La historia de una abuela que convive con su nieto, éste junto a un grupo de amigosha cometido una violación de una menor que culminó en un suicidio. Los padres del resto del grupo conocen la situación y deciden realizar un arreglo económico con la madre de la víctima. Ella, sin dinero tambien cuida de un mayor cuadripléjico e inicia un taller de escritura, básicamente de poesía. Su vida maltratada, con complicaciones de salud, obligaciones y sentido de culpa por la acción del menor, ocasiona que la mujer derive en una lucha por poder retrotraer lo acahecido y buscarle un nuevo sentido a su vida...
Otra historia de Cenicienta... Ale (Camila Sosa Villada), una travesti cartonera que destaca tener que prostituirse cada tanto, vive en pareja y está avocada a la defensa con otras travestis amigas unidas de un lugar propio, habitan una villa miseria y están a punto de ser desalojadas. Cartoneando encuentra un diario íntimo que la lleva a conocer a Julia (Maite Lanata), una niña cuya madre (Mia) acaba de perecer y de quien su padre, sumergido en la angustia dedica gran parte de su tiempo a alcoholizarse...
Hay algo por demás interesante en la filmografía del director Luis Ortega (Caja Negra, Monobloc) y es la constante búsqueda por encontrar un estilo como propio. Ya habiendo incursionado en distintos géneros dentro de los cuales encontramos su mejor trabajo hasta el día de hoy con Los Santos Sucios, film donde exploraba territorios y circunstancias de personajes individualmente pedidos a través de una mirada apocalíptica y surreal; hoy este, se vuelca a un texto de Yukio Mishima, específicamente la novela “Muerte en el Estío”...
Almodovar clásico vs. Almodovar contemporáneo. Es el sabor que me dejó la presentación de su último film, una mezcla de elementos bien marcados del cine que solía realizar en sus comienzos, repleto de situaciones relacionadas al sexo, contenido de colores vibrantes, la sátira, conducir escenas al extremo y lo perverso. Si a esto le sumamos su fascinación por los géneros, sobre todo el thriller como es en este caso, la admiración por el suspenso y el film noir, bien podríamos aseverar que su cine se encuentra en el mejor estado, con una imponente estructura narrativa por sobre todas las cosas. Almodovar se ha convertido en un director adulto, sus obras ya no tienden a buscar un efecto de polemizar, pero en La Piel que Habito, una trama que va creciendo vertiginosamente, impensable y de esas en que no se puede contar ni el mínimo detalle al lector de una reseña por la posibilidad de arruinar el factor sorpresa, logra un efecto impactante: dejar boquiabierto al espectador. Basada en la novela “Mygale” de Thierry Jonquet y protagonizada por Antonio Banderas (ex actor fetiche de Almodovar con quien no trabaja hace 20 años), componiendo a Robert Ledgard, un detallista cirujano plástico que busca venganza sobre quien abusara sexualmente de su hija. La trama del film es negrísima, inicia con el cirujano habitando una imponente mansión, de aquellas estructuras que contienen todos los elementos electrónicos de avanzada a mano que uno pueda imaginarse y una fiel ama de llaves a su disposición interpretada por Marisa Paredes. El film es movilizado a partir de alternación con flashbacks constantes, sin melodías armoniosas, el score remite a la genialidad de Bernard Herrman debido a la inclusión de puntillosos violines para marcar la psicótica experiencia. Elena Anaya, quien ya ha trabajado con Almodovar en Hable con Ella, habita la piel de Vera, una mujer que convive recluída en una habitación de la mansión, vigilada, detenida, observada. Almodovar logra generar climas extremos y las sensaciones más diversas, desde la empatía hasta la melancolía y el temor, propone jugar con el género del thriller, uno de sus favoritos y sobre el que mejor ha sabido afianzarse, con todos los elementos que en su trayectoria bien ha sabido utilizar, su sello característico está a la vista. Un film que fluye constantemente y genera suspenso como pocos.
Con el gancho de la frase “el film donde quieren secuestrar a la Mona Jiménez”, De Caravana viene teniendo un trayecto desde su estreno en el 25º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, y un boca a boca de los cuales se perfila a lograr un éxito cinematográfico cuando se prevéa su estreno comercial. El film presenta demasiadas satisfacciones al espectador, tanto en rubros técnicos, elección de tomas, puesta, casting, y solidez de guión atípica, un pastiche de colores en una ciudad cordobesa dividida entre dos clases sociales extremadamente marcadas. Siempre presente, el cuartetazo, de la mano de la Mona, donde Juan Cruz (Francisco Colja), un fotógrafo con el encargo de cubrir uno de los recitales del cuartetero, encuentra fascinación y atracción hacia una cordobesa de distinta y marcada clase social, dos mundos completamente diferentes. Lo apabullante de la propuesta de Rosendo Ruiz es el poner en manifiesto desde un guión de recorrida por distintos ámbitos como es el narcotráfico, la violencia de seres marginales, la ostentación del ricachón y discriminación latente, el tema principal, que radica en el enamorarse de una persona completamente distinta a uno, una suma que no tiene un resultado certero, compartir gustos musicales, profesiones, etc se hacen de lado cuando las únicas vinculaciones de peso radican en la atracción y los valores. Es así como se conforma una pareja de antología para el cine nacional, en esta propuesta cordobense, atípica, quizás por el tampoco tener tanto material de esta provincia como para poder realizar comparaciones. Los personajes secundarios suman y mucho a la propuesta, desde el ex novio de la protagonista, un delincuente vehemente, cruel, violento hasta un travesti consolador, tal vez el más humano de todos, barajando así los estereotipos como también el del narcotraficante simplón y gracioso, pero de una notable humildad. De Caravana constituye una de las mejores producciones de sello nacional que podemos ver en estos últimos tiempos. Una ópera prima a cuyo director deseamos en muy poco tiempo poder ver algo más de su ingeniosa maquinaria visual y auditiva.
Es sabido que Gus Van Sant realiza dos proyectos anuales bien marcados, un estreno comercial que últimamente está vinculado a historias reales (Elephant, Last Days, Milk) y otra indie, arty. Restless es la obra artie del año y una decepción también. Personalmente llegué a una altura de cansancio al tener que ver films donde no fluyen sus relatos, donde el peso de experiencia transita lo visual, la elección de un buen score y transitar por diálogos superfluos, cool, de tinte independiente...
La película equivocada. Leyendo material publicitario del film, alcanzo a ojear las palabras “coraje, venganza y pasión”, sinceramente deben referirse a las aptitudes que deberá tener el espectador luego de sentarse a ver otro de los considerados peores films del año. Un drama épico que abarca casi 100 años de historia argentina, con tinte melodramático televisivo y una escueta noción de traslado de una novela (de Dalmiro Saenz) al cine...
Controversia de por medio, el film épico del director de Días de Gloria y London River saca a relucir temas actualmente candentes, hace mas de 132 años al ser Algeria colonizada por Francia, las heridas de la privación de derechos y maltrato a argelinos derivó en movimientos revolucionarios, masacres, persecuciones. Aquí Bouchareb indica a partir de tres hermanos muy distintos, uno involucrado políticamente con el movimiento, otro es insertado en la milicia y el tercero es simplemente un entrenador de boxeo, las vidas de los tres se entrelazan con el correr de los años en determinadas situaciones...
Un planeta se acerca a la Tierra, va a dar un giro transitando por la orbita terrestre y luego seguir su marcado trayecto, el margen de error sobre los cálculos de trayectoria son menores, no obstante la tensión crece y una subtrama apenas vinculada con este acontecimiento abarca más de las ¾ partes de este tedioso film: un casamiento. El film está claramente divido en dos partes, los nombres de las protagonistas: Justine y Claire. Una fiesta donde las conductas humanas de todos los integrantes de una familia sobrepasan la cordialidad. Kirsten Dunst, una actriz que cuida demasiado las elecciones en su carrera cinematográfica, interpreta a Justine, la mujer demandante, no certera sobre su decisión de casarse, de bajos ingresos frente a la nueva pareja (Kiefer Sutherland) de su suegra Claire (Charlotte Gainsbourg), quien gasta desproporcionadas cantidades de dinero para producir una fiesta de casamiento a todo glamour. Su padre biológico, interpretado por John Hurt ni se habla con su ex esposa (Charlotte Rampling), quien festeja brindando una de las mejores escenas del film, un discurso pre casorio excepcional. Justine es melancólica, casi depresiva. No se acerca a su nuevo y flamante esposo, lo esquiva, reacciona de una manera muy tranquila ante el posible evento que está por suceder. Por el contrario, Claire, es lo opuesto, una mujer preocupada por su hijo, que piensa que correr por buscar refugio pueda salvarlos de la inminente tragedia a punto de suceder. Los animos, los comportamientos son diversos y Von Trier puntillosamente los exhibe con las cuidadas secuencias filmadas a más de 24 fotogramas por segundo, música incidental por detrás y una historia chata con un trasfondo de impacto esperable de un film de Roland Emmerich.
Integrando la selección de Un Certain Regard llega un nuevo exponente del cine de moda actual, rumano, con méritos. Una senda que iniciaron La Noche del Sr.Lazarescu y Bucarest 12:08, mencionada en el largo. Paul mantiene una tarde de sexo, al cabo de escasos minutos nos damos cuenta que Raluca no es más que su amante. El lleva diez años de casado, tiene una hija y conoce a su amante hace seis años, ya que es la odontóloga de su pequeña hija. El amor, el sexo, las relaciones, las decisiones… Paul es un hombre que actúa racionalmente sin importar las consecuencias, lo impulsa el deseo, no quiere herir ni pasar un minuto más de su vida fingiendo. Una eventualidad complica el panorama cuando Adriana (Mirela Oprisor), su esposa, acompaña al clan familiar a la clínica odontológica. Es ejemplar ver la labor de Oprisor dentro del rol de mujer engañada, capta la atención como en Network lo fuera Beatrice Straight, da lugar a desarrollar una interpretación poderosa.