Noche Violenta es nueva producción de la compañía 87 North Productions fundada por David Leitch, uno de los directores de John Wick. Sus proyectos se concentran exclusivamente en el cine de acción y en el último tiempo ofrecieron buenos títulos como Nobody y la reciente Tren Bala que protagonizó Brad Pitt. En esta propuesta navideña combinaron el género que mejor dominan con la fantasía y la comedia de humor negro, en un espectáculo muy entretenido que sobresale por la labor de David Harbour. Su versión de Papá Noel es fantástica y le dio la posibilidad de destacarse como actor en un rol protagónico donde se aprovechó su carisma y talento. La dirección corrió por cuenta de Tommy Wirkola, responsable de la recordada película de terror Dead Snow (una de zombis nazis) quien en este caso elabora una especie de remake de Duro de Matar combinada con una versión sádica y sangrienta de Mi pobre angelito. El film funciona gracias al ritmo dinámico que el director le otorga a la narración con muy buenas secuencias de peleas y tiroteos y el contenido humorístico que resulta muy efectivo. Harbour encarna a un Santa Claus que perdió su fe en la humanidad y como John Mclane termina atrapado en una toma de rehenes durante el asalto a una familia millonaria. Noche violenta presenta un retrato brutal de los pobres Millennials adolescentes quienes son retratados como una pobre generación de idiotas. Los más chicos salen mejor parados. Un aspecto excéntrico del film es que más allá de la violencia y el baño de sangre que se desarrolla a lo largo de la trama, Wirkola consigue mechar un desquiciado mensaje de espíritu navideño que le añade un contenido bizarro al espectáculo. Dentro del reparto secundario tienen sus buenos momentos John Leguizamo en el rol de villano y una irreconocible Beverly D´Angelo (la recordada esposa de Chevy Chase en Vacaciones), quien arruinó su rostro con las cirugías estéticas. Si conectás con el humor negro que manejan los trabajos de Wirkola la película se disfruta muchísimo y queda la sensación que el Noel de Harbour está para continuar en otras historias.
Ella dijo retrata la génesis de la investigación periodística del New York Times que expuso el historial de casos de abusos sexuales del productor cinematográfico Harvey Weinstein. Un tema que eventualmente se convirtió en un catalizador importante del movimiento Me Too y cuya repercusión contribuyó a establecer importantes reformas en los ámbitos laborales alrededor del mundo. La película de la directora Maria Schrader se centra específicamente en los procedimientos periodísticos y describe en detalle las circunstancias en las que Megan Twohey y Jodi Kandor, interpretadas por Carey Mulligan y Zoey Kazan respectivamente, revelaron las situaciones macabras que sucedían en las oficinas de la compañía Miramax. A través de una dramatización correcta que incluye intervenciones amenas de Patricia Clarkson y Andre Braugher el film le rinde homenaje a las reporteras que gestaron el artículo ganador de un premio Pulitzer. El tema con esta película es que desarrolla la historia con la típica fórmula del cine hollywoodense que busca trascender en la temporada de premios sin tomar demasiados riesgos. La obra de Schrader evade cuestionar con profundidad la cultura machista y el sistema de impunidad de una industria que protegió a figuras como Weinsteín y Bill Cosby y tampoco hay una autocrítica al periodismo que durante décadas cajoneó las historias de los abusos cuando tenían la información de esos hechos. El relato de la directora opta por no meterse en quilombos y en ese sentido por momentos parece la versión Argentina, 1985 de los orígenes del movimiento Me Too. En parte porque también aspira a conseguir su burda nominación al Oscar y no se le puede pegar tanto a la industria que amparó a sujetos como el infame productor. Algunas mentes trasnochadas intentaron comparar a Ella dijo con Todos los hombres del presidente, la obra maestra de Alan Pakula que me parece tiene otra jerarquía artística. Una película apasionante que describía la investigación que destapó el escándalo Watergate a través de un thriller cautivante. Esa misma experiencia no se da con esta producción que sigue la fórmula de dramatizaciones que se podría encontrar en cualquier programa de Discovery o Nat Geo. Dentro del reparto Carey Mulligan y Zoey Kazan forman una dupla amena en los roles protagónicos mientras que Samantha Morton brinda el mejor momento dramático como una las víctimas de Weinstein. Aunque los temas que aborda son importantes y tienen una enorme vigencia cultural, como propuesta cinematográfica Ella dijo es bastante aséptica en el tratamiento del caso y probablemente quede en el olvido antes que termine el mes de noviembre. Tal vez en el futuro surjan otros cineastas que se animen a ir al hueso de estas cuestiones sin importarles si el film incomoda a los votantes de la Academia de Hollywood.
No habían pasado 40 minutos de haberse iniciado el film cuando un chico de no más de diez años le manifiesta a su abuela en voz alta: “esta película es una vergüenza, me quiero ir, vamos”. La mujer le recuerda que su madre gastó un buen dinero entre las entradas y el pochoclo y le pide que tenga paciencia que la historia va a mejorar. Sin embargo el pibe, que por alguna razón estaba bastante molesto con el contenido de la propuesta, se levanta de la butaca y abandona la sala seguido por la pobre abuela avergonzada. Mientras se desarrollaba esa particular situación a mi izquierda unas nenas de cinco años que no se conocían entre sí jugaban en las escaleras del cine interesadas en cualquier cosa menos en el espectáculo que se desarrollaba en la pantalla. La culpa no la tienen los chicos sino la obsesión patológica de Disney por forzar los sermones moralistas de la agendita hipster que relegan el entretenimiento y la fantasía a un segundo plano. Este año ya había ocurrido algo similar con el bodrio de Lightyear con la diferencia que en Un mundo extraño la experiencia es más decepcionante por el enorme potencial que tenía la película. La obra del director Don Hall (Big Hero 6) tiene un comienzo espectacular que amaga con traer de regreso ese cine de aventuras clásico, estilo Atlantis y El planeta del tesoro que se extrañaba en la filmografía del estudio. La trama inclusive abre con un lindo homenaje a la literatura pulp de los años ´40 y una estética retro que toma su influencia del viejo cine de ciencia ficción hollywoodense y los primeros cómic de los Cuatro fantásticos ilustrados por Jack Kirby. Tras una presentación amena de los protagonistas, con una fuerte apuesta a la diversidad, el relato parece encaminarse por un rumbo prometedor. Un mundo extraño lamentablemente desperdicia su atractivo cuando la propuesta de aventuras se convierte en un melodrama tedioso sobre pases de facturas familiares. Hacia la mitad del film la dirección de Hall perdió por completo la atención del público infantil, debido a la ausencia de situaciones emocionantes y momentos cómicos insípidos que no generan risas ni siquiera en los más chicos. Los personajes se encuentran rodeados por un mundo de fantasía muy atractivo que pide a gritos ser explorado y termina desperdiciado en un conflicto mundano y aburrido que deja un sabor amargo. No sirve de nada presentar una pareja interracial con un hijo adolescente gay y un perro que tiene una discapacidad física (Mike Judge se haría un festín con esto) si después no pueden sobresalir como los héroes de aventuras que intenta vender el argumento. El mismo problema que tuvo Encanto. Una pena porque desde los aspectos visuales ofrece el espectáculo más creativo que presentó Disney en mucho tiempo. Lamentablemente el guión saboteó toda chance de revivir ese tipo de cine de animación que alguna vez supo estimular la imaginación y entretener a espectadores de diversas generaciones.
Simplemente irremontable. El reboot de Jeepers Creepers es tan malo que consigue dejar bien parado al fallido relanzamiento de SAW (producido por Chris Rock) y la decepcionante Halloween Ends. Esta franquicia fue creada por Victor Salva, un realizador pedófilo condenado por la violación de un chico de 12 años, durante el rodaje de su película Clownhouse (1989). Francis Ford Coppola le dio una oportunidad a comienzos del siglo 21 y produjo la primera Jeepers Creepers que se convirtió en su único éxito comercial. En ese momento las propuestas de terror estaban dominadas por los clones de Scream y el film sin ser una joya del género proponía algo diferente con un relato que trabajaba el folclore de las leyendas urbanas. Luego vinieron dos continuaciones horrendas dirigidas por Salva que no consiguieron consolidar la saga y este año llegó a los cines este reboot clandestino que se hizo sin autorización de la companía Myrad Pictures, dueña de los derechos de la franquicia. Motivo por el cual los productores recibieron una demanda por plagio. Cuesta bastante encontrar algún elemento redimible en esta obra mediocre del director finlandés Timo Vuorensola que falla miserablemente a la hora de construir situaciones de terror y suspenso. Salvo por una participación decente de Dee Wallace (Cujo) y Gary Graham (recordado protagonista de la serie Alien Nation) en los primeros minutos de la trama, la película luego entra en el terreno del tedio absoluto, debido a su alto contenido de estupidez. Los personajes principales compiten constantemente por generar rechazo en el público y no ayuda para nada que el Creeper ahora tenga la apariencia de un proxeneta salido de algún Blaxploitation de los años ´70. Los efectos especiales en sus intervenciones son horrendos y en más de una ocasión se puede notar claramente que los actores se encuentran frente a una pantalla de croma. La desidia creativa y la falta de interés por elaborar un espectáculo decente prima en la artificial puesta en escena, afectada además por un guión aburrido. Los productores tenían la intención de relanzar la saga con una trilogía que difícilmente se concretará luego de este desastre que califica entre los peores estrenos del año. Jeepers Creepers está acabada como franquicia y salva que tengan ganas de desperdiciar el valor de una entrada la mejor recomendación que se puede hacer con este estreno es que lo eviten en una sala de cine.
A lo largo del año tuvimos varias estrenos relacionados con el mundo de la gastronomía que aprovecharon el actual auge de los reality shows culinarios en la televisión. Dentro de esta temática El menú sobresale como la mejor producción de la temporada al ofrecer un gran entretenimiento que combina el thriller psicológico con la comedia de humor negro. El film del cineasta inglés Mark Mylod desarrolla una sátira ácida y brutal sobre la comunidad snob de los cocineros pretenciosos y los críticos que los apañan y creen que la elaboración de un plato tiene el mismo valor artístico que una pintura de Van Gogh. El relato de Mylod maneja de un modo impecable el tratamiento de la tensión y el suspenso que con el transcurso del tiempo deriva en un espectáculo turbio y morboso. Lo ideal es llegar al visionado con la menor información posible sobre argumento ya que eso contribuye a que el conflicto y los diversos giros sorpresivos se aprecien con más intensidad. El rol de Anya Taylor-Joy representa la mirada del espectador casual que ingresa al alocado mundo de la gastronomía pretenciosa que en esta propuesta tiene un retrato más grotesco. La narración del director hace un gran trabajo a la hora de gestar un clima de tensión permanente que incrementa a medida que se desarrolla el rol del villano, a cargo de un extraordinario Ralph Fiennes. El Chef Slowick es una especie de gemelo malvado y psicópata de Gordon Ramsay combinado con la mentalidad macabra del John Kramer de SAW y sobresale entre los mejores roles que encarnó el actor en los últimos años. Si bien el reparto cuenta con muy buenas intervenciones de Nichola Hoult y Hohn Leguizamo, el duelo psicológico que se gesta entre los roles de Fiennes y Anya Taylor Joy brinda algunos de los mejores momentos de esta producción. En el acto final durante el desarrollo del clímax la propuesta de Mylod se desinfla un poco, debido a un final que remite demasiado a un clásico del cine terror y una serie de incógnitas que la trama no llega a explicar. Salvo por esos detalles EL menú ofrece un gran thriller que se disfruta muchísimo por la labor de los protagonistas el dominio del suspenso que presenta la dirección.
Hace unos años cuando se anunció la idea de retirar en la ficción al personaje de T´Challa, a raíz de la muerte del actor Chadwick Boseman muchas voces se manifestaron en contra en los medios de comunicación. Entre ellos el hermano del actor. En el pasado Marvel no tuvo reparos en modificar los castings de Bruce Banner, James Rhodes y Thundbolt Ross y seguir por ese camino no hubiera impedido rendirle un homenaje a la figura de Boseman. Con el diario del lunes queda claro que fue una idea desafortunada ya que ninguno de los personajes secundarios que integran el mundo de Black Panther tienen el peso necesario para llevar adelante la historia. Ya sea porque lo superaron las circunstancias o la presión de gestar una continuación tras la triste muerte del protagonista, Ryan Coogler no presenta su guión más inspirado. La trama intenta abarcar numerosas temáticas a la vez que derivan en un espectáculo caótico sin un foco definido. Dentro de un mismo film Coogler pretende explorar la muerte del héroe, el duelo de sus familiares, los conflictos geo-politicos de Wakanda, la presentación del Namor azteca y la inclusión que le enchufó el estudio de Ironheart, con el fin de pescar más suscriptores para la plataforma Disney +. Es un montón y su obra se desploma enseguida por esta cuestión. La película decepciona de entrada con la chapucera muerte de T´Challa, quien no tiene la oportunidad de despedirse por la puerta grande o a través de alguna situación épica. El fallecimiento se produce fuera de cámara producto de un virus pedorro que nunca se llega a especificar. Aparentemente el Rey de Wakanda tenía las defensas bajas y por eso palmó. Aunque después viene un emotivo homenaje a Boseman el modo en que manejaron esta situación deja un sabor amargo. A partir de ese momento la narrativa de Coogler sigue la incoherencia caótica de su guión donde el foco de atención salta permanentemente en diversas situaciones y personajes. En un momento el argumento le da una relevancia al rol de Riri Williams (que no tenía nada que hacer en esta producción) para luego convertirla en un elemento de utilería como ocurrió con América Chavez en Doctor Strange 2. Se nota que no era parte del guión original y el estudio la incluyó para promocionar la serie que se viene con esa heroína. En el caso de Namor optaron por reinventar su origen que se vincula con la cultura mesoamericana y arrastra un resentimiento contra los inquisidores españoles del siglo 16. Un divague notable. No queda otra que fumarse al histórico mutante que se viste con un poncho y cuyo nombre ahora significa "el niño sin amor...·" Por favor, vacaciones sabáticas para Victoria Alonso y su escuelita de diversidad forzada. Un poco de piedad es todo lo que pido. Cabe destacar que Tenoch Huerta (Narco: México) al menos tiene la decencia de no convertir al personaje en los típicos comediantes de stand-up que sobran en el MCU. Lo peor de Namor en realidad no pasa tanto por estas modificaciones sino que su rol en el conflicto es demasiado parecido al que tuvo Killmonger (Michael B. Jordan) en el primer film. De hecho la motivación para vengar a sus ancestros es casi la misma. Una característica que debilita un poco su participación. Entre los aspectos positivos, ya que no todo es un desastre, se puede destacar las actuaciones del reparto y la puesta en escena que encuentra sus mayores virtudes en el diseño de producción y los vestuarios. Dentro del reparto Angela Bassett tiene la chance de ofrecer su mejor interpretación desde la biografía de Tina Turner y Laetitia Wright como Shuri consigue salir bien parada al tomar un rol más protagónico tras la muerte de Boseman. Coogler por su parte presenta una evolución en el retrato de la acción con secuencias de peleas más estilizadas, aunque esos momentos no abunden en el relato. Lo peor de esta película se encuentra en su agotadora duración de casi tres horas que se sienten muchísimo en la butaca. Con facilidad le sobran 40 minutos que se podían haber editado sin tanto exceso de subtramas innecesarias. Wakanda por siempre cuenta con una escena adicional en la mitad de los créditos que al menos es funcional a la historia y levanta con un poco de esperanza el tono depresivo que prima en el relato. En resumen, un interludio extenuante de Black Panther que no resiste más de un visionado y cierra el peor ciclo que brindó hasta la fecha el MCU.
Jessica Hausner es una directora austriaca que en las últimas décadas se convirtió en una figura familiar del Festival de cine de Cannes, donde obtuvo reconocimiento internacional con una filmografía centrada principalmente en el drama. Little Joe representa una inusual incursión en el cine de género donde intentó explorar el thriller de horror psicológico con algunos tintes de ciencia ficción. La premisa en un comienzo es interesante y juega con elementos de La tiendita del horror y La invasión de los usurpadores de cuerpo. En algún momento se filtra también alguna referencia a la remake de The Village of the Dammed de John Carpenter. Emily Beecham, recordada por Hail Caesar! (de los hermanos Coen) encarna a una científica que cultiva una planta alterada genéticamente, cuyo polen puede generar felicidad al alterar los sentimientos auténticos. El experimento sin embargo no resulta tan bien y se vuelve un problema cuando la protagonista se lleva la planta del laboratorio para hacerle un regalo a su hijo. A partir de esa premisa el relato de Hausner tiene la intención de elaborar una propuesta de terror que no se enfoca en el gore o los jumpscares constantes, sino en la construcción de atmósferas inquietantes. Algo que consigue en ocasiones a través de la colorida y gélida ambientación que rodea a los personajes y la música del compositor japonés Teiji Ito, centrada en melodías asiáticas. Lamentablemente la narración tediosa de la directora atenta contra cualquier posibilidad de gestar momentos notables de suspenso y el visionado se vuelve monótono por la simple razón que cuesta conectarse con los personajes y el conflicto. Tampoco ayuda un argumento caótico que intenta abarcar demasiadas temáticas a la vez sin profundizar en ninguna de ellas. Little Joe tiene la pretensión de plantear una reflexión sobre la emancipación femenina, la salud mental, la alienación social y una crítica a la industria de los antidepresivos que no aporta nada sustancial. Desde los aspectos técnicos no se le puede objetar nada y la labor del reparto es correcta, sin embargo la narración carece de intensidad y no ofrece nada interesante con un concepto familiar que tiene mejores antecedentes.
Otra propuesta del cine de acción que se suma a esta racha de película coreanas del género que en el último tiempo llegaron a la cartelera. En el caso de Amenaza explosiva encontramos otro refrito del clásico de Joel Schumacher, Enlace mortal (Phone Boot), que en el último tiempo "inspiró" varias producciones que trabajaron una premisa similar. Sin ir más lejos, este año se estrenó Hot Seat con Mel Gibson y la producción argentina En la mira, con Nicolás Francella que trabajaban conceptos similares. En el caso del film coreano el director Chanjiu Kim le añade además un influencia de Máxima velocidad (Speed) para construir un espectáculo predecible pero entretenido que encuentra su mayor virtud en el tratamiento de la acción. Kim contiene un espíritu bastante nostálgico que evoca las producciones hollywoodenses de los años ´90 dentro de esta temática. Para tratarse de una ópera prima sorprende con un muy buen tratamiento del suspenso y la realización de las persecuciones automovilísticas que son intensas y levantan la debilidad del argumento. Será interesante descubrir que puede aportar el director Kim en el futuro con un guión un poco más elaborado.
En el campo de la literatura infantil Lilo, Lilo cocodrilo siempre fue un burdo robo del oso Paddington creado por Michael Bond. La obra de Bernard Warber copiaba la misma premisa de la obra de Bon con la diferencia que cambiaba al animal que protagonizaba el relato. Motivo por el cual este film puede evocar cierto Déjá vu con la propuesta del oso peruano. Pese a todo, la dupla de directores Will Speck y Josh Gordon, responsables de la genial Blades of Glory (con Will Ferrell) ofrecen un espectáculo familiar muy entretenido destinado a los espectadores más pequeños de a partir cinco años. Para los adultos que acompañen en la sala la película no se sufre en absoluto y queda el placer de disfrutar a Javier Bardem en un rol muy divertido donde explota su talento para la comedia. Otro elemento destacado son las secuencias musicales creada por los mismos compositores de The Greatest Showman (Hugh Jackman) que ofrecen alguno de los mejores momentos dentro de la historia. Dentro de su género es una propuesta correcta que entretiene a los más chicos sin imponerles ninguna agenda social o chistes escatológicos que a menudo contaminan esta clase de filmes.
El fotógrafo de Minamata se siente como un regreso a las fuentes de Johnny Depp dentro del cine independiente, a través de un proyecto personal que le permitió lucirse como actor después de mucho tiempo. El film retrata la historia del reportero gráfico W.Eugene Smith, quien desarrolló su carrera en la revista Life y trascendió por sus ensayos fotográficos relacionados con la Segunda Guerra Mundial y el desastre ambiental de Minamata. Una ciudad de Japón donde sus habitantes padecieron los estragos que generó la contaminación industrial ente comienzos de los años ´30 y fines de los ´60. La historia del film retrata el detrás de escena de lo que fue una de las labores más aclamadas del periodista por la visibilidad internacional que le dio a esa catástrofe humanitaria. El director Andrew Levitas reconstruye el caso con una narración que opta por no exagerar el argumento con el melodrama al mismo tiempo que elabora un homenaje honesto a la tarea de esta rama periodística. La composición que presenta Depp sobre Eugene Smith es fantástica y trae al recuerdo a ese artista que se disfrutaba a menudo en su etapa previa a Piratas del Caribe. A raíz de sus conflictos judiciales este film no tuvo demasiada difusión y es una pena porque sobresale entre los trabajos más interesantes que presentó en estos últimos años. Sobre todo por la enorme vigencia que tiene el tema en la actualidad en numerosas partes del mundo. Dentro de los aspectos más técnicos sobresale especialmente la banda sonora de Riuchi Salamoto (El último Emperador) que no pasa desapercibida y eleva la jerarquía artística del film. Si extrañaban al Depp de los ´90 este es un estreno que recomiendo tener en cuenta.