Colossal: Cuando las cosas se mezclan bien. Una imaginativa sorpresa que logra ofrecer mucho más que su disparatado concepto sobre una alcohólica que controla un monstruo gigante. No importa lo que sepas sobre la película antes de verla, es un film que esta condenado a sorprender. Siempre esta la duda cuando un imaginativo e interesante director entrar al sistema hollywoodense, y a pesar de que Colossal es técnicamente una co-producción canadiense y española, no hay dudas de que busca dejar la mesa de los niños e ir a comer con los grandes. El director y guionista español Nacho Vigalondo arrancó su carrera siendo nominado al Oscar por su corto “7:35 de la Mañana”, pero fue con su primer largometraje Los Cronocrímenes que empezó a girar cabezas en la escena mundial. Solo cuando el guion y la dirección provienen de una misma voz puede lograrse un producto como este, con la capacidad de moverse tan libremente entre géneros manteniendo un tono conciso y constante. También ayuda que la dirección sea tan enfocada e imaginativa y que el guion resulte no solo interesante sino entretenido, planteando a una desempleada que se resiste a su alcoholismo cuando se entera que puede controlar a un monstruo gigante que aparece sorpresivamente en Corea del Sur. Anne Hathaway nos vende una persona normal con muchos problemas, y gracias a ello nosotros compramos a una protagonista que logra agradar fácilmente. Jason Sudeikis encuentra seguramente no solo el mejor proyecto del que ha sido parte sino también un papel que habrá tomado como un reto y una enorme satisfacción, su personaje es casi el otro protagonista de la película y él se desenvuelve de gran manera. En pos de mantener la reseña 100% libre de spoilers no vamos a ahondar mucho en el desarrollo de la trama, ya que resulta particularmente necesario entrar sin saber que esperar para disfrutar todos los giros que Colossal nos regala. Pero lo que si vamos a decir es que la película no solo esta preparada para sorprender al desprevenido sino también engañar al preparado. Con una historia atrapante, personajes interesantes y un sorpresivo progreso que logra entretener en todo momento, va a ser muy difícil que no pases un buen rato.
Piratas del Caribe – La Venganza de Salazar: Exprimiendo a Jack Sparrow ¿Vieron Force Awakens? ¡Que casualidad! ¡También los que hicieron Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar! La primera Piratas del Caribe estaba basada en un show de los parques de diversiones de Disney. Nadie esperaba que sea más que un entretenido blockbuster, pero creo que es justo decir que se volvió un poco más que solo eso. En la original, el director Gore Verbinski consiguió mezclar una increíble banda de sonido con secuencias de acción tan imaginativas como atrapantes, creando así un mundo lleno de diversión en el que se respiran aventuras. Todo eso, sumado al origen de uno de los personajes más populares de los últimos años, dio vida a una franquicia que cosechaba éxito tras éxito. Pero bueno, eso era entonces. La música es lo único en mantenerse al mismo nivel que en las mejores entregas de la saga. Tenemos un gran número de personajes que regresan, el único que merece destacarse es Geoffrey Rush como el Cápitan Barbosa, sumados a un par nuevos, con Kaya Scodelario que comparte la responsabilidad de ser la “sangre nueva” junto a un pibe fachero a quien la historia olvidará. Los villanos siempre fueron de lo mejor de la franquicia, y Javier Bardem no es la excepción, con su Salazar resultando tan memorable como entretenido gracias tanto a su actuación como al diseño de personajes y los efectos especiales. Efectos que igualmente en más de una ocasión resultaron malos al punto de ser imposibles de ignorar, seguramente debido a que es el primer proyecto de tanto presupuesto y tan fuerte en el uso de efectos especiales para el dúo de directores Rønning y Sandberg. El montaje y guion conspiraron para que las pocas escenas de acción y dinámica resulten pesadas y poco entretenidas. Sacando Salazar y Barbosa no hubo ningún otro personaje que no resulte un martirio. Y finalmente, una de las mayores decepciones fue el humor (condimento vital en la serie), hubo muchísimas escenas que parecían necesitar de una cortina de risas para terminar de conseguir alguna lastimosa carcajada, como si de una mala sitcom se tratara. Si te emociona el regreso al mundo de piratas y Johnny Depp caminando gracioso, no hay dudas de que algo bueno vas a encontrar cuando vayas a verla. Pero la realidad es que Piratas del Caribe ha tenido ya varias entregas de respetable calidad como para no marcar que esta, es bastante mala.
La saga de terror espacial Alien nunca se sintió explotada por de más, a pesar de contar ya con cinco entregas, gracias a films que se sostienen como propios y singulares. Independientemente de la calidad de cada entrega, ninguna hasta ahora podía verse como una mera continuación para llegar a la próxima, como tanto pasa hoy en día tras la Marvelizacion de toda propiedad posible. Lamentablemente eso llegó a su fin con Alien: Covenant, una secuela de un reboot/precuela que existe sólo para en el futuro realizar aún más precuelas y secuelas. Oficialmente, Alien como saga ya entró en modo franquicia. La realidad es que no importa lo que nosotros en Naranjita podamos escribir, hay mucha gente que va a ir a verla sí o sí. Y eso está muy bien, por mucho que haya para señalar en esta cinta, también hay bastante que disfrutar; especialmente si sos un fan de Alien, o incluso de la ciencia ficción en general. Covenant trata de ser un híbrido entre el thriller/slasher de la Alien original y la ciencia ficción filosófica de Prometheus. Una impecable producción que desde un gran trabajo visual y de audio se ven contando la historia de un grupo de personajes inexistentes y el de un personaje que existe, pero viene de otra película. Todo lo que sucede antes de la introducción de David (el androide de Prometheus) carece de peso, aún cuando su presencia pueda ser una sorpresa para algún desprevenido. Covenant es una película de Alien porque tiene xenomorphs, pero la descripción más apropiada sería “un spin-off de David”. Esta última entrega de la franquicia no se siente sincera. Ridley Scott dejó claro en entrevistas tras Prometheus que escucharía los lamentos de los fans que querían algo más cercano a la primer película. Se ve a la legua que Scott ya no tiene interés con este tipo de género, y su inclusión aquí se siente tan forzada como poco efectiva, aunque en ocasiones logre dar en la tecla. Interesado o no, Ridley sabe lo que hace. A pesar de los problemas varios y una falta de propósito que vaya más allá de vender, Alien: Covenant tiene unos cuantos momentos interesantes. Logra que la experiencia sea, aunque poco fructífera, interesante y entretenida.
Huye: Miedo diario para algunos, entretenido terror para todos. El comediante Jordan Peele debuta como director con una cinta de terror que se enfoca en la tensión racial que pasivamente envuelve a la sociedad estadounidense moderna. Consumimos tantos productos del Imperio Norteamericano que podemos llegar a sentir vagamente familiares algunas problemáticas que particularmente esta lejos de aquejar nuestras tierras. Una de las cosas que esta cinta ejemplifica, es que incluso para los que viven dentro de esa realidad, si uno no la protagoniza jamás podra estar más que vagamente familiarizado con ella. Sobre eso se trata Huye (originalmente Get Out), sobre la vida de un joven afroamericano viviendo en una sociedad que recientemente empezó a desperezarse de la disparidad racial y de género. Sobre como esa sociedad busca equiparar, compensar y corregir su rumbo a los volantazos. Sobre como son, todavía, más afroamericanos que americanos ante el resto, vistos más como parte de una raza que de la sociedad en general. Solo de la mente de un comediante como Jordan Peele podria salir un concepto tan ingenioso, desarrollado más allá de lo mínimo necesario, como si se tratase de una rutina afinada tras meses de abucheos haciendo stand-up. Por suerte Peele posee la capacidad para, desde el guión y la dirección, darle la calidad necesaria para elevar la película a ser más que solo el concepto inicial. Con una fotografía que sirven para completar una excelente presentación, compartiendo cartel con, quizás la estrella de la producción, la gran banda sonora y un excelente elenco que va todavía más allá del solo servir la intrigante historia que se cuenta. Se trata de un film que vale la pena ver simplemente por lo interesante de la propuesta, pero que termina ofreciendo mucho más. Garantiza las ganas de dialogar luego de verla, y de mantenerse atento a lo que Jordan Peele haga en el futuro.
Graduación: Tener hijos es tener miedos. Un padre ve el plan de vida que él tenía preparado para su hija desmoronarse cuando ella resulta víctima de un ataque que desencadenará un ambiente llenó de revelaciones, finales, desesperación y corrupción moral. Los padres y madres suelen rezar para que cada día sea igual que el anterior para sus hijos, que ninguno sea especial por alguna desgracia. Pero los padres no pueden controlarlo todo, en especial cuando ni siquiera pueden controlarse a ellos mismos. En Graduación se cuenta una tragedia, un apocalipsis familiar y una oportunidad para mejorar. Una joven sufre un ataque al comienzo de la semana de exámenes que decidirá si consigue una beca que le permitiría escapar de la cruda Rumania en la que vive junto a su familia. Una familia que logró escudarla del mundo lo suficiente como para que este se la trague viva. Nuestro protagonista es su padre, que luego de levantarse del sillón donde duerme todas las noches y hablar con su (todavía) esposa sin mirarse las caras, deja a su hija a poca distancia de su escuela. Esta mínima decisión logró ahorrarle unos minutos que aprovecha para irse a visitar a su novia, pero también terminarían de romper una vida que ya tenía bastante resquebrajada. La dirige el premiado cineasta rumano Cristian Mungiu. Galardonado usual en Cannes: allí ganó la Palma de Oro por 4 Meses, 3 Semanas y 2 Días, así como Mejor Guión por Más Allá de las Colinas y Mejor Director por este film que hoy nos reúne. Luego de 4 películas y casi 15 años vuelve a mostrarnos un trabajo con un protagonista masculino. Como resultado tenemos ante nosotros una obra muy personal, sobre haber crecido en Rumania, lejos de las grandes ciudades, y especialmente sobre los pensamientos que su creador tiene sobre ser padre, sobre los miedos de tener hijos. El incidente que sirve como catalizador de la trama merece el mayor de los respetos (especialmente en estos tiempos), y aún sin quitarle la gravedad ni el peso que debe tener para sentirse auténtico y real, no quedan dudas que este film no es sobre la víctima, sino sobre su padre, y como su realidad termina de quebrarse en consecuencia de sus propias acciones. Él se siente ajeno al “terrible lugar” en el que decidió construir su familia. Pero no es eso de lo único que está ajeno: aparte de dormir por separado, apenas si mantiene diálogo con su esposa. Su hija es a quien más aprecia, pero ella tiene cosas que no le cuenta, naturalmente, y él ni siquiera aclaro con ella la situación que viven con su madre. Incluso llega al punto de no conocer al hijo de su novia, aún después de muchísimo tiempo de relación. Es un hombre ajeno a si mismo y a su realidad. Él no está apartado de la sociedad rumana de la que tanto se queja: durante la película lo vemos hacer favores, cobrar favores e incluso chantajear. Nada de esto quiere decir que tenga maldad, pero muestra como una sociedad enferma no llega a enfermarse solo por la gente de mal. Todas sus acciones y decisiones hace que pierda simpatía, tanto para la audiencia como para sus afectos. Pero cuando más abatido se lo ve, es al tomar conciencia de lo que está haciendo, y de quien realmente es: cuando la relación ya agrietada e insostenible que tenía con su esposa termina de destruirse, se ve obligado a mirarse al espejo y a juzgar su reflejo. El film empieza con una ventana rota, el mundo en general parece irracionalmente atacar a esta familia. Pero durante la cinta veremos quien fue el que arrojó esa piedra, y como en realidad el daño recibido por la familia puede verse como consecuencia de sus acciones. La ventana se rompe indirectamente por cómo se comporta nuestro protagonista con su novia, revelado sutil y visualmente sin la necesidad de diálogo. E incluso el ataque que su hija sufre puede atribuírsele a él, cuando decidió junto a su esposa iniciar su familia en Rumania, o cuando decidió dejarla a una cuadra de su escuela. El mismo Mungiu se confiesa sentirse desde siempre más guionista que director en varias entrevistas, y eso se siente a través de cada uno de sus trabajos. Los puntos más fuertes de esta obra son los que han servido como una constante en su carrera: da lugar a grandes actuaciones, permitiéndoles florecer y brillar, tiene un muy interesante guion que inspira la reflexión, y, lo más importante, escenas en las que ambas fortalezas se unen para crear algo realmente cautivante. Es un trabajo que permite identificarse si es que uno fue víctima alguna vez de una desgracia criminal, una separación o alejamiento con una pareja muy querida, así como el simple hecho de tener hijos, o incluso de tener padres. Es una obra que dice mucho y habla hacia mucha gente, examinando sólo un pequeño incidente en particular y las ramificaciones que terminan impactando en una pequeña familia rumana: logra convertir algo lejano en algo familiar. Su gran victoria es quizás mostrarnos dos horas de desgracia y hacernos dejar la sala con optimismo.
Rápidos y Furiosos 8: La película más estúpida y divertida del año. Después de que la séptima entrega de la interminable franquicia se convirtiera en la sexta película más taquillera de la historia, lo único que les queda es celebrar. Y vaya que esta es una celebración. No hay 7 sin 8. Y especialmente cuando tu séptima película hizo un billón y medio de dólares, prácticamente lo mismo que hizo en su momento The Avengers o más que cualquier entrega de la saga de Harry Potter. Y no planean quedarse en eso, ofreciéndonos cientos de autos en pantalla a la vez, carreras en autos prendidos fuego, submarinos nucleares y hasta incluso una trama y giros de tuerca más en linea con una franquicia de espías que de autos. Su éxito y longevidad suele atribuirsele a varios factores: la parte emocional que es central a la acción (“Familia”, dicho con la voz de Vin Diesel), la diversidad de su cast, el hecho de que no tiene oposición en el genero de acción de autos, incluyendo la lamentable y reciente Need For Speed. Pero también hay algo que se destaca poco pero resulta vital para la franquicia: la total aceptación de la ridiculez y el tomarse en serio a sí mismos, siempre y cuando no se interponga ante la diversión. No hay que ir más lejos que sus títulos, en una época en la que los estudios le tienen terror a las secuelas numeradas, Rápido y Furioso 8 lleva su numeración con orgullo. Esta octava parte sirve casi como un reboot de la saga, después del fallecimiento de Paul Walker a fines de 2013. Furious 7 sirvió como una emocional despedida al actor y a su personaje, al mismo tiempo que significó una culminación de lo que es la franquicia. Entonces esta nueva entrega sirve como el comienzo de un nuevo capitulo. Desde la quinta y sexta película vimos una total aceptación de la ridiculez y estúpida diversión que ya son parte de la serie, agregándole acción fuera de los autos que puede resumirse en la brillante incorporación de Dwayne “La Roca” Johnson. El resultado es una serie de películas que sin avergonzarse ponen sobre la mesa todo lo necesario para entretener a todo el mundo por dos horas. Esta nueva entrega construye sobre todo lo bien que hizo la anterior (utilizando el plano que creo para la misma el genial director James Wan), para resumirlo y ahorrarles tiempo podría decir simplemente que es igual a la séptima, solo que aún mejor. Si vieron y disfrutaron de Furious 7, vayan tranquilos a ver esta. Y si no, vean ambas que todavía están a tiempo de divertirse. Acción que no se detiene, un gran ritmo entre las secuencias de autos, las peleas a puño limpio, el revelado de la “compleja” trama y unas cortas pero entretenidas interacciones entre personajes. La dirección de F. Gary Gray (Straight Outta Compton) y el montaje sirven como una perfecta estructura para que la acción y los personajes puedan brillar. Y vaya que hay muchos personajes. Si no estuvieron muy metidos en la promoción de la película, y aún si lo hicieron, se llevaran varias sorpresas porque es una gran reunión que incluye a prácticamente todas las entregas anteriores. Realmente se siente como crear un universo enorme que se mantiene vivo, nada mal para una estúpida película de acción, ¿no? Lo más nuevo que nos trae Rápido y Furioso 8 es su villano. Charlize Theron nos trae un antagonista entretenido y desafiante que de gran manera se pone a la altura de nuestro gigantesco equipo de héroes. Pero no son sólo nombres, más que nunca esta octava parte nos trae unos cuantos giros en una trama que trata de no quedarse quieta nunca. Desde la anterior entrega que la saga agrega un tinte de espionaje a lo James Bond a sus aventuras. Ya no hay dudas de que es un híbrido entre acción automovilística, espionaje internacional y una suerte de superhéroes sin superpoderes. Los reto a ver la séptima o esta octava y decirme que Vin Diesel y La Roca no son superhéroes… Si quieren divertirse y no tienen la lamentable incapacidad de disfrutar las cosas por lo que son, vayan a ver esta película. No se van a arrepentir.
Un Golpe Con Estilo: Robando juventud. Grandes nombres protagonizan esta pequeña película sobre el ocasional sentimiento de que el mundo te debe algo que no esta dispuesto a pagar, y el aún más familiar pensamiento de que quizás quede en uno mismo tomarlo… Una dulce comedia reúne a un grupo de grandes actores que están pasando por la tercera edad, y logra crear una tierna historia con más que unas cuantas risas en el proceso. Pero basta de hablar de Last Vegas (2013), es hora de hablar de otra película con esa descripción y que también pone en el centro del escenario al gran Morgan Freeman. El actor britanico Michael Caine se toma un descanso de sus colaboraciones con Christopher Nolan para reunirse con Freeman, su compañero en los thrillers-comedia de la franquicia mágica Now You See Me, y formar un trió de criminales bastante imperfecto con el gran Alan Arkin, brillante tanto en Little Miss Sunchine como en Argo. La cinta es una remake del film de 1979, que disfruta de poca fama y reconocimiento fuera de los Estados Unidos. El proyecto busca tener un tono mucho más ameno y positivo, en gran parte gracias al gran elenco que con mucha habilidad logra manipular los sentimientos de la audiencia. El elegido para llevar adelante la tarea es el actor, guionista y director Zach Braff, más que nada reconocido por su papel protagónico en la serie Scrubs pero también por sus trabajos como director y guionista independiente. Con su debut Garden State, en 2004, y luego Wish I Was Here, en 2014, se destaca la identificación que genera en su audiencia con trabajos muy personales. Este es su primer gran esfuerzo como director en una película no independiente. Esta comedia nos sitúa en el momento en el que tres amigos resultan despedidos de su trabajo después de muchas décadas de servicio, solo para ver su futura jubilación esfumarse frente a sus narices. La única salida que encuentran a su problema es la de ponerse en la piel de los jóvenes que ya no son, y salir a robar su propio banco en venganza por el trato recibido. Prepárense para muchos problemas de dinero y tiernas nietas que les tocan el corazón a sus abuelos en Un Golpe Con Estilo. Las actuaciones no serán problema, no cuesta mucho conectar ni con los protagonistas ni con los actores de reparto que tan buen trabajo realizan. Los problemas están más que nada detrás de cámara. Siendo este la primera película de gran magnitud que maneja el joven director, es de esperarse ciertos temblores pero lamentablemente resultan demasiados. Principalmente el film sufre de dividirse en muchas partes: primero se muestra la situación de nuestros protagonistas, luego el momento hasta que todos coinciden en realizar el robo, entonces los vemos preparándose, realizando el mismo y finalmente una gran porción de la cinta nos muestra las consecuencias de sus actos y decisiones. Todo termina sintiéndose como una lista de supermercado, voy a buscar, obtengo, tacho, y todo se repite. Un Golpe Con Estilo se encuentra más cómoda siendo simpática que graciosa, y nos encontramos mucho más tiempo estando simplemente entretenidos que riéndonos. Aunque la verdad es que eso no es poca cosa. Aún con sus fallas, puede recomendarse gracias a su gran elenco. Logra contar su historia lo suficientemente bien como para que sus fallas no manchen una hora y media bastante disfrutable para cualquier miembro de la familia.
El Otro Hermano: La nueva, violenta y corrupta ficción de Adrián Caetano. El director uruguayo vuelve a la ficción después de casi cinco años, escudado con un gran elenco y dando como resultado una tétrica y tensionante adaptación de la novela “Bajo este sol tremendo“, que seguramente dará que hablar. No es fácil adaptar bien una novela. La cantidad de personajes y las profundas descripciones son las principales razones por las que la práctica usual al encarar una adaptación literaria es simplemente el recortar contenido. Todos hemos escuchado alguna vez a alguien decir que un libro los “atrapa” y “transporta” mucho más que ver una película, se refieren a cosas como estas. Si una producción no le dedica especial dedicación a la preparación de una locación en una película, a crear más que simplemente un punto geográfico, jamás podrá ser rival para media carilla de minuciosa y detallada descripción. Por suerte hay ocasiones en que las cosas se hacen bien. El uso de la gran banda sonora compuesta por Iván Wyszogrod, y todo el manejo del sonido en general (resulta imposible separar algunas piezas de los ladridos de perro que casi siempre las acompañaban) fueron los que mayormente conspiraron para crear un ambiente tenso, familiar, desgastado, tétrico y peligroso; junto a la fotografía de Julián Apezteguia formaron una alianza que reforzaba cada locación con una personalidad y carácter que enriquecían las desgracias que allí tenían lugar. Esas son herramientas usuales en el buen cine, cuya cooperación funciona de gran manera en esta producción, pero también se pueden apreciar herramientas no tradicionales aplicadas con gran efectividad. La transpiración es una constante en todos los personajes, especialmente en el de Daniel Hendler, transmitiéndonos lo desacostumbrado que está al clima del pueblito de Lapachito después de muchos años viviendo en Buenos Aires. Un recurso más que apropiado si tenemos en cuenta el nombre de la novela en la que se basa el film: “Bajo este sol tremendo”. Aun viendo esta película en un televisor de los viejos que ya va perdiendo definición y color, y aun si uno no logra encontrar el control remoto para sacarle el mute al mismo, el sudor que constantemente empapa toda la historia transpira lo suficiente como para transportarte al Chaco, al lado de sus personajes. Detalles como esta transpiración, y un detallista trabajo de producción y del departamento de arte, logran imbuir a El Otro Hermano de esa cualidad literaria que tantas adaptaciones no logran (o ni se molestan) obtener. Pero una película no puede vivir de detalles, y por suerte esta ni lo intenta. Ninguna de las actuaciones desentona con el resto, todo el elenco realiza una labor destacable. Hendler nos muestra, una vez más, que es un muy valioso colaborador cuando se lo encaja en un papel y guion que le van justo. A riesgo de que se tome como una falta de respeto, debo decir que siempre está seleccionado de gran manera y muy bien utilizado en casi todos sus papeles. El poco tiempo en pantalla que disfrutamos de la sufrida actuación de Ángela Molina y del doloroso pasaje de Alejandra Flechner por el film, es indirectamente proporcional a la fuerza y cuerpo que logran darle a sus personajes. Por su parte, es Leonardo Sbaraglia quien termina llevándose todos los flashes, lográ invocar un personaje que se balancea entre lo caricaturesco, grotesco, temible y entretenido. Creo que esa última es la palabra justa, puedo imaginar alguna discusión sobre qué tan “buena” (muy buena) y meritoria (muy meritoria) es su actuación pero lo que resulta innegable es que es una performance y un personaje increíblemente entretenidos. El crédito por el resultado final debe repartirse entre el mismo Sbaraglia, la dirección, el guion y elementos tan faltos de reconocimiento como el de vestuario y maquillaje. Podría incluso llegar a decir que aún si lo único que se modificara fuese este personaje, todos los aspectos tan bien realizados que tiene el film no serían suficientes para lograr una cinta tan atrapante y cautivante cómo la que el director uruguayo nos trae en esta ocasión. El encargado de la dirección, el guion (junto a Nora Mazzitelli) y el encuadre de la película, Israel Adrián Caetano, usualmente nos trae trabajos que resultan una bocanada de aire fresco. Los cineastas tan técnicos y visuales como el oriental no abundan en la actualidad de nuestro continente, y menos con una carrera tan extensa e interesante como la suya. Los personajes de Sbaraglia y Hendler son antagonistas y colaboradores, conspiradores que cooperan en sus planes y objetivos de la manera más destructiva posible. Incluso el pueblo no termina siendo solamente un personaje, sino también una víctima de las circunstancias y del accionar de nuestros protagonistas. Es mi parecer, que el “hermano” al que mejor podría referir el título, es quizás la mayor victima de todas las que se ven en pantalla: como puede uno ser más “el otro” que siendo algo incompleto, secundario y falto de respeto: Alian Devetac nos muestra a un ser abatido, con un accionar tan ausente como lamentable. Le da tortuosa vida al otro hermano, nacido de criminales y atrapado con ellos. Muchos se apuran a encasillar la película como un western, pero en esta historia aunque hay horizonte no hay final, aunque hay protagonistas no hay héroes y absolutamente todos los personajes están tan manchados como el resto. La empatía no es fácil de manejar en El Otro Hermano, y en el final uno termina inclinándose por el que más parece sufrir sus manchas. En definitiva, esta producción logra un gran equilibrio entre el entretenimiento, una tensión atrapante y una intriga que no nos permite ceder ante la tentación de perder unos minutos yendo al baño. Verdaderamente es el resultado de un grupo de profesionales y artistas que colaboran para que los elementos que cada uno aporta conspiren para crear una experiencia enriquecedora, que no sólo resulta una gran alternativa para disfrutar casi dos horas de escapismo, sino también propone un diálogo posterior que seguramente más de uno esté dispuesto a comenzar. No se van a arrepentir, muy recomendable.
CHiPs – Patrulla Motorizada Recargada: Explosiones, sexo y comedia en dos ruedas. La remake del clásico de fines de los ’70 entrega comedia y sorpresivas dosis de acción, sin perder nunca de vista que el objetivo siempre es entretener. Todas las comedidas estadounidense siguen una misma formula. Puede parecer que no, más que nada porque son, lejos, las que más abundan en el mercado; Si te juntas a ver una comedia lo más probable es que venga de Hollywood. Si, todas las comedias estadounidenses puede resumirse en “un grupo de actores improvisando lineas durante 10 min en una habitación”. Es un subgénero de la comedia, que incluso ha afectado a películas y series cómicas de otras tierras; El humor yankee ya va más allá de las fronteras. La improvisación es la piedra fundamental de su comedia, en parte porque sus guiones cómicos suelen ser… más que flojos. ¿Porque pasarías más de 5 min escribiendo un dialogo cuando sabes que estas contratando actores “graciosos”? Lamentablemente este es el pensamiento en la mayoría de las ocasiones y se termina pasando de largo todo el proceso de realmente escribir lo que se supone va a ser gracioso. Cualquier comedia hollywoodense podría servirles como ejemplo pero no queda más que revisar la filmografía de Judd Appatow o de Adam Sandler para encontrar la biblia de “cómo disfrazar el pasar un rato con amigos mientras cobramos y decir que es una película”. A simple vista esta podría ser otra de esas ocasiones pero la realidad es que CHiPs termina siendo algo bastante particular, ya que no es una película simplemente ensamblada así nomas para que llegue a los cines a ver si se recauda algo… Al menos no desde su parte creativa, de guion y dirección. Es una película que se molesta en crear personajes reales, no solo nombres falsos para que sus actores usen mientras se mantienen siendo ellos mismos, al mismo tiempo que crea escenarios para que estos personajes interactúen de manera graciosa y que el humor no quede exclusivamente en manos de los actores. Esta remake de la serie clásica de fines de los ’70 y principios de los ’80 es un claro ejemplo de algo que no suele suceder mucho en este subgénero. Los actores que reúne no tienen a la improvisación como su punto más fuerte, al contrario, es el guion el que esta escrito por un actor de comedia que, siempre utilitario y secundario, esta acostumbrado a improvisar y a generar dialogo y situaciones cómicas: Dax Shepard (Idiocracia), que también sirve como director y co-protagonista. No es común pero, por supuesto, tiene antecedentes. Seth Rogen es un claro ejemplo de este tipo de trabajo, aunque en menor medida ya que sigue dándole prioridad a la improvisación una vez las cámaras están rodando. Además Shepard tiene intereses que lo hacen idóneo para este proyecto: es un amante de los fierros. Autos o motos, conducirlos, repararlos o coleccionarlos; Si tiene ruedas a Dax le interesa, algo clave para una remake interesada en entregar no solo comedia sino bastante acción, persecuciones y explosiones. Pero Shepard es solo la mitad del dúo protagónico, y su mitad menos icónica claro esta, porque es Michael Peña quien se encarga de darle vida a “Ponch“. Peña es el oficial Frank Llewellyn Poncherello… De alguna forma. La película se las arregla para que la identidad del personaje icónico de Erik Estrada caiga en las manos del personaje de Michael Peña. Si bien Peña no es un actor cómico que genere su propia comedia, como otros actores de mayor improvisación o con un background en el stand-up, tiene sin dudas una facilidad para inyectarle gracia a las lineas de un buen guion, y es exactamente lo que este proyecto necesitaba. Los protagonistas funcionan de gran manera. Los personajes principales se mantienen entretenidos durante toda la película. Si uno entra a la sala a ver una comedia va a salir de ella satisfecho. La acción también es más que aceptable y servicial, todo esta muy bien realizado y aplicado en los momentos apropiados. La comedia y la acción cada una por su lado van bien, pero el mayor problema (seguramente por la falta de experiencia de su director) es cuando se intentan mezclar entre ellas, o especialmente, con los aspectos más serios de la misma. Esta lejos de ser un drama, y no tiene ninguna aspiración más allá del entretener y hacer a la audiencia pasar un buen rato, pero aún así hay momentos en donde la película pasa de un momento a otro como mezclando aceite con agua. Vicent D’Onofrio (Full Metal Jacket, Daredevil y Jurassic World) es un villano que sorprendentemente no solo carece de toda cualidad caricaturezca (el clásico malo que es malvado porque si), como seria moneda corriente en cualquier film similar, sino que también se le logra dar la presencia y autoridad que un villano de D’Onofrio merece. Ya hace tiempo que suele hacer papeles antagónicos, pero la realidad es que en lugar de ayudarlo a crear una presencia intimidante, en general las películas o series suelen aprovecharse de que ya de por si él trae tanto a la mesa como para presentarse de esa manera, y no terminan haciendo su parte para que sus personajes sean todo lo que puede ser. Otra de las pequeñas cosas que esta cinta hace diferente. Si bien no logra resolverse de la mejor manera, es un esfuerzo destacable en las pequeñas cosas. Se mantiene interesante y entretenida, al menos hasta el final. Aún con sus fallas es recomendable si alguno esta con ganas de una comedia y no sabe que elegir, la acción es un más que agradecido bonus.
Casi Leyendas: Música noventera y risas con acento español. Un grupo de desconocidos deciden reunir la banda que supieron formar en principios de los ’90, y que en su momento gozó de un relativo éxito. Comedia, música y amistad son los temas que ofrece el nuevo trabajo del director de Todos Contra Juan y Días de Vinilo. Después del éxito que fue Todos Contra Juan, el director y guionista Gabriel Nesci no tardó mucho en pasarse a la pantalla grande. Dos años luego de la conclusión de la miniserie llegó a las salas su debut en el cine: Días de Vinilo. Lo que sí se hizo esperar fue este último proyecto: 5 años tuvieron que pasar para que esta comedia musical, cuándo no al tratarse de Nesci, llegara a estrenarse. Bastante tiempo, él lo sabrá mejor que nadie, pero esperemos que la espera haya valido la pena. El concepto es simple y emocional: la reunión con amistades pasadas en pos de, no sólo recuperar algo de ese tiempo pasado que tan feliz uno recuerda, sino también mejorar la actualidad de uno en consecuencia. “Todo tiempo pasado fue mejor” es solamente un decir, pero quizás guarde más que un poco de verdad, teniendo en cuenta cómo empiezan la historia nuestros protagonistas. Mucho pseudo-Soda Stereo, mucho brit-pop y bastante “movida sónica” puede esperar a los que vayan a las salas de nuestro país a disfrutar de esta cinta. Sin dudas, la sinopsis resulta atrayente para un nostálgico, pero realmente el principal atractivo de la peli es su tremendo elenco, así que vayamos directo al grano: uno claramente esperaría entrar a ver cómo Diego Torres trata de estar a la altura de los demás. Pero termina siendo Diego Peretti quien es el eslabón débil de la cadena. El personaje de Torres se basa en un 90% en el carisma, que el cantautor tiene a creces, y no termina disminuyendo la gracia de ninguna escena de la que forma parte. Sin quitarle crédito a Diego, tenemos que decir que en casos como este lo más probable es que, al profesionalismo y trabajo del músico que le toca actuar, se le sumen una gran labor desde el guión y, especialmente, de la dirección para no dejarlo desprotegido y concentrarse en utilizar sus puntos fuertes. Por el contrario, Peretti ya es un actor consagradísimo y de amplia trayectoria, pero termina siendo casi siempre el menos gracioso de las escenas de humor, y no llegando a fortalecer especialmente las escenas más dramáticas y serias. Esta lejos de haber hecho una mal labor, pero por expectativas y tiempo en pantalla, termina siendo claramente el que más desentona. Pero la película no está armada para erguirse en los hombros de ninguno de los dos Diegos, sino que es la estrella de Torrente quien se pone el proyecto al hombro. Santiago Segura es el único que parece no depender de si su diálogo es realmente gracioso en sí o no, él lo hace gracioso. Y, sorpresivamente, también logra hacer un buen papel en los momentos más dramáticos de su participación. Lo más lamentable es que Florencia Bertotti tenga tan escasa participación; Bertotti es quizás la única junto a Segura que le da a las palabras en el guión alguna otra cualidad más de las que ya tiene el diálogo de por sí, sin dudas terminamos deseando que hubiese tenido más tiempo en pantalla e impacto en la película. Uno de los puntos fuertes, así como atractivos para la audiencia, es la música; Compuesta por el mismo director, es muy disfrutable y logra llevarlo a uno a esa época musical de principios de los ’90. La nostalgia que inspira es más que apropiada para las temáticas y el mensaje que el proyecto decide abordar. Es la música y el personaje de Segura los que conspiran juntos para terminar redondeando una satisfactoria historia, acaso diezmada hacia su final por la insistencia de atenerse a una clara fórmula. Fórmula que un subpar montaje no logra ocultar. Recomendado especialmente para fanáticos del trabajo del actor español, pero también para cualquiera que quiera pasar un buen rato mientras apoya no solo al cine nacional sino también al trabajo de un director que sabe lo que quiere, y que suele contar historias que logran conectar con mucha gente mediante su mezcla de comedia y música.