El Discurso del Rey Carlos es un tipo cuarentón que piensa que él es Elvis, en su reencarnación canora perfecta: "Algunos nacen con un don, como yo...!" -explica a su pequeña hija-, y si, a no dudarlo... canta excepcionalmente, y destacable es el protagonista seleccionado (John Mclnerny), quién lo hace naturalmente sin ningún tipo de doblaje de voz, y esto es el acierto 1 del filme. El guión va por el lado de un personaje que en su diario vivir imita en carbónico perfecto al "Rey" Presley, -alguien puede comer en la Argentina: sandwiches de mantequilla de maní con rodajas de banana..??-, pero su supervivencia mundana detenta oscuros fragmentos como la relación con su ex mujer y su hija niña que es conflictiva, aguantar un trabajo rutinario y pesado de soldador, relacionarse con placeres pasajeros como alguna que otra puta, y aceptar ser figura en un submundo de imitadores que maneja una agencia de dobles, y eso si: cantar en cualquier sitio, y a veces en los peores. Todo cabe en esta historia, donde estamos ante otro hombre que está solo y espera, un cambio quizás...un algo distinto. El nieto del gran Armando Bó, e hijo del "ex-superangente" criollo de la pantalla: Víctor, viene bien con esta propuesta, alberga posibilidades de estar ante una promesa interesante del cine autóctono, y tiene además de talento su posibilidad ampliada -aqui por ejemplo hay dinero de coproducción americana y participación activa en el proyecto de Alejandro González Iñárritu, para quién el director trabajó como guionista en "Biutiful"-, ya que ha logrado un filme conmovedor y magníficamente trazado, sin dudas.
En Compañía de los Lobos Hay varios títulos enmarcados dentro del denominado "Cine de supervivencia" que atesoran los cinéfilos, algunos como "Ocho a la deriva", "Isla en el cielo", "Arenas del Kalahari", "El Vuelo del Fénix", "La presa desnuda" -"La prueba del León" en Argentina-, "Deliverance, la violencia está en nosotros", "Viven!", "Naúfrago" etc, ahora súmese esta otra que muestra el accidente aéreo de un grupo de trabajadores de una lejana refinería, y la peculiaridad de que apenas sobrevivan un puñado, inmersos en una tierra hóstil e inhóspita de la fría Alaska y con el agregado del acoso pertubador de manadas de salvajes lobos. Al frente del grupo que componen tipos indisciplinados, rebeldes y ex-convictos, se halla de repente como referente otro tipo solitario que trabaja como encargado de aniquilar a los (también) lobos que merodean ferozmente el sitio de trabajo, y que ahora deberá enfrentar la situación del "salvese quien pueda", esta vez sin arma alguna y apelando tan solo al ingenio. El director Joe Carnahan ofrece un fuerte ejemplo de narrativa visual que mantendrá al espectador con los pelos de punta y al filo de la butaca, nada relajado por cierto. Bien filmada y fotografiada, aunque de a ratos se muestre como un thriller existencialista, la propuesta funciona sin dudas y entretiene.
El León del Desierto Uno vé "El Príncipe del desierto" -mejor su título original: "Black gold"- y si se es cinéfilo parece sumergirse en la cápsula del tiempo, es un volver al disfrute de las grandes aventuras en amplios espacios, sin recurrir a los hoy tan utilizados efectos especiales. Nosotros vemos 100 guerreros cabalgando bajo el implacable sol y sin dudas lo son en verdad, aquí no hay dibujo que valga, ese mérito del director Jean-Jacques Annaud ("La guerra del fuego", "En nombre de la rosa", "El Oso", "El amante", "Siete años en el tibet",etc) le otorga un algo especial que lo convierte en plato de alto paladar para aquellos que aún hoy buscan en el cine los grandes relatos descendientes del mentado folletín que intercalaba la acción con el romance en ambientes exóticos, y que dió grandes clásicos del cine. Aquí aparece el enfrentamiento entre dos tribus y como acuerdo de paz supondrán que nadie toque el llamado "Cinturón amarillo", pero un día algún perdido buscador yanqui hallará en ese sitio una veta de "Oro negro", y así el capitalismo productivo volverá millonario a un pueblo y el otro hará carne de dignidad sin aceptar el potentoso líquido elemento. Obvio, llegarán asi los enfrentamientos, pero clave de la historia es que los hijos de uno de los jeques -que perdió la primera batalla- dió como entrega de rehenes sueltos a sus dos pequeños hijos, ellos se harán grandes y para suerte o desgracia del guión, se verán entre dos fuegos. Cuando algún crítico aplaude la banalidad y la estupidez fílmica de "Los juegos del hambre", que deberían decir de esta aventura servida en bandeja, y entretenida ciento por ciento...? En el elenco actoral sobresale con nota alta, la presencia del estupendo Mark Strong como el jeque abatido y que dado a su vencedor sus hijos, su antagonista es Antonio Banderas, quién no desentona en su rol, aunque juegue al árabe con tonos de voz similares al del "Gato con botas".
Quién te cuida del guardia...? El policía de pueblo Gerry Boyle, adicto a la cerveza negra y a las prostitutas, capaz de ser un grosero completo y jodido con sus acompañantes de servicio, saldrá de su rutinaria labor ante la desaparición de un reciente colega y por otro lado de hallarse pronto inserto en medio de un conflicto, ya que su habitat se ha convertido en un espacio importante para un red de narcos. Ergo la llegada al lugar de un agente de FBI que tiene asignado el caso, no le provocará menos problemas, y encima como su nuevo "buddy" es un hombre de color, Boyle (tan prejuicioso como incorrecto) explicará a flor de labios: «soy irlandés, el racismo es parte de mi identidad». Diálogos ingeniosos, un humor negro y corrosivo, buena fotografía, una banda musical sorprendente y un alto oficio actoral tanto de Brendan Gleeson (Boyle) como de un magnífico Don Cheadle (el agente que juega de visitante) son los plus de esta comedia con ingredientes de acción y crimen -por momentos nos recuerdan a las algo más light pero jocosas clases B del cine inglés del personaje de Agatha Christie: Miss Marple, con aquella disfrutable actriz ancianita llamada Margaret Rutherford-, en el reparto de "El Guardia" aparecen también: la estupenda actriz irlandesa Fionnula Flanagan -aquella de "El Divino Ned", y "Los Otros"- y brevemente: Mark Strong, un carismático y múltiple actor visto en un mes en "El Topo", "John Carter, entre dos mundos" y "El Príncipe del desierto", nada menos. Se trata de un solvente filme de calidad cinematográfica, sin dudas.
Chicos matando Chicos Si voy a contar que me pareció entretenida, bien hecha..y no lo vamos a negar, y si también critiquemos que el final se extiende sin mucha fuerza, pero el tema es que a esta peli le sobran algunos malos ejemplos, basta el básico que significa la supervivencia de los chicos que deben aniquilar sin prejuicios y pensando en frío a sus rivales que son otros jóvenes sorteados a la bartola. No hay opciones: a correr y hacer correr la sangre, o sea hay un claro basamento de una sociedad perniciosa y fascista, que dominante sostiene estos juegos de atracción popular, embuída de signos muy similares a los nazis (estandartes y demás...). Las clases sociales también están divididas en pobres infelices humildes -de donde salen los competidores-, y otros con cultura cool al "Lady Gagá" style...!! Suerte de reality-show, semejante a un burdo "Gran Hermano" inescrupuloso y vil (los pibes elegidos para participar de la maratón asesina parecen escapados de un campo de concentración), la peli toma cosas de la sociedad actual y en eso es sincera, a poco nos falta salir a la calle con casco, escudo y armados hasta los dientes, por el maltrato reinante, la inseguridad, etc, pero sabemos que ese no es el camino. Hemos conocido en el pasado filmes de supervivencia a consta de sangre: "Rollerball", "Carrera conra la muerte" y siguen los ejemplos, o sea tampoco hay acá nada novedoso en materia guión cinematográfico. Jennifer Lawrence sigue desarrollando su buen papel de "Lazos de sangre" (chica sufridísima en extremo ) y lo hace repetitivo, hay una gran cantidad de actores en el reparto algo desaprovechados: Woody Harrelson, Donald Sutherland, Sntaley Tucci, Toby Jones, etc. Ahora ante el éxito de esta producción parece existirán al menos dos secuelas, de esa si que no nos salvamos!!!
La película sorpresa Uno es ya un cinéfilo obsecuente que tan solo pretende ser sorprendido con buenos relatos, recuperación de la alegría de observar filmes, sintiendo el espacio oscuro de la sala como religioso y espiritual -aunque no tanto-. Toparse con "Drive" es similar a lo acontecido años atrás con "No country for old men" de los Hnos. Coen., es simplemente rescatar la maravillosa experiencia del pleno disfrute de un género magistral como el cine "Noir" -el pollicial oscuro-, pero no solo esa fría formalidad fílmica sino que aquí también estamos frente a una suerte de western moderno -de hecho hay un remedo de "Hombre sin nombre" al estilo Eastwood en el protagonista- que quizás algún engañoso trailer haya hecho creer al público pochoclero que se trataba de un ejemplo cercano a la serie de "Rapidos y furiosos" y nada más lejos. El director danés Nicolas Winding Refn muestra genialmente un interesante juego de climas cinematográficos, con un solitario conductor que gana su sustento siempre al servicio del volante -actos delictivos incluídos- hasta que se vé envuelto en un hallazgo amoroso, y allí el guión pasa a estado "romance", pero como esto es cine bien narrado en un segundo se puede pasar al estado "híperviolento", y aquí el gran ejemplo es la estupenda escena de las tres personas en el ascensor. Audiovisualmente el filme marca alto, siendo su presentación un verdadero muestrario del porqué, hay planos que lo dicen todo, una iluminación acertada, hay personajes variopintos que poseen una rica descripción que los hace imprescindibles. Ryan Gosling está perfecto (a Clint E. también le sacaban mano cuando era impenetrable en sus añejos westerns), Carey Mulligan es tan actriz que solo precisa mostrar pequeñas muecas en sus estados animosos, los gangsters de Albert Brooks y Ron Perlman son insuperables, y así todos. "Drive" supo apoyarse en referentes necesarios del cine: todo se arrima con nostalgia a Michael Mann, o Scorsese de "Taxi driver", a Kitano, y hasta el polical francés de Jean Pierre Melville en "El Samurai", en lo personal me retrotrajo a esa obra de mi niñez como fué "Vanishing point" (Carrera contra el destino) que mostraba la sensación de libertad del hombre y su máquina, a costo del acoso violento. Nada produce más placer al cinéfilo que estar ante una joya del cine que será de culto.
Una de (verdaderos) Espías: John Le Carré es un exitoso y archiconocido autor de novelas sobre espías, luego de vender durante décadas, algunos de sus textos llegaron al cine: "El espía que volvió del frío", "El espejo de los espías", "Llamada para el muerto", "El sastre de Panamá", "La Casa Rusia", "El jardinero fiel" etc, "El topo" (Tinker, Tailor, Soldier, Spy), fué adaptada por la BBC en 1979, con Alec Guinness, y se pasó en Argentina en la antigua ATC en varios capítulos, ahora llega finalmente a la pantalla grande. Tomas Alfredson -director a tomar muy en cuenta- narra la historia con todas las madejas enredadas que pueda uno imaginarse acerca de una misión que fracasa en Hungría y que desencadena irregularidades en un cúpula de mando de los servicios secretos británicos. El veterano agente Smiley (soberbio, medido, genial Gary Oldman que fué candidateado al Oscar hace semanas por esta labor) debe encargarse de averiguar quién es el "infiltrado" que está pateando para los servicios rusos. Nada facíl será la tarea, y así irá encajando las piezas de un gigantesco rompecabezas, al cual el espectador no deberá perder ni distraerse un segundo, ya que la historia va y vuelve y así. Lo curioso es que el realizador plantea la trama como si uno viera una de aquellas pelis del género de espionaje hechas por los años 60 o 70, con muchas trabas y hasta cierta lentitud, con cero efecto especial o dinámica visual de ritmo clipero. Vale aclarar que el filme solo gustará a quienes prefieren observar un guión complejo pero sustancioso en enigmas y misterios por resolver. Hay traiciones, mentiras, pasadas de factura entre los hombres grises que integran la galería de duchos hombres de doble vida, y hay para reforzarlo un sólido reparto de actores británicos que son una maravilla de maravillas: Colin Firth, Ciarán Hinds, Toby Jones, John Hurt, Mark Strong, Benedict Cumberbatch, Simon McBurney, es decir todos honrosos intérpretes que dan calidad a la propuesta. Con suficientes méritos artísticos que van de una fotografía, estupenda tanto como la dirección de arte, banda sonora, etc estamos ante una producción digna de recomendarse, pero no a todo el mundo.
Matrimonios y algo más Roman Polanski tomó la obra teatral "Un dios salvaje" de Yasmina Reza, exitosa en todo el mundo -incluída Argentina-, para volcar su versión en el cine. Se sabe que trasladar una pieza de tal índole a la pantalla grande puede ser algo riesgoso, complicado y pretencioso, máxime cuando los roles importantes y únicos están solo a cargo de 4 actores, por ello hace recordar a ese "tout de force" actoral llamado "Quien le teme a Virginia Woolf?" (1966, Mike Nichols), aunque este era muchísmo más denso, asfixiante y crudo, otro ejemplo de traslado de 4 actores como base ha sido "Closer" de Nichols too. Cuando un chico golpea a otro en el parque y le saca un diente, los padres de ambos se convocan para establecer un diálogo, un amable departir en busca de un compresión del hecho. Será reunirse para superar el conflicto, algo esperable de personas sociables, de gente burguesa y hasta comprensiva, pero no...lo amable del inicio puede transformarse en un caótico "toma y daca", donde aflorarán miserias, hipocresía, una doble moral discursiva, y hasta reproches mutuos para las internas de cada pareja. Como en la vida misma, por supuesto el humor rodea muchas de las circustancias agrias. El guión compartido entre el director de "El bebé de Rosemary" y la autora teatral que salta así al espacio fílmico, está correcto. La complejidad de mantener en vilo al ocasional espectador con tan solo 4 actores en un mismo decorado, un realizador con el oficio de R. P. lo puede sostener bien hasta el final de esos 80 minutos de metraje. Las actuaciones son superadores de la propuesta cinematográfica en si, Jodie Foster es tan irritable que alguno puede tener ganas de sacudirle desde la platea con algo, Kate Winslet está medida, menos desbordada que su compañera actriz, John C. Reilly hace un trabajo meritorio en ese esposo vendedor de electrodomésticos, y Christoph Waltz es un cínico abogado -labor memorable-, que tambien colgado de tanto celular, y manteniendo esas charlas telefónicas tan molestas puede provocar nuestra antipatía.
La Aventura supermillonaria Edgar Rice Burroughs(1875–1950) fue un prolífico escritor de género fantástico célebre por sus series de historias ambientadas en Marte, de Pellucidar -que tienen lugar en el centro de la Tierra- y, en especial, por la creación del mundialmente famoso Tarzán. Entre sus celebridades de personajes es indudable que el más popular fué este último, vertido miles de veces en filmes y series de tv, pero también "La princesa de Marte", en la cual se basa esta nueva propuesta de la productora Disney. Aquí el héroe John Carter que es militar en la Guerra de Secesión y que huye de una horda de apaches se esconde en una extraña caverna y por un hecho fortuito se vé trasladado de una a Marte. Allí lo aguarda una fantástica aventura con criaturas llamativas -el encuentro primero entre éste y ellas es formidable-, son habitantes rarisimos de 4 metros de altura y con un idioma que luego de (otro) hecho le será entendible. Pronto se hallará con una princesa y en el medio de un batalla entre pueblos marcianos. El genuino sabor de la aventura a lo grande -tipo saga "Star wars", donde indudablemente abrevó George Lucas y unos cuantos más- se hace presente y pese a uno que otro reparo que no la determinan como fuera de lo común en su propuesta, es lo suficientemente disfrutable como para engancharse en la historieta con buenos efectos especiales y maravillosa fotografía entre otros valores fílmicos. Cuanta boludez en 3D y mega promoción de otras pelis actuales caen en un bodrio impresionante, aquí en cambio si uno quiere disfrutar cual niño que cree en la posibilidad de un guión lleno de géneros entremezclados -del western a lo épico, de la CF a la más absoluta fantasía-, la oferta puede superar a lo esperable. Andrew Stanton, director de "Buscando a Nemo " y "Wall-E", se las ingenia para montar esta aventura demasiado costosa (250 palitos verdes, y algunos aseguran más sumando tema promoción) que seguramente no recaudará la inversión, razón por la cual está verde la continuación de la saga, lo cual sería un lástima pero el cine tampoco es perfecto en conjunción industria-números.
El Amor al cine Filme que ha generado controversias de crítica y público pero que de ningún modo puede ser ninguneado o merecedor de rótulos como bodrio, no...el filme tiene el maravilloso don de que salgas de la sala con cierta felicidad en el corazón, y eso es tangible, se vé al encenderse las luces, como ocurre con que "Caballo de guerra" de Spielberg haga también llorar a todos sus espectadores. No olvidemos que está correcto que el cine nos produzca cosas o modifique al espectador, aunque coma pochoclo durante la proyección. Con "El Artista" pasa mucho de ello. Sin pensar en que uno va a ver un guión enmarañado de situaciones inesperadas, nada de eso, se trata de un argumento simplote, donde un personaje: George Valentin, estrella del cine mudo vé truncada su carrera por la inoportuna llegada del cine sonoro, al mismo tiempo aparece Peppy Miller, figura de actriz que conquistará al público y se transformará en lo que Valentin fué, así sus vidas se entrelazarán mágicamente. De hecho estamos ante un homenaje absoluto al séptimo arte, y de otra declaración de amor al cine, algo que reviste influencias del inmenso clásico fílmico "Cantando bajo la lluvia" de Stanley Donen, o "Sunset boulevard" de Billy Wilder, y hay también mucha situación "chaplinesca", y la permanente concomitancia del protagonista con el inolvidable astro del cine mudo: Douglas Fairbanks. El hilo de la trama ofrece dos romances o la consideración de dos amores: el de Valentin y Peppy, y por otro lado el del director francés Michel Hazanavicius al cine, cosa que aparece lograda sin dudas. Jean Dujardin es el actor acorde a la historia e insuperable en su labor protagónico, junto al perro Uggie que se hurta parte del relato, la argentina Berenice Bejo es una simpática y enamorada Peppy, aparecen actores notables como el gran John Goodman en el rol de un productor y James Cromwell en el fiel chofer. Una artística impecable, un tratado de imagen idem, también una iluminación en B y N que destaca y refina la propuesta, sumándole una necesaria banda musical de Ludovic Bource, que a su vez incluye fragmentos de Bernard Herrmann pertenecientes a "Vértigo" de Alfred Hitchcock.