Risas, espadas y dos armas humeantes Esta nueva película del sello Marvel se mofa de todas las producciones habidas y por haber del género superheroico, sorprende con un dinámico uso de cámaras y busca entretener con éxito En agosto del año 2015 criticamos la película Los Cuatro Fantásticos y explicamos que, a pesar de que Disney compró Marvel Cómics en 2009, hay tres productoras haciendo películas sobre sus personajes: Marvel/ Disney, Sony Pictures y 20th Century Fox. Pero mientras que Sony llegó a un acuerdo con Disney para compartir los personajes, Fox se niega denodadamente a colaborar o devolverlos y eso a veces le cuesta caro ya que, por ejemplo, a Los Cuatro Fantásticos les fue muy mal en taquilla por dos causas: es una película de regular para abajo y el estudio del ratoncito la boicoteó indirectamente cerrando la revista de esos personajes. Sin embargo, a Fox todavía le quedan los personajes denominados "mutantes", esto es Wolverine, los exitosos X-Men y Deadpool, un personaje "menor" que sin embargo registra una de las mejores marcas de ventas de la compañía en varios países, Argentina incluída. En este ámbito, entonces no debería extrañar que, tras más de 6 años de idas y venidas, Fox haya decidido estrenar la película del "mercenario con una gran boca" como lo llaman, y con Ryan Reynolds como protagonista, quizá uno de los dos actores, junto con Chris Evans, que más personajes de comics han interpretado. Y si bien Los Cuatro Fantástico merecía ser el fracaso que significó para el estudio por el escaso compromiso de todos los involucrados, Deadpool no merece menos que llevar el título de mejor filme de Marvel del año, aunque sea el primero de los cuatro que llegarán en 2016. Paso a explicarme: cuando se va a ver un filme que promete algunos chistes pero que seguramente es una más del montón y se sale de la sala riéndose a carcajadas, y dos horas después todavía hay escenas dando vueltas en la cabeza, el filme funcionó. Y en Deadpool, no hay uno de sus 108 minutos de duración que no sean memorables. Lo cierto es que el filme actúa como una ópera prima por demás auspiciosa para el director Tim Miller, un cineasta que hasta el momento sólo se había destacado por una nominación al mejor corto animado en 2004 y que ha puesto todo lo que tenía a mano para hacer un producto sólido que además se anima a llegar a donde Marvel nunca se animaría a ir. Miller actúa en conjunto con Reynolds y lo deja hacer de todo en cámara: el actor le habla al público, hay referencias infinitas a otras películas marvelianas (inclusive una a Linterna Verde, la "panquequeada" del intérprete en DC y el obligatorio cameo de Stan Lee), y va por más: humor negro a borbotones, chistes (muy) políticamente incorrectos, sexo casi explícito, y un nivel de sangre y violencia por demás impresionante para una producción del género. Ya desde la secuencia inicial de títulos, que se presenta en cámara lenta recorriendo un momento al ritmo de "Angel of the Morning" de Juice Newton que comienza a provocar las primeras carcajadas, Miller anuncia que todo se trata de una gran broma al universo Marvel y que la película va a mantener el tono de las historietas, que son de corte netamente humorístico, al estilo del "Cazador" argentino. Sin embargo, y a pesar de lo dicho, no todo son risas en el filme sino que también hay una historia clásica del héroe y su chica escrita por Rhett Reese y Paul Wernick (los de Tierra de Zombies) que se encarga de ir uniendo las diferentes escenas repletas de gags, espadazos y tiros. En definitiva, Deadpool le impone a Marvel Disney un nuevo desafío: superarla, algo que la pacatería del estudio de Mickey Mouse y las princesas tiene estrictamente prohibidos desde antes de la "era de hielo" de su creador y que le significará Fox quedarse con este personaje por varios años más y concretar una secuela que se pondrá en marcha una vez que se confirme el regreso del equipo creativo.
El regreso de la leyenda El gran Sylvester Stallone trae de nuevo a la pantalla grande a su criatura más famosa, que en esta ocasión coprotagoniza una historia inolvidable para toda una nueva generación No hay mejor manera de empezar este mes de febrero que hacerlo con el estreno de este sorprendente filme que es Creed, Corazón de Campeón. Y de entrada digo "sorprendente" porque ver a estas alturas del partido en el que todos los productos son tan bastardeados un filme tan cuidado en todos sus aspectos es un momento para atesorar. Vamos al primer punto: Creed no es un filme de Rocky. Sí es un desprendimiento de la franquicia del bravucón de Filadelfia, un "spin-off" le dicen en su país de origen, que sirve al mismo tiempo como punto de partida del personaje del título como también de continuación de "Rocky". El propio Sylvester Stallone reconoce que durante el rodaje del filme hubo una gran presión por partida doble: las quejas del público para con el actor por repetir por séptima vez el personaje; y al mismo tiempo del equipo técnico por la presión de creer que trabajaban en un nuevo filme del boxeador. Pero ni una cosa ni la otra. Si bien Stallone interpreta al Rocky Balboa que todos conocemos, el personaje se ve limitado a un papel secundario durante la mayor parte del filme (aunque su enormidad le hace empañar al joven Michael B. Jordan en varias ocasiones) y Creed se sostiene muy bien por sí misma. Como para demostrarlo, cabe destacar que el intérprete de Los Indestructibles sólo se ha limitado a participar de la producción del filme como financista y como actor, dejando el puesto de director que ya ha ocupado en cuatro de las seis películas anteriores –y el de guionista de todas ellas- al realizador afroamericano Ryan Coogler. Y en Coogler radica el gran fuerte del filme ya que se trata de un director que ha tenido un muy buen arranque con la inédita en la Argentina Fruitvale Station (también protagonizada por Jordan) y aquí busca repetir la fórmula mágica de la Rocky original aunque en versión afroamericana con un resultado contundente. Por un lado, Coogler maneja muy bien el drama de la historia que en esta ocasión cuenta la historia de Adonis Johnson, el hijo ilegítimo de Apollo Creed, el viejo rival de Rocky que murió décadas atrás en la pelea con Iván Drago, que queda huérfano y, a pesar de los pronósticos, es adoptado por la esposa del ex campeón que. A pesar de haber vivido una cómoda vida con la herencia del campeón, Adonis no puede superar la sombra de su padre y decide dedicarse al boxeo consiguiendo que Rocky Balboa lo entrene para convertirse en campeón de ese deporte. Por cuestiones que no vamos a revelar, la historia se repite y alumno y maestro se verán nuevamente frente a una situación que puede colocar a Adonis en la cumbre del boxeo mundial. El filme se mueve en las dos historias, al de Rocky y la de Adonis, con una alternancia narrativa muy bien contada en la que los dos protagonistas se enfrentan a los avatares de sus vidas y en más de una ocasión recuerda al clásico filme de Martin Scorcese El Color del Dinero (The Color of Money, 1986), en el que Tom Cruise y Paul Newman crean una relación similar en torno a otro cuadrilátero, el de una mesa de pool y que a su vez era una continuación de El Audaz (The Hustler), un filme de 1961 también protagonizado por el rubio. El aspecto técnico del filme está muy bien logrado, con un retrato de la ciudad de Filadelfia que la muestra tal cual es en la actualidad y secuencias de acción muy bien logradas que no abusan de las nuevas tecnologías e incorporan una cámara en primera persona que hacen aún más dolorosos los golpes en pantalla. Además, la presencia de boxeadores reales como el británico Tony Bellew -que interpreta al campéon "Pretty" Rick Conlan- Andre Ward y Gabriel Rosado le otorga un mayor nivel de realismo en pantalla. El otro gran detalle de este film, que colabora enormemente a crear los climas, es la música del compositor sueco Ludwig Göransson que no sólo está a la altura del legendario Bill Conti (el musicalizador de cinco de las entregas anteriores) sino que logra mimetizar el hip hop y crear una Filadelfia que le sienta tan bien a Rocky como al recién llegado, que tiene su nuevo tema al estilo del viejo Gonna Fly Now que tantas sesiones de gimnasio o de "running" ha hecho más livianas a muchas personas. En definitiva, Creed, corazón de campeón es un filme muy, muy recomendable para todos aquellos que vienen siguiendo la historia completa de Rocky y los que quiere tomar contacto con este personaje que tanto éxito le ha deparado a Sylvester Stallone, que ya ganó un Globo de Oro como Mejor Actor de Reparto en enero último y ahora va por el Oscar a fin de mes. Pero además, en un tiempo en el que se remixan viejos éxitos de décadas anteriores como Star Wars, Creed lo hace bien y eso no es poco pedir.
La nueva película del director mexicano Alejandro González Iñárritu permite un gran lucimiento de Leonardo Di Caprio y abunda en escenas de una inmensidad asombrosa pero peca la falta de emociones. A tan sólo un año de haberse quedado con los Oscar en las categorías Mejor Director y Mejor Película, el director mexicano Alejandro González Iñárritu se despacha con The Revenant: El Renacido, otro filme que se alzó con varias candidaturas y le dio a Leonardo Di Caprio una nueva oportunidad de quedarse con la preciada estatuilla. En este punto, habría que definir este hecho en dos partes bien diferenciadas: por un lado la interpretación de Di Caprio es sublime. Es a su personaje, Hugh Glass, al que le tocan pasar todas las penurias que un guionista se puede imaginar: el ataque de un oso, el abandono, la huida de un grupo de indios que cortan cabelleras y el deseo de venganza y de todas ellas el intérprete sale bien parado a fuerza haberse metido hasta la médula en su personaje. Una y otra vez, Di Caprio demostró que su pasión por el film no tenía medida: comió carne cruda de bisonte, se desnudó en temperaturas bajo cero, se zambulló en un río helado e incluso se dejó una tupida y enredada barba a la que todos los días "maquillaban" con barro y glicerina para que parezca mugrosa. Un actor descomunal que ojalá que en esta ocasión no sufra la indiferencia. Tom Hardy, el otro nominado por Mejor Actor de Reparto también hizo lo suyo. Si bien se cruza pocas veces con Di Caprio en el filme, el actor de Crímenes Ocultos y Mad Max (filme que también tuvo varias nominaciones ) logra momentos de gran tensión a base de profesionalismo y entrega. También él debió soportar los avatares de la filmación en la nieve e incluso llevar puesto un maquillaje que simula un corte de cabellera que le hicieron los indios algún tiempo atrás. Por su parte, el filme muestra al Iñárritu más puro, ese que muestra paisajes increíbles con detalles surrealistas y combina tomas lentas (de esas que logran que el filme dure más de 2 horas y media) para "relajarse" con otras de una acción descontrolada en la que la cámara gira de aquí para allá registrando la acción en primera persona y en la que la fotografía de Emmanuel Lubezki aporta más de lo imaginable. El ataque del oso que sufre Di Caprio es desgarrador (literalmente) y el espectador puede sentir en carne propia la situación gracias a la cámara que registra una escena que dura minutos en una sola toma y al talento e Di Caprio, mientras que una persecución que tiene lugar ya en la segunda mitad del filme está hecha con tanta maestría y una planificación tan minuciosa que no se puede decir en qué momento se hizo el corte de edición para agregar los efectos especiales de una caída a través de un barranco. Con todos estos halagos, el espectador puede ir tranquilo a ver un filme de impecable manufactura que, sin embargo, no provoca más que sensaciones de encontradas entre tanta violencia descarnada y la sensación que todo está mal en ese mundo, algo que el director busca que suceda pero que puede generar incluso odio por la película en sí misma. Fiel a su estilo nihilista, Inárritu se despacha con una obra darwiniana en la que gana el más fuerte, el que vence a la naturaleza y a sus pares pero al costo de perder su humanidad. Di Caprio le aporta la empatía del espectador con la obra cada vez que recuerda a su hijo o sufre las inclemencias del clima y de sus heridas mientras que los demás personajes sólo transmiten frialdad, y no porque viajen kilómetros y kilómetros a través de la nieve. Sin embargo, The Revenant, al parecer de este ojo crítico, es superior a Birdman, y es probable que también obtenga otros premios de la Academia a pesar de la dura competencia que tendrá por parte de los otros contendientes, que este año son muchos y buenos. The Revenant es, entonces, una de esas películas que todos quieren ver la primera vez pero no saben si volverán alguna vez en su vida para no sufrir más, pero vale la pena experimentarla y degustarla para después contarle a los demás.
¡Sálvese quien pueda! Una nueva adaptación novelesca llega a la gran pantalla para capitalizar el éxito de este género que ya dio muy buenos resultados de taquilla, Pero parece que esta vez se confiaron demasiado. Ahora que la llamada Saga Crepúsculo y los dramáticos Juegos del Hambre terminaron su andadura en la pantalla grande, y mientras la frenética Maze Runner se acerca a su inexorable final, los adolescentes cinéfilos reciben una catarata de propuestas salidas directamente de novelas escritas para ser adaptadas a la pantalla grande con el objeto de convertirse en el nuevo éxito. La Quinta Ola (The 5th Wave) es uno de esos productos escritos para introducir a los jóvenes en lecturas pasatistas que no aportan mucho pero que tampoco restan y que ya han tenido exponentes poco exitosos en el séptimo arte como Hermosas Criaturas y Soy el Número 4, que no pasaron de un filme inicial . Este pareciera ser el destino de esta película dirigida por el casi debutante por J. Blakelson –que sólo tiene un filme de 2009 interesante pero no estrenado en el país- que está basado en una trilogía de novelas bastante exitosas escritas por Rick Yancey de la que este año se publicará la última entrega. El argumento ya de entrada no es original (¿pero qué lo es en estos tiempos?) y relata cómo una raza extraterrestre llega a la Tierra para exterminar a la raza humana exaltando a las fuerzas de la naturaleza y luego esparciendo una epidemia desde el aire que aniquila a un gran porcentaje de la población. La "quinta ola" de la que habla el título es la última etapa de aniquilación que llevarán a cabo los aliens. Por su parte, los sobrevivientes de todas estas calamidades se reúnen en capamentos escondidos y hacia uno de ellos van la adolescente Cassie Sullivan y su pequeño hermano Sam junto a su padre para refugiarse. Sin embargo, la llegada de tropas militares dispuestos a albergarlos en una base termina por separar a los hermanos y entonces Cassie deberá emprender su camino a pie hasta donde se han llevado al pequeño En el camino, conocerá a Evan (Alex Roe), un muchacho que poco a poco se va ganado su corazón pero que guarda un extraño secreto. De esta manera, ambos inician un camino por un mundo post apocalíptico. Yendo al filme directamente, se puede decir que, si bien comienza muy dignamente y capta el interés de todo tipo de público (esto es adolescentes y adultos), a la media hora derrapa por completo y se transforma en una suerte de drama juvenil que busca emular el futuro apocalíptico al estilo del de Los Juegos del Hambre pero con una fórmula similar a, por decirlo de alguna manera y con perdón a los que no lo conocen, Verano del ´98 o su contrapartida Dawson´s Creek, es decir un culebrón sin sentido ni razón de ser. La actriz Chloe Grace Moretz hace lo que puede con un personaje que si bien tiene una motivación inicial, luego se desdibuja en una trama en la que los humanos (y aliens) parecen estar ubicados como personajes unidimensionales e inmaduros, algo que se explica en el hecho de que el multifacético Akiva Goldsman sea uno de los responsables del libreto. Para explicarlo mejor, Goldsman se ha transformado en uno de productores más prolíficos de Hollywood pero en base a poner su nombre en guiones como los de Perdidos en el Espacio o la Batman & Robin protagonizada por George Clooney y Arnold Scharzenegger hace casi 20 años. ¿No la recuerda? Seguro que su psiquis la almacenó en un rincón muy profundo de su inconsciente. De todas maneras, la incontable cantidad de ejemplares vendidos alrededor del mundo, le asegurarán al filme un colchón de taquilla que incluso podría permitirle una secuela. Ojalá que no.
Otro poroto para Jennifer Lawrence La nueva película de David O. Russell, que repite por tercera vez a su elenco de actores fetiche, se perfila como un número puesto para la próxima entrega de los Oscars. Y tiene con qué El director David O. Russell ha logrado crear en los últimos años una suerte de tendencia con tan sólo cuatro películas: El Luchador, El Lado Luminoso de la Vida, Escándalo Americano y Joy, el nombre del éxito que llega este jueves a las pantallas locales precedido por muy buenas críticas y nominaciones a los Golden Globes en las categorías Mejor Comedia o Drama y Mejor Actriz de Comedia o Drama. Esta nueva película, filmada a la medida de la talentosa Jennifer Lawrence, cuenta también con el co protagónico de Robert DeNiro y, en menor medida, de Bradley Cooper, que también fueron parte de los mencionados filmes y a esta altura son actores fetiches de Russell. En Joy, inspirada en una historia de la vida real, Lawrence interpreta a Joy Mangano, una mujer que, pese a todos los pronósticos que tiene en contra, logra triunfar en el mundo de los negocios con un revolucionario invento doméstico, hecho que será sólo el inicio de una verdadera odisea legal que deja al descubierto los teje y manejes de la legalidad del sistema comercial norteamericano. Sin embargo, y a pesar de que el film aborda las tramas del sistema, se enfoca más en la comedia dramática y le da pie al personaje de Lawrence que debe lidiar no sólo con su empleo de medio tiempo sino llevar adelante una casa en la que viven su madre deprimida (Virginia Madsen), su abuela Mimi (Diane Ladd), sus dos hijos; y su padre (De Niro) y su ex esposo (Edgar Ramírez) en el mismo sótano. También hay lugar para el lucimiento de Isabella Rossellini, Jimmy Jean-Louis, Elizabeth Rohm y Dascha Polanco en papeles secundarios pero no por ellos menos importantes, Es de imaginar para el espectador que semejante rejunte da material de sobra para los momentos humorísticos pero lo cierto es que Lawrence se pone el filme al hombro y demuestra que a los 25 años se puede llevar un nuevo Oscar si los planetas se alinean el próximo febrero. Russel logra con Joy, el nombre del éxito otro de sus filmes memorables que sin embargo no está a la altura de sus dos últimas obras y por eso no se lleva más nominaciones pero así y todo se trata de una película muy disfrutable para estos calurosos días de verano que no defrauda y no baja el ritmo en ningún momento. Recomendable especialmente para aquellos que admiran a esta joven y talentosa intérprete y los que gustan de las historias de superación.
El Diablo mete la cola Un film de terror ubicado en la época de la epidemia de fiebre amarilla da lugar a un trabajo soberbio de Patricio Contreras y Martín Slipak La epidemia de fiebre amarilla que azotó a Buenos Aires durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento a comienzos de la década de 1870 no ha sido abordada en el cine local, acaso por tratarse de un hecho dramático al que nadie hasta ahora supo encontrarle la vuelta. Pero todo tiene su momento y fue el director Gonzalo Calzada, el mismo de la recordada "Luisa" y "La Plegaria del Vidente", quien aborda el tema desde el género del terror gótico con una historia en la que Martín Slipak y Patricio Contreras se lucen con dos papeles a los que saben exprimirle el jugo en cada escena que les toca jugar. La historia comienza cuando un joven sacerdote recién ordenado (Slipak) tiene una revelación mística y decide regresar a la Ciudad de Buenos Aires para colaborar en la atención de los afectados por la epidemia de fiebre amarilla. Sin embargo, el joven se desvía de su camino para hacer una parada en la quinta familiar El Paraíso para ver a su familia que allí vive y se encuentra con un panorama desolador: su hermano médico (Adrián Navarro) agoniza mientras el resto de los sirvientes saquearon la casa y su esposa y su hija se refugiaron en la capilla. Sólo Quispe (Contreras) ha quedado en la casa, sirviendo lealmente a sus patrones aunque el religioso comienza a sospechar que sus intenciones no son nada buenas, como lo demuestra el hecho de que haya llevado a la casa a un curandero (Villamil) del que poco se sabe. El film es una de esas pequeñas joyas que surgen de tanto en tanto en el cine nacional y que pasan desapercibidas debido al poco interés (y al incumplimiento de la ley) que ponen en práctica las cadenas de cine locales a favor de otros estrenos que tampoco funcionan tan bien como se espera (caso Star Wars, que es noticia mundial por la baja concurrencia local contra las altas expectativas creadas) y las obligadas nominadas al Oscar que ya comenzaron a llegar y, se sabe, solo ocupan pantallas por esta singularidad porque de recaudar, ni hablar. Lo cierto es que la película de Calzada, la tercera de su carrera, no sólo destaca por actuaciones sino también por la gran puesta en escena y la correcta generación de climas, que aprovecha muy bien no sólo el presupuesto sino también el escenario en el que transcurre la acción y que es una vieja casona muy bien acondicionada. Además, y como si fuera poco, Resurrección también cuenta con muy buenos efectos especiales, generados por computadora y también de maquillaje que acompañan a la historia y suman puntos por demás; y una introducción ilustrada nada más y nada menos que por Enrique Breccia, creador de geniales obras de la historieta argentina como Alvar Mayor y El Sueñero. Lo único que falla en esta producción son los personajes de Fontán y Ahumada, que conspiran contra la historia en sus pocas pero decisivas apariciones, aunque esto es un punto que no hace al total de la crítica sino un simple detalle a tener en cuenta para próximos trabajos. Justamente hace algunos meses, recomendábamos La Cumbre Escarlata de Guillermo del Toro por su gran puesta en escena, actuaciones y generación de climas a costa de un gran presupuesto y en esta ocasión no podemos dejar de hacer lo mismo con "Resurrección" que logra el mismo efecto con muchísimos menos recursos. Recomendable para: los que buscan el estreno de julepe de la semana.
Socios y sabuesos El recordado perrito creado por Charles Schultz hace su primera incursión en la pantalla grande de la mano de los creadores de La Era del Hielo, que demuestran que no sólo viven de animales prehistóricos animados A 16 años de la publicación de la última tira de Peanuts, la recordada historieta protagonizada por Snoopy (uno de los canes más famosos del noveno arte, que tantos productos supo vender con su imagen limpia y sana), llega por fin su primer film animado en 3D. El tiempo pasó y la figura del perrito, junto con la de su amo y amigo, Charlie Brown, no decayó en absoluto y los libros que recopilan sus aventuras (y que nadie en este país supo publicar aunque nunca es demasiado tarde), se siguen vendiendo en los países de gran tradición historietística, como aquí ocurre con Mafalda. En este contexto, la productora Blue Sky, la misma que este año atosigará los bolsillos durante las vacaciones de invierno con la quinta (¡quinta!) entrega de La Era de Hielo, eligió a este icónico personaje para cambiar darle un poco de variedad a su catálogo. De esta manera, los Peanuts, el grupo de niños que protagonizaban la tira, no sólo adquieren una apariencia en 3D que en nada modifica su esencia sino que también mantiene intacto el espíritu de la tira que apareció en los diarios estadounidenses durante cincuenta años y totalizó casi 18 mil apariciones. La historia comienza cuando Charlie Brown se enamora de su nueva vecina, que además concurre a su misma escuela, y busca la manera de encararla a pesar de su extrema timidez, hecho contra el que conspira también la facilidad con la que todo le sale mal. Pero Charlie cuenta a su favor con la inestimable ayuda de su perro Snoopy, un Beagle (raza que se revela después de todo este tiempo) que hará todo lo posible para que su amigo logre su cometido. En el medio ocurrirán simpáticas situaciones en la que el director Steve Martino –el mismo de la divertidísima Horton y el Mundo de los Quien- haga lucir a la inmensa galería de personajes como Lucy la consejera (que cobra sus cinco centavos libres de inflación por sus servicios) hasta el siempre confiable Linus, en todo momento. De esta manera, Snoopy y Charlie Brown: Peanuts, la película se convierte en una genial oportunidad para que los niños no sólo de Argentina sino también del mundo entero conozcan a estos clásicos personajes, que además han recibido un tratamiento especial para que la adaptación desde el material original pase al 3D sin necesidad de agregarle elementos de actualidad pero sin quedar tampoco desfasado respecto de productos más recientes. Además, y como complemento, el director se las arregla para incluir de tanto en tanto, algunas de las viñetas clásicas de Schultz, muy bien justificadas.
La verdadera Moby Dick El consagrado director Ron Howard recrea la historia real que inspiró a Herman Melville a escribir una de las novelas más leídas de toda la historia. "Y llegaría el día en que no sólo se adapten novelas famosas al cine y la TV sino también el "making off" de las mismas". La película Descubriendo el País de Nunca Jamás protagonizada por Johnny Depp abrió el juego hace unos años y desde entonces hemos tenido la biopic de J.K.Rowiling, autora de Harry Potter, y otras tantas que pretenden mostrar detalles inéditos hasta el momento, y muchas veces se quedan en el camino. Le tocó en suerte al multipremiado director Ron Howard, responsable de Apolo 13 (esa de "Houston, tenemos un problema" ¿se acuerda?), así como también de Una Mente Brillante, El Luchador, El Código Da Vinci y, por sobre todo, de la vertiginosa Rush: Pasión y Gloria, que recrea la rivalidad entre los pilotos de Fórmula 1 Niki Lauda y James Hunt. Fue precisamente en este último filme, en el que Howard encontró a su nuevo actor fetiche, que llega a tomar el relevo de Russel Crowe y Tom Hanks: Chris Hemsworth, más conocido por su trabajo interpretando a Thor en las películas de ese personaje y Los Vengadores. La trama de En el Corazón del Mar nos lleva a fines de la década de 1840 cuando un joven Herman Melville (Ben Whishaw, el nuevo Q de los filmes de 007) visita a uno de los sobrevivientes del buque ballenero Essex, hundido en 1820, para que éste le relate las verdaderas causas del naufragio. El hombre, llamado Thomas Nickerson (Brendan Gleeson) al comienzo reticente, le explica a Melville que, lejos de la versión oficial, el buque fue hundido por una descomunal ballena blanca que incluso los persiguió por meses en el mar diezmando a los sobrevivientes y obligándolos a cruzar más allá de sus límites con el único fin de sobrevivir. En base a este relato, Howard construye un relato clásico con el ida y vuelta del protagonista, Tom, entre el presente y el pasado (donde lo intepreta Tom Holland) en el que revive las alternativas que precedieron y continuaron al incidente del Essex, y cómo actuaron los máximos responsables del buque: el capitán (Benjamin Walker) y el primer oficial Owen Chase (Hemsworth), mucho más preparado que el primero merced a su vasta experiencia. La película responde a los paradigmas clásicos de los filmes de este ganador del Oscar: un alto presupuesto, un elenco plagado de estrellas en el que también se incluye a Cillian Murphy, y un gran despliegue técnico y escenográfico. En el Corazón del Mar, por lo pronto es una de esas películas ideales para el verano (mucho mar, mucho aire libre) pero no así para todo público ya que contiene algunas escenas de crudeza que Howard maneja muy bien pero los hechos lo superan. Consejo: si no está asociado a Greenpeace, vaya tranquilo.
Pensada diferente En un año en el que salieron dos películas sobre el recordado emprendedor digital, el británico Danny Boyle se despacha con un muestrario de buenas actuaciones que se queda en el camino. A cuatro años de su muerte, Steve Jobs, a esta altura un hombre convertido en una leyenda del universo digital, ya tiene dedicados tres filmes y varios episodios de series televisivas y ahora llega esta nueva producción dirigida por Danny Boyle, el creador de éxitos como ¿Quién Quiere Ser Millonario?, Trainspotting y Exterminio, entre otras. Boyle aborda al Steve Jobs más personal y menos centrado en la tecnología que se pudo ver en otras producciones como la Jobs protagonizada por Ashton Kutcher en 2013 y se diferencia de la misma en el hecho de que no hace un repaso global a la vida del empresario sino que se focaliza en tres momentos clave de su carrera. Es así que el genial Michael Fassbender se pone en la piel del Jobs que está a punto de salir a un escenario a presentar tres de los productos más emblemáticos de Apple: la Macintosh que se lanzó en De Anza Community College (California) en 1984, así como la fundación de NeXT computers en 1988 en la San Francisco Opera House, y en 1998 con la aparición de la primera iMac en 1998 ocurrida en el Davies Symphony Hall de la misma ciudad. En los tres casos, la acción se presenta al estilo de una obra teatral, con diálogos que ocurren entre Jobs, su eterna agente de presan Johanna Hoffman (la talentosa Kate Winslet), su ex pareja y madre de su primera hija Crisann (Katherine Waterson), sus socios Andy Hertzfeld (Michael Stuhlbarg) y Steve Wozniak (Seth Rogen), John Scully (Jeff Daniels), el CEO de Apple que él mismo contrató y luego lo despidió; y por sobre todos ellos la pequeña Lisa (Makenzie Moss, Ripley Sobo y Perla Haney-Jardine), en un principio no reconocida por su padre. Así, el filme no incurre en un gran despliegue escenográfico y concentra su artillería en una interminable catarata de datos sobre la vida de Jobs con los que el espectador además debe armar una suerte de rompecabezas ya que el director juega continuamente con "flashbacks". De esta manera, Steve Jobs se convierte en un muestrario de excelente actuaciones –los intérpretes competirán en varias categorías en los Golden Globes y ya se habla de varias nominaciones al Oscar- pero el filme es algo (bastante) hermético y quizá no llame la atención del gran público debido, precisamente, a que está dirigido específicamente a los conocedores de la carrera del diseñador del iPhone. Para ellos, es recomendable.
Sustos navideños A dos años de su realización, llega a las pantallas una co producción entre los Estados Unidos y Colombia que busca asustar con uno de los recursos más efectivos del género de terror. Las películas de posesiones deberán lidiar de aquí a la eternidad con su gran demonio y que no es otra que El Exorcista, que William Friedkin filmó con maestría hace ya más de 40 años pero permanece en el podio de ese subgénero. En esta ocasión, llega a las pantallas porteñas La Cabaña del Diablo, conocida también por los títulos de Gallows Hill y The Damned en otras partes del mundo, la última obra del director catalán Víctor García filmada en Colombia con capitales norteamericanos. El argumento es simple: David es un viudo a punto de contraer nuevas nupcias con su novia Lauren y ambos viajan a Colombia para localizar a la hija adolescente del hombre, Jill y llevarla a los Estados Unidos para la boda. Pero la joven no desea moverse de ese país, donde se encuentra con su tía periodista Gina y su novio, el camarógrafo Ramón y todos emprenden un viaje a Bogotá que se ve truncado cuando, en medio de una tormenta que arrecia, el automóvil en el que se desplazan se desbarrancan. Medio heridos, llegan a una gran casona donde los recibe Felipe, un hombre ya mayor que, a pesar del recelo inicial, lo cobija, Pero Jill descubre la voz de una pequeña niña en la casa y, siguiendo el rastro descubrirá un terrible secreto que Felipe lleva ocultando por décadas. La Cabaña del Diablo es un filme que debería haberse estrenado hace ya dos años pero que, con la prisa con la que las distribuidoras colocan y sacan títulos de las carteleras, se terminó quedando guardado y fue "sacrificado" en la Navidad, una época en la que la concurrencia a los cines disminuye y mucho, para cumplir con la cuota de estrenos y la verdad es que, al verlo, se entiende la causa ya que nos encontramos con una producción menor, de bajo presupuesto y con una historia vista ya mil veces dentro de los cánones del género. García hace lo posible para imprimirle su sello visual –visto ya en la octava secuela de Hellraiser (Revelations)- y le agrega algo de suspenso y tensión al relato pero el guión no ayuda ya que cae en muchos lugares comunes y clichés del género. Detalles inexplicables como un personaje que comienza a hablar en inglés de un momento a otro, o ciertos detalles colocados a presión no contribuyen mucho con el filme, que sin embargo satifará las necesidades "de sangre" del público afecto a estas producciones.