óptima para un televisor (el plano es cuadrado literalmente) que para una sala de cine pero eso pasa a un plano secundario ante la necesidad que crea el autor de continuar viendo cómo se desarrolla la historia minuto a minuto. De esta manera, se presenta un film que busca en todo momento explorar las emociones del espectador, ya se la lástima que le puede dar no poder ingresar al mundo de Juana ayudarla, a aconsejarla, como también todo un abanico de reacciones ante las acciones de la niña. Sorprendente y recomendable.
Duro de Matar 328 La secuela del filme de 2013 Ataque a la Casa Blanca llega con los mismos protagonistas y una nueva amenaza terrorista. Como 24 pero en hora y media Ya a esta altura de la historia, cada vez que se estrena un filme en el que un agente británico o estadounidense se enfrenta solo (o con aliados ocasionales) a cientos de terroristas que sólo quieren destruir el (primer) mundo, hay una única manera verlo: despojarse de toda ideología. Ocurre que, a pesar de ser parte de un género que ya está sobreexplotado, siempre surgen nuevos directores capaces de encontrarle una vuelta y captar la atención del espectador con tiroteos plagados de balas y explosiones y cámaras ubicadas en medio de la acción. Y siempre hay público para este tipo de películas como hay votantes para Trump, claro está. Y nunca mejor utilizado el título para ejemplificar el filme que esta semana captó nuestra atención el hecho de que sigue al pie de la letra los preceptos creados por Duro de Matar, esa genial película que casi casi creó el género del "ejército de un solo hombre" junto con Rambo y otros filmes de Stallone y Schwarzenegger en los ´80. En este caso nos enfrentamos a la secuela de Ataque a la Casa Blanca (Olympus Has Fallen, 2013), una película de Antoine Fuqua –quizá uno de las peores de su gran carrera- que salió casi pegado a uno idéntico de Roland Emmerich llamado El Ataque (White House Down, 2013), lo que ocasionó que ambos pasen sin pena ni gloria por las salas locales. Sin embargo, la taquilla mundial no le dio la espalda a esta película que terminó convirtiéndose en la más exitosa de la distribuidora Film District con sólo 160 millones recaudados, y lo demás llegó con el correr del tiempo. Lo cierto es que el agente Mike Banning (otra vez Gerard Butler) se verá envuelto en un ataque a gran escala en la capital británica en el cual no sólo será una víctima su protegido, el presidente de los EE.UU. Benjamin Asher (Aaron Eckhart) sino también los líderes del llamado primer mundo. Lo original es que en esta ocasión, y a pesar de que usan los mismos métodos del ISIS, los malos no son terroristas de alguna nación del medio oriente sino traficantes de armas que buscan vengar un bombardeo que sufrieron en una fiesta familiar en el que, al parecer, sólo murió una de los integrantes del clan. Sin embargo, estos tipos organizan lenta y premeditadamente una masacre que tiñe de sangre la ciudad y por eso Banning deberá llevarse lo más lejos posible a Asher con tal de que no se salgan con la suya al cien por cien. Lo que en un principio puede resultar en un "¡uh! ¡otra vez sopa (de terroristas)!" se puede traducir en un filme entretenido en el que los malos son malísimos y los "buenos" no responden a preguntas incómodas y liquidan a todos cuantos se interponen entre ellos y la puerta de salida de Londres sin justificarse en lo más mínimo. Eso sí, la cámara del director sueco-iraní Babak Najafi (hasta en esto se cubrieron los productores, "la dirige un iraní") se mueve impecablemente y en ocasiones da la impresión de que esta secuela es superior a la original aunque la originalidad esté en rojo fiscal. Entre tiroteos varios, hay momentos en los que parece que Najafi se pudiera colgar de las paredes como el Hombre Araña para sacar unas escenas cargadísimas de adrenalina y suspenso. Por eso, y a riesgo de repetición, Londres Bajo Fuego se puede ver quitándose de la mente el tema de Estados Unidos y el terrorismo, retrotrayéndose a las viejas películas como Fuerza Delta de Chuck Norris aunque con los efectos y el presupuesto de la actualidad.
Danza con lobos y osos La nueva película del director Jon Favreau (Iron Man) lo redime de sus últimos trabajos y logra un producto tan detallista como emocionante. Con esta obra de Jon Favreau (el director de Iron Man aunque ha hecho otras varias películas) ya van tres filmes realizados sobre El Libro De La Selva, la fantástica novela de Rudyard Kipling que todavía sigue siendo sinónimo de aventura. En esta ocasión, Favreau ha optado por encarar la tarea a través de un filme que cuenta con el protagónico del pequeño Neel Sethi (de ascendencia india, como el protagonista), al cual hay que darle el enorme mérito de demostrarse como un intérprete de lujo, no sólo en su interpretación sino también en lo referente a su interacción con un elenco de animales inexistente ya que en todos los casos se trata de criaturas creadas digitalmente a instancias de capturas de seres reales a los que Favreau (y el equipo de animación, por supuesto) les ha otorgado una expresividad a to De esta manera, se hizo posible realizar esta remake del filme animado que Disney estrenó en 1967 y que demandó no poco esfuerzo tras evaluar lo que se ve en pantalla. La historia es la de siempre: Mowgli es un pequeño niño humano que fue rescatado de la muerte por la pantera Bagheera luego de que su padre fuera asesinado por un tigre; y que vive con una manada de lobos que lo ha adoptado como uno más. Sin embargo, acosado por el felino, el niño debe abandonar la selva para permanecer con vida y ahí comienza una odisea que lo llevará a conocer a increíbles animales que viven en el trayecto que lo llevará de vuelta a la civilización. Todos los animales cuenta además con las voces de destacados actores norteamericanos e ingleses en su versión original que cumplen las expectativas con su trabajo como es el caso de Idris Elba (el tigre Shere Khan), Bill Murray (el oso Baloo), Ben Kingsley (la pantera Bagheera) y Lupita N'yongo, que compone a la loba Raksha. La historia se sostiene con algunas muy elaboradas secuencias de acción aunque decae por momentos con algunos parlamentos muy largos, teniendo en cuenta que el filme debería ir dirigido a los niños. Y ya que se menciona este público potencial, también cabe destacar algunos planos y situaciones que obligarán a algunos padres a acompañar a los pequeños durante la proyección ya que si bien logran su objetivo de asustar o sorprender, en ocasiones resultan algo crudos, sobre todo teniendo en cuenta de donde provienen. Curiosamente, el director incluyó algunas escenas musicales para los más chicos pero que al mismo tiempo provocan algo de desconcierto, ya que saca a la película un poco de la tónica del relato que desarrolla a lo largo de su duración. Sin embargo, es un mero detalle que no resta nada importante al producto final. El Libro de la Selva es, en definitiva, un paso adelante en esta nueva tendencia de Disney de adaptar sus más grandes clásicos animados a películas con actores (tal como ocurrió con la insulsa La Cenicienta el pasado año) y que puede convertirse en uno de esos bombazos de taquilla que suelen tener lugar en este enigmático mes de abril. Mención especial para la secuencia de títulos del final con una animación deliciosamente divertida que oficia de desfile de todos los personajes de la película.
Homenaje necesario Bryan Cranston da vida a uno de los guionistas más prolíficos y exitosos de Hollywood cuya carrera fue truncada a raíz de la “cacería de brujas” implementada en los EE.UU. durante el macartismo Durante la Segunda Guerra Mundial, miles de estadounidense aprovecharon la alianza que su país había establecido con la Unión Soviética para hacer pública su simpatía hacia el comunismo. Algunos fueron más allá e incluso se inscribieron en los comités, sin saber que de esa manera, sus nombres estaban entrando en una lista negra de la que les costaría sangre, sudor y lágrimas salir. Dalton Trumbo, uno de los guionistas más importantes de la industria cinematográfica de ese país, miembro de un selecto grupo denominado "los 10 de Hollywood", fue una de las personas más afectadas por la cacería de brujas iniciada durante el denominado "macartismo", al punto de que fue condenado a un año de prisión por desacato ante el comité de actividades anticomunistas con el que el gobierno cometió atropellos a sus ciudadanos durante años. Sin embargo, la historia señala que Trumbo no sólo logró escapar a la persecución política sino que fue el único de "los 10" que logró burlar la vigilancia estatal, al tiempo que creaba una "pyme" que se dedicaba a escribir guiones para estudios que producían cine comercial de baja calidad. Así y todo, Trumbo ganó dos premios Oscar desde la clandestinidad. Lo cierto es que este filme de Jay Roach, director asociado a la comedia gracias a la trilogía de películas de Austin Powers o las dos entregas iniciales de La Familia de Mi Novia con Ben Stiller y Robert De Niro, trata de tomárselo muy en serio y lo logra en parte, sobre todo a raíz del guión de John McNamara (basado a su vez en la biografía escrita por Bruce Cook en 1977). Si bien, el libreto es fiel a los hechos y realiza un retrato bastante completo de los pormenores que le tocó vivir a Trumbo y su gente, la vertiginosidad de relatar los hechos de tres décadas en tan sólo dos horas de film complica las cosas al extremo. De todas maneras, el filme se puede ver y recomendar en base a la genial actuación del cada vez más admirable Bryan Cranston que, no contento con haber interpretado a ese monstruo (en todo sentido) de la TV que fue el Walter White de la serie Breaking Bad, ahora emociona con esta efigie de un hombre que no se dejó "domesticar" por la peor faceta del régimen capitalista y que resiste impulsado por la convicción de sus ideales. No por nada, Cranston estuvo nominado en la última entrega de los Oscar por este papel. Otra de las interpretaciones que se gana aplausos es la de Helen Mirren que aquí interpreta a Hedda Hooper, la odiosa archienemiga de Trumbo que lo persiguió, con la "ayuda" de estrellas como John Wayne, tanto a él como a sus correligionarios durante décadas. La siempre bella Diane Lane interpreta a su vez a Cleo, la fiel esposa de Trumbo que lo bancó en las buenas pero por sobre todo en las malas sin echarle nunca nada en cara y Elle Fanning como Niki, la hija idealista del guionista. También hay otros maravillosos momentos de la mano de actores como Dean O´Gorman (como el recio Kirk "Espartaco" Douglas) y Cristian Berkel como el simpático director de Éxodo, Otto Preminger. En definitiva, Trumbo es un filme lleno de energía que busca contar una historia que merece la pena ser escuchada con grandes actores y un mensaje que no debe quedar en la nada.
El terror más efectivo Una nueva producción de este taquillero género se estrena este jueves para mostrarle a muchos realizadores cómo se debe llevar a la pantalla una obra de estas características El Bebé de Rosemary, considerada una de las mejores películas de terror de todos los tiempos, nunca se vio en pantalla. La Bruja tampoco. Por alrededor de una década, varios directores de cine de terror le estuvieron tratando de hacer creer a los espectadores que cuanto más explícita y asquerosa es una escena, más miedo ocasiona. Pero lo cierto es que el ser humano le teme a lo desconocido, por lo que un montón de tripas en el piso sólo ocasionan un poco de morbo pero no terror. Por suerte existe un director que se llama Robert Eggers que logró lo que parecía imposible: asustar sin mostrar. Y eso para porque La Bruja es así: una película que recurre a la propia imaginación del espectador para qué este decida qué es lo que la villana hace y lo que ocurre por la propia naturaleza de sus personajes. La historia lleva al espectador a la Nueva Inglaterra de 1630 cuando una familia decide separarse de una de esas comunidades ultrarreligiosas y asentarse por su lado en una granja que construyen en los límites de un bosque. Lo que no saben William y su familia es que en el bosque se esconde un poder oculto que los hará pasar las mil y unas penurias comenzando por la desaparición del bebé de la familia, Sam. La bruja está filmada con estilo que evoca de alguna manera el surrealismo alemán de la década deñ ´20 que tantos adeptos ganó merecidamente gracias a producciones como Nosferaru y el Gabinete del Doctor Caligari. Precisamente, Eggers, que ganó el premio del festival de cine independiente de Sundance por este trabajo, será el encargado de llevar a cabo la remake de Nosferatu en un futuro próximo. Lo que debe entender el espectador antes de someterse a esta experiencia es que no se va a encontrar con un film "tradicional" sino, muy por el contrario, La Bruja es más parecido a uno de esos cuentos de la abuela que no siempre terminaban de la mejor manera. El director utiliza la cámara y hasta los efectos especiales para desarrollar a los personajes, ninguno de los cuales es más importante que el otro –salvo quizá por la bella Anya Taylor-Joy que tiene algunos minutos más de cámara- y el resultado termina siendo poco más que sorprendente con el uso de filtros y luces y sombras. Cabe sólo recomendar esta película a todos los amantes del género así como también a los cinéfilos que le huyen al terror pero que encontrarán aquí arte en su estado más puro.