Buena música, pésimo recital. Es muy difícil soportar las dos horas que dura Rock of Ages, a pesar de que su repertorio musical sea muy bueno. En su intento por brindar tributo a una época dorada del rock, esta comedia musical termina efectivamente ridiculizándola a partir de actuaciones deplorables y una historia burdamente trillada. Llama la atención que actores de la talla de los acreditados en el casting se hayan prestado a formar parte de este proyecto. Las actuaciones de los dos protagonistas dejan mucho que desear, pero la película no falla exclusivamente por eso. Los chistes y los diálogos son tan malos que dan vergüenza ajena al punto de irritar al espectador, independientemente de la canción que suene en escena. La década de los 80´ fue una etapa cursi, eso lo entiendo. El problema de esta película es que no logra parodiar la época, sino replicarla.
El caballero ronco... Yo considero que Christopher Nolan es algo así como un milagro del cine contemporáneo: un fenómeno llamado a ser uno de los directores más talentosos, creativos e inteligentes de la historia del cine. Sin embargo, siempre consideré que su versión de Batman está completamente sobrevalorada por la crítica, y esta tercera entrega no es la excepción. El fuerte de Nolan está en el guión y su habilidad de plasmarlo en imágenes, generando un clima sublime durante toda la película. Esta virtud sigue presente en el cierre de la trilogía. El problema es que, como en los dos anteriores capítulos, el exceso de dramatismo y el tiempo invertido en ambientar la historia juegan en desmedro de la acción. En The dark man rises las escenas de acción son nuevamente confusas e ineficaces, con planos extremadamente cortos y cámaras que pierden el foco. No hay impacto a la hora de los golpes y las balas, salvo por una escena bien lograda en la que interviene Anne Hathaway. Obviamente que Nolan no privilegia las escenas de acción en su versión personal del súper héroe, sino el suspenso y el estilo narrativo. A nivel argumental, esta tercera parte pareciera ser un poco más pretenciosa que las anteriores, lo que por momentos la torna abrumadora. Las casi tres horas de duración son inevitables para presentar y desarrollar a más de una decena de personajes, que terminan conectándose entre sí en una historia que el director sabe concluir bien. En esta oportunidad hay más baches en la ejecución del guión, que simplemente se esquivan sin incurrir en detalles. Desde un Batman que no puede caminar a uno inminentemente atlético (gracias a un sujetador de rodilla...), hasta un Wayne perdido en dios sabe qué desierto que de un segundo a otro retorna a una ciudad Gótica amurallada e incomunicada sin que nadie se percate, casi por arte de magia. La nueva versión del caballero oscuro concluye su trilogía, dejando más bien una saga policial noir que una de súper héroes. Yo no sé si las Batman debieran ser policiales o películas de acción, pero claramente mis expectativas del personaje son otras completamente distintas. En esta trilogía quise encontrar acción y diversión impactante, y sinceramente no la hallé. El Batman dramático, oscuro y con problemas del mundo real a mí no me llena los ojos. Por último, en este intento de humanización del personaje, de mostrarlo más verosímil, no me cierra que cuando tenga la máscara cambie la voz. Por qué Bruce Wayne se vuelve ronco con el traje, aun frente a aquellos que conocen su verdadera identidad, sigue siendo un misterio sin resolver.
Tan buena como la original. Yo soy un gran admirador de la versión cinematográfica de Spiderman de Sam Raimi, y muy a pesar del traspié sufrido en la tercera entrega, creo que los dos capítulos iniciales de la trilogía son antológicos en cuanto a adaptaciones de comics a la pantalla grande, en particular la segunda parte. Por ese motivo, cuando me enteré de que apenas diez años luego de comenzada la trilogía iban a relanzarla con nuevo actor y nuevo director, sinceramente no le tuve fe. Era difícil equiparar a Sam Raimi, y todo parecía ser un capricho meramente comercial de un estudio ambicioso... Ahora, luego de verla, es obvio que me equivoqué. Esta primera parte del relanzamiento de Spiderman es tan buena como la original, y hasta superior en algunos aspectos. Lo que buscamos del hombre araña está ahí: efectos especiales sublimes, escenas de acción que nos dejan con la boca abierta y las usuales dosis de sarcasmo e ironía que caracterizan al superhéroe. Quizás la versión de Sam Raimi fuera más ingeniosa a la hora del humor, pero la de Marc Webb es más armonioso en lo narrativo. En esta presentación de la nueva saga no hay atajos argumentales, sino que la película se enfoca en contar un historia en forma detallada, sin apurar los tiempos. Es notable el trabajo que han puesto en el armado del guión, lo que ha redundado en una historia más sólida, por momentos más sensible y hasta diría más creíble, dentro de los límites de la fantasía. Las presentaciones de las sagas son siempre un desafío, pero si están bien logradas, abren la puerta para entregar una obra maestra en segunda instancia, una vez que se han despachado con la introducción de los personajes. La versión de Sam Raimi tuvo una segunda parte brillante, al igual que la secuela de X-MEN de Brian Singer. Aquí las bases están asentadas. The amazing Spiderman no tiene nada que envidiarle a la joya de Raimi, y brilla por sí sola. Habrá que ver de ahora en adelante si Marc Webb sabe continuar el camino que tan bien ha comenzado.
El rescate de una saga. La primera entrega de Men in Black fue un éxito gracias a su originalidad, su bien logrado humor y la composición de sus personajes. Su secuela, en cambio, fue un fiasco que careció de todas las virtudes de la primera, dejando en evidencia su exclusivo oportunismo comercial. Insospechadamente y luego de una década de la segunda, esta historia de agentes excéntricos y ultrasecretos llegó a ser una trilogía, y por fortuna, lo hizo con clase. Los hombres de negro están de regreso como en su debut, con un guión bien pensado que garantiza el entretenimiento a través de diálogos graciosos, personajes entrañables y una historia creativa. La magnífica química que logran Tommy Lee Jones y Will Smith esta vez se potencia con la introducción de Josh Brolin, que interpreta a un jóven K (poco que ver con La Cámpora) de manera soberbia. El otro nuevo personaje incluido en la historia, Griffin, también es una gran adición que le da frescura a esta tercera parte. Men in Black 3 redime la saga, volviendo a incursionar en la fórmula que supo darle buena fama a estos parcos sujetos vestidos de negro que protegen el mundo de los alienígenas. Hay humor, acción, mucha creatividad y alguna que otra sorpresa bien ideada. Casi imposible pasarla mal.
Man on a sketch... Man on a ledge tiene todos los vicios de una típica película comercial, pero casi ninguna de sus virtudes. El impactante reparto -que incluye a la Puma Rodriguez- queda completamente eclipsado por la cursilería y la abundancia de clichés del género, en un thriller que pasa rápidamente desapercibido. Lo inverosímil se torna disparatado en este film, que pareciera apelar al recetario de Michael Bay, aunque obviando los condimentos que le dan sabor al cine pochoclero. Una historia sin pies ni cabeza no encuentra alicientes en el guión, que invierte en imágenes y diálogos que han gastado la pantalla grande de tanto repetirse. La fórmula es tan banal que aburre: mostrar un par de piñas, unas curvas femeninas, apostar a dos o tres gags y reversionar el villano de turno en el contexto actual. Con eso no alcanza. Michael Bay tiene un estilo, pero también tiene talento, y Asger Leth claramente no cocina como él, aunque use sus recetas. El sufrimiento es breve, de cualquier manera. A medida que la película avanza y las expectativas se desintegran, el espectador cede a la risa y comienza a dudar de que Man on a ledge deba ser tomada en serio. Quizás sea una parodia del cine comercial norteamericano y su título en realidad debiera haber sido Man on a sketch.
Son muchos más que ocho los monos... El relanzamiento cinematográfico del Planeta de los Simios comenzó hace un par de años con una muy buena película, que supo introducir la historia con una sólida y verosímil narración que estallaba en los últimos 30 minutos. Dawn of the Planet of the Apes es la continuación natural de aquel relato, y si bien es diferente en cuanto al ritmo y al estilo narrativo de la primera, es también una gran propuesta de ciencia ficción. Esta segunda parte recoge la posta y prosigue el camino marcado por su predecesora. Dawn of the Planet of the Apes no tiene la contundencia y complejidad argumental que tuvo el comienzo de la saga, pero se adapta al curso de la trama. Las cosas, en un mundo pos-apocalíptico en el cual los simios se han rebelado, están más acaloradas, y las necesidades de los protagonistas son mucho más básicas. Por tal motivo, esta secuela es esencialmente una película más enfocada en la acción que en el guion. Esto no quiere decir que lo narrativo esté descuidado ni mucho menos, si de hecho, la historia es simple pero está muy bien presentada, al igual que los personajes. Pero sin lugar a dudas, es una propuesta con mucho más para mostrar que para contar; y lo muestra muy bien. Dawn of the Planet of the Apes es visualmente impactante. Matt Reeves ya había demostrado su talento detrás de las cámaras en Cloverfield y Let Me in, y aquí vuelve a ratificarlo. Los planos, las secuencias y la edición son geniales, lo que no es sencillo en un proyecto de esta naturaleza, en que gran parte de los protagonistas son generados por computadora. Los efectos, por otro lado, están muy bien logrados, sobre todo en lo que se refiere a la expresividad de los simios. La secuela de la nueva saga del Planeta de los Simios no decepciona, y sin ir más lejos, sorprende en lo técnico. Es una película intensa, enfocada la acción, pero que no descuida lo argumental. Distinta a su precursora, pero igual de buena.
Bipolaridad humorística Neighbors es una comedia bipolar, que por momentos explora rutas alternativas, originales y sumamente interesantes para el humor, y el resto del tiempo tan solo rellena su contenido con recursos gastados de la típica comedia para adolescentes. Algún que otro chiste con matices sexuales, o incluso explícito, suele ser divertido, dependiendo de su contexto; pero cuando el tema se torna recurrente, es difícil no cansarse de lo mismo una y otra vez. Es curioso el guion de Neighbors, porque en su médula argumental contiene muy buena materia prima, con escenas muy divertidas, y luego tan sólo se remite a mostrar erecciones, drogas, consoladores y un par de imágenes más desagradables que graciosas. Lo grotesco, ya sea por repetición o por contenido, no hace más que opacar lo satírico dentro de la película, que termina siendo apenas una propuesta más en su género. Yo me divertí con ciertos segmentos de la película, y no pude evitar sorprenderme con la gran actuación de Rose Byrne, quien se destaca por sobre el resto en una faceta desconocida dentro de su trayectoria actoral. Sin embargo, la película no es más que una buena idea arruinada por la excesiva e innecesaria vulgaridad que suele hacer reír sólo a aquellos que atraviesan, a paso acelerado, la inevitable edad del pavo.