Erase una vez en América. Uno de los aspectos más entretenidos en las novelas de Harry Potter eran los pequeños detalles que constituían al universo ficcional donde se movían los personajes. Por cuestiones de economía narrativa esas pequeñeces fueron suprimidas o considerablemente reducidas en las adaptaciones cinematográficas en favor de un mayor desarrollo de la trama principal. Animales Fantásticos y dónde encontrarlos, la enciclopedia ficticia que ordenaba y categorizaba a las bestias del Potterverse (símil al Necroconomicon en Lovecraft o El libro de arena en Borges) era justamente una de estas minucias que hacían más atrapante al libro. Y más allá de las obvias intenciones económicas de Warner por ordeñar al extremo su saga más exitosa hasta la fecha, la idea de contar la historia de Newt Scamander, el zóologo fantástico y autor de esta falsa enciclopedia, es bastante interesante y ayuda a explorar ese mundo no tan abarcado en las películas del mago adolescente. El guión original de J.K.Rowling pone el foco en Newt Scamander (Eddie Redmayne) y sus aventuras durante su primer viaje a la Nueva York durante los años previos a la Gran Depresión. El joven Newt llevará consigo una valija llena de sorpresas y bestias excéntricas, que como podrán imaginar lo meterán en más de un problema con los muggles y también con los ocultos magos neoyorkinos. Scamander encontrará nuevos amigos en el camino y junto a ellos deberá impedir la destrucción de la ciudad a manos de una oscura entidad mágica. Problemas de franquicia: En la saga original, el outsider, el personaje que recibe la información al mismo tiempo que el espectador, siempre fue Harry. Esta es una de las funciones principales del protagonista en la narración clásica. Pero llamativamente Rowling decide darle este rol a un personaje secundario: Jacob Kowalski (Dan Fogler), un muggle de clase trabajadora, una persona común y corriente que se encuentra en medio del conflicto por casualidad. Jacob es uno de los mejores elementos de la película y es el único que recibe un desarrollo convincente. Sabemos sus motivaciones, sus emociones y se le otorga todo un arco argumental que cierra perfectamente. Asimismo, en Jacob se encarna uno de los temas más interesantes de la cinta, y de Harry Potter en general, que es la confrontación entre la ciencia y la magia. Tengamos en cuenta que hablamos de una era de avance tecnológico al servicio de la industria, una época donde un operario como Jacob no era más que una hormiga en un mundo desencantado. Ver a este personaje descubrir la magia por primera vez me animaría a decir que es uno de los aciertos más grandes del relato. Lamentablemente no podemos decir lo mismo del resto de los personajes. Sabemos que Newt, interpretado por un Redmayne con secuelas de la parálisis de Hawkings, es una persona bondadosa e inteligente pero aparte de eso es solo un tipo que hace cosas; no se profundiza en los causas de su comportamiento y apenas posee diminuta referencia sobre un pasado amoroso. Esto se extiende en absolutamente todos los participantes de la trama, están ahí de manera aleatoria y sin explicación, algunos directamente están allí ocupando metraje y nada más, sin ningún tipo de influencia en el resto de los acontecimientos. La razón por cuál estimo que sucede ésto es porque Animales Fantásticos y dónde encontrarlos más que una precuela, es el inicio de una nueva franquicia, un universo expandido que presume al menos la producción de cinco películas más. Teniendo en cuenta ello, Rowling se reserva historia y desarrollo para las futuras secuelas de manera exagerada (sacando la excepción de Jacob) generando así un panorama confuso y con eventos sin demasiada explicación. Incluso la amenaza de turno, que al principio parece presentar una vuelta de tuerca refrescante, termina siendo otra masa amorfa sin un fondo definido. Otro síntoma de franquicia, es el toque impersonal y plenamente funcional de la dirección de David Yates. El director inglés se ha destacado por llevar adelante los últimos episodios de la saga en forma correcta y eficiente pero su aproximación es tan ascética y mecánica que es difícil encontrar un plus en su forma de filmar. La estética de Harry Potter, que inició Cuarón con El Prisionero de Azkabán y se terminó de definir con Yates, está presente en Animales Fantásticos… pero configurada en la bella Nueva York de principios de siglo XX. En términos visuales no tiene nada que envidiarle al Príncipe Mestizo o Las Reliquias de la Muerte, el espectáculo, las peleas con varitas y los animales animados por computadora están ahí y en altas dosis. Conclusión: Animales fantásticos y dónde encontrarlos es una película entretenida y visualmente efectiva pero con ideas reducidas a simples adelantos de futuras secuelas. Una imperfecta aunque aceptable expansión del universo de Rowling.
Tan cerca, tan lejos. el jugadorCuál equilibristas de riesgo, hay películas que se balancean maravillosamente en esa fina soga que divide la genialidad de la estupidez absoluta. Obras maestras del séptimo arte como The Room o Un Buen Día han logrado esta hazaña y ya son parte de los anales de la historia. Son films que llegan a la final del mundo y la ganan por goleada, sin ningún tipo de vacilación. Otros, en cambio, yerran en el momento clave, hacen todo lo posible, se la juegan y fallan en el tiro de gracia cuál Pipa Higuain, Newell’s Old Boys u Holanda del ’74. El Jugador, largometraje escrito y dirigido por Dan Gueller, lamentablemente es uno de estos casos donde los laureles estaban ahí nomás pero terminaron pasando por al lado. El film narra la historia de Alejandro Reynoso (Alejandro Awada), un ludopata retirado al servicio de un magnate de la carne y sus parasitarios nietos con aspiraciones de narcotraficantes. No hace falta aclarar que este negocio conlleva sus riesgos e inevitablemente Alejandro se verá involucrado en cada uno de ellos. ¡Era por abajo Fiodor!: Empecemos por las genialidades: El jugador es una novela que bien puede leerse como una descripción crítica del hedonismo en la Rusia zarista, es un libro que tiene bastante de instrospección, existencialismo y autobiografía. Sin embargo, hay algo especial en su argumento que la convierte en una fuente perfecta para la transformación y la mutación narrativa. Por esta razón, la idea de convertir las penas atribuladas de un ruso decimonónimo en un thriller argento con sexo, merca y el Casino de Mar del Plata parece más que acertada. Segundo logro, la escena de tortura más bizarra en la historia del cine nacional. No quiero arruinárselas, pero sólo voy a decir que involucra a una víctima nictiofóbica (???) y un montón de pescados marplatenses. Tercera proeza, los inolvidables diálogos interpretados con una vehemencia sólo comparable a la magistral Lucila Polak de Pacino en la ya mencionada Un Buen Día. En este punto caben destacar los momentos de Esteban Bigliardi, el mejor insultador que se haya visto en tiempos recientes, y Lali Estevez, la actriz revelación de la cinta y sus polémicos anagramas de la palabra “perdedor”. Parecía que la película se dirigía sin escalas hacia la eternidad, pero por alguna razón Gueller la pecheó al final, se puso la casaca del qualité francés y apostó a las actuaciones correctas y desabridas de Pablo Rago y Alejandro Awada, grandes jugadores que terminaron caminando la cancha y no estuvieron a la altura de tamaña responsabilidad artística. Tampoco Gueller se animó a dar el plus en el aspecto del guión, el cineasta apostó por secuencias reflexivas y mesuradas con una aceptable puesta en escena. Este es el error fatal, aquí es un cuando el film deja de balancearse en la delgada línea para quedarse en lo seguro, en lo correcto, en lo moderado. No necesitamos otra cinta argentina safable para el olvido, necesitamos frases grandilocuentes, doblajes polémicos, torturas con pescados y actores pasados de rosca. Para todo lo demás ya tenemos una novela rusa de hace doscientos años. Conclusión: El Jugador es una película que pudo haber sido un buen thriller, luego una genial bizarreada y finalmente termina siendo una adaptación comedida con algunos momentos pocos disfrutables. El trono de Un Buen Día sigue intacto.
Crítica interactiva. A ver, voy a dejarles la sinopsis oficial y unos minutos para poder leerla con detenimiento. En el año 2017, DELFINA (21) regresa de Nueva York a un pequeño pueblo ribereño en la provincia de Buenos Aires. Allí visita la tumba de una mujer mayor y la de una joven que es idéntica a ella, llamada Julia. De hecho, la foto de la lápida podría ser fácilmente una foto de ella. A partir de la identidad de estos dos rostros, la joven viva y la muerta, una serie de recuerdos se despliegan: algunos recuerdos de la infancia de DELFINA, otros de su padre JUAN. Juan, a los 25 años, descubre que es hijo de desaparecidos. Mientras lleva a cabo el proceso de descubrir su verdadera identidad, conoce a Julia, joven de la que se enamora y quien trágicamente muere en un accidente. Muchos años más tarde, Juan está casado con otra mujer, BERENICE, y tiene una hija llamada DELFINA. Sin embargo, el amor del pasado vuelve a colarse en su vida: hay varios indicios de que su hija podría estar relacionada con Julia, como si de alguna manera, su sangre hubiese transmitido la huella de ese primer amor. Tras el laberinto de estos recuerdos, donde el pasado y el presente se cruzan, podemos armar un rompecabezas cuya imagen final será una hipótesis casi sobrenatural, tan inquietante como esperanzadora: el amor del pasado deja sus huellas sobre nosotros, tan profundamente que nuestros hijos las heredan, hijos que pueden tener varios padres. En el caso de DELFINA, ella es la única hija de dos madres, una biológica y otra que murió antes de que naciera. ¿Ya terminaron?, ¿entendieron porque un supuesto resumen tiene más de doscientas palabras de extensión?, ¿entendieron algo de lo que pasa en la película?, ¿entendieron el subtexto, las metáforas, los significantes agregados textualmente para nuestra contemplación?. Les hago un favor y se las hago corta, la premisa es la siguiente: ¿Qué pasaría si tienen sexo con una mujer pensando en otra y después se embaraza pero tu hija resulta ser idéntica a la mina en la que estabas pensado?. Bueno, en verdad, si algo hay que destacar de la sinopsis oficial, es que es fiel con la aspiración pretenciosa de la película. Vamos otra vez, pero esta vez voy a dejarles una descripción de uno de los personajes y ustedes me dicen si algo les llama la atención Esmeralda Mitre interpreta a la cónyuge de un nieto recuperado. ¿Ya terminaron?, ¿se dieron cuenta que esta actriz actualmente es la esposa de Dario Loperfido”?. Bueno, eso, no se que más agregar salvo ¿EN QUE ESTABAN PENSANDO CUANDO HICIERON EL CASTING?. Quizás es un ejercicio metatextual con el objetivo de resaltar las contradicción inherentes entre la ficción y la realidad; o quizás sencillamente fue una reverenda estupidez, un pifie sin querer queriendo. Tal vez es todo eso junto, quien sabe. ¿Quién es quién?: Ok, supongamos que vivimos en una burbuja de plástico a lo John Travolta y vamos al cine sin saber nada de ésto. ¿Qué es lo que tenemos en Hija Única?. En primer lugar, el récord mundial de pestañeo por minuto (gran logro de la heredera de la dinastía Mitre), gente que posa y se hace la deprimida, una niña que se supone es la versión infantil de Ailín Salas pero no que no se parece en nada a ella (otro logro del casting), planos cerrados, cámara en mano, Terrence Malick, una fotografía decente, un confuso relato caleidoscopico (porque eso de la narración lineal y discernible se murió con Resnais) y un par de ideas interesantes sobre génetica emocional y perdida de la identidad que apenas se desarrollan en casi dos horas de metraje. Conclusión: Ignorando la mencionada contradicción ideológica del film en términos de producción, podríamos decir que la cinta dirigida por Santiago Palavecino no llega a explorar los conceptos que presenta inicialmente (si no saben cuales son esos conceptos vuelvan a leer la sinopsis) ni en términos formales ni intelectuales.
Detrás de las paredes que ayer se han levantado. Alguien, algún día, debería investigar la verdadera razón detrás de la pasión nacional por el cine de terror. El público argentino llena las salas de absolutamente cualquier estreno que lleve en su título “horror”; “del miedo”, “diabólico”, “de la muerte”, “del mal”, “del terror”, “sangre” o “demonio” sin ninguna objeción. No se realmente cual es el motivo pero la consecuencia de ello es que tengamos en cartel películas como El Canal del Demonio: film irlandés, muy chiquito, de autor, que data de 2014 y que se proyectó dos ediciones atrás en el Buenos Aires Rojo Sangre. No es que sea algo necesariamente malo, pero es llamativo como pequeñas películas que ni siquiera consiguen salas en los grandes mercados llegan a este país y rompen la taquilla o al menos consiguen un rendimiento más que aceptable. Pero bueno, vayamos a lo que nos importa: Desde su premisa, El Canal del Demonio no cuenta con nada que no hayamos visto antes: una joven familia se muda a una casa aparentemente embrujada y los residentes se ven atormentados por los crímenes abyectos ocurridos previamente en ese lugar. Más allá de la poca originalidad en la propuesta, el verdadero problema del film es que se hace extremadamente previsible y su giro – algo muy común en el género – se puede intuir desde el principio del metraje. Es una real pena, porque este error parece fuera de contexto en un relato que pondera el establecimiento de una atmósfera tensa y perturbadora por encima del susto fácil y el giro shyamalensco. Como muchos otras producciones de la misma calaña, el terreno fantástico es tratado con una ambigüedad casi alegórica; el monstruo/demonio/villano puede bien ser una característica psicológica de los protagonistas. Para que ello salga bien, se requiere una capacidad narrativa con la que no todos los cineastas cuentan y que Ivan Kavanagh, director y guionista, parece demostrar intermitentemente. Un canal a mitad de camino: El Canal del Demonio no es una obra erigida únicamente a base de cliché. El director y guionista de la película hace un aporte interesante con planos creativos y escenas bellamente filmadas. Asimismo, Kavanagh se las ingenia para incluir conceptos e imágenes perturbadoras casi salidas del enfermo body horror de David Cronenberg. El universo fantasmático y pesadillesco en el que se inserta el personaje principal, un sólido Rupert Evans, es completamente remarcable y no puedo evitar pensar cuál hubiera sido el resultado global con algunos pequeños ajustes en la trama y en el rítmo. El ritmo es otro inmenso inconveniente que no supo sortear Kavanagh, la narración inicia de manera fluida y se estanca hacia la mitad del metraje, donde el film se convierte en un suplicio complicado de atravesar. Este bajón estruye el ambiente tenso que se había formado minutos antes y la resolución ya no posee el mismo impacto. Conclusión: El Canal del Demonio es un film con imágenes y conceptos interesantes pero con una historia predecible y aburrida que la convierte en otra película del montón.
El medio no es siempre el mensaje. campaña antiargentinaCampaña Antiargentina fue un slogan adoptado por la última dictadura militar en pos de desestimar las númerosas denuncias de organismos internacionales que hacían referencia a la violación de derechos humanos en ese período. El film homónimo de Alejandro Parysow con participación de Pablo Marchetti (Ex Revista Barcelona) en guion, juega con este significante y lo utiliza como vehículo para una sátira del argentino promedio. O al menos eso es lo que llegué a entender, porque Campaña Antiargentina es una película fallida en absolutamente todos sus aspectos. Con un formato de falso documental, la cinta narra los últimos días del afamado actor y cantante Leo J (Juan Gil Navarro), un argentino que descubre lo que parece ser una oscura conspiración contra su país de origen. El “Herzog argento” que nos cuenta esta historia de locura y obsesión, construye el relato a través de entrevistas a su célebre círculo intimo (Andy Kutnesoff, Adrian Suar, Fernando Spiner) y el metraje encontrado en la propiedad del protagonista mientras llevaba a cabo su peligrosa investigación. El problema, es que la propuesta del mockumentary, no está bien lograda y resulta extremadamente confusa para el espectador. Primero, se nos informa que buena parte de las imágenes forman parte de un proyecto personal del protagonista sobre la vida de Carlos Gardel. Suponemos que este material está tomado por un camarógrafo profesional contratado por Leo, pero luego entendemos que también cuenta con un camarógrafo amateur para documentar los sucesos y vicisitudes personales mientras investiga el supuesto complot antiargentino. Segundo, el film establece que el metraje ha sido ordenado y editado junto a otras entrevistas por el director de este falso documental. Sin embargo, hay toda una cantidad de acontecimientos registrados que no pueden explicarse salvo que uno piense que hay una especie de narrador omnisciente por fuera del relato documental. Por ejemplo, en varias escenas podemos ver al camarógrafo filmando el metraje encontrado y al plano siguiente observamos las imágenes tomadas por este mismo personaje pero no vemos a nadie filmando a esta persona. Es decir, la idea del documental se destruye en un cambio de plano. ¿Qué estamos viendo entonces?. Yo no estoy muy seguro, quizás es la historia de un documental sobre un documental sobre un documental. No se entiende, si alguien supo descifrarlo que no dude en aclarármelo en los comentarios. La comedia es cosa seria: El chiste del mockumentary es observar situaciones completamente absurdas y delirantes en un registro serio y realista. La idea es creer en la veracidad del documental sin tener necesariamente la información de que es una comedia o algo ficcional. Por eso funcionan tan bien gemas como Esto es Spinal Tap o Zelig. Uno puede ver esas películas sin saber el contexto de su realización y creer que los hechos documentados son reales. En otras palabras, cuanto más se explicita la ficcionalidad del mockumentary menos gracioso resulta éste. Lo mismo podríamos decir de otras comedias, por ejemplo, ¿Qué gracia podría tener La Pistola Desnuda o ¿Dónde está el piloto? si Leslie Nielsen no recitará sus diálogos con la seriedad que lo caracterizaba?. La verosimilitud en la realización y el tono de los actores lo es todo en este tipo de películas. Lamentablemente, en Campaña Antiargentina ésto no sucede en ningún momento. Juan Gil Navarro sobreactúa y fuerza demasiado las cualidades grotescas de su personaje y lo mismo podríamos decir de los entrevistados “estrellas”, que incluso se ríen de su propios testimonios. También se puede observar un importante déficit cuando se intentan plasmar viejos archivos (a lo Sucesos Argentinos) con un audio y definición notoriamente contemporáneas. Sumado a ésto, Parysow y Marchetti no tienen muy en claro donde volcar su crítica, si a la superficialidad snob de las celebrities, si al ciudadano argentino promedio y su nacionalismo barato, al argentino xenófobo o quizás a todo eso junto. No lo se, invito nuevamente al lector a que me pueda explicar si entendió bien a que iba la sátira. Conclusión: Campaña Antiargentina es una película que aspira a una sátira corrosiva e ingeniosa pero que fracasa estrepitosamente tanto en lo conceptual como en su ejecución formal.
La opera prima de Roberto Bonomo es una bocanada de aire fresco para la comedia argentina. Una peculiar historia con peculiares protagonistas en una peculiar Buenos Aires. Un tipo especial Roberto o “Robert” (Roberto Makita) para los amigos, es una persona bastante particular, sobre todo para las sensibilidades del mundo actual. Tiene ascendencia asiática y capitaliza sus rasgos orientales como extra de cine y publicidades pero también se las rebusca con changas momentáneas. Uno de estos trabajos, que fue ofrecido por su amigo y confidente Rigoberto (Rigoberto Zárate), requiere el cuidado de una lujosa casa perteneciente a una ex Miss Argentina. Las labores cotidianas de esta tarea podrán ser mundanas y aburridas, pero gracias a ellas (o quizás al destino), Robert conocerá a su interés amoroso, una joven modelo llamada Laura (Malena Villa). La primera escena de Miss, un ejercicio metatextual, nos basta para darnos cuenta que el héroe de esta historia no es una persona más, no solo por su apariencia física (algo enclenque y con una ya extinguida riñonera) sino por su manierismos y cadencia al hablar. Robert es un ser respetuoso, sensible y con una timidez particular cuando refiere al sexo opuesto. Su aproximación a Laura no es de las mejores, la sigue a la salida de la facultad y es por demás insistente; pero Robert está genuinamente enamorado y ofrece su amistad a la mujer que ama. Beautiful Losers Los diálogos y el humor del film poseen una impronta similar a la de Wes Anderson. Podemos encontrar varias similitudes en el ritmo del montaje y la estética de los planos que nos hace pensar en personajes como “Dudley” de Los Excéntricos Tenembaums o en los acelerados y robóticos personajes típicos de Martin Rejtman. Bonomo, en colaboración con Santiago Giralt y Juan Villegas en el guión, cuenta una historia breve y sencilla, una historia de amor visto de las perspectiva de un personaje bizarramente fascinante y completamente querible. Es una persona con una inocencia especial enfrentado a un mundo cínico pero nunca enfocado de manera pesimista y condescendiente. A diferencia, por ejemplo de Napoleón Dinamita, los autores no se burlan visceralmente de sus personajes, se puede palpar el cariño hacia Robert y compañía. En parte porque los guionistas partieron del protagonista primero, ya que lo conocen personalmente y se supone que su papel ficcional está basado en su personalidad real. Por otro lado, la película cuenta con una disposición particular del espacio en el que se mueve la trama. Hay una reiteración acertada de escenarios como un universo ficcional concentrado (es decir, una película) pero lo que es realmente llamativo es la presentación de diversos lugares característicos y relativamente lejanos de Buenos Aires pero de manera concatenada, de alguna forma parece que se crea un distribución espacial diferente a la que puede entender un habitante de la ciudad, una Buenos Aires que solo existe en Miss. En contraposición a ello, hay cierto trato turístico de las locaciones que por momentos da una imagen demasiado idealizada de una compleja urbe como ésta. Conclusión Miss es básicamente una comedia romántica, una muy pequeña y especial. Un film con personajes entrañables y diálogos que equilibran de manera efectiva el humor con el drama. Una historia de amor, pero una más, la historia del gran Robert.
El siempre controvertido Michael Moore, director de Bowling For Columbine y Fahrenheit 911, viaja por el mundo buscando destinos ideales para una nueva invasión norteamericana. El documental de Luis Solari: Hace un par de años Diego Capusotto y Pedro Saborido crearon un personaje llamado Luis Solari, un cantante cipayo que usaba como inspiración su anhelo por vivir en un país extranjero. Todos conocemos a un Luis Solari, bien puede ser el tachero de turno o un amigo recién llegado de vacaciones, es ese que tira frases como “El café, en Italia, es una cosa de locos y es muy barato, no como acá” o “No sabés lo que son la minas en Camboya, acá son todas histéricas”. Es gente que desprecia a su país natal e idealiza lugares que visitó una semana o que directamente no conoce. Todo es maravilloso, todo es genial pero nunca se detiene a estudiar el contexto o las razones por la cual hay ciertas políticas en ese país. Hago esta introducción, porque luego de ver ¿Dónde invadimos ahora? uno no puedo evitar pensar que Michael Moore es el Luis Solari del cine documental. Este país es una mierda: que invadimos ahoraEl documental juega con el concepto de que las últimas intervenciones militares de los Estados Unidos en países extranjeros no fueron fructíferas en términos sociales, económicos y de recursos energéticos (al menos discutible si uno entiende que buena parte del crecimiento de este país se basa en este tipo de políticas) y que la administración actual debería dejar de buscar el petroleo del Medio Oriente para enfocarse en invadir países socialdemocratas bienpensantes. Por eso, Moore va a asesorar al gobierno yankee viajando por el mundo y encontrando lugares con ideas muy útiles para su país. De Italia va a rescatar sus largas jornadas de vacaciones pagas y sus CEOs de empresas buena onda, como el de Bugatti que parece re copado y todo lo hace para el beneficio de sus empleados. De Francia, que literalmente la describe Moore como “el país donde hacen el amor y no la guerra” (!!!!!!!) destaca sus comidas gourmet de escuelas públicas y su recontraprogre Educación Sexual. De Finlandia su sistema educativo hippie, de Noruega el sistema penitenciario buena onda, de Alemania los Spa para trabajadores subvencionados por el Estado y la lista se extiende por dos interminables horas alrededor del mundo. No estoy diciendo que E.E.U.U. no tenga ENORMES problemas de contención y justicia social pero la forma en que aborda el director cada uno de estos segmentos, de manera tendenciosa e hiper sesgada, no hace más que conspirar en contra de sus argumentos. La retórica de Michael Moore, compuesta por una mezcla de reduccionismo, manipulación y golpes bajos; se asemeja “casualmente” a la de otro obeso “documentalista” local que apela a un falso sentido común y que piensa que su país no es más que una apestosa materia fecal. El director de Bowling For Columbine pinta especialmente a los países europeos como lugares perfectos e idóneos, llenos de buena voluntad y que nunca han utilizado la violencia y la explotación colonialista para llevar adelante sus rimbombantes e “inquebrantables” políticas pseudo socialistas. Y no, Estados Unidos no es precisamente una panacea, de hecho el cine de los últimos cincuenta años se encargó de mostrar exactamente lo opuesto, pero no se puede aspirar a un análisis crítico cuando la única herramienta utilizada es la comparación constante sin ningún tipo de profundidad o marco histórico. Conclusión: ¿Dónde invadimos ahora? es probablemente la peor película de Michael Moore hasta la fecha. Esperemos que deje su faceta Capusotto y vuelva a inspeccionar corrosivamente los cimientos de su país, como bien ha sabido demostrar en trabajos anteriores.
Luego de ser multipremiada en el Festival de San Sebastián, la condecorada opera prima de Emiliano Torres se hace presente en las salas comerciales del país y se suma a la gran racha actual del cine argentino. Las penas son de nosotros, las ovejitas son ajenas: El InviernoDebajo de nuestro imaginario porteñocéntrico del extremo sur argentino, lleno de bellos paisajes turísticos y exquisitos postres con cacao, subyace un vasto territorio marcado por el genocidio, la explotación laboral y la injusticia social. Ahí al lado de donde rompe el glaciar Perito Moreno, en ese desierto lleno de vegetación que nuestros padres fundadores limpiaron de barbarie, se perpetúa la faceta más visceral y sangrienta de nuestro país. El cine argentino nos lo ha mostrado en las últimas cuatro décadas con La Patagonia Rebelde (Hector Olivera, 1974), Tiempo de Revancha (Adolfo Aristarain, 1981) y en lo que parecería completar este inesperado tríptico de desgracias australes, el film que hoy nos trae aquí: El Invierno de Emiliano Torres. En una apartada estancia de Santa Cruz, esas que tienen un dueño extranjero y billonario, un avejentado capataz supervisa a un nuevo contingente de peones hiperprecarizados para que el negocio de la lana continúe el ciclo natural de la plusvalía. En su interior sabe que los años le pesan y que es cuestión de tiempo hasta que un subordinado más joven lo reemplace en su función. Y cuando no hay aportes jubilatorios, adivinen cuál es el único retiro posible para un anciano. Si el otoño trae trabajo y la primavera abundancia, el invierno de estos pagos no solo brinda escasez sino también soledad, alienación y muerte. Y sabiéndolo, en esa danza de estaciones se ven bailando los dos protagonistas de esta película. Ambos interpretados de gran manera por Alejandro Sieveking y Cristian Salguero (en su primer trabajo luego de La Patota), especialmente el último quien interpreta al joven y atribulado sucesor. El ciclo de la muerte: El primer largometraje como director de Emiliano Torres (quien tiene una amplia trayectoria como asistente de dirección) es una obra atmosférica que en la mayor parte del metraje que decide reducir los diálogos y hablar con su brillante tratamiento de sonido y magistral fotografía (a cargo de Ramiro Civita). Torres muestra la soledad intercalando imágenes claustrofóbicas y panóramicas por igual, close ups y planos tremendamente abiertos sin perder nunca la tensión que unifica el relato. Técnicamente es un film impecable y narrativamente construido para ser diseccionado con detenimiento. Tal vez comete el error (por unos minutos) de desdoblar el relato en dos líneas argumentales diferentes y allí parece difuminarse la trama principal. Sin embargo, la historia vuelve rápidamente a su causal y se recupera de maravillas. Conclusión: El Invierno es un film visualmente fascinante y con gran dinamismo a nivel argumental. Una película que se toma el tiempo para ser introspectiva pero que bien sabe impactar cuando es necesario. Recomiendo verla en cine, aprovechen que estas propuestas no suelen durar en cartelera.
Denzel Washington y Chris Pratt protagonizan una nueva versión del clásico western Los Siete Magníficos, ésta vez con dirección de Antoine Fuqua (Día de Entrenamiento) y guión de Nic Pizzolatto (True Detective). Los Supercowboys: Durante muchos años, el western fue el género más prolífico y exitoso de la industria cinematográfica norteamericana. El público iba en busca de emociones fuertes y con la expectativa de observar a su estrella favorita cabalgando en el Viejo Oeste. Este concepto se puede notar fuertemente en la primera Los Siete Magníficos de John Sturges, o mejor dicho, la remake americana de Los Siete Samurai de Akira Kurosawa. Básicamente aquella versión “original” funcionaba en parte gracias a su condición de dream team, en otras palabras, una constelación de estrellas tratando de dejar sus diferencias atrás para hacer el bien mayor. Si ésto les suena familiar, es porque es la misma consigna del género de mayor éxito actual: los superhéroes. La premisa de Los Siete Magníficos no dista de recientes films como Los Vengadores, Escuadrón Suicida o Guardianes de la Galaxia. Esto no es una comparación forzada sino que se puede observar en el tratamiento de esta nueva remake a cargo de Antoine Fuqua. En la superficie la trama es la misma, una aldea es atacada y saqueada constantemente por un malhechor avaro. Desesperados, los habitantes recurren a siete cazarrecompensas para que protejan a su pueblo. El encargado de reunir a los siete en esta oportunidad es Denzel Washington, quien vendría a ser algo así como el Yul Brynner pero ahora es un ex-esclavo liberado y ,por alguna razón que desconocemos, Sheriff. El personaje compuesto por el actor afroamericano se acerca demasiado al Django de Tarantino pero sin ninguna historia de fondo que justifique o explique su accionar. Por otro lado tenemos a Chris Pratt, que claramente ocupa el rol de Steve McQueen (fiel amigo de Brynner en la original) aunque sea canalizando a Star-Lord. En los otros cinco podemos encontrar a un orgulloso bandido mexicano, un Vincent Donofrio con un delirio místico ecológico, un indio comanche sin motivaciones claras para ayudarlos – tranquilos, nunca lo explican tampoco -, un chino experto en cuchillos y su anacrónico patrón objetor de consciencia Ethan Hawke (mitad Charles Bronson, mitad Robert Vaughn), El papel del novato que busca demostrar su coraje ya no está reservado a un hombre (Horst Bucchold) sino que es tomado por la bella Haley Bennet (Hardcore: Misión Extrema), una mujer con iniciativa y capaz de defenderse por si misma. Todos estos personajes sufren de inconsistencias y su desarrollo está reducido a algunos diálogos expositivos – como ciertos superhéroes actuales -; pero lo realmente llamativo es que parecen poseer ciertos superpoderes: uno tiene súper resistencia, otro súper puntería, otro es un ninja, otro súper inteligencia, otro es un súper arquero y así. No hay personas sino un par de chistes y habilidades especiales – me pregunto a que estudio de superhéroes me hace acordar -. Incluso no les interesa salvar las vidas que protegen con tal de derrotar a su enemigo – mmm, me pregunto a que otro estudio me hace acordar ésto -. Es como si Fuqua y el guionista Pizzollato tuvieran la intención de hacer un film de superhéroes en el Old West (Jonah Hex no cuenta) que tenga imágenes virtuosas y música genérica (deformaron la música de Elmer Bernstein por los insoportables golpes indistinguibles de siempre) en vez de profundizar en los diversos elementos que componían a la obra en que se basaron. Los realizadores se olvidaron por completo del drama, de la aventura, el romance y el ingenio que componían el film de Sturges. Los pistoleros de la corrección política: El otro elefante en la habitación es la clara intención de hacer el panfleto políticamente correcto más burdo e hipócrita posible. En el equipo de los bonachones tenemos a un afroamericano, un aborigen, un latino, un asiático – que es chino en la cinta pero el actor es coreano – , un sujeto de peso prominente y una mujer empoderada. El villano ya no es un complejo y razonable bandido mexicano sino que es un hipercapitalista de bigote retorcido; un ser de pura maldad que tendrá como mucho diez minutos de metraje en toda la película. Fuqua y compañía se esfuerzan tanto por no ofender que generan justamente el efecto contrario. La aldea que deben proteger ya no es mexicana, es un pueblo lleno de supermodelos cualunques que aceptan cualquier directiva de sus contratados. En el largometraje de 1960, se nos contaba que ser un forajido es fácil pero lo verdaderamente difícil es tener responsabilidades como lo tienen los integrantes de aquel viejo pueblo chicano. El villano unidimensional que compone Peter Saasgard no tiene ni un ápice de la complejidad que había demostrado Eli Wallach cincuenta seis años atrás. Lo más loco es que un western de hace casi seis décadas es más progresista que un producto del siglo XXI. Piénsenlo así: ¡era una película donde en el sur de Estados Unidos un soviético luchaba junto a un grupo de mexicanos contra un bandido compasivo! Conclusión: Los Siete Magníficos aglutina todas las falencias actuales del cine de superhéroes y desaprovecha la posibilidad de darle un enfoque original a una vieja historia. Pero si quieren ver una película con “buena pinta” y un tiroteo de veinte minutos entre seres fantásticos vestidos de cowboys, quizás no la pasen tan mal.
Luego de ganar chapa con el premio del público en la última edición del BAFICI, llega a las salas comerciales Le Nouveau, coming to age francés que divierte y no defrauda. A la gilada ni cabida: Le NouveauTe mudaste a una ciudad, es el primer día de escuela y sos el nuevo de la clase. Después de una incomoda introducción del docente, te sentás en el banco y rápidamente encontrás al típico compañero cancherito junto a su séquito de aduladores; también hallás fácilmente a la piba más linda del curso y al toque te das cuenta que en tu vida te va a dar bola. El resto de la comisión se compone por un enjambre de caras genéricas y difusas salvo por tres o cuatro personajes muy extraños y con movimiento espásticos. En el fondo pensás “debo evitar formar parte de este grupo si quiero sobrevivir en la jungla” pero ya es muy tarde, uno de ellos te empezó a hablar y cuando te diste cuenta hace diez minutos te estás riendo del chiste más estúpido y mala leche que escuchaste en tu vida. Listo, sos del grupo que nadie quiere, el que no tiene “onda”, el que no sale a la noche, las minas no te van a dar pelota, la gente linda te va a defenestrar, pero te da lo mismo porque tenés un grupo de amigos, música, películas, cómics y ya no te importa “ser parte”. Si ésto te resulta familiar, es porque el mismo escenario se repite acá, en la China y como lo demuestra Le Nouveau, en los colegios públicos de París. Es cierto, no es la primera vez que se cuenta este tipo de historia en el cine y la televisión, podemos evocar incontables series y películas durante las últimas tres décadas que narran las desventuras de adolescentes alienados y oprimidos. Desde El Club de los Cinco de John Hughes hasta los Freaks and Geeks de Apatow y Paul Feig. Pero a diferencia de aquellos púberes americanos con contextos tremebundos y arcos argumentales hiperdramáticos, los protagonistas de Le Nouveau limitan sus problemas a la cotidianidad tediosa de una institución educativa. Cosas simples ancladas en el aburrimiento, nuevas experiencias u hormonas alteradas. Hasta se podría decir que no pasa nada en todo el film, pero hay algo de esa normalidad mundana que todos buscamos cambiar, que pega más en el espectador que cualquier otra trama estrambótica. Básicamente, cualquier se puede identificar y divertirse con estos pibes, ahí está el gran mérito de esta película. Vamos los pibes: Le Nouveau no funcionaría si no fuera tan buena la química entre el reparto principal. Al igual que en Stranger Things, los y las adolescentes en los que se centra el relato se comportan con la suficiente simpatía y naturalidad como para querer acompañarlos en sus vicisitudes diarias. El otro acierto del film es que no hay caracterizaciones estereotípicas en cada personaje; sí, son los perdedores pero ninguno se encasilla en las etiquetas clásicas del cine yankee. Todos/as tienen una particularidad y algún que otro detalle bizarro, pero ninguno por fuera del verosímil. Incluso los bullies, lo más cercano a figuras antagónicas que posee el largometraje, son representados con bastante mesura y humanidad. Pese a la escasez de grandes giros o eventos espectaculares, el guión ordenado y con situaciones divertidas e irreverentes logra un ritmo fluido y el metraje parece extenderse muy por debajo de los noventa minutos reales. A su vez, su fotografía y puesta moderada sin aspiraciones fastuosas no distrae al espectador y logra resaltar la genialidad de los escenarios que dispone el argumento. Acá lo realmente importante es la dinámica de los personajes y sus interacciones. Conclusión: Le Nouveau es lo que podría llamarse como una hang out movie, una pequeña gran película para divertirse a lo grande y verla cualquiera sea el dispositivo y el contexto.