El estreno inoportuno. Dos desafortunadas referencias a las noticias más actuales coinciden en los estrenos de este jueves, uno mencionado por mi colega Rodolfo Weisskirch en la crítica de Séptimo y otra aquí, de la mano de El Ataque, en donde un presidente norteamericano personificado de manera inequívoca como Barack Obama es un mandatario pacifista que propone un tratado de paz con todo el Medio Oriente, mientras su referente real se encuentra en una cruzada “democrática” para “civilizar” -a bomba limpia- un país de esa misma región. Para colmo de males, al tratarse de un filme del pochoclero apocalíptico de Roland Emmerich, sabemos de antemano que el patrioterismo exacerbado está al orden del día, no solo en escenas heroicas y mensajes explícitos, sino también en insólitas frases como la que dice el personaje de Maggie Gyllenhaal cuando le preguntan cómo es que aún sigue trabajando después de tantas horas seguidas y responde: “cafeína y patriotismo”...
“No creo en los vampiros”. En una época cinematográfica signada fuertemente por la aparición de vampiros hasta en la sopa, El Conjuro pone la frase del título en la boca de uno de los protagonistas y vigoriza un poco más su propia propuesta. Seamos sinceros, su propia propuesta no es más que la tan repetida fórmula de las posesiones, los fantasmas, los espíritus malignos y demás entidades demoníacas, pero la pericia de su director James Wan para jugar con las cámaras y crear suspenso, ponen a esta película de tema trillado en un lugar muy superior a la media. La leyenda “basado en una historia real” también es un lugar común que aparece en dos de cada tres ficciones que vemos en las pantallas. Aquí lo acompañan con un texto que le agrega que la historia fue mantenida en secreto por los especialistas en apariciones paranormales Lorraine y Ed Warren por ser tan aterradora. Y todo ese prolegómeno no sería en absoluto recordable si no fuera porque a fin de cuentas, nos encontramos ante un filme que está a la altura de lo que adelanta. Los trágicos sucesos que sufrió la familia Perron -padre, madre y cinco hijas mujeres- a principios de los setenta son el hilo conductor de este filme en donde el protagonismo va variando de los miembros de la familia a los investigadores y -por qué no- a la casa misma a la que se mudan...
Piratas del desierto El tridente Verbinski - Depp - Bruckheimer vuelve a unirse en un filme multimillonario para brindarnos nuevas aventuras, esta vez alejados de las aguas del Caribe y situados en el lejano oeste norteamericano, contando una historia que tiene de protagonista a un héroe que ha tenido ya varias apariciones en el pasado, en cine, TV, radio, etc. Se trata del Llanero Solitario, una vez más un héroe que conocemos antes de que lo sea (y de que piense en serlo), pero que terminará impartiendo justicia (palabra clave en su matriz de pensamiento y que guía toda su aventura) junto con su ladero -mal que le pese-, el indio Toro...
“Hagan un cine que sirva... que sirva a la gente a entender el mundo... o a soportar no entenderlo”. La excusa de un falso documental lleva a Eliseo Subiela a emitir un fascinante manifiesto sobre el cine, los sueños y el propósito del arte mismo. Es cierto, hay una historia detrás: tres jóvenes estudiantes filman un documental sobre un hombre en un loquero que podría ser un director famoso desaparecido tras la confusa muerte de una actriz muchos años atrás. Los jóvenes primero intentarán descifrar si en verdad se trata de aquel director sospechoso o si en realidad se encuentran ante otro cineasta cualquiera que ha vuelto loco, pero sea quien sea, este viejo de largas barbas blancas es tan interesante que deja de importarles...
Más rápido, más furioso, más, más, más… Cuando uno se mete en una sala de cine a ver Rápido y Furioso, cualquiera de las seis o cualquier película que de casualidad lleve ese nombre, está claro que no está esperando un tratado de filosofía, un documental sobre la pobreza estructural en la vida capitalista o un profundo drama sobre el ser y la vida. Está esperando acción, autos, fierros, velocidad, adrenalina. Y si se entusiasma, piñas, patadas, tiros, explosiones. Luego de una quinta entrega que superó ampliamente las expectativas de los cinéfilos, Justin Lin volvió a ponerse tras las cámaras para seguir la saga. Y no tardamos más de veinte minutos en darnos cuenta de que esta película no va a dar la talla. Una aceptable escena de autitos seguida de una lamentable presentación de los personajes de The Rock y Gina Carano nos hacen dudar. Lo que sigue es un guión paupérrimo, con diálogos aburridos e impostados hasta el hartazgo y con situaciones –una tras otra, tras otra, tras otra- que no hacen más que enmarañar un sinsentido que dura más de dos horas, siempre, eso sí, adornado por una escena de acción más grandilocuente que la otra...
Historieta con responsabilidad política Desde la primera escena, Iron Man 3 nos ofrece un gracioso acierto: rememorar el año 1999 con el hit de Eiffel 65 llamado “Blue (da ba dee)”, aquel pop marchoso horripilante que no hace más que marcar el tono cómico que el film, pese a sus altísimas dosis de acción y aventura, no abandonará jamás. Y quizás suene trillado, pero si Iron Man ya lleva tres entregas y tuvo un protagonismo estelar en Los Vengadores, es gracias a un actor estridente, avasallante e indomable como Robert Downey Jr. A esta altura está muy claro que el personaje de Tony Stark va a quedar en la historia como uno de los más jugosos de las películas de superhéroes, por lo menos las de las últimas décadas. No tenemos frente a nosotros las noñerías del “buenudo” de Peter Parker de la saga de Raimi. Tampoco la timidez e intrascendencia del Clark Kent de Superman Regresa. No nos topamos con las excentricidades medidas y los excesos culposos de un Bruce Wayne cuyo alterego habla susurrando en la saga de Nolan. Tony Stark es un personaje explosivo en cada plano, una catarata verborrágica desmedida impredecible, un millonario malcriado, irascible, descuidado, egoísta, insufrible y desbocadamente divertido...
La libertad de hacer lo que hacen todos Es difícil encontrar un poster publicitario de una película que mienta tanto como uno de los de 21 La Gran Fiesta que encontré colgado en el cine. Por empezar, esta comedia juvenil no se trata de ninguna gran fiesta, aunque aparecen varios festejos durante la alocada noche que se retrata en la historia. En segundo lugar, aparecen en la foto dos personajes que no son exactamente los protagonistas (en especial la chica, que sería un personaje secundario que se suma a los tres amigos que llevan adelante la historia). Por último, el cartel reza extrañamente “de los directores de ¿Qué Pasó Ayer?”...
Un retroceso de Muccino A mediados de los años 90, el término “soccer mom” se popularizó mucho en Estados Unidos. Literalmente se traduce como “mamá de fútbol” o “mamá futbolera” y se utiliza para referirse a un segmento de la población femenina, de clase alta o media alta y con casa en los suburbios (esos barrios hermosos que suelen aparecer en las películas familiares de Hollywood) y dedican gran parte de sus horas a llevar a sus hijos a practicar deportes (dentro de los cuales el fútbol parece ser uno de los preferidos para los chicos y chicas de alrededor de 10 años). Jugando por Amor, el nuevo filme estadounidense del director italiano Gabriele Muccino, apoya fuertemente su relato en la existencia de este extracto de la sociedad yanqui, las “madres futboleras”...
Si fuera fácil... escribir un guión. Hace unos años, cuando Judd Apatow estrenó Ligeramente Embarazada, sorprendió gratamente a los espectadores con una comedia irreverente, divertida, pero más que nada con una película llena de humor protagonizada por personajes realistas. Si en algo triunfaba claramente no era tanto en sus gags acertados, en su humor juvenil, en lo curioso de su elenco, sino que su mayor logro era la manera en que consiguió retratar con una verosimilitud extrema para una comedia los vaivenes de la pareja protagónica. Estos dos jóvenes que quedaban embarazados casi sin conocerse luego de una borrachera y discutían cada dos por tres lograban -gracias a un aceitadísimo guión y a un gran trabajo actoral- que todos sintiéramos cada pelea como propia. Fue esa identificación potente con el espectador lo que hizo de Ligeramente Embarazada una de las mejores comedias de la década pasada. En aquel film, el personaje de Katherine Heigl tenía una hermana, un cuñado y dos sobrinas que funcionaban de mil maravillas como los secundarios con quienes los protagonistas sopesaban sus propias vivencias. Esa es la familia que Apatow eligió para esta "suerte de secuela"(según lo indica su propio trailer promocional) que intenta retratar cómo es tener cuarenta años. Aunque lamentablemente no esté ni cerca de hacerle justicia a su antecesora...
Como papel de cuete Cuando uno se acerca a una película en la que Marlon Wayans está involucrado, tiene que estar al tanto de algunas cosas. Una de ellas es que ha trabajado (ya sea delante o detrás de la pantalla) en filmes como Scary Movie 1 y 2, Little Man y Norbit. Otra es que, como se podrán imaginar si vieron alguna de esas películas, la sutileza no es su terreno predilecto. Por ende, salvo que uno sea un paracaidista a la hora de ir al cine, pagar por ver a Wayans implica no tomarse muy en serio la salida, por así decirlo...