Con "Los Juegos del Hambre" se instaló una especie de subgénero dentro de la literatura (y sus posibles adaptaciones cinematográficas): el "young adult". Un subgénero que a nivel libros sigue ofreciendo gran variedad aunque de manera despareja, y el cine lo aprovecha lo que puede. "Mentes poderosas" es un libro de Alexandra Bracken que, como también sucede con la mayoría de estos libros, es el primero de una trilogía; se escribe ya pensando en los próximos. Jennifer Yuh Nelson (conocida por las secuelas de Kung Fu Panda) dirige esta adaptación de la novela que escribe Chad Hodge (un escritor de televisión principalmente). Un futuro distópico, protagonistas adolescentes, un gobierno al cual enfrentarse, alguna historia de amor en el medio, y allá vamos. En este futuro no tan lejano, aparece un virus que ataca a niños y adolescentes y mata a su mayoría. Los que sobreviven lo hacen con algún poder especial. La clasificación de estos poderes según su peligrosidad separa a todos los niños y adolescentes que quedaron vivos en categorías y son llevados a un campo. La protagonista Ruby descubre que pertenece a uno de los grupos perseguidos pero gracias a ese mismo poder logra hacerse pasar por uno del más inofensivo de ellos. Los rangos son provistos a través de un color. Ella es naranja y se hace pasar por verde. Además de una trama que se parece a muchas de estas películas que ya vimos, no hay acá un trabajo logrado para su narración. Los personajes actúan y hablan de manera tan poco realista que muchas escenas son simplemente ridículas, no se profundiza en nada sobre el origen de este particular virus y se acepta con demasiada facilidad que de repente el mundo puede quedarse sin niños, y los personajes entran y salen de una manera aparentemente azarosa. Esto último se ve sobre todo reflejado en el personaje de Gwendoline Christie, totalmente desaprovechada como una especie de villana que a mitad de la película desaparece y bien, gracias. Los diálogos son pobrísimos y muy poco sutiles. Así, cuando Ruby junto a un grupo de otros adolescentes se escapan y llegan a un campamento que parece el lugar ideal se escucha decir algo como: “Acá todos parecen muy felices”, “Claro, es que acá no hay división de colores, somos todos iguales”. Es que el mensaje principal de esta película está parafraseado en los mismos diálogos: lo importante está en ser uno mismo y aceptarse como es. Ruby es interpretada por una de las actuales estrellas de las adaptaciones young adult, Amandla Stenberg, quien además de una pequeña participación en la saga de Suzanne Collins fue la protagonista de "Todo, todo" y se la verá en la incipiente adaptación de otro best seller para jóvenes adultos, "The hate U give". Mientras en "Todo, todo" ella lograba darle un poco de brillo a la regular película, acá no logra ni eso. "Mentes poderosas" lo tiene todo y sin embargo no aprovecha nada y el resultado termina siendo desastroso. Así, además de una premisa en la que si no se profundiza no puede evitar sonar ridícula, tiene a Mandy Moore, tiene persecuciones de automóviles en rutas, poderes al mejor estilo "X-men" pero también "Los pueblos malditos" (y la inevitable referencia a Los Simpsons: “Conocemos todos sus secretos”), y personajes que sobreviven a que prácticamente se les caiga un helicóptero encima. Así como no se exterioriza en los orígenes del virus tampoco se lo hace en el hecho de que todos los padres simplemente acepten dejar a sus hijos en los campamentos en manos del gobierno porque su presidente prometió desde un aviso publicitario que encontraría la cura. Claro que, al ser la primera entrega de una trilogía (si es que llega a tal, si el interés es lo suficientemente fuerte para que suceda y no pasa como "Divergente" que no tendrá su cierre cinematográfico), siempre está la posibilidad de que se guarden cosas para después. Aun así, lo que podría haber resultado una historia de ciencia ficción oscura para adolescentes resulta un film entre aburrido y ridículo, sin una pizca de inspiración y con un guión flojísimo que hace aguas por todos lados. "Mentes poderosas" es un fallido intento por llevar adelante el legado de lo que dejó "Los juegos del hambre" (que no fue la primera en su subgénero pero cuyo éxito permitió que se desarrollaran tantas futuras historias). A favor se puede decir que su personaje femenino no es la típica chica blanca, y sin embargo en ningún momento se hace mención a su color de piel –ni de alguno de sus compañeros-, más allá de los colores que los dividen. No funciona como película para adolescentes, quizá sólo para algunos pre teens no exigentes.
Dirigida por Silvio Soldini, y escrita en conjunto con Davide Lantieri y Doriana Leondeff, L’amore con te es una fallida historia de cómo un amor puede cambiar la forma de ver y enfrentarse a la vida. “El color oculto de las cosas” es la traducción del título original de esta película italiana, siendo curioso que lo cambien para elegir otro del mismo idioma. La primera escena de L’amore con te no la vemos, es una pantalla en negro y sólo escuchamos e intentamos diferenciar unas voces. Teo asistió a una especie de museo sensorial y al salir de ahí no se podrá olvidar de cierta voz. Hasta que se la encuentra y resulta que es la de Emma, una mujer osteópata ciega, a quien no define su discapacidad. Teo es un publicista que anda entre varias relaciones amorosas. Alguna se parece más a un noviazgo, otra a un amorío pasional y pasajero. Cuando conoce a Emma le atrae inmediatamente pero lo que comienza como una conquista entre tantas, de a poco, se va tornando en algo más profundo. La película elige en un principio optar por la perspectiva de Teo, un muchacho que se muestra siempre canchero y que se lleva todo por delante. No obstante, el papel de Emma comienza a cobrar mayor importancia y en algún momento se la seguirá más a ella, una mujer que no siempre supo resolver su vida tal como lo muestra ahora. El problema principal del film es que ninguno de los dos protagonistas son lo suficientemente agradables. Es bastante complicado, aun cuando ya avanzada la película el personaje va manifestando su transición personal, empatizar con Teo y lo cierto es que Emma -en un personaje que al menos no pretende nunca dar lástima ni ocupar el lugar del débil-, tampoco resulta tan querible en varias de sus actitudes. Al contrario, un tercer personaje, una amiga de Emma que luego también entablará una especie de amistad con Teo en un curioso trío, termina siendo el gancho principal durante gran parte del relato. Y es un personaje que no se termina de aprovechar. Por otro lado, otro personaje que anda dando vueltas por ahí y que termina siendo imprescindible para la resolución también resulta irritable gran parte del metraje, una joven adolescente que se quedó ciega y manifiesta constantemente un enojo para con el mundo lastimando incluso a aquellos que quieren ayudarla. L’amore con te tiene tintes de comedia y de drama pero intenta ante todo ser una película romántica sin subrayados y con un tono más bien realista, aunque lo logre sólo por momentos. La historia de un amor que modifica personas y sus modos de ver la vida. Así, Teo se presenta como un personaje que se la pasa escapándose de las relaciones no sólo conyugales sino familiares y es la relación con Emma lo que lo va modificando y haciéndole replantear incluso su forma de relacionarse con esa familia a la que no ve ni con la que se habla desde hace años.
El documental de María Torrellas explora las políticas de géneros, diversidad y sexualidad en Cuba, un lugar donde las mujeres han logrado casi todo aquello por lo que en el resto del mundo seguimos luchando. “Todas las mujeres hoy en día somos revolucionarias”. La argentina María Torrellas le brinda voz a mujeres de Cuba que, desde diferentes profesiones y lugares, comparten su mirada y experiencia sobre distintos aspectos de sus vidas. Mujeres revolucionarias porque si no lo hubiesen sido no hubiesen llegado donde están, aunque el camino todavía no haya terminado. Para entrar en contexto, entre otras cosas, en Cuba las mujeres comparten posibilidades y condiciones laborales con los hombres, no existe el femicidio y el aborto es legal, seguro y gratuito. El film se propone además reflejar la lucha constante contra la homofobia haciendo que, en conjunto, muchas veces, Cuba parezca un lugar idílico. Y sin embargo no lo es, porque otra de las luchas es la de mantener esa situación más allá del bloqueo (económico, comercial y financiero) impuesto por los Estados Unidos. El documental cuenta con varios testimonios que además sirven de retratos para diferentes tipos de mujeres y profesiones. Una científica, una artista, una educadora, una periodista, una cantante, una bailarina. Mujeres que han sabido inspirarse en sus propias referentes (el film presenta como heroínas a tres figuras especialmente: Haydée Santamaría, Celia Sánchez y Vilma Espin como las principales responsables de este legado) y que, gracias a la Revolución, consiguieron lo que el patriarcado les negaba. Claro que todas saben que el camino es largo y que aún queda trayecto por recorrer. Es cierto que en su último tercio el film no puede evitar centrarse más que nada en la figura de Fidel Castro y las puertas que él abrió desde su lugar y el “Yo soy Fidel” que colma las calles. Las políticas de géneros, diversidad y sexualidad son los principales puntos en los que elige enfocarse este documental. Siempre con la voz de mujeres y estableciendo la importancia de la educación. A la larga, lo que hacen Torrellas y las mujeres a las que les brinda voz y espacio, es retratar parte de la historia de Cuba. Un costado de la historia que no suele ser tenido en cuenta a la hora de referirse a ese país. Y lo hace de manera ágil, entretenida y siempre interesante. Es que a nivel más técnico, estamos ante un documental bastante formal. Testimonios e imágenes de archivo o de registro con una estructura claramente definida.
Claudia y Flavio son dos profesores universitarios que se enamoraron de manera repentina y perdidamente. Se entregaron a esa relación de manera intensa pero de a poco comenzaron a ahogarse. El uno al otro o ellos a sí mismos. “Amores frágiles”, dirigida por Francesca Comencini y escrita junto a Francesca Manieri y Laura Paolucci, pretende desnudar más que una historia de amor, la historia de una obsesión, de aquellas en las que una persona realmente cree que una vida no es posible sin ese otro. Claudia, interpretada por Lucia Mascino, fue una mujer fuerte, directa, con ideas claras y de repente creyó que lo que tiene frente suyo es un amor puro, fuerte, de esos que no hay que dejar pasar. Por eso, después de haberse separado, de haber estado a punto de casarse y hasta de haber discutido sobre la posibilidad de tener hijos, le manda mensajes constantemente, mensajes que en algún momento ya se cansa de responder, y si lo hace le dice que prefiere suicidarse antes que volver con ella. Desde el principio nos podemos dar cuenta de que la relación que tenemos en frente no puede ser una relación sana. Pero en el medio, a medida que a través de flashbacks se nos va desnudando lo que supieron tener, se puede comprender por qué alguien en algún momento creyó que eso podía ser para siempre. Así, el film deambula entre las reacciones exageradas de Claudia y el hastío de Flavio junto al romance incipiente de cuando se conocieron y los pequeños momentos que supieron compartir en una casa vieja en las afueras. Comencini se enfoca principalmente en el punto de vista de su protagonista femenina. Su susceptibilidad y vulnerabilidad ante la ruptura, la pasión que le puso a la pareja ahora volcada en recuperarse de él o recuperarlo a él. Se pueden ver a ambos protagonistas intentando rehacer sus vidas, curioso que cada uno lo hace con una de sus estudiantes y sin embargo cada una de esas relaciones son muy distintas. Ella se deja cautivar por momentos por aquella joven bailarina de un club nocturno que la deslumbra en cada examen, pero no puede entregarse a ella porque sabe que ama a otra persona. Él intenta rearmar su vida con una chica mucho más joven, y así como le gusta y lo seduce también lo presiona y lo hace sentir viejo. Suena cliché, ¿no? Idas y vueltas. Discusiones y replanteos. Un retrato poco habitual sobre las relaciones amorosas aunque bastante cercano por momentos cuando se trata de todo lo que uno puede sentir al ser dejado. No obstante, las exageradas neurosis de su protagonista femenina terminan sucediéndose de manera tan constante que es difícil de generar cierta empatía. “Amores frágiles” es entonces un film bastante desparejo, incluso en su tono. Por momentos un drama romántico, en algunos otros con ciertos tintes de humor y hasta de fuerte ironía. Sin embargo, este retrato que pretende ser visceral y honesto se termina sintiendo forzado y poco genuino. La resolución permite da un ¿final? digno. Aunque habiendo sido testigos de todo lo anterior nos es inevitable preguntarnos si va a durar.
Después de diez años regresa el musical Mamma Mía! al cine, esta vez con una película dirigida por Ol Parker y que funciona como secuela y al mismo tiempo precuela de aquella protagonizada por Meryl Streep. Pasó un tiempo y las cosas no están igual en el hotel que Donna (Meryl Streep) supo llevar a cargo ella sola. Ahora se encuentra Sophie intentando hacerlo renacer al mismo tiempo que parece morir su matrimonio. Es otro hotel, con renovaciones y algunos cambios, pero es el mismo, y su reinauguración inminente promete reunir a los personajes de aquella inolvidable entrega y al mismo tiempo suma algunos nuevos. También Sophie comienza a reconectarse con su madre de un modo especial y ésta es la excusa para mostrarnos cómo empezó todo, cómo una joven Donna (interpretada ahora por Lily James) decidió un día que para descubrirse tenía que irse y así llegó a Grecia y en el camino conoció a tres muchachos aunque con ninguno pudo tener aquello que deseaba. Hay dos líneas narrativas que van intercalando su protagonismo a lo largo del relato. Al principio, toma mayor importancia y tiempo aquella que tiene como protagonista a Donna de joven y el momento en que un viaje a Grecia le cambia la vida de un modo distinto al que tenía pensado; luego se centra más en el hotel ahora llamado Bella Donna, el regreso de los tres padres de Sophie y la esperada aparición de Cher como su abuela. Si algo nos demostró Mamma Mía! hace diez años es que para que un musical se quede con uno no tenía por qué contar con artistas profesionales de la comedia musical. Podían desafinar o moverse en sus pasitos de manera algo torpe, pasaba con sus dos grandes protagonistas: Meryl Streep y Pierce Brosnan. Y sin embargo desprendían carisma y autenticidad, porque parecían divertirse sin miedo al ridículo. Eso mismo vuelve a repetirse acá. Por otro lado, el verdadero esqueleto de la película son las canciones de ABBA, ahora más funcionales que nunca. se repiten los hits que esperamos y necesitamos escuchar pero se suman unas cuantas canciones que tiran buena letra a la historia. Así, el guion toma lo que tiene frente suyo aunque en el camino deje colgadas algunas situaciones y personajes que podrían haberse aprovechado mejor (por ejemplo ahondar en la relación de Donna con su madre). Con una dirección notable que aprovecha los recursos que ofrece el género musical y al mismo tiempo los que le ofrece el cinematográfico, interpretaciones frescas que se perciben siempre muy genuinas y la nostalgia a flor de piel con las canciones de ABBA, Mamma Mía! Vamos otra vez es una película que apuesta antes que nada a enaltecer la figura de la madre, ésa es la gran historia de amor que tienen para contar esta vez. Imperdibles resultan además el último número musical, en el que se encuentran todos los personajes y entre ellos, y la escena post créditos.
Dirigida por María Schrader y escrita junto a Jan Schomburg, Stefan Zweig: Adiós a Europa retrata el exilio del escritor cuando deja su continente y busca un nuevo lugar donde pasar el resto de su vida. Stefan Zweig: Adiós a Europa comienza con un prólogo con el protagonista en Brasil. Celebrado como el talentoso escritor y reconocido intelectual que fue, Zweig se encuentra por un lado admirado por un país que define como el futuro a causa de la diversidad cultural que abarca, y por el otro apenado por haber tenido que dejar atrás Europa, por una Alemania que se encuentra en el momento más duro y trágico de su historia. La actriz devenida en realizadora María Schrader presenta su película con un largo plano fijo que evoca la elegancia de una manera florida y exótica, un plano que se va llenando de gente, mutando. Y enseguida nos traslada a Buenos Aires, a un congreso de escritores donde, además de codearse con otros colegas, los periodistas buscan de manera incansable un testimonio de Zweig sobre lo que está sucediendo en Alemania y él se niega a dárselos, no quiere hacer pública su postura a causa de su naturaleza pacifista, porque “no hablaré mal de ningún país”. El resto de la película se sucede entre Brasil y Nueva York. Brasil mostrada como un lugar libre, de mucha naturaleza, calor, con gente que siempre se muestra muy dispuesta y amable. En cambio, la Nueva York que retrata está siempre encerrada en un departamento, es fría y apagada. Así, Schrader va exponiendo los últimos años del exilio de Zweig y sus idas y vueltas, su vida nómada junto a su nueva mujer más joven, Lotte, hasta que decide quedarse en Brasil, pasar allí los últimos momentos de su vida. Es desde Nueva York donde se cambia el registro, donde Zweig descubre ante los ojos de su ex mujer la realidad a la que muchos amigos y colegas suyos se están enfrentando, los que se quedaron, los que no pudieron irse. El retorno a Brasil después de Nueva York es muy distinto a los viajes anteriores. La película de Schrader es más bien de observaciones y, por momentos, de un tono casi documental, sin necesidad de acentuar emociones. De tiempos lentos y silencios prolongados. Así es también la interpretación de Josef Hader, sutil y contenida pero no por eso menos expresiva. Stefan Zweig: Adiós a Europa termina también con un largo plano fijo como el que empezó y sin embargo es muy diferente. Un plano que no revela mucho a primera vista pero en el que el armario y su espejo terminan ofreciendo la última imagen del escritor, y lo que va sucediendo alrededor de ese final, donde cada sonido (los que se suceden fuera de campo) se torna imprescindible. Ése es el triste epílogo de una película dividida en capítulos como si fuese un libro.
Se estrena El azote, la película escrita y dirigida por José Celestino Campusano que ganó el premio oficial de la Competencia Argentina de la última edición del Festival de Cine de Mar del Plata. El prolífico Campusano regresa con otro de sus filmes que pretenden poner en foco esos sectores marginales a los que no se les suele prestar atención. En este caso, con una historia situada en Bariloche pero muy alejada de la ciudad turística, de los paisajes nevados y los inviernos que parecen diseñados para esquiar o las fiestas de egresados. Lo que le interesa al director es una parte más pobre y olvidada, allí donde Carlos trabaja en un centro de asistencia para menores. Mientras lidia, día a día, con la desprotección que sufren estos chicos, también tiene un matrimonio a punto de desintegrarse y una madre que tras un accidente quedó paralítica. Alrededor de él pululan, entonces, diferentes personajes. Un intento de conquista con otra mujer casada que no empieza ni termina bien, una joven religiosa que tras una historia familiar muy dura decide ayudar en ese centro, un muchacho drogadicto, un niño que ha sufrido abusos. Y sus mujeres: la esposa que decide que no puede más así y la madre que sólo puede depender del cuidado de alguien más. Ya no como personaje sino, más bien, como excusa para revelar un costado más oscuro y místico, aparece varias veces una vidente que le va “tirando la posta” a su protagonista, primero algo escéptico aunque siempre dispuesto a escuchar. Campusano expone diferentes problemáticas con las cuales el protagonista no quiere hacer la vista gorda. Porque esa ignorancia, ¿nos va a proteger o nos hace parte del mal?, como se pregunta y le pregunta a la nueva asistente, la chica religiosa cargada de buenas intenciones hasta que descubre un mundo demasiado sórdido que no puede soportar. Los abusos de parte de la policía, el abuso a menores, incesto, el tráfico de drogas, la corrupción. Como siempre, es un director que pretende retratar el mundo elegido de la manera más realista posible. Pero el verosímil se pierde principalmente entre las actuaciones poco logradas y las líneas de diálogo que, además de sentirse forzadas, muchas veces parecen recitadas. Queda demostrado así, una vez más, que la dirección de actores no es el fuerte de Campusano, pero éste no parece preocupado al respecto después de varias películas que mantienen ese mismo registro actoral. El film toma casi todo el tiempo el punto de vista de Carlos, sin embargo en algunos momentos se corre un poco de él. A nivel narrativo, El azote elige retratar antes que narrar, la historia de su protagonista a la larga es mínima y eso se siente hasta en la resolución, donde la idea parece ser terminar cuando algo realmente empieza, un enfrentamiento y la aceptación del lugar donde se está parado.
Uno de los éxitos de taquilla argentinos del año seguramente esté reservado para "Re Loca", película protagonizada por Natalia Oreiro. Lo más curioso, quizás, es que es una comedia basada en otra comedia (la chilena "Sin Filtros") que ya tuvo un par de versiones (siempre en el mismo idioma, además, una mexicana y una española) y una estrenada en nuestras salas el mes pasado, la dirigida por Santiago Segura y protagonizada por Maribel Verdú. ¿Necesitamos que nos cuenten la misma historia tantas veces, sin modificar ni siquiera el idioma –que suele ser excusa a la hora de preguntarnos por el sentido de ciertas remakes extranjeras-? Ya a primera vista, los trailers de cada una de estas versiones son exactamente iguales. Hay que decirlos que si hay uno de ellos que al menos respira un poquito más de aire propio, es esta versión, que se nota muy argentinizada. Mientras la española es exactamente igual que su original chilena (el exitazo de taquilla en su país dirigido por Nicolás López que nosotros, si nos da curiosidad, podemos ver por Netflix), la película que dirige el debutante Martino Zaidelis se permite además unos (algunos pocos) cambios en el guión, escrito por Zaidelis junto a Andrés Aloi. No obstante, lo que hace que de cada una de sus pobres versiones la que mejor parada salga sea la nuestra es Natalia Oreiro. "Re Loca " permite a Oreiro divertirse y dejarse ir, probablemente hasta hacer catarsis, a través de interminable cantidad de puteadas, algunos golpes y hasta destrozos de autos. Es que la historia, simple por demás, tiene a Pilar, una mujer que a punto de llegar a los cuarenta se encuentra con una vida dominada por los demás. Su marido es un artista que no puede hacerse cargo de la menor labor de la casa y además se trajo a vivir con él al irresponsable y maleducado de su hijo adolescente; su jefe es un pibe que se hizo cargo de la agencia que fue de su padre y cree que su generación es la que va y por eso deja atrás a la experimentada y trabajadora Pilar, con la incorporación de una influencer que viene a reemplazarla... Su amiga se reúne con ella para hablar pero sólo se hablan de sus problemas y si Pilar quiere acotar algo, no puede prestarle atención porque está enfrascada en su celular; su ex está a punto de casarse con una mujer controladora que se parece a su ex suegra y lo de ellos no pasa de un constante histeriqueo cobarde; mientras ella no puede dormir por los ronquidos insufribles de su marido, aunque tampoco ayuda el hecho de que su vecino se la pase de fiesta con la música a todo volumen. Estas son sólo algunas de las situaciones en las que la pobre Pilar se ve inmiscuida y de cada una de ellas no puede salir más que de manera sumisa, aceptándolo. Hasta que una noche en una caminata descompresora por Puerto Madero se cruza con un curioso personaje que luego de querer ayudarlo ella es él quien le termina ofreciendo ayuda. Una especie de curandero (acá menos aparatoso y ridículo que en las otras versiones) que le hace beber unas extrañas pócimas que la ayudarán a sentirse mejor. Y a la mañana siguiente Pilar se despierta y es otra mujer, despreocupada y sin pelos en la lengua, una mujer empoderada que no va a permitir que nadie le pase por encima. Esta Pilar renuncia a su trabajo, echa a su marido y el hijo de la casa, le tira la posta a su ex, a su amiga, y hasta a la pobre de la hermana que le pide que le cuide el gatito que es como un hijo para ella. En el medio, se da cuenta de que ser así hace que dañe a la gente que quiere y la rodea. Eso que sería el conflicto es tan pobre y de rápida resolución que hace que su original sea una película mediocre y estas versiones apenas pasen de eso. Acá lo importante no parece ser contar una historia, sino permitirle a Oreiro lucirse como una mujer desatada pero con la que cualquiera puede sentirse identificada (¿a quién no nos dio ganas alguna vez de mandar a la mierda a su jefe? ¿de putear al taxista que nos dijo un piropo? ¿de incendiarle el auto al vecino que no nos deja dormir?), pero no hay un desarrollo ni de la trama ni de su personaje. Todo se resuelve de manera rápida y sencilla, o no queda resuelto para nada. Natalia Oreiro es "Re Loca" y es ella la que hace que de cada una de estas versiones, la argentina sea la más disfrutable. El resto de las protagonistas (aun la talentosa Maribel Verdú), ninguna supo explotar tanto lo que este personaje tenía para dar. A su alrededor pululan otros cuantos actores (con alguna participación especial que no se anuncia desde el tráiler que parece anunciarlo todo incluida), pero la mayoría terminan sintiéndose deslucidos, en especial Pilar Gamboa y Gimena Accardi, o incluso Malena Sánchez, con un personaje que acá tiene mayor presencia pero también termina quedando desaprovechado por ahí. "Re Loca" es una película pasatista, que pone a la mujer en el centro de la historia y con la idea de llenarla de poder. Y Oreiro era quizás la que mejor podría haber hecho este trabajo. A nivel audiovisual se está más cerca del producto televisivo que del cine. Pero el problema principal es que no hay ni hubo en las versiones anteriores un guión sólido que supiera reflejar y desarrollar el conflicto. Al contrario, la idea parece ser apoyarse en lo que asegura la atención y, probablemente, el éxito: ver a una mujer mandar a todos al carajo. Y, por supuesto, un final feliz que no es el final feliz al que nos tiene acostumbrados porque no todas queremos ese final feliz.
Escrita y dirigida por Bruno Dumont, Jeannette, la infancia de Juana de Arco es un musical sobre la niña y adolescente Juana de Arco adaptado de una obra de Charles Peguy. Principios del siglo XV. Jeannette es una niña pastora que cuida de su rebaño bajo el fuerte sol, pero dentro de ella hay una preocupación mayor: su país está siendo atacado por los ingleses y ella no entiende cómo Dios permite que su pueblo sufra así. Cuando expone sus inquietudes con su amiga, ésta llama a un par de monjas que intentarán convencerla de que es la voluntad de Dios. No obstante, Jeannette no puede quedarse de brazos cruzados y, de a poco, se convertirá en la famosa Juana de Arco, guiada por la voz de Dios. La película la presenta entonces primero como esa niña y luego como la adolescente antes de convertirse en la Juana que todo conocemos. La trama de la película podría ser simple y precisa, pero esto es el cine de Bruno Dumont. Un realizador que ya había realizado dramas con tintes místicos (Hors Satan y Camille Claudel 1915) pero que en los últimos años se animó a jugar un poco más con el humor y realizó P’tit Quinquin y La bahía. Jeannette, la infancia de Juana de Arco prueba una vez más las ganas de Dumont por diferenciarse y seguir explorando y explorándose en el cine y esta vez apuesta a un musical, a un musical que de todos modos no se parece casi nada a los musicales corrientes. Con una realización minimalista y muy sobria, rodada casi toda en exteriores, la película que nos trae Dumont se basa en música rockera (y algo de hip hop cerca del final con la introducción de un personaje masculino) para retratar todo el momento previo a la aparición de la guerrera Juana de Arco. Hay una fuerte sensación de ironía durante toda la película. Desde la Jeannette rebelde y rockera que no sólo canta sino que hace cuernitos o revolea su cabello cual rock star, hasta la crítica social que se ve reflejada especialmente en la primera parte con la Jeannette niña que no entiende por qué Dios permite que unos pequeños se mueran de hambre y sobre todo lo absurdo de las guerras. Por momentos el registro se percibe más seco y el film se torna algo distante. Y en la segunda mitad, un poco reiterativo en su discurso. Sin embargo en su último tercio el humor ya más absurdo y la mencionada introducción de un personaje que trae el hip hop le termina de brindar al film un tono particular y único, entre la parodia, lo minimalista, lo surrealista y la crítica social. A nivel actoral, de las dos Jeannette la que más se destaca es la pequeña Lise Leplat Prudhomme con una voz fuerte y preciosa y un magnetismo en su interpretación que resulta hipnótico.
El escritor y realizador Marcelo Briem Stamm regresa, después de Solos, con una historia sobre el poliamor. En una época en que la diversidad está en foco, hay algunas minorías que aún no encuentran su lugar, por ejemplo, en el cine. Sucede con la bisexualidad, que en general es (mal) retratada como una confusión, como una etapa o como una curiosidad. Por otro lado, tampoco es fácil salirse de lo establecido, que una relación es y tiene que ser de a dos, que si hay un tercero es multitud. Marcelo Briem Stamm con su nueva película intenta deconstruir roles establecidos y apuesta a una historia de amor entre tres personas. Chico conoce a chica. Nacho conoce a Ana en la fiesta de cumpleaños de su ex. Pero también conocen a Sebastián, un barman que los va seduciendo con seguridad y confianza. Nacho trabaja en un banco y es bastante estructurado. Ana está divorciada de quien fue su primer novio y después de sentirse una Susanita piensa que todavía está a tiempo de explorar cosas nuevas, de conocerse un poco más. Sebastián vive viajando, escapándole al frío del invierno pero con ganas de tener una relación profunda, se percibe en él una falta y necesidad de cariño. Sebastián es directo y no da vueltas. Un fin de semana en la casa que está cuidando pone sus ideas sobre la mesa. Él tiene ganas de armar una relación y cree que el ideal de relación no es de a par, sino de a tres. Ana y Nacho no saben hasta qué punto tomarse en serio todo lo que este joven les dice y propone, pero algo en el fondo les hace sentir que necesitan probar y probarse. Ana y Nacho exponen sus dudas e inquietudes, como queriendo asegurarse de que esto es real y no algo pasajero. Así se repiten cuestiones y preguntas: el qué dirán los demás, el hecho de que una relación de dos ya es complicada, que el mundo está hecho para parejas, que los gays tienen más derechos que un trío. No obstante, cuando se desprenden de los miedos incipientes y los prejuicios y se van a vivir, a probar vivir los tres juntos, los problemas que surgen son muy diferentes a los que esperaban y se parecen más a los que se tienen en cualquier convivencia: orden, limpieza, horarios. De los tres personajes el que mejor está desarrollado en su curva dramática es sin dudas Nacho. El hombre serio y estructurado que decide no sólo ser parte de una relación de tres, sino que esos cambios se van a ir viendo reflejados en la vida que tenía armada, mudándose a la provincia, dejando de lado de a poco un trabajo que en teoría le prometía todo. Y es al único al que lo vemos enfrentar algunas de las cuestiones que tanto temían con Ana: el contarle a sus amigos y a su ex pareja en este caso. Ana queda algo desdibujada aunque se la ve como una persona más segura de sí misma que Nacho, y Sebastián presenta en un principio algunos indicios que después parecen olvidados o no tenidos en cuenta. En su rol de seductor, de dominante, del que toma las decisiones, se nota algo posesivo que le resta algo de fluidez al comienzo de la relación que deciden llevar adelante. Pero la película de Briem Stamm apuesta a un registro alejado de lo que uno podría esperar de una historia como ésta. Somos Tr3s es, antes que nada, una película romántica, una historia de amor algo utópica (una utopía que se escucha mencionar en la boca de sus protagonistas y en la banda sonora varias veces). O quizás pretende demostrar que aunque pueda parecer difícil, casi imposible de concebir para la mayoría, en realidad es más fácil de lo que uno piensa si se cree en eso. La trama termina resultando muy simple, es cierto, con menos conflicto de lo que uno podría esperar (o resolviéndose cada uno de éstos de manera rápida). Es más bien un retrato de una historia de amor, un amor a primera vista, que no tiene en particular mucho más que el hecho de que son tres personas. Esa simpleza se ve reflejada en la realización, con escenas apoyadas principalmente en sus personajes. La banda sonora por momentos toma un protagonismo mayor del necesario y se siente un poco invasiva. Los tres protagonistas exclusivos son Carlos Etchevers, Flor Dragonetti y Juan Manuel Martino y entre ellos se desprende mucha química que ayuda a que la trama se desarrolle con bastante naturalidad especialmente en su segunda mitad.