Borg McEnroe – La Película: El peso de la grandeza. Una de las rivalidades más icónicas del deporte sirve como excusa para explorar el talento, sacrificio y mentalidad de los genios. Antes de que Hollywood tenga la comodidad de las adaptaciones de cómics, solía descansar en las películas biográficas. Siempre es positivo que una cinta se estrene con gente esperando ya en fila para verla. Lamentablemente esto trae como consecuencia una cierta relajación: ¿Para que esforzarse en crear un buen guion con grandes personajes cuando el protagonista ya tuvo una vida real más que interesante? Es usual que este tipo de films se preocupe más por ser un espejo de baño que aspirar a ser una pintura que refleje un objeto con cierto valor agregado. Afortunadamente, el beneficio de que un género se estanque es que en el momento menos esperado puede surgir una obra que, por sorpresa y sin hacer mucho ruido, lo revalorice completamente. Hace unos años tuvimos en Rush, de Ron Howard, una película paralela a esta. Ambas basadas en la rivalidad entre dos de los mejores atletas de sus respectivas disciplinas. La mejor forma de resumir sus diferencias sería decir que Borg McEnroe es la versión europea de Rush. No hay mucho que marcar como negativo en aquel trabajo, sin embargo se trata de una cinta completamente vacía. En contraste, este es un film más difícil de digerir, más dispuesto a experimentar (y como resultado de eso, más tendencia a fallar) e infinitamente más profundo como resultado. Se trata del debut de Janus Metz, director que hizo sus armas con documentales, y sólo cuenta con un episodio de la segunda temporada de True Detective como experiencia dirigiendo ficción. Su experiencia documental es evidente en la identidad visual (muy expresiva y homogénea) pero sobre todo en la sensación de veracidad y cualidad histórica logradas a través de una gran dirección de fotografía, así como una impecable dirección de arte. El film explora a dos de los mejores tenistas de la historia, protagonistas de una de las mejores rivalidades del deporte. Propone (y logra) una magistral exploración de personajes en la que yuxtapone sus aparentes diferencias mientras traza un paralelismo entre ambos atletas, aún cuando prácticamente nunca comparten pantalla. Dos genios que trabajaron toda su vida para estar destinados a la grandeza, y todo el sacrificio y el dolor de su dedicación. El guion del sueco Ronnie Sandahl es (sin dudas) la base sobre la que esta erguida el resto de la película. A pesar de un flojo arranque, Borg McEnroe logra crear profundos personajes usando como base a las figuras históricas. Usando a su vez esos personajes para explorar temáticas de sacrificio y grandeza que no suelen ser trabajadas tan a fondo (quizás uno de los ejemplos más emblemáticos y recientes es el de Whiplash). La fotografía se suma al uso intermitente de la cámara en mano, logrando darle esa sensación de realismo a los hechos que buscaba el director con la decisión. Aunque nunca llegando a momentos teatrales, unos contados puntazos de dramatismo con la pizca justa de sentimentalidad logran condimentar satisfactoriamente la historia. Se trata de un condimento leve, no sobra los momentos en los que los actores esten bajo el reflector con el escenario en penumbras, pero a cambio obtenemos un escenario que siempre esta bañando en luces y en el que los actores y personajes dan el 100% en todo momento. Metz refuerza el gran guion con una de las herramientas mejor utilizadas: la música. Sin tener una increíble banda sonora, la misma va más allá de ser efectiva y alcanza a brillar gracias al gran uso que le da el director. Llena las secuencias de una tensión reptante y constante, toda la película se siente tan definitiva como la icónica final. Y asimismo, cada segundo del film transmite el estado de Borg fuera de la cancha: frío pero pasional, calmo a pesar de estar siempre al borde de estallar. Es una película que a primera vista puede parecer hasta incluso simple, pero que entrega una exploración temática realizada de manera casi impecable y logra una propuesta inusual dentro de lo que podría ser una adaptación sin ambiciones. Se trata de un film con la profundidad y calidad suficiente como para invitar la lectura y recompensar al espectador, recomendadísima.
Después de realizar su debut en la dirección con una estrella enceguecedora como lo es Viggo Mortensen, en el thriller “Todos tenemos un plan” de 2012, Ana Piterbarg decidió realizar un giro de 180 grados para su próximo proyecto. Ya cinco años después de su ópera prima, vuelve al ruedo con “Alptraum”, un thriller psicológico experimental en blanco y negro. Piterbarg nos pone en la piel de Andreas, un joven dramaturgo muy conflictivo y propenso a la obsesión. Mujeres extrañas, relaciones y colegas serán el foco del constante conflicto de nuestro protagonista, aunque más precisamente lo serán sus propias ilusiones y delirios. Siempre al encontrarnos con un trabajo de estas caracteristicas, más cercanas al plano artístico que al comercial, uno se encuentra con reacciones similares. Hay proyectos que logran realizar su máximo potencial, dejando ir cualquier atisbo de intención comercial, mientras que los hay aquellos que pierden un poco el rumbo y terminan navegando aguas inciertas. Lamentablemente “Alptraum” parece ser uno de estos últimos. El único recurso que puedo destacar como intencionalmente imaginativo y más que bien utilizado es el del coro de ruidos teatrales, realizados por los actores de la obra de Andreas, como parte de la banda sonora en momentos determinados. El uso del sonido, tanto la banda sonora como la mezcla de audio en general, realizan un papel aceptable. Lo mismo podría decir de la fotografía, pero lamentablemente ninguno de los aspectos técnicos logran elevar un guion con muchas más fallas que fortalezas. Uno podría salir de la sala creando excusas, y queriendo defender el film, irguiéndose como una vaga figura de “defensor de lo artístico” en contra del ejército del pochoclo. Pero mejor guardemos esas cosas para trabajos que realmente merezcan ser defendidos. “Alptraum” busca ser una experiencia, aunque lamentablemente no logra ser una satisfactoria. Puntaje: 1,5/5
Spider-Man – De Regreso A Casa: Buscando pareja para el baile de radiación. En los últimos años nunca han faltado adaptaciones de Spider-Man, pero el público y Smithers parecen emocionados porque el sombrero es nuevo… “El Espaiderman de Marvel” ya esta aqui. Todos los capítulos de Marvel (a esta altura resulta ridículo llamarlas películas) siempre se miran de dos formas: como parte del Universo Cinematico en general, y como films por si mismos… Bueno, bueno, al menos como la primera, la segunda es más un comentario por el estilo de “se, estuvo bien” mientras ya pasan a ver que se va a cenar. Pero esta última publicidad de merchandising del gigante de los comics también puede verse como parte de una franquicia que ya es infame por la cantidad de películas que han salido desde que al (hermosamente) extraño director Sam Raimi se le dieron cientos de millones de dólares para regalarnos dos (hermosas) horas de un muchacho insecto. Apenas 15 años más tarde y esta es ya la SEXTA película protagonizada por Peter Parker en rojo y azul. Despues de lo desequilibrada que resulto Amazing Spider-Man, y lo desastroza que resultó su secuela, en Sony estaban desesperados (¿Cuando no?) por poner en manos de Marvel las aventuras del amistoso vecino neoyorkino. La introducción del personaje ya se habia hecho en la última Avengers, llamada Capitán America para mayor comodidad y Civil War para mayor ganancia, y se sabia que iban a mantener la “origin story” (termino muy de moda, re in, super chic, para el bolso de mano de cualquier geek fan de novelas gráficas y figuras de acción que se aprecie) al mínimo. Porqué al parecer eso es lo que estaba mal con las anteriores películas, la origin story… no la películas en sí. Disconforme con que le hayan reducido la tarea solamente a la mitad, el jóven director encargado de fingir autoridad en el set de Disney decidió cortar otros aspectos del personaje como por ejemplo el sentido arácnido. Jon Watts ya habia desafiado a la audiencia con su somnifera y vacía película Cop Car, pero por otro lado debutó en la silla de director realizando un muy interesante film de terror sobre un hombre que va convirtiendose en un payaso maldito. Llamada Clown, es quizás peor que Homecoming pero sin dudas resulta mucho más interesante. Tom Holland como Peter Parker funciona bien, aunque lamentablemente funcionó más siendo Spider-Man durante su corta estadía en Civil War. La película se divide entre las partes escolares, incluyendo algo de acción con un tono ligero, y las secuencias de acción más dramáticas, las cuales tardan en llegar. No es una queja, ya que la porcion “escolar” termina siendo lo que mejor resultado dió en el film, sino una realidad que hasta que no empieza el enfrentamiento final con el villano, el género que domina en esta Spider-Man es la comedia. Inclusive las escenas endonde solo vemos a los villanos en su guarida son más para risas que otra cosa. No intenta nada raro con los tonos que maneja, pero decidir zambullirse tanto en la comedia primero y luego virar definitivamente al drama en el final, funciona bastante bien. Mucho mérito al guion. Para todo aquel preocupado, positiva o negativamente, porque Homecoming resulte una Iron Man 4 puede quedarse tranquilo: Tony Stark es una parte integra de la película, pero es utilizado lo justo y necesario para maximizar todo lo bueno que puede dar. Todos los “invitados” de Iron Man caen muy bien en el resto del film. Pero sacando las gratas sorpresas de Zendaya y Tony Revolori (Grand Hotel Budapest), el resto de los personajes propios de Spidey terminan siendo bastante flojos: Marisa Tomei no hace un mal trabajo pero difícilmente se le dio algo para hacer (incluso comparada con Tías May anteriores), y especialmente es el mejor amigo de Peter quien no funciona casi para nada. Pero lo más destacable en cuanto a actores termino siendo el de Michael Keaton. Sorprendentemente el rol de Vulture termino siendo acaso uno de los mejores villanos de todo el MCU. ¿Porqué? Bueno, porque es un personaje. Aún sin ser la gran cosa, resulta carismático, tiene una motivacion, se siente “real” y tridimensional aparte de entretenido. Lamentablemente esto vino a un costo: no es Vulture. Usa alas mecánicas y es medio pelado, pero las similitudes terminan ahí. La película hace un pequeño chiste sobre el conocido hecho de que existen dos villanos llamados Shocker en el mundo de Spidey, pero termina más transmitiendo lo poco que sienten sobre el material original que otra cosa. Mucha gente va a ir a verla, y le va a gustar, solo porque es de Marvel. Mucha gente va a ir a verla solo porque es Spider-Man. Si alguno tiene dudas, aún después de leer esta reseña (en ese caso, primero que nada: gracias por leerla), tratare de ser más claro: esta película entrega lo que la gran mayoría de los films del MCU ofrece, un aceptable y vapido entretenimiento al que cuanto menos se le pida, más va a satisfacer. Nunca tuve problema porque aguaran las aventuras de Thor o el Capitán America a la formula a la que le gusta simplificar a Disney, pero que finalmente lo hayan hecho con Spider-Man no deja de sentirse especialemente lamentable.
Mamá se fue de viaje: Papá tiene problemas. La madre se va, los hijos quedan con el padre. El padre llora. Una premisa conocida pero con caras argentinas. Lo interesante de adaptar clichés extranjeros (estadounidenses en el 80% de los casos) a proyectos nacionales son los más que interesantes cambios que la visión argenta puedan darle a lo que es un concepto ya conocido hace años. Pues bien, lamentablemente Mamá se fue de viaje tiene muy pocas cosas argentinas que agregarle al la ya familiar premisa de “Apa, parece que mamá era re importante para la familia”. Diego Peretti es un padre que ocupa su tiempo mucho más en el trabajo que en su casa o con su familia, Carla Peterson decide tomarse unas vacaciones de las presiones domésticas. No creo que haga falta más trama, Peretti terminara tras esta experiencia siendo un “mejor padre” y la familia acabara un poco más unida que al principio. Todos los proyectos del guionista y director Ariel Winograd (Cara de Queso, Vino Para Robar, Sin Hijos, Permitidos) funcionan residiendo en un mundo aparte del nuestro, y pueden justificar su tono mediante esta realidad levemente alterada. Esta vez, la propuesta es crear una comedia mucho más terrenal y, en algun punto relativamente realista… pero termina saliendole el tiro por la culata. Se busca encontrar la risa en actividades diarias de todas las familias, pero las situaciones no logran cautivar sin ceder ante la impronta de algo “re loco” (pero aún asi aburrido). La cinta se siente como un rejunte de todas las minimas ideas que se les ocurrieron partiendo del concepto. Hablamos de un cineasta como Winograd que no solo no le hace asco al cliché genérico básico, sino que parece elegir esas ideas que a uno se le ocurren a la primera (y que luego descartaría) y usarlas como su principal arma para entretener. El padre no sabe usar el lavarropas, no sabe los horarios de los chicos… si se te ocurre en menos de dos minutos no tengas dudas de que esta en esta película. Todas las situaciones que propone resultan esteriles, completamente faltas de personalidad y gracia. Los niños actores realizan la labor que pueden, pero parecen haber sido dirigidos buscando algo tan aburrido como resulta el guion. Peretti siempre logro buenos desempeños en proyectos con un lado comico, pero resulta imprescindible para él tener el soporte de un buen guion para trabajar. Todas las partes sobre su empresa terminaban siendo más disfrutables que el resto, quizas por dejar ir toda pretensión de realismo. Pero no es ni la parte familiar, ni la laboral lo que concluye la historia. La relacion con sus hijos literalmente no cambia en nada en pantalla, solo mediante dialogos se dice que termina estando todo un poco mejor que antes, y obviamente en lo laboral no hay evolucion, solo cambio. Por eso entra en escena el personaje de la niñera, que termina actuando como un artificial (otro sinónimo para esta película) modo de desarrollar a nuestro protagonista. Quizás la reseña se lea demasiado dura cuando se la compara a la valoración final, pero la realidad es que el trabajo de Ariel Winograd resulta uno de los más frustrantes para críticar. Ofrece cosas que lamentablemente nadie más pone sobre la mesa en la comedia nacional, pero este es ya su sexto largometraje y no parece que haya evolucionado en nada. Si se busca algo para sacar a la familia de la casa, puede llegar a servir. Por todas las faltas que tiene, Mamá se fue de viaje resulta una alternativa que sobresale en el panorama nacional por la intencion del director Winograd de combinar la comedia con algo que no sea simplemente apuntar la camara a los actores mientras estos hablan. La camara se mueve y la música es utilizada con intencion, dos cosas que tristemente han llegado a ser raras incluso en los demás géneros, pero que especialmente en la comedia resultan más que bienvenidas.
En lo nuevo de Illumination Entertainment hay varios gags que apuntan a Pixar y Hollywood en general, más bien señalando una amistosa (¿o no?) competencia. ¿Pero tiene Mi Villano Favorito 3 la calidad necesaria como para que realmente le duela a los imperios yankees? La historia es una excusa para tener otra secuela de la tan exitosa franquicia, pero nunca tratan de esconderlo. Toda producción de Illumination hasta el dia de hoy ha buscado primero y principal entretener, más ocupados con el hacer reír ahora que con buscar que algo quede para el después. Vale destacar especialmente el villano, que resulta increíblemente entretenido e interesante: desde su diseño y voz (Trey Parker, co creador de South Park) hasta su backstory y personalidad. Le regala la excusa perfecta a la película para darle un soundtrack bastante ochentoso al asunto. La trama de sus obras son una excusa en donde colgar comedia y humor físico. Comparable con el trabajo de Genndy Tartakovsky (El Laboratorio de Dexter, Las Chicas Superpoderosas, Samurai Jack) con su saga de Hotel Transilvania, hablando puramente de estilos y no de calidad, el humor viene primero. Aún cuando eso está claro, no deja de ser decepcionante lo flojo del diálogo. Toda escena que pone en foco a la historia y los personajes, en lugar de la animación, resulta negativa para el resto de la película. Hasta ellos mismos parecen reconocer esto, porque (para alegría de quienes vayan a ver un rato de comedia slapstick o a llevar a sus niños sin que les importe nada la historia o personajes) durante todo el film no hay más de 3 o 4 muy cortas escenas de diálogo entre personajes en donde muy transparentemente se busca avanzar la trama. En definitiva a lo que realmente importa: ¿Cuánto de los minions hay en esta película? En este caso las polémicas criaturas funcionan por separado de la historia per se, y pasamos a ver como les esta yendo muy esporádicamente, tras pasar un buen rato con la narrativa principal. Personalmente no me provocan nada negativo ni positivo los pequeños amarillos, y sentí que su inclusión resultó positiva con lo justo y necesario de la medida. Para los rabiosos antiminions les recuerdo que el diseño de personajes también es una parte muy meritoria de la creación de personajes animados, y te caiga como te caiga el impacto inmenso (e irritante un poco) que tuvieron en el mundo la realidad es que lo único que queda es aplaudir quienes ahora nadan en billetes gracias a su labor en la concepción de un icono moderno de la animación. Teniendo en cuenta sus limitadas intenciones y más que aceptable ejecución, a pesar de momentos de disgustos y un muy aguado guion, resulta una positiva opción incluso para adultos que busquen no odiar tanto lo que pondrán enfrente de sus niños.
Ver una película asiática es siempre diferente. Salvando contadísimas excepciones, el 99% de las actrices y actores son completamente desconocidos para cualquiera. No hay chances de verlas sin subtítulos por no conocer el idioma, e incluso uno termina teniendo ese pensamiento al estilo de “Ah, mira. No sabía que allá se hacía eso”, con respecto a algún comportamiento o costumbre. Todas y cada una de esas diferencias funcionan como ventajas. Cuando uno no conoce a ninguno de los actores, sus actuaciones y performances se vuelven mucho más fáciles de comprar. A lo de las actuaciones también ayuda el no conocer el idioma, pero eso, sumado a lo alienígena de la cultura y costumbres, hacen que haya poco cuestionamiento al guion o a la historia. Muchos films se benefician mucho de esto, pero por suerte hay algunos que no lo necesitan. “Después de la tormenta” es una íntima historia familiar, con un desarrollo lento que apuesta por atraparte con las relaciones interpersonales de un golpeado protagonista que resulta tan simpático como reprochable. Un escritor haciendo las veces de detective como parte de su “investigación” para la próxima novela, que reparte sus ratos entre apostar su sueldo y espiar la vida de su antigua familia. Entre observar de lejos los partidos de béisbol de su hijo y las salidas con el nuevo novio de su ex esposa, apenas le queda tiempo para pasarse por la casa de su madre para ver qué puede empeñar luego de la muerte de su padre. La película está dirigida, escrita y editada por el japonés Hirokazu Koreeda, varias veces premiado en varios festivales incluyendo Venecia, Cannes e incluso nuestro propio BAFICI en 1998. Prácticamente todos sus proyectos tocan el tema de los lazos familiares, y con casi una decena de trabajos en su haber, que han sido aplaudidos y premiados alrededor del mundo, no quedan dudas de que estamos ante el trabajo de un maestro. Los personajes se sienten mucho más naturales y terrenales (“normales” hablando mal y pronto) que en otras películas asiáticas. Un humor y drama poco exagerados, bien realistas, ayudan a que la audiencia se sienta más que a gusto explorando el día a día del protagonista. Es este ambiente tan familiar como minimalista que ayuda a que seguramente todos pasen de largo por una trama en donde suceden pocas cosas, siendo más el viaje de su protagonista que otra cosa. Entre muchos detalles sobresale el protagonista no solo como hijo, padre, amigo, persona, hermano y exesposo, sino también como artista; sus dudas de “rendirse” en su carrera como novelista y aceptar trabajos comerciales de manga es uno de los tantos reproches que uno puede hacerle durante las casi dos horas de película, pero que resultan más que entendibles desde la perspectiva adecuada. El realismo del mundo creado por Koreeda refleja nuestra realidad en la que no existen los caminos fáciles de recorrer. Esta es una de esas historias sin principios ni finales. No hay un evento que arranque el film, más bien es una vuelta a la normalidad tras la pérdida del patriarca familiar, y al final la tormenta no es más que el marco en donde las cosas suceden. Aquellos esperando una experiencia desenlace y punto final seguramente no salgan satisfechos, pero quienes se sientan cómodos con otro tipo de historias y tengan ganas de perderse en una ajena vida simpática y compleja de la que no hay salidas fáciles: “Después de la Tormenta” es uno de los mejores planes que pueda pasárseles por alto en estos días. Puntaje: 3,5/5
Sólo se vive una vez: Explosiones, Gérard Depardieu y Humor Religioso. Grandes nombres, un gran trailer y las ganas de disfrutar de hora y media de acción y comedia son lo que nos lleva a darle una oportunidad a este homenaje argentino al exceso. “¿No estaría bueno una película con mucha acción pero con humor y personalidad bien argenta?” Una pregunta que muchos se habrán preguntado en alguna que otra ocasión, y finalmente Sólo se vive una vez llego para darnos un ejemplo de como una idea puede resultar decepcionantemente mal. Durante los primeros 15 o 20 minutos la cinta amaga a funcionar. Hasta que las balas empiezan a volar nos encontramos seguramente con algo de intriga y alguna que otra sonrisa por lo menos. Incluso, una vez que Peter Lanzani empieza a correr, nos encontramos con una persecución que anticipa una película que va a terminar saciando todo lo que prometía, algo que finalmente no sucederá. El film cuenta con varios miembros del reparto de carácter internacional, pero sin dudas que los dos perfiles más altos son los conocidísimos Santiago Segura y Gérard Depardieu. Los que darán casa al pobre fanático de la banda Kiss que interpreta Lanzani, cristiano religioso que encuentra en un pobre rabino la oportunidad de esconderse de sus potenciales asesinos. Volver a su vieja vida no es una opción. Para cuando nuestro protagonista toma la decisión de quedarse dentro de una comunidad judía se inicia una eterna hora de película en donde no pasará nada entretenido. No sin antes igual regalarnos un buen (aunque estirado) diálogo entre Lanzani y Luis Brandoni. Ya terminado el intercambio la actriz española Arancha Martí acompañará a nuestro protagonista a su cuarto, y con el yo diría que el resto de ustedes podrían irse ya de la sala, no se perderían nada de valor. El guion descansa en lo formulaico, los pocos personajes y actores que intentan entretener (por ejemplo Darío Lopilato y Hugo Silva) fallan estrepitosamente o ni siquiera logran despertar un pasajero sentimiento de suficiencia a través del esquelético estereotipo que les fue entregado. Es evidente cuando un actor de la talla de Pablo Rago no logra dar ningún valor positivo a la pantalla que estamos ante algo increíblemente poderoso, con la capacidad de vaciar de entretenimiento hasta los miles de pesos que se queman en la paupérrima acción que tenemos ante nosotros. Hace falta mucho más que tirarle billetes a una secuencia para que entretenga. La tensión no existe, los personajes no importan, la dirección no ayuda y el guion conspira contra cualquier intento de disfrutar de una acción de plástico. Después de un prometedor arranque, Sólo se vive una vez se desinfla completamente. El final es incómodo porque busca poner a los personajes en una situación incomoda para lo que no fueron construidos, el centro de escena. Aún cuando uno no esperaba nada antes de entrar a la sala, el director Federico Cueva consiguió entregar menos que eso. Solo repasando el inicio de la cinta es que puedo rasgar aspectos positivos, la realidad es que cuando uno deja la sala es imposible no hacerlo con dos palabras dando vueltas en la cabeza: “Que desastre…“.
Baywatch – Guardianes de la Bahía: Sucundum Sucundum. Zac Efron, “The Rock” y salvavidas corriendo en slow-motion… ¿Algo más? Parece que sí. Todo podía malir sal. Ninguno anticipaba nada bueno cuando nos enteramos que iba a salir una remake de Baywatch. Por supuesto, como todas las adaptaciones de series de los 80, esta vendría en forma de una comedia subida de tono. ¿Por qué? Porque la gente que va por reconocer el nombre va a ir igual, y tienen que atraer a quienes no esten interesados en la propiedad en cuestion con chistes “zarpados” en tremendos trailers, man. Es un hecho que Dwayne “The Rock” Johnson uno de los actores más importantes de la industria (con 8 billones de dólares de taquilla entre todas sus películas, un promedio de 100 millones por cinta), y que su nombre este pegado al proyecto iba a ayudar mucho a convencer a los escépticos. Lo único que quedaba era… bueno, realizar algo aceptable. Tamaña responsabilidad quedo en las manos del director de Horrible Bosses, Seth Gordon. El peligro de esta Baywatch es que tiene el atrevimiento de tomarse a sí misma un poco en serio. Tampoco demasiado en serio, pero dependiendo de lo que te parezca su humor (nada más subjetivo y relativo que la comedia) esto puede ser positivo o extremadamente negativo. El personaje de The Rock podría tratarse como un loco, dándole peso e importancia a las responsabilidades de los guardavidas, pero en la película todo su universo le da la razón. Por suerte el film también se toma en serio sus escenas de acción y la realidad es que terminan estando muy bien logradas. Especial mención a la secuencia en un bote en llamas que tiene muchísimo CGI detrás, y que en los primeros teasers y trailers habia hecho ruido por verse muy poco aceptable. Dejando tomas inaceptables de lado y evitando mostrarlo demasiado, los realizadores consiguieron que no termine distrayendo mucho. Trata de contar una historia, aunque sea una genérica, y termina por decidirse en no ser una comedia en un 100%. Hay escenas, aunque sean pocas, que buscan avanzar la trama y mostrar algo de los personajes más allá del buscar risas. Casi nunca es necesario pero esta vez parece adecuado que haya un comic relief que no busque más que obtener risas para contrastar al resto de personajes que varian entre distintos tonos de seriedad. Es extraño encontrarlo fuera de su habitat natural, pero el comic relief en esta comedia parece funcionar de manera justificada. Acompañando a La Roca tenemos al comic relief en cuestión interpretado por Jon Bass, así como su co-estrella Zac Efron como un ex medallista olímpico que cayó en desgracia. Junto a ellos hay tres actrices de las que hablaría si les hubiese tocado interpretar algún personaje, pero no es el caso. Como antagonista tenemos a una Priyanka Chopra que no logra mejorar un personaje que ya de por si no es muy interesante. Con algunos dialogos de su villana, sumados al marketing y a la cantidad de piel que muestran los hombres con respecto a las mujeres, podemos ver que los realizadores de Baywatch insistian en aclarar que no iban a ser dos horas de modelos femeninas trotando en camara lenta. Pero la objetivización no es algo que solo suceda visualmente, y es que ninguna de las tres salvavidas del film (a pesar del tiempo que tuvieron en cámara) parece tener personaje alguno. Alexandra Daddario queria ser salvavidas, Kelly Rohrbach es salvavidas e Ilfenesh Hadera hace mucho que es salvavidas, esa es la máxima extensión de sus “personajes”. Dependiendo de tu sentido del humor y, especialmente, de como termine cayéndote el personaje de Jon Bass, Baywatch puede variar entre ser una molesta comedia sin gracia o unas dos horas con muchas risas y bastante entretenimiento. La película hace pocas cosas mal como para lastimar sus ratos de comedia, y hace las suficientes bien como para que el único inconveniente sea el gusto personal de cada uno.
La Momia: Acción, Terror, Fantasía y Tom Cruise. Universal arranca su Dark Universe con un reboot de La Momia que espera tener más que solamente Tom Cruise y Russel Crowe para atrapar a la audiencia. “Marvel esta haciendo plata. ¡Nosotros también queremos hacer plata!” Es probable que las reuniones en Universal hayan sido un poco más complejas que esa dramatización que acabamos de presentarles, pero también puede ser que hayan sido poco más que esas simples frases. Marvel rompió esquemas con su Universo Cinematico, y Universal cree que no es algo que tenga que ser exclusivo de superheroes. Las propiedades elegidas para crear este nuevo universo son los monstruos de Universal (Momia, Hombre-Lobo, Frankestein, Drácula y demases), y los actores elegidos para darles vida son, por ahora, experimentados actores de renombre mundial. Los nombres de Tom Cruise, y especialmente el de Russel Crowe, en el poster van a atraer a un público que hasta ahora seguramente no se vio tan tentado de ver muchas películas de Marvel. A Cruise le toca esta vez darle vida a un personaje moralmente dudoso, un mentiroso criminal. Es una víctima de las circunstancias, que se encuentra en el centro de una milenaria maldición, con Russel Crowe ofreciendo una interesada ayuda para que nuestro condenado protagonista no termine perdiendolo absolutamente todo. Antes de que haya arrancado a filmarse, todo en los papeles y frente a cámara parece estar en orden, hablando claramente de la dirección que el Dark Universe planea tomar… Pero es el detrás de cámara que le intenta agrega algo interesante. Alex Kurtzman dirige esta cinta y, escudado por su usual colaborador Roberto Orci, esta a cargo de ser la cabeza de todo el universo. El curriculum de ambos esta lleno de Transformers, Spider-Man y Star Trek en cines, además de Fringe, Sleepy Hollow, Limitless y Scorpion en televisión. Tienen un perfil mucho más juvenil que lo que el proyecto sugeriria solo con las propiedades y el elenco elegidos. Recae en ellos la responsabilidad de imbuir el proyecto con algo más que drama y acción, darle el toque justo de fantasía y terror. El ritmo del film se beneficia de la experiencia que Kurtzman y Orci tienen después de más de una década de trabajos de alto perfil tanto en cine como en televisión. Saben cuando acelerar y cuando descansar a la audiencia, el problema radica en que hacen cuando ya saben lo que debe transmitir una escena. El guion tiene varios problemas, incluso apenas arranca la película, con un prólogo especialmente innecesario cuya información sera repetida más adelante. Algunas escenas transparentemente se ven como casilleros de “escena de tensión” o “desarrollo de personaje”, que se vieron llenadas por contenido genérico solo para obtener el ritmo deseado. Nuestro protagonista es una persona que estuvo en el lugar incorrecto en el momento equivocado y que durante la última hora de película podría decirse que solo toma una o dos decisiones por sí mismo. Si no fuese por un rescatable trabajo de Tom Cruise, el personaje (y por extension el film) se hubiese puesto mucho menos aceptable. Finalmente, el humor. Hay muchos momentos que intentan sacar sonrisas en La Momia, pero no se sienten a gusto con el resto del film. El actor Jake Johnson (New Girl, Jurassic World) cumple el rol de comic relief durante el primer cuarto de película. Con él en escena era casi una comedia, pero cuando su personaje sale del centro de la historia el film termina perdiendo el humor muy estrepitosamente. Al intentar retomarlo con algunos chistes en escenas puntuales, estos terminan descolocando a una audiencia que podría ya encontrarse metida en el mundo que se plantea con una cierta seriedad. Mucho más realista que su contraparte proveniente de los comics, los efectos hacen un buen trabajo. Lo más destacable es sin duda el diseño y movimiento de los esclavos de La Momia, siendo probablemente los mejores zombies (sean técnicamente zombies o no) que hemos visto en mucho tiempo. Detalles como los puños que atraviesan sus cuerpos demacrados evidencian los detalles que solo pueden venir de una colaboración de nerds como lo son Orci y Kurtzman. Ojalá el cuidado y detalle claramente pasional de estas criaturas hubiese estado también en otros aspectos del film, especialmente en el interes romántico de nuestro protagonista. Es imposible describir al personaje de Annabelle Wallis como algo más que un interes romántico, especialmente ya que apenas puede llamarselo “personaje”. Es una arqueologa que tiene intereses arqueologicos, y desafío a cualquier otra persona que después de ver la película pueda agregar mucho más que eso a su descripción. Es un agujero negro de entretenimiento, cada momento en el que su personaje se vuelve el foco del film nos encontramos con forzados, aburridos y poco efectivos desarrollos de personajes. Algo que seria positivo si no se sintiera tan poco sincero, ni tan mecánico. Uno puede salir de la sala y encontrarse molesto o insatisfecho con algunas cosas, pero la realidad es que para ser una película que intento hacer tantas cosas (Iniciar una franquicia, un universo, rebootear, tener acción, tener terror, tener humor) no hizo nada lo suficientemente mal como para arruinar la experiencia. Es una entretenida, e imperfecta, película que quizás (solo quizás) a más de uno termine dejandolo con ganas de ver que más tiene para ofrecer el Dark Universe en el futuro.
El Bar: El horrendo placer de estar atrapados con Álex de la Iglesia. El clásico infortunio de las películas del director español recae en un grupo de personajes que quedan atrapados misteriosa y violentamente en un bar. (Reseña hecha durante el BAFICI 2017) Primero lo primero. Álex de la Iglesia es un gran director que suele traer disfrute a las salas de habla-hispana desde hace ya muchos años, pero hay cosas que uno no puede ignorar, y callárselas seria colaborar con esta demencia y locura. Álex: Eso no es un bar. Sí, sé que seguramente en España y en algún otro lugar del mundo el local que protagoniza esta cinta sea referido como “bar”, pero lo importante cuando uno se encuentra con una cultura ajena a la de uno es siempre aclarar que esa cultura ajena es inferior a la propia. Ahora que ya aclaramos lo importante podemos seguí avanzando con los detalles: la película en sí. Los proyectos del bueno de De la Iglesia siempre tienen un gran reparto, no tanto por la fuerza de los nombres sino más bien por lo justo de sus elecciones: Buenas performances realizadas por actrices y actores que le van como anillo al dedo a todos los pintorescos personajes. Moneda corriente en toda su filmografia, y El Bar no es ninguna excepción. Un grupo de españoles, sumados a nuestro querido Alejandro Awada representando al argentino sátrapa, quedan atrapados en un pequeño “bar”. Circunstancias violentas los mantienen encerrados, pero no podrán compararse con la violencia y enemistad que se generará entre ellos. Hay mucho que destacar en la parte técnica pero, debido a la naturaleza del film, no hacen más que condimentar y rezaltar los atributos más teatrales de esta obra. El Bar es una película teatral. Su guion, sus personajes y sus actores son el corazón de este trabajo y hacia donde estan puestas todas las luces del mismo. Nada destaca negativamente, y todo suma, este es el gran mérito del director. Las tensiones escalan con un agradable y constante ritmo, que solo baja la velocidad de las conspiraciones que surgen en las cabecillas de los personajes para mostrarnos ocasionales interacciones que sirven para desarrollarlos más allá del estereotipo (o más bien profundizando los estereotipos), como también hacen un lindo oasis de puro entretenimiento entre tantas acusaciones y saltos a la yugular. Sin la estructura la sociedad no tiene sostén, sin las reglas todos seriamos tramposos. En lineas generales, y muy superficiales ya que estos conceptos se repiten una y otra vez en el diálogo, este es el espíritu que empapa todo este proyecto. También, de manera un poquitito más sutil, podemos encontrar una crítica contra la manera de consumir información y noticias, así como contra los medios en general. Mensaje o no, el film no busca más que entretener. Como buen comedia negra, crea carcajadas que contrastan con un pesimista y oscuro pensamiento que se gesta en el fondo de las cabezas de la audiencia. La película no esta preocupada por atraer al público que no viene a buscar un divertido y autentico cine de género, pero al tener un nivel mucho más alto que las usuales criaturas de esta categoría, puede terminar haciéndolo tranquilamente. ¿Intrigado? ¿Interesado? Con una premisa tan misteriosa y el nombre de Álex de la Iglesia en el póster, no hace falta más que nuestro sello de aprobación bastardo para saber que, salvo que uno no quiera divertirse, apostar por El Bar significa sacarle buen provecho a una hora y cuarenta minutos.