Clásica y moderna Reinas, princesas, príncipes, castillos, animales parlantes (o casi), un bufón bien gracioso y villanos llenos de maldad. Todos los elementos están a la orden del día para que Disney nos entregue otra de sus historias clásicas. Sin embargo, así como Pixar nos brindó hace poco en Valiente una heroína más moderna, la empresa del ratón más famoso también acomodó su historia dándole un par de vueltas de tuerca a los tópicos tradicionales. Es como si hubiera tomado nota del video que se viralizó en los últimos meses en donde una niña acusaba a las princesas de Disney de ser “unas boludas” que esperaban a que su príncipe las salvara en vez de tomar la sartén por el mango. Frozen: Una Aventura Congelada cuenta la historia de Elsa, la futura reina de Arendelle, y su hermana Anna. Elsa tiene el desafortunado poder mágico de congelar todo lo que toca y por eso se ha distanciado de su hermana. El día de la coronación, Elsa provoca por accidente que todo el pueblo se congele y Arendelle deba sufrir un invierno eterno. Empecinada en alejarse de Anna para no lastimarla, la Reina escapa a las montañas y su pequeña hermana hará todo lo posible por encontrarla y deshacer el hechizo de hielo. En el camino, conocerá a Kristoff -un vendedor ambulante bastante gruñón-, a Sven -su simpático reno- y a Olaf -un muñeco de nieve algo tontuelo, pero de gran corazón-.
Feel good movie, en clave de fantasía Hay un registro juguetón, lúdico y mágico en La Increíble Vida de Walter Mitty. Pese a que la película mantiene un tono serio, amable pero dramático, y con algunos toques de comedia, es necesario comprender esta historia como una fábula, como un cuento fantástico y no como un torpe libro de autoayuda, más allá de que haya un lema subyacente (“Toma riesgos, disfruta de la vida”) que se repite durante gran parte del metraje. La fantasía del filme no solo se hace presente en los momentos en los que el protagonista deja volar su imaginación y se figura como un superhéroe capaz de salvar a un perro de un edificio en llamas o de ser parte de una épica batalla en plena ciudad de Nueva York, mientras él y un villano surfean -literalmente- en el asfalto. Todo el filme está contaminado de un tono fantástico que se evidencia en conversaciones llevadas al extremo del verosímil -algunas con la chica que desea, otras con su nuevo jefe, desagradable hasta el hartazgo-, en los llamados telefónicos de un empleado de una página de citas o en las verdaderas aventuras que termina emprendiendo el personaje en Groenlandia, Islandia o Afganistán. Walter Mitty (Ben Stiller, que también dirige) es un triste y previsible empleado del sector de fotografía de la revista Life, enamorado en secreto de una compañera nueva (la adorable Kristen Wiig) y preocupado, como todo empleado, por la inminente desaparición de la revista en formato papel. Walter, según sus propias palabras, nunca “ha hecho” ni “ha estado” en ningún lugar destacable. La necesidad de encontrar una fotografía perdida para la última tapa y el deseo de seducir a la chica que lo enloquece, serán la motivación especial que necesita para aventurarse a lo desconocido. Entre paisajes increíbles fotografiados de manera estupenda por Stuart Dryburgh y una musicalización difícil de superar a cargo de Theodore Shapiro -que incluye una escena memorable con la canción Space Oddity de David Bowie-, el filme pega el salto de calidad que lo puede convertir en inolvidable...
Un Jackass no tan Jackass. La saga Jackass, ya sea en formato televisivo o cinematográfico, es algo peor que un placer culposo. Mirar Jackass es como mirar los restos de un accidente. Es morbo, un magnetismo incontrolable que supera la barrera de la propia resistencia moral y hace que mires aunque sepas que es una porquería. No se me ocurre otra explicación para la existencia de un programa protagonizado por una banda de imbéciles -que nadie se ofenda, esa es la traducción del título del programa- golpeándose los genitales con una maza, haciéndose mear por un zorrino en la caja de una furgoneta, introduciéndose objetos de diversos tamaños y formas en el cuerpo o tratando de matar de un infarto a un padre gordo a fuerza de bromas pesadas...
Somos una familia muy normal Ritual Sangriento es un filme con cierto halo festivalero: es osada, es audaz, es distinta. Desde el punto de vista de la narración, se trata de una película que avanza a un ritmo demasiado cansino para el ojo acostumbrado al terror mainstream. Mucho más preocupada por el desarrollo del drama y los personajes, aquí lo terrorífico está abordado desde una perspectiva más realista. Un dato curioso es que este filme americano es una remake de una ópera prima mexicana estrenada en 2010. Sin embargo, el director Jim Mickle no se dedicó a copiar la historia con otros actores, sino que invirtió los roles principales y puso a las hijas de esta familia en una postura distinta a la del filme original. Ritual Sangriento se centra en la familia Parker, cuya madre muere en un accidente al comenzar el filme dejando al resto de la familia (dos hijas adolescentes y un niño pequeño) a merced de su recio padre, un hombre taciturno, violento y por demás conservador....
El adiós de Curtis Richard Curtis puede ser conocido como el director de Realmente Amor, pero eso sería un poco injusto. Un simple vistazo a su curriculum basta para recordarnos su participación (como guionista más que nada, rol que ocupó la mayor parte de su carrera) en grandes filmes como Un Lugar Llamado Notting Hill, El Diario de Bridget Jones y hasta Caballo de Guerra, de Steven Spielberg. Además, Curtis tiene una larga trayectoria como guionista de TV y Mr. Bean -el famoso personaje- lleva su firma también. Tras las cámaras no hizo mucho, pero a la vez hizo más que la gran mayoría: su debut fue la memorable Realmente Amor, siguió con Radio Pirata unos años más tarde y ahora nos brinda Cuestión de Tiempo, la que será su última película como director, nuevamente en el terreno de la comedia romántica, aunque no en un sentido estricto...
La historia como materia prima Rush: Pasión y Gloria cuenta con una ventaja de antemano que no todas las películas tienen: una estupenda historia para contar. Es casi obvio decir que las hazañas deportivas tienen ese toque especial que las hace particularmente atractivas pero también es cierto que no siempre el cine les hace justicia, ya sea porque algunas veces las historias se cuentan mal o porque muchas veces las proezas, sean del deporte que sean, parecen ser la misma en la pantalla de cine. Rush: Pasión y Gloria se destaca pues en ambos aspectos, tanto desde su espectacular producción como desde el enfoque narrativo, sin dudas diferente a lo que solemos ver. Porque aquí lo que se cuenta es la historia de un Campeonato Mundial de Formula 1, pero el realizador Ron Howard no elige un protagonista sino que propone a dos coprotagonistas en paralelo, sin que ninguno sea héroe y ninguno sea villano, logrando así una narración más fluida y menos convencional...
Justicia para el pueblo Pocas temáticas son tan efectivas como los escapes, y más precisamente, los escapes de prisiones. Ya sea en materia de cine, televisión o literatura, hay algo especial en estos casos que los hacen irresistibles al público en todas las épocas, y las obras son tantas y tan famosas que hacer una selección sería injusto e indecoroso. Pero no por nada Sueños de Libertad (The Shawshank Redemption, Frank Darabont, 1994) es aún la película con la mejor calificación en IMDB. Escape Imposible cuenta una historia un poco delirante, pero que engancha mucho: Ray Breslin (Stallone) trabaja para una empresa haciéndose meter preso para escapar de las cárceles y señalar las falencias de seguridad de las prisiones. El filme comienza con un pequeño gran escape, plagado de triquiñuelas demasiado buenas para ser ciertas, y de ese modo queda planteado el tono -algo por encima del verosímil- por donde transitará la narración. El disparador es que Breslin aceptará un trabajo algo sospechoso y terminará encerrado en la prisión más segura y secreta del mundo, sin contacto con nadie de su empresa en el exterior, y deberá unirse a Rottmayer (Schwarzenegger) para sobrevivir. El nuevo filme de Mikael Hafstrom tiene un atractivo evidente para cualquier fanático de la acción y hasta diría para cualquier cinéfilo que se precie: el dueto principal compuesto por Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger, quienes -ya algo alejados de sus épocas mozas- finalmente comparten escena como protagonistas en la gran pantalla. Ya habían coqueteado en Expendables 1 y 2, y aquí finalmente la reunión se da y de buena manera. El evento cinematográfico es para festejar por más que uno crea que un elenco distinto podría haber dado un resultado más benévolo en cuanto a la narración (ambos personajes se ven sumamente inteligentes, por lo cual el clásico estereotipo del musculoso héroe de acción se ve aquí algo corrido o mezclado con una especie de “nerd sabelotodo”, en especial en el papel que interpreta Stallone). Sin embargo, si alguien va a ver esta película es casi exclusivamente por el dúo protagónico, por el encuentro tan esperado de estas dos grandes figuras compartiendo cartel en el mismo filme. Esta historia, de una factura aceptable desde el guión y la producción, cuenta con un atractivo más que la eleva por sobre el promedio: Jim Caviezel (La Pasión de Cristo, 2004) como villano. Aquí interpreta a Hobbes, el responsable de la súper prisión, un hombre despiadado con la mezcla justa de perversión y calma. El personaje de Caviezel recuerda mucho al villano de Guy Pearce en Lawless (John Hillcoat, 2012), pero allí donde Pearce se desbordaba, Caviezel se contiene logrando que esa mixtura de amaneramiento y crueldad se produzca de una forma menos caricaturesca. Más allá de no escaparle ni por asomo a los vicios y estereotipos del género y de tener alguna que otra resolución demasiado arriesgada, Escape Imposible es muy entretenida y logra sostener sus dos horas de metraje haciendo honor a sus íconos de acción.
Ningún desatino. Cuando un chofer taciturno, parco y poco elocuente encuentra un motivo -¿el amor?- para salirse de su propia rutina, comienza a tomar forma la idea principal de Destino Anunciado, un thriller pueblerino protagonizado por un muy centrado Luis Machín. Hablamos de la tercera película del director Juan Dickinson, cuya filmografía incluye dos documentales situados en el mundo del transporte: Un Día en Constitución y Había una vez un Tren. Aquí no se aleja demasiado desde lo temático, dado que elije de protagonista a un chofer de micros, manteniéndose de alguna manera dentro de un ámbito similar, aunque desde la ficción...
El juego del tedio. El gran problema de Apuesta Máxima se adelanta al espectador a pocos minutos de comenzado el filme, cuando la premisa que da origen a la acción se presenta y –curiosamente- se plasma contante y sonante en la boca de un personaje, el cual le pregunta al protagonista: “¿Me estás diciendo que te vas a ir a Costa Rica, un lugar del que no sabes nada, en donde no hablás siquiera el idioma, para buscar al dueño de un sitio de apuestas internacional, decirle que te hizo trampa y esperar que te devuelva el dinero?”. A lo que el protagonista responde: “Es mi única opción”. Ese, queridos amigos, es el ridículo puntapié inicial de la nueva película de Brad Furman, aquel que alcanzo cierto grado de notoriedad con Culpable o Inocente, un par de años atrás...
Ese pequeño detalle llamado guión. En Elysium el mundo está dividido en dos: los que acceden a la salud, a las cosas bellas, a los lujos, a la seguridad y los demás. Solo que los que acceden, para evitar morirse infectados de la podredumbre del mundo de los normales, se tomaron un transbordador y crearon su propio mundo, el Elysium de marras. El intento desesperado de un hombre común de meterse en el mundo de los ricos y el exceso de codicia y egoísmo de parte de los habitantes de ese paraíso ad hoc pueden causar que todo el sistema colapse. Esas cinco líneas son una idea, a simple vista bastante buena, que puede servir como disparador de una película muy interesante a partir de ese maridaje maravilloso que se da cuando se mezcla la ciencia ficción con el cine. Y más si detrás de eso hay un presupuesto oneroso...