Los hermanos Luciano y Nicolás Onetti son una sensación nacional dentro del cine de terror. Se dieron a conocer con el giallo Sonno Profondo y Francesca (mi reseña) para luego dar el salto hacia el slasher estilo americano con Los Olvidados (reseña), con el cual probaron las mieles un tanto más mainstream que sus habituales proyectos. Abrakadabra, su film más reciente, propone un regreso a sus raíces, que nunca abandonaron del todo, en el que resulta su homenaje al giallo más auténtico y celebratorio de todos los presentes en su filmografía, con una historia convincente y rebosante en estilo y sangre.
Una masacre escolar en 1999, el mismo año de la fatídica y recordada tragedia de Columbine, traza los primeros brutales momentos de Vox Lux. Alto, eso no es cierto. Antes tenemos un pretencioso prólogo con voz en off cortesía de Willem Dafoe, que nos cuenta los orígenes de las hermanas en el epicentro de la historia. El génesis de ellas, en particular de la joven Celeste (Raffey Cassidy), da lugar a la matanza estudiantil que pone en marcha el ascenso de una estrella pop desde un lugar oscurísimo de lo que hoy en día es algo morbosamente cotidiano en las noticias. Un acto terrorista dio paso a una carrera en la música, hecho que volverá a hacerse presente en la tumultuosa carrera de Celeste cuando presente su nuevo material, en medio de una ola mediática y tras conocerse un nuevo ataque terrorista que usa su imagen e iconografía para perpetuar su caos. Es una intersección interesante la que marca el actor devenido en laureado director Brady Corbet, pero cuyas intenciones se quedan al borde de la nada tras una cuestionable cinta que tiene problemas en proyectar su tesis al espectador.
La vida del atribulado pintor holandés Vincent van Gogh ha despertado curiosidad desde hace años, y ya en contadas ocasiones el cine ha revisitado su tristemente célebre historia, cada una con distintos enfoques sobre los aspectos biográficos y la obra de este artista, y centradas en distintas etapas de su vida. Sin ir mas lejos en 2017 tuvimos la preciosa y poco convencional película animada Loving Vincent, y ahora es el turno del laureado pintor devenido en director Julian Schnabel de darle una nueva pincelada, específicamente sus últimos años de vida, donde finalmente su legado se forjó a fuego. Por desgracia, At Eternity’s Gate no aporta nada a quienes conocen la vida y la obra de van Gogh y muy poco a quienes no la conocen, a excepción de una polémica teoría sobre la muerte de Vincent con la que cierra la película.
Los dramas históricos sirven muchas veces para demostrar que, a pesar de todo el tiempo transcurrido, las lecciones parecen nunca aprenderse, y seguimos repitiendo los errores que dejaron asentados las monarquías que nos precedieron. La fórmula parece no cambiar mucho, y por cada excelente e intrigante The Favourite tenemos una correcta Mary Queen of Scots, que sigue los preceptos del género respetando cada aspecto del mismo pero agregando variaciones para no sentirse del todo cansina y agobiante.
The Old Man & The Gun no es un título muy llamativo, pero pasa a ser indispensable si tenemos en cuenta que el legendario Robert Redford la anunció como la película con la cual se aleja de la pantalla grande. Si tomamos como verdad absoluta su retiro -después de todo, nunca digas nunca a menos que la muerte te alcance-, entonces el más reciente proyecto de David Lowery (Ain’t Them Bodies Saint, Pete’s Dragon, A Ghost Story) es una más que amable manera de cerrar la cortina y despedirse con gloria de parte del ganador del Oscar.
He aquí la otra cara de la comedia argentina que, junto a Callcenter, representan los aciertos y desaciertos del género en el país. De acá a la China, ópera prima del director, escritor y actor Federico Marcello, parte de una base estupenda, una que rebosa de momentos promisorios que finalmente inducen a una carcajada pequeña y corta para luego hundirse en la melancolía absoluta dentro de la historia.
De todos los trabajos mundanos y banales que existen, el ser empleado en un callcenter debe ser una de las tareas más arduas y desagradecidas de toda la industria. Aparte de ser un trabajo reconocido con infamia por ser mal pago, los encargados de atender las líneas deben soportar la toxicidad de la gente del otro lado del teléfono, quienes no quieren ser molestados o, en algunos casos, molestan con preguntas extremadamente vacuas. La película de Sergio Estilarte y Federico Velasco toma forma alrededor del turno noche de uno de estos lugares para desarrollar una comedia que se encasilla dentro del subgénero workplace (enredos en oficinas y otros lugares de faena), pero que no aporta demasiado a dicho género en materia de observaciones mordaces y, más que nada, humor en general.
Con semejante elenco de consagrados al frente (Michael Caine, Jim Broadbent, Ray Winstone, Michael Gambon y el joven Charlie Cox) uno podría pensar que King of Thieves resultaría en un estimulante atraco fácil de digerir, con menos espectacularidad que la saga de Danny Ocean y compañía pero en la misma línea. Pero lo difícil del film de James Marsh (The Theory of Everything, ganador del Oscar por el documental Man on Wire) es el tono narrativo, que parece generar empatía con estos ladrones de la tercera edad pero pierde el fuelle y se torna agridulce a medida que la trama, basada en una historia real, se oscurece.
Ah, John Ajvide Lindqvist, qué retorcido sujeto. El escritor sueco, autor de la turbia novela “Déjame entrar” que dio paso a las excelentes adaptaciones suecas y americanas, está de vuelta con otra tortuosa historia en Gräns, una fábula adaptada a los tiempos que corren que mezcla romance, misterio y autodescubrimiento de una forma ingeniosa y con audacia, sin tapujos.
Si somos realistas, todos los países y sus grandes ciudades que se precien tienen edificios embrujados, con historias que se convierten en leyendas urbanas con el correr de los años. La localización de dicho terror parece un hito fílmico a seguir, mediante el tan utilizado recurso del metraje encontrado que resulta tan asequible para atrapar las generaciones tecnológicas de hoy en día. Hace no mucho vimos la coreana Gonjiam, y ahora viene la alemana Heilstätten a hacer lo suyo para intentar asustar a las jóvenes masas que no se pueden despegar de sus celulares.