PONELO A PITTILANGA Más allá de que uno pueda estar de acuerdo o no en cómo se vive el fútbol en la mayoría de los países (sobre todo en Argentina), no caben dudas de que éste deporte es una pasión que excede todos los límites. Lo decía Pablo Sandoval en “El secreto de sus ojos” (2009), esto es una pasión que el hombre nunca va a poder cambiar ya que es una virtud que lleva impregnada en la piel desde el día en el que nace y se lo lleva hasta la tumba. En un país en el que asisten cientos de miles de hinchas a las canchas y en donde la pelota es la reina de la televisión cada fin de semana, resulta muy raro no encontrar películas que traten esta temática. Por suerte esta historia se acabó, ya que gracias a la imaginación de Eduardo Saccheri (esa misma que llevó a Juan José Campanella a levantar un Oscar), llega “Papeles en el viento”, una emocionante historia dirigida por Juan Taratuto que retrata casi a la perfección lo que representa el fútbol en esta nación. El relato es sencillo pero se las ingenia para presentarse de forma bastante compleja: tres fanáticos del Club Atlético Independiente de Avellaneda (Diego Peretti, Pablo Rago y Pablo Echarri) tienen en su poder el pase de Mario Juan Bautista Pittilanga, una ex promesa de crack que terminó fracasando en un equipo humilde de Santiago del Estero. Como su otro amigo (Diego Torres) falleció, y había invertido los 300 mil dólares de una herencia en comprar el pase de Pittilanga, ellos son los encargados de que el nombre de este muchacho vuelva a resonar en el mercado con el objetivo de recuperar el dinero y así salvar sus vidas económicamente. Como bien decía, la película describe sin tapujos la cultura popular futbolera argentina, esa que sigue viva tras los 90 minutos de sufrimiento que implica cada partido. Saccheri nos habla de la pasión por la camiseta, la explotación al jugador profesional, la viveza gaucha, el chantaje contractual y los problemas conyugales que hay puertas adentro en cada casa cuando el fútbol es como un hijo más. Es claro, el argentino podrá meterle los cuernos a su mujer pero nunca se permitirá hacerlo a su equipo de fútbol. Los mejores del cuarteto protagonista son Peretti y Rago: El primero de ellos encarna a un decaído, pero no por eso arriesgado, hombre que se la juega por lo que quiere, mientras que el actual conductor de TVR interpreta a un vago que se la pasa sacándose el bóxer del culo y jugando a la play en su lavadero de autos. Por el contrario, el personaje de Torres está muy sobreactuado y por suerte es el que menos figura en la pantalla, mientras que el de Echarri resulta algo exagerado. Por momentos el desarrollo de la película se vuelve algo lento y la resolución final puede que no los llegue a sorprender del todo, pero eso no significa que cada uno de los detalles esté en el lugar correcto. La clave para disfrutar el film es que vivas el fútbol como lo hacen estos personajes. Si no entendés lo que es un offside, o sos un doble casaca que nunca alentó a su equipo en las malas ni fue de visitante un día de semana a la tarde a bancar los trapos, difícilmente esta propuesta sea de tu agrado. En resumen, “Papeles en el viento” no solo es una película ultra dominguera, sino que aspira a ser la mejor de todas ellas. No caben dudas de que en un par de años se volverá una joyita del cine nacional y la disfrutaremos de forma frecuente en algún canal. Todo hincha disfrutará esta historia y quizás, si son algo sensibles, hasta derramen una lágrima de la emoción por ver algo así en la pantalla grande. Acá no importan los premios, esta película es bien argentina y acá se va a quedar.
ESPÍRITUS, VÁYANSE AHORA MISMO Casi todos la conocen, pero probablemente muy pocos se hayan animado a jugarla alguna vez. La güija (o como la patentó la compañía de juguetes Hasbro, Ouija), es un juego en el que los participantes pueden entablar contacto con espíritus del más allá. Esto que para algunos es un entretenimiento, funciona mediante un sistema prácticamente igual al del juego de “La Copa” y consta de un tablero lleno de letras y números que cuenta con las palabras “Sí” y “No” como accesos directos a respuestas rápidas. Hay que tratarlo con cuidado, ya que si el más mínimo detalle sale mal, el demonio puede escaparse y perseguirlo a uno como si fuera la muerte. De este tradicional pasatiempo, parte el núcleo de “Ouija”, la nueva película estadounidense de terror producida en parte por la misma empresa que le puso el nombre a su juego. Este film, que llega de la mano con la primera cartelera argentina de este nuevo año, fue estrenado en octubre pasado en Estados Unidos de cara a lo que fue la celebración de Halloween y es ahí donde puede encontrarse la excusa perfecta de su lanzamiento. El relato narra la historia de Laine (Olivia Cooke), una muchacha veinteañera que intenta comunicarse con su fallecida amiga de toda la vida, Debbie (Shelley Hennig), la cual supuestamente había cometido un suicidio tras estar varios días actuando de forma extraña. Luego, con la aparición misteriosa del tablero y junto a la ayuda de un grupo de amigos, la chica convoca sin querer a un alma oscura haciendo que el miedo se apodere de ellos. A partir de ahí, todo lo que harán será con el único objetivo de alejar al demonio de sus vidas habituales. Como suele suceder, detrás de todas estas terroríficas historias siempre se encuentra un caso pasado sin resolver, que particularmente termina siendo más interesante que la historia de la propia película. Pasa lo mismo en “La Llamada” (2002), en “El orfanato” (2007) y en el “El conjuro” (2013), como para citar algunos últimos casos típicos, pero jamás suceden en la vida real. ¿Entonces no sería más dramático y profundo partir directamente del caso pasado en cuestión, en vez de tener que retomarlo desde un futuro contemporáneo? De todas formas, “Ouija” es una correcta película de terror que tiene imágenes impactantes que hacen dar unos cuantos saltos de susto y que contiene escenas que dan ganas de cerrar los ojos o mirar hacia otro lado. Es raro que uno vaya hasta un sótano endemoniado por voluntad propia, seguramente uno se iría corriendo, pero estos protagonistas se animan a acercarse detenidamente con la iluminación del flash de su smartphone y con la única meta de generar suspenso e intentar asustar un poco más al espectador. ¿En fin, con los problemas que uno tiene actualmente en su día a día, resulta creativo u original hacer una película en torno al juego de la Ouija? ¿Alguien sigue creyendo en esas cosas? ¿Alguien piensa que jugarla es de valiente? Definitivamente, no. Miedo es que una persona real, pero loca, lo persiga a uno por todos lados; o quedarse solo en casa, sentir inseguridad, escuchar ruidos y que un ladrón esté entrando; o abrir la heladera y que este vacía. Todo eso seguramente pueda producir más terror que un demonio y, en conclusión, hay cosas más importantes por las que preocuparse que por los espíritus. La gente ya se cansó y olvidó de ellos, ya es hora de que se vayan del cine.
OTRA DE TERROR Con el estreno de “Regreso del infierno”, la secuela de “El Pacto” (estrenada este mismo año), llega a las salas otra película de terror que promete traer una vez más espíritus, diablos, sustos y sangre a la pantalla grande. Y claro, el género se ha estandarizado tanto que ya con esa promesa, unos cuantos del montón la elegirán por el hecho de querer ir al cine a ver una de miedo. En este caso, tenemos frente a nosotros a una pareja protagonista: June (Camilla Luddington, Dr. Jo Wilson en “Grey’s Anatomy”) y su novio Daniel (Scott Michael Foster), un muchachito oficial de policía. Los planos largos de charlas con suspenso y que a veces los llevan a cometer actos sexuales entre sí, generan la sensación de que tenemos trabajando a una pareja del cine porno. Y al fin y al cabo, lo único que generan es “calentar un poco la pava”, pero de dramatismo muy poco. A su vez, parece que en esta película hubiesen seleccionado la banda sonora por medio de palabras claves escritas en YouTube como “Fast Violins Symphony” o “Slow piano terror”. Los trabajadores podrían al menos ser sometidos a algo de la música que utilizaban Alfred Hitchcock o David Lynch como para referenciarse del buen suspenso. Parecen elegir siempre el camino fácil. También resulta intrigante el uso de los silencios. ¿Por qué en las conversaciones hablan a media velocidad y tardan tres segundos en responderse? ¿Acaso no es buen recurso la naturalidad? En este film también podemos observar unas cuantas veces la clásica y totalmente obvia escena del género: vemos un plano en el lavatorio del baño desde atrás de la víctima, donde se ve adelante el reflejo de un espejo, que da al pasillo o a una pared trasera vacía, y que al abrir la ventanita del botiquín y cerrarla, aparece una imagen espantosa. Ese recurso ya se agotó. Lo mismo sucede con los espíritus: personajes del más allá que vuelven de su terrorífico pasado y se vengan sin posibilidad de escapatoria para quien lo sufre, o también seres que se meten en el cuerpo de un mortal para volver al mundo, dar un mensaje diabólico y escupir sangre. La verdad, este recurso cansó por completo. Por último, por alguna extraña razón, los productores decidieron lanzar esta nueva película con otros personajes totalmente ajenos a su primera versión. En ese sentido, fue inteligente cambiarle el nombre original (“The Pact 2”). Aunque algunos del elenco repiten, no lo hacen desde un rol principal. Lo único rescatable de la primera obra era el personaje tenebroso de Judas, un asesino serial que estaba escondido en una casa a lo “Hugo”, el hermano de Bart Simpson. Sin embargo, !los huevones lo mataron! Y por eso acá en la segunda parte, la decisión fue hacer regresar a este personaje del infierno con su aspecto recordable a Christian Bale en “El maquinista” (2004). Todo muy inverosímil. En fin, ya es hora de que este tipo de películas se lancen de manera oficial directamente online, donde tendrían mayor éxito y respuesta inmediata. Si quieren ganar unos pesos pongan un poco de publicidad antes del comienzo, no hay problema, pero tiene poco sentido ver una película de estas en el cine. Al menos que uno encuentre satisfacción en el simple hecho de ver “una de terror” en la pantalla grande. A pesar de todo eso, hay que destacar que es una gran película para aquellos que alguna vez tengan que escribir una historia de terror. No hay duda que de acá podrán sacar muchas conclusiones.
EL OSITO PERUANOSITO De la mano del director Paul King y el productor David Heyman (“Gravity” y “Harry Potter”), llega “Paddington”, una comedia infantil que narra las aventuras de un oso parlanchín amante de la mermelada. Este simpático animalito, debido a una serie de eventos desafortunados en su hábitat del “Lejano Perú”, debe ir en busca de un nuevo hogar. Por eso, y gracias al amor incondicional que comparte con su familia por Londres, el oso decide viajar hacia tierras inglesas. Luego, cuando lo adopta una familia y una taxidermista le echa el ojo, comienzan los más serios pero divertidos problemas para esta humilde criatura. La historia se caracteriza por una estructura simple, clásica y sin fallas. En la introducción, conocemos los orígenes de Paddington, simpatizamos con él y tenemos ganas de darle un fuerte abrazo. Luego de un quiebre, el equilibro de esta situación da un giro de 180°, y por ende no sabemos que será del futuro de nuestro querido protagonista. Y ya cerca del final, cuando se cruzan todas las líneas narrativas, todo se resuelve haciendo que las aguas se apacigüen, ya sea para bien o para mal. Y por supuesto, contamos con la participación de un antagonista, en este caso de género femenino: una taxidermista (Nicole Kidman), cuya profesión consiste en disecar animales para exhibirlas en su museo. Por otro lado, el film cuenta con algunos planos interesantes, bien centrados, con angulaciones inhabituales y con un colorido pastel muy agradable, similares a los que utiliza Wes Anderson en sus películas. Además, seguramente a muchos el oso les hará recordar a “Stuart Little” o a “Alf”, ya que se trata de un ser no humano que habla, que es un poco torpe pero tiene gracia, y que logra así ganarse el corazón de una familia típica y de todo su público. Las situaciones particulares graciosas, los flashbacks y las secuencias imaginativas, también son de esos detalles que llaman la atención. Por eso, lo más destacado de esta película se encuentra sin dudas en ese hipercontexto, que ayuda a alimentar y a darle algunos toques de originalidad al relato. Sabemos que en la selva amazónica no abundan los osos, pero en fin, ese fue el origen elegido para este personaje. En consecuencia, parece que la moraleja final resulta ser un poco rara: aceptemos al animal del tercer mundo… Más allá de eso, nos encontramos con una producción redonda que cumple con su cometido y cuenta con un protagonista emocional. Además, al estar llena de casualidades y causalidades, no hay que pensar mucho para disfrutarla. Solamente hay que sentarse frente a la pantalla junto a la compañía de algún niño, abrir bien los ojos y preparar la boca para practicar muchas sonrisas. Disfrútenla.
PERMITIDO MACHETEARSE ¿Cuántos de nosotros habremos deseado, ya sea en el colegio o en la universidad, llegar al aula el día de una prueba y que el profesor nos diga: “Chicos, el examen va a ser a libro abierto. Hablen con quien quieran menos conmigo, saquen lo que se les cante y escriban sus respuestas en la hoja. Tienen tiempo hasta que suene el timbre del recreo”?. Pero claro, el docente no es ningún tonto. La inteligencia de cada uno será la que creará conclusiones que se verán plasmadas en ese papel buscando persuadir a quien tome la decisión de poner la nota final. ¿Pero qué pasa cuando ese examen no tiene consigna alguna y seguramente pueda definir tu futuro laboral? Aunque probablemente los que simpatizan con el género de suspenso ya la hayan descargado o visto online, las distribuidoras se animan a estrenar “El examen” en las salas argentinas tras casi 5 años de su estreno oficial en el Reino Unido. Este es el único valioso trabajo del londinense Stuart Hazeldine y se encuentra protagonizado por actores que aparecieron en algunos otros filmes destacados pero siempre cumpliendo un papel secundario, por lo tanto difícilmente los reconozcan. La historia encierra a ocho personas en un cuarto en el que compiten por un importante puesto de trabajo. Las reglas que se les dan son bastante simples: cero preguntas, nada de salir de la habitación y que no se les ocurra romper su hoja de examen, que a propósito está en blanco. Y aunque ninguno sabe cuál es la consigna, tienen 80 minutos para terminar el examen. Fuera de ello, pueden hacer lo que se les dé la gana. Este film posee una propuesta muy similar a la producción hispano-argentina “El Método” (2005), dirigida por Marcelo Piñeyro y protagonizada por Pablo Echarri, entre otros. En la misma, un grupo de ejecutivos que aspira a un puesto de suma responsabilidad es sometido al método Grönholm, una forma poca convencional de selección en la cual los candidatos son encerrados en un cuarto y sometidos a pruebas que los irán descartando. Por lo tanto, en líneas generales, el argumento es casi el mismo de la película en cuestión, salvo que en este caso las conductas son llevadas al extremo y no hay consigna alguna más que una pregunta que nadie conoce y la supervivencia del más fuerte. Al mismo tiempo, “El examen” cuenta con un tratamiento dramático y actoral bastante similar al de “Cube” (1997) de Vincenzo Natali, en la que seis personas se encuentran mágicamente encerradas en un laberinto de habitaciones cúbicas y, aunque sus personalidades son muy distintas, deberán ingeniárselas para escapar con vida. En ambos casos, los personajes cometen actos egoístas, le tienen miedo a su futuro y son capaces de cualquier cosa para alcanzar su objetivo en un ambiente aislado y claustrofóbico. En resumen, Hazeldine parece haberse macheteado de algunas otras obras para elaborar su propio resultado final. Tenemos una recomendada y entretenida película que sabe llevar el suspenso y conserva una alta tensión hasta el desenlace de su clímax. Sin embargo, el relato intenta mostrarse muy real pero la verdad es que todo lo que sucede en esos 80 minutos de competencia termina siendo muy exagerado y transgrede el plano de lo verídico, por lo que funciona mejor como una metáfora de supervivencia humana que como un drama auténtico. Está aprobada con lo justo.
PARA EL NIÑO INTERIOR Una pareja de jóvenes está haciendo un picnic en unos hermosos soleados valles de Francia y tienen que dejar el lugar por una urgencia, dejando a la intemperie toda su comida. Unos insectos atacan el banquete y así aparece nuestra querida protagonista: una vaquita de San Antonio. No conocemos su nombre. El bichito sufre un torpe accidente y no puede volar, por lo que se alía a un grupo de hormigas, quienes se apropian del plato principal. De esta manera, las aventuras dan comienzo y cualquier cosa puede llegar a pasarles en el camino. Lo que nosotros no percibimos como humanos, en este minúsculo mundo puede ser peligro de muerte. Con todo el amor que uno pueda tenerle o no a Pixar, cabe mencionar que “Minúsculos: el valle de las hormigas” tiene diez veces mejor calidad que “Bichos” (1998). En primera instancia, por cartel uno puede prejuzgar que va de lo mismo, pero la verdad es que no. Esta nueva película lleva consigo el toque artístico europeo y el factor de vida francés, mezclando un mundo real con otro fantástico y animado. Tenemos aventura, guerra, fantasía, animación, ficción, realidad y una fotografía excelente de los paisajes, sobre la cual se realizó directamente la animación. Estas criaturitas están rodeadas de detalles del mundo de los humanos. Por ejemplo, la vaquita de San Antonio se comunica con voz de corneta y las moscas, que hacen bullying, suenan como autos de Fórmula 1 al volar, entre infinitas cosas más. Además, cada melodía es acorde a cada situación. Al que le moleste no poder prestarle atención a la imagen por estar al mismo tiempo leyendo los subtítulos, esta le será una película que disfrutará al 100%, porque la apreciará únicamente con los ojos y los oídos. No hay un solo diálogo. De más está decir que la banda sonora es genial. Y aunque en algún punto las acciones puedan trascender lo verídico, encajan correctamente en la trama, que en ningún momento deja de ser infantil. La verdadera historia nació a partir de una serie animada que tuvo éxito principalmente en Europa y fue transmitida por Disney Channel, Cartoon Network y Nickelodeon, entre otras cadenas televisivas. En 2012, se anunció su película y durante 2013 se paseó por los mejores festivales de Europa, recaudando millones de dólares alrededor del mundo. En Argentina, la serie comenzó a transmitirse por INCAA TV y la película se proyectó en el último BAFICI. Veremos que sucede ahora con su estreno oficial en nuestro país. Los verdaderos niños solo sonreirán, pero será nuestro niño interior el único que aprecie cada uno de los detalles y se adapte felizmente al ritmo de la película. No es algo de lo que uno pueda llegar a decir “está re buena, es lo mejor que vi en mi vida”, pero resulta muy simpática y está excelentemente trabajada. Es ideal para que ir con hijos o sobrinos al cine, y que ambos disfruten calladitos.
COMO SI FUERA LA SEGUNDA VEZ Rowan Joffe realiza un correcto thriller psicológico con Nicole Kidman como protagonista. Christine ha sufrido un accidente y solo logra retener recuerdos durante un día. Su pasado la atormenta. Los que suelan ver televisión seguramente les suene familiar “Como si fuera la primera vez” (2004), una comedia romántica con Adam Sandler y Drew Barrymore, en la que ella sufre una enfermedad en la que se le borran todos los recuerdos al dormir. Con el transcurrir de la historia, él logra darse cuenta de que recuerda un tema de los Beach Boys, se enamoran y tienen hijos. Y como para no variar con este efectivo género, la película se paseó y pasea por los canales de aire y de cable a cualquier hora del día. Este mismo desorden mental es el que utiliza este nuevo estreno como recurso, aunque acá con un tinte de suspenso y sin canciones playeras. El relato está basado en la obra homónina escrita por Steve J. Watson en 2011 y cuenta la historia de una mujer que a sus 47 años se sigue manteniendo joven (Nicole Kidman) y se despierta todos los días al lado de su marido, Ben (Colin Firth), sin entender prácticamente nada. Mientras ranto, el Dr. Nash (Mark Strong), gracias a un mágico aparato que saca fotos y filma, intenta ayudarla a reconstruir su pasado a pesar de lo confundida que está. Los amantes del suspenso psicológico seguramente la aplaudirán de pie ya que el guion es efectivo y hay muchos giros inesperados. El problema surge ya que obviamente todo es un giro inesperado, el espectador sabe lo mismo que la mujer. No hay pistas. Resulta casi imposible descifrar el misterio, por lo que ninguna de nuestras mentes puede hacer hipótesis firmes. Por eso, todos esos giros no terminan sorprendiendo mucho. Pero que los hay, los hay. Además, sobre todo en la primera mitad película, nos la pasamos viendo como ella acepta su enfermedad. Un poco tedioso. Aun así, lo mejor es ver trabajar a Nicole Kidman, esta vez en una faceta bastante similar a la de “Los otros” (2001) de Alejandro Amenábar. El estreno es nuevo pero parece que ya está todo visto, es como si fuera la segunda vez que lo vemos. Como guión para el género ‘thriller’, es redondo y casi perfecto, pero no sobresale hacia ningún otro lado. Le falta mucha novedad. La película es entretenida y de alguna u otra manera les hará pasar el rato a los que vayan a verla. Rowan Joffe: Tarea aprobada.
EL SABOR DEL REENCUENTRO Si hay una película que muchos se cansaron de ver en la tele a lo largo de toda su juventud, y que además se bancaron muchas veces doblada o arrancada por la mitad, es la recordada “Tonto y Retonto”. Esta aventura llevó hace 20 años a Jim Carrey y Jeff Daniels a cruzar el país yanqui para devolver un maletín en Aspen a una sensual chica, de la que el primero estaba locamente enamorado. En el vigésimo cumpleaños de este clásico, el público se reencuentra con estos estúpidos en una secuela inesperada hasta el momento en que se la anunció. ¿Necesaria? No. ¿Merecida? Sí. Con una introducción fabulosamente resuelta en la que se reúnen este par de tarados, nos sumergimos verosímilmente y felices en este nuevo viaje. En esta ocasión, Lloyd está totalmente en la suya y Harry necesita urgente un trasplante de riñón. Por eso, salen en busca de un órgano vital que sea familiarmente compatible. Tras unos ligeros problemitas, Harry parece descubrir algo de su árbol genealógico que desconocía por completo: una hija abandonada. De esta manera, la persecución hasta su riñón da comienzo y las “boludeces” no dejan de florecer. Aunque resulta raro verlos en alta definición, lo mejor de todo son sin duda estos protagonistas. Parecen haber sido extraídos de un dibujito animado, por algo Hanna Barbera los caricaturizó en el ’95. Como debía ser, “Tonto y Retonto 2” cuenta con sus dos actores originales, que están aún mucho más tontos que antes, hace 20 años al menos eran jóvenes y su actitud podía estar un poco más justificada. Ahora están viejos, un poco gagas e incluso Jeff Daniels podría tranquilamente hacer de abuela. Él es el tonto, un poco más cuerdo, mientras que el corte-taza es el retonto. Excelentes las expresiones faciales de Carrey, su forma de hablar y los movimientos que realiza con el cuerpo. Su participación es impecable y una vez más demuestra que es un gran actor en distintas facetas. En cuanto a los chistes que encontramos podemos estallarnos con algunos y casi ni reírnos con otros. Los dialogados u obvios se exceden a tal punto que pueden cansar al espectador, y por eso, seguramente vayan a disfrutar más la primera mitad que la segunda. En líneas generales, lo mejor es el humor que entra puramente por los ojos. Esos chistes visuales obligan a los dos a actuar de forma estúpida, a meterse en lugares impensados o a participar de pequeños gags que no esperamos, incluso hay una parodia muy graciosa a una famosa serie que no voy a revelar. Si bien, ésta no le llega a los talones a su película original, en la cual los personajes hacen su presentación al público, “Tonto y retonto 2” es una digna apuesta de sus creadores: los hermanos Peter y Bobby Farrelly. El de 1994 había sido su primer largometraje, y aunque durante su carrera nos deleitaron con “Loco por Mary” (1998), “Irene, yo y mi otro yo” (2000) y “Amor ciego” (2001), en los últimos años no generaron mucho fanatismo con sus obras. Jim Carrey les agradece por poder repetir uno de los papeles que lo llevaron a la fama y Jeff Daniels debe agradecer porque era la única manera de que alguien vea una de sus películas. Aplausos para este reencuentro.
MUCHO SABOR (A POCO) Si ves mucha televisión, si te gustan mucho las experiencias raras o si te interesa la vida de los pueblos originarios, seguramente habrás escuchado alguna vez sobre el ritual de la ayahuasca. ¿Qué es esto realmente? Ayahuasca en quechua significa soga de muerto, ya que según el pensamiento de los pueblos nativos la misma les permitía a sus espíritus salirse del cuerpo sin que ellos se mueran, conectándose así plenamente con la naturaleza. Ésta consta de un preparado de sustancias vegetales con fuerte sabor, que lleva al ser humano a ese estado modificado de consciencia. De la mano de los hermanos Lucía y Esteban Puenzo y con la dirección del peruano Gianfranco Quatrini llega “Planta Madre”. La película habla de un viaje al corazón de América Latina, en el cual el mayor de los hermanos Santoro, quienes componían una de las bandas pioneras del rock argentino a fines de los ’60, va en busca de un curandero amazónico para tomar esta famosa medicina, la que su hermano quería beber antes de morir. De todas maneras, resulta difícil explicar exactamente de qué trata exactamente la película ya que el conflicto principal está indefinido. El relato tiene una estructura dividida en dos tiempos: pasado y presente. El primero es causa del segundo y está todo entrelazado, con la idea de que se vaya construyendo todo a medida que avanza el tiempo. Hasta ahí vamos bien. El problema surge ya que no hay una línea argumental clara. Por ejemplo, en el pasado, se ve lo que era toda la banda, qué era lo que ellos hacían y cuáles eran sus peleas; por el contrario, en el presente solo hay un protagonista claro. Encima, los actores que interpretan a la misma persona, se parecen casi nada en lo físico. Además, aparece un problema con tráfico de drogas innecesario ya que nada tiene que ver con la otra mitad de la historia. De esta manera, los dos ejes lineales están en desequilibrio y el drama no alcanza un clímax muy alto. Debería haber un solo protagonista en toda la historia con un conflicto bien marcado. Por otro lado, tenemos lo mejor de esta producción: la banda sonora. La música original está compuesta por Ariel Minimal, cantante y guitarrista del grupo Pez y ex Los Fabulosos Cadillacs. También, se suma todo el sabor peruano que encuentran durante su viaje en cumbias, chichas y salsas, la música hippie que improvisan en sus rondas y toda la que los curanderos realizan en sus ceremonias. Mucho color. El reparto actoral no es de primer nivel aunque se destaca la participación de Camila Perissé, ex vedette con éxito en los ’80, y una de las revelaciones de este año, Emiliano Carrazzone, de última aparición en “Delirium”. El joven Manuel Fanego, quien interpreta al menor de los hermano, también hace correctamente su sumiso papel. Sin embargo, la mayoría de los papeles no están muy bien explotados. Robertino Granados está muy aburrido y Rafael Ferro parece haber caído de otro film. Se supone que al tratarse de una banda medio hippie de los 60, los personajes deberían experimentar más con algunas drogas típicas y tener alguna que otra alucinación. Sin embargo, son muy glam y consumen poco. Lo mejor que los representa es un cuaderno psicodélicamente pintado, similar al del cartel que promociona la película. Falta más de eso. Si ordenan todas estas ideas, seguramente puedan experimentar placenteramente el cine y disfrutar así la película, que funciona más como una ventana al Amazonas que como una historia de vida que pone los pelos de punta. Podrán impactarse con el color de la selva, la música peruana y todos los contextos creados, pero no esperen lágrimas ni risas.
NADIE PODRÁ JUZGARLO Santiago Luis Segura es un madrileño nacido en 1965. Actor, guionista, director y productor de cine, es el famoso creador de José Luis Torrente, un policía machista, racista, ultranacionalista, fascista y fanático del Club Atlético de Madrid. Este bizarro personaje, interpretado por sí mismo, combate a la ley y destapa las inoperancias del sistema español y la corrupción castellana. La mezcla de bromas de pésimo gusto y lenguaje grosero parecen haber sido las claves de su éxito, que de hecho lo llevó a ganar dos premios Goya con la primera de sus películas. Aunque no hace falta ser un conocedor de la saga para apreciar esta nueva entrega, es útil hacer un repaso por su historia. En el primer film, Torrente patrulla Madrid junto a su vecino Rafi, y en el segundo, persigue a un traficante de armas en Marbella. En la siguiente, protege a una diputada española bajo amenaza junto a su equipo, y en la cuarta, que se estrenó en formato 3D, Torrente es mandado a asesinar a un muchacho y termina en la cárcel. Para esta ocasión, el corrupto policía consigue su libertad y ahora quiere robar un enorme casino. Es 2018 y Torrente sale de la cárcel. Como España se encuentra en crisis y él quiere despejar todas sus dudas, él decide que quiere seguir siendo un fuera de la ley para hacer de las suyas. Gracias a un contacto que hizo en su estancia en prisión, consigue localizar a John Marshall (Alec Baldwin), quien se había ocupado de supervisar la seguridad durante la creación del casino de Eurovegas. Este hombre cuenta con discapacidades motrices pero parece ser el indicado para planificar un gran golpe. Por esa razón, propone realizar el robo del siglo a este lugar, pero para ello necesita reclutar a una banda de especialistas. Torrente se encargará de ello. La película se desenvuelve de la manera más obvia en términos de trama, comedia y acción. Todo sucede en el momento indicado y aparecen giros inesperados cuando pocos se los esperan. El humor es el más oscuro de los negros y todos los personajes son bizarros y asquerosos. Se burlan de los viejos, de personas con discapacidades mentales, se estereotipa al máximo al feito obrero y hasta tocar una teta o tirarse un pedo es gracioso. Si quisiéramos trazar un paralelo con Argentina, los papeles podrían parecerse a los de la saga “Los bañeros” o a los participantes del programa televisivo “Sin codificar“. Chorrea la grasa, pero todos son conscientes de ello. La triste actuación de Alec Baldwin, a quien le cuesta soltar una palabra en español, ayuda y mucho. A quien no le gusta este tipo de humor seguramente la película le dará repugnancia, mientras que al que sepa reírse sin prejuicios la disfrutará, aunque tampoco la aplaudirá de pie. Segura siempre mantuvo la esencia de su personaje y aparentemente esa es la clave de su éxito, sino no hubiese llegado de ninguna manera a hacer esta quinta entrega. Prepárense porque probablemente sigan saliendo más. Por más corrupto que Torrente sea, él ya se ganó un lugar en la cultura española. De aquí en adelante, nadie podrá juzgarlo.